Ep 117: Discipulado: el método esencial de la crianza bíblica

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October 11, 2022

Los padres y madres cristianos frecuentemente nos hacemos la pregunta: ¿Cómo? ¿Cómo hago para que mis hijos obedezcan? ¿Cómo logro que sigan a Dios? ¿Cómo consigo un día tranquilo en el que nadie grita ni pega ni desobedece? Estas preguntas tienen que ver con la metodología. ¿Crees que la Biblia ofrece a los padres creyentes un método de crianza? ¡Sí lo hace! Se llama “discipulado bíblico”. En el capítulo 8 de “Cómo Pastorear el Corazón de tu Hijo”, el autor Tedd Tripp nos presenta el elemento principal del método del discipulado: la comunicación. Junto con el capítulo 6 de la guía de estudio, este episodio te equipará para tomar el mejor camino en la metodología de la crianza.

Descarga la guía de estudio gratuita: https://bit.ly/crianzapoiema

Transcripción:

Susi: En su libro Cómo pastorear el corazón de tu hijo, el autor nos ha llevado desde el capítulo uno hasta el siete (que vimos en el episodio pasado) por un proceso de evaluación; quizás pudiéramos llamarlo excavación espiritual, y también instrucción construida sobre la Palabra de Dios.

En cierto sentido, hasta ahora hemos sido retados principalmente a deshacernos de ciertas ideas, actitudes y conductas de nuestra parte como padres (por lo menos así ha sido para mí), y también de comparar nuestras suposiciones o nuestro trasfondo, opiniones, educación—todo eso—con la Palabra de Dios y con el carácter de Dios.

Si recién te estás uniendo a esta serie, espero que este episodio te sea de mucha ayuda. También te animo a buscar los episodios previos, la guía de estudio gratuito y el libro Cómo pastorear el corazón de tu hijo para que puedas tener todo el fundamento que el autor está enseñando.

Los capítulos del 8 al 12 ahora van a tratar con metodología. El autor escribió tres capítulos sobre la comunicación, uno sobre la vara y uno sobre el llamado a la conciencia. Aunque se tratan estos temas por separado en el libro, creo que nos puede ayudar verlos primero como una sola metodología para la crianza bíblica.

De hecho, el autor mismo dice esto en la página 77, después de haber citado varios versículos de Proverbios 23. Dice así: “Salomón hace una mezcla entre la comunicación plena y la vara, porque estos elementos son esenciales para la crianza bíblica. Juntos forman un método para la disciplina, la corrección y la formación de los niños que es agradable a Dios, adecuado, coherente y unificado”.

Entonces, antes de continuar con otros puntos de este capítulo, que son muy buenos, quiero comenzar la conversación con Mateo, porque creo que tenemos que arrancar bien con este leve giro que vamos a tomar en este estudio. Mateo, ¿crees que hay un peligro cuando empezamos a hablar de métodos? ¿Es válido decir que hay métodos bíblicos?

Mateo: Cuando hablamos de métodos, algunas personas están buscando algo que es muy sencillo, que les sirva como una pastilla, una píldora: “Si nada más haces esto en toda situación, así garantizas que tus hijos van a salir bien”.

Buscamos cosas como 1, 2, 3. Haz 1, luego haz 2, luego haz 3. Te va a servir en todas las situaciones; te va a servir con todos tus hijos. Realmente no existe algo así, como si fuera esa receta mágica, esa pastilla mágica que va a hacer que en todas las situaciones tú sepas exactamente: siempre vas a hacer 1, 2, 3.

Creo que sí podemos a veces caer en esa idea un poco simplista de encontrar esa pastilla mágica. Eso es lo que algunas personas buscan. De hecho, casi siempre cuando personas llegan a un podcast, o a una enseñanza, o a una conferencia sobre la familia y sobre la crianza, quieren eso. “Nada más dime qué hacer para garantizar el resultado”. Es un peligro.

También hay otro peligro de irnos al otro extremo, reaccionando en contra de esa versión simplista, de llegar a decir: “Bueno, entonces la Biblia no nos da ningún método y los métodos son realmente neutrales. No importan los métodos que usemos”.

