Ep 197: Ama, y enseña a amar como Cristo, con Mateo Bixby

September 9, 2025

Los padres nos indignamos si alguien sugiere que no amamos a nuestros hijos. Es horrible pensar que existen padres que no aman a sus hijos. Pero el amor que practicamos puede ser producto de la obra del Espíritu en nuestros corazones, o pudiera ser un amor que refleja las ideas torcidas del mundo que nos rodea. Aprendamos sobre el amor verdadero, ejemplificado en Cristo y derramado en nuestras vidas. 

RECURSOS ADICIONALES

¿Qué es el amor bíblico? “Es entregarse con placer hasta la muerte, si es necesario, por el bien de otras personas, incluso las que peor te caen. El amor es incondicional e ilimitado.” Mateo Bixby

Dia 1) Leer Gálatas 5:16-25

  1. Como familia, hablen sobre el contraste entre las obras de la carne y el fruto del espíritu. ¿Existen algunas obras de la carne en nuestro hogar? ¿Cuál fruto del Espíritu es más evidente y cuál menos evidente en nuestra familia? 
  2. ¿Qué significa andar en el Espíritu? (Escucha el episodio 196 para entenderlo mejor).

Día 2) Gálatas 2:20; Efesios 5:25

  1. ¿Qué llegó a hacer Cristo por nosotros como resultado de amarnos tanto? ¿Cómo esto nos motiva a amar de la misma manera?
  2. Lee la definición de amor bíblico arriba. Comparte con tu familia de qué maneras puedes poner en práctica este tipo de amor. ¿Con quién más batallas en demostrar el amor bíblico?

Día 3) Leer 1 Juan 3:16-18 y Mateo 5:43-48

  1. Según estos versículos, ¿qué crees que significa buscar el bien de otra persona? Leanlos otra vez y anoten lo que aprenden. Que cada miembro de la familia comente una forma en que puede amar mejor a los demás.
  2. ¿Cómo te hace sentir que Dios nos manda amar a nuestros enemigos? ¿Y cómo te hace sentir que a pesar de que éramos enemigos de Dios, Él sacrificó a su Hijo por amor de nosotros?

Texto de la semana para memorizar:

1 Juan 4:11 – “Amados, si Dios así nos amó, también nosotros debemos amarnos unos a otros.”

ADORA, ORA, EXAMÍNATE:

ADORA: Gracias Cristo por entregarte hasta la muerte por mi bien y amarme sin límite.

ORA: Señor, produce en cada miembro de nuestra familia un amor verdadero por ti y por los demás.

EXAMINATE: 

  • ¿Tienes una perspectiva bíblica del amor o una perspectiva humana?
  • ¿Estás poniendo tu mirada en el amor de Dios manifestado en la cruz de Cristo?
  • ¿Dependes del Espíritu y te sometes a Él al interactuar con los demás? 

El Ejemplo de Cristo:

Gálatas 2:20 – “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”

Transcripción:

Susi: Gracias por continuar con nosotros en nuestra serie sobre el fruto del Espíritu. Claro, vamos a hablar del amor, porque el amor es el primer fruto del Espíritu que se menciona en Gálatas capítulo 5.

Mateo: Oye, Susi, ¿este episodio va a salir por ahí del 14 de febrero o algo así?

Susi: No, porque no estamos hablando de ese tipo de amor. ¡Eso es un amor romántico!

Mateo: ¡Ah! OK.

Susi: Creo que sí es muy apropiado hablar del amor en un podcast sobre la crianza. Todos dicen que aman a sus hijos, pero yo creo que a veces no hay tanta buena comprensión sobre lo que es el amor.

Mateo: Creo que a veces está más del otro lado: ¡a veces pensamos que odiamos a nuestros hijos por momentos! ¿No?

