Categoría: Vida familiar
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Episodio #11: La Comunicación en la Crianza

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agosto 13, 2019

Dios ha provisto a los padres creyentes muchas herramientas para su labor de crianza. En este episodio, conversamos sobre la importancia de hacer buen uso de la comunicación, ya que es una de las herramientas más grandes que tenemos a nuestra disposición. ¡Únete a nosotros para esta conversación!

TRANSCRIPCIÓN:

Susi: Estoy muy contenta porque hoy, otra vez, tengo aquí conmigo a mi esposo Mateo Bixby. Bienvenido otra vez a Crianza Reverente, Mateo.

Mateo: Muchas gracias, es como siempre un privilegio estar aquí.

Susi: Hemos estado hablando mucho recientemente sobre la disciplina y el discipulado. La Biblia habla mucho de estos temas y queremos seguir específicamente hablando de las herramientas principales que la palabra nos provee. Queremos hacer esto en dos partes porque son temas muy importantes y amplios. Hoy vamos a hablar de la primera herramienta y en el Podcast siguiente queremos hablar de la segunda, pero antes de entrar en las herramientas específicas que Dios nos provee creo que siempre nos conviene recordar la meta hacia la que corremos cuando hablamos de la crianza. Mateo, ¿puedes recordarnos cuál es esa meta que Dios nos da para nuestra crianza?

Mateo: Creo que cuando hablamos de la crianza, especialmente en un contexto de la iglesia o de una conferencia familiar, cuando pensamos en crianza, pensamos en disciplina y obviamente al hablar de disciplina estamos hablando de comportamiento. Pensamos que la meta son niños bien portados, bien sentaditos, bien vestiditos, y por supuesto esto es algo que deseamos con nuestros hijos, pero no es la meta final. Lo que realmente deseamos en la vida de nuestros hijos es que amen a Dios, que crean su Palabra, que le sirvan con todo su corazón, que sirvan a otras personas y que de esta manera puedan reflejar a Cristo y glorificar a Dios. Ese es el objetivo real que buscamos y entonces las herramientas que Dios nos ha dado contribuyen a ese propósito y las debemos usar dirigidos hacia esa meta.

Susi: Así es, y creo que para las mamás, que estamos todo el día en la casa con los niños, se nos olvida fácilmente esa meta. Entonces, pensando en eso, ¿cuáles son las herramientas que Dios nos provee en su Palabra para la crianza?

Mateo: Por supuesto que hay muchas cosas que pudiéramos mencionar: podemos hablar de la iglesia, podemos hablar de la Palabra misma, podemos hablar de los ejemplos de los padres; pero específicamente en la crianza creo que lo que más destaca en la Palabra de Dios son dos recursos o dos herramientas que Él nos ha dado. La primera es la comunicación, y la segunda es la disciplina. Pudiéramos usar las siguientes dos palabras para describirlas: la vara y la boca; estas son nuestras dos herramientas principales.

Susi: Muy bien, y creo que, si nosotros leemos Proverbios, leemos las Epístolas, veremos repetidamente lo que mencionas: la forma en que hablamos, la vara que se menciona muchas veces en Proverbios. Como mencioné, la vara la vamos a dejar para el siguiente Podcast, porque queremos empezar hoy hablando de La Comunicación.

Nosotros, tú y yo, hemos sido recipientes de mucha instrucción y enseñanza a través de los años y una de las herramientas principales que Dios usó en nuestros primeros años de crianza fue un libro que se llama “Como Pastorear el corazón de tu hijo” por Tedd Tripp. Por esto, queremos mencionar desde un principio que muchas de las cosas que nos han servido a nosotros y queremos compartir no son originales con nosotros, queremos compartirlos y animarles también a los oyentes a buscar esas herramientas, esa enseñanza que puede siempre estar ampliando su visión. Hemos hablado en Crianza Reverente varias veces de la disciplina y el discipulado, entonces creo que aquí estas dos herramientas pueden corresponder a esas dos cosas que hemos enfatizado en este programa, ¿verdad?

