¡Cuánto deseamos la salvación de nuestros hijos! ¿Es posible saber si son salvos? Si te has preguntado esto, o si te encuentras frecuentemente ansioso y temeroso por el tema de la salvación de tus hijos, este episodio es para ti. Cuando llegamos a un entendimiento bíblico de la seguridad de la salvación, podemos proceder con más confianza en la jornada espiritual con nuestros hijos, y con nuestros hermanos en Cristo. ¡No dejes de escuchar este episodio lleno de verdad bíblica!
Estudio bíblico de la semana: 1 Juan 5:1-5 (Bajar e imprimir)
Recurso recomendado de la semana: La Crianza de los Hijos por Paul Tripp
Preguntas de reflexión:
- ¿Es posible que has anhelado más que tu hijo repita una oración a que realmente sea salvo y muestre fruto de arrepentimiento?
- Al considerar los tres exámenes en 1 de Juan —fe, amor y santidad— ¿cómo entiendes mejor la seguridad de la salvación?
- ¿Cuáles ajustes debes hacer en tu manera de instruir a tus hijos, sean o no creyentes todavía?
Transcripción:
Susi: Hay un deseo natural y bueno en el corazón de cada padre que ha entendido y ha creído el mensaje del Evangelio y ese deseo es que sus hijos sean salvos, y sí, nos debemos preocupar bastante si no sentimos este deseo. Hemos hablado de temas muy hermosos en esta serie como: La gracia, el perdón que se nos ofrece en Cristo. También hemos hablado temas un poco difíciles como el infierno, que espera a los que no han creído en Cristo. Entonces, sería muy normal que tú y yo, como papás y mamás, nos preocupemos por el destino eterno de nuestros hijos.
Pero, si tú eres como yo, te encuentras no solo deseando su salvación; sino anhelando saber sin lugar a dudas que tu hijo va a ir al cielo. No sé si te ha pasado a ti. Quieres poder descansar y no preocuparte. Quieres tener como una certeza de que un día esa niña a quien tú adoras, estará contigo en el cielo. Entonces, yo quisiera empezar esta conversación que vamos a tener hoy, que es sobre la seguridad de la salvación en los hijos específicamente; pero quiero empezar examinándonos a nosotros mismos como papás, y Mateo está aquí conmigo, otra vez.
¡Gracias Mateo por acompañarnos! y quería preguntarte Mateo, para empezar esta conversación: ¿hay alguna diferencia entre desear la salvación de mis hijos, y desear saber por seguro, que son salvos?
Mateo: Bueno, creo que por supuesto debemos de desear la salvación de nuestros hijos; y no creo que sea malo tampoco pensar o desear saber que nuestros hijos son salvos. Sin embargo, sí podemos llegar a un punto que es casi obsesivo y luego ir más allá de lo que la Biblia nos promete, en cuanto a si mi hijo es salvo o no y luego, al tener una mala comprensión de lo que es la seguridad de la salvación, a veces eso influye en la manera en que criamos a nuestros hijos; y no debería realmente cambiar cómo nosotros criamos a nuestros hijos. Y creo que, vamos a hablar un poquito de esos temas; pero sí tenemos que evitar esa obsesión de saber lo que es la salvación y la seguridad de la salvación. Creo que, a veces vemos la salvación como un boleto al cielo. Frecuentemente así se usa la ilustración de un boleto, que alguien ora una oración, tiene un momento especial, espiritual en su vida; y entonces de ahí en adelante tiene su boleto y ya va a ir al cielo y no tiene que preocuparse por su destino espiritual o las cosas espirituales, “ya va al cielo.” Y realmente esa perspectiva no cuadra con lo que la Biblia nos describe acerca de la vida del creyente y de la seguridad de la salvación en particular.
Susi: Yo me encuentro como mamá, obviamente amo a mis hijos y quiero que vayan al cielo; pero a veces creo que es casi un deseo egoísta, de yo poder como descansar: “Bueno sí sé que el Señor lo salvó, pues entonces lo que yo haga no importa tanto; porque bueno, total y son salvos”.
