Categoría: Vida familiar
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Episodio #72: Equilibrio espiritual en el hogar cristiano

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March 17, 2021

La Biblia provee de un patrón para la vida cristiana que refleja lo que Dios espera de sus hijos. Este patrón nos sirve como padres creyentes que deseamos que nuestro hogar funcione en base a un ritmo bíblico de vida. Hablemos de cómo podemos vigilar el bienestar espiritual de nuestro hogar al equilibrar los aspectos fundamentales del cristianismo en nuestras vidas personales y en el entrenamiento de nuestros hijos.

Transcripción:

Si vives en el continente americano, sea norte, centro o sur, seguramente te diste cuenta de un aniversario importante que estamos viviendo justo en estos mismos días de mediados de marzo de 2021, cuando este episodio está saliendo al aire. Hace un año y unos pocos días estábamos felices de la vida, o ¡infelices de la vida! Pero felices en nuestra infelicidad, ¿verdad? Porque no teníamos idea de que nuestro mundo cambiaría. En cuestiones de horas, países decidieron cerrar sus fronteras, dejando varados a muchos de sus propios ciudadanos. Recuerdo claramente una vuelta nocturna al aeropuerto intentando ayudar a personas que se habían quedado aquí en Monterrey después de haber asistido a una conferencia grande de mujeres. Hay tantas historias, tanta pérdida, tantos cambios en nuestras vidas este último año. ¡Y la situación no se acaba para muchos! Sin poner nuestra esperanza última en el hombre, o las vacunas, o los gobiernos, vemos una luz al final del túnel, y cautelosamente sostenemos la esperanza de estar gradualmente regresando a las actividades que formaban parte tan natural de nuestras vidas anteriores a Covid-19.

Pero te pregunto si has considerado cuántas de esas actividades y hábitos realmente necesitan retomarse. ¿Hay cambios que hemos visto que han sido buenos y que sabemos que debemos retener? Quizá nuestras prioridades se han ajustado y hemos reconocido que habíamos abandonado o desatendido asuntos de alta prioridad porque estábamos muy ocupados con asuntos de poca prioridad eterna. Creo que podemos construir sobre el fundamento que Mateo nos compartió en el episodio pasado para ayudarnos con esto en nuestra vida personal y familiar. Y aunque estés escuchando este episodio semanas o meses o años después, y el Covid-19 y esa cuarentena eterna es cosa histórica que la gente ya está contando a sus nietos como leyenda, la mera realidad es que somos propensos a descuidar lo importante por estar distraídos con lo urgente. Pasa en todos ámbitos de la vida, y la crianza no está exenta.

Quiero pedirte un gran favor. No quiero tomar demasiado tiempo con un repaso, y tengo poca capacidad para expresar elocuentemente y brevemente los grandes consejos que Mateo compartió con nosotros en el episodio previo, el #71. Si no has escuchado todavía ese episodio, te recomiendo que pauses este y vayas a escucharlo primero. Hoy queremos construir sobre ese fundamento.

Recordarás que abrimos nuestras biblias a 1 Samuel a los capítulos 2 a 4 y echamos un vistazo a la vida de Elí y sus hijos. Vimos la desobediencia tanto de los hijos de Elí como del pueblo de Israel. Esa desobediencia resulta en una derrota a manos de los filisteos, y la reacción del pueblo es llevarse el Arca del Pacto a la siguiente batalla. En su conocimiento de la historia y la ley, sabían que el Arca representaba la presencia de Dios entre ellos y pensaban que con eso ya lo tenían ganado. Pero son derrotados, el Arca capturada por los filisteos, y los hijos de Elí muertos. Cuando Elí, un anciano sacerdote que tenía un amor sincero, al parecer, por Dios y su Arca, escucha que el Arca ha sido capturada por paganos, no aguanta más y muere. De toda esta narrativa y las consecuencias que vivieron los personajes, Mateo nos ayudó a percatarnos de un patrón que luego vemos confirmado y ampliado en todo el resto de la Biblia.

Nos lo presentó de esta manera: Hay un trío esencial en la vida cristiana. Dijo: “Creencia sin obediencia es deficiencia; y amar sin acatar es deshonrar”. El pueblo creía verdades, pero desobedecía y no adoraba de corazón. Elí amaba y creía, pero no exigía obediencia de sus hijos, y no obedecía él mismo a Jehová cuando permitió que sus hijos siguieran en el templo deshonrando a Dios. Cada personaje tiene deficiencia en una o dos de estas tres cosas esenciales: Creer, amar, obedecer.

