Ep 155: Mamá, practica el “self-care” bíblico, con Vilma Mata Mendez

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March 5, 2024

La típica mamá de hoy se topará varias veces al día con sugerencias sobre cómo amarse y cuidarse mejor a sí misma. El mundo cree que para ser buena mamá es necesario tener llena la taza personal de descanso, placer y tiempo a solas. ¿Cómo debe una madre creyente tratar con su deseo de complacerse a sí misma? ¿La Biblia habla del amor propio y el “self-care”? Vilma nos ayuda a considerar este tema bíblicamente. 

Transcripción:

Susi: Las madres fuimos diseñadas para criar, para nutrir vidas a nuestro alrededor, para ejercer dominio piadoso sobre la creación, las plantas, los animales. Entendemos que esto es parte de nuestro diseño. Si aún no escuchas los primeros episodios de esta serie, Madres que glorifican a Dios, quizá quieras regresar y escuchar por lo menos los episodios 150 y 151, donde hablamos de la historia, o el origen, de la maternidad.

¿Pero qué pasa con nosotras mismas? ¿Cómo me amo a mí misma de manera apropiada? ¿Y qué de esté “self care” del cual todos hablan el día de hoy—el autocuidado? ¿Encaja todo eso en la historia divina de la maternidad? Este tema es relevante, es actual, y para hablar de esto tenemos hoy con nosotros a nuestra hermana Vilma Mata de Méndez. ¡Bienvenida Vilma! Gracias por acompañarnos.

Vilma: ¡Hola, Susi! Muchas gracias a ti por la invitación. Es un gusto y un placer. Dios te bendiga y a todas.

Susi: Nosotros tuvimos el privilegio de conocer a Luis, su esposo, y a Vilma hace ya como un año, la primera vez, creo, o un año y medio, y luego regresaron; han sido de bendición aquí en Monterrey entre nosotros. Para contar un poquito, Vilma es esposa de pastor, el Pastor Luis Méndez, pero también ellos han estado en varias iglesias, varios ministerios juntos; estuvieron en la IBI en Santo Domingo, en Bethlehem, allá en la zona frígida de Minnesota, y estuvieron en Arizona unos años, ¿verdad?

Vilma: Sí, también.

Susi: ¡Qué diferente clima! Y ahora gozan del clima cálido y húmedo de Miami, ¿verdad?

Vilma: Así es.

Susi: Están allí ayudando también en una iglesia. Creo que tienes mucha experiencia como esposa de pastor, pero también estás casada y tienes hijos. Cuéntanos: ¿cuántos años tienen de casados? ¿Cuántos hijos tienen?

Vilma: Bueno, tenemos 35, para 36 pronto, de casados. De experiencia de pastor, ¡nunca se termina; siempre es nueva! Pero tenemos tres hijos, dos casadas: tres hijos adultos. Tenemos una nieta. Tenemos dos mujeres y un hombre. La mayor se quedó para el frío, como tu dijiste.

Susi: Allá.

Vilma: Exactamente. Hemos criado, sí.

Susi: Ninguno de tus hijos vive ahí cerca de ti, en Miami, ¿verdad? ¿O sí?

Vilma: Sí, gracias al Señor el varón que está soltero; tiene 26 años, y vive como a una hora de nosotros.

Susi: Ay, qué bien.

Vilma: Sí. No es creyente, pero siempre está más cerca; siempre quiere juntarse con nosotros, visitarnos, así que estamos muy contentos por eso.

Susi: Y orando por él. Muy bien.

Vilma: Amén. Exactamente.

Susi: Ustedes también tienen muchos años en el mundo de la consejería bíblica. De hecho, para nosotros han sido de bendición cuando hayan venido a hablar de algunos de estos temas. Yo siento que este tema del “self care”, del amor propio, viene siendo realmente un tema de consejería bíblica, porque cuando uno va a terapia o al consejero, o lo que sea, es porque uno tiene problemas. Uno siente que tiene problemas.

