Si permito que mi hijo juegue con las muñecas de su hermana, ¿va a despertar un deseo en él de ser mujer en lugar de varón? Si se quiere poner maquillaje como su mamá, ¿debo asustarme? Estos asuntos “culturales”, y otros más serios, inquietan a padres cristianos. Si un papá y una mamá quiere criar a sus hijos a honrar el género que Dios regaló a cada uno, ¿hay que criarlos de manera diferente? ¿Cómo se ve una masculinidad verdaderamente bíblica sin importar lo que la cultura dice? De todo esto y más conversan tres padres de hijos varones con experiencia pastoral. ¡Únete a la conversación!
Transcripción:
Susi: Después de una breve pausa para celebrar la bondad de Dios, por los 100 episodios de Crianza Reverente, estamos aquí en el Episodio 101, y estamos de regreso con la serie: Niño, niña o ¿niñe? Obviamente es sobre la ideología de género, y, de hecho, me siento un poco fuera de lugar aquí; porque en este momento hay: niño, niño, niño y yo soy la única niña, pero supongo que es lógico por el tema que vamos a tratar el día de hoy. Bueno, aquí estamos cuatro personas para esta conversación, y tenemos tres invitados. Bueno, Mateo, creo que no cuentas como invitado.
Mateo: Ya no soy invitado.
Susi: Es casi, casi, coanfitrión. Entonces aquí está Mateo, que ustedes saben, es pastor de la Iglesia Bautista La Gracia. Tenemos tres hijos adolescentes, casi, casi adultos ya. Pero también está aquí, Luis Zepeda, pastor de la Iglesia Bautista Genezareth. Ya había estado aquí con su esposa en otra ocasión. ¡Bienvenido Luis! ¿Nos puedes recordar cuántos hijos tienes?
Luis: Tengo tres hijos: Timoteo de 16, Pablo de 11 y Julio de 6.
Susi: Tres hijos varones y de edades bastante repartidos. Entonces, vive de todo en su casa.
Luis: Así es.
Susi: Y también tenemos a Armando Ortiz, y Armando es pastor de Familia de Fe, también en Monterrey. ¡Gracias por estar aquí, Armando!
Armando: ¡Gracias!
Susi: ¿Y cuántos hijos tienes, Armando? O sea, hoy, ¿cuántos hijos tienes? No hace un mes.
Armando: Ni cuántos tendré.
Susi: Bueno, eso no se sabe.
Armando: Tengo cuatro hijos, gracias a Dios: Sofía de 6 años, Matías de 4 años, Judá de 2 años y acaba de nacer hace 20 días, Constanza.
Susi: ¡Constanza! Entonces tienes dos y dos.
Armando: Sí, dos y dos.
Susi: Dos niños chiquitos, y dos niñas: una muy chiquita. Muy bien, pues gracias a ustedes por estar aquí, y obviamente estamos en una serie sobre la ideología de género y el impacto que está teniendo todo esto en el mundo de hoy, sobre las familias cristianas. Habiendo establecido una base bíblica en los primeros episodios, hoy queremos hablar específicamente de: primero, si hay una diferencia entre criar a niños varones y niñas. Y, ¿cuál sería esa diferencia? Pero también, ¿cómo se ve el criar niños hombres en un hogar cristiano? Entonces, Mateo, quizás puedes ayudarnos a comenzar esta conversación, hablando un poco de algo que tú y yo hemos comentado a veces: ¿Qué tanto nos debe preocupar el criar a un niño varón de manera diferente a una niña? O, ¿si eso es importante?
Mateo: Es una pregunta bastante compleja de contestar; porque hay tendencias diferentes, expectativas diferentes, dependiendo de tu familia, de tu cultura, pero vamos a tomar un paso atrás antes de hablar del varón específicamente, porque tanto tu hijo como tu hija, son seres humanos; entonces al ser seres humanos, tienen una naturaleza pecaminosa por igual, tienen la necesidad de la gracia de Dios para ser salvos, para crecer en santificación. Eso lo tienen los hijos y las hijas también. Entonces, lo que ellos necesitan en gran medida es lo mismo. Necesitan el Evangelio de Jesucristo, necesitan ser transformados por la Palabra de Dios, necesitan desarrollar muchas de las mismas cualidades; porque es el fruto del Espíritu, realmente lo que queremos que ellos tengan en su vida.
