Categoría: Enseñanza

Cómo y por qué dejar que tus hijos sufran

November 24, 2024

Enséñales a abrazar el sufrimiento como un camino a la santidad.

Estamos acostados en la cama, todos amontonados escuchando a las chicas contarnos sobre su viaje. Se ríen, gesticulan y hablan a la velocidad máxima como sólo las preadolescentes pueden hacerlo. 

Nuestras dos hijas, London y Eve, acaban de regresar a casa después de estar dos días fuera, días que pasaron ​​con su mejor amiga y su madre en un hotel elegante. Comieron en restaurantes y deambularon por un gigantesco centro comercial. Patinaron sobre hielo y nadaron en la piscina del hotel y se quedaron despiertas hasta muy tarde viendo videos de Dude Perfect en sus iPads. Las abrazamos y sonreímos. Estamos muy agradecidos por la oportunidad de darles buenos regalos.

Eve mira a su papá y le pregunta: “¿Alguna vez hiciste algo como esto cuando tenías nuestra edad?” 

Mi esposo Justin me mira y sonríe. 

“No”, dice él. “Mi familia se hospedaba en un hotel una vez al año cuando íbamos a visitar a la familia, y mi mamá ahorraba cupones de envoltorios de jabón para pagarlo”. 

Yo asentí: “Cuando tenía tu edad, nunca me quedé en un hotel con un pasillo interior”. 

Es un privilegio darles a nuestros hijos cosas que nunca tuvimos cuando éramos niños. Pero mientras estábamos allí acostados, abrazándolos con fuerza, no pudimos evitar sentir que no tener cosas fue un don en sí mismo

Sin que les falte nada

Santiago escribe,

Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.” (Santiago 1:2-4).

¿Qué quiero para mis hijos? Quiero que no les falte nada.

Puedo sentirme tentada a pensar que eso significa darles cosas, todo.

Pero, según Santiago, si realmente quiero que no les falte nada, quizás el mejor plan sea retener algunas cosas intencionalmente.

A veces, nuestro trabajo como padres es dar buenos regalos y, a veces, nuestro trabajo como padres es dar la bienvenida (o incluso diseñar) las pruebas, haciendo con benevolencia la vida de nuestros hijos más difícil.

Si el sufrimiento es el camino más seguro hacia el crecimiento, no queremos “proteger” a nuestros hijos de la madurez. 

Es más fácil decirlo que hacerlo, lo sé.

Dificultades saludables

¿Cómo se ven las dificultades saludables en la vida de nuestros hijos? Podrían verse así:

  • Elegir no protegerlos de las consecuencias de sus malas decisiones.
  • Fomentar el autocontrol y la disciplina. 
  • Enseñarles cómo dar de su tiempo y dinero de forma sacrificial.
  • Hacerlos hacer cosas incómodas, cosas que preferirían no hacer, como ir a visitar a personas mayores en asilos de ancianos, entablar una conversación con otros niños que parecen estar solos o aislados, perdonar a su hermana. 
  • Construir una vida familiar que no gire en torno a los niños.
  • Enseñarles cómo llegar en último.

Si tienes suficientes medios económicos, una dificultad saludable para tus hijos sería gastar menos de lo que podrías en ropa, juguetes o salidas y regala ese dinero a quién lo necesite.

Las dificultades saludables también pueden ser decir “no” incluso cuando podrías decir “sí”.

A veces lo difícil es bueno

Para nuestra familia, esa buena dificultad fue inscribir a nuestros hijos en una complicada escuela primaria pública en lugar de enviarlos a una escuela privada o a la escuela pública más elegante que está en la misma calle. 

En su escuela donde el 80% del alumnado es hispano, nuestras niñas aprendieron lo que es ser parte de una minoría. Aprendieron a hacer amigas con personas que son diferentes a ellas. Dado que la mayoría de sus compañeros de escuela viven por debajo del umbral de pobreza, aprendieron que muchas personas no pueden comprar comida rápida para el almuerzo. Están aprendiendo a contentarse con menos. 

Hoy en día, las buenas dificultades para la familia Gerhardt se ven en vivir en el extranjero, mudándose de un país a otro cada cuántos meses. Sacamos a nuestros hijos de su grupo fuerte de jóvenes de la iglesia, les pedimos que se despidieran de los amigos que habían tenido desde el preescolar y los animamos a hacer nuevos amigos en Inglaterra, Irlanda y Croacia.

Era mucho pedir, pero nueve meses después ellas son fuertes, resilientes y sorprendentes a la hora de conectarse con la gente. Ha sido difícil, pero ambas niñas te dirían: a veces lo difícil es bueno. 

Abrazando el camino hacia la santidad

Casi al final del libro de Hebreos, encontramos esta instrucción sobre la perseverancia aquí en la tierra: 

“Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquellos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero este para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.” (Hebreos 12:7-11).

Si queremos criar como Dios cría, entonces no protegeremos a nuestros hijos de todas las dificultades. Al contrario, les enseñaremos a abrazar el sufrimiento y aceptarlo como el camino hacia la santidad.

Caminaremos a su lado como buenos entrenadores, alentándolos mientras soportan un entrenamiento doloroso, animándolos con la promesa de una cosecha de justicia.

Este artículo fue publicado primero en Fierce Parenting. Traducido y publicado con permiso. 

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Autor

  • JL Gerhardt es una autora y maestra de la Palabra, dedicada a ayudar a otros a ver, conocer y amar a Dios. Gerhardt sirvió anteriormente en un ministerio de oratoria y narración, y es profesora universitaria de inglés y periodista. Actualmente viaja por todo el mundo con su familia (su esposo Justin, sus hijas London y Eve) y organiza conferencias para familias llamadas “The Storied Family”. Su séptimo libro “Look to Love” está disponible ahora.

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