Como padres, se nos llama a vivir bajo la autoridad de Dios en cada área de la vida. Cuando estudiamos y entendemos mejor la autoridad divina, nos ayuda a ejercer la autoridad que se nos otorga en nuestro hogar. ¡No tengamos temor de este concepto contra-cultural!
Transcripción:
Creo que hay una experiencia muy común en la vida cristiana y es que a veces leemos algo en la Biblia, o escuchamos una buena predicación o enseñanza, decimos “Amén”, adquirimos una muy buena teoría acerca de algo, pero luego no cambia nada. No cambia como hablo, no cambia como reacciono, no cambia como pienso, como trato a los demás, qué compro, en qué invierto mi tiempo. En otras palabras, adquirimos conocimiento en nuestras cabezas, pero no permitimos, o quizás no sabemos cómo hacer, que llegue al corazón y cambie la conducta. Esto me ha pasado a mí muchísimas veces en mi vida en general, pero también en mi crianza.
Una de las cargas que yo tengo, los deseos que yo tengo, al hacer este Podcast, es que tomemos verdades e indicaciones bíblicas y las llevemos a la vida práctica, y que detectemos cuáles son esas áreas, especialmente en relación a la crianza, en las que creemos una cosa y quizás vivimos otra. Que evaluemos bien si lo que estamos haciendo momento a momento durante el día es congruente con lo que decimos creer. Porque realmente la Biblia habla sobre muchos temas que sí tienen aplicación a la crianza, y a veces no entendemos realmente cuánto aplica esos principios a la crianza. Así que hoy yo quisiera hacer este ejercicio con el concepto bíblico de la autoridad, y cómo Dios nos indica que tenemos que usar esa autoridad.
En un episodio previo cuando estuvimos enseñando los 7 principios de la crianza reverente, hablamos brevemente sobre el hecho de que Dios nos ha otorgado autoridad a los padres y que no debemos avergonzarnos por eso. Hoy en día no es un concepto popular, por lo tanto, es muy difícil muchas veces que las familias cristianas reconozcan que la autoridad es una idea de Dios, que no es algo que debemos desechar solamente porque las corrientes del mundo dicen que es algo malo. Aquí es donde tenemos que recordar otra vez que la crianza es un camino de fe, igual que el resto de nuestra vida cristiana.
Al pensar en la autoridad, yo quería primero que estemos seguros de realmente conocer la enseñanza bíblica sobre la autoridad de los padres. Obviamente el pasaje que normalmente se usa, y que es muy claro en cuanto a la autoridad de los padres en el hogar, es Efesios 6:4. Pero antes de llegar ahí, porque sí tenemos que llegar ahí, es muy clara la enseñanza, yo quiero que regresemos un poquito más, de hecho, mucho más.
Yo no sé si te acuerdas, o si has tenido hijos pequeños en la casa, pero yo recuerdo que cuando mis hijos estaban pequeños tenían sus libros favoritos. Iban, agarraban un libro y te lo traían y querían que se lo leyeras, aunque ellos ya se lo sabían. Pero muchas veces me llamaba la atención que no querían que se empezara desde el principio porque eso ya se lo saben. Lo que ellos querían era escuchar su parte favorita, entonces te llevaban a esa página donde ellos querían que tú leyeras. Obviamente si empiezas desde ahí, no vas a leer la historia completa, y a ellos les daba igual, porque como ya se sabían la historia, solamente querían escuchar esa parte. Cuando venía alguien a la casa a cuidarlos o venía de visita la abuelita y querían que ella les leyera el libro, yo les insistía “deja que abuelita lo lea desde el principio porque ella no se lo sabe, para que ella tenga la historia completa”.
Creo que nosotros hacemos muchas veces lo mismo con nuestras Biblias. No estoy diciendo que siempre debemos leer todo desde Génesis, pero sí tenemos que entender que hay un contexto, normalmente hay un contexto más amplio de lo que nosotros pensamos cuando tratemos algún tema en la Biblia. En mi opinión personal, la autoridad es un ejemplo perfecto de eso, porque escuchamos la palabra autoridad y si somos padres, pensamos inmediatamente en la autoridad en el hogar. Pero a mí, en lo personal, me ha ayudado mucho entender que, Dios creó desde el principio una estructura de autoridad.
Si nosotros vamos a Génesis 1, 2, y 3, y leemos la historia de la creación, vemos que Dios establece jerarquía, establece orden. Él creó primero al hombre y le dio a él señorío y autoridad sobre animales y plantas, pero Él mismo estaba ejerciendo una autoridad en su vida. Él es el creador, Él es nuestra autoridad final. Entonces Él crea al hombre y le da autoridad en su hogar sobre su esposa, quien es su ayuda, y luego a ellos les da esa encomienda de avanzar su reino sobre la tierra en las vidas de sus hijos. Y sus hijos iban a vivir en sujeción a sus padres, estamos hablando de un mundo sin pecado, como quiera iban a vivir como parte de esa unidad familiar, donde iban a aprender a servir a Dios y ayudar a extender ese reino sobre esta tierra, todo esto en un mundo ideal sin pecado.
