Categoría: Manejo del tiempo
Serie:

Episodio #37: Aprovechando bien el tiempo

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abril 1, 2020

Los padres entendemos que el tiempo con nuestros hijos es limitado y temporal. Queremos aprovechar el tiempo que tenemos con ellos, pero la vida está llena de contratiempos y actividades repetitivas que no parecen ser eficientes ni eficaces. ¿Qué perspectiva debemos tener del tiempo y cómo podemos obedecer de la mejor manera la indicación que Dios ha dado de “aprovechar bien el tiempo”? ¡Hablemos hoy del tema!

Recursos adicionales:

Cómo podemos glorificar a Dios con nuestro tiempo

Libro: Super Ocupados por Kevin DeYoung

Transcripción:

Seguramente conoces Efesios 5:16 que dice “aprovechando bien el tiempo porque los días son malos”. Debo confesar que, para alguien con mi personalidad y trasfondo, escuchar este versículo trae ciertas imágenes a mi mente de lo que significa aprovechar bien el tiempo. Otra manera de expresarlo que he escuchado también es “redimiendo el tiempo”.

Con todo mi ser, quiero ser una mamá eficiente y eficaz. Eso es lo que me imagino cuando pienso en aprovechar bien el tiempo, específicamente relacionado con la crianza de mis hijos. Quiero que lo que yo haga y diga y procure con mis hijos tenga efecto. De hecho, en todo ámbito de la vida, valoro demasiado la eficacia y la eficiencia.

Pero entiendo que no todos somos iguales, no todas las mamás tenemos la misma personalidad. Así que, voy a dejarte entrar un momento a mi cerebro porque creo que sí hay algunas que se van a identificar conmigo. Si yo intento hacer algo y no me resulta la primera vez, olvídalo. No funcionó, seguimos adelante. Soy desesperada con tareas y proyectos de mis hijos, especialmente si yo no le veo el valor académico o no entiendo por qué rayos el maestro les encargó eso. No tiene sentido. O sea, en mi mente, no es eficiente. No es buen uso del tiempo. Y eso es en lo que yo pienso cuando escucho que debemos aprovechar bien el tiempo.

También tengo que considerar que fui criada en una cultura que valora la eficiencia, y ahora vivo en una cultura que valora más las relaciones, las experiencias, y los sentimientos, que la funcionalidad o eficiencia. Esto ha sido algo que ha requerido adaptación para mí. Pero, a pesar de diferencias culturales, comoquiera todos tenemos una tendencia de valorar eficiencia y eficacia. Quizá lo manifestamos de diferentes formas, pero lo que queremos es saber que lo que estamos haciendo valga la pena. Queremos ver resultados de alguna forma.

Pero aquí está el gran problema para las mamás: tener hijos y criar hijos no es eficiente. ¿Te has dado cuenta? Pensemos en, incluso, el tiempo de embarazo. Pasas mucho tiempo en cama o en el baño vomitando. Luego se te pasa eso, pero ahora traes una bola cargando que te inhibe hacer muchas cosas. Va creciendo, y cosas como bañarte, vestirte, ponerte zapatos, subirte a un carro… todo se hace más difícil. Creo que la mayoría de las mujeres en nuestros embarazos lo que menos nos sentimos es eficiente. Sentimos que no podemos aprovechar el tiempo. Incluso el cerebro parece estar embarazado también porque no funciona bien. Todo toma más tiempo, y estamos viviendo básicamente un tiempo de espera en el que sentimos que no estamos haciendo nada muy provechoso.

Luego, llega el bebé recién nacido. El ciclo de alimentación, baños, y cambios de pañal es infinito y ¡es lo más lejos de la eficiencia que nunca habíamos pensado posible en la vida! Llegamos al final del día y literal, no recordamos haber hecho nada “provechoso”.

