¿Te identificas como padre o madre sobreprotector, o de límites relajados? ¿Has creído que, si creas y preservas el ambiente ideal para tus hijos, protegiéndolos de todo mal, tienen que seguir a Dios? Si te interesa evaluar tus creencias sobre la naturaleza de tu hijo y el poder que tienen las influencias externas sobre el desarrollo espiritual de su corazón, escucha esta conversación sobre el contenido de los capítulos dos y tres del libro “Cómo Pastorear el Corazón de tu Hijo”.
Descarga la guía de estudio gratuito: https://bit.ly/crianzapoiema
Transcripción:
¿Has abrazado tu rol como oveja del gran pastor, quien debe pastorear el corazón de tu hijo, como él te pastorea a ti? Si estas acompañándonos en esta serie, este episodio 113 es el segundo de la serie basada en el libro Cómo pastorear el corazón de tu hijo por Tedd Tripp. En el capítulo 1, en el episodio anterior, fuimos llamados a abrazar lo que Dios pide de nosotros y rechazar las mentiras que abundan en la cultura de hoy.
Si no tienes el libro o si recién vas llegando, puedes seguir escuchando; no hay problema. Espero que te animes a conseguir el libro más adelante y puedas participar con todo el material que hemos preparado. Pero los episodios también están diseñados para hacer por lo menos algo de provecho, sin haber leído el libro, entendiendo que no todos lo pueden conseguir.
Si tu meta es acompañarnos al paso, pero aún no lees los capítulos 2 y 3 sobre las influencias formativas y la orientación del corazón hacia Dios, quizás puedes pausar el audio y hacerlo para poder realmente aprovechar mejor este episodio.
En los capítulos 2 y 3 del libro Cómo pastorear el corazón de tu hijo, Tedd Tripp nos presenta dos verdades sobre la realidad que vive cada uno de nuestros hijos, y estas dos verdades se complementan entre ellos. Me gusta mucho cómo él mismo lo resume en el primer párrafo de la guía de estudio, y lo voy a leer.
Dice: “Dos cosas contribuyen al desarrollo de tus hijos: las influencias formativas de la vida, y la orientación de su corazón hacia Dios. Como padre, debes preocuparte tanto por las influencias formativas que están bajo tu control, como por pastorear activamente la inclinación del corazón de tus hijos hacia Dios. Tus hijos no son neutrales en este proceso; interactúan con tus esfuerzos de formación según el compromiso de su corazón a Dios”.
Esto resume las ideas principales de los capítulos 2 y 3 que se enseñan ahí. Antes de conversar con Mateo sobre algunos puntos muy importantes y algunas cosas que pudieran ser confusas también, quisiera destacar algunos aspectos claves que no quisiera que pasaran desapercibidas en el contenido de estos capítulos.
En el capítulo 2 sobre las influencias que el niño o la niña tendrá, el autor aclara lo que él quiere decir cuando habla de influencias formativas. Dice que son “los eventos y las circunstancias durante los años formativos de la vida del niño que llegan a ser catalizadores para formarlo en la persona que es”.
Pero luego inmediatamente enfatiza que nunca las influencias en sí van a ser la fuente exclusiva de esa formación. ¿Por qué? Porque cada niño va a responder de diferentes formas a sus circunstancias y su lugar en la vida. Y esa respuesta viene desde su corazón.
Así que tenemos que evaluar con seriedad las influencias que permitimos en sus vidas, siempre teniendo presente que no controlamos la manera en que cada hijo responde. Nos toca hacer nuestra parte cien por ciento, pero no confiando en nuestras fuerzas para producir algún resultado. Tenemos que ser fieles. Y el autor nos da varias categorías en las que nos toca formar las influencias hasta cierto grado.
Por ejemplo, él habla de la estructura familiar, los valores familiares, los roles familiares, la resolución de conflictos en la familia, la manera en que la familia responde al fracaso (eso sí, es muy formativo), y simplemente la historia familiar. Algunas de estas cosas están bajo nuestro control, otros no lo están. Pero necesitamos prestar atención a estas cosas. En la guía de estudio vas a poder tomar un tiempo para evaluar estas áreas.
