Ep 146: Tu familia pecadora delante de un Dios santo, con Pedro y Gaby Blois

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October 31, 2023

En la vida diaria de la crianza, entre pañales y juguetes sobre el piso y tareas de matemáticas, es difícil valorar la importancia y la gloria de la santidad de Dios. Cuando nosotros y nuestros hijos demostramos nuestro pecado todos los días, la santidad de Dios se siente lejos e irrelevante. Pero este atributo de Dios es una fuente de consuelo y restauración para nuestras familias en medio de nuestra debilidad. Escucha esta conversación con Pedro y Gaby para ser edificado y equipado.

Descarga aquí la hoja de ayuda para devocionales familiares

CONTENIDO DE LA HOJA DE AYUDA:

Atributo de la semana: Dios es santo

¿Qué significa? La santidad de Dios es su pureza, su separación de todo aquello que es pecaminoso e impuro. Para Él, ser santo es estar consagrado a la búsqueda de su propia gloria, por lo tanto, el hecho de que Dios sea santo es lo que hace de Él un Dios bello. Debido a la belleza de su santidad, Él no puede tolerar el pecado. Él es un Dios que se aíra ante la maldad y juzga con rectitud al pecador.

Sugerencias para dos días de devocional familiar:

Día 1) Leer Deuteronomio 7:6-11.

Preguntas para niños pequeños: ¿Quién eligió el pueblo? ¿Por qué era especial? ¿Qué les pide Dios que hagan? ¿Hay ocasiones dónde te cuesta obedecer? ¿Por qué crees que Dios te pide obedecer?

Preguntas para niños más grandes: ¿Qué significa para ti que Dios sea santo? ¿Por qué crees que Dios les dice que son un pueblo santo? ¿Qué características de Dios puedes encontrar en el versículo 9?  ¿Qué te motiva a obedecer y seguir los mandatos de Dios?

Día 2) Leer 1 Juan 1:5-10.

Preguntas para niños pequeños: ¿Cómo dice el pasaje que es Dios? ¿Cómo es la luz? ¿Qué debemos hacer cuando pecamos? ¿Te has arrepentido de tus pecados?

Preguntas para niños más grandes: ¿Crees que la pureza y la luz tienen alguna similitud? ¿Podemos ser luz y tinieblas al mismo tiempo? ¿Cómo te puedes engañar a ti mismo, según el pasaje? ¿Qué representaría en tu vida “las tinieblas”? ¿Cómo cambiarías tu manera de actuar al entender lo que es andar en la luz y en las tinieblas?

Texto para memorizar esta semana:

Salmo 96:9: “Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad; temed delante de él, toda la tierra”.

Motivos de oración y adoración:

  • Señor venimos delante de ti pidiendo que pongas en nosotros corazones contritos y humillados para confesar nuestros pecados.
  • Enséñanos a responder en obediencia a tu santidad. Queremos servirte, queremos obedecerte como familia en la hospitalidad, queremos obedecerte en el amor a nuestros vecinos, a nuestros hermanos, a nuestros amigos.
  • Te alabamos por tu grandeza, y nos asombramos por las maravillas de tu creación.

Transcripción:

Susi: Dios es santo. ¿Lo crees? Estoy segura de que sí. Pero ¿ha impactado tu vida, tu crianza, tu familia? De eso queremos hablar hoy. Yo no sé de ti, pero estoy sintiendo el efecto de haber tomado como si fuera una lupa, para estudiar los atributos de Dios en estos últimos episodios de Crianza Reverente. Si recién te estás uniendo a la serie o incluso si este es el primer episodio de Crianza Reverente que escuchas, estamos encantados de compartir contigo la bendición de contemplar a nuestro gran Dios y ser transformados por Él.

Hoy nos toca hablar de este atributo tan conocido, la santidad, y también vamos a mencionar la justicia de nuestro Dios. Y, para esto, estamos conectándonos con invitados desde Granada, España. Pedro Blois y su esposa Gabriela están con nosotros por primera vez en el podcast de Crianza Reverente. ¡Bienvenidos, amigos! Gracias por estar aquí.

