Esperanza para los padres que sufren el dolor de sus hijos
Las pruebas y el sufrimiento en nuestras vidas pueden ser desde agobiantes hasta devastadoras. Sin embargo, creo que la mayoría de la gente probablemente estaría de acuerdo en que, por muy doloroso que sea soportar el sufrimiento en nuestras propias vidas, puede ser aún más doloroso ver sufrir a nuestros hijos.
Pero en este mundo experimentarán el sufrimiento. Ya sea un bully en la escuela, un amigo que hiere sus sentimientos, la pérdida de un ser querido, un corazón roto o una enfermedad que les cambia la vida, todos nuestros niños se enfrentarán a las realidades de un mundo roto.
Mis cuatro hijos han soportado el sufrimiento desde que respiraron por primera vez. Cada uno de ellos sufre intensamente el dolor físico, emocional y neurológico de la enfermedad de Lyme. Ellos han visto a nuestra familia pasar de estar financieramente cómodos a estar ajustados económicamente. Con frecuencia se sienten excluidos de las fiestas y actividades escolares debido a dietas especiales y dolores crónicos. Nuestro hijo mayor está atormentado por pensamientos y comportamientos que han causado estragos en su vida y en la nuestra, y nuestros tres hijos menores han tenido que lidiar con los efectos devastadores de crecer con un hermano mayor cuya enfermedad neurológica de Lyme les causa tanto dolor.
¿Qué hacemos cuando el sufrimiento golpea a nuestros hijos? ¿Cómo preparamos a nuestros hijos para un mundo que implica desilusión, dolor y pérdida?
Predica con el ejemplo
¿Consideras el sufrimiento como algo meramente perjudicial y que debe evitarse a toda costa? ¿O tienes una visión bíblica de ello?
Si bien el sufrimiento no es algo bueno en sí mismo, si lo vemos como cristianos que conocemos al Dios que es Señor de todo, entonces podemos confiar en que Él usará todo lo que nos envíe para acercarnos más a Él y moldearnos para que seamos más como Él.
Entonces, cuando el dolor entra en tu vida, ¿cómo respondes? ¿Te lleva (con todas tus emociones confusas y, a veces, tu fe quebrantada) a Jesús y a una mayor dependencia de Él?
Por supuesto, no harás esto perfectamente porque todavía estás en el proceso de ser más como Cristo. Pero tus hijos te están observando y están aprendiendo de tus respuestas a las irritaciones que enfrentas, los desvíos que te dejan agotado y frustrado y las circunstancias devastadoras que a veces te dejan luchando por un rayo de esperanza.
Padres, ustedes son quienes comenzarán a moldear la visión que sus hijos tienen del sufrimiento y el poder del evangelio a la luz de él. Su sufrimiento es una oportunidad para mostrarles cómo la fe trae gozo y perseverancia cuando la vida duele.
Ora por sabiduría
¿Cuándo nos corresponde a los padres proteger a nuestros hijos y buscar rescatarlos del dolor del mundo?
¿Cuándo nos corresponde a los padres apoyarlos a través de esto y permitir que Dios use sus pruebas para atraerlos hacia Él?
Las respuestas no siempre serán obvias, y como padres siempre tendremos la tendencia a querer rescatar y proteger a nuestros hijos. Pero cuestiónate a ti mismo y busca sabiduría a través de la oración y el consejo cristiano piadoso cuando te enfrentes a estas circunstancias.
Recuerda Quién tiene el control y quién no.
Si pensamos que tenemos la capacidad de controlar la vida de nuestros hijos, tenderemos a convertirnos en padres helicópteros, viviendo con miedo de lo que no podemos controlar y nunca permitiendo que nuestros hijos aprendan de algo, ya sea bueno o malo.