Susi: Sí, la crianza definitivamente tiene muchos momentos muy altos, y momentos muy bajos. Por eso necesitamos entender qué es realmente el amor. Así que, antes de entrar en el tema del amor específicamente, yo pensaba que sería interesante escuchar de ti. Como padre—te acuerdas de que en el episodio anterior nos explicaste que andar en el Espíritu es como depender del poder del Espíritu, someternos a la dirección del Espíritu. Pero específicamente en tu rol como padre, ¿cómo eso ha sido para ti? ¿Qué ha significado eso?

Mateo: La verdad quisiera que hubiera sido algo todavía más importante de lo que ha sido, porque en muchas ocasiones recuerdo que no me sometí al Espíritu Santo, que no dependía del Espíritu Santo. Para mí, que soy pastor y trabajo en el ministerio, a veces hablas con personas, estás en reuniones, enseñas clases, haces discipulados, y allá fuera es muy fácil ser muy amoroso y muy paciente y muy manso. Luego vienes a la casa, y es donde a veces es más difícil producir este tipo de fruto del Espíritu.

Yo quisiera poder decir que siempre fui un buen padre, y siempre fui amoroso y siempre anduve en el Espíritu. Pero también esa guerra que mencionábamos en el episodio anterior se libra en mí. En muchas ocasiones—son demasiadas ocasiones—no anduve en el Espíritu y no dependía del poder del Espíritu Santo. El resultado fue algunas de las obras de la carne. Creo que no fue la tónica dominante, pero sí, en ocasiones eso sucedió.

Creo que cuanto más eso hubiera dominado mi vida, más hubiera producido el fruto del Espíritu. Hubiera sido mejor cristiano, mejor esposo, mejor padre. Creo que constantemente tenemos que recordarnos de que necesitamos andar en Espíritu, necesitamos someternos a él, y necesitamos depender de él. Siempre que hagamos eso, vamos a estar produciendo este tipo de virtudes y obras en nuestra vida en vez de las obras de la carne.

Susi: Pues creo que no estás solo. Yo creo que no existe padre o madre que pueda decir que en cada momento en su hogar estuvo sometido al Espíritu Santo y experimentaba el poder del Espíritu Santo. Porque lo que dices es clave: en la casa; ahí es lo que somos en realidad. Ahí se revela nuestro ser.

Entonces, si tú dices: “No, yo no batallo con el fruto del Espíritu, nada más estos niños me sacan algo que no sale con ninguna otra persona”. Allí es—esos son tus obras de la carne, porque es el verdadero tú. Eso es lo que yo también he aprendido en esto de la maternidad. En la casa, esa es la persona que realmente soy.

Mateo: Es que te exige. La crianza, el hogar, la familia te exige como ningún otro aspecto de tu vida te puede exigir, porque es el contexto más íntimo. Esas personas te pueden lastimar, te pueden frustrar, te pueden sacar las canas verdes, como a veces decimos, como nadie más lo puede hacer. Es donde más se demuestra qué hay realmente en nuestro corazón.

Susi: Por eso, tanto necesitamos el poder del Espíritu, depender del Espíritu. Cuando hablamos del amor, que es el primer fruto del Espíritu, según Gálatas 5 (no es primero en importancia, quizás, pero es el primero que se menciona), realmente hay muchas ideas acerca del amor. Como tú dices: febrero 14—el amor romántico.

Primero ayúdanos, por favor, a tener una comprensión bíblica, quizás una clasecita aquí. Tú eres maestro; danos una clasecita de unos minutos sobre qué es el amor. ¿Qué significa el amor en este pasaje, y en general en la Biblia?

Mateo: Creo que podemos comenzar por esa parte negativa, lo que no es. Hay la noción en nuestro mundo que el amor es un sentimiento incontrolable: el flechazo de Cupido, que de repente miras a alguien y sientes algo…

Susi: Ajá. Eres víctima de eso.