Vilma: Así es.

Susi: Esto es un tema relevante, y creo que tenemos que pensar bíblicamente sobre este tema. Así que, para empezar, sabemos que el mundo nos llama a las madres en particular a practicar ese cuidado propio y ese amor propio. Yo te pregunto, primero, Vilma: ¿tú crees que también esto ha llegado a la iglesia? ¿Hay madres cristianas que también están escuchando este llamado que el mundo hace?

Vilma: Claro que sí. Tú misma lo decías: esto es un tema del corazón. Aunque no lo creamos, es un tema del corazón que traemos con nosotros desde el principio, desde que fuimos creados. Muchas veces tú dices “amor propio” y lo tratamos como si fuera una palabra inocente. Pero realmente puede convertirse en un ídolo, que es donde tiene que ver con la consejería.

Todos nosotros en la iglesia tenemos ídolos. Estamos luchando con cosas que ponemos en lugar de Dios. Sí, tenemos eso en la iglesia, metido como un suero, sutilmente, no con los términos exactos que nosotros le llamamos, pero sí, en las expresiones, en nuestras palabras, en nuestras oraciones, en nuestras quejas; surge constantemente.

Susi: Sí. Entre las madres, estamos en casa muchas de nosotras; estamos trabajando todo el día para hacer cosas que a veces no parecen tener propósito mayor, como limpieza y comida. Y sentimos que nos desgastamos.

Vilma: Correcto.

Susi: Y cuando abrimos Instagram y vemos esos mensajitos de “si no te cuidas a ti, no vas a estar para tus hijos…tú eres la más importante en tu vida…cuídate…ámate…si te amas a ti misma mejor vas a poder amar a otros mejor”. Hay muchos mensajes; muchas veces los mensajes del mundo tienen verdad parcial, pero también están mentiras ahí integradas.

Yo lo veo también manifestada en la vida de las mamás, de que cuando llegan a sentirse cansadas, recuerdan esos mensajes que han escuchado y creen que la solución a su cansancio, a su frustración, su desesperación, todo eso, es realmente “necesito cuidarme más a mí misma”. Se ve de muchas maneras: se ve en todo el dinero gastado en spas y uñas y todo eso.

Vilma: Sí.

Susi: Se ve de muchas maneras, pero ¿cuáles serían algunas de las creencias que están detrás de lo que el mundo cree, y cómo esas creencias contrastan con algunas instrucciones bíblicas sobre cómo debemos vernos como personas bíblicamente?

Vilma: Realmente hay muchas creencias; hay mucho humanismo, especialmente está el individualismo, el egocentrismo y hasta el narcisismo.

Susi: ¿Puedes explicarnos un poquito esos? ¿Qué es el individualismo, por ejemplo?

Vilma: Bueno, el individualismo ha venido a permear más la sociedad después que nosotras estamos en esta era de la tecnología. Es: “Yo necesito tiempo para mí. Yo soy el centro del universo. Todo se trata de mí”. Aquí tenemos un dicho en mi país: “primero yo, después yo, y de último yo”. El individualismo es una cosa increíble: como si tú no necesitaras la comunidad, como si tú no necesitas de otros, como que tú solo eres suficiente. Ese es un peligro.

Hay un peligro con esto porque el ritmo de la vida que llevamos—la presión, la ansiedad, el estrés, la preocupación, todo eso, la velocidad—hace que uno tome más carga de la que podemos llevar y de la que Dios nos ha pedido. Entonces nos sentimos poco productivos. El mundo te dice: “Tienes que ser productivo. Tienes que producir”. Como tú decías, una mujer en la casa se siente que no está produciendo nada; no está haciendo nada y ya se fue el día. Como si cuidar a un bebé, a sus hijos, no es nada, como si cocinar no es nada. Eso provoca una velocidad y un correr, y tomar más carga de la que uno debe.

