Ep 118: Fomentando comunicación bíblica en el hogar

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octubre 18, 2022

“Yo digo las cosas como son”. “Soy de pocas palabras, pero cuando hablo, me escuchan”. “Yo todo el día hablo con mis hijos y así llevamos bien las cosas”. Todos los padres tenemos tendencias hacia ciertos tipos de comunicación, ¡y evitamos otros! En este episodio escucharás sobre algunos de los tipos de comunicación que el autor de “Cómo Pastorear el Corazón de tu Hijo” presenta en el capítulo 9. Pero también entenderás que probablemente necesites dejar de usar ciertos tipos de comunicación que pueden estar alejando a tu hijo de Dios. Utiliza el capítulo 7 de la guía de estudio para hacer una buena evaluación de tu comunicación en la crianza.

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Transcripción:

Susi: La comunicación que los padres tenemos con nuestros hijos es sumamente importante. En el episodio anterior recalcamos esto al introducir el tema de la comunicación. El cual continúa en este episodio y también en el siguiente. Siguiendo la secuencia de lo que el autor del libro Cómo Pastorear el corazón de tu hijo nos presenta, hemos llegado al capítulo 9: “Tipos de comunicación”.

Ahora, si no tienes el libro o recién vas llegando al podcast, no te preocupes, siempre procuramos presentar el contenido de cada episodio de una manera que pueda beneficiar a cualquier padre o madre que esté escuchando.

Estamos emocionados por saber cuántos de ustedes han podido conseguir el libro, bajar la guía de estudio gratuita y realmente aprovechar al máximo esta serie que estamos llevando para el beneficio de su familia.

La premisa del capítulo 8 que vimos la semana pasada, es también la premisa del capítulo 9. La cual es que la comunicación con los hijos tiene que ser un diálogo que busca comprender al hijo para poder trabajar verdaderamente con su corazón, porque de su corazón mana vida.

En este capítulo, el autor quiere abrirnos el panorama para tener un amplio menú de diferentes tipos de comunicación, que son ideales en diferentes momentos de la crianza.

Si ya leíste el capítulo 9, puede que te sientas un poco abrumado preguntándote ¿cómo voy a recordar tantos tipos de comunicación si apenas logro decir 10 palabras juntas en un día? El punto del autor no es abrumarnos, más bien es como si fuera a extender un poco nuestros horizontes y ampliar nuestra cuenta de depósitos, por decir, para que tengamos a la mano más recursos para una plena comunicación con nuestros hijos. Los tipos de comunicación que el autor menciona en el capítulo son los siguientes: ánimo, corrección, reprensión, súplica, instrucción, advertencia, enseñanza y oración.

¿Y cuál es el punto de esto? Que en algún momento y en alguna etapa de la vida debemos utilizar todas estas cosas para comprender y llegar al corazón de nuestros hijos y así apuntarles en la dirección correcta. No todos serán usados a diario ni en todas las etapas, pero nos va a ayudar mucho considerar cada uno.

Ahora quisiera conversar con Mateo sobre esto, porque es un tema muy interesante. Y Mateo, creo que algo que nos llamó la atención es que el autor abre el capítulo diciendo que muchos padres reducimos la crianza a reglas, corrección y disciplina, y creo que probablemente hace 30 años era muchísimo más común entre la comunidad cristiana que así se llevara a cabo la crianza. ¿Crees que las cosas hayan cambiado un poco desde entonces?

Mateo: Pues seguramente hay personas que todavía así definen la manera de interactuar con sus hijos, ¿no? Es decir, les estoy diciendo qué hacer, les estoy diciendo algo malo que hicieron y luego les estoy aplicando algún castigo por no haber hecho lo que les pedí y esa es toda la comunicación que tienen con sus hijos.

Pero creo que también es verdad que hoy en día muchos padres ya no tienen esa perspectiva por los abusos que ha habido en la mala comunicación y en la disciplina. Los abusos en la disciplina. Creo que algunos padres el día de hoy habrán leído eso y habrán pensado, yo no soy así. De hecho, estoy enfatizando mucho la comunicación con mis hijos y les hablo mucho y no les aplicó reglas. O sí, sí les tengo reglas, pero yo no disciplino físicamente, no les castigo, todo es positivo y al hablar con ellos logro que hagan lo que yo creo que deben de hacer; pero creo que esto también es un error. A pesar de que hay mucha comunicación, probablemente es una comunicación que no tiene todas las facetas. Como estas que estábamos mencionando que encontramos en el libro. Por ejemplo, probablemente no hay mucha represión, porque eso es como más negativo. O no hay tanta advertencia, porque eso es negativo.