Gabriela: Muchas gracias.

Pedro: Gracias, Susi, es un privilegio para nosotros poder compartir este tiempo.

Susi: Nosotros, Mateo y yo, conocimos a Pedro y a Gaby hace algunos meses, cuando pudimos visitarlos en la hermosa ciudad de Granada, España. Disfrutamos tanto la compañía como la belleza de la ciudad, y gracias por organizarnos con los horarios diferentes para poder conectarnos bien. Pedro es brasileño de nacimiento, criado en varios países diferentes y ahora sirviendo en España, y Gaby es estadounidense, criada en Ecuador, ¿verdad?

Gabriela: En Bolivia.

Susi: ¡En Bolivia! ¡Perdón! En Bolivia, es verdad. Criada en Bolivia, y ahora también viviendo en España. Así que, qué interesante, ¿no? Una pareja que ha estado en muchos países y entiende muy bien Latinoamérica. Y, Pedro, cuéntanos un poco de tu ministerio. ¿Qué estás haciendo ahí en Granada?

Pedro: Bueno, nosotros llevamos en Granada 20 años viviendo. Ya la mayor parte de mi vida la llevo aquí. Aquí conocí a Gaby. Aquí nos casamos. Aquí hemos tenido 3 hijas y ahora ya son 12 años sirviendo en la pastoral, en una iglesia, como has dicho bien, en la ciudad de Granada, en el sur de España. Realmente yo creo que es la ciudad más bonita de España, de verdad lo creo. Y tenemos el privilegio de servir hace 12 años en la pastoral, en una iglesia que nos ama mucho y que, por la gracia del señor, estamos viendo crecer. De momento, nuestro plan es seguir aquí. La iglesia se llama Luz a las naciones, una iglesia que, bueno, el Señor está bendiciendo en esta tierra.

Susi: Gracias a Dios. Qué hermoso, ¿no? Que hay iglesias, hay hermanos en Cristo, en todo el mundo sirviendo y reuniéndose en iglesias locales. Eso es la parte que más nos gusta a mi esposo y a mí de poder viajar, a veces, y ver lo que Dios está haciendo en todo el mundo. Y, Gaby, cuéntanos, ¿cuántos años tienen ustedes de casados? ¿Cuántos hijos tienen?

Gaby: Como dijo Pedro, nos conocimos aquí en Granada. Yo estaba aquí solo para visitar la ciudad durante dos semanas (era mi plan) y, bueno, el Señor movió todo y ya llevamos 17 años, casi 18, casados y Dios nos ha dado 3 hijas: Rebeca, Isabel y Ana; la mayor tiene 12, luego 10 y 6 años. Es una etapa bonita la etapa de primaria.

Susi: Sí, y muy lindas niñas. Dios nos dio el privilegio de conocerlas.

Bien, pues vamos a entrar en materia porque es un tema fuerte que tenemos hoy, y un tema muy hermoso. Y, Pedro, vamos a comenzar como hemos estado haciendo en esta serie. Queremos saber lo que la Biblia dice acerca de este atributo de Dios. Aunque es muy conocido, no queremos suponer que entendemos realmente lo que la Biblia enseña. Entonces, ¿qué significa, según la Biblia, que Dios sea santo y que Dios sea justo?

Pedro: Susi, a decirte la verdad, cuando me pediste hablar de los atributos de Dios, realmente me supuso un gran desafío; especialmente cuando supe que me tocaba hablar de la santidad de Dios. La santidad de Dios es un atributo, pues, amplio, magnífico y que recorre toda la Escritura.

Lo primero que me gustaría decir es que la santidad no es un atributo de Dios separado de los demás, sino un aspecto de Su carácter que define, de algún modo, todo lo que Dios es; que embellece y adorna todo Su ser. De modo que decimos que Dios es santo en Su amor, Dios es santo en Su sabiduría, Dios es santo en Su soberanía, y así por delante. Por eso, a veces la Escritura se refiere a Dios como el “Santo de Israel” (Sal. 71:22). Por ejemplo, Oseas 11:9 habla de “el Santo en medio de ti”. Así que, en cierto modo, ese es el modo en el que se refiere a Dios. Dios es santo en todo lo que Él es y en todo lo que Él hace.

Pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos de la santidad de Dios? Lo primero que debe venir a nuestra mente es Su pureza, que Dios está separado de todo aquello que es pecaminoso e impuro, de toda maldad y suciedad. En efecto, el término hebraico que se utiliza para hablar de la santidad significa precisamente “estar separado”. En todo lo que Dios es, en todo lo que Él hace, no hay mancha de pecado, no hay sombra de maldad.

Y el versículo que a mí me encanta para hablar de este tema con mis niños es 1 Juan 1:5, porque es un texto muy elocuente, muy sencillo, pero muy poderoso. Aquí el apóstol Juan dice que “Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él”. La luminosidad de Dios nos enseña que no hay nada oculto ni escondido en Él y que todo lo que vemos es puro y limpio. Me gusta esa imagen. La luz es una imagen bíblica elocuente para hablarnos de la pureza de Dios, ese aspecto propio de la santidad. Por eso, en el proceso educativo debemos recordar a nuestros hijos que nada que sea pecaminoso o sucio puede permanecer en la presencia de Dios. Esto es bien importante. Antes de llegar al Evangelio, antes de hablarles de la gracia, ellos tienen que desarrollar una conciencia clara de este elemento de la santidad de Dios, que es la pureza.

Hay tantas imágenes en la Biblia. Los sacerdotes tenían que pasar por todo un proceso de lavado antes de entrar en la presencia de Dios, inclusive los utensilios del templo tenían que pasar por un proceso de purificación, antes de ser útiles para el servicio delante de Dios. Así que, cuando tus niños se lavan las manos antes de ir a la mesa, en cierto modo tú puedes ahí hablar de la pureza. Esa es la primera idea. Dios es un Dios puro y Él demanda pureza de Su pueblo.

En segundo lugar, debemos tener la idea de la consagración. Un poquito más difícil, pero déjame intentar explicarla. En lo que a Dios se refiere, esto significa la consagración: que Él está completamente dedicado o consagrado a la búsqueda de Su honor, a que Su nombre sea honrado y reverenciado entre los hombres, por el simple hecho de que Él es digno de que así sea. Para nosotros como criaturas, buscar eso sería pecado, porque no somos dignos de eso. Pero Dios es digno de toda gloria. Por lo tanto, para Él ser santo es estar consagrado a la búsqueda de Su propia gloria.

Pero en lo que se refiere a nosotros, esto implica que Él demanda nuestra obediencia. Él nos llama a reflejar la gloria de Su nombre, a honrarle, mediante la obediencia sincera y de corazón a Sus mandamientos. Esto es tan importante. Fíjate qué lindo. La pureza nos habla de estar separados del pecado. La consagración nos habla de estar separados para Dios, para obedecer Sus mandamientos. No es suficiente con que nos abstengamos del mal. Debemos obedecer positivamente la ley de Dios. Por ejemplo, no es suficiente que no aborrezcamos a nuestro prójimo. Es que la Biblia nos llama a amarle. La indiferencia o la neutralidad en este aspecto no es suficiente.

Lo vemos en la propia historia de Israel. Fíjate cómo Dios los separó del pecado, los quitó de Egipto y los llevó al desierto para darles Su ley, para consagrarlos a Él, para enseñarles a obedecer Sus mandamientos. Cuando nosotros hablamos con nuestros hijos, debemos asegurarnos de no solamente enseñarles lo que Dios prohíbe. Debemos enseñarles también lo que Dios demanda, lo que Dios ordena; o sea, el aspecto positivo de la santidad. Porque si no lo hacemos, no vamos a dar la dimensión de propósito y finalidad que la santidad tiene. La santidad divina implica que Dios no solamente quiere que nos abstengamos del mal. Implica que Dios quiere hacer de nosotros personas bellas, personas justas, como Cristo (con el lenguaje del Nuevo Testamento). Él quiere hacernos como Cristo. Y nuestros niños tienen que entender un poco esta dimensión.