Eso también es un error porque la Biblia sí nos da métodos. Dios sí nos da herramientas; sí nos da instrucción sobre cómo vivir, cómo criar, cómo instruir a nuestros hijos. Ahora, no nos da un método simplista. No es 1, 2, 3 y ya.

Pero sí hay principios sencillos, sí hay verdades bíblicas y sí hay algunas herramientas claras que la Biblia nos da que podemos empezar a poner en práctica con sabiduría en la vida de nuestra familia, de nuestros hijos a las diferentes etapas, las diferentes circunstancias, incluso las diferentes personalidades que tienen nuestros hijos.

Siguiendo esos si quieres llamarlos métodos bíblicos, sí podemos decir que hay métodos bíblicos. Pero sí, cuidar esos dos extremos de pensar: no hay nada en la Biblia, o: la Biblia te da un paso, o dos o tres pasos específicos, que con eso ya puedes tener todas las soluciones para tu crianza.

Susi: Sí, el mundo está ofreciendo alternativos a los métodos bíblicos. A veces son sutilmente parecidos a métodos bíblicos. Creo que los padres…hay algo en nosotros, porque la crianza es tan importante, nuestros hijos son tan importantes, que queremos buscar esa metodología.

Y cuando vemos que el mundo está ofreciendo algo, y sentimos eso que tú dices, que la Biblia no dice exactamente cómo hacer que los hijos salgan bien, eso nos hace tener esa tendencia de buscar metodología por fuera en el mundo.

O cuando alguien más pone un post en Instagram que dice: “1, 2, 3: haz esto para que tengas hijos respetuosos. Haz esto: 1, 2, 3”. Hay algo dentro de mí que dice: “¡Sí, eso es lo que yo he buscado!” En ese sentido, sí tenemos que tener cuidado, pero no desconfiar de que la Biblia sí nos da [instrucción].

Mateo: Sí, porque sí hay instrucción y hay instrucción muy práctica también. Pero es verdad que no nos da esa receta sencilla que es la manera mágica de hacer que todo funcione, que todo salga bien. Y es lo que todos queremos, en parte porque queremos no tener que luchar, no tener que esforzarnos, no tener que depender del Espíritu Santo. Queremos esa facilidad. Queremos que todo sea simple. Es nuestro propio pecado, nuestra propia pereza, también, en cierta manera.

Susi: Sí, y los seres humanos inteligentes hemos desarrollado métodos efectivos para muchas cosas. Sería fácil pensar: “Bueno, es como armar un mueble”. O: “Es como hacer muchas cosas que sí hay metodologías muy claras”. Pero la crianza no es así.

Mateo: Sí hay cosas prácticas que podemos aprender y hemos aprendido en el transcurso de los años, y personas nos pueden recomendar: “Bueno, haz esto; haz lo otro”. Pero tenemos que luchar en contra de esa versión simplista. Sí hay principios sencillos, pero no simplistas.

Susi: No recuerdo exactamente cuándo fue o en qué etapa estábamos, pero recuerdo que en algún momento tú y yo como padres en nuestra crianza, empezamos a usar el término discipulado para pensar en todas las facetas de lo que uno tiene que hacer con sus hijos en la vida diaria para criarlos en los caminos del Señor.

Por lo menos para mí, eso fue de mucha ayuda: pensar en discipular a mis hijos en lugar de solamente usar un método. Porque sí te da una perspectiva diferente. Voy a mencionar varias maneras en que a mí me ayudó tener ese cambio de mentalidad. Por ejemplo, me ayudó a tener perseverancia y entender que es una inversión a largo plazo.

Mateo: Sí, a largo plazo. Por supuesto.

Susi: Y eso me hizo entender que yo no debo esperar cambios mágicos. Pienso en cuando uno discipula a un nuevo creyente. Uno no espera que la primera vez que te reúnes con esa persona y le ayudas a saber algunas cosas que necesita cambiar, que ya para el otro domingo ya cambió todo. Entendemos que no funciona así.

