Hay tantas actividades provechosas en las que nuestros hijos podrían participar, tantas habilidades que les convendría desarrollar, y tantos hábitos saludables que deberían adquirir. ¿Estamos invirtiendo el mayor esfuerzo en inculcarles los hábitos que más los prepararán para aquel día cuando se presentarán delante de Dios para dar cuenta de su vida? ¡Conversemos sobre el hábito número uno que necesita cada creyente!
Recursos:
Padres, tomen nota de las prácticas espirituales comunes de los niños que florecen como adultos
Podcast “Entre libros y Abrazos”
4 consejos para discipular a tus hijos
Transcripción:
Seguimos hoy con el tercer episodio de la serie “Familias fundamentas en la Palabra”. Espero que hayas podido disfrutar de las conversaciones con Paty Namnún y con el pastor Sugel la semana pasada, y que estos te hayan ayudado a evaluar qué tan alta prioridad tiene la Palabra en tu vida personal, y la vida familiar particularmente con la iglesia y la predicación. A mí personalmente me animó escuchar a Paty sobre el impacto que tiene en la vida personal y me recordó la necesidad apremiante que tengo como mamá de estar leyendo, meditando y memorizando la Palabra. No puedo trasmitir a mis hijos algo que no tengo. Y si amo la Palabra en casa, haré prioridad el escuchar la predicación y aplicarla, como hablamos con el Pastor Michelén. Así buscaré maneras en que mis hijos también lo hagan al ir creciendo.
Esto nos lleva, entonces, a considerar la vida particular de los hijos en cuanto a la Palabra. Cuando estamos inmersos en el ajetreo diario de criar a nuestros hijos, es fácil perder de vista que un día dejarán nuestro hogar y formarán su propio hogar. Tomarán caminos propios. Tendrán una red propia de amistades. Harán cosas de las cuales no sabremos nada. Tendrán conversaciones que jamás escucharemos. Tomarán decisiones de las cuales nunca nos enteraremos, y para las cuales no me van a consultar. Harán viajes sin nosotros. Todo esto es de esperarse. Es saludable y normal. De hecho, la mamá o el papá que no quiere dejar a su hijo crecer y salir de la casa y tener su propia vida independiente tiene un problema. Esto es el curso normal de la vida. Y como hemos dicho anteriormente, estamos preparando a pequeños representantes de Dios, para avanzar el reino de Dios sobre la tierra.
Como padres, deseamos ver desarrollo en nuestros hijos. Desde que nacen, buscamos señales de crecimiento y desarrollo de habilidades. Muchas de las decisiones que hacemos diariamente en la crianza de nuestros hijos tienen que ver con este deseo natural que los padres tenemos de que nuestros hijos crezcan y avancen. Formamos métodos basados en los deseos que tenemos para ellos, y esos deseos se basan en lo que nosotros personalmente vemos como las realidades más grandes de la vida. Si para mí es muy grande la realidad de que hay mucha enfermedad en el mundo y es un lugar muy peligroso, entonces tomaré decisiones para proteger (probablemente sobreproteger) a mis hijos de cualquier enfermedad. Quizá no les dejo ir a ninguna casa ni lugar público, etc. Es un ejemplo un poco tonto, pero es para ilustrar el hecho de que las cosas que vemos como más importantes, o como realidades grandes, producen acciones y decisiones.
Creo que frecuentemente a los padres creyentes se nos olvida la más grande realidad futura que nuestros hijos van a enfrentar. Y la van a enfrentar sin nosotros ahí para defenderles y excusarles. Cada uno de nuestros hijos se presentará delante de Dios y dará cuenta por su propia vida. Esta es una realidad de la cual nadie se escapa. He dicho antes que si pudiera regresar el tiempo a cuando mis hijos estaban recién nacidos o pequeñitos, yo colgaría en mi pared un cuadro de una imagen de personas presentándose delante de Dios en el juicio final, o quizá Romanos 14:12 “De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí”. ¡Y pondría ahí los nombres de mis hijos! Aaron, Ana y David un día darán cuenta delante de Dios.
