Categoría: Disciplina

Episodio #8: Aplicando la disciplina bíblica

0
julio 9, 2019

A veces los padres cristianos nos cansamos de la disciplina, tanto de recibirla de nuestro Padre como de aplicarla en nuestra crianza. Te compartimos ánimo e ideas prácticas de las Escrituras sobre cómo se ve la disciplina en la vida real.

Transcripción:

La disciplina de los hijos es sumamente complicada, y es algo que tenemos que hacer todo el tiempo. ¡No hay vacaciones! O sea, aunque estés de vacaciones, ¡todavía tienes que practicar disciplina! Es algo tan urgente en nuestros hogares que nos conviene pensar si realmente estamos comprometidos o si permitimos que esa constante necesidad de disciplina nos frustre.

Digo esto por experiencia personal porque yo perdí mucha energía y experimenté mucho estrés, que ahora entiendo no era necesario, cuando mis tres hijos estaban chiquitos. Ahora que están grandes obviamente todavía hay muchos retos y frustración, pero es diferente que cuando hay niños pequeños en el hogar. Entiendo que sin saberlo en el momento, yo despertaba cada día con una idea de que de alguna manera hoy va ser diferente, hoy se van a portar mejor, hoy van a recordar lo que les he dicho mil veces, hoy van a obedecer; y cuando yo no veía los resultados que yo esperaba, me frustraba.

Pasé muchos días así y creo que era porque yo no entendía, o no tenía una expectativa correcta. Qué tal si pudiera haber despertado cada día aceptando la realidad de que la disciplina es una de las dos actividades principales de la crianza que vemos en Efesios 6:4, y que es una realidad en mi vida que va a durar todo el tiempo que mis hijos estén en mi hogar, que es algo bueno, algo normal que incluso puedo disfrutar. Y más cuando estoy siendo disciplinada por mi Padre. Si aprecio y agradezco esa disciplina, si la valoro, entonces la puedo aplicar en mi hogar de una manera tranquila.

Así que yo quería empezar este episodio animándote primeramente a aceptar que una de las dos actividades principales que vas a estar practicando toda tu vida de crianza es la disciplina. No te desesperes, no te impacientes, no sientas que estás haciendo algo mal porque todos los días tienes que levantarte y hacer mismo. Esto es parte del llamado que Dios nos ha hecho.

Piénsalo. Dios lo hace con nosotros. Hoy yo me impaciento con mi esposo, me enojo con mis hijos, y chismeo acerca de una amiga. Dios me confronta, pido perdón, quizás Él me permite sufrir una consecuencia de ese pecado para ayudarme a cambiar, me acuesto en la noche agradeciéndole a Dios por su obra en mi corazón, me duermo, y ¿qué sucede a las 6:30 de la mañana al día siguiente? Empieza todo otra vez y otra vez tengo que enfrentar y confrontar mi pecado y otra vez fallo. Claro que quiero ver crecimiento, y creo que Dios nos permite verlo, pero no significa que ahí no está esa disciplina todos los días. Recordemos que nuestra labor es a largo plazo, y no nos desanimemos.

Hace meses cuando yo me puse a estudiar el pasaje de Hebreos 12 que vimos en el episodio pasado, estuve leyendo en un comentario de John MacArthur sobre ese capítulo y él compartió algo ahí que a mí me fue de mucha ayuda. Compartió tres maneras en que vemos en la Biblia que Dios practica la disciplina en nuestras vidas. Cuando yo lo leí, pensé que podría aplicar muy bien a la disciplina de los hijos. Los padres necesitamos ampliar un poco la idea de lo que es la disciplina de Dios. Él es un Dios genial, es un Dios creativo, es un Dios que busca diferentes formas de obrar en nuestras vidas y nosotros podemos imitar ese ejemplo.

Entonces MacArthur presenta 3 diferentes tipos de disciplina que Dios usa en nuestras vidas.

  1. El castigo correctivo.
  2. La prevención (la disciplina que previene).
  3. La educación (la disciplina que enseña).

A mí me ha ayudado mucho entender estos tres aspectos. El más largo y el más completo va a ser el primero porque es realmente el tipo de disciplina que normalmente tenemos que practicar, especialmente con niños más pequeños. Pero es interesante porque en cada etapa hay lugar para estos tres tipos de disciplina y creo que nos puede ayudar mucho a tener una idea más completa de lo que es la disciplina en el hogar, y a disfrutarla más también.

Castigo correctivo: consecuencias negativas para acciones incorrectas.

