Los padres deseamos ver cambios en nuestros hijos. Tenemos un deseo natural y una responsabilidad divina de promover su crecimiento en todas las áreas de su vida: física, intelectual, emocional y espiritual. En su palabra, Dios ha provisto de una meta y un proceso que debe dirigir todos nuestros esfuerzos y deseos hacia la transformación de nuestros hijos. Únete a Mateo y Susi en esta nueva serie basada en el material “Transformados en su Imagen” por el autor Jim Berg.
Transcripción:
Susi: Hijos transformados. ¿Qué padre o madre no desea ver esto? Deseamos hijos más tranquilos, o hijos más obedientes, o más estudiosos, o menos perezosos, o mil cosas más, ¿verdad?
En general, creo que cada miembro de la unidad familiar tiende a querer ver cambios en los demás. Los esposos quieren esposas más atentas o menos gastadoras. Las esposas queremos esposos más amorosos o menos enojones. Los hijos quieren padres menos estrictos también. Los hijos quieren ver cambios en los papás. Así que tenemos que pensar qué quiere Dios en nuestras vidas. Dios desea salvar y santificar a todos los miembros de la familia: de tu familia, de mi familia. Y quiere convertirnos, o transformarnos, a la imagen de Cristo.
La crianza bíblica busca esta meta en la vida de sus hijos. Por eso Mateo y yo hemos pensado que queremos hacer una serie sobre la verdadera transformación bíblica: crianza que transforma.
Vamos a basarnos en un libro que Mateo ha usado por muchos años con los jóvenes que llegan a estudiar aquí al Instituto Universitario Cristiano de las Américas en Monterrey.
Mateo, gracias por estar dispuesto a invertir en los padres que deseamos ver transformación real en nuestros hijos. Quizás podemos empezar: ¿nos puedes explicar por qué este material es algo que consideramos importante? ¿Por qué queremos hacer una serie, y cómo ha sido de bendición este material en estos años?
Mateo: Sí, este libro ha sido de mucha bendición para mí en lo personal, y también para nuestra universidad cristiana. Porque es algo que hemos enseñado todos los años a los alumnos de primer ingreso, la primera materia de Biblia que ellos toman.
Todos los tetramestres toman una materia de Biblia, y la primera materia de Biblia que ellos toman es este libro de Transformados en su imagen, que a propósito no es el libro nuevo llamado Transformados a su imagen, sino este material es Transformados en su imagen, por el autor Jim Berg, publicado por Editorial Bautista Independiente. Es un material increíble, maravilloso, porque nos narra el viaje de la santificación progresiva.
Todos nosotros, después de nuestra salvación, estamos en un proceso de santificación. Y no es algo que sucede de inmediato, sino que progresivamente estamos creciendo en nuestra fe. Lo que Dios quiere es que nosotros nos asemejemos a Cristo. Eso es lo que significa el título: Transformados en su imagen.
Viene de Romanos capítulo 12:1-2, donde Pablo dice: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.
Todos nosotros estamos en este proceso, y parte de lo que hace que este material sea muy bueno para nosotros que somos padres, es que originó como un material que un padre estaba escribiéndoles a sus hijas.
En la primera unidad menciona como él les escribía cartas de papá; eran cartas del autor para sus hijas, conforme ellas iban creciendo, para que pudieran saber lo que necesitaban saber para crecer en la vida cristiana. Es bonito pensar en esa situación.
Susi: Por cierto, este autor fue maestro tuyo y mío en la universidad y sus hijas fueron nuestras amigas. Entonces eso lo hace también interesante para nosotros.
Mateo: Sí. De hecho, el primer semestre de la universidad, en una materia de Biblia donde él era el profesor, me tocó estar sentado al lado de su hija mayor.
Susi: Ajá, sí. Tú eres Bixby y ella es Berg.
Mateo: Estábamos sentados por orden alfabético, entonces ella estaba justo a mi lado. Luego, unos años después, salió este libro, y ha sido de tanta bendición a través de los años. Creemos que, si nosotros como padres podemos entender los conceptos que hay aquí, nos va a ayudar en nuestra propia santificación progresiva.
Pero también nos va a ayudar a enseñar a nuestros hijos a tener una perspectiva correcta de lo que es la crianza, porque, al fin y al cabo, la crianza solamente es una rama específica de lo que es la santificación, o el discipulado, en la vida de una persona: nosotros como padres ayudando a nuestros hijos a crecer en santificación, a ser transformados a la imagen de Jesucristo.
