Nota del editor: Este artículo es el segundo de dos artículos sobre la depresión en la maternidad por la autora Christine Chappell. Lee el primero aquí. Christine ha publicado recientemente un libro llamado Misericordia en la Oscuridad. Si sufres de depresión, o conoces a una madre que está pasando por esta situación, te animamos a conseguir el libro en físico o en formato digital en Amazon. También te animamos a buscar ayuda en tu iglesia local.
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Tú la conoces. Ella es una amiga o compañera de trabajo. Asiste a tu iglesia. Tal vez ella esté en tu grupo pequeño o sirva como líder de un ministerio. Quizá sea la esposa de tu pastor, o quizá sea tu hija. Pero cerca de ti seguramente hay una madre que sufre de depresión. Mientras intenta ahuyentar la oscuridad, te preguntas cómo puedes cuidar de ella.
Muchos de nosotros no somos “ayudantes de personas” profesionales. No somos médicos, terapeutas autorizados, trabajadores sociales ni consejeros experimentados. Es posible que no nos sintamos preparados para caminar junto a las madres que se sienten atrapadas por el desaliento. Puede resultar intimidante entrar en la experiencia de aflicción de alguien, especialmente cuando nos cuesta entenderla. ¿Cómo podemos los laicos empezar a ayudar con un problema tan multifacético?
Las mamás deprimidas necesitan discipulado
Con un estimado de 800,000 madres en los EE. UU. diagnosticadas con un trastorno de salud mental materna cada año, y con una gran mayoría de ellas sin posibilidades de obtener ayuda profesional, el cuerpo de Cristo no puede quedarse de brazos cruzados. Incluso como laico, puedes ofrecer a una madre deprimida el cuidado necesario e irremplazable en Cristo.
No, no puedes ser la que libera a una madre deprimida. Pero por la gracia de Dios, puedes ser la que la discipula. Si bien el cuidado de la depresión a veces requiere más que el discipulado cristiano, nunca requiere menos. Esto se debe a que las madres deprimidas son almas encarnadas, seres tanto espirituales como físicos (Gén. 2:7). Es posible que necesiten ayuda profesional de médicos y consejeros, pero también necesitan lo que los laicos de la iglesia de Cristo pueden proporcionar. Nadie puede soportar sola la oscuridad de la depresión, por lo que Dios nos llama a acercarnos y apoyarnos unos a otros (Prov. 18:14; Ecl. 4:12; Gál. 6:2).
Formas prácticas de ayudar
Imitar el cuidado de Cristo por los abatidos significa acercarnos a ellos con nuestra presencia (Sal. 34:18; 2 Cor. 7:6). Significa animar pacientemente a los pusilánimes y ayudarlos de manera práctica (1 Tes. 5:14). Mientras buscas discipular a una madre que está pasando por la depresión, aquí hay cuatro formas prácticas de ayudarla.
1. Apóyala a través del servicio.
Discipular a una madre abatida es sostener una vela en su oscuridad. Y un componente importante del discipulado cristiano es servirse unos a otros en amor (Gál. 5:13). Aunque parezca que no estás haciendo mucho para abordar su depresión, el ministerio de buenas obras es una manifestación tangible de la luz de Cristo en su vida (Mat. 5:16). Demuéstrale tu interés dedicando tiempo para apoyarla a través de actos regulares de servicio práctico. Esto puede consistir en ayudar en la casa, llevarle una comida u ofrecerte para cuidar a sus hijos para que pueda tomar un descanso.
2. Laméntate con ella.
Cuando una madre deprimida da voz a su dolor y confusión, no es prudente responder cantando canciones de alegre optimismo (Prov. 25:20). Como ha escrito Zack Eswine, en esta temporada oscura la esperanza le parecerá poco realista si no logra “igualar las profundidades de la herida y la miseria de [su] dolor”. Aquí es donde el lamento bíblico se convierte en un regalo de la gracia y la misericordia de Dios, un medio para involucrar pensamientos y emociones angustiantes mientras ella espera que Dios obre de acuerdo con su palabra (Sal. 119:25). Como su discipuladora, tú puedes ayudarla a aprender y hablar el lenguaje del lamento. Trabajen juntas con un recurso, como Nubes Oscuras, Misericordia Profunda. Avanza a un ritmo con el que ella se sienta cómoda, incluso si el progreso parece lento.
3. Conecta su sufrimiento con las miserias de Cristo.
En tu ministerio continuo, recuerda que, como explicó Charles Spurgeon, “la simpatía de Jesús es lo más preciado después de su sacrificio”. Al conectar la miseria de tu amiga con la de su Señor, Él parece menos una deidad despiadada y más el fiel Buen Pastor que es (Isa. 53; Juan 10:14-15).
Reflexionen juntos con regularidad sobre el hecho de que su Salvador sufriente se compadece de ella (Heb. 4:15), que alguna vez brotaron canciones de lamento de su corazón apesadumbrado (Mat. 27:46; Heb. 5:7-8), y que el Autor de la vida sabe lo que es estar “abrumado por la tristeza hasta la muerte” (Mat. 26:38). Consuélala con la verdad de que Jesús conoce por experiencia las profundidades de su miseria, y que ella nunca tendrá que conocer las profundidades de la suya (Is. 53:10-11).
4. Ayúdala a ensayar una esperanza realista.
Tal vez la madre a la que estás cuidando siente que estará atrapada para siempre en la oscuridad. Pero si bien es cierto que la medianoche ya está aquí, es igualmente cierto que la mañana debe llegar. Ningún hijo de la luz se perderá en las tinieblas (Jn. 6:39; Ef. 5:8). Como su discipuladora, este es un estímulo realista y basado en la esperanza para ensayar y meditar. Así como la de Cristo es una historia de muerte antes de resurrección, la suya es una historia de sufrimiento antes de gloria, una historia de dolor antes de sanidad, una historia de oscuridad antes de luz. Y Aquel que fielmente pasó por la tribulación delante de ella permanecerá fiel para atravesarla con ella (Is. 42:16).
Discipular a una madre deprimida es una buena obra en la que Dios te capacitará, por medio de su Espíritu y Palabra, para caminar. Con su ayuda, puedes convertirte en un canal de gracia sustentadora, presencia fortalecedora y amor inquebrantable. A medida que te esfuerces por entrar en el mundo oscuro de una madre, Dios te dará la luz inextinguible de Jesucristo para llevar (Jn. 1:5). Tu cuidado y apoyo posiblemente no le quiten su agobio doloroso, pero por la gracia de Dios, pueden reducir a la mitad la pesada carga.
Este artículo se publicó primero en The Gospel Coalition. Traducido y publicado con permiso.
Te animamos a conseguir el nuevo libro de Christine en español titulado Misericordia en la Oscuridad: Caminando con Dios a través de la depresión en la maternidad. Compra dos para leer con una hermana o amiga que está sufriendo depresión.