A veces estas consecuencias son naturales, y también a veces los padres las aplicamos. Dios hace esto con nosotros. Por ejemplo, lo vemos en la historia de David en la Biblia. David cometió un error enorme, varios errores. Dios le impuso consecuencias, y también le permitió sufrir consecuencias naturales de su pecado. Murió su hijo, tuvo problemas constantes después con sus otros hijos, pero el propósito de Dios en la vida de David al aplicarle estas consecuencias siempre fue de restaurar a David, y de madurar a David.

Los padres de igual manera no aplicamos castigos y consecuencias negativas solamente para castigar a nuestros hijos para que sufran, para que vean que “a mí no me pueden desobedecer”. Ese no es el punto. Tenemos que recordar lo que ya hemos dicho en el pasado. El punto de la disciplina es llevar a mis hijos hacia una sumisión a Dios. No podemos olvidar eso. Lo más importante es cómo mi hijo se relaciona con Dios; el propósito de castigos y de aplicar disciplina negativa es siempre restaurar, es siempre llevarlos hacia una obediencia a Dios.

Cuando vemos que Dios castiga, vemos que no nos está rechazando, sino que nos está corrigiendo. Por esta razón tenemos que cuidar mucho de ejercer la disciplina sin un espíritu de rechazo y enojo hacia nuestros hijos. Yo veo que esto es muy común. Las mamás decimos cosas como, “mami está muy enojada contigo”, o “bueno, pues, ya no te voy a hablar”. Esto es rechazo, es utilizar las emociones para manipular a nuestros hijos. Dios no permite que nuestro pecado rompa nuestra relación con Él. Él siempre está dispuesto a ayudarnos a buscar restauración y manda disciplina para ese fin.

Mamis, tenemos que tener mucho cuidado con esto. El pecado de mi hijo no se trata en última estancia de mí, se trata de su relación con Dios. Si puedo recordar esto, puedo utilizar la disciplina para mostrarle a mi hijo su necesidad y acercarlo a Dios. Piensa un momento en cómo reaccionas de manera típica cuando tu hijo hace algo incorrecto. ¿Tu respuesta depende de tu humor? Entonces, se trata de ti. ¿Te enojas? Entonces, se trata de ti. Tú te estas poniendo entre Dios y tu hijo. ¿Intentas manipular a tu hijo con tu favor o con tus emociones? “Es que tú me haces sentir muy mal cuando tú haces eso”. Estás haciendo que sus acciones se traten de ti. ¿Solo intentas convencerle con palabras? “Mira, mi amor, es que, si tú no comes tus verduras, o si tú haces eso, luego va a pasar esto…” ¿Intentas usar la lógica siempre para convencerle? A veces hay lugar para eso, pero la obediencia de nuestros hijos no puede depender en que ellos entiendan y de que les estemos convenciendo de que es lo mejor. Nuestros hijos necesitan aprender a obedecer aún y cuando no entiendan.

¿Te acuerdas de las metas y los objetivos de los cuales hablamos cuando recitamos los siete principios de la Crianza Reverente? Queremos que nuestros hijos disfruten de Dios y que obedezcan a Dios y que tengan una relación con él. Pues, nuestra disciplina tiene que ejercerse con esa meta.

Hablemos un momento de las diferentes edades. Por ejemplo, con un bebé muy pequeño. ¿Hay algún lugar para la disciplina en la vida de un bebé muy pequeño? Te pudiera sonar como algo extremo, pero mi opinión es que, sí. Las mamás podemos empezar desde que nuestros bebés tengan pocas semanas o meses para empezar a enseñarles que deben someterse a la autoridad. En el cambió de pañal, por ejemplo, mami manda y tú te quedas quieto. A veces solamente tenemos que decir un firme “quieto” y agarramos las piernas y les enseñamos que cuando es hora de cambio de pañal te quedas quieto. ¿Qué estamos haciendo cuando hacemos cosas así? Estamos enseñando a nuestros bebés que desde un principio ellos no mandan. Ellos viven bajo la autoridad de sus padres. Si es hora de dormir, mami dice que es hora de dormir. Ya comiste, ya te cambié, es hora de dormir. Estamos diciendo, tú no mandas. El mundo no gira alrededor de ti. Sé que hay muchas filosofías por ahí, muchas cosas que pudiéramos hablar, pero, por ahora solamente quiero destacar que incluso los bebés pueden empezar a aprender la sumisión hacia sus padres, y esto ahorra muchos problemas de disciplina más adelante.

