Dios no solo da el don de la paternidad y la maternidad de manera biológica. Los hijos pueden llegar también por medio de la adopción. Esto es un don hermoso que presenta retos especiales. Como el pueblo de Dios, la Escritura nos llama a cuidar del huérfano, así que la iglesia de Cristo tiene un rol en la adopción de niños necesitados, y la ayuda que las familias adoptivas necesitan. Paty comparte desde su corazón sobre lo aprendido en su camino de adopción.
Transcripción:
Susi: Seguramente todos los padres hemos dicho: “¡Auxilio!” en muchos momentos diferentes de la crianza. Somos seres limitados y dependientes y es bueno y necesario que busquemos ayuda de fuentes bíblicas.
Aquí hemos estado hablando, estas últimas semanas, en el podcast de Crianza Reverente, sobre diferentes temas en los que sí ocupamos ayuda a veces. Hay un tema que ha estado surgiendo más y más en los mensajes que recibimos en Crianza Reverente y me da mucho gusto porque creo que esto significa que más matrimonios y familias creyentes están tomando la batuta en esta área: la adopción.
Padres adoptivos se enfrentan a los mismos retos que los padres biológicos en algunos sentidos, pero en otras áreas enfrentan retos especiales. Hoy tenemos el privilegio de hablar un rato y escuchar el corazón de una mamá adoptiva, tres veces mamá adoptiva: Paty Namnún. Muchas gracias por aceptar acompañarnos el día de hoy para hablar de un tema muy real en tu vida diaria.
Paty: Gracias a ti, de verdad, por la invitación. La verdad es que para mí es un privilegio estar aquí compartiendo contigo y hablando también de este tema que es tan cercano a mi corazón, a mi familia y yo espero que pueda ser de bendición para quienes nos escuchan.
Susi: Amén, estoy segura que sí y, como forma de presentación, aunque has estado antes en el podcast, no es la primera vez que estás con nosotros, gracias a Dios,pero en forma de introducción para los que quizás no te conozcan, Paty es esposa de Pastor en la República Dominicana, mamá de 3 hijos; ella tiene un podcast con su amiga Chárbela, son co-anfitrionas del podcast de la Biblia a la vida, también ella trabaja en Coalición por el Evangelio y es autora de varios libros, incluyendo algunos estudios bíblicos.
Así que, gracias Paty por cómo inviertes tu vida y tu tiempo en la edificación de la comunidad, es algo muy importante y gracias por eso.
Paty: Gloria al Señor por las oportunidades, de verdad.
Susi: Te quería preguntar primero si puedes compartir un poco de tu historia de adopción, creo que es algo que quizás para otros padres que están considerándolo o que ya lo han hecho puede ser muy interesante para ellos escuchar cómo Dios obró primero en las vidas de ustedes.
Paty: Pues, mira, te cuento: cuando mi esposo y yo nos casamos, como toda pareja, empezamos a planificar cómo sería nuestra historia. Y como toda mujer controladora al fin, que cree que todos sus planes son los que Dios va a hacer y bendecir, en mi mente yo creía que al segundo año de casada íbamos a comenzar ese proceso de buscar hijos.
Nosotros desde el principio teníamos el deseo de adoptar, no sabíamos exactamente cómo iba a lucir eso, ni cómo iba a ser en nuestro país el proceso, pero el deseo estaba en el corazón; comenzamos primero a buscar hijos biológicos y Dios nos sorprendió con la noticia en nuestro segundo aniversario de que, humanamente hablando, iba a ser muy difícil que pudiéramos tener hijos biológicos.
Obviamente eso fue como un balde de agua fría a todos nuestros sueños y ahí comenzó un proceso en el que el Señor fue trabajando en nuestras vidas, en nuestros corazones; en tantas áreas diferentes nos fue enseñando cómo depender de Él, y nos fue mostrando cómo sus planes son mejores que los nuestros, a pesar de que yo en ese momento no lo estaba viendo de esa manera, pero, ese deseo de adoptar estaba ahí, guardadito en nuestro corazón.
Los años fueron pasando y en el transcurso de esos años no nos era posible adoptar porque no calificábamos en nuestro país por la edad que teníamos. Nos fuimos a estudiar a Estados Unidos, mi esposo se fue a hacer una maestría y yo me fui con él. Y en todo ese proceso el deseo de adoptar seguía ahí pero no se había concretado.