Mateo: Claro, si vemos la disciplina, podemos enfocarnos más en la vara. La vara trata con la disciplina, trata con el comportamiento principalmente, mientras que la boca o la comunicación realmente se enfoca más en el discipulado, en tratar con el corazón; ahora, no están peleados, no es como que uno se enfoca exclusivamente en una de estas áreas, las dos funcionan juntos, trabajan en armonía; y la vara trata con el corazón y la comunicación puede dirigirse a la conducta. Pero sí, en términos generales la vara es más acerca de disciplina, la conducta; la boca tiene más que ver con la comunicación y el corazón entonces del muchacho.

Susi: Realmente estas dos cosas no son separables. Tenemos que tener disciplina y discipulado, y quizá en diferentes situaciones se enfatiza más la disciplina y en otras el discipulado, pero ahí tienen que estar presentes. Ayúdanos a entender en el diario vivir de la crianza, ¿qué implica todo esto para nosotros, en esa comunicación que debemos tener con nuestros hijos?

Mateo: Creo que una de las primeras cosas que hay que recordar es que la comunicación implica la interacción entre dos personas, y lo menciono porque frecuentemente cuando hablamos como padres con nuestros hijos la comunicación se convierte en un monólogo, donde nosotros les decimos lo que nosotros pensamos acerca de su conducta, acerca del tema, incluso acerca de su persona, a veces llegando a insultarlos o a despreciar a nuestros hijos de una manera que es incorrecta. Pero la comunicación tiende a ser mucho del padre hacia el hijo y ese es un error bastante grande, porque el primer punto de la comunicación que nosotros debemos de buscar es lograr entender lo que hay en el corazón de nuestros hijos.

Nosotros suponemos porque lo hemos criado y han estado en la casa toda su vida, suponemos que nosotros sabemos lo que hay en su corazón, pero es difícil saber lo que hay en el corazón de una persona, aun los que nosotros mismos hemos criado. Entonces esa interacción es muy importante, donde yo dialogo con ellos, donde ellos pueden revelar lo que hay en su corazón, eso tiene que suceder constantemente y no puedo simplemente suponer que yo entiendo lo que hay en ellos.

Susi: Me hace pensar en Proverbios 20:5 que dice: “Como aguas profundas es el consejo en el corazón del hombre; más el hombre entendido lo alcanzará”. Yo creo que los padres deseamos ser personas entendidas cuando tratamos con nuestros hijos, pero a veces es muy difícil. Yo sé que yo como mamá he sido culpable muchas veces de eso, de pensar: “Mira, mi hijo hizo eso por esto, por esto y lo otro, y yo ya sé lo que va hacer antes de que lo haga, mejor le digo…”, y las mamás somos como esa expresión que yo escuchaba de niña: “Que las mamás tenemos ojos en la parte de atrás de la cabeza y sabemos lo que los niños van a hacer y van a decir”. Y creo que eso sí es cierto en algunos sentidos. Pero corremos un gran peligro de no escuchar, de no permitir que nuestros hijos se expresen adecuadamente. Este aspecto de la comunicación es muy importante y a veces difícil para las mamás en particular, quizás, en cierto sentido, por que como tú dices pasamos tanto tiempo con nuestros hijos que creemos que sabemos todo de ellos, sabemos cómo piensan, y realmente no es así.

Mateo: Y creo que para los papás también, en otro sentido, porque simplemente somos bastante menos pacientes, interactuamos menos con nuestros hijos y muchas veces nosotros queremos simplemente llegar, resolver el problema, no batallar y muchas veces no le dedicamos el tiempo necesario a esa comunicación, a ese diálogo.

Susi: Esa interacción. Y eso que dices de resolver el problema, yo creo que yo también he caído en esa trampa, sentir que la meta de mi comunicación con mis hijos es resolver sus problemas, resuelve, resuelve; tienes este problema, te voy a decir qué hacer. Pero creo que esa realmente no es la meta de la comunicación. Tú dices que la meta es entender lo que hay en su corazón, no siempre resolver todo.