A la misma vez, sí es verdad que el varón tiene una comisión que es diferente a la que tiene la mujer. Eso es parte del diseño maravilloso de Dios, que hemos hablado en episodios anteriores: El hombre debe labrar, debe guardar la tierra, (en Génesis 2:15), lo recordamos hace varios episodios. Entonces, esto es lo que debemos estar cultivando en nuestros hijos. Que sean protectores, que sean constructores de cosas buenas, que sean proveedores y que sean líderes serviciales; especialmente en la vida espiritual de la familia. Eso es realmente lo que nosotros queremos cultivar en ellos. Pero en el día a día, realmente el trato con nuestros hijos y nuestras hijas va a ser muy similar, porque estamos queriendo generar muchas de las mismas cualidades en ellos.
Ahora, como hay tantas perspectivas diferentes, no quiero que algunas personas entiendan: “Ah!, entonces es igual”, “Da igual unisex, todo igual, no importa”, porque no es así. Sí hay una comisión diferente para el hombre; pero es la misma naturaleza pecaminosa, es el mismo Evangelio para ellos, es la misma Palabra de Dios, es el mismo fruto del Espíritu, para hombre y mujer; simplemente se va a manifestar de una manera un poco diferente en la vida de un hombre y en la vida de la mujer, especialmente cuando crecen. Entonces, cuando son niños más pequeños, quizás el trato va a ser muy parecido. Cuando son un poquito más grandes, sí vamos a intentar estar orientándoles hacia esas cualidades de proteger, de proveer, de ser lo que serán un día probablemente como cabeza espiritual de una familia; y no es eso lo que muchas veces nosotros tenemos en mente como el hombre duro, insensible, que no necesita de nadie. Eso es algo muy diferente de lo que la Biblia pinta al hombre; el varón real.
Susi: Algo que he escuchado, en comentarios de jóvenes, que incluso se sienten un poco amargados hacia sus padres; porque por ser niña, a su hermana no se le exigía. O sea, no se le disciplinaba como a él, que era realmente un trato injusto en cuanto al pecado en su vida. Recuerdo a un joven en particular, que entonces creció resentido con su hermana, pero por ser hermana, porque ella era niña; porque no se resintió con su hermano varón.
Mateo: Y a veces pasa al revés también; porque, si al hombre lo disciplinan más; pero a la mujer le exigen más en la casa y entonces ella crece con ese resentimiento de que, “mi hermano es un vago, perezoso que nunca hizo nada en la casa, y yo simplemente porque soy mujer, tengo que siempre estar trabajando, barriendo, trapeando, en la cocina”, haciendo las cosas que nosotros decimos que son de “mujer”, pero realmente, ni eso es verdad tampoco.
Susi: Sí. Entonces es como una ilustración. Queremos criar a todos nuestros hijos que sean siervos, fruto del Espíritu, como tú dices y eso creo que es algo bueno tener en mente ahora que vamos a hablar, sí, de que hay diferencias entre criar niños y criar niñas. No sé si uno de ustedes, quería comentar sobre eso, alguna experiencia en cuanto a la diferencia de crianza.
Armando: Bueno, pues tal vez como un papá con poca experiencia, son dudas que surgen, precisamente porque al entender estos roles, no sabes qué tanto va a influenciar lo que tú estás haciendo en sus vidas, en cómo los llevas para que lo entiendan. Pero, creo que tener los principios del discipulado muy claros, que es lo que ahorita estoy tomando, y conforme van creciendo, ir entendiendo estas convicciones.
Susi: Sí, ¿y eso, en cierto sentido, no crees que te quita un poco de confusión?
Armando: ¡Claro!
Susi: Yo recuerdo que cuando mis hijos estaban muy chiquitos, una niña y dos niños, pensar: “Bueno, yo no estoy segura de todo esto; pero lo que sé es que los tres son pecadores que necesitan la gracia”. Y eso puede sonar demasiado sencillo o simple, pero sí ayuda; esa confianza en el Señor y el poder que tiene la Palabra, en general en sus vidas.
Quizás podemos hablar sobre esto de los roles, de la masculinidad, reconociendo que hay muchas cosas culturales que tienen que ver con este tema. O sea, hay expectativas culturales que se le ponen sobre niños. Quizás Luis y Armando habiéndose criado aquí en México… (porque nosotros somos extranjeros que nacimos en una cultura diferente) …nos pueden mencionar algunas cosas que ustedes reconocen que les impactaron a ustedes, creciendo como hombres. Quizás frases que se le dicen a los niños; y ustedes reconocen que hay ideas que fueron parte de su crecimiento y formaron su concepto de lo que es ser un verdadero hombre.
