Entre niños energéticos, trabajos demandantes, familias ocupadas e iglesias con programas llenos, la vida de la familia cristiana puede parecer un compromiso urgente tras otro. En la casa es difícil completar las tareas más sencillas porque hay demandas constantes de los hijos. ¿Qué es importante? ¿Cómo debo responder a las “urgencias”? Hablemos de cómo vivir bajo las prioridades que Dios establece.
Transcripción:
Cuando hay niños en la casa, siempre habrá algo de caos, ¿no es así? Los bebés, los niños, e incluso los adolescentes a su manera, suelen tener abundante energía y creatividad, y nunca tienen suficiente dominio propio y tiempos calmados (¡o por lo menos no suficiente para sus padres exhaustos!).
Como parte de esta serie sobre los retos típicos diarios más comunes que los padres cristianos enfrentamos en la crianza, no puede faltar hablar de la importante pregunta que tenemos que responder mil veces al día: ¿qué hago ahora? ¿en qué invierto mi energía y mis pocos minutos? ¿qué es importante?
La realidad es que muchos padres vivimos la vida como bomberos. Es muy fácil pasar 15 o 20 años de vida familiar viviendo como bomberos. ¿Qué hacen los bomberos? Una función muy importante en la sociedad. Responden de la manera más rápida posible a emergencias que, en muchos casos, tienen riesgo de vida. Suena la alarma y en cuestión de segundos pueden agarrar su equipo, subirse al camión de bomberos, y rápidamente llegar al lugar del incendio, o de la persona atrapada en una situación precaria. (O sí, es verdad, un gatito atrapado en un árbol 😊).
Los padres también podemos vivir la crianza de esta manera. Hay caos en nuestro hogar. Constantemente estamos reaccionando a la necesidad del momento (lo cual obviamente es correcto y necesario) pero muchas veces estamos permitiendo que las “emergencias” de la vida ocupen la gran mayoría de nuestra atención y energía. O sea, la agenda familiar está dirigida por reacciones a sucesos y circunstancias.
El bombero vive así porque es su trabajo. En el caso de bomberos remunerados, a ellos se les paga por estar listos y al pendiente y reaccionar lo más rápido posible con el equipo adecuado para la emergencia.
Pero para los padres cristianos, nuestro trabajo principal no es reaccionar a las cosas de la vida. Obviamente eso es una parte. Pero tenemos un llamado mucho más alto, y requiere intencionalidad y planeación. En otras palabras, requiere poder vivir una vida familiar donde la pauta normal y diaria se marca no por reaccionar a las cosas de la vida, sino por estar respondiendo en obediencia y fe a Dios y estableciendo una rutina de vida que permite la disciplina y amonestación del Señor se esté llevando a cabo de manera consistente.
¿Habrá emergencias en la vida familiar? Claro que sí. Pero vamos a ver que aun ahí, si aprendemos a escoger lo importante por encima de lo urgente la mayoría de las veces, estaremos mejor preparados para enfrentar las situaciones urgentes que suceden.
Dada la naturaleza de la tarea de la crianza, hay una necesidad incesante de evaluar lo que hacemos. Tenemos a niños y jóvenes que están creciendo. Tenemos obligaciones dentro y fuera del hogar. Todo lo que hacemos debe estar bajo la lupa de constante evaluación.
En las encuestas que hicimos para preparar esta serie de episodios sobre los retos diarios, varias personas contestaron que uno de sus retos más grandes en el día a día de la crianza es saber qué es importante en el momento de tomar pequeñas, y grandes, decisiones. Otras, mamás en este caso, comentaban que creen que se obsesionan demasiado con la presentación de la casa y eso las distrae de las cosas más importantes en la crianza. Otros padres comentaron sobre la dificultad de tomar decisiones sobre las actividades de sus hijos, hobbies de los padres, etc.
El punto es que todos sabemos que hay 24 horas en el día, 7 días en la semana, 365 o 66 días en el año, y tenemos entre 17 y 23 años aproximadamente de tener a cada hijo en casa. Tenemos probablemente una expectativa de vida alrededor de 75 años para vivir sobre esta tierra.
DEBERÍAMOS de estarnos preguntando constantemente, ¿qué es importante hoy? ¿en este momento? ¿Qué debo hacer con esta interrupción, esta “emergencia”? NO deberíamos de estar dejando que la vida nos arrastre.