Así que, en primer lugar, pureza; en segundo lugar, consagración; y en tercer lugar, a mí me gustaría destacar el elemento de la belleza. Cuando hablamos de santidad, hablamos de belleza. Eso hace que la santidad sea un atributo un poco complejo de Dios, porque hace referencia a esa trascendencia por la cual está muy por encima de todo lo creado y Su valía es infinita. Debemos tener en mente que la santidad de Dios es lo que hace que Él sea un Dios bello y un Dios feliz. Y esto en un sentido superlativo, muy por encima de toda la creación. No hay nadie más bello y más feliz que Dios, que el Dios Trinitario. Y eso es importante. Es la perfección más absoluta. Es Su carácter lo que hace que Dios sea hermoso y del todo deseable para nosotros. Y Él nos ha creado para participar y compartir de Su Santidad; en otras palabras, de Su belleza o de Su gloria.

Dejadme citar aquí rápidamente una frase de Jonathan Edwards que habla de este asunto, porque nadie mejor que él —teólogo norteamericano en el siglo XVIII— para hablar de esto. Él dice lo siguiente:

“Hemos absorbido desde nuestra niñez una noción extraña de la santidad. Como si fuese algo melancólico, taciturno, agrio y nada agradable. Cuando, en realidad, no hay nada en ella, sino lo que es dulce y amable. Esta es la más alta belleza y amabilidad, muy por encima de cualquier otra belleza. Esta belleza divina purifica el alma y la eleva a los lugares celestes como nada en esta tierra”.

Por lo tanto, el hecho de que Dios sea santo es lo que hace de Él un Dios bello. Pero, cuando hablamos de este asunto debemos tener cuidado, porque precisamente la santidad que hace que Dios sea un Dios bello es lo que hace que Él sea un Dios terrible y peligroso para el pecador. Debido a que Dios es santo, Él no puede tolerar el pecado. Él es un Dios que se aíra ante la maldad y juzga con rectitud al pecador. Fijaos en estas palabras poderosas de Moisés en Números 14:18. Él dice que Dios “de ningún modo tendrá por inocente al culpable”. De modo que la santidad de Dios implica que podemos estar completamente seguros de que todo pecado será justamente castigado, ya sea en la persona de Jesucristo o en la persona del pecador. Pero Dios va a juzgar con santa indignación y con justo juicio el pecado, precisamente porque Él es santo, porque Él es bello.

Déjame terminar esta parte con un versículo que es uno de los versículos favoritos míos de toda la Escritura, que nos habla de cuál debe ser la respuesta del alma cristiana ante la santidad de Dios. El Salmo 96:9 dice lo siguiente: “Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad; temed delante de él, toda la tierra”. Fíjate cómo ambas realidades confluyen en la experiencia cristiana. Cuando nos deparamos con la santidad divina, en primer lugar hay una adoración que fluye al considerar la hermosura de la santidad, pero junto con ella, entra este elemento del temor (“temed delante de él, toda la tierra”). Así que bueno, en este tiempo corto, yo quería dejaros esas 3 palabritas —pureza, consagración y belleza— para hablar de la santidad de Dios.

Susi: ¡Wow! Me encantó. Creo que esto va a ser muy útil para nosotros como padres, porque a veces tenemos realmente una idea limitada de lo que puede significar un atributo de Dios. Así que yo creo que esto nos va a servir mucho. Y ¿este atributo de Dios, Pedro, ¿es uno de los atributos comunicables o no comunicables de Dios?

Pedro: Es un atributo comunicable, siempre y cuando entendamos que por “atributo comunicable” no queremos decir que todo lo que concierne a Dios en ese atributo se puede aplicar a nosotros. Eso es bien importante. Pero dicho eso, dentro de esa división teológica que nos ayuda, decimos que la santidad es un atributo comunicable. En efecto, fuimos creados y somos recreados para compartir de la santidad de Dios.