Mateo: Lo más importante ya la libramos, ¿no?
Susi: ¡Sí, sí! ¡Exacto! Y creo que, yo podría caer también como en un estilo de vida no tan centrado en el evangelio; si yo solamente veo eso como su boleto, como tú dices, o una manera de evitar que le pase algo malo o si simplemente creo que ser salvo es repetir una oración, entonces voy a estar insistiendo que mis hijos repitan una oración; y todo eso realmente es mucho menos de lo que es el Evangelio y la salvación. Entonces, creo que tenemos que cuidar nuestros corazones para empezar, los padres; pero ya entrando más en el tema bíblicamente, ¿qué es lo que nos da la seguridad de la salvación?
Mateo: Hay muchas ideas acerca de esto, y como dije no muchas son correctas. Quizás el libro que más nos ayuda en cuanto a esto es la 1ra Epístola de Juan, porque Juan escribe a una iglesia que está llena de creyentes confundidos. Muchos de ellos no sabían distinguir entre quiénes dentro de la iglesia eran salvos y quiénes no eran, porque habían llegado algunos herejes a la iglesia, y creado esa confusión. Entonces Juan les está escribiendo específicamente, para ayudarles a saber quiénes son verdaderamente hijos de Dios y quiénes no lo son. De hecho, el versículo quizás casi más famoso de 1 Juan es 1 Juan 5:13, donde dice: “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios”.
Entonces, cuando hablamos de la seguridad de la salvación, muchas veces, las personas llegan a este versículo y dicen: “Ves, tú puedes saber si eres salvo”. Y entonces el versículo sí dice que podemos saber, pero no lo dice en la forma en que muchas veces se usa este versículo. Bueno, oraste una oración; entonces ya eres salvo. De hecho, el versículo nos dice: “Sí, puedes saber que eres salvo”, “puedes saber que crees en el nombre del Hijo de Dios”; pero dice: “Estas cosas os he escrito”. Entonces, la pregunta para nosotros realmente es: ¿Qué nos escribió el apóstol Juan a través de su epístola?
Y en la epístola de 1 Juan, nos presenta tres formas de evaluarnos, tres características o tres cualidades. A veces, yo los he descrito como tres exámenes que podemos aplicar a nuestra vida. Quizás serían más como tres preguntas en un solo examen; pero las tres cosas que debemos tener en nuestra vida para tener esa seguridad de la salvación son: Fe, santidad y amor, estas tres cosas. El apóstol Juan dice que debemos tener fe en la doctrina, en las enseñanzas de los apóstoles, que también debían vivir en santidad y que tenían que amar a Dios y a los hijos de Dios. Así nos presenta el libro. Puedo leerles algunos versículos, son bastante conocidos.
Por ejemplo, 1 Juan 1:5, inicia diciendo: “Este es el mensaje que hemos oído de Él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en Él”, en el sentido de que Dios es pureza moral absoluta. Entonces, si tú dices tener comunión con Dios, así continúa: “Si decimos que tenemos comunión con Él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad”. Entonces alguien que dice que es salvo, pero no anda en santidad o no está creciendo en santidad por lo menos, no está andando en luz; pues entonces, está mintiendo.
En 2:22, nos habla de la fe, esta fe en las enseñanzas de la fe cristiana, de los apóstoles: “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre”. Entonces, habla de las doctrinas que los apóstoles habían enseñado acerca del origen divino del Señor Jesucristo, y luego nos habla de amor. Quizás otro pasaje muy conocido es 1 Juan 2:15 es que, si amamos al mundo, el amor del Padre no está en nosotros; pero luego también en 1 Juan 4:20 dice: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” Entonces, creo que estas tres cosas, nos dan un cuadro bastante completo de lo que está en la vida de una persona que realmente es salva. Tiene fe en las doctrinas de los apóstoles, ama a Dios y a los hijos de Dios y anda en santidad en su vida; y cuando tenemos esas tres cualidades en nuestra vida, podemos tener seguridad de nuestra salvación; y una persona que no tiene estas cosas en su vida pues va a tener que evaluar seriamente si verdaderamente es hijo de Dios, no importa cuál sea su trasfondo, su historia en una iglesia, si pasó al frente en alguna invitación o si oró en alguna ocasión; tiene que evaluar su vida. Eso es lo que tenemos que considerar.