Mateo: Sí, eres víctima de ese flechazo, ¿verdad? Entonces, ¿cómo se va a ver eso? En un romance apasionado, esa sensación eléctrica cuando se cruzan las miradas tuyas de la persona que amas, y hay mariposas en el estómago, y los pájaros van a cantar y las flores van a florecer, y va a haber música tocando constantemente. Pensamos que ese es el amor. Curiosamente, en la Biblia nos presenta un cuadro muy diferente de lo que es el amor.

Voy a mencionar aquí varias cualidades, primero, comenzando con que es un mandato que debemos de obedecer. De inmediato nos enseña que esa idea de que es una sensación incontrolable va en contra de lo que la Biblia dice. Porque si es incontrolable, pues no lo puedes producir. No puedes obedecer el mandato de Dios. Cristo nos dijo que nos había dado un nuevo mandamiento: “que os améis unos a otros, como yo os he amado”. Entonces, hay un mandamiento de amar. Por tanto, lo tenemos que cumplir. A veces lo vamos a cumplir sea que lo sintamos, o sea que no lo sintamos, pero en sumisión al Espíritu Santo y con la dependencia del Espíritu Santo, lo podemos hacer.

Ahora, ¿es un mandato a qué? ¿Qué es amar? Si yo pudiera resumir el concepto de amar en una palabra, no sería pasión, no sería emoción, sino sería entrega. O quizás la palabra sacrificio. Porque cuando la Biblia describe el amor de Dios por nosotros, una y otra vez usa la palabra entregarse. Por ejemplo, ahí en Gálatas (este pasaje del fruto del Espíritu está en Gálatas), en Gálatas 2:20 nos dice: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí. Y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”. Me amó, y va ligado con entregarse.

Lo vemos en Efesios, capítulo 5, hablando de los maridos que deben amar a sus mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella. Otra vez amor, entrega. Y eso lo podemos ver en otros pasajes también. El amor es el acto de entregarse o sacrificarse por el bien de otra persona.

Creo que esa frase también es clave: el bien de otra persona. ¿Por qué? A veces pensamos que si amamos a alguien, le vamos a dar todo lo que quiere. Pero no. Eso no es el amor. El amor es certero en que da no lo que una persona quiere, sino da lo que una persona realmente necesita, no lo que quiere.

Susi: ¡Ahora si vas a pisar el callo!

Mateo: Sí, aquí sí. Es interesante porque en la crianza tiene mucha aplicación, ¿no? Los padres queremos darles todo a nuestros hijos.

Susi: Eso es como amamos a nuestros hijos: darles “todo lo que yo no tuve”.

Mateo: Sí. Y eso es amor. Pero no. No es amor darle todo lo que quiere. De hecho, a veces, cuando le damos todo lo que quiere, estamos haciendo todo lo contrario a lo que es el amor bíblico. Incluso recordamos en Hebreos 12, que “Dios al que ama disciplina”. Obviamente el hijo disciplinado no quiere la disciplina, pero es la señal de amor hacerlo.

Entonces creo que hay una entrega por el bien de otra persona, y eso significa entonces que el amor también es algo práctico. No es un sentimiento solamente. Creo que incluye sentimientos, pero no es eso principalmente. No es algo que se dice. Hay familias que constantemente son muy amorosas en sus frases: “Ay, te quiero, te amo”. Y usan frases muy, muy…

Susi: Cariñosas.

Mateo: Cariñosas, sí. Buena palabra. Pero el amor es un hecho; es algo que hacemos. Son actos que hacemos de entregarnos por otra persona. El amor por Dios, por ejemplo, es el acto de obedecer sus mandamientos. Es así de simple ¿no? Y cuando nosotros amamos a otra persona, 1 Juan, capítulo 3 nos dice que, si amamos realmente, vamos a suplir sus necesidades. Si ves a un hermano que tiene necesidad, y no suples esa necesidad, aunque le digas: “Que Dios te bendiga, que Dios te lo provea, hermano”, no: eso, dice, es amar de palabra y de lengua. No es amar de hecho y en verdad.