Cuando hay caos en un hogar que es resultado de simplemente dejar que la vida nos arrastre, hay un gran problema de prioridades y una falta de intencionalidad que debe caracterizar a cada creyente.
¿Cómo se ve una familia que se deja arrastrar por la vida? Aunque cada situación es diferente, estas son algunas cosas que he observado en nuestra propia familia y en otras que creo reflejan una pasividad que resulta en un descuido de las prioridades familiares:
- Asistimos a cada fiesta de cumpleaños y evento familiar a la que se nos invita.
- Casi siempre decimos que sí a todo: sea al niño cuyo amiguito le acaba de invitar a jugar con él en su equipo de futbol, como a trabajar horas extras opcionales, como a dejar que nuestra hija vaya a casa de su amiga todo el día sábado, la persona que pide ayuda con algo, el desayuno semanal del grupo de mamás, etc., etc.
- No ahorramos, y si hay un gasto imprevisto pedimos préstamos.
- No consultamos entre nosotros antes de hacer un compromiso.
- Casi siempre llegamos tarde a la iglesia y a compromisos sociales.
- Nos dormimos a diferentes horas cada noche dependiendo de lo que digan los niños a las 9 p.m. cuando les preguntamos si ya está hecha la tarea.
- Constantemente nos encontramos en la necesidad de hacer vueltas inesperadas y de último momento para conseguir cosas para la escuela, o para llevar a la iglesia, o para poder tener comida en la casa, etc.
- En algunos casos, la casa está hecha un desastre, nadie sabe si hay ropa limpia. No hay nada para llevar lonche a la escuela, etc.
- Rara vez nos sentamos todos alrededor de la mesa o en la sala para comer o hacer algo juntos (sin la tele prendida).
- En general, cosas que los padres dirían en teoría que son importantes pocas veces se llevan acabo a menos que también sean urgentes.
Dijimos que en cada casa donde hay niños, no se puede evitar el caos completamente. De hecho, esa no sería una meta adecuada. A veces el caos es divertido y necesario. A veces es inevitable. Y una familia que tiene un sentido sano de la flexibilidad va a tener momentos o etapas donde hay un poco más caos.
La meta no es simplemente evitar el caos y minimizar las situaciones tan urgentes que parecen presentarse. De hecho, hay otro extremo del cual tenemos que hablar para ver este asunto de discernir entre las cosas importantes y urgentes, y no desatender lo importante.
Como lo opuesto al hogar donde reina el caos podríamos tener el hogar donde reinan las reglas. En esta casa priorizamos lo importante, pensamos. Aquí la importancia que se le da al orden, y los horarios, y las tareas y la conducta es muchísimo mayor. Algunas cosas contrastantes, pero no necesariamente mejores, que el hogar de caos serían:
- No asistimos a ningún evento familiar o fiesta para niños que no sea exactamente como nosotros creemos que debe ser.
- Nuestra respuesta automática a cualquier petición fuera de lo normal es “no”.
- Hay rigidez en cosas como la hora de dormir, los horarios, y la obediencia que no permite flexibilidad.
- En general, hay una confianza en el poder de las reglas para producir un buen hogar y buenos niños.
- La casa es más como un museo como una casa en la que los hijos se sienten completamente cómodos y seguros.
- Las situaciones urgentes se ven solamente como obstáculos al orden que tanto se valora.
En el hogar donde reina el caos, se prioriza lo que se considera urgente. En el hogar donde reinan las reglas, se prioriza lo que se considera importante. Estas son generalidades que tienen muchas variaciones, pero espero que entiendas la idea.
Entre estos dos extremos probablemente nos encontramos la mayoría de los padres. Algunos batallamos para incluso saber qué es importante, y luego para tener energía para otra cosa más que todas las situaciones urgentes que se presentan. Otros batallamos para ser flexibles y comprensivos, aprovechar oportunidades de discipulado que no son planeados y que son inconvenientes. Ver crisis emocionales en nuestros hijos como oportunidades en lugar de obstáculos a nuestra agenda. Todos tenemos ciertas tendencias, y nuestro trasfondo y cultura y muchos otros factores impactan cómo vemos este asunto.
