Si alguien les preguntara a las personas cercanas a ti si eres “devoto” a la crianza de tus hijos, ¿qué crees que responderían? Quizá te ves como padre o madre de devoción, pero pudiera ser una devoción desmedida a tus hijos mismos en lugar de la tarea de la crianza bíblica. En este episodio profundizamos en algunos de los conceptos más importantes del capítulo 5 del libro “Crianza Bíblica”, conversando con el autor. ¡No te lo pierdas!
Preguntas de reflexión:
- ¿Puedes identificar algunas maneras en que has intentado compensar o justificar tu falta de devoción a la tarea de la crianza?
- ¿De qué maneras has centrado tu devoción en tus hijos tal que has abandonado cierta parte de tu tarea bíblica de la crianza?
- Si eres papá, identifica dos maneras tangibles en las que debes involucrarte más en la crianza de tus hijos. Pasa un tiempo en oración pidiendo la ayuda del Señor.
- Como matrimonio, ¿en qué áreas de la crianza no han estado alineados y qué necesitan hacer para alinearse?
Transcripción:
Susi: Cuando yo pienso en ti, tú que escuchas este podcast, yo quiero pensar que el mero hecho de que tú estás haciendo el esfuerzo por escuchar un recurso de crianza bíblica indica cierto compromiso y cierta devoción a tu tarea de crianza, y cierta humildad que reconoce que necesitas crecer. Nosotros aquí en esta conversación de hoy queremos animarte a que esto es una buena señal. ¿No es cierto, Pastor Chacho? Como pastor, ¿no te da gusto ver que las personas busquen crecer y busquen buenos recursos para su crianza?
Héctor: Sí, Susi, así es. Estoy de acuerdo. Creo que la crianza, así como muchas otras áreas de nuestra vida, a menos que no nos propongamos crecer, no lo haremos. Esta intención de crecer es noble; es buena. Creo que es algo que está ordenado para el cristiano en todas las áreas de su vida.
Susi: Amén. Pues, por eso hoy queremos hablar de ser padres devotos, devotos a la tarea de la crianza. Creo que los padres que están escuchando pueden sentir ánimo al saber que por lo menos sí están buscando ese crecimiento.
Pero bien, hoy estamos hablando del capítulo 5 del contenido, y algunas otras cosas que podemos sacar de ahí del libro del Pastor Chacho. Se llama Crianza bíblica. La mayoría de ustedes han estado siguiéndonos, y ya llegamos a capítulo 5. Hermano, en capítulo 5 de tu libro, tú llamas a los padres a criar con devoción y no con dejadez. Ese contraste es interesante. Mencionas varias razones que pudieran estar detrás de esta dejadez que caracteriza a muchos padres. Mencionas cosas como evadir lo incómodo, la ignorancia, el egoísmo, el desenfoque.
Creo que hemos hablado de algunas de estas cosas anteriormente, pero yo quisiera preguntarte sobre lo que dices de la respuesta de los padres a su misma dejadez. En lugar de corregir estas áreas, dices que se sienten culpables e intentan compensar o justificar esa dejadez. ¿Cuáles son algunas maneras en que los padres cristianos de hoy intentamos compensar esa falta de devoción a la tarea de la crianza, o a veces justificarlo?
Héctor: Sí, así es. Esta actitud, como dices, de dejadez, no se circunscribe, o no se limita, a los padres no cristianos, sino también a los cristianos. Y la razón básica, como la más alta, lo más alto que podemos decir, es que realmente la crianza nos absorbe y demanda de nosotros entrega, y eso hace que muchas cosas se interponen y dificultan que nosotros nos entreguemos a la labor de criar como corresponde, y tendemos a ser dejados.
Ciertamente, como dices, hay razones o hay argumentos, y hay formas que la gente usa para o justificar o compensar su dejadez. Pienso en muchos padres que la falta de entrega y devoción paterna que los lleva a la culpa, como mencionaste, produce en ellos una inclinación a llenar a sus hijos de provisión material: de regalos, de obsequios, de actividades de entretenimiento, que en sí mismas no están mal, pero la crianza va mucho más allá de los obsequios, de los regalos, de entretenimiento. Cuando yo no estoy presente, no estoy todo lo entregado que debo estar, eso me crea un sentido de falta, que estoy en falta con mi hijo, y conduce a muchos padres a sobrellenar a sus hijos de estos temas materiales.