El amor tiene que demostrarse en esos hechos prácticos de entrega. Todo esto puede sonar muy negativo, pero para que sea amor, lo hacemos con deleite, o lo hacemos con placer. No es una obligación. No es que tengo que hacerlo y odio hacerlo, pero, bueno, lo hago porque no hay otra. No. Es un acto de entrega, pero con deleite.

Otra vez, comparándolo con nuestro amor a Dios, sí, es guardar los mandamientos de Dios, pero 1 Juan 5:3 nos dice que “guardemos sus mandamientos, y sus mandamientos no son gravosos”. O sea, no es pesado hacer eso. Ahora, para cualquiera de nosotros, mostrar amor en todos los contextos de la vida y en todo momento…va a haber momentos pesados. Pero si solamente lo estamos haciendo por obligación, principalmente por obligación, algo anda mal. Eso no es deleite. Eso no es amor. Tiene que haber este placer en hacerlo.

Pero también al estudiar el concepto de amor, hay una cosa más que creo que es clave. Es que el amor es incondicional e ilimitado. Hay una noción el día de hoy que, bueno, yo amo, pero solamente hasta cierto grado. Pero en la Biblia no podemos limitar el grado al que amamos. De hecho, 1 Juan 3:16 nos dice: “En esto hemos conocido el amor, en que él [Cristo] puso su vida por nosotros; también nosotros debemos de poner nuestra vida por los hermanos”.

Hay un grado: ¿a qué grado, a qué extremo, llegó Jesucristo? Al grado de poner su vida, de sacrificar su vida, literalmente. Entonces, cuando nosotros amamos, no podemos limitar el grado. No podemos decir: “Ah, pues es que ya has hecho esto 15 veces, y entonces ya no más”. No. Hasta la muerte.

Ahora sé que hay situaciones extremas donde sí la vida de las personas corre en riesgo, donde sí hay un abuso físico, sexual, y no estamos hablando de que “bueno, tienes que aguantarte, y no puedes hacer nada. El amor simplemente toma eso”. No, pero en el trato con nuestros familiares, con nuestros hijos, no podemos poner el grado. El amor no pone limite al tiempo.

Nos dice 1 Corintios 13:7: “todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. O sea, el amor no se da por vencido. Jamás perdemos la fe; mantenemos esa esperanza. A veces hacemos eso: “Bueno, tienes de aquí a tres semanas para arreglar eso”. No, el amor no pone límites al grado, al tiempo, ni a las personas. Los judíos decían: “Bueno, tú tienes que amar. Dios te manda amar, sí. Pero tienes que amar a tus familiares y a tus amigos”. Jesucristo dice: “No, tú tienes que amar a tu prójimo”. Y le preguntan: “Bueno, ¿quién es mi prójimo?”

Susi: Les cuenta del buen samaritano.

Mateo: La parábola del buen samaritano, ¿verdad? Es un hombre que tú no conoces, que está tirado al lado de la carretera. Ese es tu prójimo. Tienes que amarlo a él. Y si eso no fuera mucho, luego dice que tenemos que incluso amar a nuestros enemigos, amar a los que nos persiguen. Eso significa que nunca hay una razón por dejar de amar. Otra vez no significa sentimientos muy románticos o bonitos.

Susi: Y no significa dejar que las personas hagan lo que quieran contigo.

Mateo: No, no, pero sí puedo entregarme por el bien de otra persona. Y hacerlo de una manera incondicional, ilimitada, sacrificial, buscando lo que Dios quiere para ellos. Eso sí, lo puedo hacer. Quizás yo no puedo tener sentimientos placenteros, pero sí puedo, en el poder del Espíritu Santo, obedecer ese mandato de amar de esta forma, como hemos venido describiendo. Cuando vemos lo que la Biblia dice acerca del amor, estas son cachetadas muy, muy fuertes, donde todos nosotros creo que tenemos que decir: “Yo no amo como debería de amar; tengo que crecer en el amor”.