Tenemos que entender que la autoridad es una idea buena, y positiva de Dios y nos creó como seres humanos para vivir en una estructura de autoridad. Cuando llegamos a Génesis 3, Eva y Adán pecan violando esa autoridad, y Dios le dice algo muy interesante a Eva en Génesis 3:16. Aunque está hablando a la esposa, creo que nos puede ayudar a entender qué sucede en el corazón de un ser humano en cuanto a la autoridad. Dios le dice a Eva en Génesis 3:16 primero que va a tener dolor de parto. (¡Algunas sabemos que eso es verdad!) Y luego le dice una frase rara, dice, “Tu deseo será para tu marido y él se enseñoreará de ti”. No quiero meterme aquí en un debate sobre sumisión de la esposa y todo eso porque a eso no voy en este momento (y hay muchas opiniones diferentes de cómo traducir éste versículo y qué significa), pero lo que yo creo que sí queda claro es que esa sumisión, esa relación entre Eva y su esposo, que hubiera sido una relación de sumisión gozosa, hacia una autoridad bondadosa, ahora se va a volver complicada esa relación. Esa sumisión de Eva ya no va a ser fácil, su deseo va a ser dominar a su esposo, y ese amor abnegado, ese servicio a su esposa de Adán, ahora se va a complicar por su egoísmo y su pecado. Él va a tener la tendencia de abusar de esa autoridad, entonces el pecado hizo más difícil algo que Dios creó para funcionar perfectamente bien.
La presencia del pecado, la complicación que presenta el pecado, no niega el hecho de que Dios establece autoridad en el mundo, en el hogar, en el gobierno y en tantos ámbitos más. Si seguimos marchando por el Antiguo Testamento, podemos ver pasajes como Deuteronomio 4 y 11, y Salmo 78, y si tienes tiempo y quieres estudiar estos pasajes te lo recomiendo. Estos pasajes dejan muy claro que los padres tienen una responsabilidad urgente de instruir y entrenar a sus hijos en los caminos y mandamientos de Dios. Proverbios está lleno de instrucciones como, por ejemplo el de Proverbios 19:18, “Corrige a tu hijo mientras aún hay esperanza, no te hagas cómplice de su muerte”. Entonces creo que no cabe duda de que Dios inventó la idea de la autoridad y Él desea que vivamos en sumisión a nuestras autoridades en varias áreas de la vida, especialmente en el hogar.
Cuando llegamos al Nuevo Testamento no solamente vemos el pasaje de Efesios 6, vemos 1 Timoteo 3, donde dice que un hombre que va a ser líder en la congregación debe gobernar bien su casa, y hacer que sus hijos le obedezcan con respeto y honra. Así que, con toda esta introducción al concepto de autoridad, llegamos a Efesios 6. Yo no sé de ti, pero a mí me cambia un poco la perspectiva, habiendo visto este historial en la Biblia, habiendo visto a Dios como un Dios que nos creó para funcionar bajo autoridad. Entonces voy a leer Efesios 6, los primeros cuatro versículos y quiero que pienses en ellos en este contexto que acabamos de mencionar:
“Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo, honra a tu padre y a tu madre que es el primer mandamiento con promesa, para que te vaya bien y seas de larga vida sobre la tierra, y vosotros padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor”.
Dios, en su posición de autoridad sobre nosotros, está otorgando autoridad a los padres sobre sus hijos, y esa autoridad, fijémonos bien en esto, esa autoridad que yo como madre pueda ejercer en la vida de mis hijos, debe ser una fuente de bendición. Ese es el propósito, cuando yo ejerzo correctamente la autoridad que Dios me ha dado, eso es una bendición, debe ser una bendición en la vida de mis hijos. Yo no creo que haya nadie escuchando este Podcast que no desee una bendición para sus hijos, que no lee Efesios 6:3 y diga, “Ah no, yo no quiero que le vaya bien a mi hijo, que tenga larga vida sobre la tierra, no me interesa”. Claro que no pensamos eso. Dios aquí nos está diciendo cómo podemos buscar lo mejor para nuestros hijos, que es lo que la gran mayoría de los padres queremos. Entonces cuando vemos Efesios 6, tenemos que tener cuidado de entender que los v. 1 y 2 le están diciendo al niño lo que debe estar aprendiendo a hacer y la respuesta, la actitud con la que lo debe hacer. Le promete una bendición en el v. 3, pero luego, en el v. 4 nos dice a nosotros los padres como es que vamos a ayudar a nuestros hijos a llegar a ese punto de bendición. No podemos separar el v. 4 de los versículos 1 al 3, el contexto nos obliga a verlos juntos. El v. 4 nos dice específicamente, “no provoquéis a ira, críenlos en disciplina y amonestación”.
Yo te quiero preguntar, ¿esas palabras te suenan bonitas? Cuando tú escuchas la palabra disciplina, la palabra amonestación, ¿trae a tu mente imágenes o ideas positivas y bonitas? Creo que para muchos de nosotros no. Y esto es un problema, porque probablemente no los hemos entendido bien. Voy a leerte otra traducción de este versículo 4; “Padres, no hagan enojar a sus hijos con la forma en que los tratan, más bien críenlos con la disciplina e instrucción que proviene del Señor”. En lugar de “amonestación”, muchas traducciones usan la palabra “instrucción” y creo que es una traducción fiel que comunica la idea positiva de este mandato que Dios nos está dando. Hay disciplina y hay instrucción.