Aunque es verdad que los niños son influenciados por muchas cosas, tenemos que captar la otra verdad que nos completa el cuadro de cómo nuestros hijos llegarán a formarse en la persona que serán. Podrías criar a cinco hijos en exactamente el mismo ambiente y van a responder de diferentes formas.
¿Por qué? Porque son seres pensantes e independientes, con almas y corazones que responden de manera individual a Dios.
El autor del libro dice que cada ser humano es religioso, en el sentido que responde a Dios, aunque no se dé cuenta de lo que está haciendo. Es un adorador. Adorará a Dios o adorará a otros dioses. No es neutral. Así diseñó Dios a la raza humana: como adoradores.
Entonces esto nos da una vista aérea, por decir, de lo que Tripp nos está enseñando en estos dos capítulos acerca de lo que implica la tarea de la crianza. No se trata exclusivamente de crear y controlar ambientes y circunstancias, y tampoco se trata de dejar al niño ir por su camino, sin guiarlo y pastorearlo hacia la adoración a Dios.
Susi: Ahora vamos a empezar nuestra conversación con Mateo. Como hemos dicho, vamos a estar en cada episodio juntos aquí, conversando acerca de ciertos temas. Mateo, ¿qué destacó para ti en estos dos capítulos que nos tocan hoy?
Mateo: Creo que ese concepto de que somos adoradores es tan crucial, ¿no? Tenemos siempre o a Dios en el trono de nuestro corazón y estamos buscando a Dios, persiguiendo a Dios, viendo a Dios como la fuente de nuestra felicidad y satisfacción en la vida, o estamos buscando nuestra satisfacción y felicidad en otra cosa.
Y como vienes comentando, es justamente esto que determina cómo van a salir nuestros hijos. Mucho más que las influencias, que las circunstancias que vivimos, la orientación de su corazón creo que es crucial. A mí me ayudó mucho cuando nuestros hijos estaban pequeños y todavía hoy, hacerme esa pregunta: ¿qué ídolo está persiguiendo mi hijo en este momento, que le está llevando a actuar de esta forma o responder a esta circunstancia de esta manera?
Susi: Sí, es ver los corazones de nuestros hijos, o sea, ver sus acciones, y entender que esas acciones salen de un corazón, y que ese corazón siempre está buscando algo. Siempre está buscando, siempre está adorando algo; está buscando satisfacción en algo.
Y tienes razón. También a mí me cambió mucho la perspectiva. Y ¿sabes qué? Me hizo también poder ver a mis hijos con más compasión. Porque yo también sé que yo tengo esas luchas. Pero es difícil cuando los niños están pequeños, o incluso cuando ya no están tan pequeños. Es fácil olvidar que tienen un corazón que Dios creó, de una manera originalmente, con ese propósito de vivir en adoración y sumisión gozosa a Dios. Eso fue lo ideal.
Mateo: Sí.
Susi: Entonces, ese corazón todavía puede disfrutar de lo que fue diseñado hacer, pero el pecado ha entrado y ofrece opciones—ídolos—y se ven atractivos. Desde que están muy pequeños nuestros hijos, hay cosas que les atraen.
Incluso cuando pensamos en esas influencias, entendemos que las vamos a tratar de controlar. ¿Por qué? Porque queremos presentarle lo más atractivo a nuestros hijos, que no se distraigan con tantas cosas que parecen atractivas, pero al final van a dañarles, y que Dios sea más atractivo para que sus corazones se orienten hacia Dios.
Creo que es un punto clave, y lo hemos hablado de repente aquí en el programa. Pero aquí es necesario destacarlo, porque podríamos desviarnos por cuestiones secundarias, sin entender esta cuestión primaria.
Mateo: Sí. Cada decisión que toma mi hijo está respondiendo a lo que en ese momento es el ídolo de su corazón. La manera en que trata a su hermanita, cuando tiene dos años, puede ser que el ídolo de su corazón en ese momento es un juguete que quiere tener para sí.