Susi: Yo creo que nos ayuda mucho entender ese marco de referencia que da Juan; porque bueno, yo sé que la primera vez que te escuché predicar ese libro, antes de eso (y yo crecí en la iglesia, familia cristiana y todo), nunca había entendido que 1 Juan existe principalmente, como su tema o su mensaje central, para la seguridad de la salvación. Entonces, nos conviene mucho tener una visión más amplia; porque creo que se tiende a citar versículos de la Biblia fuera de contexto, muchas veces sobre la salvación misma; y eso es un peligro tan grande que tenemos. Y nuestros niños, sin que nosotros nos demos cuenta, podrían crecer con una idea demasiado deficiente o sencilla de lo que es el Evangelio; por querer ponérselo en lenguaje tan sencillo, podríamos estarles llevando por un camino donde no entienden que tiene que haber fe y que tiene que haber santidad y todo eso.
Entonces, creo que a los padres nos puede ayudar mucho, aunque creo que tenemos que entender que nadie va a ser perfecto en eso. Nadie va a tener una fe que nunca tambalea, nadie va a amar de manera perfecta a sus hermanos, nadie va a poder vivir una vida perfecta, pero tiene que haber señales ahí. Entonces, ¿qué sucede? ¿Eso significa que se puede perder la salvación, si uno pierde la santidad? ¿Cómo es eso de perder la salvación?
Mateo: Bueno, un pasito atrás antes de contestar esa pregunta; Dios nos da una solución para cuando pecamos; porque incluso el apóstol Juan mismo, en ese mismo pasaje, en donde nos dice que tenemos que andar en luz como Él está en luz, nos dice qué pasa si no andamos en luz, y nos da la solución. Nos dice el versículo 1:9: “Si confesamos nuestros pecados, y Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados”. En 2:1, nos escribe para que no pequemos; pero si pecamos, abogado tenemos para con el Padre. Entonces, no es que perdemos la salvación.
Ahora, vamos directo con esa pregunta que es muy compleja, y seguramente no vamos a resolver todas las dudas de esta pregunta, pero yo creo que la Biblia enseña que la salvación efectivamente no se pierde. Hay muchas razones para esto. En Juan 10:27 y 28, Jesucristo dice: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano”. Alguien que tiene vida eterna, tiene precisamente vida eterna. Es para siempre y no va a perecer nunca. Algunos argumentan aquí: “Bueno, no es que alguien te pueda arrebatar de la mano de Jesús como dice el pasaje, pero tú sí puedes separarte de él, tú puedes alejarte de él; y entonces, perder la salvación”. Bueno, la pregunta que yo haría, sería: ¿Cuáles son las cosas que nos alejarían de Jesús? O sea, si pensamos en nuestra vida, ¿cuáles son las cosas que nos harían separarnos de Él, alejarnos de Él y por tanto perder la salvación?
Susi: Pues quizás pruebas muy fuertes, no sé…dificultades en la vida, luchas grandes con el pecado.
Mateo: ¡Claro! Y eso es precisamente, lo que el apóstol Pablo describe en Romanos 8:37. Describe cosas como tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro, espada. Incluso menciona la muerte, la vida; cosas que nos pudieran pasar en nuestra vida. Menciona ángeles y principados y potestades, o sea los mismos demonios también. Y luego sobre estas cosas dice: “¿Quién nos separará del amor de Cristo?” y empieza a mencionar: tribulación, angustia, persecución…
Luego dice: “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”. Entonces, todas esas cosas que nosotros temeríamos que pudieran separarnos del amor de Dios, el apóstol Pablo dice: “No, eso no es verdad”. Incluso dice en ese mismo pasaje, que el que verdaderamente es hijo de Dios, en todas estas cosas es más que vencedor por medio de Aquel que nos amó.