Mateo: Incluso en la vida física. Cuando criamos a nuestros hijos en el aspecto físico, cuando empiezan a caminar, no pensamos que de un día para otro…: “Ya dio su primer paso. Bueno, ¡vamos a subir el Cerro de la Silla!”—que es la montaña que tenemos aquí atrás de nuestra casa.

No, sabemos que es un proceso. Pero por alguna razón, en el desarrollo de su carácter, de esas disciplinas básicas para vivir la vida, nos olvidamos de que es un proceso y que no hay una solución mágica.

Susi: También a mí me ayudó mucho recordar que hay muchas facetas de un verdadero discipulado. Cuando uno realmente discipula a otra persona, sí uno lo instruye, pero también uno pasa mucho tiempo escuchándole, haciéndole buenas preguntas.

Uno construye una relación de amistad; hay confianza en esa relación. No debe haber esa superioridad, sino es la mentalidad de caminar al lado de otra persona en su vida cristiana. Yo creo que todo eso también es verdad. La crianza tiene sus características únicas, pero en general todas esas cosas nos pueden ayudar.

Mateo: En cierta manera, la crianza solamente es un proceso de santificación en la vida de nuestros hijos. Nosotros estamos contribuyendo a ese proceso de santificación y tiene sus matices diferentes, pero realmente es eso. Casi todo lo que aplica para la santificación—ayudar a otro creyente a crecer en su vida espiritual—también tiene una aplicación muy directa a cómo estamos criando a nuestros hijos, con algunas otras facetas únicas de la relación padre-hijo.

Susi: Sí, claro. Pero sí nos puede ayudar. A veces en el pasado he dicho que las dos facetas son disciplina y discipulado, y todavía lo creo, pero al pensarlo más y más, creo que es mejor pensar en la disciplina como una faceta del discipulado.

Cuando el autor dice que la comunicación y la vara juntos componen el método bíblico de la crianza, podríamos llamar a eso discipulado. Porque incluso un nuevo creyente experimenta cierto tipo de disciplina en su vida, donde está abandonando pecado y está siendo confrontado por su pecado. Eso, en cierto sentido, es lo que hacemos con nuestros hijos. Esa perspectiva nos puede ayudar.

Antes de meternos de lleno en el tema de la comunicación, que es el tema de este y los siguientes dos capítulos, no quiero dejar de reconocer que muchos padres podrían leer este capítulo, o escuchar lo que estamos diciendo, y sentirse ofendidos y preocupados porque hemos mencionado la vara, y el autor menciona la vara.

Mateo: Sí. Es un tema muy controversial el día de hoy.

Susi: Sí, es muy controversial, y lo hemos tratado en un episodio pasado, de hecho, uno de los primeros episodios. Es el número 12 de Crianza Reverente. A estas alturas, si tú quieres detenerte y escuchar el 12 para saber qué pensamos nosotros acerca de la vara, adelante. Te animo a hacerlo.

Pero en esta serie, en unos episodios más adelante, hay un capítulo del libro que trata el tema y por eso vamos a ponerlo a un lado por ahora y tratar el tema de la vara en unos tres episodios más (creo) tocaría ese tema. Pero sí te quiero animar a orar y pedirle al Señor una mente y un corazón abierto.

Si tú te opones completamente al uso de la vara, quizás pudieras estar basando tu opinión sobre influencias externas o no bíblicas, en lugar de basarte en la Palabra. Una vez que hayamos tratado plenamente el tema de la comunicación, vamos a tocar el tema también de la vara, más adelante.

Ahora, Mateo, para acercarnos a este tema de la comunicación, ¿cuál crees que sea el obstáculo más grande que los padres tenemos para poder discipular bien a nuestros hijos por medio de una buena comunicación?

Mateo: Es nuestro propio corazón. Ese es nuestro problema más grande en la comunicación. ¿Por qué? Porque Jesucristo mismo nos dice que de la abundancia del corazón habla la boca. Lo que yo encuentro en mi propio corazón es que yo también necesito ser pastoreado. Yo necesito ser discipulado porque mi corazón tiende a alejarse de Dios, tiende a enfriarse, tiende a amar el pecado, a ser egoísta, a adorar otros ídolos.