Susi: Y por eso, en el Nuevo Testamento, Dios nos dice: “Sed santos, porque yo soy santo”. Entonces es válido llamar a nuestros hijos a imitar la santidad de Dios. Pero, como tú dices, entendiendo que no vayan a creer que alcancen el nivel de santidad que Dios tiene. Simplemente Él nos está llamando a reflejarlo. Y creo que eso es algo que los padres a veces batallamos: cuánto debo exigir que mi hijo sea santo, porque la misma santidad de Dios nos recuerda lo pecaminosos que somos. Entonces, creo que esto nos ayuda mucho a contemplar y adorar la hermosura de la santidad de Dios y desear imitarle en esa santidad.

Y, Gaby, ayúdanos un momento. Entonces, en la vida práctica, tenemos hijos y conversamos mucho con nuestros hijos. Eso es parte de ser, en especial, de ser mamá, aunque los papás también deben conversar mucho con sus hijos. Pero las mamás típicamente pasamos más tiempo en conversación. Entonces, ¿cuáles son algunas oportunidades comunes que pudiéramos tener para conversar sobre este tema con nuestros hijos?

Gaby: Realmente el Señor nos da muchísimas oportunidades en el día a día. Tantas circunstancias que se presentan. Y primeramente creo que, cuando pensamos en la santidad de Dios, primero tiene que afectar la actitud que tenemos hacia el pecado. Entonces, una distorsión que puede existir es ser demasiado liviano con el pecado. Y creo que, cada vez que nuestros hijos pecan, tenemos una oportunidad para tomar muy en serio la santidad de Dios, para decir esto es algo grave, esto es algo importante y tengo que corregirlo. No podemos reírnos del pecado. He visto muchos padres que sus hijos vienen y mienten, y ellos saben que están mintiendo y ellos se ríen porque les parece “curioso” lo que han dicho. “Mira que se han inventado una cosa”, pero no…

Susi: “Qué astutos”, ¿verdad? “Qué astutos mis hijos con las mentiras que…”.

Gaby: Eso, exactamente. No, y no puede ser así. Debemos reflejar la actitud que el Dios santo tiene hacia el pecado. Y cuando Pedro va a corregir a una de nuestras hijas, él las toma y dice: “Esto es un acto de amor y de obediencia de papá, pero es porque tú has pecado contra Dios y tiene que ser corregido”. Entonces tenemos que entender que el pecado es contra Dios, no es contra nosotros en última distancia. No es algo que debemos sentirnos ofendidos en ese nivel, sino entender que es algo delante de Dios y, por lo tanto, tomarlo muy en serio. Y muchas veces no he tenido ganas de corregir. Tienes que dejar todo lo que estás haciendo para ir y atenderlo. Y ha sido recordar la santidad de Dios lo que me ha dado esa seriedad de decir: “No, esto es muy importante, necesito ir y corregir esto”.

Pero creo que, por otro lado, también deberíamos alabar a nuestros hijos cuando vemos expresiones de la santidad de Dios, cuando vemos que ellos sí obedecen, cuando vemos que sí responden en amor. Y “alabarlo” como destacando que eso es algo bello, que eso es algo noble. No como algo intrínseco de ellos, o sea, esa no es una bondad que salió de ellos. Pero decir “veo el carácter de Cristo en ti”, “veo que el Espíritu Santo se está expresando”, y ayudarles a sentir que eso es algo tan agradable, que trae paz al corazón, que es algo a lo que ellos quisieran aspirar.

Y creo que dijiste que a veces no sabemos como cuánto exigirles en cuanto a la santidad. El Señor nos va ayudando a intentar pensar que les estoy empujando hacia la belleza, hacia algo que ellos pueden desear. No es la santidad como una lista de reglas, o algo como “ahora tienes que hacer esto”, como una obligación. ¡Si pudiésemos verlo como un privilegio! Sé que nuestro pecado ahí nos juega una mala pasada, pero si pudiésemos verlo y ayudar a nuestros hijos a verlo de esa forma también sería de mucha bendición, y creo que aclararía este concepto de lo que es la santidad de Dios para ellos.

