Si dos adultos están intentando criar hijos juntos, es inevitable que experimenten desacuerdos sobre algunos asuntos como la disciplina, la escuela, los horarios y las amistades (solo por nombrar algunas pocas posibilidades). ¿Cómo podemos manejar estas situaciones de manera bíblica? Y ¿qué nos puede ayudar para que los padres cristianos seamos más caracterizados por el acuerdo que el desacuerdo? El Pastor Juan nos ayuda con esto.
Libro: Oye, Hijo Mío por Juan y Jeanine Sánchez
Transcripción:
Susi: Hemos estado hablando en estas últimas semanas, en los últimos episodios de esta serie ¡Auxilio¡, sobre diferentes temas en los cuales muchas veces necesitamos ayuda en nuestra crianza, incluso en nuestra vida personal, nuestra vida cristiana.
Hoy vamos a tratar un tema sobre el cual nos han escrito y preguntado muchas veces; y casi siempre son las mamás que escriben o me paran por ahí y me dicen: “hermana, mi esposo y yo no nos ponemos de acuerdo” …, entonces, hay muchas cosas de las cuales podríamos hablar, pero este es un asunto súper importante en la familia cristiana: ponernos de acuerdo papá y mamá en la crianza.
Para hablar de este tema estoy aquí en la oficina del Pastor Juan Sánchez: hermano, muchas gracias por estar aquí en «Crianza Reverente» con nosotros.
Juan: Gracias por la invitación, es un privilegio.
Susi: Estoy en Austin, Texas, para un taller de «Charles Simeon Trust», pero estoy aprovechando, como una buena “podcaster”, la oportunidad de grabar en persona con el Pastor Juan Sánchez y una de las razones por las que quería grabar con el Pastor, es porque junto a su esposa Jeanine, acaban de sacar un libro sobre la crianza, se llama: «Oye, hijo mío» y hermano ¿Qué es lo que les llevó a ti y a tu esposa a querer escribir este libro?
Juan: Bueno, en realidad es este mismo tema, que nosotros como cristianos no estábamos de acuerdo en cómo criar, y no era una batalla, una lucha. Yo sé que hay parejas en que uno es creyente y la otra no, o lo opuesto. Pero nosotros estábamos siguiendo al Señor, nos amábamos el uno al otro y amábamos a nuestras hijas.
Yo estaba proveyendo para mi familia en el Ministerio pastoral pero no entendía lo que era ser un padre fiel y no era que no estaba tratando de hacerlo, es que no entendía y tenía un mal entendimiento que el rol de mi esposa era en la casa a criando a los hijos y yo afuera trabajando en el Ministerio y que ella se encargaba de la disciplina y yo de las otras cosas en la casa.
Durante 6 años ella oró por mí para que pudiera llegar a ese entendimiento y fuimos a una conferencia de crianza y fue la primera vez que yo escuché a alguien explicar el rol del hombre y del padre en la Biblia, de una manera teológica que para mí es la manera que mi mente entiende.
Lo que noté fue que yo no estaba dirigiendo a mi familia como Dios ha mandado y entonces Jeanine estaba en casa a cargo de la casa y de los niños. Y cuando empecé a entender y dirigir fue maravilloso que en un tiempo ella empezó a preguntarme a mí consejos sobre cómo criar a nuestros hijos y cosas así, pero es algo que hicimos juntos; ahora ya todas están fuera de la casa, pero yo pienso que no soy el único que tenía ese problema y también en la cultura de nosotros.
Yo soy puertorriqueño; mis padres no nos dirigieron en la casa, los dos trabajaban mucho y nosotros como que nos criamos solos nosotros mismos. Mi experiencia en mi cultura, que es diferente de la de mi esposa, porque ella es americana y se crió en un hogar cristiano, yo no, y también vi algunas costumbres en la casa de nosotros, que no había instrucción, pero sí disciplina.
Susi: De la disciplina famosa latina.
Juan: Sí, sí, exacto. Experimenté a padres que nos dejaban hacer lo que nosotros queríamos, pero cuando molestaba a nuestros padres se enojaban y venía la disciplina sin entender por qué.