A eso se añade que los hijos tienen clases extracurriculares, que los hijos tienen deportes, que los hijos tienen compromisos sociales, que los cumpleaños de los amiguitos…. Se va amontonando una serie de cosas que hacen que uno piense: “Yo no vivo para mí. Yo estoy viviendo para otro”. Ahí es donde yo recurro al individualismo. Yo recurro a pensar que todo se trata de mí, y en este momento estoy enojada porque no se está tratando de mí.

Es como una vertiente, como un círculo, como una corriente que te va arrastrando. Tú sabes los Estados Unidos, pero yo siempre me quedaba sorprendida que siempre la gente dice que “estoy busy”. Tú le decías a una gente: “¿Tú puedes ayudar en algo en la iglesia, en algún ministerio como mujeres?” –“I´m busy”.  Todo el mundo: “Es porque estoy busy”.  

Susi: “Estoy muy ocupada”.

Vilma: Exactamente. Te enseñan: “Tienes que aprender a decir no”. Tenemos que educar a las mamás realmente que hay cosas que vienen por un motivo. Oyes: “Suelta todo lo que te pesa”. Todo lo que te pesa, tú lo estás soltando; te pesa, pero hay que ver que hay obligaciones, hay deberes, y hay otras cosas que tú te las infringes a ti misma. Tú te las impones. Hay una diferencia.

Susi: Sí. Las mamás pueden llegar a creer que hay otras cosas que le van a dar más significado a su vida. Eso es parte, ¿no? También pueden llegar a creer: “Bueno, yo solamente necesito una distracción. Y si yo puedo tener una distracción, luego voy a poder hacer mejor mi rol de madre”. Hay mujeres que se comprometen a ciertas actividades para distraerse de su rol de mamá un rato. Creo que eso es peligroso. No creo que toda distracción sea mala.

Vilma: Exacto, eso es muy importante.

Susi: Pero la mentira que pudiéramos creer es que esa distracción de alguna manera me va a ayudar, me va a hacer mejor madre. O simplemente lo que yo necesito es olvidar por un rato que soy mamá. Algo así he escuchado, y obviamente estamos creyendo una mentira.

Vilma: Correcto. Yo escuché de una persona que decía: “Amarme a mí misma es quedarme en la cama todo el día”. Como negarte a tus deberes, a tus responsabilidades, a tus obligaciones. Pero es aprender que nosotras tenemos responsabilidades y obligaciones, y a aprender a administrar. “Hoy yo voy a hacer esto que me ayude a yo planificar, organizarme, y saber qué cosas son mías, que no puedo delegar a nadie más, y qué otras cosas no son tan importantes”. Como las prioridades, las agendas, los presupuestos, los horarios de tiempo.

Por ejemplo, yo sé que nosotros hablamos mucho con personas que trabajan con eso, pero en América latina, las mujeres no estamos acostumbradas a tener un horario para la casa, para los hijos, un horario para mí, de mi tiempo: que tengo, no sé, 10 minutos para usar el baño, o 15 para…no sé. Nosotros no estamos acostumbrados a eso. Yo no crecí con eso. Por ejemplo, yo ayudaba a una mamá que me decía: “Tengo cuatro hijos. Tengo dos hijos adolescentes mayores y tengo dos hijos menores. Hicimos un plan en las tardes”. Las dos primeras horas, ella se lo dedicaba a las tareas con los dos adolescentes. Las dos horas finales se las dedicaba a sus niños más pequeños.

O sea, cómo organizar por módulo qué yo hago para no estar tan cargada, cómo yo me organizo. Porque si yo siento: “Tengo un problema…no sé; no sé cómo hacerlo, no sé cómo,” y yo no hago nada, y no organizo por tiempo en cuanto a las horas lo que tengo que hacer, voy a estar sumamente cansada y cargada y voy a obviar el trabajo que Dios me ha dado.