El bebé crece, empieza a poder participar en pequeñas actividades, pasa más tiempo despierto, empieza a comunicarse, y a MOVERSE. Ahora el ciclo interminable de prevenir que se haga daño y recoger el montón de mugrero que siempre parece estar por todos lados. Es el mismo sentir… trabajé todo el día, y la casa se ve peor en la noche que cuando empezamos en la mañana. La comida no supo bien porque se quemó cuando tuve que rescatar a un niño del cuchillo que de alguna manera milagrosa logró agarrar. El piso que trapeé no tuvo oportunidad de secarse antes de que pequeños pies sucios pasaron por encima de él, así que se ve peor que antes de trapearlo. Esto definitivamente no es una vida en la que los padres sentimos que estamos participando de una actividad eficiente que tenga mucho impacto o efecto a largo plazo. Se siente como pura sobrevivencia. De hecho, muchas mamás regresan a trabajar durante esta etapa porque sienten ese deseo profundo de hacer algo que valga la pena, de sentirse que están aprovechando el tiempo, haciendo algo eficaz y duradero y significativo.

Llegamos a la etapa de primaria y luego secundaria. Los hijos empiezan a cuidarse más por su propia cuenta, logramos ver ciertas habilidades y hábitos desarrollados y realmente la crianza empieza a sentirse como una actividad más eficaz. Pero, comoquiera no faltan momentos de cada día en los que decimos cosas como: “¿Cuántas veces he dicho que cierren la puerta del baño cuando van a usarlo, y que bajen al inodoro cuando terminen? Creo que todos son sordos aquí en esta casa.” Nuestras palabras frecuentemente no parecen tener efecto, y nuestro servicio en la casa no recibe agradecimiento. Los niños de edad de primaria y secundaria todavía no reconocen el valor de lo que sus padres hacen día tras día al invertir en sus vidas. No valoran el sacrificio que se hace para proveer, para hacer tiempo para ellos, para enseñarles de la palabra. Se comparan con sus amigos y solo ven lo que les falta, lo que ellos no tienen permiso de hacer porque sus padres son cristianos. Aunque hay muchos momentos para ver logros y progreso, todavía la crianza se siente como una lucha dura, como caminar cuesta arriba.

Hermanos, es válido reconocer toda esta realidad. No es bueno vivir negando o escapándonos de la realidad. La crianza, desde los primeros momentos, es un proceso frustrante, tedioso, e ineficiente humanamente hablando. ¡Por su puesto que tiene sus momentos gloriosos, felices, y muy gratificantes también! ¡Gracias a Dios por esos momentos que nos ayudan a mantenernos motivados!

Pero, ¿no nos ayudaría aun mas si pudiéramos dejar de ver todos esos momentos y actividades repetitivos y tediosos como pérdida de tiempo? ¿Qué pasaría si cambiar 10 o más pañales en un día tuviera importancia real, si realmente fuera aprovechar bien el tiempo? ¿Cómo cambiaría mi perspectiva si recoger los mismos juguetes cientos de veces, y contestar las mismas preguntas y dar las mismas instrucciones realmente fueran el mejor uso de mi tiempo? ¿Y si todo esto realmente ES eficiente y eficaz, quizá yo soy la que tengo un concepto incorrecto de la eficiencia? ¿Cuántas mamás se quedarían en casa para criar a sus propios hijos como Dios ha diseñado porque entienden lo eficaz que es su trabajo con ellos? ¿Cuántos papás llegarían gozosos a sus casas para invertir en pacientemente recoger juguetes con su niño de 2 años porque sabe que es una inversión en la eternidad?

El diccionario define la eficiencia como la capacidad para lograr un fin empleando los mejores medios posibles. ¿Cuál es el fin al que queremos llegar como padres cristianos en la crianza? Es tan importante entender ese fin para poder evaluar si estamos siendo eficientes en esta tarea de la crianza, ¿no?

Cuando comenzamos este ministerio de Crianza Reverente, establecimos 7 principios de la Crianza Reverente. 7 verdades o enseñanzas bíblicas que creemos proveen el fundamento para la crianza bíblica. Están en la pagina de crianzareverente.com si deseas repasarlos (pestaña Principios). Pero el principio #7 dice así: “La meta de la crianza reverente es formar a creyentes que glorifiquen a Dios y disfruten de Él para siempre”.

