Categoría: Vida Espiritual

Amor: un generoso espacio para los errores de tus hijos

September 7, 2025

“Contigo nadie se puede equivocar.” La confesión vino acompañada de un pequeño sollozo.

Uno de mis hijos subió furioso después de cenar, gritando: “¡Por eso nunca quiero hablar en la mesa, porque nunca me permites estar en desacuerdo contigo!”. Después de unos minutos subí a ver como estaba y encontré una figura en el suelo del baño, apoyada en el armario, con la cara roja y llorando.

Hasta esa pequeña explosión, el tiempo de cena familiar había transcurrido normal: cena (quejarse de la cena), seguida de una conversación familiar acerca de unas cuantas páginas de un libro que mi marido lee en voz alta a la familia. Cuando este niño en particular se aventuró a dar una opinión (que nos dejó perplejos), nos sobresaltamos. Se armó una pequeña discusión en donde quizás criticamos TikTok y otras cosas malas que hacen perder el tiempo.

La corrección fue bien intencionada. Pero esa noche oí algo cierto, aunque duro, sobre nuestra crianza, de un niño que lloraba con las piernas cruzadas en el suelo del baño.

No siempre amamos bien a nuestros hijos.

¿Qué es el amor?

Cuando mis cinco hijos eran pequeños, la disciplina y la corrección eran parte de nuestra rutina diaria. Había peleas entre hermanos, actitudes hoscas, y berrinches violentos. Se sentó una base importante para enseñarles a nuestros hijos a comprender nuestra autoridad y su obligación de obedecer, bajo la autoridad de Dios. En muchos sentidos, comprendí bien mi obligación de corregir a mis hijos; sin embargo, no siempre entendí cómo hacerlo en amor. Todavía estoy aprendiendo.

El amor, como lo entendemos en la Biblia, es la esencia del carácter de Dios. Dios no es simplemente amoroso, Él es amor. Esto no es una versión neotestamentaria “mejorada” de Dios. No; este es el Dios con quien Moisés se encuentra en la cima del Monte Sinaí después de que su pueblo se rebeló contra Él al adorar al becerro de oro. Dios no destruye a su pueblo, aunque tiene todo el derecho a hacerlo. En cambio, revela su bondad a Moisés proclamando su nombre como “¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad” (Éxodo 34:6). Ver al pueblo de Dios en su peor momento es ver el amor de Dios con mayor claridad.

Esta lista de atributos divinos nos revela qué clase de padre es Dios, especialmente cuando se ha cometido un pecado y se requiere corrección. De acuerdo con su auto-revelación a Moisés, Dios está dispuesto a perdonar y recibir a todos los que regresan a Él; está dispuesto a mostrar un favor inesperado e inmerecido. Es paciente y tolerante con las faltas de su pueblo; está lleno de amor fiel y una bondad devota; es veraz y fiel, confiable en todas sus promesas.

Al ver esta lista, tomada de Éxodo 34:6, comprendemos la verdadera ofensa del amor de Dios, como cuando Jonás le reprochó a Dios por arrepentirse del castigo que había prometido infligir contra la malvada ciudad de Nínive (Jonás 4:2). En amor, Dios hace a un lado su ira justa y merecida y, en cambio, da compasión (Oseas 11:1–9). Para muchos como Jonás, el amor de Dios parece completamente injusto. Dios no reparte ojo por ojo ni diente por diente; sino que se inclina a la misericordia para con sus hijos descarriados.[1]

El amor misericordioso es, por supuesto, la buena noticia del Evangelio. Sabemos que la máxima expresión del amor fiel de Dios se demostró en la cruz de Jesucristo, donde Dios mismo murió por los pecadores. “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos (Juan 15:13). El amor, como lo demostró Jesús, es un acto extravagante y desinteresado.

¿Cómo amo a mis hijos?