Susi: ¿Crees que lo que vivieron en la crianza de sus cinco hijas sea una experiencia común de los padres y cuáles pudieran ser otras causas o razones por las que papá y mamá no tienen el mismo acercamiento al tema de la crianza de los hijos?
Juan: Sí, pienso que hay muchísimas razones; por ejemplo, es posible que en la pareja los dos no sean cristianos y esos dos pensamientos van a traer filosofías diferentes. Otra razón puede ser si se lee la Biblia y oran en la casa o no; y, un creyente va a tener un pensamiento diferente que un no creyente, así que eso es natural y normal. También creo que nosotros como seres humanos reaccionamos en contra de la manera en que fuimos criados y tratamos de hacer lo opuesto.
Susi: Cómo compensar todo lo que suponemos que fueron faltas.
Juan: Sí, sí, que fue malo, pero entonces lo que yo encuentro es que nosotros estamos haciendo lo mismo que hicieron nuestros padres, como que nos convertimos en nuestros padres.
Estamos en esa lucha, y también es por ignorancia, porque muchos de nosotros no tuvimos modelos de un matrimonio fuerte o de cómo criar hijos bien con gracia y paciencia, pero también con disciplina.
Así que yo creo que hay muchas, muchas razones, expectativas culturales y también el ambiente cultural ahora. Yo he visto en Latinoamérica que hay mucha presión en los temas transgénero, de homosexualidad y cosas así, y el mundo y las filosofías del mundo, hay muchas cosas que están contra nosotros en criar nuestros hijos.
Susi: Sí, estoy de acuerdo. Yo creo que tratar de poner el dedo sobre una causa en particular sería imposible. Y no, no nos ayudaría porque de verdad es que no importa de cuál trasfondo vengamos. O sea, yo estoy casada con un hombre que fue criado en un hogar cristiano y yo también; de hecho, hogares de ministerio de tiempo completo, pero aun así nos dimos cuenta de que llegamos a la crianza con posiciones, trasfondos, marcos de referencia, diferentes, entonces sea cual sea la causa, tenemos que aceptar que cada quien llega con diferencias y que no necesariamente uno es correcto y el otro incorrecto o uno tiene la razón o el otro y el otro no, entonces creo que es importante entender eso.
Juan: Sí, y la diferencia de nuestras personalidades y también la diferencia en las personalidades de nuestros hijos, por ejemplo: nosotros queremos una fórmula que si hacemos A + B nos lleva a C.
Susi: Sí, claro, todos queremos eso.
Juan: Pero cada niño está creado a imagen de Dios y es una persona distinta y tenemos que instruir en la palabra de Dios, pero también hasta la disciplina es particular para cada niño.
Susi: Sí, estoy de acuerdo, todos queremos una fórmula mágica. Eso es algo que me he dado cuenta al hacer un podcast sobre la crianza, por las preguntas o comentarios. También por la retroalimentación que recibimos me he dado cuenta de que es como un anhelo o algo así como: “dime cómo hacerlo para que todo salga bien” y, estamos intentando tumbar ese mito.
Quiero preguntarte por algo en particular que hay en el primer capítulo de tu libro Oye, Hijo Mío, que me encanta, y es cuando hablas de un asunto raíz del cual brotan todas estas variadas filosofías de cómo criar, o sea ese punto donde si nos podemos entender en eso no tendremos tanto desacuerdo.
Juan: Bueno, el punto clave es que tenemos que desear lo que Dios desea para nosotros, ¿verdad? ¿Qué es lo que Dios desea? Ah, en Génesis 1-2 tenemos el patrón que Dios ha establecido para nosotros como hombres y mujeres, como matrimonio y como familia, cómo trabajar, cómo relacionarnos con Él. Lo que vemos en Génesis, por ejemplo, capítulo 1:27, dice: Dios creó al hombre a imagen suya, a imagen de Dios los creó, lo creó varón y hembra, los creó Dios, los bendiga y les dijo, sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla.