Luis: En mi caso no recuerdo algo específicamente en el contexto familiar. Sí lo recuerdo en mi contexto escolar y con amistades, que fui teniendo en el transcurso de mi vida, y había muchas cosas, comentarios generales como: “Sí, aguántate porque tú eres hombre”, “eres niña si lloras”. Eso va formándose y creo que consciente o inconscientemente lo vas creyendo, va siendo parte de tu consumo ideológico y lo vas administrando a tu vida y lo vas digiriendo y ya es parte de ti, a tal grado que es una cultura que no se establece con normas escritas; pero ya es parte de ti. Entonces, creo que eso lo he vivido.
Me parece que tiene que ver también con un poco el machismo, y no creo que todo esté mal, en ese sentido de decir: “Oye hay una diferencia entre hombre y mujer”, pero creo que el propósito es simplemente tratar de ser ese hombre impositivo, ese hombre que manda, que nunca llora, que está ahí exigiendo que todos le sirvan y que él es el rey.
Bueno, yo sí ahora entiendo, por el evangelio, que sí, Dios me hizo diferente. En mi caso, no soy tan sentimental, quizás mi esposa es un poco más, y puedo ayudarle en ese trato, para ayudarle en sus tiempos de dificultad; pero no es que yo no pueda llorar, no es que yo no pueda sentirme también triste en algún momento, y quisiera terminar este punto diciendo que hace tiempo pasamos como familia por una situación complicada, y recuerdo que una persona se me acercó, (que me aprecia mucho y no dudo nunca de su aprecio y su amor por mí), pero yo estaba muy compungido, y él vio cómo que me estaba quebrando, y él se acercó y me dijo: “No es tiempo de llorar”, y me lo tragué, estaba a punto de llorar; y sé que lo hizo con esa intención: “mantente firme”, pero recuerdo que a los minutos ya no aguanté más y me puse a llorar, y creo que no siempre tiene esa mala intención; pero a veces nos olvidamos que hemos sido hechos a la imagen de Dios, y que el Eterno Dios encarnado, lloró.
Entonces no se trata de mantener una apariencia de un hombre que no existe, porque no hay un hombre que no se doble, que no llore, es un hombre de carne y hueso, y creo que ese el punto, que la masculinidad debe reflejar más el carácter de Cristo, que lo que mi cultura me dice.
Armando: Yo nací en un contexto muy, muy ranchero. O sea, mi papá, un vaquero de esos de verdad. No recuerdo haberlo visto algún día sin sombrero. Entonces, imagínense la imagen que tengo.
Mateo: O sea, un hombre de verdad, de cuando pensamos: “un hombre de verdad”. Así era tu papá.
Armando: Sí. Él sí era muy claro: “Los hombres no lloran, nada más pujan”. Entonces, es una frase con la que crecí durante toda mi vida. También como una superioridad, por el hecho de ser hombre. Una frase que no faltaba en la casa era: “Los hombres no hacen quehaceres, usted nada más hace los mandados y sus hermanas se encargan de limpiar la casa”, y todo eso. Pero al final era este sentido como de que el hombre es superior; el hombre está diseñado para que le sirvan, para él tomar las decisiones, las riendas; pero a la vez, sin una responsabilidad real; porque otra cosa que él me animaba mucho era: “Los hombres deben tener muchas novias”.
O sea, sí hay un sentido equivocado completamente de lo que se supone es un hombre a la luz de la Escritura. Obviamente mis papás no eran creyentes; pero este es el pensamiento mexicano, o sea muy normal, súper normal, y que hoy a la luz de la Escritura, a la luz de lo que sé, pues entiendo un poco hacia dónde el pecado lleva esto, porque lo vemos desde el Edén; pero no tiene nada que ver con el diseño de masculinidad bíblica, que realmente el Señor establece en su Palabra.
Mateo: Y esa es una pregunta: ¿Cuánto de nuestra noción de lo que es la masculinidad es cultural y cuánto es bíblico? Yo lucho con eso también, porque yo tengo mi propia cultura que me decía cómo era un hombre, y algunas de las cosas son similares, otras pueden ser un poquito diferentes. Yo tenía la cultura americana en la casa, la cultura española cuando salía con mis amigos, incluso entre esas culturas veía un choque. Llegamos a México, y vemos otra definición de lo que significa ser hombre. ¡Estoy confundido!
Armando: Pero, para eso hicimos este Podcast, Mateo.
Mateo: Para que me ayuden. ¡Por favor ayúdenme! Pero sí, el punto es que tenemos que regresar a las Escrituras, para darnos una definición de lo que realmente significa ser un hombre, y no caer en la presión de la cultura; porque es la presión de la cultura tradicional quizás, por ejemplo lo que tú nos describes Armando, pero nuestros hijos están creciendo en otra cultura, y ellos están sintiendo otras presiones como: “Bueno, debes conectarte con tu lado femenino” o algo así, como si ser un hombre como tú me acabas de describir, como si todo eso fuera malo.