Cuando tiene 10 años, cuando tiene 15 años, esos ídolos se manifiestan a veces de manera incluso más clara. ¿Por qué? Cuando es niño está respondiendo casi de manera instintiva, ¿no? Pero ya cuando empiezan a crecer, esos ídolos están madurando también en el corazón y entonces se muestran de maneras más claras.
Y creo que cuando nos detenemos para hacer esa pregunta, ¿qué es el ídolo que mi hijo está adorando y persiguiendo en este momento?, creo que nos aclara el panorama y nos orienta hacia las conversaciones que tenemos que tener con nuestros hijos en ese momento, y no solo enfocarnos en la conducta inapropiada. De eso se trata todo este libro: cómo pastorear el corazón de nuestros hijos.
Susi: Sin distraernos solamente tratando con la conducta. Yo estoy pensando en esa pregunta que dices. ¡Yo creo que yo también me la debo hacer más seguido!
Mateo: Seguro. ¡Todos! Yo mismo tengo que hacerme esa pregunta. Claro.
Susi: Sí. ¿Hay algunos pasajes bíblicos que podrías compartirnos que hablan acerca del corazón humano?
Mateo: Creo que tenemos que entender que hay una naturaleza, que el corazón está controlado, influenciado, por una naturaleza. Y cuando tienes a una persona que no se ha convertido, cuando tienes a un hijo que no sea convertido, ese hijo está bajo el dominio de una naturaleza pecaminosa.
Pablo nos habla de esto en Efesios capítulo 4, donde nos dice que no andemos como los otros gentiles. Ese es el vehículo 17. ¿Por qué? Porque andan en la vanidad de su mente. Hay un problema en su mente. Versículo 18 dice que tienen el entendimiento entenebrecido, que son ajenos a la vida de Dios por la ignorancia que hay en ellos.
Entonces el pecado está influyendo en su mente. Luego dice que hay una dureza en su corazón; entonces su corazón es duro por el pecado. Eso les lleva a perder toda sensibilidad, hablando otra vez del corazón, pero les lleva a entregarse a la lascivia, y están cometiendo con avidez toda clase de impureza.
Ese es el corazón de todo ser humano sin Dios. Es un corazón orientado, no a adorar a Dios, sino a adorar estas otras cosas. Entonces tiene que haber un cambio de naturaleza.
Y cuando viene esa salvación, entonces, ahora, como no amamos ya el mundo y las cosas que hay en el mundo, sino que amamos a Dios, ya no perseguimos esos deseos de la carne, esos deseos de los ojos, la vanagloria de la vida, como nos dice.
Susi: Los ídolos.
Mateo: Sí, los ídolos. Estos son ídolos, exactamente: lo que nos dice primera de Juan capítulo 2, versículos 15 y 16. Y eso nos permite ya no practicar el pecado. ¿Por qué? Porque ahora amamos a Dios. Pero eso solamente viene con la salvación. Entonces tenemos que orar mucho por la salvación de nuestros hijos. Y obviamente, cuando son salvos no cambia todo de inmediato.
Susi: No dejan de perseguir ídolos en algún momento.
Mateo: Por supuesto, incluso ahí mismo en Efesios capítulo 4, leíamos los versículos 17 al 19. Inmediatamente Pablo empieza a hablar de ese proceso de transformación: que tenemos que despojarnos del viejo hombre—de la pasada manera de vivir—porque está viciado conforme a los deseos engañosos. Ahora tenemos que renovarnos en el espíritu de nuestra mente y vestirnos del nuevo hombre.
Todo eso es un proceso, y comienza antes de la salvación. Algunos padres pueden pensar: bueno, mi hijo no es salvo, entonces, como no es salvo, yo no le puedo exigir nada.
Susi: Sí, nada más oro por él, le leo la Biblia y espero que Dios lo salve.
Mateo: Exacto. Pero con el pueblo de Israel y con nosotros, Dios empieza esa formación de gracia común en nuestra vida, para llevarnos a nuestra necesidad de Cristo, y luego llevarnos, después de que esa gracia salvadora nos transforma, para ayudarnos a cada vez más dejar nuestros ídolos y estar realmente adorando a Dios como lo más importante de nuestro ser.