Cuando yo empiezo a tener comunicación con mis hijos, sale mi egoísmo; sale mi corazón frío. Salen esos valores que mis ídolos me dan, porque de la abundancia de mi propio corazón habla la boca. Entonces yo tengo que trabajar mucho con mi propio corazón, porque esa es la clave de pastorear el corazón de mi hijo. Es mi propio corazón.

Si yo no estoy cuidando mi relación personal con Dios, si yo no estoy teniendo comunión con el Espíritu, no va a salir el fruto del Espíritu cuando yo tengo comunicación con mis hijos. Si la gloria de Dios y disfrutar de Dios no es mi meta principal, eso no va a salir de mi boca cuando yo tengo comunicación con mis hijos.

Van a salir otros ídolos. Van a salir otras prioridades, y mi comunicación no será efectiva para pastorear el corazón de mis hijos hacia la semejanza de Cristo, hacia amar a Dios y recibir nuestro deleite mayor en él, sino va a inclinarlos hacia otros ídolos que yo tengo.

Si nuestro corazón como padres no está inclinado hacia Dios, no está enamorado de Dios, va a ser muy difícil…no, de hecho, va a ser imposible, que nuestra comunicación realmente les dirija hacia Jesucristo como realmente debería de dirigirlos.

Susi: Eso nos ayuda también a entender por qué no podemos ver esto de la crianza como seguir un simple método. Porque yo podría seguir todos los métodos que yo quiera, pero si mi corazón y mi ser no está entregado al Señor, no estoy luchando contra el pecado, no estoy modelando para mis hijos la relación con Dios y con otros que realmente es la correcta, es imposible que yo vaya a criarlos realmente.

Mateo: Y esta es la manera en que el cambio se da en la vida de una persona. Es vida con vida, corazón con corazón. Estas cosas, hemos dicho, se contagian más que se catequizan, que se instruyen. Nuestros hijos van a detectar eso. Es nuestro corazón. Y nos va a salir por los poros, por mucho que nosotros digamos: “Mira, en Crianza Reverente me dijeron: haz esto, haz esto, haz esto, y yo voy a hacer eso”. Va a salirnos por los poros, por otras formas, de otros lados, ese aspecto que realmente rige nuestro corazón, ese ídolo que está en nuestro interior.

Entonces tenemos que trabajar, pedir que Dios trabaje en nuestro corazón, que transforme nuestro corazón, que nos dé un corazón que le ama a él genuinamente. Eso es lo que nosotros más necesitamos, porque sin eso es imposible que salga de tu boca lo que Dios quiere que salga de tu boca. Porque de la abundancia de tu corazón va a hablar tu boca. De eso no hay duda. Cristo nos dejó eso muy claro. Es un hecho.

Susi: Eso es un hecho; no es una simple observación o mandamiento. Es un hecho, simplemente.

Mateo: Y lo puedes tapar por cierto tiempo. Por cierto tiempo lo puedes controlar, pero en poco tiempo va a salir lo que realmente hay en nuestro interior.

Susi: Como padres, tenemos que dejarnos ser discipulados para entender qué es el discipulado. Nada nos equipa mejor para tratar con el pecado de nuestros hijos que permitir que Dios, y quizás otros hermanos, traten con nuestro pecado. No puedes hacer algo, explicarle a alguien hacer algo, hasta que tú entiendas cómo se hace. Es lo mismo con la santificación, el crecimiento. Es sumamente importante eso.

Cuando pensamos en este capítulo 8 que el autor escribió, probablemente el punto principal que él hace aquí es el hecho de que la comunicación es un diálogo que busca comprender a la otra persona, y no un monólogo para expresar ideas propias. ¿Por qué es tan importante que los padres entendamos este punto? ¿Tú crees que esto sea un problema para la mayoría de los padres?

Mateo: Yo creo que es un enorme problema para nosotros que somos padres. Yo lo detecto en mi propia vida. Mi reacción natural es que quiero sermonear a mis hijos, y no solamente porque soy pastor. ¡Quizás se me da más fácil porque soy pastor!