Ahora, hay algunas cosas malas en esa noción tradicional de lo que significa ser hombre; pero hay algunas cosas muy positivas también, y eso de conectarte con tu lado femenino, bueno no queremos eso, pero la transparencia, la vulnerabilidad, esos son conceptos bíblicos. Como tú mencionabas. Luis, Cristo lloró. Él tuvo mucha cercanía con el discípulo amado. El sentía emociones fuertes y las expresaba. Entonces eso no es ser femenino, eso es ser humano, creado a la imagen de Dios.
Luis: Y creo que en ese sentido sería bueno señalar eso, la tendencia nuestra es a ir al extremo.
Susi: Reaccionar.
Luis: Reaccionar sí. Decimos: “el machismo es malo,” y lo es; pero en vez de ir a la Escritura, nos dejamos guiar por nuestro rechazo a eso y nos vamos al otro extremo. Creo que, como bien dicen, tenemos que ir a la Escritura, y qué bueno es navegar en este tema sobre la plataforma que ya se estableció, que la masculinidad bíblica es clara en la Escritura y tiene una función antes de la caída. O sea, antes de que el pecado llegara, Dios ya había establecido qué es lo que el hombre tenía que hacer. Así que, eso no está marcado por el pescado, esto está marcado por el diseño divino, y el hombre es el ser que Dios creó para proveer, proteger y liderar servicialmente en su hogar.
Susi: Y pensando en nuestras familias, como padres; porque yo soy madre, yo paso mucho tiempo con mis hijos varones, y necesito entender también. No solamente es mi esposo quien va a transmitirles. Hay muchas mamás que, a lo largo de la historia, han torcido el concepto que sus hijos varones tienen de la masculinidad. De hecho, es toda una rama de la Psicología y todo; el impacto que las mamás tienen sobre los hombres, los hijos varones. Entonces, lo que estamos hablando ahora de regresar a las Escrituras, creo que puede sentirse como que nos podemos abrumar, cuando escuchamos a la cultura diciendo todo esto; y quizás crecimos en el machismo y entendemos que, eso tampoco está bien, entonces ¿a dónde voy? y creo que no tenemos que complicarnos y entrar en pánico, pero sí ir a las Escrituras. Obviamente ya hablamos de Génesis 1 y 2. ¿Qué otros aspectos vemos de la masculinidad bíblica? Quizás, más en el Nuevo Testamento. Luis, mencionaste un poquito lo de Cristo, ¿podemos abundar un poquito?
Luis: Y quisiera mencionar la estructura que Pablo tiene en Efesios 5 y 6, donde es claro el diseño que él está estableciendo con base en esa creación: El hombre amando a la esposa y la esposa sometiéndose al esposo, y después les dijo: “Y ustedes padres, críen en disciplina y amonestación del Señor”. El hecho de que el matrimonio esté representando el diseño divino, es la mejor plataforma que un hijo puede tener, para ver cómo se vive la masculinidad.
Yo me puedo desgastar intentando hacerle ver a mi hijo como es, en teoría, la masculinidad bíblica; pero si él no lo ve, entonces será difícil para él ver esa congruencia. Entonces, creo que sí es claro, en esa estructura que Pablo estaba mostrando inspirado por el Espíritu Santo: “Críen en ese ambiente de disciplina”. Y yo siempre había malinterpretado ese pasaje y lo usaba para: “Críen en disciplina, pas, pas, pas, esto es el mandato de Dios”; y ahora veo que es en el ambiente, en la atmósfera de la disciplina del Señor, críen a sus hijos, vivan ustedes padres el evangelio, en esa vida disciplinada del evangelio reflejando el carácter de Cristo.
Mateo: Recuerdo que publicamos una traducción de un artículo en Palabra y Gracia, hace un tiempo, que decía cómo esta mamá estaba viendo que algunas de sus amigas, dejaban que sus hijos les pegaran a las mamás, y no querían disciplinar al hijo. Entonces, ¿qué pasa? El niño se sale de control y ella estaba en el parque y el niño venía y empujaba a la mamá, la mamá le decía que hiciera algo, no le obedecía, lastimaba a la mamá a veces corriendo; y lo que la autora decía es que, esa mamá está criando un esposo abusivo. ¿Por qué? Porque rehúsa criarle en ese contexto de disciplina, de crianza bíblica, de dominio propio; y eso es lo que vamos a criar en nuestros hijos.