Y tú y yo tenemos las mismas tendencias. Mateo nos retaba a considerar si tendemos hacia el intelectualismo frío sin amor o quizá sin obediencia. O podemos inclinarnos más hacia el sentimentalismo pensando que por el amor sincero que tenemos es suficiente, que no necesitamos tanto conocimiento, o que Dios entiende si no le puedo obedecer. O puede ser el legalismo donde nuestra obediencia toma primer lugar, pero creemos mentiras o nos falta un corazón tierno de amor cálido.

Así que te quiero preguntar, ¿lo pensaste? ¿Te evaluaste tú personalmente? Si es así, y detectaste una tendencia en tu vida personal, tu andar personal con Dios, tu perspectiva de lo que es la vida cristiana en general, quiero decirte que eso mismo que tú identificaste seguramente afecta tu matrimonio y/o tu crianza también. Lo sé porque lo he vivido y lo sigo viviendo.

Les mencioné la semana pasada que yo tiendo hacia el legalismo, y ahora agrego que si tuviera que identificar una segunda área sería el intelectualismo un poco. Digo esto porque en mi vida personal primeramente con Dios, yo me encuentro confiando demasiado en mi obediencia y mi conocimiento de la Palabra, y no le atribuyo suficiente importancia al fervor de amor que hay, o no hay, en mi corazón. Esto resulta en un corazón frío emocionalmente hacia Dios. Mi cristianismo fácilmente puede ser ritual y por obligación en vez de por deleite. Un resultado secundario de este desequilibrio y error es que empiezo a juzgar a otros incluyendo a mis hijos.

¿Por qué sucede esto? Porque al valorar la obediencia por encima del amor, me comparo con otros y me siento superior. Esto produce un espíritu juicioso. O porque defino un “buen cristiano” por su obediencia, veo a los que no obedecen (mmmm… mis hijos) como más malos cristianos que yo. Muchas de estas cosas no las digo nunca en voz alta, y hasta que me pongo a analizar muy bien quizá ni las reconozco. Pero están ahí. Están sucediendo.

Y si yo como mamá no estoy cultivando las tres áreas esenciales personalmente, no las voy a cultivar en mis hijos.

Quisiera que pasáramos unos momentos hablando de lo que la Biblia tiene que decir sobre esto y quizá adquirir una perspectiva muy práctica de lo que estamos hablando. ¿Cómo se vería un enfoque equilibrado en un hogar cristiano? Equilibrado en el sentido de estar cuidando las tres áreas: creencias, amor, y obediencia.

Deuteronomio 6 es un muy conocido pasaje sobre el hogar que honra a Dios. Lo hemos mirado de diferentes perspectivas aquí en Crianza Reverente. Voy a leer los primeros versículos de este capítulo de la traducción Nueva Versión Internacional. Intenta detectar estas tres cosas que estamos hablando.

“Estos son los mandamientos, preceptos y normas que el Señor tu Dios mandó que yo te enseñara, para que los pongas en práctica en la tierra de la que vas a tomar posesión, para que durante toda tu vida tú y tus hijos y tus nietos honren al Señor tu Dios cumpliendo todos los preceptos y mandamientos que te doy, y para que disfrutes de larga vida. Escucha, Israel, y esfuérzate en obedecer. Así te irá bien y serás un pueblo muy numeroso en la tierra donde abundan la leche y la miel, tal como te lo prometió el Señor, el Dios de tus antepasados. Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Átalas a tus manos como un signo; llévalas en tu frente como una marca; escríbelas en los postes de tu casa y en los portones de tus ciudades.”

Yo veo creencia o doctrina. Es muy importante para Dios que sus mandamientos sean enseñados a los padres, y que esas mismas palabras sean grabadas en sus corazones y así ellos instruyan constantemente a sus hijos, priorizando la Palabra en el hogar y en la vida personal. Esto está muy claro en este pasaje.

Veo obediencia, especialmente en los primeros versículos del capítulo. Deben poner en práctica y cumplir y esforzarse en obedecer. No puede ser más claro.