En otros casos, hay padres que lo que hacen es que entran en una especie de indulgencia moral. Les permiten a sus hijos cosas que no les deberían permitir porque se sienten culpables porque no están, o no se entregan todo lo que deberían. Entonces prefieren y optan por no llamar la atención, por no reprender al hijo cuando debe ser reprendido, por no decirle que “no” casi a nada. Porque se dicen a sí mismos: “Bueno, pues, como no estoy con él todo lo que quisiera”. A veces esto es inconsciente; pues ceden demasiado en asuntos morales. Y es lo que denomino que son padres que se convierten en cómplices de sus hijos en sus desvíos morales, en indulgentes morales, porque se sienten culpables por su falta de entrega.
En otros casos, hay padres que además de sobrellenarlos materialmente y de ser indulgentes moralmente, lo que hacen es que ponen un sobre énfasis en la inversión académica de sus hijos. Entienden: “Bueno, yo no estoy tanto como puedo, no puedo estar ahí, etcétera…no me entrego tanto”, y de manera inconsciente sobre invierten en la parte académica. Lo ponen en el mejor colegio; le buscan tutores, gente que lo acompañe, o también le buscan entrenadores deportivos, de tal manera que el hijo desarrolle todas las habilidades que puede desarrollar.
Pero realmente hay un hueco en la parte de entrega paterna que está tratando de ser compensada. Muchas de estas cosas que los padres hacen, a veces de manera desviada, compensando su dejadez, lo justifican diciendo: “Bueno, yo lo hago por mi hijo. Es por el bien de él; es por su provecho”. Incluso quizás su trabajo en exceso, y todo lo que los padres hacen para conseguir su nivel socioeconómico adecuado, también dicen: “Es por el bien de mi hijo. Yo lo hago por ellos”.
Pero en realidad, si pusieran su vida en orden y pudieran admitir que lo que hay es una dejadez paterna, y que lo que se requiere, más que regalos y obsequios, más que sobre inversión académica, más que indulgencia moral, lo que se necesita es una mayor entrega en la labor de formar el carácter de mis hijos. Estas son algunas de las formas que la gente usa para sentirse bien y ponerse bálsamo en su conciencia de la falta de entrega a la labor de la crianza.
Susi: Sí. Y yo pienso en otro, que afecta bastante a las mamás, y esto es esta idea bastante moderna, en cierto sentido, del autocuidado. Entonces una mamá puede estar en la casa con sus hijos, pero ella justifica su falta de interacción intencional con ellos, su falta de guiarlos realmente, con esa idea de: “Es que yo necesito tiempo para mí. Yo necesito desconectarme. Yo necesito mi propio entretenimiento. Yo necesito muchas cosas”.
Eso sería otra manera de justificar una dejadez hacia los hijos, de estar criando realmente de manera intencional. Obviamente no estoy diciendo que las mamás nunca necesitan tiempo para cuidarse. No estoy diciendo eso. Pero sí, hoy en día con las redes sociales, lo fácil que es gastar dos horas sin darse cuenta en el celular, se justifica por: “Bueno, yo necesito mi tiempo”. También es otra justificación que a veces veo.
Héctor: Así es. Hay que aprender a discernir cuándo ya una atención personal, mi devoción a mi persona, compite y boicotea la devoción que debo tener hacia mi familia, hacia mis hijos. O sea, hay que discernir. Y obviamente todos estos principios que estamos hablando desde el primer episodio que grabamos, tienen mucho que ver con mi relación con Dios. Si yo no estoy conectado con Dios a través de su Palabra, a través de mi comunión diaria con él en oración, es difícil que yo pueda discernir cuándo yo me desvío del camino a seguir en esta labor intensa de la crianza. Esto necesita definitivamente que yo esté en una comunión con Dios diaria, cotidiana y vital, que me permita a mí tener la sabiduría necesaria para poder diagnosticar mis propios desvíos.
Susi: Exacto. Muy bien. En el libro, varias veces en los capítulos de este libro, nos has ayudado a comprender mejor el versículo de Efesios 6:4, que es muy importante, un texto muy importante de la crianza, que dice: “Ustedes, padres, no provoquen a ira a sus hijos, sino críenlos en la disciplina e instrucción del Señor”. Y en este capítulo 5 tú explicas lo que esa palabra críenlos realmente significa. No lo voy a repetir aquí porque quiero que nuestros oyentes compren el libro si todavía no lo han hecho, y lo tengan ahí como un recurso.