Ahora, también recuerdo a un amigo que era papá y con su primer hijo, cuando era chiquito de unos meses, ahí le andaba dando golpecitos, “es que él es hombre y yo quiero que sea… tiene que fajarse”, y yo pensaba: Pero, ¿eso realmente es criar a un hombre? Creo que no, no es eso. Cristo tomó las decisiones más difíciles por el bien de sus discípulos, por el bien de nosotros. Eso es ser un hombre de verdad, no el que nunca llora, no el que nunca expresa sus emociones; sino el que sabe y puede tomar las decisiones más difíciles por el bienestar de su familia, de su esposa, de sus hijos.
Armando: Y es que, aunque hay una diferencia genética, biológica que Dios mismo diseñó así, es bien importante entender para qué es: Para protección, para labrar, para cuidar y no para abusar de eso, no para tomarlo en lo que pienso yo, que muchas veces fue el mensaje en mi crianza: “Tú eres así y úsalo para beneficio propio”; en lugar de ponerlo para el servicio, que fue para lo que Dios diseñó a Adán, para que sirviera al mundo.
Susi: Y ahí está el ejemplo de Jesús.
Armando: ¡Sí, exacto!
Susi: Todos los dones que Jesús tenía, Él los usó siempre para servir a otros.
Armando: A veces he tenido que hablar por ejemplo con Matías (tiene 4 años, Sofía 6), pero conforme va creciendo cada vez se ve menos la diferencia en fuerza, y ahora Matías ya puede tener fuerzas como Sofía: “Yo soy más fuerte que ella”; y sí le hago hincapié: “Sí, pero para que la protejas; no para que la dañes”. Pequeñas cosas que nos recuerdan por qué Dios nos diseñó así, y que tal vez en algún momento puedan marcar su crecimiento.
Susi: Y creo que, hay un asunto también de énfasis, porque pienso: “Yo también quiero que mi hija proteja”, en cierto sentido. Mi hija va a tener bebés, si Dios se lo concede un día, y las mamás protegemos también; pero hay una diferencia de énfasis, de rol.
Armando: Sí, claro. Y Sofí tal vez no está presumiendo su fuerza. O sea, también la niña a lo mejor no está como pensando en eso.
Susi: Sí. No piensan de la misma forma, pero creo que tener claro los roles, el llamado que Dios hace al hombre y a la mujer en la Biblia, nos ayuda a cultivar ciertos aspectos en nuestros hijos; y quizás también a vigilar, si vemos una total falta de cierta cualidad en un hijo varón; por ejemplo, si vemos que no tiene ningún deseo de proteger a su hermanito o a su hermanita, digo, para poder cultivar.
Mateo: Y no sólo físicamente, pero también puede ser emocionalmente, verbalmente. Yo recuerdo a veces tener que hablar con alguno de mis hijos y decirle: “Mira, es tu hermana, entonces tú no debes burlarte de ella, tú no debes reírte de ella, cuando algo le pasa o disfrutar cuando ella sufre, ¡no! Tú debes hacer todo lo opuesto, que es ayudarle”.
Susi: Y el niño: ¿Pero, por qué?
Armando: No tiene sentido.
Mateo: Pero, es parte, no solo físicamente; pero en otros aspectos también.
Susi: ¡Exacto! Bueno, yo lo quise mencionar, porque no es como súper complicado; sino simplemente esas cualidades, estarlas animando y cultivando; y quizás podemos tomar unos momentos para hablar también de cosas muy prácticas, preguntas.
Armando, me mencionaste que incluso los juguetes.
Armando: Sí pues, obviamente.
Susi: Tú, tienes cuatro niños chiquitos.
Luis: La casa está llena de juguetes.
Armando: Sí, la casa está llena de juguetes y uno tiene estas dudas, pensando como comentabas muy puntual, tienes como una animadversión a lo que ya entendías sobre el machismo, entonces dices: “No es por ahí; entonces, tiene que ir por acá, y yo tengo que cuidar que vaya en un balance”; y realmente terminas en el extremo. No sé, yo he llegado a: “No, no agarres ese juguete” y “ese es de los niños y ese es de las niñas”. No sé qué piensan con respecto a ello.
Mateo: Los niños normalmente juegan con juguetes diferentes y de manera diferente, cuando agarran los mismos juguetes. Pero, también es verdad que muchos niños ven, especialmente si tienen una hermana mayor, cómo su hermana juega con su Barbie, y cuando va creciendo de manera natural, va a imitar lo que ella hace, va a querer jugar con los mismos juguetes. Eso es normal, no es una indicación de que mi hijo tiene disforia de género ya con eso. A veces, pasa la mismo con: “Quiero ponerme los zapatos de mamá”, o quiero ponerme…
Susi: Los tacones.
