Categoría: Evangelio

Ep 121: No cauterices la conciencia de tus hijos

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November 8, 2022

La conciencia es un aspecto de la imagen de Dios en el ser humano. Esta capacidad de discernir entre el bien y el mal es un “aliado” en la crianza bíblica, como dice Tedd Tripp en el capítulo 12 de su libro “Cómo Pastorear el Corazón de tu Hijo”. ¿Cómo podemos instruir la conciencia de nuestros hijos? ¿Cómo evitamos cauterizar su conciencia? ¡Quizá te sorprendas de las maneras sutiles en las que posiblemente lo estés haciendo! Únete a esta conversación, y considera el capítulo 10 de la guía de estudio para una evaluación cuidadosa.

Descarga la guía de estudio gratuita: https://bit.ly/crianzapoiema

Transcripción:

Susi: Llevamos varios episodios sumergiéndonos profundamente en la metodología bíblica de la crianza: qué hacer en la vida práctica, cómo responder a la conducta positiva y negativa de mis hijos, cómo tener buena comunicación con ellos, cómo llevar la disciplina y, lo más importante, cómo hacer todo esto según la Biblia y no según la cultura que nos rodea.

Como si tres capítulos sobre la comunicación y uno sobre la vara no fueran suficientes, el autor del libro Cómo pastorear el corazón de tu hijo está tan interesado en ayudarnos a comprender la importancia de esto que nos está agregando un capítulo más. Es cortito este capítulo 12 del libro, pero creo que va a tener gran repercusión sobre las familias que atienden el llamado crucial que nos hace.

Tedd Tripp abre este capítulo hablando sobre cómo un artista comienza a pintar un cuadro. No saca inmediatamente las pinturas de colores, sino que sobre el lienzo lo primero que hace es aplicarle una aguada. Esto es como una tinta que se aplica para quitar lo blanco del lienzo y prepararlo para ser pintado.

Con esta ilustración, el autor quiere hacernos entender que existe una aguada para la crianza bíblica. Existe un fondo que debe estar debajo o detrás de todo lo que hacemos en la crianza, especialmente las conversaciones y las oportunidades para la disciplina. Ese fondo es el evangelio: en particular, el llamado que los padres hacemos a la conciencia del niño, junto con un enfoque en la obra redentora de Dios.

Estas dos cosas le dan forma y estructura bíblica a nuestra crianza. El autor nos presenta ejemplos tanto de Salomón en los Proverbios como de Jesús en los evangelios haciendo un buen uso del llamado a la conciencia. Dios nos ha dado el don de la conciencia, la capacidad de razonar, para distinguir los asuntos del bien y del mal.

Como padres debemos ver la conciencia de nuestro hijo o nuestra hija como una aliada en la disciplina y la corrección. Cuando enfocamos la crianza en la obra redentora de Cristo, les ayudamos a nuestros hijos a tener una evaluación acertada y sobria de sí mismo como pecador y así también una comprensión mayor de la misericordia de Dios cuando él ofreció a Cristo para tomar nuestro lugar.

Por ejemplo, si mi hija ve su incapacidad para poder agradar a Dios y hacer lo correcto todo el tiempo, yo debo de estar agradecida por eso. Nunca debo hacerle pensar que ella es capaz por su cuenta de cumplir con toda la ley y agradar a Dios. Esto fomenta hipocresía y soberbia espiritual.

Esto es el resumen del capítulo 12 de lo que el autor está comunicando. Como siempre en esta serie, Mateo está conmigo otra vez. Mateo, el capítulo 12 habla del llamado a la conciencia, o apelar a la conciencia, que los padres debemos hacer con nuestros hijos, y que eso provee la oportunidad de dirigirles al evangelio. Pero sabes, yo no sé si todos entendemos eso de apelar a la conciencia. ¿Cómo lo entiendes tú?

Mateo: La conciencia es una facultad que Dios ha puesto en nosotros como parte de la imagen de Dios en el ser humano, que nos va indicando si algo es bueno o malo, si hemos hecho el bien o el mal. Tenemos esa vocecita. Tradicionalmente se identifica como el angelito que está ahí sobre el hombro, que nos está soplando al oído si hemos hecho algo malo o bueno.

