por Nikki Daniel
Era una típica mañana de domingo en el vestíbulo de la iglesia. Mi hijo mayor se estaba escondiendo detrás de mi vestido mientras extraños trataban de decirle algún cumplido. Mi hijo menor corrió hacia una muy amable mujer mayor y la golpeó en la barbilla. Mi pequeña hija, acomodada sobre mi pecho en el fular, vomitó entre el fular y mi pecho. Me congelé mientras la leche chorreaba frente a mi.
¡Señoras y señores, la familia del pastor ha llegado!
La verdad es que los hijos del pastor son sólo niños regulares. Ellos causan dolor. Ellos pecan. Deben ser enseñados a amar a Dios y su Palabra. Ellos, de alguna manera, tienen una cierta presión que frecuentemente los lleva a resentir a la iglesia. Como padres, debemos tener estrategias para ayudar a nuestros hijos a amar la iglesia y no resentirla.
- Enfócate en Dios y ora.
Nuestro mayor enfoque no debe estar en nuestra iglesia o en nuestros hijos, sino en Dios. Aunque tanto la iglesia como nuestros hijos tienen un gran valor eterno, estar asombrados por Dios hablará fuertemente a nuestros hijos mientras tratan de navegar por la vida como hijos de pastor.
Debemos entregarlos a Dios en oración. Después de todo, Él es el único que puede darles un corazón para amar su iglesia. Y debemos enseñarles a discernir el valor y la bondad de Dios.
II Tesalonicenses 3:5 “Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios, y a la paciencia de Cristo.”
- Ama y abraza a la iglesia.
Nuestros propios corazones deben amar a la iglesia local, y debemos vocalizar ese amor. Padres, nuestras frustraciones relacionadas con la iglesia se desbordan delante de nuestros hijos más frecuentemente de lo que nos damos cuenta. Sí, habrá tiempos difíciles en la trinchera pero debemos, en lo general, guardar las discusiones acerca de esos asuntos para después de que los niños ya estén dormidos. Sí, es sano tener algunas conversaciones acerca de las imperfecciones de tu iglesia. Sin embargo, debemos tener cuidado; los niños tienden a imitar a sus padres. Cuando nuestros hijos nos oyen expresar amor por la iglesia de manera constante y apasionada, será más fácil que nos sigan.
Podemos ayudar a nuestros hijos a abrazar la iglesia al alentar amistades dentro de ella. Nuestros hijos no deben sentirse especiales o “por encima” de otros y tampoco deben sentir que no encajan porque Papá es el pastor.
Romanos 12:10 “Amaos los unos a los otros con amor fraternal, en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.”
- Ama más a tus hijos.
Así como amamos tanto a la iglesia, debemos amar aún más a nuestros hijos. La iglesia y los hijos no están en competencia. Somos llamados a amar y pastorear a nuestros hijos primero. De hecho, de acuerdo a la Escritura, un hombre debe ser un buen padre antes de incluso ser calificado como anciano (I Tim. 3:4-5).
Nuestros hijos deben saber que son profundamente amados y valorados. Una manera en la que podemos mostrarles amor es por medio de una atención regular que no está dividida. Que dulce es ver el rostro iluminado de un niño cuando su padre, el pastor, lo mira de entre la multitud en el vestíbulo de la iglesia y lo llama para darle un abrazo.
Salmo 127:3 “He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre.”
- Dales libertad.
Un factor potencial que contribuye a que los hijos de pastor resientan la iglesia es que son forzados a servir en varios roles que no disfrutan. Debemos darles libertad para decidir cómo quieren ser parte del cuerpo de la iglesia. Un hijo de pastor forzado muy posiblemente crecerá resentido con la iglesia. Por otro lado, un hijo de pastor que sirve con gozo con lo que él o ella ha sido dotado va a entender mejor cómo es que el cuerpo trabaja en conjunto para la gloria de Dios.
Otra parte de dar a nuestros hijos algo de libertad es alentando amistades fuera de la iglesia. Esto puede ayudar a crecer su identidad más allá de “hijo de pastor” y pueden ser beneficiados por tener amigos que no ven a su papá en el púlpito cada semana.
Romanos 12:6 “De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe.”
- Guía con gracia.
Debemos recordar que nuestros hijos son niños. Entre otras cosas, esto significa mostrarles tremenda gracia y darles espacio para cometer errores. Cuando ellos pecan, tenemos que guiarlos con amabilidad hacia el arrepentimiento. Ponerle el título de “hijo de pastor” a un niño no significa que actuará automáticamente como un santo guiado por el Espíritu quien obedece con un corazón feliz.
Salmo 103:13 “Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen.”
Entierra tu orgullo
Al final del día, debemos enterrar nuestro orgullo y aceptar que nuestros hijos no están en exhibición para mostrar que los padres en el ministerio son los mejores padres. No están aquí para hacernos lucir bien. Son portadores de la imagen de Dios con almas infinitamente preciosas, y tenemos la responsabilidad de guiarlos. Que gloriosa oportunidad tenemos de pasar a nuestros hijos un gozoso afecto por la novia comprada por la sangre de Cristo.
Charles Spurgeon dijo: “Puede que digas solo una palabra a un niño, y en ese niño pudiera estar durmiendo un noble corazón que conmoverá a la iglesia cristiana en los años venideros.”
Este artículo fue publicado primero The Gospel Coalition. Traducido por Eyliana Perez y usado con permiso.