Susi: Y recordar que es un fruto del Espíritu. Yo no puedo producir eso por mi cuenta, pero cuando, como dijiste en el primer episodio de la serie, ando en sumisión y entrega al Espíritu, permitiendo que él dirija, dependiendo de él, esa es la forma en la que puedo, día tras día, amar a un hijo difícil, a un cónyuge inconverso o difícil, a vecinos difíciles. Ese es el punto: la dependencia sobre el Espíritu Santo, y el poder que eso tiene.

Entonces el amor que un padre o una madre puede mostrar de esa forma a su hijo significa que va a buscar su bien. No todo lo que el hijo quiera, sino va a tomar decisiones sacrificiales para el bien, el verdadero bien, de los hijos. Eso es muy difícil. Suena muy bonito.

Mateo: Así es, pero luego están nuestros hijos, que están haciendo un berrinche, y tengo ahí que tomar una decisión. ¿Voy a producir las obras de la carne, lo que yo quiero naturalmente, que simplemente gritarle a mi hijo, quizás darle una cachetada y decirle que ya deje de hacer eso? ¿O voy a producir el fruto del Espíritu?, que significa: Espíritu Santo, guíame. Yo sé lo que tú quieres: quieres que yo responda con amor, con mansedumbre, con templanza, y no lo puedo hacer solo. Entonces lléname de tu poder; dependo de tu poder.

Ahora, noten que entonces ahora yo voy y confronto ese pecado de mi hijo. Porque a veces lo que mi carne quiere es ignorarlo: “Déjalo, que haga lo que él quiera”. Eso no es el fruto del Espíritu tampoco. El amor busca el bien de otra persona, y a veces tengo que confrontar y tengo que disciplinar, como vimos que Dios mismo hace.

Susi: Bueno, y eso quizás nos ayude a contestar la pregunta: ¿cuáles luchas o dificultades van a estar en la vida, se van a evidenciar en la vida, de un padre o una madre que no está manifestando el amor como un fruto del Espíritu? ¿Qué consecuencias va a tener también para su crianza?

Mateo: Si el amor es buscar el bien de otra persona, sacrificarme para lograr el bien de otra persona, el egoísmo es el opuesto del amor. Porque en el egoísmo estoy buscando mi propio bien. Creo que muchos de nuestros problemas en el hogar, y muchas de nuestras deficiencias en la crianza, vienen porque yo estoy pensando en mí, en lo que yo quiero, en lo que me viene bien a mí. ¿Por qué me enojo tanto con mis hijos a veces? Porque están haciendo algo que no me gusta a mí, y yo quiero paz y tranquilidad, y ellos están peleando, están corriendo, están haciendo ruido, y entonces me enojo y exploto, porque estoy pensando en mí.

¿Por qué no me sacrifico por su bien, y tengo un devocional familiar? Porque estoy cansado, y lo que más quiero es tirarme en el sofá y relajarme un rato. Entonces no hago el tiempo, no tomo la decisión de realizar el devocional familiar. Y ¿por qué no los disciplino? Porque quizás no me gusta a mí, porque “es que me duele mi corazón cuando los disciplinas”. Entonces no me someto al Espíritu y ejerzo disciplina. O quizás simplemente, como decíamos, no quiero lidiar con eso ahora mismo. Entonces mejor que griten y corran y desobedezcan, pero yo aquí puedo hacer la vista gorda.

Creo que el egoísmo es lo que muchas veces producimos en nuestra carne. No busco su bien; busco mi propio bien. También busco que ellos se sacrifiquen por mí, en vez de yo sacrificarme y entregarme por ellos. Entonces ellos tienen que hacer lo que yo quiero, y lo que a mí me agrada. Esto no es lo que es el amor. No es lo que produce el Espíritu en nosotros.