Entonces queremos que todo sea positivo, feliz y realmente terminas con personas o con hijos que no están recibiendo mucha comunicación. Porque esa comunicación tiende a convertirse en manipulación para conseguir que hagan lo que nosotros queremos y entonces son niños que quieren hacer lo que ellos quieren hacer y solamente van a hacer lo que ellos quieren hacer. Y tú tienes que convencerlos, manipularlos de alguna manera.

Así que son niños que tienen una libertad realmente absoluta porque siempre están haciendo lo que ellos quieren. Y no tienen una motivación real por hacer lo correcto, ni por escuchar, ni prestar atención a la represión o a la instrucción que los padres les están dando. Porque una de las motivaciones que la Biblia nos da para que nosotros apliquemos tanto la disciplina como algún tipo de castigo o corrección es que ese castigo, esa disciplina, derrite el corazón duro del niño para que se haga moldeable.

Así entonces nuestra comunicación realmente tendrá un impacto sobre ellos. Y si no tenemos eso, la necedad del corazón de nuestros hijos les hace no querer escuchar. Es una de las cualidades del necio, no quiere escuchar. Entonces la disciplina y la corrección, inclusive la reprensión, es parte importante de la comunicación que tenemos con nuestros hijos.

Susi: Así es, sí. Entonces, aunque pensemos, ah no, yo soy muy bueno en la comunicación con mis hijos, lo más probable es que todos los padres tenemos áreas donde tendemos hacia la comunicación toda positiva y bonita, pero le falta esa parte de advertencia y confrontación y todo eso. O podríamos ser padres que muchas veces solamente practicamos confrontación dura o reprensión, advertencia e instrucción.

Mateo: En negativo, ¿no?, más duro.

Susi: Sí, sí. Entonces, incluso si leemos la introducción del capítulo y pensamos que no aplica para nosotros, realmente todos necesitamos considerar como estamos usando la comunicación con nuestros hijos. Y obviamente, en el siguiente episodio o incluso en el siguiente, el de la vara, porque los capítulos del libro hablan de esos temas. Vamos a hablar más de cómo integrar la comunicación con la disciplina.

Aquí el punto es que existen muchos tipos o maneras en que podemos decidir comunicarnos con nuestros hijos. Y debemos estar dispuestos a evaluarnos, ¿no? O decir, bueno, ¿cuál es mi tendencia? No tenemos tiempo en, no sé, 25 minutos, para hablar de 9 diferentes tipos de comunicación como el autor.

Y de hecho si no tienes el libro, tienes acceso a la guía de estudio, ahí están también, ahí están esos tipos de comunicación, ahí están algunas preguntas también.

Pensaba, como madre que soy, que probablemente siempre he tenido más tendencia hacia la advertencia, la corrección y la reprensión. Porque no soy muy buena en el ánimo. O sea, el animar a mis hijos. Los hijos, necesitan ánimo, necesitan comentarios positivos de parte de sus padres. ¡Claro que sí! Y yo sé que esa es un área donde yo siempre he batallado y necesito mejorar. ¿Pero cuál sería la motivación? ¿Por qué como madre o tú como padre intencionalmente saldríamos de nuestra zona de confort para ampliar nuestro uso de la comunicación en nuestra crianza?

Mateo: Primeramente, porque Dios nos ha creado con una variedad de opciones en cuanto a la comunicación. Entonces Dios se comunica con nosotros con una variedad de opciones: tipos de comunicación.

Vemos en la Biblia, por ejemplo, al mismo Jesús. A veces es duro y le dice a Pedro: “Quítate de delante de mí, Satanás”. Es decir, son palabras fuertes de reprensión; pero otras veces lo vemos muy tierno. Pienso en las últimas horas de Jesucristo con los discípulos antes de ser entregado, diciéndoles: “Vosotros sois mis amigos”. Es un momento muy tierno entre ellos. Así que hay diferentes tipos de comunicación.

