La visión bíblica del sexo es la única opción que ofrece un florecimiento verdadero y auténtico.
A nuestra cultura le encanta hablar con nuestros hijos sobre el sexo, pero lamentablemente no hay mucha verdad en lo que les dicen. De Miley Cyrus a Demi Lovato, a los niños se les dice: “¡Sé sexual!”, “¡Ve porno!”, “¡Haz lo que quieras para cultivar tu verdadero y auténtico yo!”
Muchos niños (e incluso nosotros los adultos, si somos sinceros) hemos caído en mentiras sobre el sexo, pero ya es hora de romper ese ciclo. Veamos qué les dice el mundo a nuestros hijos y expliquemos cómo la visión bíblica del sexo es la única opción que ofrece un florecimiento verdadero y auténtico.
Mentira #1: Eres incapaz de esperar. ¿Para qué intentar lo imposible?
Esta mentira es simple y sencilla: “si eres un adolescente, no hay forma que en este lado de la eternidad puedas esperar para tener sexo; es muy difícil, ella es muy bonita, tus hormonas están locas, tu cuerpo tiene necesidades y ¡podrias quedarte ciego si no haces algo ahora!
Está bien, lo último es una broma.
Esta mentira aparece con tanta frecuencia en curriculos de educación sexual, sitios web informativos y revistas para adolescentes que incluso los adultos han desistido de animar a sus hijos a esperar para tener relaciones sexuales. Al fin y al cabo, todas las investigaciones indican que ocurrirá pase lo que pase; mejor ayudarlos a que sea seguro.
Podemos ejercitar el dominio propio por medio del Espíritu
En Gálatas 5:22-23 encontramos un fruto del Espíritu increíblemente importante que ha sido prácticamente eliminado por la narrativa cultural actual: el dominio propio.
Cultivar el dominio propio no es fácil; Pablo lamentaba sus ocasionales deslices (Rom. 7:18). Sin embargo, Salomón (que llevó a cabo un experimento de estilo de vida playero detallado en Eclesiastés) nos recuerda que hay un tiempo y un propósito para todo (Ecl. 3:1-8).
Sabemos que en Cristo podemos tener la victoria (Fil. 4:13). Descuidar el necesario desarrollo del dominio propio es como ser una ciudad cuyas defensas están derribadas (Prov. 25:27-28). Según las Escrituras, ni siquiera eres apto para liderar si te falta dominio propio, y no conozco a ningún jefe que te contrataría si no lo tuvieras.
Como cualquier otra cosa, nuestra vida sexual requiere mucho dominio propio. Tu trabajo y tu matrimonio se verán afectados si te dejas atrapar por la adicción a la pornografía. Si contraes una enfermedad de transmisión sexual, tu salud y fertilidad se verán afectadas. El cuerpo, mente y espíritu de uno sufre cuando tiene sexo con cualquiera.
Nuestros hijos necesitan saber que el dominio propio piadoso no es imposible; de hecho, es vital para que tengan una vida plena. Podemos fortalecer este don espiritual apoyándonos en Dios para obtener fuerza y sabiduría, y tomando decisiones que honren a Dios en nuestras vidas.
De manera práctica, esto significa reconocer nuestras propias debilidades, evitar las tentaciones y rendir cuentas a otros hermanos y hermanas en la fe. Esto requiere un elemento de vulnerabilidad que no es popular hoy en día. Podemos parafrasear Proverbios 27 así: mejor es la reprensión de un amigo que las atractivas mentiras de la cultura popular.
Mentira #2: Esperar hasta el matrimonio es poco saludable.
A los niños no sólo se les dice que es imposible esperar, sino que además se les dice que es psicológicamente perjudicial e imprudente para sus relaciones futuras.
No querrás que parezca que no sabes lo que estás haciendo en tu noche de bodas, ¿verdad? No comprarías un carro sin probarlo primero. Entonces, ¿por qué te casarías con un hombre o una mujer sin saber si son compatibles en la cama?
Esta mentira intenta justificar el pecado afirmando que estás adquiriendo una habilidad necesaria para la vida. ¡Tienes que descubrir lo que quieres, cómo satisfacer tus necesidades, cómo sorprenderlo/a en la cama! Como afirma la pastora progresista Nadia Boltz-Weber en su libro Desvergonzada; esperar hasta el matrimonio “roba” a las personas su “desarrollo sexual”, durante el cual podrían estar “adquiriendo sabiduría… de tener amantes, cometer errores, y de enamorarse”.