Mateo: Claro, porque si solo estamos enfocándonos en el comportamiento, entonces mi meta es: “Que no vuelvan a hacer eso que acaban de hacer”. Pero realmente esa no es la meta. ¿Qué es lo que quiero? Quiero que ellos conozcan y crean la Palabra de Dios, quiero que ellos amen a Dios y que amen las cosas que Él dice que ellos deben de valorar. Eso requiere mucho, mucho mayor profundidad en mi comunicación con mis hijos, primero para entender lo que ellos quieren y luego, la segunda meta entonces es poder tomar los principios de la Palabra de Dios que se aplican específicamente al corazón de mi hijo. Porque no todas las verdades, no todos los principios, no todos los pasajes realmente aplican a esta situación y al corazón de mi hijo en este momento de su vida. Entonces yo quiero entender lo que hay en su corazón para luego traer esos principios y pasajes a la vida de mi hijo, aplicarlos a su corazón y lograr que él los crea y los ame y así viva de acuerdo a lo que la Palabra de Dios dice. Ese es un objetivo que es mucho mayor que simplemente que no vuelva a hacer lo que hizo o lo que no hizo.

Susi: Esto significa también que la comunicación con cada hijo va a ser a veces diferente., Quizás mis tres hijos puedan cometer el mismo error o tener la misma mala conducta, pero la motivación detrás de eso no es la misma en cada caso. Si yo no tomo el tiempo de dialogar, indagar, no voy a descubrir realmente su motivación, y no voy ayudarles realmente a cambiar desde dentro hacia afuera. Ahora en todo esto, creo que los padres caemos en motivar a nuestros hijos de maneras incorrectas muchas veces, sin realmente entender lo que estamos haciendo. ¿Hacia qué queremos apuntar a nuestros hijos, en la comunicación y enseñanza que les damos?

Mateo: Pues si pensamos en cómo motivamos a nuestros hijos, creo que frecuentemente los motivamos con, por ejemplo, temor a las consecuencias: “Mira si haces eso vas a reprobar”, o “no vas a tener un buen trabajo más adelante”. O los motivamos con su reputación: “¿Que va a pensar la gente de ti?, si tu actúas de esta manera van a pensar mal de ti”. Los motivamos con emocionalismo, por ejemplo: “Te vas a sentir mal”, “¿Como te sentirías si tú haces eso?”, “Te vas a sentir mal, yo me voy a sentir mal, tú no quieres que yo me sienta mal”.

Susi: Las mamás hacemos eso: “Ay no sabes cómo me haces sentir”.

Mateo: La motivación principal en el corazón de cada uno de nosotros tiene que ser Dios, la Palabra de Dios, la gloria de a Dios; y solamente vamos a amar a Dios y buscar agradarle cuando nos hemos detenido un tiempo para pensar en Cristo y el Evangelio. Así que constantemente en mi comunicación con mis hijos yo quiero dirigirles a Cristo, quiero recordarles el Evangelio, quiero apuntarles al sacrificio de Cristo por ellos y que el sacrificio de Cristo sea la motivación para que ellos ya no se porten mal, y que no sea simplemente temor a las consecuencias o su reputación, sino que quieran agradar a Dios y que encuentren en Cristo esa expresión de amor de Dios por ellos. Entonces, al ver el amor de Dios por mí, yo ahora quiero agradar a Dios también, comportándome de esta manera.

En Cristo encontramos la motivación, pero en Cristo también encontramos el poder, porque el temor, nuestro orgullo personal de nuestra reputación, todo eso nos puede motivar, pero son motivaciones inferiores y solamente cuando nosotros encontramos en Cristo nuestra motivación, encontraremos ahí también el poder para vencer nuestra tendencia pecaminosa, lo que siempre nos está motivando a hacer cosas que desagradan a Dios. Por esto, siempre quiero dirigir su atención a Cristo, principalmente a Él.

Susi: Estoy pensando en una mamá de niños chiquitos. Quizás ese niño todavía no tiene la edad para entender el Evangelio. ¿Hay algunas cosas que una mamá de niños pequeños pudiera empezar a hacer, incluso desde que están chiquitos, para ir apuntándoles hacia ese Evangelio o un entendimiento de ellos mismos?