Estamos predicando 1 Corintios en nuestra iglesia, y vemos cómo el apóstol Pablo con los corintios es hasta casi sarcástico, sin duda irónico, quizás sarcástico incluso. Y luego hay otras ocasiones donde es muy tierno, donde expresa su amor por ellos, incluso si lo comparas con Tesalonicenses y Filipenses, estamos viendo una manera de hablar que es muy diferente.

¿Por qué? Porque personas diferentes, en situaciones diferentes necesitan diferentes tipos de comunicación. Lo podemos comparar con una caja de herramientas. En una caja de herramientas hay diferentes herramientas que usas dependiendo de lo que estás haciendo.

Susi: El martillo no te sirve para todo.

Mateo: Algunos pensamos que sí en la crianza, en verdad, sí. Pero si fueras a intentar cortar una madera con un martillo, no te va a funcionar muy bien, para eso necesitas la sierra y si intentas clavar un clavo con la sierra, pues tampoco te va a funcionar muy bien.

Entonces, necesitas la herramienta correcta para cada tarea, para cada momento, y eso pasa en la vida de nuestros hijos. Ellos necesitan un tipo de comunicación apropiado, específico, en un momento específico y no siempre es el martillo, no es siempre es la represión o el regaño, a veces necesitan también otros tipos de comunicación.

Creo que tenemos que pedirle sabiduría a Dios, que nos permita discernir qué es lo que mi hijo necesita en este momento, porque a veces incluso necesita varios tipos de comunicación en la misma conversación.

A veces tienes que iniciar con quizás un poquito de regaño, luego pasar a la instrucción y a la corrección y luego llegar para terminar con el ánimo o en algún momento terminar con la súplica.

Susi: Siento que a veces los padres simplemente formamos hábitos. El niño llega de la escuela y empieza a hablar, nos ponemos como en automático; pero no ponemos atención para poder responder según la necesidad del momento. O escuchamos esa vocecita, ese tono de ¡ay!, y como que algo se apaga en nuestro cerebro y no prestamos una atención correcta. O vamos respondiendo siempre de la misma manera y eso simplemente es no pastorear el corazón del niño en ese momento, es egoísmo, pensar en mí en lugar de pensar en ellos.

Mateo: Es que eso es lo fácil, ¿no? Como dices, caemos en ciertos hábitos. Esto es fácil para mí, en vez de detenernos y pedirle a Dios sabiduría, pensar específicamente en esta situación en mi hijo en este momento. Eso ya requiere más esfuerzo y a veces no estamos dispuestos a hacer ese esfuerzo.

Susi: Exacto. En ese momento pienso que también hacer ese esfuerzo de pensar, bueno, necesito hacer este esfuerzo por beneficio de mis hijos. Creo que, por nosotros mismos, yo sé que, en mi vida, he sido más beneficiada también al ver crecimiento en mi propia vida cuando yo me esfuerzo en comunicarme mejor con mis hijos, lo hemos hablado, ¿no?

Mateo: Y esto aplica en cualquier ámbito de la vida también. Por ejemplo, si eres jefe en tu trabajo, tener diferentes herramientas de comunicación te va a servir en el trabajo; y por supuesto que estamos desarrollándonos más a la imagen de Jesucristo. Cuando nosotros también aplicamos esta amplia gama de opciones comunicativas que Dios nos ha dado, que Él ha ejemplificado y que nos permite entonces ser como Él cuando lo reflejamos de esa forma.

Susi: Creo que me he dado cuenta de que también requiere humildad. Requiere que yo diga “no estoy segura cómo” y entonces orar rápido, ¿verdad? Pido sabiduría y crezco también, eso me encanta, ¿no? Los padres crecemos junto con los hijos.

Cuando estaba estudiando los tipos de comunicación que el autor menciona, recuerdo hace tiempo cuando primero lo leí, a mí me costaba entender la diferencia entre reprensión y corrección. ¿Cómo entiendes tú la diferencia?

Mateo: Reprensión es señalar lo que se ha hecho mal, es decirle a tu hijo que su comportamiento, que sus palabras, que sus actitudes son malas, entonces ponemos el dedo sobre ese acto, esa actitud que desagrada a Dios.