Recuerdo que 8 años después, ya estábamos de regreso a República Dominicana y en mi iglesia anterior tuve la oportunidad de compartir una conferencia llamada: cuando nuestros anhelos no son satisfechos y en esa conferencia, como a modo de chiste, inicié diciendo que si mi historia fuera una película hubiese terminado con trillizos.
En ese momento yo no tenía hijos y estaba diciendo eso como una broma porque en las películas de Hollywood todo termina siempre con un final feliz: trillizos. Lo que yo no sabía era que eso era exactamente lo que Dios me daría pocos meses después, pero de una manera totalmente diferente.
Meses después de esa conferencia, el Señor comenzó a abrir puertas a través de un orfanato aquí en nuestro país, para que nosotros pudiéramos entrar en un programa de familia de acogida, porque los orfanatos no dan en adopción, son las instituciones gubernamentales, pero a través de este orfanato sí entramos en este proceso de familia de acogida. Solamente que cuando nosotros fuimos a hacer eso en nuestra mente lo que estaba era ser una familia de acogida de un bebé, de un niño pequeño, muy pequeño, y Dios otra vez cambió todos nuestros planes y aparejó el proceso de visitar un orfanato y demás.
El apego de nuestros 3 hijos a nuestros corazones fue de una manera tan evidente que Dios nos estaba moviendo a tomar como familia de acogida a estos 3 hermanos biológicos que se llevaban cada uno 1 año de diferencia. Llegaron de 2, 3 y 4 años a nuestras vidas y de esa manera yo sí terminé con trillizos, solo que esos trillizos no vinieron de mi vientre, sino que vinieron a través del regalo de la adopción, de la familia de acogida, primero, y, bueno, luego el proceso legal de adopción a través de la institución aquí en nuestro país. Eso es como un resumen de esa historia, de cómo llegaron nuestros hijos a nuestras vidas.
Susi: Wow, ¡es muy hermosa la historia! Yo creo que cada historia de adopción puede variar mucho. Creo que cuando tenemos bebés biológicos no hay duda de que Dios los manda, porque obviamente los crea en el vientre, pero, es increíble pensar que la historia de adopción de cada familia y cada niño es igual, es Dios haciendo ese milagro de una forma distinta. Gracias por compartir tu historia, estoy segura de que hay padres escuchando quienes han considerado también la adopción y quizás esto los pueda animar a perseguir un poco más esos planes, a perseverar un poco más. Creo que todos estaríamos de acuerdo en que la crianza en sí es una herramienta de santificación en la vida de los padres, de eso no hay duda.
Paty: Sin duda.
Susi: Me imagino que en la adopción en sí hay maneras sorprendentes en que Dios ha usado este camino especial para hacerles crecer y te quería pedir si puedes compartir eso porque creo que otros padres pueden estar en luchas muy parecidas, y quizás eso los pueda ayudar.
Paty: Claro, yo creo que tu preámbulo a esta pregunta fue completamente correcto, te cuento que yo no sabía qué tan pecadora era hasta que llegaron mis 3 hijos.
Yo sabía que era pecadora, pero yo creía que era un poco mejor. Y Dios me enseñó que no, que yo era muy mala y tenía muchas cosas en mi corazón con las que Él tenía que trabajar y todavía está trabajando, y ha usado a mis hijos de una manera muy especial para santificar mi corazón y genuinamente enseñarme mi pecado. Uno tiende a culpar a los hijos y responsabilizarlos por nuestras faltas, pero la verdad es que, es de mi corazón que viene todo lo que viene.
Una de las formas en las que Dios ha usado a mis hijos en este proceso de santificación es la siguiente: mira, la verdad es que Dios usa los hijos de manera diferentes en cada familia, ya sea que hayan venido por adopción o de manera biológica, pero en mi caso, como yo te compartí al principio, mi esposo y yo duramos 9 años sin tener hijos, eso significa que a pesar de que nosotros anhelábamos tener hijos, nuestras vidas estaban muy moldeadas el uno para el otro y nosotros no teníamos que pensar en muchas cosas como para tomar decisiones.