Mateo: Creo que podemos hablarles primero de Dios y decirles: “Mira, eso no agrada a Dios”, o preguntarles: “¿Tú crees que eso agrada a Dios?”. Y de alguna manera ya les estamos empezando a programar su mente para que esa sea una pregunta que ellos mismos se hacen: ¿Eso agrada a Dios? Podemos recordarles: “Mira, Dios te ama, Dios quiere lo mejor para ti”, y aun cuando no podemos quizá, explicarles todo el Evangelio en detalle, sí podemos estar dirigiendo su atención hacia Dios y eso les va a servir conforme van creciendo y llegan a la etapa de madurez, donde sí podemos compartirles el Evangelio.

Susi: Si, yo creo que eso de “Eso no agrada a Dios” tiene que ir siempre de la mano con la bondad de Dios. Yo he hablado con personas que crecieron en hogares donde todo era “eso no agrada a Dios, eso no agrada a Dios”, y veían a Dios como un ogro, como alguien malo que era bien difícil de agradar. Entonces creo que ahí los aspectos positivos del carácter de Dios hay que destacarlas. También ayuda mucho con niños pequeños que entiendan su condición pecaminosa, que entiendan que tienen un corazón engañoso, y hay muchas maneras en que las mamás de niños pequeños pueden hacer eso, ayudarles siempre a sus hijos a entender que el problema principal lo traen dentro, no afuera. En una pelea con hermanos, por ejemplo, la culpa realmente no es del otro. Si tú te enojaste y pegaste es porque tú tienes un corazón engañoso. Eso yo creo prepara a los niños a siempre entender que su problema es el pecado y su pecado no es culpa de alguien más.

Mateo: Y entonces al hablar con tus hijos puedes terminar orando con ellos y rogándole a Dios que Dios cambie su corazón, y también eso les va preparando para más adelante conforme van creciendo que entiendan: “Mira, mi problema soy yo y también mi solución es Dios”, “Dios tiene que hacer esa obra en mi”, y luego les vamos a explicar que lo hace a través de Cristo, por supuesto.

Susi: Entonces, mientras vayan creciendo los niños podemos seguir ampliando o sea, ya un niño que está en primaria puede entender todo el Evangelio y podemos estarle  apuntando siempre a esos elementos del Evangelio. Entonces, de manera práctica, ¿qué requiere esto de nosotros, en cuanto a nuestro estilo de vida en el hogar?

Mateo: Quizá lo más importante es cultivar un ambiente de comunicación constantemente con ellos. Si nosotros queremos hablar con nuestros hijos en profundidad y llegar a su corazón, y las únicas veces que hablamos con ellos son cuando hay un problema, cuando hay un acto de indisciplina, cuando hay rebeldía, y ahora queremos llegar a su corazón, va a ser muy difícil. Tenemos que cultivar un ambiente de comunicación con ellos donde constantemente estamos dirigiéndonos a ellos, hablando con ellos, haciéndoles preguntas, no solo sobre temas importantes, cristianos, espirituales, sino sobre todos los temas de la vida. Así hay esas puertas abiertas de la comunicación y cuando entonces hay un problema, ahora la puerta no está cerrada con llave sino que ya está abierta. Podemos llegar a ellos y en los momentos de disciplina creo que requiere de nosotros tiempo, porque el tiempo muchas veces nos presiona y no queremos dedicarle el tiempo. Esto no es fácil, muchas veces voy a tener que ser flexible dejando otras actividades. Quizás tenía algo programado, algo pensado que yo iba hacer esta tarde, voy a tener que dejarlo a un lado. Va a requerir que yo sepa ser un buen oyente, escuchar, hacer preguntas, preguntas que sean sanas. Va a requerir energía mental de mi parte, creo que los hombres en particular batallamos con esto, ¿verdad? Sabemos muy bien como escuchar sin darle mucha atención; entonces hay que darle esa energía mental y quizá eso requiera, en el mundo moderno, dejar a un lado nuestro teléfono celular o nuestra Tablet, o apagar la televisión y sentarnos y mirarle directamente a la cara, y escuchar lo que ellos nos quieren decir y luego poder compartirles esos principios de la palabra de Dios.