Susi: Yo pensaba también, creo que algo común particularmente en las madres, es la manipulación emocional de los hijos. Si yo no estoy amando sacrificialmente, por razones correctas, motivaciones bíblicas, yo voy a veces a manipular a mis hijos, incluso poniendo mis emociones como el centro. Muchas mamás dicen cosas a sus hijos como: “Tú sabes cómo eso me hace sentir”. Entonces, ¿qué estás haciendo? Estás poniendo tus emociones como el centro y la motivación para que ese niño haga lo que tú quieres. Esa es otra evidencia.

Si tienes que recurrir a la manipulación emocional, no estás realmente amando a tu hijo, porque tus emociones las necesitas poner a un ladito y decir: ¿qué es importante aquí? ¿Qué necesita verdaderamente mi hijo?, e intentar suplir la necesidad, sea espiritual o emocional o física, que el niño tiene en ese momento. Eso es muy difícil, muy difícil de hacer.

Mateo: Sí, y es una guerra—lo que decíamos antes: se libra una batalla, una guerra. El Espíritu se opone contra la carne y la carne contra el Espíritu. Y tenemos que escoger someternos al Espíritu. Depender del poder del Espíritu es la única forma, nuestra única esperanza.

Susi: Yo pensaba en cuáles son las consecuencias, entonces, si en mi hogar como madre, yo no estoy produciendo el fruto del amor, el fruto del Espíritu que es el amor en mi vida. De aquí a 20 años, de aquí a 15 años, ¿cuáles son algunas de las consecuencias? Yo pienso en que mis hijos no van a saber cómo amar si no lo vieron en mi vida. ¿Por qué los hijos hacemos lo que nuestros padres hicieron? Es lo más natural. Yo puedo decir: “Ah, no, yo no voy a ser como mi papá. Yo no voy a ser como mi mamá”. Pero sí lo voy a hacer, a menos que realmente Dios esté obrando una transformación en mí.

Entonces, si yo quiero criar hijos que sepan amar, yo necesito también que ese fruto se esté produciendo en mi vida. No sé si hay otras consecuencias futuras que tú ves, o en la vida del mismo niño.

Mateo: Sí, obviamente, en nuestra propia vida, la falta de amor va a traer sus consecuencias. El fruto del Espíritu trae bienestar, trae paz, trae la bendición de Dios. Y cuando no lo hacemos, si yo soy padre o madre, en mi relación con mi cónyuge, va a afectar también. Si es en mi relación con mis hijos, va a afectar la relación con mis hijos. Pero creo que la consecuencia principal es la que comentas: en la vida de nuestros hijos, hemos perdido la increíble oportunidad de contagiarles a nivel de ADN lo que significa realmente amar, demostrarles lo que la Biblia dice acerca del amor.

Y eso va a tener consecuencias también para ellos, en sus relaciones amistosas, en sus relaciones amorosas. Incluso en su iglesia, en su trabajo, en todas las facetas, van a estar pensando en ellos mismos, en vez de estar pensando en cómo pueden sacrificarse por el bien de otras personas. Van a vivir vidas egoístas, y una vida egoísta es una vida increíblemente insatisfecha. No te puede satisfacer. Constantemente necesitas más, más y más para ti, y las demás personas a tu alrededor son obstáculos que impiden que tú obtengas lo que tú quieres. Por eso los lastimas. Por eso respondes como respondes, los tratas como los tratas.

Son tantas áreas de la vida que pueden ser diferentes si nosotros como padres modelamos el fruto del Espíritu del amor, y luego ayudamos a cultivar eso en la vida de nuestros hijos desde que son pequeños.

Susi: Sí. Yo creo que necesitamos los padres recordar las consecuencias. Es muy fácil perderte en el día a día, todas las tareas y todas las actividades, pero tenemos que tener ahí delante de nosotros, como si colgara aquí delante de los ojos: hay un futuro. Hay consecuencias de lo que sucede hoy en mi hogar. Hay consecuencias, y es una gran responsabilidad.