Es liberador darnos cuenta que Dios nos confió hijos que Él creó para sus propósitos dentro de su plan soberano. Podemos enseñar a nuestros hijos acerca del Señor, pero sólo Él tiene el poder de salvarlos. Podemos ayudar a proteger a nuestros hijos, pero sólo el Señor es verdaderamente soberano sobre lo que sucede en sus vidas. Podemos amar a nuestros hijos, pero sólo el Señor puede amarlos con un amor de perfecto conocimiento y perfectamente libre de motivaciones contradictorias y la naturaleza pecaminosa.
Lo mejor que puedes darles a tus hijos son padres que busquen conocer y amar a Cristo por encima de todo. Después de eso, ora pidiendo sabiduría y guía para criarlos, y luego confía sus vidas en sus manos.
Entonces, ¿cómo ayudamos a nuestros hijos a soportar el sufrimiento a la luz del evangelio?
Te comparto cinco maneras en las que he visto a Dios guiarnos para ayudar a nuestros hijos a llegar a comprender y ver el sufrimiento con los lentes del Evangelio.
1. Enseña a tus hijos que el sufrimiento es inevitable.
¿Oras principalmente para que tus pruebas sean quitadas y por las cosas que deseas? ¿Oras con tus hijos y delante de ellos? Procura orar con confianza, reconociendo que Dios es Señor sobre ti, que eres un pecador que lo necesita desesperadamente y que Cristo murió y derrotó a la muerte para que tu dolor no sea desperdiciado sino que pueda usarse para tu bien.
Y cuando tus hijos sufran, ayúdalos a orar pidiendo mayor fe, crecimiento y resistencia antes de pedir que sus circunstancias cambien. He aprendido esto a lo difícil. Años y años de orar para que mi hijo mayor fuera libre de todo lo que lo atormenta y causa tanto dolor en nuestro hogar, ocasionó que él comenzara a preguntarse por qué Dios no respondía nuestras oraciones para sanarlo. Durante mucho tiempo me costaba darle respuestas porque yo no podía entender por qué el Señor seguía permitiendo tanto dolor en la vida de un niño tan pequeño.
Pero con el paso de los años, mis oraciones comenzaron a cambiar. Empecé a orar para que Jesús me ayudara a confiar más en Él y me diera la fuerza para seguir adelante. Comencé a experimentar dulces bendiciones dentro del profundo dolor que nunca habría encontrado si hubiera visto nuestras pruebas como mi enemigo y algo del cual salir lo más rápido posible.
Ahora, cuando uno de mis hijos viene a mí y me pregunta: “¿por qué tengo que estar enfermo y todos mis amigos no?” O, “Mami, ¿por qué me diste esta enfermedad?”, o “¿Por qué mi hermano me hace tanto daño?”, tengo que reflexionar rápidamente sobre todo lo que Dios ha hecho a través del dolor que ha permitido, y luego responder: “No sé por qué Dios ha permitido todo esto, pero sí sé que no se desperdicia y que Él lo permite para que lo amemos más a Él, amemos menos al mundo y seamos más como Él en el proceso”.
2. Enseña a tus hijos que el sufrimiento no es sorpresa.
Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. (Romanos 5:12)
Es importante que ayudemos a nuestros hijos a comprender que cuando el pecado entró en el mundo, la muerte entró en el mundo. Por lo tanto, no deberíamos sorprendernos cuando experimentemos la inevitable tristeza, el quebrantamiento y el dolor de vivir en un mundo bajo la maldición del pecado. Sin embargo, debemos tener claro que nuestro sufrimiento no siempre es (y a menudo no es) el resultado directo de un pecado específico en nuestras vidas, sino más bien el resultado de la maldición general del pecado sobre el mundo. Pero si nuestros hijos no entienden que todos somos pecadores y merecemos morir por nuestros pecados, entonces esperarán ser felices y estar cómodos en esta vida y se enojarán con Dios cuando no lo sean.
Comparte con tus hijos las formas en que has luchado con el pecado y el sufrimiento.
