Cuando muchas personas piensan en la crianza cristiana, lo primero que viene a su mente es el concepto de la disciplina. En cierto sentido, esto debe ser así porque Dios describe su trato de amor y santificación hacia sus propios hijos como “disciplina”. Lo que nos cuesta tanto es vivir la disciplina en la crianza con paciencia, consistencia, y flexibilidad. Hablemos de este reto tan importante.
Notas del episodio:
¿Alguna vez has pensado tú, papá o mamá que escuchas, que la crianza sería mucho más fácil si no fuera por la disciplina? ¿Por qué un Dios de amor, en los pocos pasajes que hablan directamente de la crianza en la Biblia, pone tanto énfasis en la disciplina? ¿Se te ha hecho un poco desequilibrado a veces? Ves la disciplina como una carga, una pesada responsabilidad necesaria y no deseada.
¿O eres de los que aman la disciplina, que los niños estén bien controladitos y todo esté bajo mi dominio como papá o mamá? ¿Confías en el poder de la disciplina como uno medio para hacer tu vida más fácil o para lograr tener hijos como tú los deseas? Ves la disciplina como una herramienta en tus manos para conseguir control y resultados.
Estamos acercándonos a los últimos episodios de nuestra serie sobre los retos diarios de la crianza. Y sin duda, la aplicación de la disciplina en el hogar por los padres es un reto diario. Aunque muchas de las respuestas a las encuestas que hice para esta serie se trataban de la disciplina en alguna de sus facetas, dejé este episodio para más adelante en la serie porque quería que primero tratáramos algunos de los otros temas que realmente se entrelazan bastante con este, como por ejemplo, la perseverancia que hablamos en el episodio 169, lo de modelar a Cristo como tratamos en el 172 con Betsy, hijos que cuestionan y a veces retan la autoridad como conversamos con Mateo en el 174. En fin, hablar de los retos en la crianza es hablar sobre toda una red de asuntos que no se pueden separar del todo. Pero en este episodio, después de haber puesto algunos de estos otros fundamentos, quisiera dirigirme a estos retos que tienen que ver con la ardua tarea de practicar una disciplina bíblica y amorosa con consistencia, con paciencia, y también con flexibilidad apropiada.
Hemos hablado bastante en otros episodios anteriores sobre la disciplina en la crianza. Si recién nos vas conociendo aquí en Crianza Reverente y te gustaría saber cuál creemos que es una perspectiva bíblica de la disciplina, te animo a escuchar los episodios 7 y 8, el 94, y el 120. Creo que te darán una buena idea de cómo vemos que las Escrituras quieren dirigir nuestra disciplina en la crianza.
Recordemos que en la Biblia no hay crianza sin disciplina, porque no hay vida en Cristo sin disciplina. Hebreos 12 nos muestra la disciplina del padre celestial hacia nosotros. Efesios 6 y el libro de Proverbios dejan muy claro que de alguna forma la crianza tiene que tratarse de cierto tipo de disciplina, y un estudio profundo de las Escrituras en general, y del NT en particular, nos demuestra que vivir en Cristo como pecador que aun lucha contra su pecado es vivir una vida de disciplina, una vida que se despierta cada mañana a participar en la batalla contra la carne y la batalla para la exaltación de Dios y su reino.
Entonces queremos criar hijos utilizando una disciplina que imita la del Padre (como hablamos en episodio 94), y que apunta a nuestros hijos hacia una vida de disciplina en el Espíritu como hijos de Dios. Las actitudes con las cuales aplicamos disciplina a la vida de nuestros hijos son igual de importantes que los métodos en sí. Por eso, tenemos que hablar de ser consistentes, flexibles y pacientes en la disciplina de nuestros hijos.
¿Por qué es tan difícil ser consistente como padre o madre en la disciplina?
- La naturaleza humana.
El ser humano es adaptable, emocional, sujeto a presiones externas, cambiante de opinión, y tiene sabiduría limitada. - La ignorancia sobre lo que implica la falta de consistencia.
- Integridad: los niños toman su concepto de integridad de la forma en que sus padres viven en consistencia (y al pedir perdón cuando no lo hacen).