Entonces sería decirles a nuestros hijos: “Pegarle a tu hermana es pecado y desagrada a Dios, no puedes pegarle a tu hermana”. O le diríamos: “Mira, mentir sobre tu amistad con esa señorita y no decirnos que realmente te gusta esta señorita, eso es pecado, eso desagrada a Dios. Eso es extremadamente peligroso para tu vida. Eso tú no lo debes de hacer, ¿de acuerdo?”. Eso es reprensión. Tenemos que reprender a nuestros hijos.

La corrección es cuando nosotros empezamos a enseñarles cómo corregirlo en su vida. Entonces, hay algo que están haciendo mal en su vida y les reprendemos por eso, pero luego en la corrección empezamos a decir los cómo pueden corregirlo.

De hecho, leía algo que comentaba que la palabra tiene la misma raíz que la palabra ortopedia. Que habla de poner derechas las piernas o los pies de un niño. La palabra orto, ese vocablo viene del griego que significa derecho, entonces…

Susi: Enderezar.

Mateo: Exacto, algo está chueco, algo no está derecho y ahora lo estamos enderezando. Entonces queremos que regrese a su lugar. Quizás como un hueso fracturado, que lo tenemos que volver a colocar en el lugar correcto para que pueda sanar. Entonces la corrección va a ser más positiva, a veces no lo pensamos así por cómo usamos la palabra, pero en el concepto del libro es algo positivo.

Es algo práctico, así que serían instrucciones. Por ejemplo: “Mira, tienes un problema con la mentira, qué debes hacer para corregir este problema de la mentira. Bueno, pudieras memorizar algunos versículos, necesitas ir a las personas que has mentido y confesar tu pecado. Cada vez que tienes un deseo de mentir ora a Dios para que te ayude a resistir esa tentación, incluso puedes venir y hablar conmigo cuando tengas la tentación a mentir o cuando hayas mentido”.

Entonces le estamos dando pasos prácticos para que esto no continúe en su vida y puedan regresar a un comportamiento que agrada a Dios.

Susi: Entonces creo que tenemos que tomar en cuenta que muchas veces no solamente vamos a reprender con un “ve a tu cuarto”. Porque sí solamente hemos reprendido, pero no les hemos ayudado a corregir o a empezar a tomar el camino de la corrección, no les estamos sirviendo de mucho.

Mateo: Claro, porque no tienen los recursos para saber cómo corregirlo en su propia vida. En ese momento saben que eso está mal, pero no saben cómo hacer el bien todavía y entonces necesitamos ayudarlos a corregir eso que está mal en su vida.

Susi: Considero que desde muy pequeños podemos estar practicando la corrección, desde bebés. Incluso sin reprenderles duramente vamos guiándolos hacia las acciones correctas. Eso es corrección y si lo hacemos desde pequeños los estaremos entrenando a responder a la corrección.

Mateo: Y por supuesto que eso se parece, por lo menos en ciertos momentos, a la instrucción y a la enseñanza que son otros dos recursos que menciona. Ahora, a mí en lo personal me costó entender la diferencia entre instrucción y enseñanza, de hecho, te mandé un mensaje y te dije: “Oye, ¿tú entiendes la diferencia entre instrucción y enseñanza?”, porque a mí se me hace muy parecido. ¿Entonces cómo ves tú esa parte de la instrucción? Porque me llamó la atención lo que comentaste.

Susi: Cuando leí este libro por primera vez, obviamente mis hijos estaban muy pequeños y creo que en esa etapa hay mucho menos diferencia entre instrucción y enseñanza. Cuando tienen 3 años y hablan con dificultad, comienzas a dar instrucciones muy sencillas y probablemente no vas a dar mucha enseñanza. Lo que fui descubriendo, lo que entiendo del autor, es que la diferencia es que la instrucción tiene que ver con situaciones específicas, cuando vemos una necesidad en donde un hijo tiene que ser instruido en cierta área.