Susi: Sí, y que Dios sea atractivo para nuestros hijos. A mí me da tanta tristeza cuando yo hablo con jóvenes que se han criado en hogares cristianos, donde la santidad de Dios se ha usado como un arma. para manipular su conducta y ellos ven a un Dios santo como casi grosero, o dictador, o malo. O sea, en cierto sentido, pero me encanta este equilibrio, Gaby, porque sí, o sea, la santidad de Dios, en parte, es lo que exige que Dios tenga que mandar al infierno a los pecadores. Entonces, es grave. Pero la misma santidad es lo que nos atrae a Dios. Y queremos que nuestros hijos crezcan con un sentido de gravedad de su pecado, en parte, porque están atraídos a la santidad hermosa de Dios. Así que, me encanta eso. Creo que eso nos provee a los padres una amplia gama de oportunidades para balancear. No solamente hablar de la santidad en la conducta mala, pero también hablar de la santidad en cosas buenas que nuestros hijos hacen.

Pedro, ¿querías comentar algo?

Pedro: Solamente añadir, referente a lo que estáis diciendo, que en una primera infancia, debemos también tener paciencia y conformarnos en que ese elemento de temor va a ser el que ellos van a experimentar. En Gálatas 3:24, el apóstol Pablo dice la ley —que habla de la santidad— es como un ayo, una maestra que nos lleva a Cristo. Entonces, como papás, no debemos agobiarnos si, en un primer momento de la crianza, hay una experiencia de ley y de cierto enfado, porque hasta no llegar al Evangelio, realmente la santidad y la ley son un ayo, son un peso. Y no tenemos que agobiarnos con que sea así en ese primer momento. Pero siempre que nosotros estemos llenos del Evangelio, ministrando a partir del Evangelio, ellos van a tener esa experiencia.

Susi: Entonces, ayúdanos, ¿cómo llevamos a nuestros hijos al Evangelio específicamente relacionado con este atributo de Dios? ¿Cómo lo vemos ahí?

Pedro: Pues, la santidad de Dios nos lleva al Evangelio en tanto que nos lleva a desesperar de nosotros mismos y de la realidad de nuestro pecado. Como Isaías, cuando tiene aquel encuentro con Dios en el templo, y lo primero que dice es “¡Ay de mí, que soy pecador!”. Entonces, la santidad de Dios en un primer momento, a causa del pecado, no aparece delante de nosotros como bella. Al contrario, aparece como un verdadero estorbo a lo que nuestra alma desea.

Pero, cuando por obra del Espíritu Santo vemos que hay medidas de convicción de pecado, de arrepentimiento y medidas de desespero operando en el corazón de nuestros hijos, ha llegado el momento de aplicar de manera poderosa y libre y abundante la gracia de Jesucristo. El hecho de que la santidad de Dios es tan importante que, para derramar gracia sobre nosotros, era necesario que el Hijo muriese como sacrificio expiatorio en la cruz del Calvario a nuestro favor. Ese es el peso de la santidad. La santidad es tan importante que cuando Jesús dijo “si es posible, pase de mí a esta copa”, el Padre le dijo “no, no es posible; si hubiese otra manera de derramar gracia, yo lo haría”. Pero el peso de la santidad lo vemos, en último análisis, ni siquiera en la ley, sino en la propia cruz.

Entonces, y aquí está lo lindo, Susi, que la santidad nos lleva a desesperar y nos lleva a la gracia, pero la gracia nos lleva de nuevo a la santidad. Pero ahora a una santidad endulzada, por decirlo de algún modo, por el Evangelio. Y ahora una santidad que es bella, una santidad que nuestros hijos van a amar. Y es un proceso de toda la vida aun para nosotros. A veces, tenemos esa experiencia con la santidad de Dios de enfado y, a veces, de belleza.