No teníamos que considerar tantos factores porque éramos nosotros 2 y si teníamos que salir de viaje por trabajo no había ningún tipo de complicación; como que toda nuestra vida estaba alineada a Jairo y a mí.
Cuando llegan nuestros 3 hijos prácticamente al mismo tiempo, (primero llegaron nuestros 2 varones, luego llegó nuestra princesa unos cuantos meses después) como que toda nuestra vida cambia en ese sentido, y una de las cosas que fue bien difícil para mí, sobre todo al principio, fue la idea de morir a mí.
Porque en la maternidad genuinamente hay una muerte al yo, o sea uno muere a nuestros gustos y deseos para darle vida a ellos, para proveerles. Pero esa muerte que me cayó de repente, cuando me di cuenta que todos mis gustos tenían que ser acomodados, mis deseos, mi tiempo, la decisión que nosotros teníamos que tomar, las cosas que yo tenía que limitarme de hacer como mamá, que quizás antes la hacíamos Jairo y yo juntos.
Entonces, ahora yo tengo que quedarme porque tengo hijos a los cuales cuidar y Jairo tiene la responsabilidad de hacer estas cosas. Fue una situación difícil al principio y yo decía: “yo amo a mis hijos, pero yo siento que no tengo vida; siento que me han quitado todo”. Ese era el sentimiento genuinamente que había en mi corazón con estos hijos que llegaron de repente a nuestras vidas.
Pero, Dios ha usado mucho eso para hacer tan vívida esa verdad que nos enseña en Filipenses 2:4 donde dice: no buscando cada uno sus propios intereses sino los intereses de los demás. Y en cada momento era como un recordatorio de parte del Señor de que tú necesitas hacer eso: no estés buscando tus intereses sino los intereses de los demás, y en este caso, esos “demás” son mis hijos con los que Dios me ha bendecido, y recordarme que eso es justamente lo que Cristo hizo por mí. ¿No es cierto? Él no vio sus intereses, sino que Él se dio a sí mismo por amor a mí y entonces ahora, por lo que Cristo hizo, yo tengo este llamado y la capacidad de poder no buscar mis intereses sino los intereses de mis hijos. Pero, entre tantas áreas fue una de las que Dios ha usado y todavía sigue usando para moldear mi carácter y hacerme más semejante a Cristo.
Susi: Sí, me imagino que todos pasamos eso en la crianza, pero creo que cuando tienes hijos biológicos tienes 9 meses para prepararte, y luego tienes a una bolita de carne que no puede hablar ni puede correr todavía y como que te da unos meses más sin movilidad, y luego te vas acostumbrando. Pero en el caso de la adopción, muchas veces, la adopción se da por lo menos cuando ya no es bebé muy pequeñito. Me encanta cómo compartes eso y creo que puede ayudar a todas las mamás, pero en particular quizás a los que están pasando ese sentido de pérdida que hay cuando tu vida anterior o cuando este niño o estos niños que con todo mi amor yo adopté no entendía que me iban a revolver la vida, que me iban a quitar la vida anterior y darme otra.
Paty: Así es, así mismo es.
Susi: Muy bien. No sé si podemos comentar, quizás, hablando de retos que son especiales —porque todas las familias tenemos retos—, toda la crianza implica retos, pero yo creo que tienen que haber algunos retos con los que más lidian los padres que adoptan hijos. Y quizás nos puedes sugerir cómo se puede lidiar con eso a la luz del del Evangelio, de la palabra de Dios.
Paty: Sí, definitivamente hay algo importante aquí, a la hora de hablar de estos retos y en todo lo que hemos estado hablando, es importante traer esto, y es que cada historia de adopción es diferente, porque cada hijo que viene por adopción es diferente, tiene un trasfondo distinto, ha tenido que vivir varias cosas. Por ejemplo, en nuestro caso con nuestros 3 hijos, que son hermanos biológicos y llegaron a nosotros juntos, aún con cada uno de ellos hemos tenido que lidiar pues tienen sus personalidades y por sus edades, han tenido que vivir cosas distintas.
Es importante que tengamos esto en cuenta y yo voy a mencionar algunos retos, algunos hemos tenido que lidiar nosotros con ellos, otros no necesariamente, pero sí hemos conocido personas que han tenido que lidiar también con esos retos, pero teniendo esto en mente otra vez, de que cada historia de adopción es distinta.