No queremos caer en esas imágenes de nuestra cultura sobre la conciencia, pero sí es verdad que todo ser humano tiene, porque es humano creado a la imagen de Dios, una capacidad de sentir que algunas cosas están bien y que algunas cosas están mal.

Creo que Ted Tripp quiere que nosotros entendamos que debemos ir más allá de la superficie del comportamiento y poder también dirigirnos a esa facultad que seguramente en el corazón y en la mente de nuestros hijos les está diciendo: “Mira, ese comportamiento que tú tuviste con tu hermana, o que tú tuviste en la escuela, ese comportamiento estuvo mal”.

Podemos hablarle a esa facultad que como dijiste en la introducción, es una aliada de nosotros en esta lucha. No sólo decir: “Tú hiciste mal”, sino que la conciencia del niño mismo le diga: “Yo hice mal”. Entonces no viene solo de afuera, sino viene de adentro también, del niño.

Susi: Creo que podemos ayudarle a saber por qué escucha esa vocecita. Podemos hacerle buenas preguntas: “¿Qué pensaste?” o ¿Qué sentiste?” como hemos hablado anteriormente.

Mateo: Sí, las mismas cosas que venimos mencionando en los últimos episodios sobre ¿qué está sucediendo en tu corazón? ¿Qué ídolo te está controlando en este momento? Esas son preguntas que van a ir finalmente a la conciencia.

Susi: Y que el niño valore que hay algo dentro de él que le está diciendo que algo estuvo mal o algo estuvo bien.

Mateo: Y queremos crear en él la sensibilidad a esa voz, a esa conciencia. La Biblia nos dice que todo lo que no proviene de fe, es pecado. Si no estamos nosotros con la confianza de que lo que vamos a hacer es bueno, deberíamos de evitarlo. Dios nos ha dado esa voz como una protección. Sí queremos cultivar en nuestros hijos esa capacidad, o esa sumisión, por decir así, a su conciencia.

Susi: Algunos padres podrían decir: “Obviamente no queremos enseñar a nuestros hijos a seguir su corazón”. Por lo menos en mi mente está la necesidad de separar: el corazón es donde están los deseos, las pasiones. La conciencia sería más en la mente del niño.

Obviamente no se puede separar completamente esas dos cosas, pero podemos ayudarles a entender sus deseos malos y que, al mismo tiempo, su mente le está…su conciencia le puede estar redarguyendo al mismo tiempo que él está cediendo a una pasión incorrecta.

Mateo: Todos lo hemos experimentado en la práctica. Hay algo que nosotros queremos y deseamos con todo nuestro corazón y a la misma vez hay otra parte de nosotros que nos está diciendo: “Pero lo que tú quieres está mal.”

Esa es nuestra conciencia. Sí es parte de nuestro hombre interior, si quieres llamar eso nuestro corazón o nuestra mente, o como quieras llamarlo. Pero sí hay una parte de nuestro hombre interior que es una voz de Dios. No es una voz infalible, pero es una voz que Dios ha puesto ahí, que sí nos alerta cuando algo está mal en nuestra vida.

Susi: Como mamá, pienso: necesito mejorar. Necesito aprender a hacerle buenas preguntas a mi hijo, tanto de qué sintió—quizás qué sintió, esos fueron sus pasiones, posiblemente—pero “¿Qué pensaste? ¿Tú pensaste que estaba bien? ¿O tú sabías que estaba mal? Y luego animarle a que él haga caso a eso.

Mateo: Sí, y eso nos lleva a otro punto bastante interesante, que es que tenemos que instruir la conciencia porque la conciencia no es una voz infalible. Lo dije hace un momentito. No es la voz del Espíritu Santo. Nuestra conciencia es algo que nosotros podemos cauterizar. Es algo que nosotros podemos silenciar. Es algo que nosotros podemos incluso entrenar mal, por una mala instrucción.

Si yo he crecido en una cultura que me dice que la mentira está bien, mi conciencia puede excusar cuando yo cuento una mentira, aunque la Biblia no excusa esa mentira. Pero mi conciencia me dice que está bien porque así he sido instruido. A veces nuestra conciencia nos dice que cosas que están bien son malas porque también he crecido en un hogar donde se me ha instruido de esa forma. La conciencia no es una voz infalible.