Susi: Quizás deberíamos de pensar de manera general qué es el amor propio. Cuando hablamos de amor propio, de “self care” también, que son dos conceptos muy relacionados, ¿qué son? Porque como tú decías cuando estábamos platicando, a veces usamos términos, pero realmente podríamos definirlos diferente.

Vilma: Muy bien, sí. El amor propio es un sentido que Dios nos dio, a su imagen, de amarnos. Pero el punto de Dios no era por razón de nosotros, porque nosotros lo traemos en la sangre; generalmente nosotras traemos el amor propio. Cuando el Señor dijo: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, el punto no era yo. Porque ya yo me amo. Yo me amo suficiente.

¿Cómo yo sé que yo me amo? Cuando hay un fuego, yo quito la mano. Cuando hay un peligro, yo me retiro del peligro. Eso es amor. Eso es cuidarse: cuando uno se cuida a uno mismo, se protege. Cuando uno sabe que hay algo que me va a hacer daño, un veneno, yo no me lo tomo, porque yo me amo.

Romanos habla que nosotros debemos amarnos a nosotros y amar al otro. Dice en Romanos 13:9: “No adulteres”. No lo va a creer, pero si yo no adultero, yo me estoy amando a mí. “No mates”. Si yo no mato, yo me estoy amando a mí. “No robes. No codicies”. En resumen, dice Romanos 13:9: “ama a tu prójimo”— esas cuatro cosas es amando al prójimo, como me estoy amando a mí.

Entonces, ¿qué sucede? Cuando yo decido que yo me quiero amar más, está contrario a lo que Dios me está diciendo que es amor propio. Está contrario: yo estoy usando el amor propio como algo que me va a alejar, que me va a decir: “Confía en ti”. Te vas a alejar de confiar en Dios. Te va a decir: “Tú puedes”, y eso te va a decir que tú eres autosuficiente y te va a alejar de Dios.

Nosotros tenemos que tener claro la mentira, como tú dices, cuando Satanás te dice: “Mira, tú necesitas un descanso”. A veces es verdad, Susi: tomarse un descanso no es malo. Pero “tú necesitas unas vacaciones; tú necesitas estar en autonegación; tú estás cansada, pero tú no estás cansada; tú tienes que hacer esto, pero tú no lo tienes que hacer; déjalo en desorden”. Eso es irresponsabilidad.

Nosotros tenemos que identificar primero cuáles son las cosas que Dios nos ha dado, nos ha llamado a hacer, cuáles son nuestras obligaciones. Si Dios nos dio hijos, las madres, como tú decías, estamos para nutrir. Las mujeres somos auto-sacrificiales. El Señor dice que nosotros tenemos que negar a nosotras mismas; nosotras tenemos que tomar nuestra cruz. Nadie nos dijo que iba a ser fácil. Esto es una etapa; es una temporada que pasará rápido. ¡Dímelo a mí! Mis hijos…yo recuerdo cuando nacieron y ahora tienen 32 años. Crecieron tan rápido y quisiera que volvieran a ser bebés. Mi nieta tenía una bebé y ahora tiene año y medio, y yo estoy: ¡va demasiado rápido, y no queremos!

Déjame decirte, al principio yo pensaba así también: cuando tuve mis niños pequeños, yo me tenía autocompasión. “Ay, pobrecita de mí. No tengo quien me ayude…las noches sin dormir…fíjate que no puedo ir a tal reunión…me tengo que perder tal reunión social a que quiero ir. Mi hijo se enfermó…”. Hay muchas cosas, pero vienen con una gran satisfacción cuando nosotros hacemos eso por nuestros hijos. Hay una satisfacción que te llena.

Yo todavía me muero por cocinarles a mis hijos, porque yo sé que cuando ellos felices dicen: “Me gusta tu comida”, y ellos quieren tener tiempo conmigo, es algo precioso, un regalo precioso de Dios para mí. Así que yo creo que nosotras tenemos que entender eso. El amor propio no se trata de nosotras; se trata de Dios. Se trata de él, de ser reflejo de él. Dios se ama a sí mismo, pero él dejó su trono. Dios se ama a sí mismo, pero él da; él nos da.