Uno de los primeros retos con los que nos encontramos fue el reconocimiento de nosotros como autoridad delante de nuestros hijos. Yo me acuerdo de que al principio, cuando nuestros hijos ya tenían unas pocas semanas con nosotros, fuimos a una tienda de ropa y salimos a comprarles zapatos, pijamas, algunas cosas que ellos necesitaban.
En esa ocasión mis hijos decidieron salir corriendo por toda la tienda y comenzar a gritar jugando, corriendo, pasándole por delante y empujando a la gente; mientras ellos corrían, mi esposo y yo estábamos desesperados porque el asunto era que nosotros los llamábamos y le decíamos que por favor dejaran de correr y para ellos nuestro sonido era como la brisa, o sea, nada. Nuestras palabras no significaban absolutamente nada, “dejar de correr” significaba “corre más duro y corre más lejos”. Esa era la interpretación que ellos tenían porque ellos no nos veían a nosotros como una autoridad. Ellos estaban asimilando esta idea de que nosotros ahora éramos sus padres, pero eso de la autoridad, de que tú me dices algo, yo te tengo que respetar, eso no estaba ahí en lo absoluto. Muchas veces, sobre todo al inicio de este proceso de adopción, es una de las cosas con lo que los padres tenemos que lidiar, que nuestros hijos puedan vernos a nosotros como una figura de autoridad y en eso aprendimos que la paciencia es completamente necesaria porque ese sentido de autoridad se va a ir desarrollando en la medida en la que la relación vaya avanzando también.
La autoridad tiene mucho que ver con confianza: yo te respeto primero por quien tú representas ser para mí, no solamente porque tú tienes el título de padre, de papá o de mamá, sino porque yo confío en ti, porque tú me has mostrado que, aunque a veces no me guste lo que me estás mandando a hacer, hay un sentido de confianza. Yo sé que tú quieres mi bien, yo sé quién tú eres y ese sentido de autoridad se va desarrollando.
No es algo que ocurre de la noche a la mañana, y mucho menos cuando tenemos hijos que llegan a nuestras vidas ya en edad avanzada, porque la medida en la que la edad está más avanzada puede costar más este sometimiento a la autoridad nuestra como padres. Pero, en su momento va llegando y necesitamos pedirle al Señor que nos ayude a ser pacientes, a esperar, a perseverar y no buscar tampoco esa autoridad simplemente porque yo no quiero que el otro me vea mal, que fue algo que nos pasó a nosotros.
Yo recuerdo que en esa tienda me sentía frustrada pero mi mayor frustración era porque los otros me miraban como diciendo: “¿y esa madre no tiene control de sus hijos?”, “esa madre no tiene ningún tipo de autoridad”. Esa era la mirada que me daban y a mí me molestaba tanto eso, pero yo tenía los ojos en el lugar incorrecto porque estaba pensando en lo que el otro va a decir y me estaba olvidando del proceso en el que estaba en ese momento. Entonces, ese es un reto.
Hay otro reto también que muchos padres tienen que enfrentar con esto de ser familias adoptivas y es la resistencia muchas veces de los hijos en recibir y mostrar amor. En muchos casos eso no se da de la noche a la mañana —no fue nuestro caso—, pero solamente por la gracia del Señor desde que nuestros hijos se montaron en el vehículo hubo una conexión, algo así como: sí, tú eres mi mamá, tú eres mi papá y yo te voy a llamar mami y papá. Fue así desde el principio esa conexión de afecto sí estuvo; pero esa no es la historia de todos los casos. Hay padres que luchan para que sus hijos reciban su afecto o que sus hijos muestren afecto también y esos padres necesitan, en la gracia del Señor, en la provisión del Señor, poder tener un amor perseverante como el amor que tiene Cristo hacia nosotros y recordar también que la adopción de alguna manera siempre involucra trauma.
Siempre hay trauma detrás y esos hijos que llegan a nuestros hogares, y otra vez, sobre todo los hijos que tienen una edad más avanzada probablemente llegan a nuestras vidas y ya han tenido que vivir y experimentar decepciones, abandono. Entonces, es difícil cuando tú has vivido todo eso y has experimentado el rechazo de otro desde la persona que más debe amarte en la vida, que son tus padres aquí en esta tierra ¿verdad? y lo que tú has experimentado es rechazo, abandono o decepción una y otra vez.
