A primera vista, la oración parece ser simple. Es hablar con Dios. Pero en la práctica, podemos tener muchísimas preguntas. ¿Lo estoy haciendo bien? ¿Hay una forma “correcta” de hacerlo? ¿Qué se supone que debo decir? ¿Hay cosas por las que no debería orar? O tal vez nos sentimos bastante cómodos con orar, pero batallamos con el aburrimiento o con perder el enfoque.
Cualesquiera que sean nuestras batallas con la oración, la Palabra puede ser de ayuda. Como Donald Whitney explica, “Orar la Biblia no es complicado. Lee algunos versículos de las Escrituras y haz una pausa al final de cada frase o versículo y ora por eso que las mismas palabras sugieren.”
En la serie, Orando la Biblia, tomaremos esta idea de orar las Escrituras y lo haremos práctico al compartirte pasajes de la Escritura, una oración modelo y algunas preguntas guiadas para ayudarte a que puedas apropiarte de ello. La oración modelo te puede servir como ejemplo, o la puedes usar como una oración para ti mismo. Mientras pruebas un poco, no te preocupes si te sientes raro o no estás seguro de qué decir. Recuerda, el poder de la oración no viene de las palabras que decimos, sino de Aquel que las escucha.
Escritura ejemplo
Salmo 90:14-17
14) De mañana sácianos de tu misericordia,
Y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días.
15) Alégranos conforme a los días que nos afligiste,
Y los años en que vimos el mal.
16) Aparezca en tus siervos tu obra,
Y tu gloria sobre sus hijos.
17) Sea la luz de Jehová nuestro Dios sobre nosotros,
Y la obra de nuestras manos confirma sobre nosotros;
Sí, la obra de nuestras manos confirma.
Oración modelo
Señor, te alabo por tu amor inquebrantable, que hoy va delante de mí. Tú proporcionas este trabajo y me das la fuerza y la energía para completarlo. Las tareas, desafíos y responsabilidades se acumulan dentro y fuera del hogar, exigiendo mi tiempo y atención. Es tentador simplemente levantarse e irse, tratando desesperadamente de superar las crecientes tareas pendientes, pero te pido que primero me ayudes a detenerme y quedarme quieto. Ayúdame a recordar el evangelio y a disponer mi mente para adorarte a ti, fuente de mi gozo en estos días tan ocupados. Satisface mi corazón esta mañana contigo, Jesús, mi mayor necesidad y mi máxima prioridad.
Confieso que tengo muchas luchas y motivaciones equivocadas en mi corazón cuando considero mi trabajo diario. Es difícil y soy débil. A veces lucho con idolatrar mi trabajo y sacrificar cosas mejores sobre el altar de mi propio éxito. También puedo luchar con un corazón quejumbroso, ingrato, o que se compara cuando mido mi trabajo contra el de un amigo, o contra mis propios ideales. Las relaciones con los compañeros de trabajo pueden causar tensión, y los plazos o las tareas difíciles pueden tentarme a sentirme ansioso. Me preocupo por mis hijos cuando estoy fuera y se me dificulta hacer malabares con sabiduría y alegría entre todas nuestras apretadas agendas. Cuando percibo el quebrantamiento en mi trabajo y mi propio corazón pecaminoso, dirige mi atención a la esperanza que tengo en ti y a todo lo que has logrado en mi nombre. Me has rescatado del mal que me rodea y dentro de mí. ¡Gracias, Señor Jesús! Alégrame hoy en el evangelio.
Mi Salvador, mientras me esfuerzo por trabajar duro hoy, oro que me ayudes a vislumbrar tu fuerza perfecta, sosteniéndome y guardándome. Tú has terminado la obra de salvación para mí en la cruz, y por eso tengo esperanza en medio de toda mi obra de este lado del cielo. Tú me estás moldeando para que sea más como Cristo mientras te sirvo fielmente en la obra que tengo delante y dependo de ti. Que pueda recordar tu bondad y gracia en el trabajo hoy y el privilegio que tengo de compartirlo con otros. Pido específicamente que mi trabajo sea un ejemplo para mis hijos mientras observan, mostrándoles tu glorioso poder.
Es sólo gracias a Cristo que “el favor del Señor nuestro Dios” puede extenderse a mí… ¡gracias, Señor Jesús, por este increíble regalo! Mientras descanso hoy en tu salvación y gracia, me hago eco del llamado del salmista a que establezcas la obra de mis manos. Haz fructíferas mis labores hoy, Señor, no sólo para este momento presente, sino para toda la eternidad. Déjame hacer brillar la luz del evangelio mientras trabajo, atrayendo a otros al gozo de Jesús. Toma mi humilde trabajo y permite que hoy te traiga gloria y placer, mi Rey.
Hazlo propio
Alaba a Dios: En este pasaje de las Escrituras, ¿qué cosas te dan razones para alabar a Dios y darle gracias por quién es Él y lo que está haciendo? Agradécele por algunas cosas, tanto generales como específicas, y entra a su presencia con regocijo.
Confiesa: ¿Qué cosas le tienes que decir a Dios acerca de cómo tu corazón o tus acciones pudieran (intencional o no intencionalmente) desviarse hacia la autosuficiencia o incluso la desobediencia? ¿Cómo has confiado en tu propia sabiduría o resistido a su presencia, mandamientos o cuidado?
Comparte tu corazón: ¿Qué cosas necesitas decirle al Señor que surgen de tu humilde preocupación? ¿Hay dudas que permanecen, preocupaciones que albergas, o cosas que necesitas entregar a Él?
Pide: ¿En qué área necesitas sabiduría, ayuda o gracia? Cuéntale al Señor dónde sientes tu debilidad y qué necesitas específicamente, dejando que Él tenga la última y perfecta palabra en cómo esas necesidades son suplidas y esas oraciones contestadas.
Este material fue preparado y publicado originalmente por el equipo de Risen Motherhood. Traducido, adaptado y publicado con permiso.