El propósito de Dios al principio era llenar la tierra de hijos de Dios que reflejen su imagen, pero rápido vino el pecado y cuando vino el pecado no cambió el propósito, lo que vemos ahora es que Dios todavía desea hijos que reflejan su imagen, pero ahora, como en el pacto antiguo era biológico, niños judíos biológicos, Israel. A través de Jesús ahora sus hijos son espirituales y la manera que obedecen a este mandato es a través de la gran comisión. De esa manera Dios todavía quiere a hijos que reflejen su imagen y muchas veces lo que queremos son hijos que se comportan bien o hijos que van a tener mucho éxito en la vida, y nos involucramos en la educación. A veces nuestros hijos se convierten en nuestros ídolos porque estamos tratando de vivir la vida que nosotros queríamos a través de ellos. Y lo que Dios quiere son hijos que reflejen su imagen.
Susi: Entonces, si entendemos este punto en el que la meta principal debe ser que tanto mamá y papá estén de acuerdo en la crianza, entenderemos también que muchas veces, cuando no estamos de acuerdo en la crianza, es porque tenemos metas diferentes, ¿verdad?
Juan Sí, sí, eso es verdad. Por ejemplo, si el papá quiere que su hijo sea un pelotero profesional va a invertir de esa manera y la mamá a lo mejor quiere un químico o lo que sea, es sencillo; pero no siempre un cristiano y una cristiana van a tener la misma meta de que sus hijos reflejen la imagen de Dios, un padre que es cristiano y una madre que no lo es o lo opuesto a él, que no es creyente, no va a tener esa meta de cómo vamos a criar este hijo de una manera que refleja la imagen de Dios.
Sabemos que nosotros no podemos hacer lo que es una obra sobrenatural, pero tenemos la responsabilidad de crear un ambiente donde el fundamento es la Palabra de Dios; estamos enseñando e instruyendo de una manera en que el Espíritu Santo puede obrar usando esas escrituras, esas enseñanzas de cuando en la soberanía de Dios, atraiga a ese niño, hay un marco de referencia, un trasfondo, hay un entendimiento de la doctrina de las Escrituras.
Susi: Como un filtro de la vida que le hemos dado al establecer un ambiente en casa.
Juan: Sí, sí, una cosmovisión.
Susi: Quizás podamos tomar un momento para hablarle a esa madre o ese padre que, si está casado, casada con un cónyuge que no conoce a Dios y que no tienen metas comunes en la crianza, es decir, alguien que al escuchar el título de este episodio podría pensar: “claro que no estamos de acuerdo en la crianza, porque yo soy una mujer casada con un inconverso” o viceversa, ¿no?
¿Qué consejo le darías a esa mamá o papá que probablemente por su situación va a ser diferente a cuando los dos padres son creyentes?
Juan: Sí, creo que estoy hablando de manera general y no sería típico, pero cuando el hombre es el creyente, tiene más influencia en la casa, ¿no? Así que si él, el padre es el creyente, antes de dar alguna sugerencia, el texto que viene a mi mente es 1 Corintios 7 cuando Pablo habla a esa pareja en la que uno no es creyente y el pensamiento errado que hay ahora es que si he conocido al Señor y el marido no es creyente debe divorciarse para no contaminar al hijo.
Pablo confronta ese mal entendimiento de la Palabra diciendo:” no, tu hijo no está contaminado a través de tu marido no creyente”, y él dice que si tu marido te quiere y te ama y quiere estar casado, quédate en ese matrimonio para gloria de Dios”. Así que tenemos ánimo en las Escrituras, ya hay un entendimiento que ese caso va a pasar.
Es posible que hay dos personas que se casaron no creyentes y uno viene a creer al Señor y la otra persona no, así que la Biblia entiende que eso va a pasar. En ese caso, Pablo instruye, inspirado por el Espíritu Santo, quedarse en ese matrimonio porque la santificación viene a través del padre creyente; eso no quiere decir que pasamos salvación a nuestros hijos, pero imagínate de esta manera: en un hogar donde dos no son creyentes pienso que es más difícil que esos hijos vengan a Cristo porque van a vivir bajo un trasfondo no cristiano; ahora, yo salí de ese trasfondo y el Señor me salvó, así que esto no quiere decir que esos hijos nunca van a venir al Señor.