Cuando tú vienes a una familia que dice que te va a amar, tú dices: espérate, yo no voy a abrir mi corazón para que sea lastimado, y esos hijos generan como esta coraza, pero es una coraza de protección, no porque ellos no quieran el afecto. Es porque no quieren ser heridos otra vez y la manera que ellos ven más fácil es simplemente: yo me retraigo, yo no voy a recibir tu amor porque yo no quiero involucrarme sentimentalmente contigo, porque yo no sé si tú vas a decidir que yo permanezca en tu familia.
Entonces, en ese amor perseverante como padres adoptivos y en ese cuidado es necesario hacerles saber a nuestros hijos que es para siempre; eso fue algo que nosotros le repetimos mucho a nuestros hijos al principio, sobre todo. Nosotros somos una familia para siempre, esto no depende de que tú te portes bien o que te portes mal, o que hagas tu tarea, de que me obedezcas o no me obedezcas, nada de eso va a cambiar tu condición de hijo y de hijo amado, porque nada de eso cambia nuestra condición.
Como hijos del Señor somos hijos y punto, para siempre, sin importar nuestro comportamiento y lo mucho que pecamos todo el tiempo. Dios no pone en juego nuestro estado de hijos delante de Él y de esa misma manera un padre por adopción necesita tener eso en cuenta.
Hay un reto más que también las familias tienen que vivir y es el reto de cómo la familia extendida acoge a estos nuevos hijos, porque sobre todo en nuestros países latinoamericanos hay muchas malas concepciones con relación a la adopción y lo que la gente está pensando. Personas allegadas a nosotras, no necesariamente nuestras familias, pero sí amigos allegados, nos decían: “¿ustedes están seguros?, ustedes no saben cómo va a venir, ustedes no saben las cosas que eso va a traer.”
Y eso lo que está en la mente de la gente, cuando te habla de la idea de la adopción, y hay padres adoptivos que han tenido que experimentar el rechazo, a veces hasta de los abuelos, que dicen: “bueno, no, ese no es mi nieto, porque ese no es tu hijo”, porque no han entendido la realidad de que un hijo no lo hace que venga de tu vientre y para ser hijo no tiene que venir del vientre, un hijo por adopción sigue siendo un hijo igual.
Pero a muchas familias extendidas les toma tiempo poder entender esta verdad, y si tú me estás escuchando ahora y tú estás viviendo exactamente eso y has sentido el rechazo de tu familia, el que tu familia extendida como que te aparte y no quiera amar a tus hijos de la manera en la que tú quisieras que los ame, yo quiero decirte que el Señor te entiende. Jesús entiende lo que eso significa, porque Jesús mismo fue rechazado por sus propios hermanos, y Él sabe lo que eso significa para ti y yo te animo a tener paciencia y a fortalecerte en Cristo porque Dios sabe de lo que ustedes como familia tienen necesidad.
Dios provee esas necesidades, no solamente la necesidad de provisión física, sino la provisión emocional también. Yo te animo a que tú recuerdes la familia de la fe que Dios te ha dado porque Dios nos bendice no solamente con la familia de sangre, también con la familia de la fe que son nuestros hermanos y hermanas en Cristo, que están ahí también para amar, para apoyar, para servir, para hacer todos esos tíos, esas tías, esos abuelos también que en algunos casos, como en nuestra familia, gracias a Dios han estado presente y han amado a nuestros hijos de una manera incondicional, pero quizás en otros casos no están. Pero sí tienes ahí a los de la familia de la fe que pueden estar presente.
Susi: Ese comentario me encanta porque en mi caso yo no tengo hijos adoptivos, pero yo puedo estar en una congregación, en una iglesia donde sí hay hijos, o por acogimiento o por adopción. Entonces ¿tienes algunas sugerencias para muchos que podemos estar escuchando que no estamos en el proceso de adopción o no hemos adoptado, pero queremos ser de apoyo, de ayuda a familias a nuestro alrededor y particularmente en nuestra iglesia local?