Pero al explicar este concepto, tú llegas a la conclusión de que la implicación aquí es que los padres deben, con devoción, dedicarse a proveer todo lo que los hijos necesitan para su crecimiento y madurez como personas. Pero tú dices que la actitud de devoción, más que a los hijos mismos, debe ser la misma labor de la crianza. Yo creo que esto es clave, porque he observado, y creo, que en Latinoamérica hay padres o madres en particular muy devotas, pero son realmente devotas a sus hijos, y esto puede llegar a ser casi idólatra. Es lo que yo he observado.
Entonces, en lugar de estar devotos a la tarea de la crianza, están realmente devotos, de una manera casi idólatra, a sus hijos. ¿Cómo podría un padre o una madre que cree estar devoto a la crianza identificar si realmente está dirigiendo su devoción más hacia su hijo de una manera que llegaría a ser idólatra?
Héctor: Esta observación que haces, Susi, es sutil, pero es importante. Cuando la devoción se hace a la persona, yo incluso puedo descuidar la labor de la crianza por devoción a la persona. Por ejemplo, un hijo que necesita ser reprendido por alguna falta que cometió, y esa falta que cometió requiere que el padre admita, por ejemplo, frente a otro padre, frente a otro padre de un hijo de un amiguito de su hijo, que su hijo falló, que su hijo pecó, que lo hizo mal, muchas veces nuestra devoción al hijo va a tentarnos a esconder la falta de mi hijo o a defender a mi hijo, a pesar de que lo que mi hijo hizo es reprensible.
La falta de devoción a la crianza y una devoción al hijo va a llevar a nosotros a defender algo que no es defendible, y que lo que sencillamente requiere es una admisión, una pedida de perdón y enseñar y conducir al hijo a pedir perdón y a buscar la reconciliación con ese amiguito contra el cual pecó. Entonces sí, ciertamente, como digo, es sutil, pero es delicado y es importante.
Esto pasa también mucho en el contexto de la educación académica de los hijos. A veces nuestros hijos vienen con historias de que un profesor los trató mal, de que alguien en el colegio los trató mal, y nosotros inmediatamente levantamos nuestra bandera de defensores de nuestros hijos, sin considerar que nuestros hijos son pecadores y pueden estar equivocados, y son egocéntricos. Muchas veces los testimonios que nos dan y las historias que nos traen tienen que ser confirmados. Nos tenemos que cerciorar de que lo que nos está diciendo nuestro hijo es correcto, porque nuestro hijo primero puede tener una percepción equivocada, o puede tener una historia distorsionada pecaminosamente.
Nuestros hijos son pecadores. Lo que dices es absolutamente vital, de que nosotros cuidemos de que la devoción a la crianza no la confundamos con devoción al hijo, porque el hijo no debe gobernar. Y la defensa y la protección de la imagen del hijo no debe gobernar nuestras acciones. Nosotros hemos de serle fiel a Dios.
Muchas veces en esta labor de crianza, y muchas veces esa devoción a la labor de criar como Dios quiere, va a implicar que enfrentemos a nuestros hijos, que expongamos a nuestros hijos, que disciplinemos y corrijamos a nuestros hijos a pesar de que nuestros hijos a veces se sientan mal, se sientan incómodos, se sientan expuestos, pero esto requiere la formación de su carácter. O sea, que absolutamente de acuerdo contigo que tenemos que discernir si en algún momento nosotros hemos cometido el error de sobreproteger a nuestros hijos o de sobre defender a nuestros hijos, o de convertirnos en paladines de la defensa de ellos, a pesar de que requieren una corrección y una reprensión.
Susi: Yo creo que también se puede manifestar en decisiones que tomamos como familia: cuando ponemos por delante de la crianza, la vida familiar que Dios manda, ponemos el desarrollo de los hijos en algún área de su vida, entonces en lugar de ir a la iglesia, aceptamos que nuestro hijo participe en alguna actividad deportiva o académica extracurricular que requiere que falte de manera regular a la iglesia.
O ya no hacemos el devocional familiar porque los hijos están muy involucrados en sus actividades deportivas o académicas. Entonces estamos poniendo ese desarrollo de los hijos como una prioridad. Estamos devotos al desarrollo de los hijos, en lugar de estar primeramente devotos a la crianza como Dios manda. Eso es otro ejemplo. Es una necesidad que todos debemos de evaluar.