Susi: Sí, yo también pensaba en el hecho de que sí, somos seres limitados. Dios nos creó, nos diseñó, incluso antes de la caída, con la necesidad de alimento diario, con la necesidad de descanso. Dios mismo dice que descansó el séptimo día. A veces creo que simplemente tomamos algo bueno, algo que Dios creó y diseñó, y cuando aplicamos lo del narcisismo (que tú contabas, ¿verdad?), el individualismo, eso nos causa que simplemente distorsionemos algo que sí es necesario y bueno.

Yo pensaba en el “self care”. El mundo habla del “self care” casi como un escape de la realidad. Pero ¿por qué no tomamos eso del “self care”, el cuidado propio, como creyentes y por qué no lo aplicamos en el sentido, en la perspectiva bíblica? Y la perspectiva bíblica de mi cuerpo, por ejemplo, del Nuevo Testamento, es que es templo del Espíritu Santo.

A lo mejor si estudiáramos estos conceptos, pudiéramos voltear la perspectiva un poquito y decir: “Bueno, sí, tengo que descansar. Pero ¿por qué tengo que descansar? No es por centrarme en mí misma, sino es recordar mi dependencia sobre Dios”. Si yo creo que yo puedo quedarme hasta las dos de la mañana viendo series como una manera de “self care”, distracción, y eso quiere decir que a las seis de la mañana, cuando se levanta mi pequeño, yo no tengo la fuerza para atenderlo, entonces yo estoy distorsionando la idea de “self care”. No estoy cuidando este templo del Espíritu Santo.

Ya has comentado unas cosas, pero ¿cómo pudiera verse en la práctica que una mamá vea su cuerpo y su energía como recursos que Dios le ha dado? ¿Cómo puede tomar decisiones sabias acerca de sus descansos, y sus distracciones? ¿Tienes algunas otras sugerencias?

Vilma: Sí, vamos a empezar de manera práctica: para una mamá que tiene un bebé recién nacido, cuando el bebé duerme, yo duermo, para yo recuperar mis fuerzas y energía. Yo me cuido; uso mi mascarilla; mi esposo tiene asma, y yo uso mascarilla para no enfermarlo de COVID o de gripe. No porque yo tenga miedo, sino porque puedo enfermar, por procurarlo a él. Si yo caigo enferma, ¿quién va a cuidar mi familia? ¿Quién va a hacer mi rol?

Tengo que dormir siesta para atender a mi esposo. Hay mujeres que en sus matrimonios realmente tienen problemas, porque el esposo quiere estar con ellas en la noche, y ya tienen el dolor de cabeza porque realmente no se han dedicado a esto. También yo tengo que hacer muchas cosas: organización, “budget”; tengo que organizar en áreas para hacer estos asuntos. Comer sano para cuidarme de diabetes, de Alzheimers, de montón de enfermedades futuras. Yo tengo que hacer listas de supermercado para ser sabía en qué cosas voy a comprar.

Tengo que tomar medicamentos que podría necesitar. Yo tengo que tener higiene en mi cuerpo, como tú hablabas: el cuidarse el pelo, el cuidarse las uñas, ir al dentista, ir al oculista. No solo es belleza; es higiene también. Y de la higiene también tú estás cuidando tu salud. Está bien. Como tú dices, no estamos en contra que la mujer se dé un masaje, o que vaya a un spa, o que haya un regalo. Dios nos ha dado sabiduría para esas cosas. Por ejemplo, a mí mi esposo me dice: “Ay, ¡necesito un mensaje de los chinos, los que matan a uno!”

Susi: De hecho, a veces las mamás no queremos gastar. Necesitamos un quiropráctico o necesitamos ayuda en nuestro cuerpo, y no queremos gastar en eso, cuando a lo mejor eso sí es algo que necesitamos.