En las Escrituras encontramos situaciones donde en una sola epístola de Pablo (estamos predicando en primera a los corintios en nuestra iglesia) encuentras a personas que pensaban que tomar carne sacrificada a ídolos del mercado—ir al mercado y comprar esa carne en el mercado y comértela—era pecado; que eso era participar de una adoración idólatra, y que ningún cristiano debía de hacerlo.

Ahora lo que Pablo dice es: “No, no hay ningún problema con hacer eso. Si tú quieres comer esa carne, adelante. Tu conciencia no te debería de estar redarguyendo en ese momento”. Ahora, en el mismo capítulo el Apóstol Pablo habla a personas creyentes que decían: “Mira, ¿ves? Los ídolos no son nada. Tú puedes incluso ir al templo pagano y estar comiendo en las fiestas paganas y comer esa misma carne cuando lo están ofreciendo a ídolos, y no pasa nada”.

Y ellos lo estaban haciendo. El apóstol Pablo les dice: “No. Ahí tu conciencia se está equivocando. Ahí tú no debes de hacer eso”. Tenemos las dos situaciones: personas con una conciencia débil, instruida incorrectamente, prohibiéndoles hacer cosas que sí pueden hacer. Y luego está la conciencia que está cauterizada que les dice: “Mira, tú puedes hacer algo que no deberías de hacer”.

Es por eso también que nosotros tenemos la oportunidad, por medio de nuestra instrucción y por medio de apelar o llamar a la conciencia de nuestros hijos, de instruir a nuestros hijos. Es una de las formas en que nosotros podemos realmente instruir a nuestros hijos y así estar ayudando a que su conciencia sea un indicador más bíblico, cada vez más bíblico.

Esa es la parte que muchas veces como padres perdemos de vista. En vez de dirigirles hacia la Biblia y lo que la Biblia dice para que su conciencia les esté diciendo lo que la Biblia dice, les apuntamos a nuestra tradición o nuestra cultura, o incluso nuestra cultura eclesiástica: lo que nos enseñaron así en nuestra iglesia: “Esto está mal”. A veces sí, y a veces no, ¿verdad?

A veces cosas que nos han dicho en nuestras iglesias no son malas, moralmente malas. Tenemos que constantemente llevar a nuestros hijos a la Palabra de Dios, y nosotros mismos someter nuestra conciencia también a la instrucción de la Palabra de Dios. Parte de esa conversación que yo tengo con mi hijo tiene que ir dirigido hacia esa parte de mi hijo que le está diciendo: esto es malo o esto es bueno.

Susi: Como cristianos, la crianza, como ninguna otra cosa en la vida, nos hace evaluar por qué hacemos las cosas. Como tú dijiste, podemos crecer en una iglesia y toda la vida nos dijeron: “Esto está bien y esto está mal”. Y de repente tienes un niño de 4 años que te empieza a preguntar por qué, o un niño de 8 años que dice: “Pero mamá, ¿dónde dice eso la Biblia?”

Mateo: Y que aprieto, ¿no?

Susi: Ajá. Y a veces los padres nos sentimos intimidados con esas preguntas. Pero qué gran diferencia haría si nosotros dijéramos: “Tienes razón, hijo. No estoy segura, o no estoy seguro, qué enseña la Biblia acerca de eso. ¿Por qué no lo investigamos juntos”?

Eso ayudaría a que nosotros estemos viviendo de una manera íntegra y que nuestros hijos vean que realmente lo que más deseamos no es conformar a nuestros hijos a cierto modelo de cristiano ideal, sino realmente queremos que conozcan y vivan conforme a la Palabra. A fin de cuentas, la conciencia está muy ligada con lo que creemos, nuestra fe básica, en qué está puesta nuestra confianza.

Puede sonar un poco intimidante decir: “Tú debes instruir la conciencia de tu hijo”. ¿Cómo? ¿Cómo es eso? Puede sonar un poco difícil, pero realmente creo que si día tras día somos padres que andamos en obediencia a la Palabra y que nuestros hijos saben que la Palabra es nuestra regla de fe y práctica, eso va a ayudar a que sepan que aun cuando mamá y papá no están seguros, vamos a la Palabra. Investigamos.