Susi: Sí, cómo, cuando nuestros hijos pecan y tenemos que dejar caer sobre ellos el peso de su pecado, porque Dios es santo, al mismo tiempo ese Dios santo y justo, que no puede mirar al pecado, les está ofreciendo a nuestros hijos un camino por el cual pueden ser hechos santos. Qué hermoso, ¿no?

Pedro: Así es. En cierta ocasión, hablé con una de mis hijas y hablé sobre el orgullo, porque ella había actuado de manera muy altiva con su hermana. Y empecé a hablar con firmeza porque estaba indignado con su actitud, su modo de hablar y sus expresiones de tanta altivez para con su hermana. Pero, al empezar a hablar, sus ojos se empezaron a llenar de lágrimas y empezaron a correr sobre su rostro; pequeñita, de 10 años, más o menos esa edad. Y en ese momento me di cuenta de que estaba operando en su corazón el Espíritu Santo y, rápidamente, pude aplicar el bálsamo del Evangelio. Entonces, así funciona.

Susi: Sí, pues, nos deja mucho para pensar en cómo aplicar el Evangelio. Yo creo que podríamos hablar otra hora de este tema, ¿no? Pero creo que hemos podido abarcar varias áreas en las que los padres podemos crecer en nuestra aplicación de la santidad y en nuestra comprensión también.

Entonces, ahora, brevemente, parte del objetivo de esta serie es proveer también herramientas o ideas para hablar con nuestros hijos en un devocional familiar o un tiempo alrededor de la Palabra. Entonces, Gaby, no sé si nos puedas recomendar un par de pasajes bíblicos y cómo pudiéramos hacer preguntas. Queremos aprender y hemos estado aprendiendo a hacer buenas preguntas de aplicación a nuestros hijos. Si puedes tomar un par de minutos simplemente para darnos algunas ideas. Y, adicional a esto, vamos a tener más preguntas y estos pasajes ahí en la página, en la publicación del episodio 146, para que no tengas que tomar muchos apuntes. Ahora mismo puedes simplemente escuchar y luego puedes ir a la página. Gaby, ¿qué nos puedes recomendar?

Gaby: Bueno, por ejemplo, podría ser el pasaje de Isaías, del que muchas veces se habla para la santidad: Isaías 6:1-8; que es la visión que Isaías tiene del trono de Dios y de los serafines, porque justamente ellos cantan “Santo, santo, santo”. Entonces, si son niños muy pequeños, es fácil simplemente quedar con alguna de las palabras que describen esa santidad. Habla de grandeza, de estar separado, de la pureza, de cómo Dios estaba con la gloria que llenaba; estos superlativos: grande, perfecto.

Y, luego, ir a preguntar cuál fue la reacción de Isaías cuando vio eso. Él se sintió “ay de mí”. Y con niños pequeños te quedas ahí. Hay una expresión de santidad y mi respuesta. Pero quizás para niños mayores puedes añadir algunos detalles: luego qué hicieron los serafines, del altar, del lugar de expiación, el sacrificio, tocaron sus labios, hay una purificación ahí que apunta a la cruz. Y luego la respuesta de Isaías que es esa consagración al Señor, esa obediencia, si puedes ahondar un poco más en el pasaje. Sería un ejemplo. Y hemos preparado unas preguntas que podemos luego facilitar como dijo Susi.

Susi: Y puedes mencionar el otro pasaje también, creo que me habías dicho que tenías dos o tres, simplemente mencionar las citas.

Gaby: Otro sería 1 Juan 1:5-10, que es el pasaje que habla de que Dios es luz. Y bueno, ahí es la misma dinámica. La expresión de la santidad de Dios, ¿cómo es? La luz, visual, las características de pureza, de luminosidad. Y nosotros no debemos andar en tinieblas, sino andar en la luz.

Y luego otro también que habíamos puesto es Deuteronomio 7:6-11. Son las palabras de Dios a Su pueblo cuando Él lo saca de Egipto, diciendo que son un pueblo santo, escogido. Y, la respuesta, que Dios exige santidad de ellos, por ellos ser Su pueblo escogido. Enfatiza más quizá la respuesta de ellos.