Esto es parte de algo que tenemos que entender en nuestros hijos: esa naturaleza que controla en gran medida los ídolos que van a estar persiguiendo y adorando en su vida en cualquier momento.
Susi: Toda su vida, sí. El autor habla de las influencias que tienen nuestros hijos en su vida, y creo que históricamente algunos cristianos, muchas veces quizás desde una motivación muy sincera, han creído que pueden aislar a sus hijos del mundo, protegerlos de toda influencia mundana y negativa, y así garantizar que sigan a Dios. De hecho, tú y yo hemos hablado con padres que hicieron esto y no entienden—están sufriendo—porque sus hijos crecieron en ese ambiente y cuando fueron grandes, rechazaron a Dios.
¿Tú crees que sigue habiendo, aunque quizás han cambiado algunas cosas, corrientes cristianas hoy día que hacen esto?
Mateo: Por supuesto. Tengo muchos familiares que han tenido esta perspectiva. Gracias a Dios creo que mis padres nunca tuvieron esta perspectiva. Pero sí, dentro de algunos de mis familiares—mis tíos— tenían esa perspectiva. Voy a aislar a mis hijos del mundo, los voy a proteger.
¿Por qué? Porque creo que el problema está ahí afuera. Y no nos damos cuenta que el problema no está ahí afuera. El problema está aquí dentro. Mi corazón es mi mayor problema: los ídolos de mi corazón.
Creo que especialmente hace unos años (ya no tanto, aunque siguen habiendo personas así) había personas que [pensaban]: si yo puedo poner una buena estructura en la vida familiar, si yo puedo tener una buena disciplina (y no estoy hablando del castigo, pero una vida disciplinada), e imponer eso en mis hijos, si puedo limitar su contacto con el mundo, con quizás, solo amigos cristianos, o sólo estar en una escuela cristiana o en el ambiente en el que yo muchas veces me movía—el ambiente de la educación en casa.
Porque una de las motivaciones muy fuertes por educar en casa, y un mensaje que se manda muchas veces en ese mundo de la educación en casa, es que si tú los educas en casa, los estás protegiendo del mundo, y esa va a ser la garantía para que tus hijos salgan bien.
Susi: Sí, sí. De hecho, algunos lo dicen así.
Mateo: Tal cual, si yo lo escuché así.
Susi: Sí, y tú estás muy mal si no educas en casa; y si educas en casa, ya lo tienes hecho. Como casi que Dios te debe. Él tiene que salvar a tus hijos y guardarlos, porque tú educas en casa. Creo que eso es un ejemplo de lo que el autor llama determinismo, que el ambiente o las influencias determinan dónde termina mi hijo.
Mateo: Sí. Y creo que todos podemos observar eso. A veces las familias que consideramos las mejores familias de la iglesia, las más conservadoras, las que más protegieron a sus hijos de las influencias del mundo, luego vemos que sus hijos no aman a Dios.
Yo tengo primos que estuvieron muy aislados del mundo y no caminan con el Señor ahora mismo, porque el problema no es las influencias. Ese no es el mayor problema. El mayor problema es que en su corazón nunca llegaron a adorar a Dios. Dios nunca fue él que estaba sentado sobre ese trono; no adoraban a Dios, y ahora están lejos de él. No es de sorprender porque las circunstancias tienen un impacto muy grande pero no son determinantes. Rechazamos esa idea de determinismo.
Susi: Yo creo que hoy en día ya no es tan popular lo del hogar tan estricto y disciplinado, pero ¿quizás todavía existe esto en otra forma?
Mateo: Por supuesto. Creo que el cuadro hoy es un poquito diferente. A veces creo que el cuadro anterior era el cuadro militar: los voy a tener todos ordenaditos; incluso les voy a poner a hacer un régimen de ejercicio duro para que se conviertan en hombres, ¿no?