- Idea de mis hijos acerca de Dios: los hijos aprenden sobre Dios viendo a sus padres y su vida.
- Hábitos y patrones: nuestros hijos están desarrollando sus hábitos y patrones para el resto de su vida.
- Falta de fe a largo plazo.
La falta de consistencia de parte de los padres resulta en una falta de confianza de los hijos hacia sus padres en cuanto a su autoridad y guía. Esto casi siempre resulta en una falta de fe en Dios a largo plazo.
- Demasiadas reglas y condiciones.
Cuando confiamos mucho en las reglas y las condiciones (que si haces tal, te doy tal, etc.), luego no somos capaces de recordar todas esas reglas y condiciones, o gastamos demasiada energía intentando controlarlas.
- Pecado personal.
Padres que luchamos de manera regular con la pereza, la ira, la falta de control emocional, etc., no seremos capaces de ser consistentes en la disciplina amorosa y cuidadosa con nuestros hijos.
¿Cómo ser más consistente?
- Oración y dependencia.
- Confesión de pecado y esfuerzo para trabajar en áreas de necesidad. Rendición de cuentas.
- Mi “sí” es sí, y mi “no” es no. Sin excepción. No me permito ser manipulado.
- Buscar fortalecer mi fe en Dios y su manera de obrar.
- Poner menos reglas, requisitos y condiciones, y más principios generales. Enfatizar más las actitudes que el cumplir por obligación. Establecer expectativas claras.
- Aplicar consecuencias apropiadas a la falta. Practicar comprensión y conversación, pero ejercer firmeza basada en convicción.
- Respirar profundo, tomar un momento para pensar, y consultar con el cónyuge.
Algo que hace más difícil la consistencia es nuestra falta de paciencia en el momento en que un hijo no entiende, no obedece, está fuera de control, etc.
¿Qué provoca falta de paciencia en el momento de saber que necesitas ejercer algún tipo de disciplina?
(Aclaración: hay disciplina que es más constructiva, como ayudar en un proceso difícil para el niño y que él necesita aprender a hacer–como ensayar el piano. Y hay disciplina más punitiva por haber desobedecido.)
- Hago que se trate de mí.
- La presión de la situación actual me sobrepasa.
¿Cómo crecer en paciencia?
- Confesión y dependencia.
- Detenerme y preguntarme si me estoy poniendo en el centro.
- Recordarme que es un privilegio ser agente del reino en el evangelismo y discipulado de un ser humano, y que cada necesidad de disciplina es una oportunidad.
¿Y qué de la flexibilidad? Hay que ser consistentes, sí. ¿Entonces nunca hay excepciones? ¿Cada vez que mis hijos hacen algo que les he dicho que no hagan, es desobediencia declarada y necesitan disciplina inmediata?
!Cuánta necesidad de sabiduría esta pregunta nos revela! Cada padre y madre es diferente, y cada hijo es diferente. Recuerda: la crianza bíblica no se trata de fórmulas, reglas y listas de “sí” y “no”. Se trata del discipulado diario de un ser humano único que ha sido confiado a nuestro cuidado.
¿Qué hace que seamos INflexibles?
- Orgullo sobre mis reglas, o mis “hijitos bien obedientes”.
- Demasiada preocupación por el orden y las reglas.
- Egoísmo sobre mis tiempos y horarios.
¿Qué hace que seamos demasiados flexibles?
- Supuesto amor—pero un amor que deja a alguien en su pecado no es amor.
- Pereza.
- Temor al hombre (Escucha el episodio anterior, # 175, para más sobre este tema.)
¿Cómo se ve una flexibilidad piadosa en los padres cristianos?
- Buscamos discipulado principalmente, y vemos la disciplina como una parte de él. Si se presenta una oportunidad para el discipulado, eso toma prioridad sobre un método de disciplina en el momento.
- El corazón es más importante que la conducta.
- Disciplina corporal o punitiva es solo para desobediencia clara.
- Las reglas, el orden, los horarios, y los roles de tareas domésticas… todos contribuyen a un propósito mayor, y a veces ese propósito se cumple por medio de una excepción.
Que Dios nos ayude a ser padres cristianos que disciplinamos como el Padre celestial, con amor y consistencia, flexibilidad y paciencia.