Y lo interesante es que hay otro indicio en ese pasaje sobre este tema, porque un poquito antes en el versículo 29, Romanos 8:29 dice que las personas que Cristo justificó, o sea hablando de nuestra salvación, están destinadas por Dios a ser conformados a la imagen de Cristo. El versículo 29 dice: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos”.
Entonces, hay esta cadena: Él nos conoció, Él nos justificó, Él nos predestinó, para ser hechos conformes a la imagen de su Hijo. Y otra vez, algunas personas aquí dicen: “Pero, algo pudiera pasar para interrumpir ese proceso”. Pero, ¿qué nos dice el versículo 28 ¡tan famoso!? (Otro que sacamos de contexto). ¿Qué nos dice?: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. Entonces, nada puede interrumpir ese proceso, de cuando Él nos justificó, nos dice también el versículo 30. Él nos justifica y entonces vamos a ser destinados para la glorificación. Entonces, nada puede interrumpir eso en el proceso, o en la vida de un hijo de Dios. Conclusión: Creo que no, la Biblia creo que es clara, que no se puede perder la salvación. Eso nos libera mucho del temor y de esa presión a que, “yo tengo que rendir”, “yo tengo que comportarme”; porque frecuentemente se convierte casi en un legalismo.
Susi: Sí, salvación por obras o mantener la salvación por obras. Y con nuestros hijos eso va a afectar cómo les motivamos a obedecer a Dios o cómo les motivamos a ser santos; si creemos que se puede perder la salvación. Entonces, eso va a afectar muchísimo nuestra comprensión del Evangelio, y ¿qué pasa de aquellas personas que estuvieron en la iglesia y luego la abandonaron?, porque nuestros hijos van a conocer personas así también.
Mateo: Y tristemente, incluso muchos de nuestros hijos, después de haber estado en la iglesia, quizás de haber hecho una profesión de fe, después de bautizarse, después de ser miembros de una iglesia, tristemente muchos de nuestros hijos también van a dejar la fe. Entonces, ahí viene la pregunta: “Bueno es que era tan sincero, estuvo tanto tiempo en la iglesia”; pero también Juan nos habla de eso. En 1 Juan 2:19 dice: “Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros”. Incluso dentro de la iglesia, no todos son de nosotros. Dentro de una congregación, hay personas que no son de nosotros, no son de la congregación espiritual verdaderamente e hijos de Dios. Entonces, cuando alguien deja la fe cristiana y abandona la iglesia públicamente, abiertamente en su vida; es una indicación de que realmente nunca fue salvo.
Susi: Sí, especialmente cuando esa separación es extendida. Alguien puede desanimarse un par de meses. Nos ha pasado mucho con el COVID, hay personas que han tenido mucho miedo, y tienen meses y ahora ya un año y medio sin asistir a la iglesia; no tenemos que suponer inmediatamente que no son salvos, pero al mismo tiempo es importante entender que alguien que ya no tiene el deseo de estar reunido con su iglesia, de mostrar ese interés, tenemos que preocuparnos por sus almas también.
Mateo: Y nunca esa persona tiene una base bíblica para decir que es salvo. Puede ser que sea salvo, y a la larga, eso se va a ver cuando regresa a la fe; porque sí podemos pasar altibajos, podemos incluso alejarnos de Dios por un tiempo; pero si somos realmente salvos, vamos a regresar a la iglesia y vamos a regresar a Dios; porque eso es lo que hace un hijo de Dios.
Susi: Y eso me hace pensar que hay muchos padres que quieren mucho saber la fecha en que sus hijos fueron salvos. Creo que, porque queremos estar tan seguros, pero, ¿es importante saber el momento, la fecha de la conversión?