Pero la pregunta que probablemente tenemos es: ¿Entonces cuál es la solución? ¿Tengo que buscar algún tipo de equilibrio o balance perfecto entre la flexibilidad y las reglas? ¿entre el caos y el orden? ¿entre la vida espiritual y los hobbies de la familia? ¿Realmente se trata de un equilibrio?
Creo que, en esencia, esa no es la respuesta. Creo que se trata de buscar y aplicar la sabiduría de Dios que se basa en las prioridades que Su Palabra nos presenta.
Hace un par de años tuvimos una serie aquí en el podcast que se llama Productividad y prioridades, son los episodios de 104 al 111. Puedes entrar a YouTube, Spotify, la página de crianzareverente.com, y algunas otras plataformas para buscar estos episodios. No voy a intentar repetir todo lo que se dijo en esa seria, pero te voy a comentar que en los episodios 105 y 106, Mateo nos presentó una pirámide de prioridades para una familia cristiana basada en principios bíblicos.
Hay una clave en esta conversación sobre cómo discernir entre las cosas importantes y urgentes, y cómo procurar que lo urgente no domine nuestra vida familiar a expensas de lo importante. La clave es esta: Lo importante lo establece Dios. Dios dice qué es importante, prioritaria. Mucho de lo que termina siendo “urgente” en nuestra sociedad son cosas culturales o mundanas (en el sentido de “parte de la vida real”).
Es “urgente” que yo pase a recoger las calificaciones de mi hijo. Es “urgente” que asistamos a la fiesta de cumpleaños de la prima. Es “urgente” asistir al partido de futbol de mi hijo, o al recital de ballet de mi hija. La vida se llena de cosas “urgentes”.
Obviamente también hay cosas urgentes como un niño que se cae y se lastima, un esposo enfermo, un accidente de carro del tío, una familia en gran necesidad en la iglesia. Pero a veces tratamos muchas cosas en nuestras vidas como urgentes, no deteniéndonos a considerar si al hacer lo que estoy a punto de hacer porque lo considero necesario va a perjudicar algo más importante.
En la pirámide de prioridades bíblicas familiares que Mateo nos presentó en el episodio 105, vimos que el nivel más básico al cual todas las demás prioridades deben sujetarse es el “Ama a Dios con todo tu corazón”. Esto abarca todo lo que se trata de la vida espiritual. La relación con Dios individual de cada miembro de la familia; la comunión alrededor de la Palabra como familia; el crecimiento espiritual que incluye obediencia a Dios, disciplina y discipulado; la asistencia y participación regular con la comunidad de la fe en la iglesia. Mateo nos compartió que después viene la familia en sí, luego el trabajo, luego otras actividades, y así. Te animo mucho a que escuches los episodios 105 y 106.
Pero pensemos un momento en los hogares de los cuales hablamos hace un rato. En la casa donde reina el caos, no tomamos decisiones cuidadosas sobre cómo vamos a pasar nuestro tiempo. La vida espiritual se desatiende casi siempre en hogares donde hay caos porque pocas veces lo espiritual se siente urgente. ¿No es así? Casi todas las situaciones que se sienten como “urgentes” tienen que ver con otras cosas. Entonces, si no existe intencionalidad de parte de mamá y papá para priorizar la vida espiritual de cada miembro individual de la familia, y también de la familia como unidad, no van a suceder las actividades necesarias para fomentar crecimiento.
Ahora pensemos en el otro extremo: ese hogar donde reinan las reglas. Estos padres podrían creer que priorizan lo importante. Pero bíblicamente la prioridad numero 1 del hogar cristiano no es la obediencia a las reglas. No me malentiendas… creo que es muy importante que los padres exijan obediencia a sus hijos, basado en Efesios 6. Pero entrenar a los hijos en obediencia honrosa hacia sus padres no es lo mismo que tener un hogar dominado por reglas. De hecho, los padres debemos tener mucho cuidado con la cantidad de reglas que establecemos en el hogar, porque las reglas en sí no siempre contribuyen a la piedad y a la obra del Evangelio en el corazón de los hijos. Establecer nuevas reglas debe ser resultado de una decisión bien pensada y orada.
A veces la hora de dormir se desplaza porque hay una buena oportunidad para el discipulado. A veces asistimos a una fiesta que no nos gusta mucho porque queremos establecer una relación con un vecino para poder compartirle el Evangelio. A veces una casa limpia y ordenada no es importante en el momento porque hay cosas más importantes que atender en las vidas de nuestros hijos.