Quiero hacer varias observaciones acerca de este pasaje. Tenemos que entender que nuestros hijos no son capaces de lograr el v. 3 sin que sus padres vivan el v. 4. Cuando Dios les dice a los hijos que deben obedecer y honrar a sus padres, ¿tu crees que nuestros hijos sean capaces de hacer eso por su cuenta? ¿Tú crees que es posible que un bebé nazca y vaya creciendo en un hogar, y que por sí solo decida, “yo quiero lo que dice Efesios 6:3 así que yo voy a obedecer, yo voy a honrar a mis padres”? Pues si tú has tenido hijos como yo he tenido, tú sabes muy bien que por su naturaleza un hijo no va a llegar a ese punto por su propia cuenta, no es posible.
Entonces cuando Dios nos dice en el v. 4 que tenemos que criarlos en disciplina e instrucción del Señor nos está diciendo que tenemos un rol clave, un papel muy importante en el hecho de que nuestros hijos lleguen a vivir el v. 3. Y eso debe impactarnos como padres. A mí me impacta mucho pensar que el futuro de mis hijos no depende totalmente de mí, pero yo tengo una gran responsabilidad, yo puedo jugar un papel clave en que mis hijos conozcan una vida bendecida, que sepan lo que es obedecer y honrar y experimenten una vida vivida en obediencia a Dios, que realmente es una vida de bendición.
Hay otra observación que quiero hacer, que es un poco obvio, pero creo que por alguna razón se nos pasa. Los padres tenemos la capacidad de hacer enojar a nuestros hijos, y de hacerlos enojar precisamente con la forma en que los tratemos. Así dice el versículo. Yo soy capaz de provocar a ira a mis hijos. Sé que a veces es un poco difícil cuadrar este concepto con la idea de que mis hijos son responsables y van a responder por su propio pecado, pero es así con todo pecado que cometemos contra hermanos en Cristo, o en contra de nuestros esposos, esposas. Nosotros somos capaces de ser de tropiezo, de causar en cierta manera que otra persona peque. Y este versículo está diciéndonos que tú y yo somos capaces de producir ira en el corazón de nuestros hijos. Necesitan el evangelio, necesitan la gracia transformadora de Cristo, y cuando nosotros ejercemos adecuadamente nuestro rol de autoridad en el hogar, les empujamos hacia esa obra de gracia en sus corazones. Entonces yo necesito recordar que yo soy capaz de causar frustración en mis hijos por la forma en que los trato.
Otra observación que quiero hacer aquí es que notemos que Dios nos está dando el “cómo”. Nos dice, “críenlos en la disciplina e instrucción”. Yo creo que podríamos decir que las actividades principales de la crianza son “disciplina e instrucción”. Esto significa que el único uso legítimo de mi autoridad es disciplina e instrucción. Yo no puedo ejercer mi autoridad para mi propio bien, para mi propia comodidad, para que se conviertan en los hijos que yo quiero tener. Te acordarás que mencionamos en un Podcast previo que somos representantes de Dios en el hogar. Yo no tengo el derecho de usar mi autoridad para lo que yo quiera usarlo. Yo necesito ejercer esa autoridad en dos actividades principales, disciplina e instrucción.
Y la última observación que yo quiero hacer aquí es que esas actividades tienen que provenir del Señor. El versículo dice: “la disciplina e instrucción que proviene del Señor”. Mi problema es que yo quiero aplicar la instrucción y la disciplina que a mí me gusta, que yo inventé o que me contó mi vecina, o como lo hizo mi mamá, o lo que vi en la TV, en la entrevista, o lo que leí en un blog en Internet, o lo que todas las mamás en el grupo de lactancia están diciendo. La disciplina y la instrucción que Dios quiere que usemos es la que proviene de Él. Yo estoy abusando de mi autoridad en el hogar, si yo creo que yo puedo usar la disciplina e instrucción que no proviene del Señor. Necesito entender la limitación que tiene mi autoridad, es una autoridad que Dios me ha otorgado para un uso muy específico, y es para apuntar a mis hijos hacia Dios, hacia Cristo, utilizando la disciplina y la instrucción que proviene del Señor.
Así que para terminar, yo espero que tú puedas tomar un tiempo en estos días esta semana para evaluar. ¿Aceptas y valoras la autoridad que Dios te ha otorgado, o es una idea que te choca? ¿Te permites el lujo de sentirte culpable por ejercer la autoridad, una autoridad que Dios te ha dado? ¿Utilizas tu autoridad para actividades y fines que Él ha establecido, o para tu propia comodidad o tus propias ideas?
El consuelo que tenemos es que Dios ha prometido darnos sabiduría si se la pedimos. Entonces yo te animo a que sometas tu corazón a su autoridad y que busques ejercer la autoridad que tú tienes en tu hogar de la manera que Él nos dice.
Transcrito por Ana Ruth Almanza