Hoy día creo que el cuadro que tenemos de nuestros hijos es que son como como rosas. Son como flores que necesitan florecer. Y los tenemos que poner en un invernadero, y que no les llegue ninguna influencia negativa. Y si podemos conseguir que ninguna situación negativa llegue a sus vidas, y que ellos puedan aprender a expresarse, a seguir los sueños…
Susi: Tener autoestima…
Mateo: Sí, a buscar las cosas que les apasionan a ellos, serán personas de buena autoestima. Tendrán inteligencia emocional; serán muy felices en su vida. Ese es el cuadro que tenemos. Y entonces luchamos; nos obsesionamos. Los padres modernos están obsesionados con controlar todo lo que viene a la vida de sus hijos y que nada malo les pase. Nada malo.
¿Por qué? Bueno, es otra versión del determinismo, porque creemos que si podemos controlar las circunstancias, todo va a salir bien con mi hijo. El cuadro es diferente; los objetivos son diferentes al cuadro que había anteriormente, pero es en esencia la misma actitud de: “Yo voy a determinar cómo salen mis hijos”.
La verdad es que primero, nadie podemos controlar todo, ¿verdad? Y segundo, lo más importante es la respuesta. Creo que esto también explica por qué algunos padres reaccionan de una manera tan, tan exagerada cuando algo malo les pasa a sus hijos. Reprueban una materia. Bueno, aquí en México ya no se puede reprobar, ¿verdad?
Pero, algo malo. El profesor les regaña, o hay alguien en la escuela que les maltrata, o un niño en la iglesia habla mal de ellos, y la reacción es completamente desmedida, exagerada totalmente. ¿Por qué? Porque creen que su invernadero perfecto no está haciendo su función, y van a lastimar de por vida a sus hijos, y entonces reaccionan.
¿Por qué? Porque están tan obsesionados con las circunstancias, que las influencias formativas es lo determinante. Y más determinante que eso es la orientación de su corazón, que va a determinar finalmente cómo responden a esas circunstancias.
Susi: Y luego el autor habla de los que niegan el impacto que pueden tener influencias. Y a mí me llama la atención porque muchos padres de hoy, que son como tú dices, le pasan una tablet a su hijo y le dejan ver lo que él quiere en YouTube. ¿Por qué? Porque no le vas a limitar.
Entonces, al mismo tiempo que tienen esa mentalidad que tú dices, pueden estar exponiendo a sus hijos a muchas cosas que sí, deberían de estar controlando de la maldad que hay en el mundo, de despertar pasiones que no deberían de [despertar]. Sí tenemos que entender que hay influencias que debemos de trabajar en limitar.
Puede ser el Internet, YouTube, Netflix; todas esas cosas son de hoy, ¿verdad? Son luchas modernas que tú y yo no tuvimos (casi) con nuestros hijos de pequeños. Pero también puede haber otras cosas, como qué amistades permitimos. No de una manera controladora, sino pastoreando sus corazones, viendo qué amistades son de influencia negativa. Sí, tenemos que tomar en cuenta esas cosas. Son dos lados de la moneda, aunque sí, a veces también se mezclan.
Mateo: Y a veces, como padres cristianos que queremos que nuestros hijos vayan creciendo e independizándose, los podemos permitir estar en contextos donde van a tener influencias que no son siempre las más positivas.
Tenemos que tener cuidado de no decir: “Bueno, yo quiero que mi hijo experimente todo lo que hay allá afuera. Entonces lo voy a meter al equipo de fútbol, y lo voy a meter a taekwondo, y lo voy a meter a ballet, y lo voy a meter a todo. Mis hijos están en todo eso.” Ahí van a recibir influencias negativas, y algunos entonces reaccionan: “Bueno, no los voy a meter nunca ahí”.
Creo que quizás no es la respuesta más sabia tampoco, pero si los voy a tener en esos contextos, tengo que saber que van a estar recibiendo influencias formativas y necesito estar muy al pendiente de qué es lo que sus amigos en esos contextos les están diciendo, o el profesor o el entrenador: qué valores están imprimiendo en el corazón de mis hijos en esos lugares. Entonces me da una oportunidad para pastorear el corazón de mi hijo en ese contexto.
Susi: Sí, y ayudar a nuestros hijos a entender su propio corazón y también los corazones de otros. Todos estamos persiguiendo algo, y como creyentes que creemos en Dios, perseguimos otras cosas. Por eso hay una diferencia entre lo que tú escuchas en la escuela, o donde sea, y en casa. Sí, creo que son cosas esenciales.