Susi: Sí. Yo pensaba también en el impacto que esto ha tenido en muchos de los alumnos que han estado en esta materia a lo largo de los años, y cómo ellos han dado testimonio de cómo entendieron por primera vez el evangelio, habiendo sido criados en hogares cristianos.
Tú y yo hemos comentado muchas veces lo triste que es que pueden llegar jóvenes aquí que han sido criados en hogares cristianos, pero no entienden el evangelio. No entienden el evangelio en el sentido más profundo de que el evangelio transforma la vida. No hay evangelio si no hay transformación. No hay fe genuina; no hay arrepentimiento genuino si no hay cambios en la vida.
Ahora tú y yo hemos visto—tenemos suficientes años aquí (no vamos a decir cuántos)—más de 20 años viendo cómo Dios ahora ha preparado a muchos de esos mismos egresados a criar a sus hijos de una manera diferente a la que ellos fueron criados. Y eso es clave porque a veces decimos: “No, pues, lo más normal es criar como los papás criaron”.
Pero el evangelio es poderoso para cambiarnos primero a los padres, y permitirnos poder criar a nuestros hijos incluso de una manera muy diferente a la que fuimos criados. Por eso también lo vemos como importante, porque hay muchos padres de primera generación que escuchan este podcast, y no saben cómo. ¿Cómo es que yo puedo lograr un resultado diferente?
Creo que es nosotros, como tú dijiste, primero nosotros, transformados por estas verdades, y así siendo equipados para también poder participar en esa santificación progresiva de nuestros hijos.
Mateo: Sí, porque el evangelio no es solo algo que sirve para el inicio de la vida cristiana, sino es algo que necesitamos para el día a día de la vida cristiana. Y nuestra santificación progresiva tiene que basarse en el evangelio. Tenemos que avanzar en esa santificación progresiva a la luz de las verdades del evangelio, y es lo que este libro desarrolla. Vamos a hablar de temas muy importantes como nuestra unión con Cristo y cómo eso es el poder para que nosotros podamos vencer a nuestra carne.
Susi: La mayoría de los padres no tenemos idea. ¿Cómo hablamos de la unión con Cristo con nuestros hijos? ¿Cómo es eso? Pero es súper importante.
Mateo: Es verdad, sí. Y creo que también refleja un problema. El libro menciona el premio Cristóbal Colón y dices: “Bueno, ¿qué es el premio Cristóbal Colón? Dice que es un premio que se concede a todos los que, como nuestro viejo amigo Cristóbal, cuando van a hacer una cosa, no saben ni a dónde van, ni cómo llegar ahí, y cuando llegan, no saben dónde están. Y cuando vuelven no saben dónde han estado.
Y tristemente, eso define la vida cristiana de muchas personas, y de muchos padres también. O sea, no saben cuál es el objetivo; no saben cómo llegar ahí. Están muy, muy perdidos en su propia vida espiritual y luego en la crianza con sus hijos. Y la Biblia nos da la información suficiente. Nada más que a veces no la hemos apropiado. No la hemos entendido.
Necesitamos regresar a la Palabra de Dios, y este libro nos va a ayudar para eso: encontrar cuáles son esos principios bíblicos que me pueden ayudar a saber cuál es la meta y cómo llegar a esa meta.
Susi: Quiero comentar que no es que nosotros vamos a ir capítulo por capítulo, y tú debes ir esta semana, y tienes que comprar el libro para poder seguir los episodios. No es necesario, pero sí queremos que consigas el libro. Puedes pedirlo en tu librería o buscar en internet. Pero lo que nosotros vamos a hacer es ir escogiendo temas y tratar de darte el panorama del libro en una serie de varios episodios.
Pero sí, te animamos a conseguirlo. Nada más que no sientas la necesidad de que: “¡Ay! No puedo escuchar los episodios porque no tengo el libro”. A veces hemos hecho series así, pero ahora mismo vamos a tratar de darte lo que más resalta, lo más importante, y ya tú puedes conseguir el libro en tu tiempo. Incluso para usar en tu iglesia local, sería genial.
Mateo: O si tienes hijos un poquito mayores, ya en la adolescencia, es un excelente recurso, porque es como un manual: tiene el contenido, y luego viene una pregunta y puedes contestar la pregunta. Para hacerlo en familia incluso sería muy bueno.
Susi: Sí, muy bueno.
Mateo: Y conviene mucho que cada quien lea el material de cada unidad, conteste las preguntas, y luego en familia pueden juntarse y hacer su devocional familiar con este material. Sería de mucha ayuda, mucha bendición.