Muchos vienen al Señor de un hogar no creyente, pero es el padre cristiano quien tiene la responsabilidad; madre o padre, de instruir y de vivir la Palabra de Dios, lo mismo que Pablo le dice a Timoteo: “Guarda tu vida y tu doctrina” …, ¿eso es lo que estamos haciendo en verdad? y viviendo esa vida que ellos ven el Evangelio en nosotros.
Para hablar a las mujeres que son cristianas con un marido no cristiano es más difícil porque la esposa no tiene la influencia y no está dirigiendo la familia pues está bajo la autoridad del marido.
El pasaje que viene a mi mente es 1 Pedro 3: la esposa puede amar a su esposo de una manera sometiéndose a su esposo; con respecto a eso, no quiere decir que una mujer sometida sea vil; lo que significa es que ella está amando y reflejando el Evangelio a su marido que no es creyente y de esa manera ama con respeto instruyendo a los hijos.
Entiendo que van a haber ocasiones en que el marido va a decir: “no le enseñes la Biblia o los niños no pueden ir a la iglesia”, pero yo he visto en muchas ocasiones que el marido dice, ok, si eso es lo que quieres enseñar. Mi sugerencia sería establecer un plan de instrucción de la Palabra de Dios y de oración y siendo parte de una iglesia que puede enseñar ese Evangelio en esa vida junta como iglesia y no irrespetando a su marido, pero obedeciendo al Señor en criar sus hijos en la manera que él nos enseña.
Susi: Regresando a un matrimonio que sí es creyente, que ambos son creyentes, ¿Qué consejos le darías a los padres?
Juan: Lo más importante es que estas cosas tienen que estar primero en nuestros corazones; esa es la primera sugerencia, si nosotros no amamos al Señor no podemos enseñar el amor de Dios, así que lo primero que necesitamos hacer es ser cristianos fieles. Buscar cómo crecer en el Señor, encontrar una iglesia que predica la palabra fiel y es crecer en el conocimiento de la gracia y de Cristo.
Crecer en el entendimiento del Evangelio, como padres, porque en mi experiencia personal yo había delegado eso a mi esposa y no era que no estuviera buscando al Señor, yo estaba enseñando a la iglesia, así que yo tengo que ser un hombre fiel primero. Un marido fiel porque el matrimonio refleja el amor de Cristo a su iglesia y de su iglesia a Cristo y eso trae seguridad en nuestro hogar.
Si nosotros nos amamos en el matrimonio nuestros hijos van a tener esa seguridad y confianza de que no nos vamos a divorciar. Y otra sugerencia: tener un plan con intención de cómo vamos a criar a nuestros hijos. Eso puede requerir un retiro del hombre y mujer leyendo un libro, leyendo la Biblia, buscando pasajes y estudiando qué es lo que vamos a hacer, qué es lo que queremos hacer. Cuando yo leo la Biblia como yo leo la Biblia, hay dos cosas importantes que son la disciplina y la instrucción.
Sí tenemos que instruir no quiere decir que tenemos que sentarnos a las 18:00 horas de la tarde a cantar 10 canciones y leer 12 capítulos, o lo que sea, lo importante es en realidad lo más sencillo. En la palabra de Dios los proverbios nos llevan a entender cómo un hijo debe obedecer y el peligro cuando no hay obediencia. Los proverbios son muy importantes porque nos enseñan diferentes maneras de disciplinar, la disciplina correctiva.
Muchas veces lo que nosotros creemos es que hay instrucción y entonces hay disciplina física y los proverbios nos enseña que hay muchas maneras de corregir, a veces es una palabra la corrección.