Hace un tiempo estuve leyendo en mi lectura personal de la Biblia, y como estoy leyendo una biblia cronológica este año, me pareció muy interesante y retador algunos pasajes en la historia del regreso del exilio del pueblo de Israel. Tal como Dios había prometido, 70 años después de haber sido llevado cautivos, hay un grupo de israelitas, un remanente como los conocemos, que está comenzando el trabajo de volver a construir el templo. Recuerda que esto es un absoluto milagro obrado por Dios al mover el corazón de un líder poderoso.
El libro de Esdras narra esta historia, y el de Nehemías la continua, pero hay unos profetas que también están en ese tiempo y tuvieron cosas que decir a este remanente. Al estar leyendo en la Biblia cronológica, me di cuenta de algo. La secuencia va mas o menos así… el remanente regresa y comienza a construir el templo. Surge una resistencia de parte de los pueblos alrededor y logran parar el proceso. Pasan algunos años, y los profetas comienzan a exhortarles y también comienzan a trabajar en el templo, logrando que algunos líderes también se involucren. Los que habían logrado parar el trabajo vuelven a regañarlos, pero ellos no se detienen. Así que otra vez escriben al rey, pero ahora está un líder nuevo del reino de Persa y él da permiso y recursos para que la obra continúe. Pero en esos años en que se detuvo el trabajo, algo pasó con el pueblo. Voy a leer algunos versículos de Hageo 1 en la NVI:
“1 Vino palabra del Señor por medio del profeta Hageo a Zorobabel, gobernador de Judá, y al sumo sacerdote Josué: 2 «Así dice el Señor de los Ejércitos: “Este pueblo afirma que todavía no ha llegado el tiempo para reconstruir el Templo del Señor”». 3 También vino esta palabra del Señor por medio del profeta Hageo: 4 «¿Acaso es el tiempo para vivir en casas lujosas, mientras esta casa está en ruinas?». 5 Así dice ahora el Señor de los Ejércitos: «¡Reflexionen sobre su proceder! 6 Ustedes siembran mucho, pero cosechan poco; comen, pero no quedan satisfechos; beben, pero no llegan a saciarse; se visten, pero no logran calentarse; y al jornalero se le va su salario como por saco roto». 7 Así dice el Señor de los Ejércitos: «¡Reflexionen sobre su proceder! 8 Vayan ustedes al monte, traigan madera y reconstruyan mi casa. Yo veré su reconstrucción con gusto, y manifestaré mi gloria —dice el Señor. 9 Ustedes esperan mucho, pero cosechan poco; lo que almacenan en su casa, yo lo disipo de un soplo. ¿Por qué? ¡Porque mi casa está en ruinas, mientras ustedes solo se ocupan de la suya!», afirma el Señor de los Ejércitos. 10 «Por eso, por culpa de ustedes, los cielos retuvieron el rocío y la tierra se negó a dar sus frutos. 11 Yo hice venir una sequía sobre los campos y las montañas, sobre el grano y el vino nuevo, sobre el aceite de oliva y el fruto de la tierra, sobre los animales, las personas y sobre toda la obra de sus manos».
12 Zorobabel, hijo de Salatiel, el sumo sacerdote Josué, hijo de Josadac, y todo el resto del pueblo obedecieron al Señor su Dios. Acataron las palabras del profeta Hageo, a quien el Señor su Dios había enviado. Y el pueblo sintió temor en la presencia del Señor. 13 Entonces Hageo, su mensajero, comunicó este mensaje del Señor al pueblo: «Yo estoy con ustedes. Yo, el Señor, lo afirmo».”
Dios explica el por qué de la frustración diaria del pueblo en sus esfuerzos por tener más cosas y estar más cómodos. Las prioridades del pueblo de Dios habían llegado a ser comodidad y lujo, casas y cosechas propias. Y Dios dice, ¡no! Esa no es la prioridad que yo les encomendé. Los traje aquí para levantar otra vez mi casa, donde yo habito con mi pueblo, para yo sea el centro de sus vidas.
¿Alguna vez has sentido que tus esfuerzos son en vano? ¿Sientes que llevas a tus hijos a la iglesia como buen cristiano, pero no ves a Dios obrando? ¿Sientes que eres ese papá o esa mamá bombero que lo único que hace es intentar sobrevivir? ¿No logras tus metas y objetivos?