Mateo: La fecha de la conversión es un tema bastante interesante. Creo que a veces sí nos puede ayudar tener una fecha; pero también es verdad que al enfatizar mucho la fecha, se centra nuestra atención en un momento, en una oración que hicimos o una experiencia espiritual. Entonces, si estamos pensando en orar una oración o tener un momento espiritual diferente, “bueno, ¿oré con sinceridad?, ¿tuve la suficiente fe?, ¿comprendía realmente lo que estaba haciendo o diciendo en ese momento?” Y empiezan a entrarnos muchas más dudas acerca de nuestra salvación. Lo que sucede en esa situación, es que alguien puede pensar: “Bueno sí, yo oré con mucha sinceridad, tenía mucha sinceridad. ¡Ah! bueno, entonces no importa nada más. Entonces, voy al cielo, me puedo relajar, ya no importa si ando en santidad, o si creo la enseñanza apostólica, si amo a Dios y a los hermanos. No, lo importante es que oré; pues ya tengo mi boleto al cielo”.
Pero, esa confianza es una confianza falsa realmente; porque las pruebas de la salvación, son aquellas que ya hemos mencionado. Ahora, ¿qué pasa si una persona dice: “Pues es que no sé si tuve una fe sincera realmente?” Y ahí es donde la persona se llena de dudas, empieza a afligirse, no sabe si es salvo o no. En ocasiones va a orar otra vez, o va a querer tener otra vez esa experiencia espiritual; y luego va a buscar que ahora sí, lo haga con la suficiente fe, o la suficiente sinceridad. Pero el apóstol Juan, quiere que sepamos que somos hijos de Dios; y debemos de tener esa confianza. Creo que esa confianza en la Biblia debe tener elementos objetivos y no solamente elementos subjetivos: “¿Tuve fe? ¿Tuve sinceridad? ¿Bueno, realmente sabía…?”
Vamos a dar un paso atrás, y verlo desde el panorama bíblico; y vamos a ver si hay fe, si hay santidad, si hay amor en nuestra vida. Y cuando hay esas cosas, entonces ahora hay algo objetivo, para poder decir: “Sí, realmente soy salvo.” Y cuando podemos decir eso, entonces tenemos la confianza bíblica. El autor de Hebreos nos habla de esto, que podemos acercarnos confiadamente al trono de la gracia, nos dice en Hebreos 4:16. Nos dice que, podemos decir confiadamente: “El Señor es mi ayudador”, en Hebreos 13:6.
Entonces, creo que sí podemos saber que somos salvos. Ahora, a la misma vez tenemos que reconocer que hay profesiones falsas. Justamente estoy leyendo Juan en mi devocional y en la Biblia nos dice que Jesucristo, en Juan capítulo 2, fue a Jerusalén para la Pascua y muchos creyeron en su nombre viendo las señales que hacía y luego dice: “Pero, Jesús mismo no se fiaba de ellos”. O sea, ellos tenían fe en Jesús supuestamente, “cierto tipo de fe”, pero Jesús no tenía fe en la fe de ellos. De hecho en griego, es la misma palabra que usa ahí, que ellos creyeron en Jesús; pero Jesús no creía en ellos; porque conocía lo que había realmente en su corazón.
Entonces, tanto en tiempos bíblicos como en los días de hoy, tenemos profesiones falsas; y nuestros hijos pueden hacer profesiones falsas de fe. Nosotros quizás hicimos profesiones falsas de fe, y ¿qué tenemos que hacer? Bueno, Cristo nos dijo: “Por sus frutos los conoceréis”. Cristo dijo que se conocería al árbol por su fruto. Pablo nos dice en 2 Corintios 13, que nos examinemos a nosotros mismos a ver si somos de la fe. Entonces tenemos que probarnos, y buscar estos frutos que son dignos del arrepentimiento verdadero y de la salvación, y entonces, tenemos confianza. Entonces, ¿qué pasa con mi hijo?, ¿qué es lo que yo busco en la vida de mi hijo? No que haya hecho una profesión. Si lo ha hecho o no lo ha hecho, hay diferentes opiniones de las profesiones de fe, sobre la oración, si debemos orar o no debemos orar y todo ese debate es para otro tiempo. Lo que creo que nuestra perspectiva como padres debería llevarnos a hacer es buscar señales o evidencias de fe.