Susi: Si, yo estaba pensando en mamás de niños pequeños, que nos desesperamos, porque los niños llegan a una etapa donde están constantemente haciendo preguntas y uno siente que se va a volver loca porque no puede ni pensar, no puede concentrarse en nada y la tendencia que tenemos es de: “Ya cállate, ya”, “Ultima pregunta, ya”. Está muy bien enseñar a nuestros hijos a limitar, por ejemplo, a esperar pacientemente si mamá está ocupada, pero yo creo que las mamás que estamos dispuestas a escuchar a nuestros hijos cuando están chiquitos, ellos van a ser niños que saben que pueden hablar con nosotros cuando sean más grandes. Es muy importante lo que tú dices de cultivar un ambiente de comunicación; eso es algo que los papás pueden hacer desde que sus hijos están pequeños. Cultivar ese sentido de que mi hijo sepa que yo siempre quiero escuchar, y no reaccionar de manera tajante o crítica cuando dice algo que no me gusta, sino pausar, preguntarle: “¿Pero por qué dices esto?, ¿Tú crees que esto sea cierto o agrade a Dios?” Para que él no sienta que tiene que esconder cosas que a mamá le dejan en shock.

Mateo: Y eso viene o tiene mucho que ver con esa perspectiva de discipulado; es muy importante que yo discipule el corazón de mi hijo mucho más que casi cualquier otra cosa. Entonces si yo tengo esa perspectiva de discipulado, cada expresión mala o cada grito, cada enojo, cada pecado en mi hijo, es una ventana a su corazón; yo quiero aprovechar eso, en vez de simplemente dar el portazo y decir: “nunca más vuelvas a hacer eso”, y entonces ya no hay comunicación real con mi hijo.

Susi: Y ahí también sentir compasión, o sea cuando yo veo a mi hijo como una persona en necesidad de discipulado, yo también soy una persona que necesita discipulado, entonces eso me va a dar compasión por mis hijos.

Quisiera terminar brevemente con algunas sugerencias de preguntas que podemos hacer a nuestros hijos en un momento que ha pecado. Quizás va a requerir disciplina, pero queremos ayudarle a entender su propio corazón, lo que está sucediendo. ¿Tienes dos o tres buenas preguntas que podemos hacer a nuestros hijos?

Mateo: Frecuentemente les preguntamos: ¿Por qué hiciste tal cosa? Casi siempre esa es una mala pregunta. Yo recuerdo que mis padres me hacían esa pregunta o yo he hecho esa pregunta a veces, y la respuesta casi siempre es: “No sé”. Entonces, quizás otras preguntas pudieran ser: “¿Qué estabas sintiendo en el momento de hacer eso, de quitarle el juguete a tu hermana?”, “¿Qué estabas sintiendo?”. Pudiéramos preguntarles también: “¿Qué querías lograr cuando tú hiciste tal cosa?”. Quizás otra pregunta sería: “¿Cómo podías haber respondido mejor?”. Y esas preguntas hacen también que el niño examine o pregunte, se pregunte así mismo qu está sucediendo en su corazón.

Susi: Es muy importante poder hacerles buenas preguntas a nuestros hijos, llegar a su corazón y así poder apuntar sus corazones hacia Cristo.

Creo que se nos acaba el tiempo, Mateo muchas gracias por acompañarnos. Quiero retarte esta semana a que consideres cómo te comunicas con tus hijos. Sean chiquitos, sean grandes, ¿practicas principalmente el monólogo o realmente usas diálogo? ¿Quieres saber lo que hay en el corazón de tus hijos o solamente quieres decirles lo que tú piensas? Creo que hay mucho para pensar aquí para todos nosotros y espero que esta semana puedas meditar sobre estas cosas que hemos hablado, y la próxima semana seguimos con otra herramienta que Dios nos ha provisto. Que pases una buena semana comunicándote adecuadamente con tus hijos.

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Autor

  • Susi Bixby

    Susi es la fundadora de Crianza Reverente y anfitriona del podcast, mamá de un adolescente y dos adultos jóvenes, y esposa de Mateo Bixby, uno de los pastores de Iglesia Bautista la Gracia en Juarez, NL, México. Juntos colaboran también en la Universidad Cristiana de las Américas en Monterrey, NL.

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