Susi: [Se ríen.] Muchos de los que no somos pastores, igual hacemos eso.

Mateo: Y en parte es la manera que muchas veces nos criaron a nosotros. Nos dieron sermones. La interacción entre el padre y el hijo es: el hijo hace algo mal; entra el padre y le grita a su hijo por cinco minutos y sale por la puerta. Y piensa: “Mira, ya tuve comunicación con mis hijos”.

Pero hay un grave problema. El problema es que, en realidad, nosotros no sabemos qué hay en el corazón de nuestros hijos. Ese es un problema real. Pensamos que, porque nosotros los criamos, porque los tenemos ahí en la casa, sabemos qué hay en su interior. Pero no sabemos lo que hay en su interior; no sabemos cuál es el ídolo que en ese momento está gobernando su corazón.

El autor usa una ilustración de las zapatillas o los tenis de su hijo. Le compraron unos tenis y no le gustó. Pudiéramos nosotros pensar: “Bueno, es que está siendo materialista. Es que solo quiere los de marca, los que son más caros”. Pero realmente ese no era el ídolo que estaba en el corazón de su hijo en ese momento. Lo que le estaba moviendo a él eran los comentarios de sus amigos, que él quería quedar bien con sus amigos.

Ahora, ¿cómo sabemos qué ídolo está gobernando el corazón de nuestros hijos? La manera en que lo sabemos es a través de un buen diálogo. La palabra diálogo sabemos que significa “cuando dos tienen la palabra”. Viene de logos en griego, que significa palabra y dia, que es el número dos. Entonces dos personas tienen la palabra.

Muchas veces nuestra interacción, comunicación con nuestros hijos, es monólogo: cuando una persona tiene la palabra. Y yo soy el que tiene la palabra, y yo llego y yo le digo a mi hijo lo que yo creo que él tiene que hacer o lo que él tiene que comprender.

Pero realmente yo no he comprendido lo que hay en su corazón. Yo necesito tener diálogo con mi hijo para entender lo que hay en su corazón. No quiere hacer la tarea. ¿Por qué no quiere hacer la tarea? Puede ser que simplemente es el ídolo de la pereza.

O pudiera ser que él ama a otra actividad mucho, como su videojuego, y no quiere hacer su tarea porque está obsesionado con su videojuego. Puede ser que en su clase el que trae la tarea hecha, se burlan de él, y él no quiere ser el objeto de burla.

¿Cómo sé cuál es el ídolo de su corazón? Necesito la comunicación. El diálogo es la manera que yo puedo identificar el ídolo específico que está en el corazón de mi hijo. Luego la segunda parte de esa conversación tiene que ser la aplicación de las verdades específicas de la Palabra de Dios a ese ídolo específico que está en su corazón.

Pero puedo estar hablando de muchas verdades que son muy bíblicas, y no van a tener ningún impacto en la vida de mi hijo porque no son las verdades que él necesita para enfrentar el problema que hay en su corazón.

Susi: Que tratan con ese problema.

Mateo: Eso es donde el diálogo es tan importante: que yo sepa qué es lo que él necesita, qué es lo que hay en su corazón, de manera individual (que va a ser diferente). Esto es difícil para nosotros porque requiere tiempo, y requiere mucha atención.

Susi: Y humildad de querer realmente saber.

Mateo: Sí, porque para mí es mucho más fácil entrar, darle el sermón y salirme rápido.

Susi: Seguir con mis quehaceres.

Mateo: Sí, y ya no tengo que pensar en eso. ¡Ya le dije! Pero hablar, investigar, excavar en el corazón de mi hijo, ser sensible a lo que él está pasando, eso requiere una inversión de tiempo, y de esfuerzo y de atención que nos cuesta. Porque también nosotros somos egoístas, como decíamos hace un momento. Y ese egoísmo impide la buena comunicación.