Tenemos que siempre regresar al evangelio. ¿Por qué es imposible que yo como madre diga: “Bueno, yo voy a amar. Yo voy a amar”? Yo no puedo producir eso por mi cuenta. Ya lo hemos mencionado, ¿verdad? Pero queremos siempre regresar al evangelio. ¿Cómo debo procurar amar a la luz del evangelio?

Mateo: Creo que la forma más fácil es simplemente apuntarlos a Cristo y el amor de Cristo. Cristo dijo: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”. Esto es lo que Cristo hizo. Si constantemente les apuntamos a esa muestra de amor que es tan clara que vemos en la cruz, que vemos ahí en el Calvario, y les apuntamos a eso, van a decir: “Bueno. Primero, yo no puedo vivir de esa forma. Yo no puedo sacrificarme hasta la muerte por otras personas en mí mismo”.

Pero también al mirar a eso van a encontrar la transformación espiritual en el evangelio, y luego la motivación y el poder para hacerlo. Mira, esto es lo que Cristo hizo. Y tú puedes y debes imitar a Cristo en tu vida, en el poder del Espíritu Santo. Apuntarles una y otra vez a esa cruz, es lo que más nos va a producir un amor genuino, un amor bíblico.

Susi: Obviamente sabemos que algunos de nuestros hijos no son salvos. En el episodio anterior hablamos más extendido acerca de comoquiera, estas virtudes, nosotros debemos ir entrenando a nuestros hijos, sean salvos o no, en estas virtudes. ¿Pero cómo podemos fomentar, alimentar, alentar crecimiento en esta área del amor, en las vidas de nuestros hijos? Quizás algunas aplicaciones prácticas, aunque sean o no sean, o no sabemos si son salvos todavía. ¿Tienes algunas sugerencias?

Mateo: Bueno, como decíamos en el episodio anterior, al ser imagen de Dios pueden reflejar de manera deficiente, pero algo, las virtudes de Dios. De hecho, hay algunos pasajes que hablan del afecto natural en la Biblia. Algunas versiones lo traducen así: afecto natural. Otras lo traducen como amor. Entonces hay un afecto natural que incluso el hombre inconverso puede tener y debe tener, y es una señal de no haber glorificado a Dios y de haber reprimido la verdad cuando no tienes este afecto que incluso el mundo considera como natural. Entonces podemos cultivar eso en ellos.

Pero ¿cómo? ¿Qué es el amor? Sacrificarse por el bien de otras personas. Entonces enseñar a nuestros hijos a estar pensando en los demás, no para encontrar apruebo ahí, pero en el bien de los demás, en tener consideración en otros. A veces lo hemos comentado en los cultos de la iglesia. Los padres están ahí escuchando, y sus hijos están ahí sentados, haciendo ruido, hablando en voz alta, y los padres no enseñan a sus hijos a que ese es un momento donde deben de tener consideración por el bien de los demás que están escuchando.

Susi: Sí, amar a los demás.

Mateo: En el hogar, en la casa, ¿cómo juegan los niños los unos con los otros? A veces hemos hecho los niños los reyes de la casa. Todo depende de ellos, y todo lo que ellos quieran, y corren por aquí y hacen ruido, y no nos esperan para ver: bueno, ¿es un buen momento? Hay otras actividades que se están haciendo. Mamá está tomando una siesta. Pues, entonces no deberíamos de estar gritando. Hay cosas pequeñas así que podemos ir inculcándoles ese valor de pensar en el bienestar de otras personas, de aprender a negarse a sí mismos por el bien de otros conforme van creciendo.

Creo que involucrarlos en actos de servicio, puede ser dentro del hogar mismo—los quehaceres de la casa. Mamá no tiene que hacer todo. Nos cuesta. Y esto va para los esposos también, ¿no? Nosotros también deberíamos de servir. Pero en los quehaceres de la casa, conforme van creciendo más. Actos de servicio en la iglesia o actos de servicio a personas necesitadas, donde no hay ningún beneficio personal; lo hacemos por ellos.

