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Ep 183: El único método perfecto para la crianza

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March 4, 2025

Existen muchas metodologías de crianza que prometen resultar en hijos inteligentes, bien portados, realizados, y emocionalmente estables. Pero ¿existirá un método infalible, perfecto, completamente confiable? Para el hijo de Dios que busca criar a sus hijos en el temor de Jehová, sí existe. ¡Únete a nosotros para descubrir más!

Transcripción:

En el diseño de Dios vemos el patrón de ciclos de tiempo relacionados con recordatorios. Él diseñó el mundo en 6 días y descansó el séptimo, llamando luego a su pueblo a hacer lo mismo. Diseñó el ciclo de estaciones cambiantes que conforman el año. Dependiendo de dónde vives, quizá no experimentas las cuatro estaciones en su plenitud, pero todos los conocemos y entendemos que son parte del diseño original.

Igual cuando Dios separó un pueblo para sí y les dio leyes e instrucciones, les encargó que tomaran ciertos tiempos del año como pausa para recordar las obras de Dios, reunirse para escuchar su Palabra leída y enseñada, y para confesar pecado y restaurar comunión con Él. Cada año viene siendo un ciclo de remembranza y recordatorios para sostenerlos.

Somos gente olvidadiza que necesitamos recordar y reevaluar constantemente, ¿no? Yo veo eso en mi propia vida. No vivo de manera consistente según principios que sé muy bien en mi cabeza. Se me olvida la importancia de ciertas verdades y prácticas que tienen un enorme impacto en mi vida diaria. Y cuando pienso en la crianza, es un área en la que es muy fácil tratar de emplear tantos métodos para lograr tantos objetivos diferentes, que, sin darnos cuenta, y sin querer incluso, abandonamos o minimizamos el único método perfecto para la crianza.

Recuerda que, en Crianza Reverente, buscamos criar con metas bíblicas y métodos bíblicos. Estas dos cosas van de la mano. Podemos tener metas bíblicas en teoría, pero si no empleamos métodos bíblicos para alcanzar esas metas, realmente no estamos persiguiendo metas bíblicas. Viene siendo pura teoría que no ha llegado a ser realidad.

Puedo decir con mi boca, y con toda buena intención en mi corazón hasta cierto punto, que quiero criar hijos que lleguen a conocer a Dios y disfruten de Él para siempre, sirviéndole con sus vidas. Amén. Pero si en el día a día no hay ciertas actitudes, actividades, prácticas, palabras—o sea, ciertos métodos—esa meta no se va a lograr.

Hace varias semanas estuve leyendo el Salmo 19 y al meditarlo pensé: “este salmo nos presenta el único método perfecto para la crianza reverente”. ¿Existe un método perfecto? ¿En serio? Pues, si con “método perfecto” queremos decir que siempre produce el mismo efecto, no. Pero con “método perfecto” quiero decir que es un método completamente adecuado sin que le falte nada esencial.

Veamos el Salmo 19 para desglosar juntos esta idea:

El salmo comienza diciendo: Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos.

Luego siguen varios versículos que amplían esta idea de la creación predicando la gloria de Dios.

Llegamos a la segunda parte del salmo y lo voy a leer:

7 La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma;

El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.

8 Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón;

El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos.

9 El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre;

Los juicios de Jehová son verdad, todos justos.

10 Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado;

Y dulces más que miel, y que la que destila del panal.

11 Tu siervo es además amonestado con ellos;

En guardarlos hay grande galardón.

12 ¿Quién podrá entender sus propios errores?

Líbrame de los que me son ocultos.

13 Preserva también a tu siervo de las soberbias;

Que no se enseñoreen de mí;

Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión.

14 Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti,

Oh Jehová, roca mía, y redentor mío.

 

Me imagino que captaste que el salmista dice qué es la Palabra de Dios, también la describe con palabras que captan nuestra atención, pero lo que me llamó la atención ese día que la estaba meditando—y lo que me hizo pensar en cómo este salmo nos ayuda como padres—es que nos dice lo que la Palabra hace, o lo que puede lograr.

Estaba leyendo todas esas cosas que la Palabra produce y logra, y yo pensé: ¡eso es lo que los padres cristianos queremos (o debemos querer) para nuestros hijos!

¿Cuál padre o madre creyente no quiere que sus hijos sean convertidos, sabios, alegres, alumbrados, amonestados cuando lo necesiten, que tengan grande galardón, que entiendan sus propios errores y sean librados de ellos, que sean preservados de la soberbia para que no les controle, que sean íntegros y limpio de rebeldía? Que los dichos de su boca y la meditación de su corazón sean gratos delante de Jehová, su roca y redentor.