¿Qué tal los niños pequeños? Siempre recibo muchas preguntas sobre el uso de la vara, tanto que yo pienso que justifica un podcast solamente para ese tema. Así que mi esposo y yo ya estamos programando un podcast donde vamos a hablar específicamente de la vara. Por ahora, solo menciono que tenemos que ver la vara como un instrumento necesario para la disciplina bíblica, a pesar de lo que la cultura nos dice. PERO, es sumamente importante que se utilice de una manera controlada, sin ira, con compasión. Hablaremos de eso más adelante.

En general, la eficacia de la disciplina descansa principalmente en su consistencia. Les decimos a nuestros hijos claramente lo que se espera y esperamos que siempre obedezcan. Cada que vez que desobedecen se aplica una consecuencia. Por eso tenemos que tener mucho cuidado con tener demasiadas reglas porque si vas a poner una regla, la tienes que apoyar. Tienes que ser consistente. Es mejor enseñar principios bíblicos, de “bondad”, por ejemplo, en lugar de hacer un montón de reglas acerca de quién lo tenía primero, y que hay que turnarse cada 5 minutos y todo ese tipo de cosas. Puede haber lugar para algunas de esas cosas, pero hay que tener mucho cuidado con eso.

Para los niños pequeños es muy importante ser claro y que las consecuencias sean totalmente consistentes. Cuando llegamos a la edad de primaria, si hemos sido consistentes con la disciplina (como dice Tedd Tripp en su excelente libro, “Cómo pastorear el corazón de tu hijo”), a esta edad podemos enfocarnos un poco más en el desarrollo del carácter y menos en la disciplina punitiva. Seguirá existiendo la necesidad de tener expectativas bien establecidas y consecuencias que nuestros hijos conocen muy bien que les van a tocar. Quizá ya no es “no metas los dedos en el contacto”, sino “la tarea se hace antes de jugar”. Y cuando no se cumple, la consecuencia es consistente.

Creo que la vara si va a tener lugar en esta edad, en esta etapa, pero va a tener mucho menos lugar si se ha aplicado bien entre los años dos a cinco. Hablaremos más de eso en el podcast sobre la vara. En esta edad es muy importante cómo estamos buscando desarrollar más carácter. Que nuestros hijos sepan que siempre estamos dispuestos a hablar sobre un tema. Pueden cuestionar, pero deben cuestionar con la intención de obedecer. Podemos explicarles mucho acerca de lo que les pedimos, porque estamos intentando ya desarrollar su carácter. Pero esa explicación no debe ser para convencerles a obedecer. Debe ser porque queremos que entiendan y comprendan. Todavía debemos exigir una obediencia inmediata y se deben aplicar las consecuencias de manera constante.

Cuando llegamos a la adolescencia, las cosas sí van cambiando porque la disciplina punitiva todavía puede tener un lugar (el castigo correctivo), pero debe ser algo muy enfocado en el área en que el adolescente está batallando. De hecho, ya tengo un podcast programado sobre cómo tratar con el pecado en la vida de los adolescentes. Realmente es una etapa diferente. Seguimos siendo padres y autoridad, pero ahora tenemos que entender que es mucho más importante nuestra influencia y relación con nuestros hijos que ejercer una autoridad en la que imponemos castigos y disciplina. Deben ser muy específicos a la lucha que ellos tienen. Si batallan con el celular, pues el castigo tiene que ver con el celular. Si abusan de sus permisos, entonces el castigo tiene que ver con eso. Hablaremos más de eso más adelante.

Ya hablamos bastante de la disciplina que corrige/castiga. Me gustaría mencionar brevemente los otros dos tipos de disciplina que MacArthur presenta que están en nuestra Biblia. El segundo es la prevención. MacArthur destacaba que muchas veces Dios nos disciplina a nosotros para prevenir nuestro pecado. Lo vemos, por ejemplo, en 2 Corintios 12:7 donde Pablo habla acerca de un aguijón en la carne que Dios le dio. Es claro que Dios no se lo dio para castigarle, sino para protegerle del orgullo para que Pablo no tuviera orgullo, para que Pablo no pensara que de él mismo había salido tantas obras buenas. Nosotros como padres podemos practicar este mismo tipo de disciplina. No es para castigar un pecado que nuestros hijos ya cometieron sino es para ayudarles a prevenir. Igual que ponemos cercas para que nuestros hijos no se salgan del patio hacia la calle podemos poner otro tipo de límites en sus vidas.