Confieso que la conexión inmediata entre pañales y la gloria y disfrute de Dios no es obvia. Pero, tomemos este principio pieza por pieza un momento. Primero dice que la meta es formar a creyentes. Paremos ahí un momento y recordemos algo que hemos dicho muchas veces en Crianza Reverente. ¿Cómo llegan los hijos a ser creyentes? ¿Quién hace que sean creyentes? ¡Solo Dios puede hacer esa obra en sus corazones! Así que la meta no es “salvarlos” nosotros mismos como padres y forzarlos en un molde que lleva la etiqueta “glorificar a Dios”, sino que nuestra meta es practicar un estilo de vida que modela, apunta, y empuja a nuestros hijos desde el día que nazcan hacia la salvación y santificación que proveerá deleite en Dios y le glorificará.

Ahora, habiendo contemplado un poco esto, ¿cómo lo aplicamos al hecho de que muchas de las cosas que tenemos que hacer en la crianza no parecen ser actividades eficientes que puedan producir algún fin?

Pensemos un momento en nosotros mismos. ¿Es posible que tú misma, mamá, como hija de Dios, glorifiques a Dios y te deleites en Él mientras preparas la décima comida de la semana o mientras limpias vómito a las 2 de la mañana? ¿Es posible que estés haciendo algo valioso cuando cambias el pañal a un ser humano que no puede hacer nada por si mismo, una vida que Dios creó en tu vientre, o en el de otra mujer y te lo dio a ti? Para un creyente, el punto de cambiar pañales con gozo no es que la pompis quede limpia y el bebé no tenga piel rosada. Es que estás cumpliendo la tarea que el Dios creador te dio de cuidar y fomentar una vida que Él quiere usar para su gloria, y al hacerlo con gozo y deleite en el Señor, estás modelando el hecho de que la vida “eficaz” y “eficiente” es la que vive con la meta de glorificar a Dios. Esa, mis amadas hermanas y amigas mamás, es eficiencia. Si la eficiencia es “la capacidad para lograr un fin utilizando los mejores medios disponibles”, entonces cada aspecto de la crianza en un hogar cristiano puede ser eficiente porque Dios mismo ha provisto los medios necesarios. En 2 Pedro 1 dice que Él ha provisto todo para la vida y la piedad.

Esa tarea que yo quiero hacer para sentirme eficaz y eficiente, y que las demandas de mis hijos o mi hogar no me permiten hacer, puede ser lo opuesto a “eficiente” porque no es lo que glorificará a Dios y aumentará mi deleite en Él. Esas actividades que como matrimonio deseamos que nuestros hijos puedan hacer, y sacrificamos tiempo y dinero para que participen, pudiera ser lo más lejos de aprovechar bien el tiempo en las vidas de nuestros hijos porque los alejan de creer, obedecer y glorificar a Dios. Quizá no estamos para nada aprovechando bien el tiempo que tenemos a nuestros hijos bajo nuestra autoridad y liderazgo.

Estoy grabando este podcast después de unas dos semanas aproximadamente de estar en cuarentena por la amenaza del coronavirus. Probablemente nos queden varias semanas más de esto aquí en México. Tengo que confesar que he podido hacer muy poco de lo que yo primero pensé que haría para “aprovechar” este tiempo adicional en casa. Viajes y actividades cancelados me proveerían, yo pensé, de más tiempo para hacer cosas “importantes” ¿verdad? Pues estas últimas dos semanas Dios ha retado otra vez mi concepto de lo que significa participar en actividades eficientes y provechosas. Esos proyectos que están en mi cerebro sin hacer, aparentemente, a los ojos de Dios, no son un mejor uso de mi tiempo que atender y escuchar a mis hijos, ayudar a resolver problemas de otros, pasar tiempo hablando a distancia con amigas y seres queridos, etc. Tengo que revisar constantemente mi concepto de ser eficaz y eficiente en este tiempo que puede ser frustrante y tedioso.