Mateo: Sí, los tacones o el maquillaje. ¿Quiere decir que está confundido? ¡No! Él ve a su mamá e igual que ve al papá, a veces rasurarse y él quiere rasurarse; ve a la mamá ponerse maquillaje y él quiere; y son buenos momentos para hablar con él y decirle: “Mira, las mujeres se ponen maquillaje, no tanto los hombres”; pero a veces reaccionamos de manera exagerada como padres: “¡Ay! ¡Nooooo! ¡Hijo mío no te desvíes!”; y es un niño de 3 años, que simplemente está viendo a la mamá ponerse el maquillaje y dice: “Yo quiero”; pero a veces nuestra misma reacción hace que ellos tomen un interés desmedido. Cuanto más les decimos a un niño que no haga algo, a veces más lo quiere hacer.
Susi: Y especialmente si produce una reacción fuerte. Yo pienso en las muñecas; porque seguro que tu hija tiene muñecas. Mi hija, tenía muñecas y de repente, especialmente el que vino después de ella, el hijo menor, la veía jugando con sus muñecas; y yo conozco a papás que dicen: “Mi hijo nunca va a agarrar una muñeca en sus brazos, eso es de niña”.
Mateo: Y entonces, nunca va a agarrar a su hijo de 3 meses, para ayudar a su esposa.
Susi: ¡Exacto, exacto! Entonces, yo digo que un niño agarre una muñeca no necesariamente es momento de pánico; pero es una oportunidad, porque yo como mamá, ¿qué le puedo decir?: “¡Ay! Hijo, espero que un día, Dios a ti te dé una familia y a las 3 de la mañana, cuando su mamá está bien cansada y el bebé está llorando, tú sepas muy bien arrullarlo”. Entonces, hay muchas oportunidades para afirmar género, incluso en momentos cuando los niños quizás tienen interés en algo que típicamente se asocia con el otro género; es una oportunidad, para repetir el hecho de que Dios lo hizo varón o que la hizo mujer y al mismo tiempo animar servicio, esas cualidades que hemos mencionado: Servicio, provisión, protección, todo eso. Entonces no sé si les ocurren otros ejemplos. Yo sé que los papás tienen muchas dudas acerca de estas cosas.
Luis: Lo de la cocina, por ejemplo.
Susi: Sí, y ahora está un poquito más de moda que los hombres de la generación un poco más joven, que papá se meta en la cocina; definitivamente el asador, ¡eso sí! Pero ahora incluso en la cocina, y está bien. Hace poco, una amiga comentaba de una chica en su iglesia que es cristiana, va a una escuela pública, o sea secular; y un amigo le confió a ella, un amigo inconverso, que él cree que es gay, y en parte cree que es gay y no puede hablar con sus papás, porque toda su vida a él le interesaba mucho la cocina, y siempre decían que eso era cosa de niña. Entonces, él empezó a creer que debe ser niña. Obviamente ese es un hogar no cristiano; pero, ¡imagínate el poder, y no digo que no hay otros factores, porque no lo conozco; pero el poder de sugerencia, que tiene ese tipo de comentario!
Armando: Sí, sin duda; que funciona igual cuando nos quieren implementar esta hombría desmedida. En realidad, no es algo con lo que vengas, eso es algo que fue construido socialmente por parte de tus papás, lo que te decían, cómo te instruían, y de repente dices: “Bueno, así es como debe lucir un hombre”. Pero está lejos de ser, lo que la Biblia dice.
Luis: Yo creo que sería bueno recordar que nuestra tendencia va a ser a preocuparnos por lo superficial, o sea ver mucho los síntomas; y creo que sí tenemos que estar atentos, y como bien decías, cultivar o reenfocar la atención de eso. Porque, quizás hay niños que les va a gustar algo que uno dice: “Bueno, no me gustaría tanto que se enfocara en eso”. Pero puedo reenfocarlo, sin etiquetarlo, porque si es un niño de 3 años, pues sí podría reenfocarlo.
Pero creo que nuestro énfasis principal como padres, y quiero animar a los padres, a las madres, a luchar mucho por reflejar a Cristo y llevarles a Cristo; a ver que en la Palabra tú encuentras el carácter del Dios Eterno que se humanó, precisamente para darnos evidencia de cómo es y Él dice en Mateo 11, que Él es manso y humilde de corazón. No es un Dios que está allí frío, diciendo: “Yo soy el macho”. Pero tampoco es débil, y no está guiado por sus sentimientos; sino que es manso y humilde, y creo que eso es algo que debemos recordar.