Héctor: Excelente ejemplo. Así es.
Susi: Cambiando un poquito de tema, yo sé que la Biblia está bastante clara sobre el hecho de que la crianza debe ser una labor conjunta que realicen papá y mamá juntos, obviamente si es que están presentes ambos en el hogar. Y en este capítulo comentas que ninguno de los dos puede lavarse las manos en cualquier aspecto de la crianza. Si está papá y está mamá, los dos tienen que estar involucrados.
Pero hay una moda hoy en día—hay dos modas. Hay una tradición fuerte en Latinoamérica, donde el papá no se involucra. Pero también hay una moda de…bueno, ahora la solución es 50/50, ¿verdad? Hay que repartir las labores. Y sabemos que nunca funciona así exactamente. ¿Pero qué es lo que realmente un matrimonio cristiano necesita hacer para poder compartir la carga de la crianza adecuadamente? ¿Tienes algunas sugerencias para los matrimonios que se están preguntando cómo es que deben hacer esto?
Héctor: Sí. Bueno, realmente nada en el hogar se puede dividir de manera matemática, 50/50, ni siquiera las finanzas.
Susi: Ni los platos sucios…
Héctor: Exactamente. La tarea del hogar, con todo lo que ello implica, desde el gobierno de los hijos, las decisiones financieras y otros tipos de decisiones del presente y futuro de la familia, tienen que ser compartidas entre papá y mamá, funcionando según el diseño de Dios: un hombre líder-siervo que se sacrifique por su esposa y por su familia, una mujer sometida de manera gozosa al liderazgo de su esposo y que se encargue también de ser el viento debajo de las alas de su esposo, y de nutrir lo que su familia necesita a nivel emocional y espiritual.
Entonces en esta danza, por así decirlo, de funcionamiento, es donde florecen nuestros hijos; es donde se da todo lo que es la labor de la crianza. Todo lo que implique criar, papá y mamá tienen que estar absolutamente involucrados, totalmente involucrados tanto como les sea posible. Obviamente, dentro de una dinámica de familia, papá y mamá no tienen el mismo tiempo para estar con los hijos; o sea, las dinámicas laborales, muchas veces fuera del hogar, hacen que el tiempo que papá y mamá puedan estar en el hogar o presente con los hijos va a diferir.
Ahora bien, lo que son las decisiones de formación, ambos deben compartirlo. O sea, cómo vamos a corregir a nuestros hijos, cuál va a ser la formación espiritual que les vamos a dar, cuáles son las disciplinas del hogar, de qué manera vamos a acordar ciertas cosas con nuestros hijos, cuáles son los permisos y las autorizaciones que les vamos a dar para ciertas cosas, qué tipo de amistades les vamos a permitir a nuestros hijos, de manera académica cómo los vamos a formar. Estas decisiones las toman papá y mamá de manera conjunta, liderado por un hombre que quiere agradar al Señor, liderar a su familia, y una mujer también que trae sus ideas, que trae su sabiduría a la mesa para la consideración de ambos.
Y de ahí entonces de esas decisiones se derivan una serie de cosas que son la dinámica de la familia. Si la mamá es que está en el hogar, lo que es lo ideal, es la que implementa de manera diaria y cotidiana estas decisiones que fueron tomadas, digamos, en esa categoría superior de formación y de orden de la familia. Pero los dos están involucrados. Obviamente va a haber ocasiones en la que el padre va a tener que estar ahí, va a tener que disciplinar él, va a tener que estar presente. Pero quería primero hacer esa aclaración de manera general.
Ya cosas específicas que yo quiero proponer: en un contexto, como tú mencionas, latinoamericano, hace un momento lo mencionaste, diciendo cómo tú has notado en el contexto latino que el hijo tiene muchas veces demasiada atención de parte de los padres, y se convierte en un ídolo para los padres. Bueno, en el caso de la dinámica paterna y materna, el padre, hay que decirlo—yo soy hispano; yo soy latino; soy dominicano—nosotros tendemos a estar en un plano secundario en cuanto a la crianza.
Muchos padres masculinos entienden que la labor de criar es una labor de la mujer primordialmente, y que el padre realmente, si provee lo económico, está haciendo lo que le corresponde. Es un padre responsable. Pero la parte económica es lo mínimo que un papá debe hacer. El papá debe involucrarse. El padre masculino debe involucrarse en todas las áreas de la vida de los hijos junto con la madre en la formación.