Pero como ya hemos venido diciendo, la mejor manera de inculcar esto en ellos es que nosotros lo vivamos; que nosotros, de manera práctica y real y diaria, lo ejemplifiquemos: una abnegación, un sacrificio por otras personas, por su bien, por el bien de nuestros hijos, no viviendo por nuestros sentimientos ni controlados por nuestros deseos. Eso va a tener el mayor impacto.

Susi: Yo creo que todos los aspectos del fruto del Espíritu son importantes, pero cuando alguien le preguntó a Jesús cuál es el mandamiento más grande, Jesús dijo: “Ama a Dios”. Y luego dijo: “El segundo es, ama a tu prójimo”. Entonces hay algo especial, y creo que un poquito, diríamos, global, acerca del amor.

Es cuando nosotros podemos aceptar que nuestros hijos nacen egoístas—nacemos egoístas; nacemos en el centro de nuestro pequeño universo—los padres tenemos el privilegio y la responsabilidad de resistir el egoísmo natural desde que son bebés. Podemos empezar desde muy pequeños a enseñarles que no son el centro del universo. Podemos resistir el egoísmo, y eso es una forma de prepararlos para amar. Niños que han crecido con su egoísmo…

Mateo: Descontrolado.

Susi: Sí. Descontrolado, y de repente queremos cuando ya aceptaron a Cristo cuando tienen ocho años, ahora sí debes empezar a amar. Ese niño no ha aprendido a resistir el egoísmo natural que viene dentro de él. Entonces creo que el amor es sumamente importante.

Cuando queremos aplicaciones diarias prácticas, cada vez que se manifiesta egoísmo en la vida de nuestros hijos, tenemos una oportunidad para apuntarles, señalarles. No digo que cada vez que ves el egoísmo lo vas a sentar y lo vas a señalar, pero muchas veces es lo que podemos hacer, y preguntarle simplemente, ¿cómo podrías amar en esta situación? Si ya le hemos enseñado, ya le hemos instruido.

Por eso queremos proveerte un poco de material para que, en momentos formales, devocionales con la familia, puedan hablar del amor bíblico. Y luego, entonces, tendrás oportunidades para decir: ¿Cómo puedes amar en este momento en lugar de ser egoísta? Eso creo que sería realmente transformador en un hogar.

Mateo: Radicalmente diferente sería el hogar si todos viviéramos así, o si aspiráramos o lucháramos por eso.

Susi: Sí, incluyendo a los papás. Bueno, muy bien, esperamos que esta conversación sobre el amor como fruto del Espíritu haya sido de ayuda, de bendición para ti, y vamos a seguir; tenemos varias semanas, obviamente, en esta serie. Vamos a estar viendo el fruto del Espíritu uno por uno, y te pedimos que nos acompañes.

También te pedimos que aproveches el material. Si tú vas a crianzareverente.com y tú buscas Episodio 197, ahí vas a poder descargar un PDF con material de ayuda para que puedas hacer devocional familiar con tu familia. Y puedes ir al blog también en crianzareverente.com y leer un artículo sobre el amor, el fruto del Espíritu que es el amor.

Muchas gracias por acompañarnos. Gracias por tomar estas enseñanzas y realmente aplicarlas en su hogar. Que Dios te bendiga grandemente esta semana.

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Autores

  • Susi es la fundadora de Crianza Reverente y anfitriona del podcast, mamá de tres adultos jóvenes, y esposa de Mateo Bixby, uno de los pastores de Iglesia Bautista la Gracia en Juarez, NL, México.

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  • Nació y creció en España, de padres americanos misioneros. Estudió en Estados Unidos y está a punto de terminar su doctorado. Lleva casi 20 años viviendo en Guadalupe, Nuevo León, junto con su esposa Susan y sus tres hijos: Aarón, Ana y David. Es director de la Facultad de Teología en la Universidad Cristiana de Las Américas y es pastor fundador de la Iglesia Bautista La Gracia en Juárez, Nuevo León.

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