¡Wow! Qué hermoso cuadro de lo que quisiéramos para cada pequeña, mediana y grande persona en nuestro hogar. Y ¿cómo se logra esto? ¿Qué dice el Salmo sobre cómo es que uno alcanza todas estas cosas? Quiero saber pasos 1, 2 y 3.

No dice nada sobre el esfuerzo humano para producir estas cosas. Nada. El ser humano solo aparece como el que recibe el efecto de esta Palabra. Esto debería hacernos pensar muchísimo sobre nuestro concepto de cómo los hijos en un hogar cristiano donde hay Palabra realmente llegan a ser convertidos y sabios e íntegros.

Es la Palabra la que hace la obra.

Fíjate en todas las palabras que el salmista utiliza para referirse a la Palabra de Dios: ley, testimonio, mandamientos, precepto, temor, juicios. El salmista ha pasado mucho tiempo en la Palabra de Dios, y entiende sus facetas y componentes. No solo es ley que establece parámetros y reglas, sino que también es testimonio—la revelación de Dios mismo y lo que Él piensa y lo que Él ha hecho en el pasado.

No solo son mandamientos que hay que obedecer, sino que también hay preceptos y juicios que enseñan sabiduría y discernimiento, que establecen hábitos y estilo de vida saludable y honroso. El salmista reconoce el tesoro que es la Palabra de Dios, y la riqueza de sus diferentes funciones.

Y el padre y la madre que ejercen su responsabilidad y autoridad dadas a ellos por Dios mismo de una manera que da lugar abundante a la obra de la Palabra de Dios en su hogar también tienen que conocerla y valorar todas sus funciones y aspectos y virtudes. Hermanos, no podemos ver la Palabra de Dios como una serie de reglas que nuestros hijos deben seguir para ser buenas personas. No solamente como un buen resumen de lo que es vivir sanamente. No solamente como dichos sabios que hacen la vida mas fácil. No como un recetario para llegar al éxito y la felicidad. No como la historia de la civilización de un punto de vista de la religión. No como mantras para ser memorizadas y recitadas. No como un camino a ser bendecido por un Dios estricto.

Conozcamos la Palabra de Dios en todo su esplendor. Estudiemos y deleitémonos en cada parte de ella, cada género, cada libro. Propongámonos a ser buenos estudiantes de ella para que cuando la hablemos delante de nuestros hijos, podamos usarla correctamente, de una manera que honre el significado verdadero del pasaje. Preparémonos para usar bien la Palabra, y para admitirlo cuando no estamos seguros.

El salmista también describe la Palabra. Nos dice cómo es, qué características tiene. Es perfecta esa ley, son fieles los testimonios, son rectos los mandamientos, es puro el precepto, es limpio y eterno el temor de Jehová (refiriéndose en el contexto a la Palabra de Dios), sus juicios son verdad y justos. Dulces y deseables son las ultimas palabras descriptivas que se utilizan en el salmo para la Palabra.

¿Tú conoces otra fuente de información, de enseñanza, de sabiduría, que se pueda describir así? Sabes, le puse como título a este episodio “el único método perfecto para la crianza”, y es por esta misma razón que lo puse así.

Nada se compara con la Palabra de Dios. Nada más puede llamarse perfecto, ni 100% fiel, ni recto y puro en todos sus atributos. Solamente la Palabra de Dios, donde vemos a Dios y su plan revelado, puede llamarse perfecto.

Pero ¿cómo justifico utilizar el término “método” en el título de este episodio? Si yo estoy diciendo que la porción de este salmo 19 que estamos viendo no contiene ningún mandamiento, ningún directriz, ¿cómo podemos decir que es el “método perfecto”? De hecho, nosotros aquí en Crianza Reverente creemos y hemos dicho que la Biblia no es un manual de crianza. Su propósito no es darnos lineamientos específicos para la crianza diaria, como tipo “haz esto” y “no hagas eso” y así tendrás el hogar cristiano perfecto y tus hijos saldrán bien. Obviamente no creemos eso.

Pero piensa un momento en cómo los padres tendemos a pensar sobre lo que se hace y no se hace en el hogar con nuestros hijos. Dependiendo de nuestras personalidades y trasfondos y todos esos factores, en esencia tomamos decisiones mil veces al día sobre lo que se permite y se prohíbe, lo que se come, los lugares que vamos, quién viene a la casa y a qué casa vamos, cómo pasamos nuestro tiempo, etc., etc. Y esas decisiones se basan en lo que creemos. Esto no es nada nuevo, pero tenemos que regresar a esto una y otra vez. Tú actúas en base a lo que crees. Yo hablo y dejo de hablar en base a lo que creo. Mi esposo va, o no va, en base a lo que él cree. Así somos.