A veces me han comentado mamás que batallan para organizarse, que sienten que no usan bien su tiempo, que no tienen tiempo para hacer todo lo que les corresponde. Entiendo ese sentir y lo he vivido. Es fácil malgastar el tiempo. Y es importante aceptar que, si yo malgasto mi tiempo, si siempre llego tarde a la iglesia pero soy capaz de llegar a tiempo para trabajar o escuela, si no me puedo controlar y me echo todo un maratón de Netflix, si yo estoy batallando para usar bien o aprovechar bien el tiempo, mi necesidad más grande no es “organizarme” mejor. La culpa no la tiene mi “personalidad” o mi “crianza” (aunque no cabe duda que estas cosas sí nos impactan). Si no soy capaz de redimir, aprovechar, las preciosas horas que Dios me ha dado sobre esta tierra, y en especial los días y años con mis tesoros en casa bajo mi guía y dirección, tengo un problema espiritual. Tengo un problema de prioridad. Tengo un problema de metas equivocadas. Y realmente es un problema de adoración. Mi corazón adora más tiempo en cama, o en el celular, o almorzando rico un domingo en la mañana. Mi corazón atesora mi entretenimiento, mi tiempo para mí, o cualquier otra cosa más que cumplir mi rol como embajadora de Jesucristo en mi hogar. Estoy avanzando el reino de Susi en lugar de avanzar el reino de Dios en pequeños, y no tan pequeños, corazones.

O quizá estoy obsesionada con mi casa, que esté limpia y recogida, y eso hace que trate de manera áspera a mis hijos. Si mis hijos dirían que un hogar limpio es más importante que leer mi Biblia o pasar tiempo con ellos, hay un problema. Mamás, el cuidado del hogar sí es importante, y la eficiencia en el hogar es muy útil, pero el cuidado de las almas de nuestros hijos es mucho más importante.

Quiero leerte un poco más del contexto de ese versículo en Efesios 5 que leí al principio. Voy a leer del 15 al 17, los tres versículos. “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”.

Cuando piensas en ser una mamá o un papá que aprovecha bien el tiempo, que es eficiente y eficaz, ¿en qué piensas? Porque parece que es posible andar como necios en lugar de andar como sabios. Y especialmente al parecer podemos ser necios en cuanto a la diligencia y el tiempo. No quiero ser una mamá necia que cree que está aprovechando bien el tiempo en el hogar, y no lo está haciendo. Quiero andar en diligencia y entender que los días son malos. Entonces tengo que aprovechar el tiempo como Dios dice que se aproveche. Una de las maneras de no ser insensata es andar con diligencia y entender la voluntad del Señor.

Yo quiero entender la voluntad del Señor. Quiero estar en la Palabra, buscando su voluntad, hacer buen uso de mi tiempo. Quiero ser una mamá eficaz y eficiente, pero lo quiero hacer al estilo de Dios. Quiero correr hacia esa meta de formar a creyentes para glorificar a Dios y disfrutar de Él para siempre. Y entiendo que para hacer eso tengo que modelar una vida que personalmente persigue esa meta. Así voy a poder llamar a mis hijos a hacer lo mismo. Esta semana evaluemos y pensemos hacia qué meta realmente estamos corriendo cada día, sea que estemos cambiando pañales, recogiendo juguetes, educando en casa cuando no lo queríamos hacer porque el coronavirus nos tiene a casi todos encerrados en la casa. No sé qué estamos haciendo esta semana, pero es posible hacerlo de una manera que aprovecha bien el tiempo, a la manera de Dios, y apuntar y empujar a nuestros hijos hacia el deleite y la santificación. Que Dios nos de su perspectiva sobre aprovechar bien el tiempo en nuestros hogares. Gracias por acompañarme. Nos vemos la próxima semana.

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Autor

  • Susi Bixby

    Susi es la fundadora de Crianza Reverente y anfitriona del podcast, mamá de un adolescente y dos adultos jóvenes, y esposa de Mateo Bixby, uno de los pastores de Iglesia Bautista la Gracia en Juarez, NL, México. Juntos colaboran también en la Universidad Cristiana de las Américas en Monterrey, NL.

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