La verdadera sabiduría viene de Dios.
Por muy atractivas que suenen tales afirmaciones, su argumento falla en dos grandes aspectos:
Primero, la sabiduría no es moralmente neutral. La sabiduría sólo puede venir de Dios (Stgo. 1:5), lo que significa que la sabiduría es buena y verdadera. Todo lo que sea pecado (como las relaciones sexuales prematrimoniales) no puede, por naturaleza, considerarse sabiduría. Es solo una falsificación barata.
En segundo lugar, Boltz-Weber confunde el conocimiento (la comprensión de algo) con la sabiduría (la aplicación correcta/moral de ese conocimiento). Ningún criminal en la historia ha salido impune alegando que simplemente “adquiría sabiduría” al entrar forzosamente en una casa. ¿Por qué? Porque aplicó erróneamente su conocimiento sobre cómo atravesar una puerta forzada.
Lo mismo ocurre con el sexo.
El argumento de Boltz-Weber solo funciona si no hay una forma correcta o incorrecta de usar nuestro cuerpo. Pero Dios claramente nos diseñó con y para un propósito, y de la misma manera diseñó el sexo. Si actuamos fuera de esos propósitos, podríamos aprender algunas cosas (como que las inyecciones de penicilina duelen muchísimo), pero esto no cuenta como adquirir sabiduría.
La sabiduría viene de descansar en el Señor, no de descansar en los brazos de una serie de amantes.
Mentira #3: No eres verdaderamente hombre o mujer hasta que hayas tenido relaciones sexuales.
Esta mentira está en el centro de cada chiste sobre vírgenes que se haya hecho jamás.
En programas de éxito como Atípico, tener relaciones sexuales por primera vez se presenta como el escalón hacia la edad adulta. A nuestros hijos se les acusa de locos, frígidos o gays por no querer “tener sexo” cuando alguien les dice que están listos y dispuestos.
Esta mentira estimula las inseguridades de nuestros hijos y los hace sentir estúpidos por no actuar como el mundo. Además, refuerza la mentira #2 al decir que, por el bien de su papel de hombre/mujer, no deberían esperar.
En realidad, esto es Romanos 1:18-32 en acción. El mundo tenía pleno conocimiento de lo que Dios quería que hiciéramos con nuestros cuerpos. En cambio, rechazaron su diseño y decidieron hacer lo que quisieron. En un sentido muy real, se convirtieron en sus propios dioses y se involucraron activamente en la idolatría. En respuesta, Dios los entregó a sus lujurias; la gente cedió a todos sus deseos y animó a quienes los rodeaban a unirse a ellos.
Antes de que nuestros hijos escuchen esta mentira, deben estar conscientes de que el proceso del pecado no comienza con las acciones, sino en la mente. Cuando dejamos de apoyarnos en las enseñanzas de Dios, nos desconectamos de la sabiduría y nos enredamos en las falsedades mundanas. Estas falsedades nos conducen a todo tipo de pecado porque buscamos nuestro yo y no a Dios.
Una vez que comprendan esto, reconocerán que cuando el mundo les dice que están siendo mojigatos o cobardes por no tener relaciones sexuales, lo que en realidad están haciendo es escuchar a un mundo que lamenta su propio estado roto.
Nuestros hijos necesitan que se les anime a que la verdadera hombría y feminidad es el amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio, y no la persona con quién se acostaron anoche (Gál. 5:22-23).
Mentira #4: Mis hijos no quieren que les hable sobre esto.
Padres, hemos caído por completo en esta mentira. ¿Pero quieren saber un pequeño secreto? Nuestros hijos…quieren que les hablamos sobre el sexo.
En serio, lo quieren.
Cuando la campaña Power to Decide encuestó a miles de estudiantes adolescentes de entre 12 y 15 años , ¿sabes lo que dijeron que fue la mayor influencia en sus decisiones sexuales?
Sus padres.
Entre los jóvenes de 16-19 años, ¿sabes quiénes tuvieron más influencia? Sus padres.
No se dejen engañar por su constante uso de AirPods ni por sus miradas de desaprobación: nuestros hijos están escuchando. ¡Comencemos a hablar!
Este artículo fue publicado primero en Fierce Parenting.