Y el salmista anhela que podamos experimentar la vida en base a creer completamente en la perfección, la pureza, la fidelidad, la rectitud, la justicia y la verdad de la Palabra de Dios. Es viva y eficaz. No es solo un libro. Es algo vivo. Es la revelación de Dios mismo, y eso es TODO lo que necesitamos para nuestra crianza.

Qué descanso para nuestras almas si podemos cerrar Instagram y Tiktok y Facebook y ChapGPT y blogs y grupos de mamás, y dejar de escuchar la voz de psicólogos o familiares inconversos sin prioridades bíblicas. Toda la confusión y culpa falsa que viene por atender a voces no-bíblicas, y por seguir nuestro propio corazón idólatra y necio, se va disipando cuando creemos firmemente en la Palabra de Dios y procuramos que ella sea nuestra base de todo pensar y actuar.

Entonces como padre y madre, mi esposo y yo primero tenemos que examinar en qué creemos. Este salmista emana confianza absoluta en la Palabra. Pero hay otra cosa que le caracteriza aquí. Deleite. El salmista desea y anhela los beneficios y las bendiciones de la Palabra. Sabes, muchos de nosotros hoy en día nos deleitamos en, y anhelamos, muchas cosas materiales o de este mundo (como el reconocimiento, la fama, la realización personal, etc.). La confianza y el deleite van de la mano. Nos deleitamos en lo que pensamos que es confiable. Me deleito en poder ir de shopping y comprar ropa de marca porque confío en algún tipo de autoconfianza que me va a traer poder andar con esa ropa, o en la posición que me dará delante de otros, o en cómo me sentiré en cuanto a la belleza física. CREO que me dará algo, entonces me deleito en eso.

Es ejemplo tontito, pero es la realidad. Un papá se puede “deleitar” en trabajar horas extras, pero pues realmente se está deleitando en el dinero que le traerá ese tiempo extra, lo cual le conseguirá algo que le gusta a él como un carro quizá, o algo que va a poder conseguir a sus hijos para que se sienta bien y realizado como padre que le da a sus hijos lo que él no pudo tener. O quizá se deleita en esas horas extras porque en el trabajo le admiran por sus habilidades y en casa siente que no es así, que él llega y tiene que servir a su esposa e hijos, y eso no le da deleite para nada. Este papá está creyendo algo que le está llevando a deleitarse en algún supuesto beneficio.

Y el Salmista desea que tú y yo nos deleitemos en la Palabra porque confiamos completamente en ella para traer los beneficios que son verdaderos. Tenemos que creer que lo mejor que podemos alcanzar en esta vida es ser convertidos, sabios, alegres de corazón, tener ojos alumbrados, ser amonestado y entender nuestros propios errores, preservados de soberbia, íntegros y limpios de rebelión. Este es el gran galardón que podemos experimentar en esta tierra. Solo así los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón serán gratos delante de Jehová, mi roca y mi redentor. ¡Esto es grande galardón!

Tengo que tener total confianza y deleite en Dios y su Palabra para producir este hermoso cuadro. El método perfecto para la crianza reverente es que el papá y la mamá se deleiten en y confíen en la Palabra, y que en su vida haya evidencia de que la Palabra está haciendo lo que el salmista dice que hará. Entonces, los padres emanan palabra, reaccionan y responden con actitudes y palabras que tienen su base en la verdad de la Palabra, contagian a sus hijos esa confianza y deleite.

Y su conocimiento de la Palabra junto con esa confianza absoluta en Dios resulta en decisiones sabias en lugar de necias, reglas de casa que reflejan el carácter de Dios y la gracia de Dios, discipulado que edifica a un hijo pecador y desanimado, instrucción sabia que usa la Palabra para abrir los ojos de sus hijos a sus propios errores. Los padres serán preservados de la soberbia, nunca controlados por ella, sino que serán íntegros. Siempre hablarán la verdad, y la hablarán con gracia. Sus hijos verán la riqueza y la atracción de la Palabra y de su Autor.

Este es el método perfecto para la crianza reverente, la crianza en el temor de Jehová.

Pero quizá todavía estás pensando, ¿y qué tengo que hacer?  Recuerda algo que hemos dicho antes aquí en el podcast. Primero tienes que ser. Siendo hijo o hija de Dios que busca confiar y deleitarte en la Palabra de tal manera que se producen estas cosas en ti, llegarás a hacer lo correcto en tu crianza.