Susi: Sí, mientras estamos enseñando el Evangelio. Bueno, yo pienso en mi experiencia de niña. Tú tuviste una experiencia bastante diferente que yo, y cabe mencionar que cada niño va a tener un proceso diferente en esto. Mis tres hijos han tenido un caminar diferente a través de este proceso de que, “¿si soy salvo?, ¿qué es el Evangelio?, ¿qué entendí?, ¿qué no entendí?”; y tenemos que ser pacientes como padres y caminar con nuestros hijos, no empujarlos a repetir una oración o a firmar una fecha en su Biblia; sino a realmente desear que comprendan, y que muestren fruto. En mi caso, repetí una oración; creo que a los 5 años fui bautizada, y luego como 2 años después: “No, no, no, no, no fui salva” y oré otra vez y me volvieron a bautizar; y realmente no sé si en una de esas dos fechas, o yo recuerdo una experiencia estando yo sola a los 12 o 13 años, cuando como que entendí más el Evangelio.
No puedo decir que no había entendido el Evangelio de niña, pero entendí más y oré sola en mi cuarto y dije: “Señor, yo no sé si antes tuve fe; pero ahora sí”. ¿Y cuándo fui salva?, pues no sé, y no importa; lo que desde ahí en adelante, es que se ha mostrado crecimiento y caídas; pero crecimiento en fe y en amor. Entonces, puedo estar segura en este momento; y eso fue como mi jornada, digamos, pero yo creo que la tuya fue diferente.
Mateo: Sí, la mía fue diferente. Yo oré con mi padre a los 4 años de edad, y desde ese momento, realmente nunca he tenido dudas acerca de mi condición espiritual; y no ha sido una lucha para mí.
Susi: De hecho, tu papá cuenta que le insististe. Estabas tan chiquito, que él quería tener mucho cuidado; y él esperó a que tú le insististe bastantes veces, y hasta le dijiste: “Vamos a tu cuarto, porque yo voy a orar”.
Mateo: Sí. Y él quería postergar eso para estar seguro que yo entendía bien lo que estaba haciendo porque sí era un niño de 4 años. Muchos no entienden eso, no entienden que el Evangelio sí es simple en esos aspectos; hasta los niños lo pueden comprender; y podemos defender eso, y creer eso; y a la misma vez reconocer que hay complejidades que sobrepasan nuestra comprensión del Evangelio.
Ahora, ¿qué de la oración? ¿Debemos buscar una oración? Bueno, creo que eso es cuestión de cada iglesia y de cada tradición. Creo que sí podemos enfatizar demasiado la oración. A la misma vez creo que algunos como que están espantados de que alguien ore para ser salvos; y creo que Dios obra de muchas maneras diferentes, y no tenemos que meterle a Dios en una cajita y decirle… bueno, a veces siento que algunos dicen: “Nunca se debe orar, puedes hacer cualquier cosa en el momento de tu salvación menos orar”, como que llegan a ese extremo, y por supuesto, creo que eso no es correcto. Pero, otros llegan al extremo de decir: “Bueno si no has orado; entonces no eres salvo”, y hay miles de personas, probablemente millones de personas; porque en la historia de la iglesia, esa oración de conversión no se desarrolló realmente así tal cual hasta el Siglo XIX aproximadamente, por los Metodistas.
¿Qué hacía una persona cuando era salva? Bueno, pues creía en su corazón, y luego confesaba con su boca a las demás personas que estaban a su alrededor. Entonces creo que tenemos que tener ahí una perspectiva un poquito equilibrada en estos aspectos, y reconocer que la clave es medir el fruto que hay en la vida de esa persona, incluyendo nuestros hijos también.
Susi: Y recordar que los niños, especialmente pequeños, van a ceder ante presión. Si están en una clase de escuela dominical y la maestra dice: “¿Quién quiere repetir la oración?” “No, pues quién no quiere, porque luego hay dulces, y hay quién sabe qué”. Entonces, sí tenemos que entender que es mucho más importante que un niño entienda los conceptos de la fe, el arrepentimiento, la salvación, la gracia, la vida de Cristo; a que repita unas frases; porque es muy difícil saber si un niño entendió o si solamente está repitiendo frases. Y aquí quiero hacer un comentario: No llegues a tu iglesia a decirle a la maestra de escuela dominical que deje de hacer oraciones ni nada; pero si te preocupa el asunto, o si es algo que se practica comúnmente, es algo para considerar, que realmente los niños normalmente no entienden todo y eso es un peligro.