La realidad de que nuestros hijos son personas propias e independientes delante de Dios me hace preguntarme si todo lo que estoy haciendo en mi hogar les estará preparando para ese día. Obviamente, yo no voy a salvar a mis hijos, y espero que, si tienes algo de tiempo escuchando Crianza Reverente, tengas muy en claro esa realidad. No me refiero a salvación. Daremos cuenta también por las vidas que vivimos. Nuestras obras pasarán por el fuego. Entonces, para fines de este podcast y este tema, la pregunta que quiero hacer en particular es, ¿qué hábitos les estoy inculcando y exigiendo que les ayudarán a prepararse para aquel día? Hacemos muchas actividades con nuestros hijos, les enseñamos muchas cosas y les animamos a desarrollar muchas habilidades. Todo eso es bueno. El arte, la creatividad, la música, el deporte, las disciplinas académicas como la matemática, la ciencia, etc. Buenos hábitos de higiene, de modales, trato apropiado hacia el sexo opuesto y hacia las autoridades. Excelentes y necesarios, y contribuyen a su crecimiento general. Están los hábitos de la vida espiritual como el orar, asistir a la iglesia, aprender a ofrendar, evangelizar, etc. Un hogar debe ser el centro para el desarrollo de muchos buenos hábitos y habilidades.
Pero si yo tuviera que reducirlo todo a un solo hábito esencial, ¿cuál sería? Si tuviera que escoger uno por sobre todas los demás para inculcar a mis hijos. He llegado a esta conclusión:
Si mis hijos se llevan un solo hábito arraigado en su vida cuando salen de mi hogar, debe ser la lectura regular y eficaz de la Palabra de Dios.
Ahora, no me malentiendas. Con esto no quiero decir que un creyente puede sobrevivir solamente con este hábito. No estoy hablando de “hábitos esenciales para la vida cristiana”. Hay otras disciplinas espirituales esenciales, como la oración y la vida en la iglesia. Pero, este es un podcast sobre la crianza, y cuando pienso en la crianza espiritual de mis hijos, la disciplina o hábito de leer la Biblia toma lugar número uno en la lista de hábitos para formar en sus vidas. Déjame darte varias razones por las que creo esto:
- La Palabra de Dios es la única manera de conocer a Dios plenamente. La necesidad más grande que mi hijo tiene es la de Dios mismo. Necesita conocerle, acercarse a Él, y mantener contacto con Él y crecer en Él toda su vida. La Palabra de Dios tiene que ser central en su vida para que esto suceda. La oración será su respuesta de comunicación hacia Dios, pero su lectura y estudio de la Palabra es la forma en que recibe comunicación de Dios.
- La Palabra es viva y eficaz, y obra en el corazón del lector. No es como leer otros libros. No es suficiente escuchar historias bíblicas y cantar coritos. Hay vida en esa Palabra, y hace una obra viva. Lo que yo no puedo hacer como madre, la Palabra lo puede hacer. La transformación de corazón que tanto anhelo ver en mis hijos, Dios ha prometido hacerlo a través de Su Palabra. Creo firmemente, que la Palabra puede obrar en el corazón frío y duro de una persona que la lee sin fe. Más aún, en el corazón tierno de un niño inquisitivo, o de un joven confundido y un poco rebelde. Yo creo que la Palabra tiene un poder especial y eso la pone en un nivel especial de utilidad en la vida de cualquier persona.
- La lectura es un hábito externo y medible. Pensemos de manera muy práctica un momento. Como madre, es posible conocer cuánto tiempo mi hijo pasa en la lectura y medir su comprensión. Puedo hacer que me lo lea en voz alta y me explique lo que entendió. O puedo hacerle preguntas después de que lo lea, etc. En cambio, piensa un momento en la oración. Aunque puedo exigirle que “tenga su tiempo personal de oración” como hábito, no tengo mucha posibilidad de saber si realmente está practicando una comunicación personal con Dios durante ese tiempo. No estoy diciendo que puedo saber cómo su corazón está respondiendo a la lectura, pero sí es posible y factible exigir una actividad de lectura.