Susi: Creo que es importante recordar que mostrar ese deseo de saber lo que hay en su corazón tiene que ser en todos los contextos de la vida y no solamente en el momento de disciplina. Porque si solamente de repente, cuando mi hijo se portó mal, quiero que hable conmigo, pero cuando él llega de la escuela hablando de sus sueños, o sus cosas que a mí me aburren, todos sus detalles que quiere contar, y yo no lo quiero escuchar…O en la noche, cuando se va a acostar, y quiere contarme sus temores, y yo nada más le digo: “Déjame orar por ti”, porque ya quiero ir a ver mi serie con mi esposo. Si yo no aprovecho esos momentos, cuando él se quiere abrir o ella se quiere abrir, va a aparecer casi hipocresía para ellos, que de repente, cuando se portan mal: “Ah, ahora sí quiero que me hables”.

Mateo: Sí, si llega el hijo y te cuenta que a su amigo le acaban de regalar una laptop, y que él quiere una laptop, y tú dices: “No seas tonto. Nosotros no tenemos dinero para eso” y cierras ahí esa puerta de comunicación, pero el día siguiente quieres hablar con él acerca de la muchacha que le está empezando a gustar, y quieres que ahora él se abra contigo; no, tú cerraste esa puerta de la comunicación de manera muy abrupta. Eso le dice a tu hijo: “Papá no quiere hablar conmigo”.

Susi: No quiere realmente conocer mi corazón. Sí, eso es un punto difícil y muy importante.

Tú y yo hemos comentado varias veces en esta serie que leímos este libro varias veces en las diferentes etapas de nuestra crianza, y yo recuerdo algo del capítulo 8 que a mí me confrontó y me ayudó mucho. Es cuando el autor dice que hay habilidades que un padre o una madre debe desarrollar si vamos a poder ayudar a cada hijo; entenderse a sí mismo.

Y yo recuerdo cuando primero lo leí, dije, si me hubieras preguntado cuáles habilidades necesita un padre o una madre, creo que yo no hubiera dicho: saber fomentar la buena comunicación. De hecho, hay chistes y memes acerca de todas las habilidades que los padres supuestamente necesitan tener.

Pero yo recuerdo que eso tocó mi corazón, y me dio un deseo de ser esa mamá que reconoce que no lo sabe todo, que necesita desarrollar habilidades y pedirle ayuda al Señor. Quiero mencionar, nada más, algunas de las habilidades que menciona el autor. Él dice que debes desarrollar la habilidad de ayudar a tu niño a expresarse, o tu habilidad de facilitar conversación, o saber cómo comprender las conductas y las palabras.

Esto quizás implica leer buenos libros, o hacer algo para que tú crezcas en tu habilidad de comprender conductas y palabras. Eso te lleva a poder discernir asuntos del corazón, y todo esto te va a convertir en una persona más comprensiva.

Yo me estaba preguntando cuáles serían algunas de las actitudes o las posturas típicas de los padres que demuestran que realmente no hemos adquirido todavía esas habilidades. Sé que hemos mencionado algunas cosas ya, pero ¿cuáles serían algunas otras cosas?

Mateo: Creo que la impaciencia es una. Somos muy impacientes; queremos continuar con nuestras actividades. Otra es la distracción, estar medio escuchando a nuestros hijos mientras vemos la tele, o estamos viendo algo en el teléfono, leyendo mensajes que nos llegan. Eso impide que tengamos una buena comunicación.

Otra que había pensado, es que nos dejamos controlar por nuestras emociones. Respondemos emocionalmente a lo que está sucediendo en vez de detenernos, dejar a un lado nuestras emociones y enfocarnos en pastorear el corazón de nuestros hijos, para hablar con ellos y trabajar con su corazón. En lo personal soy mucho peor en la comunicación que tú. ¿Qué crees tú? ¿Cuáles son algunas cosas que podemos tener como padres que impiden la comunicación?

Susi: Para mí, yo me di cuenta en el momento de empezar a aprender esto, que yo si traía una superioridad en mi corazón, como orgullo. Pero es un poco difícil con los hijos porque son menores de edad; están bajo tu cuidado.

Pero los padres no somos personas superiores a nuestros hijos. No tenemos un valor superior. No necesariamente tenemos un nivel de inteligencia innata superior. Obviamente somos más inteligentes porque llevamos más tiempo en la vida, pero yo me di cuenta de que era fácil para mí casi ver a mis hijos como tontos.