Mateo: Incluso una de las preguntas que siempre nos hacen los hijos es: “Pero papá, ¿por qué mis amigos pueden y yo no? Y una de las respuestas entonces que podemos ver aquí es: “Porque nosotros estamos buscando otras cosas. Son importantes para nosotros”. A veces es un poquito difícil cuando las otras familias son cristianas también.
Tenemos que tener sabiduría cómo contestar esas preguntas. Pero sí nos ayuda, especialmente con el mundo, para ayudarles a recordar que nosotros estamos adorando a Dios, y por tanto buscamos y vivimos de una manera diferente.
Susi: Y eso de la adoración. Creo que podemos también hablar de crianza personalizada: en nuestro caso, nosotros tenemos tres hijos. Cada uno de ellos tiene un corazón diferente, una naturaleza, su personalidad propia. Eso significa que cada uno quizás va a tener diferentes ídolos. Creo que esto significa que tenemos que personalizar un poco nuestra crianza, ¿no? Esto nos ayuda a hacerlo.
Mateo: Sí, tengo que entender el ídolo que está en el corazón de mi hijo, de este hijo con el cual yo estoy tratando en este momento, porque los ídolos que hay en su corazón posiblemente no sean los mismos ídolos que hay en el corazón de su hermano o de su hermana.
Y también algo muy interesante es que el ídolo que está en su corazón ahora mismo puede ser que no es el ídolo que estuvo en su corazón hace unas semanas o unos meses. Esto destaca para nosotros la importancia de comunicarnos con nuestros hijos, de hablar con ellos, de dialogar con ellos…
Susi: Preguntar…
Mateo: Tener buenas preguntas. Significa que las conversaciones que tenemos van a ser diferentes de hijo en hijo. Creo que a veces como padres tenemos nuestro sermoncito, y probablemente es muy parecido al sermoncito que nos dieron nuestros padres también ¿no? Y entonces hay una situación difícil: alguien se porta mal, y al primer hijo le dimos el sermoncito, y al segundo hijo le damos el mismo sermoncito, y al tercero le damos también el mismo sermón.
Puede ser que el sermón le sirva a uno de los tres, o puede ser que no le sirva a ninguno de los tres, porque no son los ídolos que hay en su corazón de este hijo en este momento de su vida.
Susi: Sí, los hijos pueden hacer la misma cosa por diferentes motivaciones. Un niño puede robar dinero de un amiguito en la escuela por diferentes razones. Puede ser simplemente porque quiere más dinero, quiere más cosas. Puede ser porque otro amigo le retó a hacerlo y por quedar bien con su amigo. Y si nosotros nada más disciplinamos y regañamos y no preguntamos, no vamos a ir descubriendo, y poder pastorear el corazón de ese hijo, en esa situación, en ese ídolo que tiene.
Mateo: Y eso significa que el trato que le vamos a dar va a ser diferente. A veces tenemos la idea: bueno, tengo que tratar a todos por igual. Sí, pero a veces, por las diferencias que hay en los corazones de nuestros hijos, un hijo va a necesitar ciertas consecuencias, o vamos a tener que limitarle de otra manera. Y va a ser un poquito diferente al segundo hijo, al tercer hijo, por la diferencia que hay en el corazón. Tenemos que tener cuidado, porque sí queremos ser imparciales.
Susi: No provocar a ira al ser muy injustos.
Mateo: Y si el hijo “bueno” de la familia…
Susi: Tiene todos los privilegios.
Mateo: Sí, y: “Siempre soy el malo, que siempre estoy sufriendo por lo malo que soy”. Tenemos que tener cuidado, y tiene que haber buena comunicación con nuestros hijos, de explicarles: mira, yo sé que no hice esto con tu hermano, pero lo estoy haciendo contigo por esta razón.
Susi: Porque te quiero ayudar con esta lucha que tienes.
Mateo: Porque tú tienes este ídolo en tu corazón. Y nuestros hijos no lo van a entender perfectamente, pero sí puede ayudarnos esta conversación.