Vilma: Exactamente. Ir al doctor, cuidar sus dientes, tener momentos para compartir con personas que nos enseñan de esas cosas, hacer ejercicio. Para mí, yo tengo que hacer ejercicio, caminar todos los días. Si no, yo no duermo. Yo conozco mi cuerpo. Yo camino una caminata después de hacer mi devocional (mi esposo y yo lo hacemos juntos).

Inclusive algo importante es [dormir]. Yo uso cremas para dormir. Yo me hago un té; se hacen tés para poder descansar y relajarse, y también se untan cremas. Se lava con jabones que invitan al sueño, de lavanda. ¡Porque me amo! Yo quiero dormir. La mujer tiene que dormir siete horas. Yo oro todos los días: “Señor, ayúdame”. Yo duermo seis, y le oro al Señor: “Dame siete”. A veces quisiera dormir un tantito más. Porque la ciencia dice que eso es cuidarse y amarse a sí misma.

Hay muchas cosas como esas: comerte la comida sana (a veces el azúcar no nos ayuda). Nosotros tenemos que entender en qué época estoy: mi período, mis hormonas, mi menstruación. Yo sé que en esta época tengo que buscarme yo misma las maneras de cuidarme, estudiar todo eso.

Susi: Sí. Todo eso, son cosas normales; es enfrentar la realidad de la vida con contentamiento y con sabiduría. Yo creo que eso es el “self care”, el cuidado propio, a que Dios sí nos llama. A mí me ha ayudado muchísimo simplemente ver mi cuerpo y mis energías como recursos que Dios da o quita según su voluntad. Porque yo tiendo a frustrarme un montón cuando me enfermo y no puedo hacer todo, o cuando me siento muy débil.

Una vez el Señor realmente me redarguyó, porque dijo: “¿Tú crees que todavía se trate de tú tener alta energía? ¿Y tú crees que yo necesito tu energía? Yo no necesito tu energía; yo te di tu energía. Y si por un periodo de tiempo…”. Incluso yo tengo amigas que toda la vida viven con muy baja energía. Tienen debilidades crónicas en su cuerpo. Ellas tienen que abrazar el hecho de que para ellas amar a Dios y amar a otros y cuidarse a sí mismas se ve muy diferente que para otras mujeres. Ellas se ven muy limitadas, pero eso no quiere decir que ellas no pueden glorificar a Dios y cumplir con lo que Dios les ha dado.

Creo que verme a mí misma como alguien que ha sido equipada por Dios: si tengo energía es de parte de Dios y lo que a mí me toca es administrar los recursos. No me toca crear más recursos necesariamente, pero administrar los que Dios me ha dado. Si me ha dado salud, cuidarla, pero no porque me amo a mí. Sí, me amo a mí misma; eso está dado por hecho. Pero porque valoro el Reino de Dios que está sucediendo en mi hogar y fuera de mi hogar y quiero ser útil en las manos de Dios. Yo no quiero faltarle esa misericordia y esa gracia a la persona que sí se siente débil, que siente que nunca puede cumplir con todas las expectativas.

Vilma: El asunto es que Dios nos dio unas fortalezas diferentes a cada una. Yo no puedo tener las mismas fortalezas que tú, ni que otra. Yo tengo que saber, entender, esos recursos que Dios me dio de tiempo, de capacidad, de inteligencia, de talentos, de dones. No todas hablamos en radio; no todas escribimos; no todas cocinamos; no todas tenemos la casa excelentemente 100%. Pero según mis fuerzas, yo trataré de hacer, no cargarme más.

Susi: Según mis recursos.

Vilma: A veces tú tienes que decir: “Esto no es para mí. Yo entiendo que no soy esta persona”.

Susi: Pero me tengo que preguntar: ¿por qué yo digo que esto no es para mí? ¿Verdad?