Entonces quiero aclarar eso, porque nosotros tendemos, y vamos a decirlo así—quizás proviene, puede ser algo machista, puede ser algo que viene de una tendencia pecaminosa que la vemos en la misma palabra del hombre ser pasivo; puede ser que nosotros tenemos una dificultad para conectarnos emocionalmente y la crianza requiere un esfuerzo intencional de conexión emocional que muchas veces los hombres nos sentimos incapaces para llevarlo a cabo, para lograrlo, y sencillamente abandonamos en ese intento.
Por las razones que fuere, esta tendencia a la pasividad del hombre verse en un plano secundario en cuanto a la crianza es algo que tenemos que luchar contra ello, porque la Palabra nos dice a nosotros que nosotros somos la cabeza de la casa, la cabeza del hogar. Y tenemos que servir a nuestra familia en todas las maneras posibles.
Dicho eso, el papá requiere presencia en el hogar: presencia física, conexión emocional, presencia en los aspectos morales, en las decisiones morales del hogar. El padre necesita dar dirección, entonces necesita presencia. El padre necesita involucrarse intencionalmente en todo lo que tiene que ver con los hijos. Quizás él no puede ir a la reunión de los padres del colegio en un día determinado. Por el día que pueda ir, deja la televisión, deja el hobby, y ve a hablar con los profesores de tus hijos para que tú oigas con tus propios oídos y hagas tus propias preguntas. Y cuando no vayas y sea la esposa que vaya, pregúntale a tu esposa: ¿Qué pasó? ¿Qué se dijo? ¿Cómo están nuestros hijos? Tiene que haber un involucramiento intencional con los hijos de parte del padre.
En tercero o cuarto lugar (no sé por qué orden voy) los hijos deben percibir que ellos me importan. El papá tiende, el papá más que la mamá, aunque hay madres también que tienden a esto, pero tiende a encuevarse en sus cosas cuando llega al hogar. El papá llega cansado; es entendible. Pero el cansancio no es excusa para yo no conectarme con mi hijo. Mis hijos me necesitan, aunque yo esté cansado.
Yo no puedo llegar al trabajo y decir: “Estoy cansado. No me molesten”. No. En el trabajo se me va a requerir, se me va a pedir decisiones, se me va a pedir involucramientos en reuniones, en actividades, y aunque yo esté cansado, yo tengo que estar presente. La familia lo requiere también. Aunque la familia no se me paga económicamente, yo también recibo un pago de la familia en un sentido, porque los frutos de mi siembra, yo los voy a ver. El padre tiene que involucrarse ahí; que nuestros hijos perciban que ellos nos importan.
Por último, mi última recomendación, aunque no es la última que podemos decir: cuidemos las formas en las que nosotros conducimos nuestro hogar. Típicamente el padre hispano, y voy a hablar del hispano porque es el que conozco, tiende a gobernar por intimidación y no por estimulación. O sea, quiere imponer sus normas. Él quiere ser obedecido por temor, por miedo a las consecuencias. Y realmente preguntémonos: ¿cómo quiero ser yo obedecido? ¿Yo quiero que se me obedezca porque se me teme, o porque se me ama y se me admira?
Yo creo que cualquiera que se le haga esa pregunta diría: “No, yo quiero que se me obedezca porque se me ama, y se me admira, y se me respeta”. Bueno, eso implica que voy a tener que ser muy cuidadoso con las formas que empleo para yo ejercer mi autoridad en la casa. Si yo soy un dictador, un tirano, una persona que “es lo que yo digo y no se me cuestiona”, que nunca doy oportunidad a la opinión, a ver lo que los otros están pensando, lo que la madre piensa, lo que los hijos piensan, y sencillamente dictamino como si yo fuera, vuelvo y digo, un dictador, eso va a tener unas consecuencias. La familia me va a obedecer porque me tiene miedo, pero no porque me ama.
Esas son mis recomendaciones para los padres masculinos. Tenemos que estar ahí presentes, involucrados en todo lo que tiene que ver, tanto como sea posible, haciendo sacrificios personales incluso, en ocasiones. Y los hijos sientan que ellos nos importan, que les amamos, y que nuestro gobierno se sienta más como una persona que está estimulando al otro hacer las cosas y no una persona que está obligando al otro a hacerlo.