La enseñanza tiene que ver más con ser proactivos para no dejar lagunas de aprendizaje, especialmente en el área espiritual. Entonces la enseñanza soy yo como adulto maduro diciendo: “Bueno, mi hijo no me ha preguntado sobre esto, no ha habido ninguna situación que provoca esta necesidad, pero yo sé, porque soy un adulto y he vivido más años, que él necesita saber sobre este tema”. Entonces eso es enseñanza y creo que muchos padres nos perdemos en la urgencia en el día a día de la crianza que no nos detenemos a pensar cuáles son algunos retos que mi hijo va a enfrentar más adelante, o simplemente verdades bíblicas o lo que tú quieras enseñar, algo que necesitas saber que aún no ha venido a preguntarme o no ha surgido una situación donde yo diga “mi hijo necesita instrucción en esa área”. Considero que sería algo como eso.

Mateo: Entonces la instrucción sería más ocasional, es decir, que hay una situación específica que provoca que intervenga.

Susi: Sí, y no tiene que ser algo malo que hizo; a veces es una deficiencia que vemos en él. Por ejemplo, mi hijo tiene 5 años y realmente necesita saber cómo vestirse solo, lo voy a instruir. Eso es algo específico, sí.

Mateo: Cómo guardar su ropa sucia o dónde colocarla.

Susi: Y como tú decías, también se cruza mucho la instrucción con la corrección. Muchas veces la corrección, empieza como corrección y ya entonces vas instruyendo, ¿verdad?

Mateo: Sí. ¿Y entonces la enseñanza es algo más general, ¿no? Quizás específico por alguna situación que tal vez en el devocional familiar les estamos enseñando lo que la Biblia dice acerca de tal cosa.

Susi: Exacto, sí. O decimos, mira, hay temas de hoy en día que van a ser de grandes retos para nuestros hijos. Voy a buscar un buen libro, o puede haber muchas otras opciones. El punto es que yo no espero a que mi hijo inmaduro quiera saber sobre algo, yo tomo la iniciativa y entiendo que yo necesito estarle enseñando. Creo que el devocional familiar es una de las maneras principales en que podemos practicar la enseñanza, también es conseguirle buenos libros acerca de ciertos temas, o estar seguros de que está yendo a la escuela dominical o a la reunión de jóvenes; donde le van a estar enseñando diferentes cosas así. Cuando sabemos y entendemos la necesidad que tiene, y sí, a veces la enseñanza puede venir por un comentario, ¿no? El niño ve un anuncio en la calle y nos dice: “Mami, ¿porque ese hombre estaba abrazando a ese hombre?”. Ah, bueno, esto es un momento para enseñar la verdad; provocado por alguna situación externa.

Mateo: Entonces, en parte es parecido a lo que dice Moisés en Deuteronomio, ¿no?, esa parte donde dice “cuando estés en tu casa y cuando estés por el camino”. Enseñanza ocasional, pero luego también esa enseñanza preparada, deliberada e intencional.

Susi: Exacto. Sí, intencional. Sí, sí, porque yo soy la madre. Yo debo saber qué es lo que mi hijo necesita saber aun cuando él no tiene idea o no tiene interés; pero yo entiendo que es una necesidad que tiene.

Mateo: Sí, definitivamente queda más claro, ¿verdad?

Susi: También pensaba en que tenemos todos esos como tipos de comunicación, que todos tienen su lugar, ¿verdad? Pero muchas veces podríamos estar socavando nuestros esfuerzos por estar practicando otros tipos de comunicación que no son tan buenos. Es decir, todos los tipos de comunicación mencionados en este capítulo son positivos, buenos, útiles; pero hay otros tipos de comunicación. ¿Cuáles serían algunos, que los padres necesitamos desechar?

Mateo: Sí, claro. Creo que a veces confundimos la reprensión con la crítica. En vez de reprender a nuestros hijos de una manera correcta y bíblica, simplemente los criticamos y empezamos a darles mucha lata sobre ciertos temas que a nosotros nos fastidian del carácter o comportamiento de nuestros hijos. Como, por ejemplo: “¿Tu por qué haces eso?”. O “es que tú siempre haces eso”. Y empezamos a hostigarles.

Susi: “Ahí vas otra vez con tu…”.