Por último, vemos en el centro del pasaje, ese versículo que Jesús mismo citó cuando le preguntaron cuál era el más grande mandamiento: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, alma y fuerzas”.

Desde un principio, con su pueblo, Dios desea ver este trío esencial. Si existe solamente uno o dos de los tres, algo clave falta para una vida rendida a Dios y sus planes para nosotros.

Como matrimonio, o mamá o papá soltero, ¿cómo se ve esto en nuestra vida? Estas tres áreas están inseparablemente ligadas, pero nos conviene considerarlas por separado para empezar.

CREENCIA: todos somos susceptibles a las mentiras del enemigo, pero muchas veces no andamos con cuidado, comparando lo que escuchamos o leemos con la Palabra. Cuando los padres vigilamos las creencias de nuestra familia, la sana doctrina, cumplimos con la tarea de criar en la instrucción del Señor. Hay muchísimas cosas que podríamos mencionar aquí, y que hemos comentado en otros episodios. Pero te pregunto, ¿dirías que eres vigilante, padre o madre, con la doctrina que los miembros de tu familia aprenden de una manera regular? ¿Tú y tu cónyuge cuidan las series que ven, los libros que leen, las cuentas de redes sociales que siguen, los predicadores que escuchan en internet? Nuestra doctrina no solo son las cosas que creemos acerca de Dios. Es la enseñanza que moldea nuestra forma de pensar. ¿En qué están basadas las creencias que más nos moldean?

¿La Palabra tiene un lugar alto en tu hogar? No solo leyéndola personalmente y en familia, lo cual es muy importante, pero ¿la perspectiva u opinión que la Palabra da sobre un asunto es lo que más te importa o te interesa? Padre de familia, y también por su puesto, madre de familia, ¿cuándo fue la última vez que buscaste un buen recurso para ampliar tu comprensión de las doctrinas importantes de la fe, simplemente porque te interesa cuidar las creencias de tu familia?

Ahora, veamos este aspecto de creencia por el otro lado. Quizá tú puedes contestar sí a todas esas preguntas. Tú priorizas la Palabra en tu vida personal. Tus hijos escuchan la Biblia leída y explicada en tu casa, fielmente en la iglesia, buscas buenos libros. Para ti, la doctrina sana es de alta prioridad. ¿Es posible que hayas caído en el intelectualismo? ¿Pudiera ser que valoras demasiado el conocimiento y eso te hace ser duro o criticón? Cuando el conocimiento de la sana doctrina toma un lugar por encima del amor o adoración genuina, y la obediencia fiel, estamos viendo una falta de equilibrio. Una verdadera sana doctrina siempre produce un corazón que ama a Dios y una vida transformada. El conocimiento solo sin esas cosas es para preocuparse, porque el conocimiento no es un fin, es solo un medio.

Santiago 4:17 dice que el que sabe hacer el bien y no lo hace comete pecado. El saber la verdad no es suficiente si no produce obediencia en la vida. Jesús dijo que en las Escrituras aprendemos de Él y le llegamos a conocer y amar. Si buscamos conocimiento para nosotros y nuestros hijos para otra motivación que no sea conocer, adorar y glorificar a Dios, estamos en mal camino.

Cuando enseñes la Biblia a tus hijos, o exiges memorización, o hablas de la clase bíblica de escuela dominical, o cualquier actividad que tenga que ver con enseñarle creencias, considera el espíritu con el que lo estás haciendo. ¿Nuestros hijos pueden notar nuestro asombro y amor por Dios que motiva el deseo de tener sana doctrina? ¿Ellos ven obediencia a esas enseñanzas en nuestra vida que demuestra que realmente las creemos de todo corazón? Nos conviene meditar en estas cosas y evaluar.

AMOR: Ahora pensemos un momento en el amor, o la adoración del corazón. Es común hoy en día escuchar sobre el valor de la sinceridad, ¿no? Ha llegado a ser prácticamente una realidad universalmente aceptada en el mundo. Si alguien es sincero en lo que hace, nadie puede discutir con eso. ¿Te acuerdas de la historia de Elí que estábamos viendo? Si vemos las acciones por el filtro que nuestro mundo utiliza, Elí estaba muy bien. Porque parecía tener un corazón de sincera reverencia hacia el Tabernáculo y el Arca de Pacto, ¿qué importa que no estorbó a sus hijos?