Susi: Entonces, realmente tenemos que aceptar que esto no se trata de dividir labores en listas de 50/50. Esto no se trata de llevar la puntuación de cada quien: “Mira, yo esta semana ya hice esto tres veces. A ti te toca”, o sea, estas prácticas que sí se ven en muchos hogares y muchas veces impulsadas por la esposa, la mamá, que siente que se le está poniendo demasiado encima de ella; ella quiere buscar una manera en que su esposo ayude más. Yo animaría como mamá y esposa a las madres a no tomar esa actitud, a animar la participación de su esposo al buscar su opinión, al animarle a involucrarse.
Héctor: Yo lo llamo a invitarlo.
Susi: Invitarlo. Eso. Invitarlo.
Héctor: Por ejemplo, decirle: “A mí me encantaría que tú estés conmigo en este momento que tenemos que disciplinar a mi hijo. A mí me encantaría. Yo creo que tu presencia va a hacer una diferencia”.
Susi: Exacto. Y buscar su opinión sobre cosas que suceden en el día a día. También creo que es súper importante que las mamás estén animando en sus hijos esa misma admiración de la cual tú hablabas hace un momento. Las madres deberíamos de desear que nuestros hijos obedezcan a su padre por admiración, pero nuestra actitud hacia nuestro esposo va a contagiarse con los niños.
Entonces, si mamá siempre se está quejando de que “papá no está y no le importa y ta, ta, ta, ta, ta”, entonces los niños no van a buscar ese liderazgo de sus papás y admirarlo también. Ahí creo que tenemos que poner a un lado todo lo de “¿cómo lo dividimos?”, y llevar la cuenta y todo eso, y abrazar ambos esa visión de la crianza que Dios nos ha dado. Super importante.
Héctor: Así es.
Susi: Me gusta mucho la sección que tienes al final de capítulo 5, que tú lo titulas: Una crianza devota necesita de un matrimonio bíblico. No sé por qué no muchas veces hemos hablado del matrimonio en sí aquí en el podcast; creo que deberíamos de hacerlo más. Pero me gusta mucho cómo tú hablas de la cosmovisión que la Biblia da, y cómo el apóstol Pablo cada vez que habla de la crianza primero aborda la relación matrimonial.
Puedes simplemente, por un momento, hablar de cómo este propósito de la creación de Dios, el matrimonio, la formación del matrimonio que luego llevó, obviamente a los hijos, a la familia, cómo esto nos puede corregir en nuestra visión diaria del matrimonio, y cómo vivimos nuestro matrimonio en el hogar, y lo fundamental que es para el núcleo familiar.
Héctor: Así es. Bueno, debo aclarar que hay muchos padres y madres que están criando solos. Lo que digamos del matrimonio no significa que ese padre y madre está desahuciado a no poder lograr criar un hijo como corresponde. A pesar de que uno no esté en un matrimonio que funcione, si un padre o una madre se compromete con los principios bíblicos de la crianza, pues definitivamente eso va a hacer la diferencia en la vida de su hijo.
Pero el lugar—más que el lugar—las condiciones ideales para la crianza se dan en un matrimonio que funcione bíblicamente. Esa es la realidad. Como tú decías, cuando el Apóstol Pablo habla en el libro de los Efesios, que es el texto más largo que tenemos del matrimonio en la Biblia, de Efesios 5:22 al 31, ahí dentro de eso habla de la dinámica matrimonial. Luego de que sale del capítulo 5, inmediatamente el 6 comienza a hablar con los hijos. Eso pasa también en el libro de Colosenses. Habla del matrimonio, e inmediatamente habla de los hijos.
O sea, por lo visto, es claro que Pablo entiende que la crianza se da en el contexto de un matrimonio funcionando bien. Esa es la atmósfera donde los hijos aprenden a vivir, por lo visto. Si esa plataforma del matrimonio donde mis hijos están insertos, por así decirlo, esa plataforma es inestable, es poco confiable, si esa plataforma está oxidada, habrá problemas.
Es en la relación y la dinámica de papá y mamá gobernando el hogar donde los hijos aprenden el amor incondicional. Aprenden el liderazgo de servicio que el padre sirve, la sumisión gozosa que la madre muestra y exhibe. Es ahí donde ellos aprenden a reconciliarse viendo a papá y mamá reconciliarse entre ellos y buscando la reconciliación con sus hijos. Es donde ellos aprenden a vivir.