Mateo: “Es que tú eres así” y empezamos a etiquetarlos, incluso esas universalidades cuando decimos cosas como: “Tú siempre haces esto”, “tú nunca haces eso”. Eso no les ayuda a nuestros hijos, les molesta. Porque es quizás la única excepción cuando no hicieron eso que te molesta y entonces ellos sienten que estás siendo injusto y en parte tienen razón, estás siendo injusto. Aun cuando es la dependencia o es un hábito. Y creo que podemos decir esto, en vez de decir “tú siempre haces eso”, decir “es que tienes el hábito” o “usualmente respondes de esta forma y eso no es correcto”.

Contestando a tu pregunta, creo que la crítica o esas generalizaciones, o también el enojo, cuando les hablamos con enojo, impiden que realmente lleguemos al corazón de nuestros hijos. Porque estamos diciéndoles: “Tú estás haciendo algo mal” y ellos nos están viendo hacer algo no bíblico. Es entonces que la comunicación bíblica no va a llegar a su corazón.

Susi: Siempre he dicho que, si le vas a hablar enojado, mejor no le digas nada; es mejor ni reprenderlo. En ese momento cuando lo vas a hacer descontrolado, con enojo, haces más daño haciéndolo así y seguramente tendrás otras oportunidades para reprenderlo.

Mateo: Sí, o dile que te espere un momento en su cuarto. Tranquilízate y luego puedes ir y hablar; eso es mucho mejor que perder los estribos y decir cosas que van a lastimar. Y luego perder un poco tu testimonio delante de tu hijo, o él ya no te va a respetar como como debería, ¿no?

Susi: Exacto. Y creo que acompañado del enojo van los gritos, pero los gritos a veces son hábitos, no tanto enojo. O sea, hay padres que simplemente se han hecho el hábito de gritarles a sus hijos y dicen “no es que esté enojada, así les hablo”. Normalmente sí van de la mano.

Mateo: Y ese grito, aunque tú digas que no estás enojado, comunica impaciencia y lastima al niño. Y estoy seguro de al pasar de los años ese hijo va a tener un resentimiento hacia el padre por la manera en que le has hablado; porque le hace quedar mal, se siente avergonzado, lastima sus emociones. No es correcto estar gritando a nuestros hijos, aunque sea simplemente una forma en que nosotros hacemos las cosas.

Susi: “Así soy, tengo la voz muy chillona”. Sí, pero hay padres que simplemente es el hábito que han desarrollado.

Mateo: También algunos mienten a sus hijos, creo que eso es un error muy, muy grande y funciona cuando nuestros hijos son pequeños e ignorantes. Pero rápidamente ellos empiezan a detectar nuestras mentiras y luego ¿cómo podemos nosotros decirles a nuestros hijos que no mientan, que no nos mientan a nosotros, cuando nos han escuchado a nosotros mentir a otros y mentirles directamente a ellos?

Susi: Sí. Para los padres es difícil comprender el impacto que la mentira tiene en el niño; porque no solamente es mi relación con el niño la que se ve afectada. Claramente se ve afectada la relación cuando los padres mienten a sus hijos. Los niños, especialmente más pequeños, están creciendo con una idea de qué es verdad y qué no es verdad. Entonces, padres que mienten a sus hijos por un lado y en el devocional familiar les están diciendo que Dios es verdad, que la Palabra es verdad, que crean la Palabra de Dios, pero por el otro lado se empiezan a dar cuenta que no pueden ni creer la palabra de papá y mamá, y esto crea un conflicto espiritual y mental enorme en los niños.

Mateo: Sí, sin duda. Si queremos que ellos aprendan quién es Dios al observarnos a nosotros, les estamos mandando un mensaje sumamente contradictorio cuando nos ven mentir y luego queremos que no mientan y queremos que crean al Dios de verdad, de la Palabra de Dios. Ese cinismo va a empezar a entrar en su corazón y hacerles dudar, no solo de esa mentira que les estamos contando, no solo es dudar si mamá realmente me va a dar una paleta cuando lleguemos a casa, los va a hacer dudar de la verdad de la Palabra de Dios y cuestionar lo que Dios dice.

Susi: Sí, sí. Y creo que tenemos que aceptar que normalmente cuando usamos mentiras es porque estamos evitando hacer algo más difícil.

Mateo: Toda la razón.