Susi: Tú más o menos haces eso en la clase, ¿no? Una hora de la semana tú les enseñas, pero la otra hora ellos van compartiendo lo que contestaron y también externan sus dudas.
Mateo: Sí, así es. La primera hora es de enseñanza, y luego, unos días después, es de nada más interacción. Porque se presta el material para ese tipo de dinámica en la clase o en el devocional familiar.
Susi: Sí, excelente. Pues entrando al primer material del libro, en la primera unidad, ¿qué pasa con la bolsita de té? Porque esto es algo súper conocido. Todos los alumnos que han estudiado y que han estado en tu clase hablan de la bolsita de té. ¿Qué tiene que ver la bolsita de té con esta santificación progresiva?
Mateo: Sí, es famosa la ilustración, y es una perfecta ilustración de lo que está pasando en el corazón de cada persona. Porque la Ilustración más o menos dice así: ¿qué sucede cuando estás preparando un té? Tienes la taza, pones agua caliente, y luego tienes una bolsita de té, y pones la bolsita de té en el agua caliente. ¿Y qué sucede cuando metes la bolsita en el agua caliente?
Susi: Pues empieza a salir; el agua caliente activa lo que estaba en la bolsita seca, y entonces empieza a colorearse y esparcir el sabor en el agua.
Mateo: Claro. El sabor que está en la bolsita de té se empieza a desprender, y llena el agua para que el agua adquiera ese sabor, ¿no? ¿Y cuál es la ilustración? La ilustración es que las situaciones de la vida—el agua caliente de la vida—no puede hacer que tú seas algo que no eras antes, sino que solamente revela lo que tú eres en tu corazón.
Si tú tienes una bolsita de té que es manzanilla, metes esa bolsita de té en el agua y solamente va a desprender el sabor de manzanilla, porque es lo que contiene la bolsita de té. Pero muchas veces en nuestra vida cristiana, nosotros tenemos la idea de que: “Bueno, yo soy una persona muy paciente, pero estuve en una situación muy difícil, y entonces exploté”.
Susi: “¡Pero no soy así!”
Mateo: “¡Pero no soy así!” Es lo que decimos.
Susi: Así decimos.
Mateo: Bueno, el problema es que sí, somos así. Esa situación solamente reveló lo que tú eres. A veces como padres decimos: “Antes de ser padre yo era muy paciente, y muy tranquilo, y no me estresaba por nada. Y ahora que soy padre…”
Susi: “Tener hijos me cambió”.
Mateo: Sí. Bueno, tener hijos solamente reveló lo que había en ti como el agua caliente solamente extrajo lo que ya había en esa bolsita de té. Y esto es importante porque esas circunstancias de “agua caliente” revelan cómo somos en realidad. A veces hay alumnos en el dormitorio, y en su casa no tienen ningún problema con nadie, ningún conflicto. Luego llegan al dormitorio y están compartiendo espacios con muchas personas, y se ponen a pelear, a discutir.
Susi: Se quieren ir a casa, dicen que ¡esto no es para mí!
Mateo: Sí. ¿Por qué? Porque sus circunstancias están revelando lo que hay en su corazón. No es al revés. Nosotros en nuestro mundo moderno queremos pensar que son las circunstancias lo que están mal, y yo estoy bien. Las circunstancias me hicieron reaccionar bien. Pero eso es incorrecto.
El problema real es que yo soy pecador, y lo que hay en mí es una bolsita de té con sabor a carne. No creo que ese té sea muy bueno, ¿verdad? Pero es lo que sucede a menudo en nosotros. Tenemos algo ahí dentro, y sale de nosotros.
Esto es lo que Jesucristo dice. Jesucristo nos dice en Marcos, capítulo 7, que de dentro de nosotros salen…y da una lista muy larga de cosas, de hasta homicidios y hurtos y adulterios, pero también cosas más básicas como enojo, iras. Eso nos caracteriza a nosotros como personas viviendo en un mundo caído. Es por eso que necesitamos ser transformados a la imagen de Jesucristo. Esa es la meta.
Susi: Desde el interior; no solo en el exterior.
Mateo: Exacto. Ese va a ser el proceso del cambio en nuestro interior. Dios va a tener que cambiarnos desde adentro hacia fuera. Pero muchos, otra vez como Cristóbal Colón, no saben cuál es la meta, cuál es el destino. La meta es ser transformados a la imagen de Jesucristo.