Cuando mis hijos eran pequeños, no era muy indulgente con ellos cuando cometían errores o faltas. (Con razón me acusan hoy de no tener un margen de error). Supongo que me preocupaba que si no era inflexible al corregirlos se les haría un hábito alejarse de Dios. Quizás también me preocupaba que otras madres me juzgaran por bajar la guardia.

Desear la santidad de nuestros hijos es una muestra de amor; y esto es también una cualidad de la paternidad de Dios: “Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo” (Heb. 12:6). El amor de Dios no es inflexible al excusar el pecado ni al minimizar sus consecuencias, tanto terrenales como eternas. Amar a nuestros hijos es ayudarlos a conectar los puntos entre el pecado y la muerte.

Las cualidades del amor de Dios nos sugieren que debemos ser más pacientes, más generosos, más perdonadores, más misericordiosos con nuestros hijos de lo que sus acciones ameritan. Nuestros hijos van a pecar y su pecado debería hacernos sentir con el corazón roto, no con ira. El amor nos pide que persistamos en creer lo mejor de nuestros hijos y en soportar sus comportamientos inmaduros (1 Cor. 13). Esto no significa que destruyamos las reglas y las expectativas; sino que dejemos de lado la necesidad de avergonzar a nuestros hijos. Más bien, cuando pecan, los abrazamos y les decimos: “es cierto que hiciste algo malo y al hacer eso lastimaste a Dios, a mí y a ti mismo; pero el amor no es algo que se puede deshacer, ya que en la cruz, ese fue el nudo más fuerte que Dios jamás haya atado”.

Sé que me ha costado amar a mis hijos así porque me ha costado ver cómo Dios me ama con un amor misericordioso, paciente y extravagante. He creído que debo hacer algo para recibir el amor de Dios y hacerme notar. Solo en los últimos años de mi vida espiritual he comenzado a comprender verdades tan inescrutables como esta de los Salmos: “Porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo (Salmo 103:14). Dios es paciente conmigo cuando hago mal las cosas una y otra vez.

Si el amor de Dios puede ser tan generoso con los errores, incluso para el pecado, el amor de una madre podría ser igual de generoso. De hecho, nosotros también podríamos necesitar la misma generosidad cuando nuestros hijos, ya crecidos, nos acusan diciendo: “contigo nadie se puede equivocar.

“Tienes razón”, admití, “lo siento mucho; estoy pidiéndole a Dios que me ayude a crecer.”

Preguntas de aplicación
  1. ¿Por qué comprender el amor de Dios es fundamental para nosotras como madres?
  2. ¿Hay algún momento en el que te arrepientes de no haber mostrado a tus hijos el amor paciente y misericordioso de Dios? ¿Has recibido el amor perdonador de Dios por no ser paciente con tus hijos?
  3. ¿Qué otros versículos o pasajes bíblicos añaden a tu comprensión del amor de Dios, y del amor de una madre, desde la perspectiva de Dios?
  4. ¿Qué nueva comprensión del amor de Dios ha tenido un mayor impacto en tu crianza hoy?

[1] Para una maravillosa y extensa meditación sobre la misericordia de Dios, te recomiendo el libro de Dane Ortlund, Manso y Humilde.

Compartir:

Publicaciones relacionadas

La maternidad en un mundo de mamás influencers

La maternidad en un mundo de mamás influencers

Sólo tomó unos minutos para que mi respiración se entrecortara y mis hombros se sintieran pesados. Esta mamá consiguió hacer un pan de masa madre con un leudado perfecto. Aquella mamá estaba repasando su lista de diez pasos para tener una casa ordenada, la cual estaba...

Cuando nuestros hijos sufren

Cuando nuestros hijos sufren

Esperanza para los padres que sufren el dolor de sus hijos Las pruebas y el sufrimiento en nuestras vidas pueden ser desde agobiantes hasta devastadoras. Sin embargo, creo que la mayoría de la gente probablemente estaría de acuerdo en que, por muy doloroso que sea...