Quizá cuando están pequeños simplemente guardamos un juguete por un tiempo porque vemos que provoca muchos problemas porque hay un celo o un egoísmo extremo. Le explicamos, “vamos a guardar este juguete por un mes porque luchas mucho, sale mucho tu enojo cuando juegas con este juguete. Queremos ayudarte.”

Quizá limitamos el uso de aparatos electrónicos porque se hace el vicio. Estamos ayudando a prevenir el pecado. Quizá no permitimos asistencia a ciertos eventos o ciertas fiestas. Quizá alejamos a nuestros hijos de alguna amistad que le está dañando. Tenemos que conocer las debilidades y tentaciones de cada uno de nuestros hijos de manera individual. Esto significa que quizás a un hijo le vamos a limitar algo que no tenemos que limitar a otro. Por esta razón, desde muy pequeños tengamos mucho cuidado con sobre enfatizar la justicia en el hogar. Me refiero a una “justicia” que piensa que todo se tiene que hacer igual, que a cada hijo se le tiene que tratar exactamente igual. Dios no hace eso con nosotros. Claro que queremos ser justos y no mostrar favoritismo, pero Dios nos llama a discipular a nuestros hijos, cada uno según sus necesidades, como Él hace con nosotros. A veces va a variar nuestra manera de tratar con las luchas y el pecado de cada uno porque queremos ayudar a uno en su debilidad y al otro en su propia tentación.

El último tipo de disciplina que menciona MacArthur es la “educación”, o la disciplina que enseña. Él usa el ejemplo de Job. No hay ninguna indicación de que Job fue castigado por algo. Incluso no hay ninguna indicación que Dios estaba, como con Pablo, tratando de prevenir algún pecado. Simplemente la prueba de Job fue para glorificar a Dios, y fue para enseñar. Job aprendió mucho acerca de Dios y acerca de si mismo por medio de esa prueba. Nosotros como padres podemos aplicar una disciplina que educa, que enseña.

Podemos obligar a nuestros hijos a hacer cosas que no les gustan o que son difíciles. Un niño muy pequeño puede frustrarse y tener que perseverar un poco con un juguete difícil sin que nosotros le ayudemos siempre. Un niño un poco más grande puede empezar a aprender un instrumento musical. Tener que practicar un instrumento es incómodo, pero es una disciplina que educa y enseña. Niños de todas edades pueden y deben tener que ayudar en la casa con ciertos trabajos. Y a veces esos trabajos les pueden retar, pero esto es bueno para que aprendan. Un reto académico o físico o espiritual, que no es fácil, puede ayudarles mucho.

Podemos permitirles aguantar una situación difícil con un compañero o con un maestro injusto sin ir corriendo a reclamar, y sin ir a corregir todo inmediatamente, como esa mamá helicóptero famosa. Nuestros hijos aprenden al pasar por situaciones difíciles. Esto queda claro en nuestra Biblia, que Dios trata de esta manera con nosotras. Entonces, cuidemos de siempre librar a nuestros hijos inmediatamente de situaciones difíciles. Debemos permitir que la disciplina tenga un efecto en sus vidas. Yo espero que como a mí me ayudó este panorama de la disciplina bíblica, te ayude a expandir un poco tu idea de la disciplina y el gran valor que tiene en el hogar y en la familia.

Esta semana quiero sugerirte algo. ¿Por qué no te sientas, si puedes con tu esposo, y juntos piensen en cómo están practicando estos tres tipos de disciplina con sus hijos?

  • ¿Están siendo consistentes al establecer expectativas y consecuencias, sin importar la edad de sus hijos?
  • ¿Son consecuencias razonables y los niños saben qué se espera de ellos?
  • ¿Están evaluando las necesidades espirituales y las luchas que sus hijos tienen y buscando oportunidades para fortalecer sus áreas débiles?
  • ¿Sus hijos tienen que hacer cosas difíciles que no les gustan? ¿Están desarrollando carácter para perseverar en las dificultades?

Oren juntos pidiendo la sabiduría de Dios para tener una disciplina bíblica en su hogar, siempre apuntando a sus hijos hacia el Dios que merece toda su obediencia y adoración.

Compartir:

Autor

  • Susi Bixby

    Susi es la fundadora de Crianza Reverente y anfitriona del podcast, mamá de un adolescente y dos adultos jóvenes, y esposa de Mateo Bixby, uno de los pastores de Iglesia Bautista la Gracia en Juarez, NL, México. Juntos colaboran también en la Universidad Cristiana de las Américas en Monterrey, NL.

Publicaciones relacionadas