A veces es explicando: “mira, si tú sigues en este camino, esto es lo que va a pasar”. Y es así que vemos muchas maneras de corregir en los proverbios, pero como algo sencillo, por ejemplo, en la casa de nosotros teníamos la oportunidad de desayunar juntos y para nosotros era el tiempo para leer la Biblia y orar. Era algo sencillo, nunca más de un capítulo, muchas veces menos de un capítulo, pero las niñas estaban sentadas, comíamos un desayuno muy sencillo y antes de salir para la oficina yo les preguntaba: ¿Qué es lo que no entienden o qué preguntas tienen acerca del texto y cómo podemos orar por ti?
Por la tarde tomábamos unos minutos para orar hasta que creamos una rutina juntos y mientras Janine limpiaba la cocina yo estaba con las niñas preparándolas para dormir y ese era el tiempo cuando estábamos leyendo diferentes libros como «Las crónicas de Narnia» y cosas así. Ese fue un tiempo muy, muy bonito para nosotros y un recuerdo que ellas ahora tienen.
Susi: Para resumir, podríamos decir que para que un papá y una mamá estén de acuerdo en la crianza bíblica o la crianza cristiana tenemos que tener la misma meta que Dios y tenemos que tener esa meta primero para nosotros mismos de glorificar a Dios y ser hijos de Dios que le traigan gloria sobre esta tierra. Entonces quizás podemos cerrar con esta idea breve: dices en el libro que el hogar es nuestro campo misionero; entonces, ¿cómo esa perspectiva en particular nos ayuda a los padres en el momento en que no estamos de acuerdo en cómo disciplinar o si ese niño puede o no puede hacer algo, ¿cómo nos ayuda ese concepto de que estos niños son mi campo misionero?
Juan: Bueno, nos quita la presión de pensar que las madres deben estar afuera evangelizando o en una iglesia involucradas en todo. Pero su prioridad deben ser sus niños porque cómo ellos nos están mirando y nosotros estamos comunicando más que con nuestras palabras, estamos comunicando con nuestras vidas nuestra santidad; si ellos nos ven que nosotros estamos mintiendo en cosas pequeñas o si estamos en conflicto o peleando, o la manera en que yo hablo a mi esposa, todo eso está pintando una pintura para ellos y nosotros estamos pintando el amor del padre celestial a sus hijos y eso es lo que nosotros necesitamos mostrar: esa gracia, esa paciencia, pero también el Evangelio se muestra cuando yo he pecado contra mi esposa o contra ellos, yo confieso mi pecado y pido perdón, sí que es ejemplo del perdón del evangelio.
También en el proceso de disciplina enseño a ellos lo que requiere el señor, pero también el perdón que viene a través del Evangelio y también ese perdón que nos ayuda a restaurar la relación, así que en todo estamos tratando de apuntar a Cristo.
Susi: Amén. Yo pienso en el hecho de que muchas veces pecamos, yo contra mi esposo, mi esposo contra mí; precisamente en los momentos en que no nos ponemos de acuerdo sobre algo, algo que es importante para mí y para mis hijos o importante para él, entonces ¿cómo podemos modelar ahí mismo? Yo como esposa y madre puedo modelar la sumisión bíblica al ceder a mi esposo con gracia, pero quizás también después, al confrontarlo con amor por su pecado, él puede hacer lo mismo por mí. Entonces, nosotros también, a veces somos el campo.
Hermano, muchas gracias por su tiempo, gracias por escribir este libro y quiero animarte a leer este libro con tu cónyuge, porque en particular es un libro de crianza que creo que puede ayudar mucho a una pareja. Es muy práctico, muy centrado en las escrituras y como lo escribió una pareja, un matrimonio, sabemos que las voces de los dos están ahí.
Eso significa que hay algo para padres y que hay algo para madres, así que gracias por contribuir a nuestras familias con este libro y también con este tiempo grabando este episodio.
Gracias por siempre acompañarnos, por sus comentarios, por participar en esta serie que hemos tenido y te animamos a que consideres en qué áreas estás en desacuerdo y si estás buscando la meta que Dios tiene para tu familia. Bendiciones.