Espero que estés convencido de la gran importancia de que tus hijos formen el hábito de leer la Biblia, que lo vean como algo esencial y requerido y normal. Si es así, hablemos de algunas implicaciones que esto tendrá para mi esfuerzo diario en la crianza de mis hijos.
- Mis hijos necesitan desarrollar la habilidad y el hábito de la lectura en general. No podemos esperar que nuestros hijos amen la lectura de la Biblia si no saben leer bien, o no han estado expuestos a la lectura como hábito. (Entiendo que hay niños con dificultad lectora por alguna necesidad especial. Sus padres pueden buscar maneras alternativas de exponerles a la Palabra, y darles ayuda especial en desarrollar la habilidad lectora.) Debemos proveerles buen material de lectura, e incluso exigirles la lectura si no se inclinan naturalmente por ella. No temamos exponerles a lectura más complicada y extendida, sabiendo que les servirá en un futuro. Si tu hijo de 6, 7, 8 años, que está aprendiendo a leer en la escuela, y no tiene interés, parte de tu motivación como madre o padre para animarle e insistirle, trabajar pacientemente con él, es que un día él podrá leer independientemente las palabras inspiradas de Dios mismo ¡que tienen poder para salvar su alma! ¡Qué gran motivación! No estoy diciendo que tus hijos no deben leer una gran variedad de literatura. Por favor, consígueles buenos libros de diferentes tipos y anímales a leer, siempre entendiendo que la habilidad de leer y el interés que pueden desarrollar les servirá para la lectura más importante que, si Dios permite, harán toda su vida.
- Mis hijos necesitan leer su Biblia de manera regular. Algunos argumentan que no es correcto exigir a nuestros hijos que participen en una actividad espiritual si no les nace del corazón, o que un niño no debe leer u orar si no es salvo. Pero, hay 2 cosas que considerar aquí. ¿Tú enseñas modales a tus hijos aún cuando no quieren ser respetuosos o bien educados? Fomentamos buenos hábitos y buenas prácticas en ellos para que sean ciudadanos respetables, higiénicos, y saludables, ¿no? Pues la Biblia claramente encarga a los padres la disciplina e instrucción (enseñanza) de sus hijos. Si la Palabra es viva y eficaz, y puede dar vida al muerto espiritual, ¿por qué no buscaría todas las formas posibles de exponer a mis hijos, aunque sean inconversos, a esa fuente de vida? Los padres tenemos autoridad divinamente proporcionada. Debemos usarla para formar hábitos divinamente ordenados. El hábito de la “lectura” bíblica personal puede empezar a una edad tan temprana que tus hijos no recordarán la vida sin ella. Digo “lectura” entre comillas porque creo que desde que los niños tengan 2 o 3 años podemos empezar con la parte de “hábito” aunque la parte de “lectura” todavía no sea posible del todo. No me estoy refiriendo solamente a que mamá y papá tengan un tiempo devocional, le lean una historia o un pasaje, y oran juntos. Eso es devocional familiar y es muy bueno y necesario. Yo me refiero a que un niño muy pequeño puede tener su tiempo de “lectura” y “oración” solito. Mamá puede darle su libro de historias bíblicas con los dibujos y entrenarle a sentarse 2 o 3 minutos viendo los dibujos, y puede enseñarle a cerrar los ojos y agradecerle a Dios y pedirle algo. Esto se hace como un hábito diario, y mientras el niño va creciendo, la dinámica va cambiando. Pero el énfasis es en que tú tienes un tiempo en el que te sientas a querer escuchar lo que Dios te dice en su Palabra, y luego tú respondes en oración. Yo sugiero que después de un tiempo de hacer el devocional familiar y que el niño tiene su “Biblia de niños” favorita, ahí puedes empezar con este hábito. Simplemente, antes de incluso poder leer, estamos inculcando un hábito que dice “necesito la Palabra diariamente”. Cuando aprende a leer, cambiamos a la Biblia misma, quizá una traducción más fácil de leer como la NTV. El punto es que se haga un hábito, que nosotros como padres lo consideremos esencial que sea regular.