Definitivamente, un matrimonio funcionando bien es la mejor atmósfera y plataforma desde donde criar bíblicamente a un hijo. De hecho, esto ha sido corroborado por las estadísticas seculares. O sea, las estadísticas seculares son abrumadoras en el sentido de que los muchachos que tienden a dar problemas en la sociedad, que tienen problemas con la ley, con las drogas, con los embarazos a destiempo, con la depresión, con la ansiedad, con muchísimas otras situaciones mentales y sociales y de desarrollo de la persona, tienden a venir de hogares donde el matrimonio o no existía o no funcionaba bien. Y eso no lo dice la Biblia; lo dicen las estadísticas seculares.
Sí, hay casos de personas que funcionan relativamente bien en la sociedad y demás, y que no vienen de hogares así. Increíblemente, Dios, en su gracia, en su misericordia, nos ha hecho capaces de resistir en matrimonios disfuncionales, y todavía así funcionará en la sociedad, pero eso no es lo ideal. Y en el fondo del corazón, muchas de esas personas que funcionan relativamente bien, aún así tienen vacíos porque no tuvieron un lugar donde se mostró este amor incondicional que debe haber entre papá y mamá.
De hecho, es interesante notar que cuando Dios crea al hombre en Génesis 1:26 y 27, dice Dios que “hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”, y dice: “a imagen de Dios los creó, varón y hembra los creó”. Es decir que la imagen de Dios se ve de manera más completa en varón y hembra. No en varón; no en hembra; en varón y hembra. Eso lo vemos en un matrimonio, un varón y una hembra funcionando en todo su esplendor dentro del hogar. Y es ahí donde vemos a Dios de una manera mucho más clara, mucho más precisa.
Dicho eso, absolutamente de acuerdo con lo que mencionas de que esto es útil hablarlo en el contexto de la crianza. O sea, el matrimonio es desde donde se crían los hijos bíblicamente hablando. Yo no puedo decir, o no estoy seguro de todas las conexiones que existen entre el matrimonio y la formación de los hijos, porque hay cosas que se escapan a mi conocimiento, pero la Biblia así lo dispone. Dice que el matrimonio precede crianza, y ese es el diseño. Tienen que haber muchísimas conexiones que Dios conoce de por qué esto es así. Así que es hermoso verlo de esa manera.
Susi: Sí, realmente lo es. Es hermoso, y sirve como motivación. Yo pienso que unos padres podrían estar escuchando…por ejemplo, hace un momento hablabas de que los padres tienen que criar de acuerdo; o sea, en las decisiones importantes, en la dirección de la familia, en varias áreas, deben estar de acuerdo. Podrían estar pensando, ¿cómo vamos a estar de acuerdo si nuestro matrimonio está mal? Entonces por eso no es tan importante lo técnico, o sea, la forma en que se toma cada decisión, tanto como la manera en que el matrimonio mismo funcione reflejando esa comunión que tiene Dios en la trinidad, reflejando la imagen de Dios.
Entonces yo quisiera animar a los padres que se sienten frustrados porque no se ponen de acuerdo, por ejemplo, que vuelvan a las bases, que vuelvan a buscar una comunión íntima entre ellos y con Dios. De verdad de ahí se van a resolver varias cosas si pueden estar de acuerdo en lo esencial y realmente buscar cuidar su propio matrimonio. Esto significa a veces dejar a los niños con un familiar de confianza y pasar tiempo juntos, tener conversaciones intencionales, realmente ver el plan de Dios, que como tú dices, es un poquito de un misterio, ¿verdad? No lo entendemos del todo, pero realmente podemos confiar en nuestro Señor. Y si estamos en un matrimonio, demos gracias a Dios por eso. Y también trabajemos en la calidad de nuestro matrimonio.
Y bien, pues se nos ha acabado el tiempo para este episodio. Gracias, Pastor Chacho, por acompañarnos una vez más. Todavía faltan tres capítulos de este libro, así que ve a conseguirlo si aún no lo haces: Crianza bíblica por Héctor Salcedo. Y si no lo tienes y no lo puedes conseguir, no te preocupes, sigue con nosotros. Ve a crianzareverente.com y busca la publicación de los episodios desde 188 en adelante; son los episodios de esta serie. Ahí hay preguntas de reflexión que te pueden servir a ti y a tu cónyuge. Sigue con nosotros, porque todavía falta más. Nos vemos pronto en el siguiente episodio.