Cuando pensamos en Jesucristo, seguramente hay muchas cualidades que podemos destacar de él, pero una de las cosas que Dios mismo destaca acerca de su Hijo es que era un siervo humilde. Y ese servicio humilde, abnegado, en cierta manera, es la cúspide del carácter cristiano. Así fue Cristo; así deberíamos de ser nosotros.
Implica muchísimas cosas que vamos a estar viendo en el transcurso de estas semanas, de estos episodios. Y como padres, esa es la meta que debemos de tener para nuestros hijos: que reflejen a Jesucristo siendo siervos humildes.
Muchas veces hemos hecho conferencias para padres y hemos hecho la pregunta: ¿Qué metas tenemos para nuestros hijos? Y hasta ahora nadie ha dicho que sea un siervo humilde. Nadie.
Susi: No es lo que la mayoría de los padres traemos en la mente para nuestros hijos.
Mateo: No. Queremos que sean exitosos, que les vaya bien en la vida, que saquen buenas calificaciones.
Susi: Que sean buenas personas.
Mateo: Y que tengan una buena familia, y a veces hasta que no se alejen de Dios.
Susi: Sí, que siempre estén en la iglesia.
Mateo: Sí. Pensamos que con eso vamos bien, ¿no? Pero Dios tiene una meta muy alta para todo creyente, y es que seamos transformados a la imagen de Jesucristo. Que reflejemos la imagen de Jesucristo en nuestra conducta.
Y para lograr eso tenemos un gran problema, porque tenemos en nuestro corazón la carne que tiene que ser confrontada, tiene que ser renovada. Eso solamente lo podemos hacer en el poder del Espíritu Santo.
Susi: Yo pienso en como padres, cuando miramos a nuestros hijos, ¿cómo esta imagen mental nos puede ayudar? Tenemos una casa llena de bolsitas de té. Todos somos la bolsita de té. Y cada bolsita tiene un saborcito diferente: su sabor a lo mejor es manzanilla, y mi sabor es canela, ¿verdad? En nuestra preferencia de té, pero también en nuestro corazón.
Entonces como mamá yo pienso en mirar, observar a mis hijos cuando reaccionan, cuando pecan, cuando se enojan, o cuando desobedecen, o cualquier manifestación exterior que se ve, yo tengo que estar pensando: eso es el sabor de su bolsita de té. Eso no es porque el otro niño le provocó, porque la maestra es bien mala, o porque no tiene buena salud mi hijo. Todas esas son circunstancias externas que ponen esa agua caliente. Es como el agua caliente de la vida real.
En lugar de enfocarme en siempre quitar el agua caliente, debo enfocarme en ayudar a mi hijo a ver el verdadero carácter de su bolsita de té. Porque quiero que, desde esa bolsita de té interna, que sea transformado a la imagen de Cristo. Por eso la humildad y el servicio. Esas son actitudes internas.
No puedo convertir a mi hijo en un siervo externo; o sea, no debo querer solamente que él sea servicial en sus acciones. Muchas veces es lo que los padres hacemos, ¿verdad? Queremos cambiar sus conductas externas, pero tiene que comenzar también desde la bolsita de té. Yo creo que eso nos puede ayudar a los padres a entender a nuestros hijos y por qué hacen lo que hacen.
Mateo: Sí. Un hijo que tiene un conflicto en la escuela con otro niño, como padre es muy fácil decir: “Ah, es que el otro niño está provocando a mi hijo”.
Susi: Sí. “Cámbialo de lugar, por favor, maestra”.
Mateo: Sí. “Ya no le hables, porque cuando le hables siempre terminan peleándose”. Bueno, no. Ese niño está provocando que se revele lo que hay en el corazón de tu hijo, que en ciertas circunstancias tu hijo va a responder de cierta manera que es antibíblica.
Entonces, ¿qué hay en su corazón? ¿Y cómo podemos ayudarle a cambiar ese corazón para que su conducta, lo que ahora salga de él, no sea té con sabor a carne, sino que salga el té con sabor al fruto del Espíritu? Eso es lo que buscamos en la vida de nuestros hijos.
A veces, cuando los hijos van creciendo un poquito y ya son adolescentes, decimos: “Ay, es que sus amigos están teniendo una influencia tan negativa sobre él. Él antes no era así. Entonces la culpa es de los amigos”. No. Hay algo en el corazón de tu hijo que hace que él responda a la influencia de esos amigos.
Susi: Incluso que busque ese tipo de amigo.