Nunca lo hubiera dicho, pero empecé a reconocer en mis actitudes eso. Eso me impedía esforzarme en desarrollar esas habilidades de realmente ser comprensiva con mis hijos. El Señor me mostró ese orgullo, esa confianza en mí propia sabiduría.

Y claro que Dios quiere otorgar a los padres sabiduría cuando ellos se lo piden, y debemos pedirlo. Pero luego no debemos enorgullecernos porque Dios nos ha dado más sabiduría. Esa dinámica personal, dentro de nuestro corazón, puede estorbar que estemos dispuestos a detenernos y decir: “Espérame, yo no soy tan buena en la comunicación como debería de ser. ¿Qué puedo hacer para mejorar?”

Mateo: Y creo que eso nos lleva también a juzgar a nuestros hijos, a vernos como superiores. “Yo no luché con eso cuando yo tenía tu edad. Eso es muy absurdo”. Juzgamos a nuestros hijos, y ellos detectan eso, y otra vez es un impedimento para la buena comunicación.

Susi: Si volvemos a pensar en el concepto del discipulado, si podemos ver nuestra crianza como un discipulado, nosotros no trataríamos así a una hermana de la iglesia que es más recién convertida y que yo estoy discipulando. Yo no le trataría, no debería de tratarle, con esas actitudes. ¿Por qué voy a tratar a mi hijo con esas actitudes?

Ella por ser recién convertida, no quiere decir que sea una persona inferior, que no es inteligente, que no tiene sentimientos válidos y pensamientos válidos. Debo escucharla para ayudarle a redirigir su atención a Dios. Todo eso que hacemos en un discipulado normal, también deberíamos de hacerlo.

Mateo: Sí, a veces somos más pacientes con la gente de fuera de nuestra familia que con nuestra propia familia, ¿verdad?

Susi: Sí, definitivamente. Aquí hay mucho, mucho contenido que podríamos conversar, pero creo que vamos a dejarlo ahí. Nos quedan dos episodios más sobre la comunicación, así que vamos a estar continuando con estos temas. Te animo si aún no lees este capítulo 8, léelo, y ahora te toca ver la guía de estudio también.

Nada más quería decir que al final de este capítulo, el autor menciona que, en el proceso de discipular al hijo por medio de la buena comunicación, nos paramos encima de él porque tenemos autoridad otorgada por Dios, pero nos paramos al lado de él, en cuanto al hecho de que somos igual de pecadores que él. Esto va de la mano con lo que acabamos de comentar. Esto es lo que nos permite ser padres comprensivos y discipuladores.

Sería bueno que nos examináramos esta semana y que pidamos al Señor que nos revele si hemos tenido una tendencia hacia ser demasiado comprensivos, sin estar dispuestos a ejercer autoridad y disciplina, o si nuestra tendencia es al monólogo: la persona que no escucha, que no se pone al lado del niño en comprensión.

Creo que las preguntas del capítulo 6 de la guía de estudio te pueden ayudar a examinarte y hacer esos cambios poco a poco. Que Dios nos confronte y nos haga crecer en nuestra crianza esta semana.

Que Dios te bendiga.

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Autores

  • Susi es la fundadora de Crianza Reverente y anfitriona del podcast, mamá de un adolescente y dos adultos jóvenes, y esposa de Mateo Bixby, uno de los pastores de Iglesia Bautista la Gracia en Juarez, NL, México. Juntos colaboran también en la Universidad Cristiana de las Américas en Monterrey, NL.

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  • Nació y creció en España, de padres americanos misioneros. Estudió en Estados Unidos y está a punto de terminar su doctorado. Lleva casi 20 años viviendo en Guadalupe, Nuevo León, junto con su esposa Susan y sus tres hijos: Aarón, Ana y David. Es director de la Facultad de Teología en la Universidad Cristiana de Las Américas y es pastor fundador de la Iglesia Bautista La Gracia en Juárez, Nuevo León.

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