Vilma: Claro.

Susi: ¿Es egoísmo? ¿Es narcisismo?

Vilma: ¿O es entender la capacidad?

Susi: Exacto.

Vilma: El recurso que Dios te ha dado, el talento, el entendimiento. Cada horario, “budget”, tiempo, energía, esto será diferente en cada persona. Dios es tan increíble que somos trillones de personas y ni una sola lo puede definir completamente. Nos necesita a todas. Así que, como tú dices: hermana, no te sientas mal, no te sientas menos porque tú crees que no eres tan productiva.

Pero cuando tú empiezas a notar…mi esposo un día me llamaba y me preguntaba: “¿Qué tú hiciste hoy día?” “Bueno, doblé ropa. Lavé. Cociné. Recogí basura. Corté árboles. Hice tarea. Hice proyectos con los hijos”. Si nosotros miramos todo lo que hacemos, somos productivas. No creas que porque tú no vas al gimnasio, no estás pesando 119 libras, no tienes el pelo de, no sé, de las Kardashian, ni las uñas de fulana y el maquillaje, no estás siendo productivo.

Susi: Amén. Yo simplemente diría que nuestra fuente de fuerza, nuestra fuente incluso de satisfacción en lo que hacemos, siempre tiene que ser Dios. Yo creo que el único amor propio brota de un amor por Dios, de abrazar el hecho de que yo fui creada para la gloria de Dios. Entonces yo puedo amar esa parte de mí. Yo me amo porque yo fui hecha para apreciar la creación de Dios, pero yo no me amo para promoverme a mí misma. Yo creo que ahí está la clave. Danos así rápido, para terminar, ¿qué es lo que debe estar en la vida de una mujer para constantemente crecer en su amor por Dios, que va a alimentar un amor propio bíblico?

Vilma: Como tú decías, Dios me hizo para ser reflectora de su gloria, para ser una adoradora de él. Y él dice que en eso tendremos vida, y nuestra vida será abundante. Que él nos va a dar una paz que el mundo no puede dar y solamente viene de él. Nada nos va a dar eso. Cuando yo tenga ese gozo y esa pasión que reboce por amar a Dios, por servirle, por adorarle y abrazar el llamado que él me ha dado— mis hijos, mi madre, o mi trabajo, mi casa, ser un adolescente—yo voy a poder amar bien al otro. Porque entonces voy a estar completa en Dios. Voy a estar feliz, y eso me va a rebosar por el amor a los otros.

Susi: Sí. Las distracciones, las cosas en las que buscamos cuidarnos muchas veces a nosotras mismas no nos proveen, no son una fuente de poder, de gracia, de energía. Realmente no lo son. Que Dios nos dé la gracia como mamás de escoger administrar los recursos, las energías, todo lo que Dios nos ha dado, por amor a su nombre, porque al final nos estamos amando a nosotras cuando buscamos la verdadera paz y el verdadero gozo en él.

Vilma: Exactamente. Recordemos que nosotros nos amamos mucho. Si no, deja que te corten un dedo. Te vas a amar; tú vas a estar: “¡Nooo!” Nos cuidamos. Dios nos puso eso para el peligro.

Susi: Sí. Amén. Muchas gracias, Vilma, por estar aquí con nosotros en Crianza reverente, y gracias por el ministerio que tienen también ustedes.

Vilma: Gracias a ti.

Susi: A ti que nos escuchas siempre, gracias por seguirnos. Quédate aquí; todavía nos faltan algunos episodios de nuestra serie, La maternidad para la gloria de Dios. Que Dios te bendiga.

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Autor

  • Susi es la fundadora de Crianza Reverente y anfitriona del podcast, mamá de un adolescente y dos adultos jóvenes, y esposa de Mateo Bixby, uno de los pastores de Iglesia Bautista la Gracia en Juarez, NL, México. Juntos colaboran también en la Universidad Cristiana de las Américas en Monterrey, NL.

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