Pero también, quizás será bueno decirles a esas madres que están viendo a sus hijos con esas tendencias, que ya no es un niño de 3 años, es un joven de 15, y que dice: “Quizás no me lo ha dicho; pero es obvio su tendencia”, la Palabra del Señor es suficiente, para traer el corazón de ese joven y mostrarle que Cristo le ama, y que quiere transformarle en un varón con deseos varoniles, con objetivos varoniles, con ese carácter de proveer, proteger y liderar servicialmente a otros.
Mateo: Entonces si nos enfocamos en el gesto: “¡Ay! es que la mueca es de mujer”, no vamos a llegar a la raíz del problema en ese caso. Si nos burlamos de él o le decimos: ¡No, no hagas eso, eso es de mujer! ¿Y tú qué eres? ¿eres una niña o qué? Eso le va a hacer encerrarse en vez de abrirse, y lo que necesitamos es que abran su corazón, para trabajar con los asuntos, que no nos quedemos en la superficie; sino en la raíz del problema, cuando sí hay jóvenes que realmente están luchando con su identidad de género.
Susi: Y yo pensaba, un niño de 4 años puede decir: “¡Ay! Yo quisiera ser niña”.
Mateo: ¿Por qué? Porque a su hermana le dieron un privilegio, porque ella era niña.
Susi: A veces, los padres reaccionamos a un cometario así: “¡No!, mira Dios dice…”. Cuando ni le escuchamos al niño, y cuando le empiezas a cuestionar: ¿Por qué quieres ser niña? Responde: “Es que en la iglesia a las niñas siempre les dan dulces. O siempre pueden sentarse en tal lugar”. Puede ser algo súper egoísta, incluso del niño, que él siente que de alguna forma la niña tiene ventaja en algo, “entonces, yo quisiera ser niña”. Eso realmente no tiene nada que ver con género en la mente de ese niño. Tiene que ver con buscar su propia conveniencia o su propio beneficio. Entonces, muchas veces esto, como la confusión de género, a veces puede ser incluso egoísmo; y cuando trabajamos desde chiquito con su egoísmo y su orgullo, a veces se resuelven esas cosas y ya no llegan a luchas mayores.
Armando: Sí, personalmente creo que ahí es donde está la tensión, en saber si esto es algo meramente de un niño, o es una confusión ya de género. Pienso que eso solo se va a resolver en escuchar, en ir más allá, a hacer preguntas; que solo lo superficial, de tratar de resolver lo inmediato.
Susi: Pienso que un niño de 4 años, que sabe que su mamá o su papá quieren escuchar por qué él quiere ser niña, cuando tenga 8 y cuando tenga 10 y cuando tenga 14, entonces él puede estar más confiado. Si tienes todavía niños chiquitos, tienes mucha oportunidad para dejar abierta esa puerta de comunicación.
Mateo: Hay que abrir esa puerta, no cerrarla.
Susi: Quizás podemos terminar hablando; porque algo muy característico, especialmente del machismo, esas cosas culturales, es la perspectiva que los hombres tienen de las mujeres, y creo que una gran parte de la masculinidad bíblica es cómo ven los hombres a las mujeres y creo que viceversa también, las mujeres tenemos que tener una perspectiva correcta; pero ¿cómo quieren que sus hijos varones vean a las mujeres, piensen en las mujeres, cuando sean adultos? Y quizás, ¿qué hay que hacer o qué hay que pensar para que eso sea verdad?
Luis: Anhelaría que mis hijos vieran a la mujer como creación de Dios, una mujer hecha a imagen de Dios. Dios la diseñó para reflejar su carácter y su gloria, de forma que el hombre no lo puede reflejar. Entonces, creo que debo cultivar ese concepto en la mente de mis hijos y una forma tangible de hacerlo y visible, es precisamente la forma en que yo trato a mi esposa; y creo que es un ejemplo donde ellos pueden verlo y decir: “Bien, entiendo que la mujer es hecha a la imagen de Dios y debemos amarla”. Y pueden tenerlo bien claro teóricamente y ahora enseñarles cómo tratar a una mujer. Ayer platicaba eso con mi esposa, el cuidado y la honra a la modestia de la mujer, a decir, la feminidad bíblica se valora, no estoy desbocado por el feminismo o los efectos del feminismo; sino, valoramos tanto la feminidad bíblica, y creo que eso también es una forma de cultivar que ellos tengan un concepto bíblico de la mujer.
