Categoría: Vida Espiritual

3 versículos para edificar la fe de una madre

noviembre 10, 2019

Memorizar las Escrituras es muy similar a cuando guardo barras de proteína en mi buró, pañalera, o carro. Necesito comida sobre la marcha. Necesito la Palabra sobre la marcha. Ambos requieren de un poco de intencionalidad y determinación para hacer lo que es bueno para mí. Como mamá de dos niños muy pequeños corriendo por todos lados, no puedo olvidar comer. Necesito desesperadamente la energía para seguir el ritmo físicamente, y anhelo las promesas de Dios para fortalecerme en mi debilidad (2 Cor. 12:9). Necesito guardarlas en mi corazón, permanecer en ellas, y orar sobre ellas (Salmo 119:11).

Memorizar las Escrituras nos ofrece una manera tangible de aferrarnos a Cristo en medio de los momentos más cansados y desordenados del día. Las madres que esperamos en Cristo tenemos un Ayudador en nosotras  —el Espíritu Santo— quien empodera un amor y cuidado sacrificial hacia nuestros hijos, y a menudo Él utiliza la Palabra de Dios. ¿Cómo sería si esa Palabra viniera a nuestra mente justo cuando la necesitamos?

Todos podemos almacenar ricas verdades de la Palabra en nuestros corazones cuando seleccionamos versículos para memorizar. Estos pueden avivar nuestro espíritu y ayudarnos a permanecer en el llamado de la maternidad cristiana, sin importar cuán difícil parezca. Te comparto tres versículos que me están animando en esta temporada de mi vida junto con algunas de las lecciones que aplican a mis circunstancias actuales.

Tengo todo lo que necesito

“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia” (2 Pedro 1:3).

Aunque esto ya era un “versículo de vida” para mí mucho antes de tener hijos, nunca lo he sentido tan cercano como cuando un niño llora a medianoche, los fracasos de ayer me pesan, o una tarde se va descontrolando con un berrinche tras otro.

Cuán increíble se hace el Evangelio cuando recordamos que Dios no solo lidió con nuestro problema del pecado sobre la cruz, sino que también nos ha dado todo lo que necesitamos para obedecerle hoy. Este versículo nos debe asentar la cabeza porque nos deja sin excusa. Cristo mismo está listo para fortalecernos para hacer su voluntad. Pero esa misma verdad nos debe dejar con una enorme esperanza. ¡Cristo mismo está listo para fortalecernos para hacer su voluntad!

Cuando recuerdo la prontitud con la que Cristo desea ayudarme, he visto progreso en áreas que alguna vez estuvieron terriblemente estancadas.

Servir como Jesús

“Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45).

Jamás ha vivido un siervo más grande que nuestro humilde, generosísimo, siervo-rey, Jesucristo. El apóstol Pablo declara en su carta a los Filipenses que Jesús “no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo” (2:6-7). Al no considerar la igualdad con Dios como algo a que aferrarse se negó a si mismo lo debido a su nombre como el Dios y Rey de todo el universo.

El merecía muchísimo más de lo que recibió de la gente a su alrededor. Y sacrificó su misma vida para servirnos a nosotras.

Cada día nos encontramos en una encrucijada con una decisión que hacer: ¿servir o ser servido? ¿Demandar lo que creemos merecer o entregarnos una vez más a seres queridos cuando no creemos que lo merezcan?

La verdad es que ninguno de nosotros merece el amor que Dios nos llama a dar. No merecíamos su amor, pero el derramó su propia vida sobre la cruz por nosotros de todas maneras, y nos llama a hacer lo mismo.

Resistir cuando ser madre es desagradable

“Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados” (Hebreos 12:11).

Servicio sacrificial no se siente bien. Esa es la cruda realidad. Si se sintiera bien, no sería tan sacrificial. Por eso la maternidad puede sentirse tan difícil a veces. Estamos constantemente vaciándonos por el bien de nuestros hijos. Y aun después de vaciarnos tanto podemos preguntarnos si estamos haciendo lo suficiente. Por eso me refiero en broma a la maternidad como entrenamiento básico.

A menos que hayamos crecido cuidando de personas, o seamos especialmente dotadas en servir a otros, la maternidad nos obliga a usar músculos que nunca antes habíamos usado y a funcionar bajo niveles de cansancio previamente desconocidos. Como madres cristianos, esperamos en un Dios que puede hacer crecer algo hermoso de las duras luchas de circunstancias y temporadas variables —la semejanza misma de su propio Hijo—. Así que no nos resistimos al entrenamiento, a pesar de cómo se siente.

Dios quizá traiga a la mente este versículo cuando estamos listas para tirar la toalla y pensamos que la fidelidad es demasiado difícil. Nos recuerda que el disciplinar el cuerpo para obedecer al Dios que nuestros corazones aman va a doler a veces. No queremos hacerlo, pero no te rindas. Fruto apacible y justo vendrá.

Aunque pueden ser muy útiles estos tres versículos, no son mágicos. A diferencia del subidón de energía que ofrece una barra rica en proteína, la memorización de las Escrituras no siempre produce un cambio inmediato de actitud. Los retos de criar a niños pequeños siguen siendo reales, pero no son nada en comparación a las victorias que fortalecen la fe que llegan cuando le tomamos la palabra a Dios.

Por la gracia de Dios, los versículos memorizados sirven para ajustar la perspectiva y recordarnos de la increíble esperanza y ayuda que podemos tener en Cristo. Esta semana, ¿por qué no abasteces tu propio almacén con ricas verdades de la Palabra? Memoriza un versículo. Permite que te acerque a la oración y te guíe cuidadosamente hacia una obediencia llena de fe (Isaías 40:11).

Este artículo se publicó originalmente en www.risenmotherhood.com. Usado con permiso.

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Autor

  • Laura Hardin y su esposo, Adam, residen en Landover, Maryland, con sus tres pequeños, Oscar, Laurielle, and Julia. Laura disfruta escribir en su blog personal, donde ella anima a las mujeres a permanecer en Cristo al comprometerse a la Palabra de Dios, oración y comunión un día a la vez.

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