- Mis hijos necesitan leer su Biblia de manera atenta. Obviamente no podemos controlar las mentes de nuestros hijos, y no propongo que lo intentemos. Pero hay herramientas que podemos utilizar para fomentar una lectura atenta y productiva. La familia puede practicar la lectura en grupo durante el tiempo de devocional familiar, proveyendo un modelo para seguir durante el tiempo privado. Podemos buscar preguntas de estudio bíblico que sean sencillas, apropiadas para su edad y nivel lectora. Una traducción confiable y moderna de la Biblia puede ayudarles en su lectura. Conversaciones informales sobre lo que están leyendo les comunicará interés en que no solo lean, sino que entiendan y apliquen lo que están leyendo. La próxima semana vamos a concluir esta serie compartiendo algunas ideas para fomentar el estudio bíblico en familia, que ayudará también en la lectura individual.
- Mis hijos necesitan conocer las doctrinas de la Biblia. Todos sabemos que nuestros hábitos se rigen por lo que consideramos importante, o por lo que creemos es confiable. En la iglesia cada semana, nuestros hijos deben escuchar la Palabra fielmente predicada. Deben recibir instrucción sobre la inspiración de la Biblia, sobre su origen, su fidelidad, su hermosura. Deben saber que es la fuente suprema de sabiduría y conocimiento. Deben conocer su estructura básica y sus 66 libros. Deben saber que no es una colección de historias bonitas con algunas cosas raras que las maestras de escuela dominical se brincan. Deben escuchar constantemente que es la revelación de un Dios Creador y personal, que nos ama a pesar de nuestro pecado, y que puso en marcha un plan para redimirnos en Cristo. Deben llegar a creer que la Biblia cuenta su historia y es la fuente de su identidad personal. Todo esto aumentará la posibilidad de que hagan un hábito personal de desear la Palabra y creer en ella.
- Mis hijos necesitan ver modelado un amor por la Biblia. No podemos enseñar lo que no creemos, ni contagiar lo que no tenemos. Puedes tener un programa complejo de memorización, meditación y lectura para tus hijos. Pueden ser los más rápidos en esgrima bíblica, los que más versículos pueden recitar de memoria, y los que saben decir los libros de la Biblia al revés. Pero no se llevarán de tu hogar lo que no vieron vivido y practicado. Si no confías plenamente en la Palabra, y no tienes un amor profundo por ella, y no la lees tú de manera regular, tus hijos tampoco lo harán. Este probablemente es el punto más importante, y lo hablamos hace un par de semanas con Paty. Sin este, los demás no tendrán mucho efecto. Modela tu amor por la Palabra en tus hábitos, tus conversaciones, y tus relaciones con los demás.
Mis hermanos, nuestros hijos saldrán del hogar más pronto de lo que quisiéramos pensar. Un día se presentarán delante de Dios solos, sin su mamá a su lado para defenderlos y hacer excusas. Uno de los mejores dones que les puedo dar es que salgan de mi hogar con un hábito de leer, entender, y perseverar en la Palabra. Puedo confiar que esa Palabra viva y eficaz hará la obra en ellos. Tomarán decisiones sabias porque la Palabra los instruirá. Se unirán a una iglesia sana porque sabrán discernir la doctrina sana. Tendrán una vida de oración porque la Palabra les convencerá de su importancia. En sus pruebas y fracasos, regresarán a Dios por medio de Su Palabra, y Él los levantará. Ama, confía y enseña la Palabra en tu hogar. Exige el hábito de la lectura regular de la Palabra.
¿Evalúas conmigo esta semana la actitud y el uso que cada miembro de tu familia está dando a la Palabra diariamente?