Mateo: Podemos también explicarles a nuestros hijos que no todas las cosas que practicamos en la casa tienen un versículo donde decimos: este versículo me dice esto. Hay algunas cosas que tenemos que decirles a nuestros hijos: “Mira. Son asuntos de prudencia, de sabiduría. No viene de esta manera tan explícita en la Biblia. Pero nosotros como padres creemos que es la manera más sabia de guiar a nuestra familia”.

También a nuestros hijos eso les puede ayudar, cuando nosotros explicamos la diferencia entre: “Eso es lo que la Biblia dice tal cual”, y “ésta es una conclusión secundaria a la que nosotros hemos llegado. Esta regla quizás no está al mismo nivel que otra, pero simplemente es una conclusión por el discernimiento, la prudencia que Dios nos ha dado. Creemos que esta es la mejor manera de vivir como familia”.

Susi: Y ayudar a nuestros hijos a distinguir entre la obediencia que nos deben a nosotros como padres y la obediencia que deben a la Palabra. Por ejemplo, los padres tenemos el derecho y la responsabilidad de exigir cosas a nuestros hijos que no vienen directo de la Biblia.

No hay nada de malo en que yo exija a mi hija a que se coma sus verduras. La Biblia no le manda a mi hija comer sus verduras cada comida. Cuando usamos frases como: “Dios te ve. Dios te va a castigar porque no comes tus verduras” eso puede causar un conflicto en la mente, y mi hija puede decir: “Pero ¿dónde Dios dice que tengo que comer mis verduras?”

Debemos distinguir para nuestros hijos, como tú decías: “Mira. Dios a ti te dice en Efesios 6 que debes obedecer a tus padres en todo. Mamá y papá tenemos la responsabilidad de decidir en qué cosas te vamos a exigir obediencia”.

Algunas de esas cosas vienen directamente de la Biblia, y otras son cuestiones de sabiduría. Podemos ayudar a nuestros hijos, a su conciencia. Su conciencia le debe molestar por desobedecer a mamá. Y también en algunos casos, su conciencia debe molestarle por también desobedecer a Dios en algo específico.

Mateo: Esto también tiene una influencia en cómo interactuamos con otras familias, quizás de nuestra misma iglesia o de otras iglesias. Porque si nosotros hemos puesto todo al mismo nivel, que todo es Biblia…entonces, comer las verduras es bíblico. Quizás no, ¿verdad?

Pero hay otras prácticas donde nuestra manera de vestir o la música que nosotros escuchamos o el entretenimiento que nosotros practicamos como familia, o ciertos lugares a donde vamos, si todo eso está a nivel de Biblia, igual que “no matarás” y “no adulterarás”, nuestros hijos no están preparados para enfrentarse a personas o relacionarse con personas que tienen conclusiones un poco diferentes. No en esas áreas que la Biblia dice explícitamente, pero en esas áreas donde son cuestiones de discernimiento, prudencia.

Les podemos ayudar, a prepararles para esa vida, esa interacción con otras personas que son creyentes que aman a Dios, y están intentando servirle igual que nosotros, pero que tienen reglas o estándares familiares o personales diferentes a las nuestras. Ya no es tanto un asunto de conciencia y de bien y del mal, sino es más un asunto de prudencia. Eso también es parte de instruir su conciencia entre la diferencia entre lo que es bíblico y lo que simplemente es prudencia o práctica u opinión personal.

Susi: Todos hemos escuchado al niño que dice: “¡Mami! ¡Creo que mi compañero va a ir al infierno!” “¿Por qué?” “Porque él hace esto, lo que nosotros no hacemos”. Para el niño eso es blanco y negro. Si no todos hacen exactamente como nosotros, están mal. Ahí es súper importante lo que dices. De hecho, esa es una pregunta que ha llegado bastante a la cuenta de Crianza Reverente.

