por Michael Kruger
Si has sido padre, aunque tengas poco tiempo de serlo, ya te has dado cuenta que los niños tienen maneras de ir directo al punto. Sin barreras de los protocolos sociales del mundo de los adultos, algunas veces los niños dicen lo que nosotros jamás diríamos. O pueden hacer preguntas que nosotros jamás haríamos.
Y esto es particularmente cierto cuando tiene que ver con cuestiones relacionadas a nuestra fe. Frecuentemente les enseñamos qué creer, asumiendo que ellos aceptarán lo que les decimos. Es obvio para nosotros, y pensamos que debe ser obvio para ellos también.
Pero a veces no lo es. Y cuando no lo es, ellos pueden ser muy perceptivos acerca de qué preguntas hacer. De hecho, con la precisión de un láser, inesperado para su edad, ellos ponen el dedo exactamente en el tema.
Y aquí está una de las preguntas más comunes: “Pero, Mamá, ¿cómo sabemos que la Biblia es la Palabra de Dios?”
Mira, nosotros simplemente usamos la Biblia, la estudiamos y la aplicamos, y muchas veces no nos damos cuenta que todas estas acciones están construidas sobre un fundamento que creemos (algo que raramente discutimos), específicamente que la Biblia es verdad.
Pero nuestros hijos no lo toman por hecho. Ellos no lo dejan pasar y ya. Ellos se dan cuenta que hay un hueco entre nuestro argumento y quieren saber cómo rellenarlo.
Y, por cierto, eso es algo bueno. Nuestros hijos frecuentemente nos recuerdan lo que en verdad importa. Todo el tiempo deberíamos estarnos preguntando estas mismas cosas a nosotros mismos. Dios puede usar a nuestros hijos para forzar nuestra mano un poquito. Ellos nos ayudan a crecer espiritualmente tanto como los ayudamos.
Entonces, regresando a la pregunta, ¿cómo sabemos que la Biblia es verdad? O tal vez más al punto: ¿cómo les ayudamos a nuestros hijos a saber que la Biblia es verdad?
Hay mucho que decir de este tema más allá de este pequeño artículo, pero déjame mencionar cuatro buenas razones que tenemos para confiar en la Biblia y que nuestros hijos pueden entender.
Por el testimonio de Jesús
Con nuestros hijos, el mejor lugar para empezar es Jesús mismo. Hay posibilidad de que ya estén inclinados a darle un peso especial a las palabras de Jesús. Ellos saben que sus palabras y enseñanzas son confiables. Y si ellos afirman que Él es el Hijo divino de Dios, entonces todo lo que Él diga debe ser verdad.
Entonces, ¿qué pensaba Jesús acerca de la Biblia (que en su tiempo sería lo que nosotros llamamos el Antiguo Testamento)? En resumen, era todo para Jesús. El la conocía, la estudiaba, la leía, la citaba y confiaba en ella. Cuando fue tentado por Satanás en el desierto, fue la Palabra de Dios lo que citó una y otra vez.
Además, Jesús creía que el AT estaba inspirado por el Espíritu Santo y que las historias que contenía realmente sucedieron. Piénsalo: Jesús se refirió a Adán y Eva, Abel, Noé (y el diluvio), Abraham, Sodoma y Gomorra, Lot, Isaac y Jacob, Moisés, el maná en el desierto, la serpiente de bronce, David comiendo los panes de la proposición, Salomón, Elías, Eliseo, Jonás, Zacarías y más.
Debemos notar también que Jesús creía que sus propias palabras eran inspiradas. “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Marcos 13:31). Si tenemos acceso a las palabras de Jesús, entonces tenemos acceso a las palabras de Dios mismo.
El primer punto es clave. Nos recuerda que la pregunta “¿qué piensas de la Biblia?” pronto se transforma en una pregunta diferente, “¿qué piensas de Jesús?” Y allí es precisamente en donde queremos comenzar.
Por el testimonio de los Apóstoles
No fue solo Jesús quién tenía un alto punto de vista acerca de la Biblia. Sus primeros seguidores, un grupo que llamamos los “apóstoles,” compartían su punto de vista. De hecho, el apóstol Pablo es muy claro: “Toda la Escritura es inspirada por Dios” (2 Tim. 3:16). La palabra “inspirada” es una palabra griega muy específica que muestra que Pablo pensaba que la Biblia era divinamente inspirada; de hecho, del mismo aliento de Dios.
Otros apóstoles creían la misma cosa. El apóstol Pedro también afirma que la Biblia no es solo hombres hablando, “sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:21).
Pero, y ésta es la pregunta clave, ¿por qué debemos escuchar lo que los apóstoles dijeron acerca de la Biblia? Porque ellos estuvieron con Jesús, y ellos fueron escogidos y comisionados por Jesús mismo para hablar por Él (Marcos 3:14-15). Ellos han sido sus portavoces con autoridad. Sus palabras llevan la autoridad misma de Jesús.
Por el testimonio de la historia
Somos bendecidos al vivir en un mundo en donde los eruditos han estudiado la Biblia por miles de años. Y esos estudios han demostrado que tenemos buenas razones para confiar en la fiabilidad histórica de la Biblia. Mientras que los escépticos han criticado el valor histórico de la Biblia, una y otra vez ha sido reivindicada por los descubrimientos de la historia.
Claramente, no hay espacio en este artículo para repasar las credenciales históricas de la Biblia. Pero un ejemplo debe ayudar. Por generaciones, los eruditos dudaban de la existencia de Poncio Pilato. Como no había corroboración histórica externa de su rol como Prefecto de Judea, se asumía que estaba meramente fabricado. Eso solo hasta 1961 que en unas excavaciones arqueológicas descubrieron una inscripción que decía, “Poncio Pilato, Prefecto de Judea.” Esto más o menos resolvió la pregunta.
Por el testimonio de la misma Biblia
Finalmente, una de las mejores maneras de saber que la Biblia viene de Dios es de la misma Biblia. Tiene el tipo de cualidades que demuestran que no pudo haber sido escrita meramente por humanos pero que definitivamente fue por el poder del Espíritu Santo.
Un ejemplo es la considerable unidad y armonía de la Biblia. Aún que contiene 66 libros nos cuenta una historia de redención unificada y general. Pero, ¿cómo se alcanza esto a un nivel meramente humano? La Biblia tiene alrededor de cuarenta diferentes autores, escrita durante miles de años, en diferentes continentes con diferentes culturas. ¿Qué tan fácil es que todos esos autores estén de acuerdo, especialmente en temas tan controversiales?
No, algo más está pasando aquí. Para aquellos que tienen oídos para oír pueden decir que Dios está hablando a través de este libro. Como Jesús prometió, “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen” (Juan 10:27).
Al final, estas son cuatro buenas razones para confiar en lo que la Biblia nos dice. Pero nuestros hijos no van a confiar en la Biblia meramente porque les decimos estas razones. Confiar es algo que en definitiva se desarrolla con el tiempo. No es tan diferente del por qué confías en tu mejor amiga. Confías en ella no porque leíste su currículum sino porque la has llegado a conocer y se ha probado a sí misma confiable.
Así es con la Biblia. Entre más conozcan tus hijos la Biblia, más confiarán en ella. Entonces, enséñasela. Léesela. Estúdiala con ellos. Y, con el tiempo, ellos verán lo confiable que es.
Este artículo fue publicado primero en www.risenmotherhood.com. Usado con permiso.