Mateo: Y tenemos que evitar la presión. Eso de presionar a un niño para que haga una oración, creo que sí es muy peligroso.
Susi: Contra productivo en la vida de los niños. Bueno, aquí nada más un momento para terminar; quizás podemos hacer un par de comentarios. A veces, me ha llegado la pregunta, bastantes veces: “Es que yo no puedo exigir obediencia a mi hijo; porque todavía no es salvo” o “yo no sé cómo criar a mis hijos”, “todas esas sugerencias muy buenas que yo escucho; pero es que mis hijos no son salvos todavía”. Entonces, creo que hemos venido hablando de muchos temas en estos episodios sobre el Evangelio; pero ¿qué podríamos pensar en esa área?
Mateo: Bueno, en términos generales de la crianza, podemos decir que no va a cambiar mucho tu crianza si tu hijo es salvo o no. ¿Por qué? Porque tu hijo lo que necesita es la gracia de Dios, tu hijo lo que necesita es arrepentirse de su pecado, creer lo que Dios dice acerca de su vida, de lo que él estaba haciendo, tiene que confesar su pecado y arrepentirse; y eso es verdad si es inconverso todavía, o si ya es hijo de Dios. Entonces, en la conversación con nuestros hijos, cuando ellos están luchando con algo; no va a ver mucha diferencia real. Les seguimos apuntando a la gracia, les seguimos apuntando al arrepentimiento, a la fe y en algún momento Dios mediante, ellos van a llegar a ser salvos.
Pero, creo que esa idea de que: “Bueno, no puedo exigir que mis hijos obedezcan, porque no son salvos”, suena muy bien, pero es un grave error, y es un grave error por la simple razón de que Dios exige obediencia de todos: Del incrédulo y también de su hijo. Dios no dice al inconverso: “¡Ah! No pasa nada, tú no eres salvo. Tú puedes hacer lo que tú quieras, y puedes pecar sin consecuencias”. ¡No! Dios castiga y finalmente va a enviar a esa persona al infierno, si no se arrepiente. Pero, otra cosa que es donde nosotros perdemos realmente una herramienta para nuestra fe y para el Evangelio en el corazón de nuestros hijos, es que Dios usa la dificultad de la obediencia y las consecuencias de la desobediencia, para hacernos entender nuestra necesidad de Él; y cuando yo como padre, entonces le digo a mi hijo: “Tú no tienes que obedecer, porque no eres salvo”, estoy desarmando una de las estructuras que Dios quiere en la vida de mi hijo, para llevarle a ver su necesidad de Dios y del Evangelio.
La historia de la humanidad y de los judíos, los israelitas en particular, era que ellos no pudieron guardar la ley de Dios. Ese era el punto de la ley, y que esa desobediencia y esos fracasos continuos, les llevara a sentir su necesidad. La ley era un ayo para llevarlos hasta Cristo. Entonces, cuidado con aceptar esa idea de que: “Bueno, mis hijos no son salvos, no puedo exigirles obediencia”. ¡Dios no hace eso con el inconverso! Nosotros no podemos hacer eso con nuestros hijos, especialmente cuando son pequeños. Cuando van creciendo y madurando y llegando a ser más adolescentes, y hay otras luchas y ya son un poquito más adultos en su vida, pues por supuesto va a empezar a cambiar la dinámica ahí. Quizás ese es otro tema, para otro episodio.
Susi: Sí, es más discipulado o sí, realmente las cosas pueden cambiar un poco; pero la idea es la misma. Parte del Evangelio es mostrarnos que no podemos. Entonces, cuando le exigimos obediencia a un niño chiquito y dice: “¡No puedo!” ¡Excelente! Qué bueno que reconoces que no puedes; porque eso entonces te lleva a esa oportunidad de mostrarle la gracia del Evangelio.