¿Cómo lo tratamos cuando mis hijos ven que sus amiguitos cristianos pueden hacer algo que nosotros les hemos dicho que no creemos que sea bueno o no creemos que sea sabio? En este caso, es nuestra responsabilidad de informar, instruir, la conciencia de nuestros hijos. Y al mismo tiempo, enseñarles a vivir con otros que pueden tener otra perspectiva.

Sí diría, si estás conviviendo mucho con una familia que tiene prácticas pecaminosas, eso es otra cosa, porque constantemente vas a tener que contestar preguntas. Va a ser difícil evitar decir: “Sí, eso es pecado”. Debes ayudar a tu hijo a reconocer el pecado. Si hay una influencia grande de otra familia en tu familia y es una familia que sí está viviendo en pecado, es otra situación que considerar.

Mateo: Por supuesto. No estamos diciendo que no puedes tener contacto ni amistades con personas que están practicando el pecado, pero sí tenemos que estar alertas a la influencia que eso puede tener en nuestros hijos. Y puede ser una oportunidad para enseñarles lo que la Biblia dice y también enseñarles cómo amar a una persona que está en pecado, que está practicando algo que desagrada a Dios, pero sin dejar que eso influya y que te arrastre a tú también a hacer el mal.

Susi: Sí, ¿eso sería un ejemplo de a lo que nos referimos cuando hablamos de cauterizar la conciencia?

Mateo: Sí. Cuando tú te acostumbras a cierto pecado, muchas veces es como que desarrollas un callo.  Ese callo impide que tú sientas algo en tu dedo, por ejemplo, o tu mano. Nuestra conciencia, por la presencia constante del pecado, poco a poco se va degradando, cauterizando. Ya no nos redarguye en cuanto a eso.

Quizás esos creyentes de Corinto, cuando primero fueron al templo pagano, algo les decía: esto está mal. Pero se acostumbraron a ese contexto y ya no les molestaba eso. Sí es muy posible que nosotros, por una mala práctica, o una mala instrucción, empecemos a cauterizar esa conciencia, a silenciar esa conciencia en áreas donde realmente sí estamos pecando.

Susi: A lo mejor vamos a hacerlo con nuestros hijos en áreas donde nosotros ya tenemos cauterizadas la conciencia.

Mateo: Por supuesto. El ejemplo de antes, de la mentira: si a mí no me preocupa la mentira y mis hijos me ven mentir a mí, su conciencia probablemente también va a estar cauterizada en ese aspecto de la mentira. No van a ver la mentira como pecaminosa.

Susi: Se me ocurre otras áreas donde esto pudiera ser común en los hogares. Por ejemplo, lo que vemos en la tele. Nos han comentado varias veces padres de niños pequeños que su hábito siempre era, desde bebés, tener a sus hijos ahí con ellos viendo la tele, porque todos están en la cama y les gusta ver…

Mateo: …y son pequeños y no entienden lo que están viendo al principio.

Susi: Pero luego una niña de 3 años le dice algo a su papá, y es obvio que ella ha entendido algo de lo que ha pasado en la pantalla. O repite una palabra mala o habla de algo como desnudez, o algo así, como algo normal.

Y el papá se da cuenta: mi hija sí está viendo. Está entendiendo. Si nosotros permitimos algo así, la conciencia de esa niña va a ser probablemente casi completamente cauterizada a temas como estos que está viendo. Puede ser violencia, puede ser temas sexuales.

Mateo: Maldiciones, sí.

Susi: Incluso puede ser cómo las personas se hablan, porque si te gusta ver novelas donde a cada rato la gente se está gritando, insultando, eso se le puede hacer normal.

Mateo: O incluso temas de romance. Si una niña está viendo a su mamá ver esos programas, su perspectiva del romance está siendo instruido, está siendo formado, por lo que su mamá estaba poniendo en la televisión tanto tiempo.

Susi: Los padres necesitamos pedirle al Señor que a nosotros nos descubra, nos destape nuestros ojos y que veamos, incluso desde nuestra propia crianza, cosas que vemos normales, que no nos molestan, que cuando otro cristiano dice que eso puede ser malo, nosotros por dentro por lo menos, nos burlamos un poco. Nos sentimos el cristiano fuerte que no tiene la conciencia sensible. Eso pudiera ser, pero también pudiera ser que yo tengo mi conciencia cauterizada.