Paty: Yo creo que es una excelente pregunta porque, aunque no todos estamos llamados a adoptar, sí todos estamos llamados a servir, a apoyar, a ayudarnos y todos tenemos un llamado bíblico al cuidado del huérfano y eso puede lucir de tantas formas diferentes. Pero si en tu iglesia hay una familia que ha decidido adoptar y tiene hijos por adopción, una de las principales cosas que tú puedes hacer es orar por esta familia y eso puede sonar como un cliché: Ay, sí, la oración… Es que la oración es completamente necesaria para las luchas a nivel emocional, a nivel espiritual y legal.
La adopción también involucra un proceso legal que en muchos casos toma tiempo, en otros casos puede ser sencillo, pero en otros casos a nivel de documentos que hay que conseguir y todo eso, es un proceso que puede tomar tiempo y es una carga más que se añade para esos padres que están teniendo que lidiar con tantas cosas.
Así que, yo te animo a que tú ores, y no solamente ores en el aire, pregúntales a esas familias ¿cómo puedo orar por ti?, ¿hay algo en específico por lo que yo pudiera orar? No te sientas mal si la familia no te da muchos detalles, pero la verdad tú no necesitas detalles para orar, porque todos esos detalles Dios los conoce a la perfección. Ora por esas familias y déjales saber: “yo he estado orando por ti, yo he estado orando por tus hijos, yo he estado intercediendo al Señor por ustedes como familia.”
Otra cosa también es, sobre todo para aquellos que son quizás más jóvenes en la Iglesia, todos esos tíos y tías que están ahí para nosotros ha sido una experiencia tan hermosa, cómo Dios nos ha provisto de tantos tíos y tantas tías en la congregación, tantos hermanos y hermanas dispuestos a dar de su tiempo para compartir con nuestros hijos, para jugar con ellos, para sacarlos a pasear, para visitarlos.
Todas esas son cosas que ayudan y afirman a una familia que está en medio de este proceso de adopción, así que simplemente no ignorar que esas familias están ahí, sino buscar la manera de poderles servir.
Susi: Me encanta que en Latinoamérica siento que hay un poquito de despertar en cuanto a este tema de la adopción porque creo que tiene muchos más años en otros países siendo una práctica común. Pero en nuestros países, por ejemplo, en México, no es fácil adoptar, no es algo que se presta como algo común, hay un proceso que es complicado.
Paty: Así es.
Susi: Incluso el gobierno en nuestro Estado está haciendo esfuerzos por facilitar el proceso, pero realmente no ha sido algo muy común y me encanta que la Iglesia de Cristo sea quizás, ese centro donde en nuestros países se pueda empezar a dar más este hábito de buscar la adopción. Yo quiero mencionar que para mí también ha sido de bendición ver a familias que sí tienen hijos biológicos, pero como quiera también desean adoptar y entonces creo que podemos abrir un poco los ojos a que no tiene que ser solamente una pareja que sufre de infertilidad.
Paty: Así es, porque tú no adoptas porque necesitas tener hijos, no es para suplir una necesidad de tu alma. Tú adoptas para proveerle padres a esos hijos que están en necesidad, a esos hijos que son huérfanos, esos huérfanos que tú le provees de una familia y le provees padres, o sea, no se trata de nuestros deseos, sino de lo que podemos en Cristo darles a ellos.
Susi: Y, para terminar, ¿cómo has conocido mejor a Dios, a Cristo, por haber experimentado la adopción?
Paty: Tú sabes que era justamente una cosa que reafirmaba esta idea de que Dios nos hace una familia para siempre y esa idea que nosotros tratamos de recalcar en la mente y en el corazón de nuestros hijos me ha permitido poder ver lo que yo soy en Cristo.
En Cristo yo tengo una familia para siempre, yo soy hija para siempre, soy amada para siempre y tengo la seguridad de ese Padre que me ama y de ese Padre que tiene un amor leal y perseverante en mi vida. La adopción me ha ayudado a poder ver a Dios de esa manera y recordar esas verdades.
Susi: Gracias, Paty, por abrir tu corazón. Estoy segura de que va a ser de ánimo y de reto para muchos padres que están considerando o ya han hecho esta gran labor de la adopción; te agradecemos tu tiempo y tu transparencia con nosotros.
A ti que nos escuchas: gracias por seguir aquí con nosotros en esta serie de ¡Auxilio! Todavía nos faltan algunos episodios más, así que quédate con nosotros y que Dios te bendiga en esta semana.