Nosotros podemos usar esto para excusarnos a nosotros mismos como padres. Si tengo un deseo sincero de criar hijos que aman a Dios, eso es lo que importa. El amor es lo más importante. 1 Corintios lo dice, ¿verdad? “El más grande de estos es amor”. Si crío a mis hijos a ser sinceros y cariñosos y cantar alabanzas a Dios y gritar “te amo, Dios”, ya lo tengo hecho. Pero nuestras emociones nos pueden engañar fácilmente. ¿Por qué una persona puede tener una experiencia emocional increíble en un concierto cristiano, y 15 minutos después estar gritándole con enojo a la persona que le guitó el lugar? Porque una experiencia emocional no es la esencia del verdadero amor y adoración.

Jesús dijo, si me amáis, guardad mis mandamientos. Pablo describe en 1 Corintios 13 algunas características del verdadero amor. La Biblia insiste una y otra vez que lo más importante de la vida es amar a Dios, ¿cómo? Con todo el corazón, la mente, y las fuerzas. El amor bíblico hacia Dios, un amor que indica una verdadera relación con Él, por necesidad se tiene que acompañar de ciertas acciones. Cuando obedezco, y busco conocer más la verdad, estoy mostrando que el amor de mi corazón es genuino. ¿Ves cómo sigue funcionando el trío esencial? Cada uno me puede ayudar a ver si las otras áreas están bien.

¿Deseas que tus hijos amen a Dios con todo su corazón? ¡No lo dudo! ¡Yo también lo anhelo! Pero ¿te quedas satisfecho con expresiones momentáneas de frases sentimentales de su parte? Una de las maneras en las que más crecemos en un sincero amor por Dios es cuando entendemos la profundidad de nuestro pecado y el Evangelio se hace más precioso. Si tus hijos te ven pidiendo perdón por un error y corriendo a Cristo cuyo amor hace posible el perdón, van a poder ver el crecimiento en amor que experimentas al apreciar más el sacrifico de Cristo. Esto significa que en situaciones de disciplina por desobediencia de nuestros hijos, tenemos una gran oportunidad para tratar con el aspecto del amor y adoración del corazón. Es un momento para dirigirnos a las creencias, las verdades de la Palabra que a veces parecen ser duras, y también al corazón y su necesidad de amar a Dios por sobre todas las cosas.

Mateo nos mencionaba el sentimentalismo en el episodio previo. En su fondo, el sentimentalismo se enfoca en uno mismo. Si somos padres y madres sentimentales, batallaremos para ser intencionales en la doctrina y en la obediencia, tanto en nuestras propias vidas como las de nuestros hijos. Creeremos que amar a Dios siempre se tiene que sentir bien y ser cómodo, que Dios no quiere que suframos, y malentenderemos la gracia y misericordia de Dios que llegó a nuestras vidas con el propósito de transformarnos. Y el resultado será que nuestros hijos crezcan con una perspectiva distorsionada de Dios.

OBEDIENCIA: A mí me encanta la obediencia, ¡cuando mis hijos la practican! ¡Pero es muy difícil llevar a cabo en mi vida! Por eso a veces creemos que, si Dios nos ama, no va a ser duro con nosotros, que tiene que entender que no podemos hacer lo que Él nos dice porque está tan difícil. Vemos las reglas y las exigencias de obediencia muchas veces como “anti-evangelio”, ¿no?

¿Has leído Éxodo, Levítico o Números recientemente? Si estás siguiendo un plan de lectura que empezaste en enero, como yo, probablemente te ha tocado leer algunos de estos libros. ¿Has notado algo ahí sobre la obediencia que Dios pide de su pueblo? Dios pide obediencia porque quiere bendecir a su pueblo. Esto es un concepto clave que impacta nuestra perspectiva de Dios. La obediencia a los mandamientos de Dios son un camino de bendición para el pueblo. Dios no pone sus leyes y exige obediencia porque quiere jugar con ellos, quiere comodidad para sí mismo, ni nada de eso. Dios ama a su pueblo, quiere que se identifique con Él, y quiere que experimente bendición, y para eso pide obediencia.