Mateo: Sí, y es curioso porque también podemos irnos del otro lado. El otro lado es de cauterizar la conciencia por nuestro orgullo. En este sentido: no sólo la presencia del pecado, pero yo pongo una serie de reglas que son alcanzables. El autor nos hablaba de esto en el capítulo. Yo no puedo alcanzar la santidad de Dios; entonces yo rebajo la santidad de Dios a un estándar que yo sí puedo cumplir.

Y exijo ese estándar a mis hijos. Pongo esas reglas como si fueran Palabra de Dios, los Diez Mandamientos, algo así. Cuando los cumplimos, nos llenamos de orgullo y eso endurece nuestra conciencia en contra de otras áreas donde la Biblia nos está pidiendo algo que no podemos alcanzar. Nosotros nos sentimos que estamos muy bien: yo estoy bien porque yo hago tal, tal, tal, y tal. Y son las cosas que hemos enfatizado, nuestros mandamientos familiares.

Dios nos está pidiendo algo mucho más grande que no podemos alcanzar, que es una santidad perfecta en todas las áreas de la vida. Para eso, yo necesito que mi conciencia sea sensible y me señale, según la luz de la Palabra de Dios, donde yo estoy mal. Y eso me lleva al evangelio de Jesucristo. Yo necesito a Cristo.

Teniendo una serie de reglas extrabíblicas que yo pongo como el estándar absoluto del bien y del mal puede incluso endurecer nuestra conciencia en contra del pecado, en ciertas áreas de pecado de nuestra vida. Cuando nosotros estamos pensando: “Ah, mira lo santo que yo soy, porque yo sí estoy cumpliendo con estas reglas”, curiosamente estamos haciendo todo lo contrario muchas veces, teniendo el efecto contrario en la vida de nuestros hijos, cuando estamos yéndonos a algo tan extrabíblico.

Susi: Lo hemos visto por haber estado muchos años en una universidad cristiana. Han llegado muchos jóvenes de iglesias o de familias que les han instruido así. Les han presentado toda su vida un estándar alcanzable de lo que es un buen cristiano.

Mateo: A veces es un estándar alto; es muy exigente, pero es alcanzable porque es externo.

Susi: Exacto. Es vestir de cierta manera, actuar o no actuar de cierta manera, servir a Dios de cierta manera. Es una lista de cosas externas. ¿Cuál es el impacto que hemos visto en la vida de estos jóvenes?

Mateo: Tienden a ser legalistas, primero. Tienen sus reglas: estas son las cosas que hay que hacer. Pero también promueve el orgullo. Si tú cumples con esas reglas, te sientes orgulloso. Curiosamente también cultiva la culpabilidad. Porque aun cuando sentimos que estamos cumpliendo con esas reglas, hay algo dentro de nosotros que sabe que no está dando la talla delante de Dios.

Dios es perfectamente santo y yo nunca voy a alcanzar eso, aún si estoy alcanzando y cumpliendo y obedeciendo esas reglas externas que hay en nosotros. Entonces, eso termina o con personas muy saturadas de culpa y de remordimiento, e incluso amargura en contra de Dios que les está exigiendo cosas que ellos saben que no pueden cumplir, o también cultiva la soberbia extrema: mira lo bueno que yo soy comparado a los demás.

Creo que también cultiva la hipocresía: yo cumplo con el exterior, cumplo delante de los demás cuando los demás me ven, pero ¿en mi corazón? Tantos alumnos que llegan a la universidad no saben lo que realmente significa caminar con Dios, tener comunión con Dios. No saben lo que es realmente permitir que el evangelio penetre hasta su corazón y transforme su corazón, no solamente en salvación, sino transforme su corazón también en santificación diaria, que el evangelio transforme su corazón en su santificación.

No saben nada de eso. Lo único que saben es que hay una serie de reglas que me enseñaron en mi casa y en mi iglesia, y si yo cumplo con eso, soy un buen cristiano. Pero su corazón y su conciencia les dice que no. Hay algo dentro de ellos que dice que no.