Susi: Yo uso la mentira para no tener que enfrentarme al carácter enojón de mi hijo en la tienda. Y entonces, para no tener que batallar con mi hijo en la tienda, le digo una mentira. Pero el daño que estoy haciendo en ese momento a su corazón, alejándolo de Dios en lugar de haciendo que se enfrente a su pecado y a su condición. A veces es necesario incluso dejar ahí el carrito y sacarlo de la tienda; pero hacer eso es duro, es difícil y es mucho trabajo. Entonces muchas veces existen cuestiones culturales, crecemos con esa idea de que son mentiritas blancas, hay cuestiones culturales que debemos quitar. Pero la mayoría de las veces es cuestión del carácter mismo de mamá. Yo sé que por lo menos que en mi caso así es, ¿no?

Mateo: Sí, buscamos la salida fácil, no queremos enfrentar el pecado, no queremos poner en práctica estas herramientas o metodologías bíblicas que deberíamos de llevar a cabo. Y Satanás normalmente nos ofrece un atajo en todos los aspectos de la vida. En el ejemplo de la tienda, cuando tu hijo está portándose mal, pues viene el atajo de la mentira, ¿no? Tenemos que evitar eso. Creo que es un problema muy común, que queramos mentir a nuestros hijos. Lo que dijiste no lo había pensado; pero tienes toda la razón, es por no querer hacer algo más difícil.

Susi: Sí, sí. Alguien escribió una vez una pregunta: “¿Está bien mentirle cuando el objetivo es algo bueno?”. Y la respuesta es que no; no hemos entendido que el carácter de Dios no cambia.

Mateo: Le estás enseñando a tu hijo que el fin justifica los medios y eso es una idea del pragmatismo, que contradice totalmente lo que la Palabra de Dios nos enseña de un Dios veraz, de un Dios de integridad. Y creo que tenemos que aprender, en todos los aspectos de la vida, a hacer las cosas rectamente. La transparencia es algo que debe caracterizar al hijo de Dios, debe caracterizar a los padres cuando están interactuando con sus hijos. Y no podemos caer en lo que el mundo nos ofrece como una alternativa que nos parece más fácil, pero que a la larga trae daños muy grandes.

Susi: En este punto podríamos mencionar cosas como amenazas que no pensamos cumplir, que al final vienen siendo mentiras.

Mateo: Que se diferencia a la advertencia, porque la advertencia en primer lugar es verdad y en segundo lugar creo que la advertencia es diferente a la amenaza, porque va con misericordia. La amenaza es simplemente imposición, es negativa.

Susi: Y es manipulación, al final estoy tratando de manipular a mi hijo. También quería mencionar el avergonzar a nuestros hijos y el castigarlos nada más por hacerlo sufrir. Estos son ejemplos de tipos de comunicación que no deben existir en un hogar cristiano y creo que sí podemos pensar en que en cada momento, aunque yo esté molesta, aunque a mí no me guste la conducta o la pregunta o el comentario de mi hijo, sí puedo pensar en cómo puedo pastorear el corazón de este niño. En este momento no se trata de mí, se trata de Él, de llevarlo hacia Cristo. A veces eso es confrontar su pecado, a veces eso es instruirle, a veces eso es animarle y creo que eso nos puede ayudar.

Pero bueno, otra vez se nos acaba el tiempo bien pronto con estos temas. Gracias Mateo, por acompañarnos otra vez. Y creo que nos conviene como padres hablar de temas como estos, llegar a una etapa más llevadera de la crianza, sentir que vamos bien y esto nos anima a siempre estar creciendo; o quizás estamos en una etapa difícil y hay que considerar los puntos para poder ser mejores padres y comunicamos mejor con nuestros hijos.

Te animamos a hacer buen uso de la guía de estudio, capítulo 7, que corresponde al capítulo 9 del libro. Los enlaces los encuentras en crianzareverente.com, donde puedes buscar la publicación de este episodio 118.

Mateo y yo hemos orado para que todas estas herramientas sean tan útiles en tu vida familiar como lo han sido en la nuestra. Hasta pronto.

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Autores

  • Susi Bixby

    Susi es la fundadora de Crianza Reverente y anfitriona del podcast, mamá de un adolescente y dos adultos jóvenes, y esposa de Mateo Bixby, uno de los pastores de Iglesia Bautista la Gracia en Juarez, NL, México. Juntos colaboran también en la Universidad Cristiana de las Américas en Monterrey, NL.

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