por Jani Ortlund
“Pero ¿por qué no puedo casarme con Dane? ¡Queremos casarnos cuando seamos grandes!”
Krista, de solo cuatro años, estaba determinada en tener la última palabra en nuestra discusión. Tratando de explicar lo mejor posible por qué no podía casarse con su hermano, le dije que las personas no se pueden casar entre los miembros de una misma familia, va en contra de la ley. Se quedó callada y sus grandes ojos azules se abrieron de espanto por lo que implicaba lo que acababa de decirle. Pensé que las lágrimas que llenaban esos hermosos ojos eran de desilusión por no poder casarse con su hermano. Pero de repente exclamó “¡Oh no, Mami! ¿Estarás en problemas? Tú y papi son de la misma familia y están casados.”
Los niños pequeños tienen preguntas acerca del matrimonio, preguntas que merecen respuestas saturadas del Evangelio porque el matrimonio es, después de todo, un retrato del Evangelio (Ef 5:22-23). ¿Cómo podemos contestar esas preguntas?
¿Qué es el matrimonio?
La Biblia es la mejor herramienta para enseñar a los niños acerca del matrimonio, porque a través de ella, Dios nos cuenta la historia de un romance marital desde Génesis hasta Apocalipsis.1
¿Qué vemos cuando comenzamos en Génesis? Vemos a un joven en un hermoso jardín, disfrutando de criaturas fascinantes, y teniendo a Dios de compañía. ¿Qué más vemos? Vemos que algo estaba faltando, incluso en ese mundo perfecto. Dios dijo que había algo en el jardín que “no era bueno”; un hombre solo (Gn 2:18).
Dios sabía que Adán necesitaba algo más. Necesitaba a alguien como él, pero también que fuera diferente a él. ¡Necesitaba una esposa! Y entonces Dios hizo a Eva de manera diferente a todo lo que había hecho; Dios formó a Eva del cuerpo de Adán. Y entonces Dios la trajo a Adán siendo el primer padre de la novia en la primera boda de todo el mundo (Gn 2:22).
Nuestros hijos deben tener la oportunidad de asombrarse y deleitarse en esa primera boda.
El matrimonio no es una invención humana abierta a la redefinición de las costumbres culturales que cambian y declinan. Dios creó el matrimonio. El matrimonio es Su idea. Los niños necesitan oír de sus padres que el matrimonio es el buen regalo de Dios para nosotros, un regalo que debemos tratar con reverencia y con respeto (Hb 13:4).
Jesús honró el matrimonio. Nos enseñó que el matrimonio es entre un hombre y una mujer entregándose completamente el uno al otro para toda la vida (Mt 19:4-6). Cuando un hombre y una mujer se casan, Dios ve un “nosotros” en vez de dos “yo”.
¿Por qué es mejor a la manera de Dios?
Nuestros hijos verán diferentes acuerdos familiares a su alrededor, tal vez incluso en su propio círculo familiar. Como madres, tenemos el privilegio de ayudar a nuestros hijos a entender las relaciones familiares y la manera de Dios es la mejor para que los humanos florezcan.
Jesús nos enseñó que cuando un hombre y una mujer se casan, están unidos en la relación más especial de toda la tierra, y nadie debe separarlos jamás (Mr 10:6-9). Las personas casadas comparten todo; su nombre y reputación, su dinero y propiedad, su tristeza y su felicidad, ¡incluso su cama y sus cuerpos!
Dios sabe que así es como las familias fuertes se construyen, familias donde los niños pueden crecer en paz y seguridad. Él también sabe que por nuestra dureza de corazón no siempre queremos seguir la manera de Dios (Mr 10:5). Tal vez tus hijos han sido afectados por el divorcio. Abre camino para conversaciones tiernas y para las lágrimas también. Ora con ellos, asegúrales que Dios cuida de los corazones rotos y de su promesa de ayudar a sus hijos durante tiempos difíciles (Sa 34:18, 147:3; Is 41:10).
Conforme los niños van creciendo, pronto verán que no todos los países están de acuerdo con la manera de Dios de construir familias fuertes. Algunos países tienen leyes que permiten a un hombre tener más de una esposa, o permiten a dos hombres o dos mujeres casarse. Nuestros hijos necesitan saber que no importa en qué país vivan, las leyes de Dios son las más importantes y merecen ser honradas y obedecidas por encima de cualquier ley humana. Dios creó el matrimonio y Él sabe cómo funciona mejor.
¿Cómo podemos dejar un legado marital fuerte para la generación venidera?
Los niños necesitan más que palabras para abrazar una verdad tan hermosa y tan grande. Necesitan atractivos y vibrantes ejemplos de la vida real.
Si estás casado, pídele al Señor que te ayude a hacer de tu matrimonio una demostración que se pueda observar de cerca el Evangelio (Ef 5:22-23). Y ya sea que estés casado o no, expón a tus hijos a matrimonios sólidos y saturados del Evangelio. Hablen acerca de los matrimonios que ellos ven. ¿Qué los hace hermosos?
Habla palabras de esperanza con tus hijos.
“Algún día serás un esposo piadoso y comenzarás tu propia familia. No puedo esperar a ver cómo Dios te va a usar.”
“¿Me pregunto con quién te casarás algún día? Estoy orando para que escojas a alguien que ama a Jesús, tal como tú lo haces.”
“No queremos gritarnos entre los miembros de nuestra familia. Somos cristianos y Jesús nos dice que seamos amables unos con otros (Ef 4:32). Podemos practicar ahora con tus hermanos, para que cuando te cases no lastimes a tu esposo con palabras ásperas.”
De ser posible, lleva a tus hijos a una boda. Hablen acerca de las palabras y los símbolos. ¿Por qué la novia viste de blanco? ¿Por qué el padre la lleva por el pasillo al altar? Discutan de antemano los votos que la novia y el novio van a prometer y hablen de la importancia de mantener estas promesas hechas a Dios y el uno al otro.
En nuestros aniversarios, Ray y yo compartíamos con los niños lo especial que había sido ese día. Les enseñábamos nuestro álbum de fotos y les dejábamos vernos celebrar cada año.
Pinta un cuadro atractivo y persuasivo del Evangelio en el matrimonio para tus hijos. Permite que vean lo que les espera, y luego ora para que Dios les conceda experimentar ese hermoso cuadro que has estado realzando con tus acciones y palabras mientras crecían bajo tu piadosa influencia .
Este artículo fue publicado primero en Risen Motherhood. Traducido por Eyliana Perez y usado con permiso del autor.
1Marriage and the Mystery of the Gospel, Ray Ortlund, Crossway