Mateo: Claro, porque pudiera alejarse de esos amigos, pero los está buscando, y está con ellos. ¿Por qué? Bueno, revela algo acerca de su corazón que necesita ser transformado en este proceso de la santificación progresiva. Y esto es algo que nosotros no podemos hacer. Esto es algo que solamente el Espíritu Santo puede hacer en nosotros.
Tenemos que estar llenos del Espíritu Santo, que implica estar bajo el control y el dominio del Espíritu Santo. Solamente así vamos a poder producir el fruto del Espíritu Santo en nuestra vida. Si no, lo que va a salir de nosotros son las obras de la carne.
Susi: ¿Y cuál es ese proceso bíblico? ¿Cuál es el proceso? Porque Dios sí nos da herramientas. No nos dice nada más: “Depende del Espíritu Santo y ve a la iglesia”. Él sí nos da ayuda. ¿Cuál es ese proceso bíblico?
Mateo: Bueno, todo este libro se va a basar en Efesios, capítulo cuatro, versículos 22 al 24. Leen así: “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”.
Ahí vemos tres elementos. La primera parte es despojarnos del viejo hombre. La segunda parte es renovarnos en nuestra mente, y la tercera parte es vestirnos del Señor Jesucristo. El autor va a dividir el libro en tres divisiones principales que son: refrenar la carne, renovar la mente y reflejar al Señor, reflejar a Jesucristo.
Estas son las maneras en que lo vamos a hacer: refrenar la carne, renovar la mente y reflejar a Cristo. Y viene precisamente de este pasaje. De aquí sale. Esto no es tres pasos individuales: cumple el primer paso, luego pasas al segundo. Como primero despójate de la carne, o refrena tu carne. Y luego, renueva tu mente. Yo lo veo más como las aspas que salen de una rueda, de una llanta, y permiten que gire.
Susi: Que gire de manera equilibrada.
Mateo: Sí. Constantemente en nuestra vida todo esto está sucediendo a la misma vez, de la misma forma, en conjunto. Lo vemos aquí en Efesios, capítulo 4, también, porque después de decir eso, el apóstol Pablo, en el versículo 25 hasta el 32, incluso más adelante en el capítulo 5 de Efesios, hace exactamente eso.
Dice qué debemos de dejar de hacer, de lo que debemos de despojarnos o desvestirnos, qué debemos de hacer, una acción positiva, y luego también nos da una razón, una verdad que debe motivar esa clase de acción. Por ejemplo, al final del capítulo. Creo que esto describe muchos de nuestros hogares (versículo 31): “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería”. Esa puede ser tu casa; puede ser mi casa a veces, ¿no? “Quítense”; despójate de eso: gritería, maledicencia y toda malicia.
Ahora nos da el comportamiento positivo: “Vístete”. O, pon en tu vida. “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros”. Entonces, cuando alguien me trata mal (agua caliente), lo que no debería de salir de mí es amargura, enojo, ira, gritería, sino misericordia, perdón, benignidad. ¿Por qué? Aquí viene la verdad que debe renovar mi mente. ¿Por qué debo yo tratar a otras personas que me tratan mal a mí con benignidad, misericordia, y perdón?
“Como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. Pablo está siguiendo su propio ejemplo. Y todo lo que dicen esos versículos es eso: lo que no debes hacer, lo que sí debes hacer y una verdad para renovar tu mente. Tenemos que entender eso. Este es el proceso del crecimiento de la santificación en nuestra vida: negarnos la carne y luego renovar nuestra mente por la verdad de Dios y adoptar en nuestra vida nuevas formas de actuar.
Susi: Y para los padres, esto no puede ser motivado solamente porque ya quiero hijos más obedientes, o ya quiero hijos más tranquilos. Esto es pensar a largo plazo las metas que tenemos para nuestros hijos. Yo quiero que mi hijo sepa cómo vivir cuando ya no viva en mi casa, cuando ya sea independiente.
Entonces cuando le entreno, le equipo, y también le modelo este proceso que Dios quiere que hagamos toda la vida. Toda la vida vamos a tener que estar refrenando la carne. Toda la vida vamos a tener que estar renovando la mente. Toda la vida vamos a tener que estar creciendo en reflejar al Señor. Entonces estoy preparando, discipulando, a mis hijos para que puedan luego discipular a otros, incluyendo sus propios hijos, y entiendan que este es el proceso de la vida hasta que lleguemos a estar con el Señor.