Armando: Coincido contigo Luis. Si acaso podría agregar, cómo pueden tener claro el hecho de que las mujeres tienen una comisión distinta; pero que juntos, hacen que el plan de Dios se lleve a cabo; como este corazón complementarista. Por otro lado, creo que hay varios pasajes, donde nos invitan a ver a la mujer como un vaso frágil; y entiendo lo que Pedro está tratando de decirle a los maridos, como la delicadeza, con esta fuerza que tú tienes, este diseño distinto físico, biológico que tienes, es para funcionar en amor y protección; más que en destrucción y aplastar.
Mateo: El apóstol Pablo le dice a Timoteo, que vea a las mujeres de la congregación, como hermanas y creo que es un buen parámetro, para enseñarle a nuestros hijos eso. Entonces, no es un cuerpo al que “conquistar”.
Susi: No es un objeto.
Mateo: Seguramente Armando, en el contexto que tú te criaste era eso. Si no eras hombre ya de verdad a los 14 años o 15 años, algo andaba mal. Creo que cultivamos eso en nuestro mundo, con tanto énfasis en la sensualidad, la sexualidad; y nuestros hijos pueden crecer viendo a las mujeres como objetos; pero son hermanas que debemos cuidarlas, amarlas, porque sí, son parte de nuestra familia, y si no lo son, queremos que lo sean. Entonces, hay que cuidar ese aspecto.
Susi: A mí me encanta el versículo que dice que los hombres deben ver a las mujeres como coherederas de la gracia de Dios; y cuando pensamos en la gracia, la gracia es inmerecida, y ni el hombre la merece ni la mujer la merece; somos coherederos de la gracia de Dios.
Quisiera mencionar a las mamás solteras que están escuchando, y hay muchas mamás que escuchan el podcast, que escriben, que sienten un peso, como una carga, “¿cómo es que mis hijos varones van a crecer entendiendo la masculinidad bíblica, si no tienen a su papá en casa, o tienen a un papá inconverso o no obediente a Dios?”. Creo que las mamás, aunque, no podemos proveer directamente el ejemplo de la masculinidad obviamente; pero cuando nosotras vivimos nuestra feminidad bíblica de todas las maneras que podemos, y constantemente exponemos a nuestros hijos varones a ejemplos; por eso los llevamos a la iglesia, para que interactúen con hermanos que sí viven ese modelo, ¡quizás sí hay oportunidad! Si el esposo inconverso lo permite, somos parte de un grupo pequeño, un grupo de comunidad, donde nuestros hijos puedan tener eso; y yo quisiera pensar que, si una mamá soltera se acercara a mi familia y nos pidiera una participación especial, quizás en la vida de sus hijos varones; que estuviéramos dispuestos a hacerlo. Yo pienso también, que, en nuestras iglesias, quizás podemos estar un poquito más atentos.
Mateo: Sí, creo que es importante para la iglesia tomar ese reto de los hijos de hermanas solteras, o con esposos inconversos. A la misma vez, también quisiera añadir mi palabra de ánimo; que el día de hoy se ha estilado mucho decir que, “es esencial que tengan el modelo de lo que es un varón, y que si tú no tienes ese modelo, entonces, tú no puedes llegar a ser un hombre bíblico”, y ¡eso es completamente falso! Porque la gracia de Dios es suficiente, para que nosotros seamos hombres, como Dios quiere que seamos; y sí es un reto mayor, sin dudas; pero la Biblia está llena de familias disfuncionales, de padres disfuncionales; pero hijos que reflejaron la gloria de Dios en sus vidas. Creo que, hermana, si estás ahí sola, es una lucha, y oro por ustedes; pero no crean que es imposible, ¡hay gracia para ti!
Armando: Así es. La Palabra de Dios y la Iglesia, ahí están.
Susi: Y los que sí tenemos esas unidades familiares más tradicionales; creo que es una responsabilidad también, que tenemos que orar; quizás tú dices: “Pero, es que yo, ¿qué puedo hacer?” Puedes invitar a esa hermana con sus hijos a tu casa.
Muchas gracias hermanos, gracias por su participación, por compartir de sus experiencias; y sé que es imposible cubrir todos los factores y todas las dudas que podemos tener; pero esperamos que esto te apunte a la suficiencia de las Escrituras, al modelo divino de la masculinidad, que es lo mejor para nuestros hijos; y ese discipulado que tenemos que seguir llevando en nuestros hogares.
Que Dios te bendiga y nos vemos la próxima semana, cuando hablemos, ahora sí, de la feminidad, de criar niñas, también para la gloria de Dios. ¡Que Dios te bendiga!