Pregunta 2: Si los que pecaron fueron Adán y Eva, ¿por qué cosas malas nos suceden a nosotros?
¡Qué pregunta tan inteligente! En nuestro artículo anterior, contestamos la pregunta, ¿De dónde vienen las cosas malas? Vimos que todas las cosas malas que vemos en nuestro mundo provienen del pecado. Algunas de estas cosas, como las tormentas y los gérmenes son el resultado de la maldición que Dios hizo sobre la tierra al castigar a Adán y Eva; la creación ya no funciona como Dios la creó originalmente. Mientras que otras cosas malas como las peleas y las palabras hirientes son el resultado de que las personas eligen pecar. Ahora, todas las personas hacen cosas malas porque, desde que Adán y Eva desobedecieron, los humanos nacen con una naturaleza pecaminosa. Quizás pienses que esto no es justo, ¿por qué el pecado te afecta a ti y a tus seres queridos? ¡Fueron Adán y Eva quienes comieron del fruto del árbol, no tú! Esa es una gran pregunta. Sufrimos a causa del pecado de Adán y Eva por varias razones.
Adán llegó primero
Primero, Adán es nuestro líder, la cabeza de la raza humana, y las decisiones que tomó nos afectan a todos. Esto es similar al líder de un país. El líder de un país decide qué leyes hacer, cómo gastar el dinero del país y si el país irá o no a la guerra. No todas las personas en un país están de acuerdo con las decisiones de su líder; pero esas decisiones afectan a cada uno de los ciudadanos. Esto también es similar en tu familia. Piensa en dónde vives. ¿Elegiste vivir en esa ciudad? No, tus padres la eligieron. Pero tienes que vivir allí porque tus padres son la cabeza de tu familia, sus decisiones te afectan. De la misma manera, no elegiste nacer en un mundo caído ni con una naturaleza pecaminosa; pero Adán es la cabeza de la familia humana y eligió pecar. Como parte de su familia humana, su elección te afecta.
Somos como Adán
La segunda razón por la que el pecado de Adán nos afecta es que Adán es nuestro padre. Sé que Adán no es tu padre, pero sí es tu tatara, tatara, tatara (añade muchos más tataras) tatarabuelo. Todos los seres humanos descendemos de Adán, así que estamos conectados con él de una manera muy real, esto es similar a la conexión que tienes con tus padres. Piensa en tu padre. Apuesto a que te pareces un poco a él; quizás tengas su cabello rizado, sus ojos cafés o sus piernas largas. Así como heredaste ciertas apariencias de tu padre, también heredaste una naturaleza pecaminosa de tu tatara, tatara, tatara (añade muchos más tataras) tatarabuelo Adán. Y así como tu cuerpo se originó en Adán, también lo hizo tu alma. Tu alma eres tú en tu interior: la forma en que piensas, sientes y tomas decisiones. Tu alma probablemente se parece a la de tus padres. Quizás seas muy amable como tu papá; o tal vez se te dan las artes como a tu mamá. Así como tu cuerpo se originó en tus padres, también lo hizo tu alma. ¡Y lo adivinaste! Tu alma se originó en Adán. Entonces, cuando Adán pecó, todos los hijos que vinieron de él recibieron su naturaleza pecaminosa.
La gracia de Dios para perdonar
Incluso ahora que sabes por qué te afecta el pecado de Adán y Eva, quizás aún sientas que esto no es justo. Está bien sentirse así. Pero hay algo más que debes saber. Así como no hiciste nada por ti mismo para heredar la naturaleza pecaminosa de Adán y Eva, tampoco hiciste nada por ti mismo para merecer el perdón de tu pecado. Verás, Dios no nos dejó atrapados en nuestro pecado; sino que Dios el Hijo tomó un cuerpo y una naturaleza humana, vino a la tierra, vivió la vida perfecta que nosotros nunca podríamos vivir; Él sufrió, murió en nuestro lugar y resucitó a una nueva vida. Ahora, cualquiera que se aparte de su pecado y confíe en Él puede recibir perdón y vida eterna. ¿Y sabes qué? Los humanos no hemos hecho nada para merecer este perdón, ni esta vida eterna. Es un regalo inmerecido de Dios.
Incluso después de pensar en todo esto, puede que aún estés un poco confundido. Quizás estés pensando: “Todavía no entiendo por qué me pasan cosas malas, ¡Soy una buena persona!” Esa es otra excelente duda. Es decir, tiene sentido que quienes hacen cosas muy malas merezcan ser castigados por sus pecados. Pero ¿qué pasa con toda la gente buena? ¿No debería Dios evitar que les sucedan cosas malas? Esa es otra gran pregunta y es la que consideraremos en nuestro siguiente artículo.
Para estudiar más: Salmo 51:1-5, Romanos 3:23, Romanos 5:18-19, Efesios 2:1-5, 1 Corintios 15:21-22
Este artículo fue publicado primero en Foundation Worldview. Traducido y publicado con permiso.