¿Pudiera ser que no estás persiguiendo como primera prioridad amar a Dios con todo tu corazón, mente y alma? ¿Que tus esfuerzos en la crianza se dirigen más hacia las cosas que consideras importantes como educación, la carrera futura, las vacaciones familiares, la vida social, el éxito material?
Un hogar donde reina el caos, o un hogar donde reinan las reglas, probablemente no está intencionalmente buscando las mismas metas de Dios en la familia. Sabes, cuando podemos enfocarnos en las prioridades de Dios y buscar los objetivos que El tiene, incluso las crisis y sucesos urgentes que surgen, los podemos ver como oportunidades.
¿Tienes a un hijo muy demandante que no te deja hacer nada con tranquilidad? Sí, eso causa caos. Deténte un momento a pensar en el objetivo que Dios tiene para ese niño (que le ame con todo su corazón) y cómo tu respuesta a su conducta y su personalidad pueden apuntarle hacia ese objetivo.
Por un lado, él necesita aprender a no buscar su propio camino, a no centrar su vida en sí mismo, a reconocer a Dios. Esto va a informar tu disciplina e instrucción de él por su egocentrismo y falta de respeto. Él necesita ver su corazón pecaminoso que exige siempre tener tu atención y que respondas inmediatamente. Esto significa que la respuesta a su problema de pecado no es tener la atención de mamá 24/7.
Pero por otro lado, él sí necesita tu tiempo y atención para descubrir lo que hay en las profundidades de su corazón. Necesita entrenamiento y enseñanza. Quizá tengas que involucrarlo en los quehaceres que no te deja hacer tranquila. Claro, no se harán tan bien, pero él aprenderá a servir. Quizá a veces tengas que detenerte y tomar tiempo para orar con él, disciplinarle, discipularle.
Muchas mamás batallan con idolatrar el estado de la casa. ¿Cómo ves tu casa? Si la ves como tu reino personal que debe estar como tú la quieras, y en cualquier momento lista para un post de Instagram, no tienes una perspectiva que refleja las prioridades de Dios. ¿Qué considera Dios que es importante para una casa? Pues, para proveer las necesidades básicas obviamente. Pero también como un contexto donde puede suceder el trabajo del reino que El desea ver. Entonces, una casa donde todos se sienten bienvenidos y cómodos, donde hay espacio mental para relajarse y disfrutarnos unos a otros, que se presta para reuniones de hermanos en la fe. Todo eso sí entra dentro de lo que Dios considera importante. Pero la idolatría que conecta mi identidad con el estado de mi casa no lo es. Mi casa es un recurso que Dios me ha prestado para utilizar en su reino. Debo usarla bien, tomando responsabilidad y haciendo mi mejor esfuerzo sin torcer las prioridades divinas.
Al final del pasaje de Hageo 1 que leí hace un momento, el profeta da esa última palabra del Señor: Yo estoy con ustedes. Yo, el Señor, lo afirmo. Y nosotros tenemos esa misma palabra del Señor, palabras que Jesús mismo dijo al final del libro de Mateo cuando estaba a punto de ascender a tomar su lugar de intercesión a nuestro favor. Escucha lo último que Jesús dijo al final de Mateo 28:
Jesús se acercó entonces a ellos y dijo: —Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. 19 Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 20 enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.
Hacer discípulos en nuestro hogar es nuestra tarea, y es una tarea divina. Debemos ensenar a nuestros hijos a obedecer todo lo que Dios ha mandado. Y él nos asegura que estará siempre con nosotros.
Esta es la misericordia nueva cada mañana para estos retos que en el momento parecen tan grandes. Día tras día, escoge priorizar lo importante, y acércate a lo urgente entendiendo que ahí también se puede lograr las metas importantes de Dios. No dejes que el caos reina en tu vida familiar, para que hagas espacios intencionales donde puedes cumplir las prioridades de Dios. Pero no te dejes frustrar cuando sí surgen las situaciones urgentes, porque cada una es oportunidad para disciplina y discipulado.
Pidamos sabiduría, como Jacobo nos exhorta en Santiago 1, porque Él que ha prometido estar con nosotros siempre también nos ha prometido la sabiduría que le pidamos. ¡Qué gran misericordia tenemos disponible esta semana! Gloria sea a Dios.