Susi: Sí, ¡yo creo que lo entendemos hasta cuando tenemos como 30 años y tenemos a nuestros propios hijos!
Mateo: Sí, seguramente.
Susi: Pues ya para terminar, quiero mencionar algo y que comentemos un momento esto, porque a veces hay situaciones donde hay contextos familiares muy difíciles, que proveen influencias negativas que nosotros no podemos controlar. Puede ser una situación económica muy difícil; puede ser una mamá que está criando sola sabiendo que sus hijos no van a tener a un padre presente. Eso es una influencia negativa, por decir. Y hay muchas situaciones que pudiéramos ver.
Y yo sé que existen porque hemos recibido muchos mensajes a Crianza Reverente, y en particular de mamás que se sienten sin esperanza porque leen un libro o escuchan una enseñanza donde se menciona a papá y mamá, y sienten que “mis hijos no tienen eso, entonces no hay esperanza”.
Pero creo que lo que el autor está enseñando aquí sí puede proveer esperanza. ¿Qué hay en estos principios que el autor nos ha presentado que provee esperanza para familias que no tienen una situación que a primera vista parece ser influencia positiva en la vida de sus hijos?
Mateo: Nadie tiene una situación perfecta. Vivimos en un mundo caído y todos nos enfrentamos a dificultades. Pero sin duda hay personas que se enfrentan a circunstancias más difíciles. Pero mencionábamos en el episodio pasado que el evangelio es lo suficientemente poderoso como para superar cualquier circunstancia difícil.
Dios es un Dios tan digno de admiración. Es tan maravilloso, que podemos ser adoradores de Dios. No importan los ídolos que se ofrecen, las circunstancias difíciles que nos atraen y nos empujan para adorar a estos otros dioses.
Y podemos ver esto en la Biblia. Estaba pensando en el profeta Samuel. Pensamos en Samuel: Ah, pues, es que él creció en el tabernáculo. ¡En la iglesia! No estuvo en la iglesia, bueno, pero piénsalo. Primero el trauma, quizás de haber dejado a su familia, no estar con su mamá desde muy chiquito. Segundo, estar siendo criado por un hombre que mal crió a sus hijos, de tal forma que Dios lo juzgó. Expulsó a su familia del sacerdocio y mató a sus hijos, y luego él murió también por la mala crianza que había dado a sus hijos. El contexto de Samuel no fue bonito. Pero, creció para ser el gran profeta de Dios para el pueblo de Israel.
Susi: Que amaba a Dios, servía a Dios.
Mateo: Sí. Entonces la circunstancia no es determinante. El punto de este capítulo que hay que recalcar es que es la orientación de tu corazón: cómo tú respondes, cómo tu hijo responde, si tiene a Dios en el trono de su corazón. Entonces eso le va a ayudar a superar todas las circunstancias adversas, porque él va a buscar a Dios.
Pensamos en José; lo mencionábamos también. El libro también lo menciona, ¿no? Pero en cada situación esto es un reto para nosotros como padres, porque nuestro ejemplo va a ser determinante—no determinante; va a ser influyente [se ríe] en la vida de nuestros hijos.
Si hay una circunstancia negativa y mis hijos me ven reaccionar con enojo, con amargura, con una resignación de tristeza (pues así es…pobrecito de mí), eso les va a enseñar cómo responden a sus circunstancias. Pero si ven en mí una fe genuina en medio de una situación difícil, que puedo amar y confiar en Dios a pesar de que la vida duele, y ven el gozo del Señor, eso les está demostrando que mi orientación es hacia Dios, que yo estoy adorando a Dios. Ese ejemplo puede ayudarles de gran manera.
Susi: Bueno, ya se nos acabó el tiempo. Gracias, Mateo, por compartir todo esto con nosotros, por conversar esto. Esperamos que esto sea de ayuda, de bendición. No olvides que puedes abrir la guía de estudio y contestar algunas preguntas. Ahí está en la página, en la publicación del episodio 113, que es ésta. En este episodio puedes bajar esa guía de estudio. Gracias por acompañarnos, y nosotros oramos que Dios obre poderosamente en tu familia en esta semana. Adiós.