Obviamente, tú y yo vivimos en la época Nuevo Testamentario y sabemos que la salvación la obtenemos porque Cristo obedeció perfectamente en nuestro lugar. Podemos poner nuestra fe en Él y su obra, experimentamos regeneración, y como resultado, somos llamados a una vida de obediencia. Pero aún así, nos ayuda mucho ver el corazón de Dios detrás de la obediencia que Él pide de su pueblo.

¿No sientes muchas veces que Dios te pide demasiado, que no es comprensivo contigo, o que es injusto? ¿Tus hijos sienten lo mismo cuando les exiges obediencia? Creo que no hemos estado dispuestos a aceptar el gran valor de la obediencia para nuestras vidas espirituales y las de nuestros hijos. Nuestro Dios de amor y redención desea lo mejor para nosotros y nos ha indicado el camino, primero de salvación y después de santificación. Andar en obediencia, para mí y para mis hijos, es la vía por la cual experimentaremos la bendición de demostrar que somos hijos de Dios y agradar a nuestro Padre.

¿Exiges obediencia a tus hijos? Espero que sí. Efesios 6 te lo manda, y ¡al mismo tiempo promete una bendición para tus hijos cuando ellos te obedecen y te honran! Entonces, ¿qué presentas como el motivo por el cual tus hijos deben obedecerte? ¿Cómo observan tus hijos tu obediencia a Dios? Quizá ellos ven a un papá o una mamá que sabe mucha Biblia y canta alabanzas de todo su corazón en la iglesia, pero observa que solo obedece a Dios cuando le conviene.

Cuenta mentiritas cuando lo ve “necesario”, aunque en el devocional familiar leímos que Satanás es el padre de mentiras. Mamá trata a papá sin respeto, pero el domingo el pastor dijo que la esposa debe someterse y respetar a su marido. Papá es áspero y malhumorado cuando llega del trabajo, pero en la escuela dominical la maestra dijo que entre los frutos del espíritu que Dios quiere producir en ti está la paciencia y al amor. Mamá y papá dicen que tenemos una muy buena familia cristiana, que el pastor dijo que son ejemplares y que van a empezar a liderar a otras parejas porque son muy espirituales.

Estoy exagerando un poco para ilustrar el punto. La obediencia no contribuye a la salvación, pero sí da evidencia poderosa de la realidad de ser salvo, y junto con un corazón de amor ferviente, es un poderoso testimonio de lo atractivo del evangelio. Ningún padre o madre podrá obedecer de manera perfecta. Ese no es el punto. Nuestros hijos necesitan observar vidas de padres que creen en la sana doctrina de la Palabra de Dios, que aman a Dios con todo su corazón, que buscan obedecerle y confiesan su pecado cuando no lo hacen, y que entrenan a sus hijos en todas estas áreas también.

En el siguiente episodio, vamos a tomar estas tres áreas y considerar por etapas de la crianza cómo podemos de maneras muy prácticas estar fomentando las tres cosas en la vida diaria de los hijos. Vamos a hablar de los hábitos que podemos establecer desde el primer día que llega un bebé, hasta cómo tener una perspectiva correcta y conversaciones útiles con los adolescentes en el hogar. Pero ningún hábito, ninguna práctica diaria, ningún tip o sugerencia que yo te pueda dar transformará tu hogar como un corazón que atesora el Evangelio de Cristo y reconoce el impacto que debe tener en todas las áreas de su vida: su corazón que adora, su mente que cree y aprende, y sus acciones que reflejan obediencia al Dios que ama. Mi motivo al querer compartir esto y ser muy detallado es que creo que este trío esencial de la vida cristiana puede proveerte a largo plazo un marco de referencia que constantemente te puede ayudar a evaluar tus tendencias y equilibrar tu perspectiva.

Por mucho tiempo los predicadores han imitado las escrituras al apelar a la cabeza, al corazón, y a la conducta de sus oyentes. Usemos bien la Palabra de Dios y hagamos esto un hábito en nuestras vidas para que sea una fuente de constante crecimiento en la familia. Que Dios te guíe con sabiduría esta semana mientras evalúas estas áreas y buscas su rostro.

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Autor

  • Susi es la fundadora de Crianza Reverente y anfitriona del podcast, mamá de un adolescente y dos adultos jóvenes, y esposa de Mateo Bixby, uno de los pastores de Iglesia Bautista la Gracia en Juarez, NL, México. Juntos colaboran también en la Universidad Cristiana de las Américas en Monterrey, NL.

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