Mateo: ¡El Evangelio, exacto! Regresas al Evangelio otra vez. Entonces, no elimines de la vida de tu hijo, uno de los principales medios que Dios tiene para apuntarle a Cristo, que es exigir obediencia e imponer consecuencias por la desobediencia.
Susi: Amén, pues yo sé que la oración de todos los padres es que nuestros hijos conozcan a Cristo, que tengan esa relación personal con Él, y ¡claro que tengan la vida eterna, obviamente!; pero no solamente es la vida eterna después de esta vida; sino es la vida sobre esta tierra. Queremos que sean salvos, porque aquí es donde pueden andar también con Dios. Y yo pensaba en cómo Dios, es tan activo en nuestra vida. Dios no solamente quiere darnos un boleto, y te veo en el cielo. ¡No! Él es tan activo, nos busca, nos da el don de la fe, nos persigue para la santificación, incluso después de ser salvos. Entonces, ¡creamos en ese Dios, que quiere salvar a nuestros hijos, más de lo que nosotros queremos que ellos sean salvos!; y eso va a ser una bendición en la vida de nuestros hijos.
Y ahora aquí, para terminar Mateo, ¿puedes recomendarnos un pasaje para estudiar esta semana, este tema?
Mateo: 1 Juan 5:1-5 incluye esos tres aspectos que mencionábamos de la fe, el amor y la santidad. Entonces, es un buen pasaje para estudiar, como que casi resumen todo lo que viene en los cuatro capítulos anteriores en 1 Juan. Y lo que diría también, es simplemente que si tu hijo viene y tiene dudas acerca de su salvación, debes de hablar con él, explorar por qué tiene esas dudas; porque a veces sus dudas pueden ser legítimas. Quizás no hay fe, quizás hay evidencia de que no es salvo; porque hay pecado en su vida y no hay amor por Dios, amor por la Palabra de Dios, por los hermanos. Entonces, tienes que explorar un poquito. No puedes decir: “No, tú ya eres salvo, y no te preocupes por eso”. También, puede ser que una persona tiene una conciencia muy sensible. Entonces, cualquier ocasión que peca, pues entonces duda de su salvación; y esa es una falta de confianza en Dios, o es una mala comprensión de cómo debemos de responder al pecado, confesándolo y arrepintiéndonos de él. Entonces, con tu hijo, explora eso, explora, platica con él, para saber de dónde vienen esas dudas.
Susi: ¡Muy buen consejo! Creo que, nos topamos todos los padres con esos momentos, cuando nuestros hijos expresan dudas y nuestra reacción es: “No, no, no, no, no. Tú tienes que ser salvo”. Pero, quizás sí es salvo o no; pero lo que más debemos desear, es que la verdad salga a la luz, para poder tratar con el problema, el que sea. Realmente no es salvo, o simplemente no tiene una comprensión adecuada.
Mateo: Y le ayudamos a examinarse bíblicamente y apuntamos sus ojos al Evangelio; sea que es salvo o sea que no es salvo.
Susi: ¡Sí, exacto! Y puede que lo tengas que hacer diez veces en una semana; porque los niños pasan por etapas donde vienen y te hacen la misma pregunta o te expresan la misma duda y tengamos esa paciencia para estar constantemente apuntando a nuestros hijos hacia el Evangelio. Y bueno, para terminar, queremos recomendarte un libro que ya estudiamos el año pasado aquí en Crianza Reverente. Está lleno del Evangelio para la crianza. Se llama la “Crianza de los hijos”, por Paul Tripp. Y ahí vamos a poner el enlace, para que lo puedas ver y pues te animamos esta semana a estudiar.
Si puedes leer todo el libro de 1 Juan, mejor; y a estudiar esos versículos del capítulo 5, del 1 al 5, para que puedas comprender de una manera más completa, cómo el Señor quiere que tengamos esa seguridad de nuestra salvación. ¡Que Dios te bendiga grandemente!