Susi: Y si fuéramos a querer memorizar un versículo con nuestros hijos, ¿tienes una sugerencia de cuál? No sé si uno de estos pasajes ¿o el de 1 Juan?

Sí, pudiera ser, es un pasaje bonito para memorizar, pero también el que dijo Pedro, el Salmo 96:9. Pensamos los dos que tenía algo muy bonito. Dice: “Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad; temed delante de él, toda la tierra”; y ahí están esos dos aspectos que mencionó Pedro.

Susi: Y está fácil para hijos pequeños también. Genial. Y, para cerrar, ¿tienen algunas sugerencias o un par de motivos para alabar a Dios y orar? O sea, peticiones de oración que pudiéramos orar unos por otros.

Pedro: Sí, yo creo que, al considerar la santidad de Dios, podemos orar unos por otros, en primer lugar, pidiendo arrepentimiento, pidiendo corazones contritos y humillados delante del Señor. Ese es el ambiente donde la gracia se manifiesta y no es fácil para nadie tener ese corazón. Entonces, orar confesando pecados, cuando es necesario públicamente, pecados familiares, cuando es necesario que un niño o cualquiera confiese públicamente y se arrepienta. Eso va muy acorde al atributo de la santidad de Dios.

En segundo lugar, también oraciones de consagración, oraciones en las cuales nosotros depositamos, por así decirlo, nuestra vida en el altar: “Queremos servirte, queremos obedecerte como familia en la hospitalidad, queremos obedecerte en el amor a nuestros vecinos, a nuestros hermanos, a nuestros amigos”. Entonces todo lo que son oraciones de arrepentimiento y oraciones de obediencia van muy acorde a este atributo.

En tercer lugar, yo destacaría oraciones de asombro por la grandeza de Dios. Entonces, especialmente los padres es importante que moldeemos ese espíritu a nuestros hijos, de asombrarnos por la grandeza de Dios manifestada en las obras de la creación, pero también en las obras de la redención, y en la vida de nuestros hijos y en nuestro hogar de manera particular. Entonces esas 3 yo destacaría que son muy acorde.

Susi: Pues, muchas gracias, Pedro y Gaby, por invertir tiempo en prepararse muy bien para compartir con nosotros la experiencia pastoral y de crianza. Creo que les ha ayudado mucho a saber que esta es la vida real. Así que, gracias, gracias por su tiempo.

Pedro: Gracias, Susi, un privilegio para nosotros, enorme.

Gaby: Sí, un privilegio. Muchas gracias.

Susi: Gracias a Dios.

Y pues te animamos a seguir leyendo la Biblia con tus hijos, mostrándoles a este Dios grande y hermoso que tenemos, este Dios santo. Y seguimos la próxima semana con otro episodio de Crianza Reverente acerca de un atributo de Dios. Que Dios te bendiga.

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Autores

  • Susi es la fundadora de Crianza Reverente y anfitriona del podcast, mamá de un adolescente y dos adultos jóvenes, y esposa de Mateo Bixby, uno de los pastores de Iglesia Bautista la Gracia en Juarez, NL, México. Juntos colaboran también en la Universidad Cristiana de las Américas en Monterrey, NL.

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  • Pedro es hijo de misioneros brasileños, se crió en Uruguay. Cursó estudios teológicos en Laurel University y actualmente esta haciendo el master en Southern Baptist Theological Seminary. Lleva desde el 2012 como pastor de la Iglesia Luz a las Naciones, en Granada, España. Apoya con la predicación en varios puntos de misión y en retiros de otras congregaciones en España. Está casado con Gaby Wetzel y tienen tres hijas.

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  • hija de misioneros norteamericanos, se crió en Bolivia. Estudió medicina en la Universidad de Granada y en ese periodo se casó con Pedro. Al terminar los estudios el Señor la llamó a dedicarse a tiempo completo a la crianza de sus tres hijas. En la Iglesia Luz a las Naciones en Granada, España, organiza el ministerio de enseñanza a los niños.

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