¿Qué hace una persona que anhela caracterizarse por el deleite y confianza en la Palabra como el salmista David? Pues David mismo escribió muchos salmos, y uno de ellos nos abre una ventana a sus hábitos que son resultado de su deleite y confianza, pero también alimentan su deleite y confianza en la Palabra.

En el Salmo 119, vemos varias cosas que nos pueden ayudar. Te animo a meditar en este salmo, pero solo quiero comentar por ahora algunas cosas que vas a encontrar ahí en cuanto a acciones, actitudes y hábitos que puedes fomentar para ti, y para tus hijos, para ser esta persona de Salmo 19:

  •       Con todo el corazón buscan a Jehová. Toda la vida gira alrededor de Él y esto significa que constantemente se exponen a la única fuente infalible de conocimiento sobre Él.
  •       Atender a sus mandamientos. Esto comunica la idea de tener la antena puesta en modo “buscar señal”. Oídos atentos y mente abierta a recibir y obedecer.
  •       Aprender sus justos juicios. Esta es una idea más planeada—busco tiempo para aprender, estudiar, etc.
  •       En mi corazón he guardado tus dichos. Memorización y meditación habitual de la Palabra. La traigo conmigo impresa en mi memoria y corazón.
  •       “Abre mis ojos”. El Salmista ora y pide al Señor que le abra los ojos espirituales. Reconoce que no puede entender si la intervención del Espíritu Santo para abrir su entendimiento. Oración es clave.  
  •       “Te he manifestado mis caminos”. Confesión vulnerable y transparente delante de Dios, y yo agregaría, delante de tus hijos cuando sea apropiado. Esto pudiera referirse también a poner los planes delante de Dios con las manos abiertas. Relacionado a esto el salmista constantemente pide que Dios le guíe.
  •       “Aparta mis ojos de la vanidad”. Esto indica decisiones habituales de evitar cualquier cosa que no concuerde con la verdad de Dios. Esto es super importante hoy en día con todo el material que consumamos en redes e internet.
  •       “Hablaré de tus testimonios”. No solamente es cuestión de la mente y el corazón, también debe salir de la boca.
  •       Me consuela en mi aflicción”.
  •       “Cánticos fueron para mí tus estatutos.” Himnos de buena doctrina que reflejan verdades bíblicas en el hogar.
  •       “Consideré mis caminos, y volví mis pies a tus testimonios”. Auto evaluación, arrepentimiento.
  •       “Compañero soy de todos los que te temen.” Toda la familia escoge pasar tiempo con personas que aman a Dios y su Palabra y evitan que otro tipo de persona tenga influencia en su vida. Esto puede aplicarse incluso a la familia. Limitar la influencia.
  •       Cuando otros me oprimen, maltratan o mienten… encuentro consolación y ayuda en tu Palabra.
  •       Me disgusta cuando no guardan tus palabras. Mis hijos ven que no apruebo de la mentira, el pecado, y la falta de justicia. 
  •       Me he regocijado en tus estatutos. Mis hijos saben que lo que más me produce gozo es ver a Dios en su Palabra (sí, aún más que cuando mi equipo mete gol, o cuando me regalan aretes de oro en mi cumpleaños).
  •       Practico la esperanza en la salvación futura que encuentro en tu Palabra. No me apunto a mí mismo ni a mis hijos a tener esperanza en cosas pasajeras.

Con esto tenemos para comenzar a evaluar si en nuestro hogar se está utilizando el único método perfecto que puede llevar a conversión, gozo, sabiduría e integridad. ¿Nos caracterizamos por buscar, atender, aprender, memorizar, meditar, orar, confesar, anunciar, cantar, arrepentirnos, regocijarnos, consolarnos, esperar en la Palabra de Dios? Si estos hábitos son reales en nuestra vida, el impacto sobre nuestros hijos y las rutinas diarias en el hogar será contundente. No hay garantía en la crianza, eso es totalmente cierto. Pero hay un camino que Dios establece, y es que padres que aman a Dios con todo su corazón hablen de la Palabra en todo tiempo porque fluye de un corazón rendido a Dios. No es complejo, pero sí requiere de intervención divina.

Evalúate esta semana a la luz de la Palabra y pregúntate qué necesita cambiar desde hoy para que en tu hogar se aplique el único método perfecto para una crianza reverente. 

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Autor

  • Susi es la fundadora de Crianza Reverente y anfitriona del podcast, mamá de un adolescente y dos adultos jóvenes, y esposa de Mateo Bixby, uno de los pastores de Iglesia Bautista la Gracia en Juarez, NL, México. Juntos colaboran también en la Universidad Cristiana de las Américas en Monterrey, NL.

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