Mateo: Y no siempre será la misma lucha. Porque por la gracia del Señor podemos irnos despojando—más adelante hablaremos de mortificar la carne, que significa matar la carne para que ya no tenga la misma influencia en nosotros, el mismo poder. No siempre serán las mismas luchas, pero siempre habrá esta lucha en diferentes aspectos de nuestra vida. Finalmente, de esto se trata el discipulado.
A veces tenemos la idea de que el discipulado es un plan de estudio, algo que hacemos en la iglesia. Eso puede ser parte del discipulado que Dios hace en nuestra vida, pero el discipulado simplemente es ayudarnos mutuamente a llegar a ser transformados a la imagen de Cristo. Ayudar a ser más como Cristo. Es el discipulado.
Entonces, cuando nosotros miramos a nuestros hijos ¿qué es nuestra crianza? Nuestra crianza es simplemente ayudar a nuestros hijos a ser más como Cristo. Ayudarles a ellos a despojarse de su carne, a renovar su mente y a reflejar al Señor Jesucristo. De eso se trata la crianza, la vida cristiana. Simplemente ese es el enfoque que debemos de darle.
Es aquí donde otra vez vemos que nuestra sociedad no nos está ayudando en la crianza de nuestros hijos. Porque lo que quieren es que nosotros dejemos a nuestros hijos que sean ellos mismos. Y lo que Dios quiere es que no sean ellos mismos, sino que sean Cristo. Eso es lo que Dios quiere.
Susi: Es como que nuestra sociedad reconoce que algo está mal, pero no entiende la fuente del problema, la causa del problema. Entonces muchos están diciendo que somos los padres los que estropeamos a nuestros hijos. O sea, si los niños crecieran sin ningún otro ser humano a su alrededor, nunca saldría maldad de su corazón.
Pero sabemos que eso no es verdad, porque la bolsita de té…naces con esa bolsita de té de sabor a carne en tu corazón. Entonces esa es la esencia de la gran diferencia entre lo que el mundo está diciéndonos, los consejos que el mundo nos da sobre cómo cambiar a nuestros hijos. El mundo reconoce que hay problemas porque no se puede negar. Pero está completamente equivocado en cuanto a la fuente y la solución de esos problemas.
Mateo: Y creo que como padres necesitamos entender el proceso de santificación. Si no, no vamos a poder ayudar a nuestros hijos. Pero luego también tenemos que estarlo viviendo nosotros. Es el llamado para los padres: que yo esté refrenando mi carne, renovando mi mente y reflejando al Señor cada vez de manera más grande, mayor, para que yo esté reflejando a Cristo. Eso me va a permitir ser de influencia positiva en la vida de mis hijos.
Susi: Tenemos nuestra tarea por delante, ¿verdad? A mí me gusta porque esto no se siente tan complicado. A veces nos complicamos mucho la vida los padres. “Ay, es que tengo que pensar en esto y esto y esto”. Bueno, sí, es una tarea ardua, pero Dios nos ha dado tanto el proceso como el poder por medio del Espíritu Santo.
Y yo quiero comentar, tú puedes decir: “Pero es que mis hijos todavía no son salvos. Entonces no tienen al Espíritu Santo. ¿Cómo van a refrenar la carne? ¿Cómo les voy a pedir que refrenen su carne cuando no son salvos?” Pero la tarea del discipulado, en cierto sentido, es la misma, sea o no que estemos seguros de la salvación de nuestros hijos, ¿verdad?
Mateo: Sí, porque vamos a confrontar su carne. Vamos a presentarles las verdades de la Biblia que pueden renovar su entendimiento. Vamos a animarlos a reflejar a Jesucristo, y si no son salvos, van a ser confrontados con la realidad de que no pueden hacerlo. Y si son salvos, van a entender que solamente lo pueden hacer con el poder del Espíritu Santo.
Susi: No pueden ni inconversos ni salvos.
Mateo: Ellos tampoco pueden, sí. Solo es con el Espíritu Santo. Entonces sí, hay que confrontar a nuestros hijos. Lo que Dios quiere es lo que Dios hace. Él presenta su verdad, disciplina, castiga al hombre cuando peca, aún al hombre inconverso, y nosotros somos parte de ese proceso en la vida de nuestros hijos también.
Susi: Amén. Preparémonos, porque todavía falta bastante material para cubrir en esta serie. Gracias, Mateo, por ayudarnos con esto, por estar dispuesto a compartir esto.
Nosotros esperamos que al compartirles este material tan bueno puedan ser padres transformados, y que luego puedan ayudar a sus hijos a ser transformados día tras día. Esto es una crianza que realmente transforma. Seguimos en el próximo episodio con este tema tan importante.