Y ese es el aliado que tenemos en nuestros corazones y en el corazón de nuestros hijos, para dirigirles al evangelio, apuntarles a Cristo y decir: lo que tú no pudiste hacer, Cristo lo pudo hacer. Y lo que tú no puedes hacer ahora, que es obedecer a Dios, lo puedes hacer en el poder que el evangelio te ha provisto por la muerte y resurrección de Cristo.

El poder de la resurrección de Cristo está obrando en ti ahora mismo, nos dice Efesios, capítulo 1, versículo 19. Podemos vivir en victoria sobre el pecado y agradar a Dios en nuestra vida. No perfectamente, pero sí consistentemente, y tener su favor, porque somos aceptos en el Amado y no en nuestro comportamiento personal.

Susi: Amén. Nuestros hijos igual que nosotros deseamos aceptación; deseamos ser aceptados a pesar de nuestro pecado, porque todos sabemos que no podemos. Todos sabemos que hay una debilidad interior, que hay un problema en mi interior. Cuando les presentamos a nuestros hijos ese estándar y les permitimos creer que lo pueden alcanzar por sí mismos, les mandamos por un camino de la infelicidad al final, de la falta de gozo.

Mateo: Es la dependencia personal que finalmente siempre te decepciona en vez de la dependencia de Cristo y del evangelio de Cristo. El evangelio de Cristo es finalmente nuestro gozo, porque nos permite ser aceptados sin que sea dependiente de nosotros. Porque nunca cumpliremos con lo que Dios quiere perfectamente.

Susi: Exacto. No seamos padres que buscamos producir unos productos cristianos, sino que apelamos, llamamos a esa conciencia, ese don que Dios ha puesto en nuestros corazones y en los de nuestros hijos para poder tomar esas oportunidades de apuntarlos al evangelio y realmente encaminarles hacia una vida (porque todos queremos que nuestros hijos sean felices), al gozo que puede esperarles al entenderse a sí mismos como los pecadores que son, pero apuntarles hacia esa solución divina que Dios les ha presentado.

Mateo: Amén. Así es.

Susi: Gracias, Mateo, por apuntarnos de esta manera al evangelio y terminar este episodio con esto en mente. Yo te animo si estás escuchando como mamá o papá y dices: “Creo que yo no he experimentado esto”, va a ser imposible que apuntes a tu hijo hacia eso. Vuelve a escuchar este episodio. Métete a la guía de estudio, el capítulo 10 de la guía de estudio, porque hay algunos buenos pasajes y preguntas. Lee tu Biblia y acércate con alguien en tu iglesia local.

Mateo: O incluso los episodios que hiciste sobre el evangelio hace unas temporadas también serían muy buenos.

Susi: Sí. Hay toda una serie. Puedes buscar la serie sobre el evangelio que hicimos hace un par de años. Empápate del evangelio de la Palabra de Dios y pídele al Señor esa sabiduría que él ha prometido darte para poder guiar a tus hijos en el camino del evangelio, para que su conciencia y su corazón responda al Espíritu Santo y sea entrenado a llevarle por un camino de obediencia a Dios, y fe, y dependencia en Dios y no en sí mismos.

Gracias por estar siguiéndonos en esta serie, por escuchar, y debes saber que oramos por ustedes. Sabemos que no es fácil el camino de la crianza y queremos ser también aliados con ustedes en este camino. Que Dios te ayude en esta semana a meditar en su evangelio. Bendiciones.

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Autores

  • Susi es la fundadora de Crianza Reverente y anfitriona del podcast, mamá de un adolescente y dos adultos jóvenes, y esposa de Mateo Bixby, uno de los pastores de Iglesia Bautista la Gracia en Juarez, NL, México. Juntos colaboran también en la Universidad Cristiana de las Américas en Monterrey, NL.

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  • Nació y creció en España, de padres americanos misioneros. Estudió en Estados Unidos y está a punto de terminar su doctorado. Lleva casi 20 años viviendo en Guadalupe, Nuevo León, junto con su esposa Susan y sus tres hijos: Aarón, Ana y David. Es director de la Facultad de Teología en la Universidad Cristiana de Las Américas y es pastor fundador de la Iglesia Bautista La Gracia en Juárez, Nuevo León.

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