por Leslie Schmucker
Recientemente me reuní con una pareja joven cuyo pequeño hijo acababa de ser evaluado para entrar al kínder. Su hijo es brillante. Empezó a hablar antes de cumplir un año. Se sabía todas sus letras y números al año y medio, y empezó a leer palabras alrededor de los dos años. Es vorazmente inquisitivo, lo cual les ofrece a sus padres muchas oportunidades para apuntarle a Cristo.
Al hablar con este pequeño, reconocí cómo la razón lógica es un regalo tan grande, incluso para niños muy pequeños. Una fe “como un niño” no está en desacuerdo con la curiosidad intelectual. De hecho, el apetito de un niño para aprender puede ser el conducto por el cual él es traído a una fe salvadora.
La Lógica y una Fe Racional
R.C. Sproul caracterizó al cristianismo como una fe racional, cuya verdad puede ser discernida de manera lógica. Él indicó que la lógica es un buen don, un aspecto del pensar de Dios mismo, y que nunca debe ser separada de la fe:
“[Las leyes de la lógica] fueron colocadas en nuestras mentes por el Creador durante el acto de la creación. Hablamos porque Dios ha hablado. Dios no es el autor de la confusión, la irracionalidad, o lo absurdo. Es más, sus palabras tienen la intención de ser comprendidas por sus criaturas, y una condición necesaria para su comprensión de esas palabras es que sean inteligibles y no irracionales”.
El pensamiento lógico aplicado a la fe incita creencia sólida y gran amor. Entonces, ¿cómo pueden los padres guiar a sus hijos en la búsqueda de la verdad y ayudar a fomentar una generación de pensantes quienes utilizan sus mentes dadas por Dios para asirse de Cristo? Empezamos con la lógica y la razón—un juego de herramientas que nosotros utilizamos todos los días, lo sepamos o no.
En conversaciones ordinarias y observaciones diarias, tres simples principios pueden apuntar a los niños a una fe racional y salvadora en Jesucristo.
- La Ley de No-Contradicción
Dos proposiciones contradictorias no pueden ser verdaderas al mismo tiempo en la misma relación. Incluso niños muy pequeños pueden entender que 2 + 2 = 4 y que nunca puede igualar otra cosa. Un niño puede ver que el helado de chocolate siempre es chocolate, y nunca vainilla; o que el perro es un perro, y nunca puede ser un gato; y que tocar una estufa caliente quemará la mano cada vez.
Cuando niños pequeños escuchan que otros descartan la existencia de Dios, o desestiman a Jesús como sólo un hombre, o niegan la veracidad de la Palabra de Dios, se encuentran con una oportunidad para la lógica. Aplicar la realidad objetiva de no-contradicción a la fe puede guiar a los niños a ver que el Dios de la Biblia o es quién dice que es, o es quién dicen los incrédulos que es. Pero no puede ser ambos.
- La Ley de Causalidad
Cada efecto tiene una causa. Como Sproul explicó más, “No puede existir un efecto no causado”. No hay ninguna excepción a esta regla en el mundo natural. Al pasar por nuestros días al lado de nuestros hijos, podemos notar efectos y buscar sus causas. ¿La banqueta está mojada en la mañana? Llovió durante la noche. ¿Un frisbi está volando por el aire en el parque? Alguien lo aventó. ¿Nos sentimos mejor? Hemos recibido medicamento, o un abrazo. ¿Estamos sonriendo? Hay un cono de helado en nuestra mano.
Aplicar la ley de causalidad a la fe puede guiar a los niños a concluir que algo —Alguien— hizo los árboles, las cebras, las arañas, las estrellas, los planetas, el amor, y el sabor de cosas dulces sobre nuestras lenguas. Ninguna salida al parque o zoológico puede escaparse de la conclusión natural de la ley de causalidad.
Inevitablemente, pensar sobre causas llevará a los niños a la pregunta inevitable: “¿Quién causó a Dios?”
Dios es la causa preeminente. Otra vez, Sproul explica:
“No tenemos que tener una causa antecedente para Dios. Dios es una causa sin causa. Él es un ser eterno; el auto existente y eterno ser quien es independiente, no derivado, no contingente, no causado, porque Él no es un efecto. Sólo las cosas creadas son efectos”.
Explicar la preeminencia del Creador a los niños puede incitar tanto una fe profunda como una razón para adorar a Cristo, quien es “antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten” (Col. 1:17).
- Percepción Sensorial
En el mundo natural, el único medio de acceso a algo fuera de nosotros mismos es por medio de los sentidos. Se nos ha regalado dones de vista, tacto, gusto, olfato, y oído. El invento del microscopio y telescopio abrieron mayores oportunidades para observar y maravillarnos del impresionante asombro, majestad, grandeza, minucias, vastedad, complejidad, opulencia, y sublimidad de la creación. Aunque Dios es invisible, nuestros sentidos nos permiten ver su obra a nuestro alrededor, para que no tengamos excusa (Rom. 1:20).
Jesús apeló a la percepción sensorial cuando explicó el Espíritu Santo a Nicodemo: “El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu” (Juan 3:8).
La suavidad de una pluma, el olor de la lluvia, la maravilla de una telaraña, o la gloria de una puesta del sol, todas son oportunidades para utilizar. Apunta a los niños a su fuente. Porque cuando son enseñados a estar conscientes de sus sentidos, los niños pueden ser guiados a ver y conocer el genio y la hermosura del Creador en quien “vivimos y nos movemos y somos” (Hechos 17:28).
Aprovecha las Oportunidades
Tenemos que enseñar a nuestros hijos a estar de acuerdo con Romanos 7:25: “Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios”. El conocimiento de Dios asegura nuestra esperanza (Prov. 24:14), y dedicarnos a buscarlo sirve como un primer paso en cumplir el primer y grande mandamiento (Mat. 22:36-38).
Cada picnic en el parque y conversación con los vecinos provee a los niños una oportunidad para utilizar sus mentes jóvenes. Aprovechemos esos momentos en el servicio de Cristo.
Este artículo fue publicado primero en The Gospel Coalition. Traducido y usado con permiso.
Leslie Schmucker se retiró de la enseñanza en escuela pública para crear un programa de educación especial en Dayspring Christian Academy en Lancaster, Pennsylvania. Es miembro de Grace Baptist Church. Ella y su esposo Steve tienen tres hijos adultos y seis nietos. Su blog es leslieschmucker.com,