3. Enseña a tus hijos a hablar con Jesús sobre sus sentimientos, preguntas y temores.
Muchos niños reprimirán sus sentimientos, especialmente si piensan que no deberían sentir lo que sienten o si no saben qué hacer con esos sentimientos. Otros acudirán a sus padres (lo cual es fantástico), pero debemos guiarlos para que vayan a Jesús. ¡Él puede ayudar más que nosotros y puede estar ahí para ellos cuando nosotros no podamos estarlo!
Hemos visto a nuestros propios hijos luchar contra la ira, el desánimo, el cansancio y la confusión porque cada día es una gran lucha y no pueden entender por qué Dios no ha respondido las oraciones de sanidad. Por eso es importante que les ayudemos a aprender a hablar sobre los sentimientos que tal vez no comprendan, y luego les enseñemos a hablar con Cristo honestamente sobre ellos.
Leer los Salmos en voz alta con tus hijos puede ser muy útil para mostrarles que no son los únicos que se sienten así. Los salmos les enseñarán que está bien presentar sus sentimientos honestos al Señor, siempre y cuando no nos quedemos estancados allí y estemos dispuestos a aprender de Él y recordar lo que es verdad acerca de Él.
4. Enseña a tus hijos a buscar maneras en las que Dios ha sido fiel.
Si bien es importante ayudar a nuestros hijos a aprender a hablar con Jesús sobre sus sentimientos y luchas, es aún más importante enseñarles a alabar a Dios y estar atento para ver las maneras en las que Él ha sido fiel, incluso cuando no es fácil. No sólo debemos “perseverar en la oración”, sino que debemos “velar en ella con acción de gracias” (Col. 4:2).
Recientemente, en un momento muy, muy difícil para nosotros como familia, creé un árbol de la fidelidad. Está hecho solo con cartulina y ni siquiera se acerca a ser digno de Pinterest, pero cumplió su propósito. Es simplemente un tronco de árbol y ramas de papel pegadas con cinta adhesiva en nuestra pared con pequeñas hojas verdes que muestran las formas en que vemos la fidelidad y el cuidado de Dios hacia nosotros. Lo que ha sido tan interesante es ver cómo esto nos ha animado a todos, incluidos los niños, a buscar la fidelidad de Dios en las pruebas.
5. Enseña a tus hijos a esperar la eternidad.
Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. (Santiago 1:12)
Una de las partes más difíciles de ver sufrir a nuestros hijos ha sido ver cómo sus pequeños corazones lamentan la pérdida de tanta inocencia a una edad tan temprana. Pero una de las bendiciones es ver al Señor despertarlos a la realidad de que este es un mundo que no puede satisfacerlos. Les ha hecho querer escuchar más sobre el cielo y lo que hay más allá de este mundo.
Si bien es difícil escuchar a cada uno de ellos expresar su deseo de ir al cielo ahora en lugar de vivir en esta tierra, estoy agradecida de que el dolor que están soportando los obliga a buscar un significado más profundo en su sufrimiento y un propósito para sus vidas.
Entonces, cuando nuestros hijos vengan a nosotros sin entender por qué está sucediendo algo y simplemente queriendo que desaparezca, aprovechemos esto como una oportunidad para guiarlos a Jesús y ayudarlos a aprender a esperar en Él y confiar en sus promesas.
El sufrimiento llegará a nuestros hijos, tarde o temprano, cuando estén pequeños o cuando sean mayores. Si no utilizamos las pruebas que enfrentan cuando son pequeños para guiarlos en estas verdades, entonces les resultará mucho más difícil afrontar una vida de seguir a Cristo a medida que crecen y se enfrentan al dolor de vivir en un mundo quebrantado y hostil.
Y, maravillosamente, podemos estar seguros de que las almas de nuestros hijos no dependen de nosotros. Sí, somos responsables de lo que hacemos con el tiempo que se nos da como padres, pero el Señor sigue siendo más grande que nuestros mayores fracasos y nuestros mayores éxitos. Y puede utilizar nuestras pruebas y luchas (y nuestra respuesta a ellas) para enseñar a nuestros hijos la lección de vida que más necesitan aprender:
Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre. (Salmo 73:26)