La vida diaria de la crianza es repetitiva y llena de tareas insignificantes, rutinarias y tediosas. Damos las mismas instrucciones y consejos todos los días, y los resultados nunca cuadran con las expectativas. Es difícil recordar que es un proceso a largo plazo, y que Dios nos llama a participar en la obra que Él está haciendo en nosotros y en nuestros hijos. ¡Únete a nuestra conversación!
Guía de estudio Capítulo 6: Proceso
Preguntas de la guía para capítulo 6: Proceso
Principio: Debes estar comprometido como padre a la crianza a largo plazo porque el cambio es un proceso y no un evento.
- ¿Alguna vez has intentado practicar la disciplina e instrucción de tus hijos de cierta forma, y después de un tiempo has pensado que no funciona? ¿Por cuánto tiempo lo intentaste? ¿Cuál pensaste que era la razón por la que no funcionó?
- ¿Qué dicen los siguientes pasajes sobre el proceso de cambio que Dios está efectuando en nosotros a partir del momento de salvación?
–Filipenses 1:6 ¿Cuándo va a terminar esa obra?
–Hebreos 12:1 ¿A qué compara este pasaje la vida cristiana? ¿Qué tenemos que hacer con el pecado que nos asedia?
–Hebreos 12:5-7 ¿Cómo Dios hace la obra de santificación en sus hijos? - Entendiendo que la crianza es un proceso largo, identifica algunas expectativas irreales que has puesto sobre tus hijos por haber esperado cambios más rápidos.
- Tripp destaca una condición espiritual que cada padre y cada hijo sufre: la ceguera espiritual. ¿Qué dice 1 Corintios 2:14 sobre su efecto? Y ¿Qué dice 2 Corintios 4:6 sobre la solución para esa ceguera?
- Después de estar 3 años instruyendo y corrigiendo a sus discípulos, ¿Jesús los envió al mundo como sus representantes como “proyectos terminados”? ¿Qué dijo en Juan 16:12-15 sobre el proceso de aprendizaje de sus discípulos ahora que él se tenía que ir? ¿Cómo este pasaje te anima a tener una mentalidad de que la crianza es un proceso a largo plazo?
- ¿Has entrenado a tus hijos a ser “meteorólogos emocionales” al no ser consistente en tu disciplina e instrucción? ¿Tus hijos piensan que su necesidad de obedecer corresponde con tu estado emocional, o humor del día? Evalúa cuánto de tu crianza está ligada a tu estado emocional.
- Si entendemos que la crianza es un proceso, una conversación “interminable”, y un proyecto de toda la vida, el autor dice que podremos deshacernos de la “crianza reactiva”, y tener una mentalidad proactiva aún en momentos de conducta inesperada y frustrante. Contrasta una respuesta “reactiva” a una respuesta “proactiva” en estas situaciones hipotéticas. Te dejamos un ejemplo para empezar:
Descubro que mi hijo de 12 años estuvo buscando pornografía en internet.
Respuesta reactiva: “¿Qué suciedad es esta? ¿Así vas a usar el aparato que te compré yo con mi dinero? No podrás usar ningún aparato electrónico por un mes, y ya no quiero tener otra vez esta conversación”.
Respuesta proactiva: “¿Cómo llegaste a estas páginas? ¿Qué estabas sintiendo: curiosidad… deseo? ¿Has escuchado a muchachos en la escuela hablando de estas cosas? ¿Tienes preguntas sobre la sexualidad que puedo ayudarte a contestar? Vamos a leer juntos un libro que habla de este tema desde una perspectiva bíblica, y te voy a estar revisando el celular y preguntando cómo vas con esta lucha. ¿Por qué no memorizamos juntos un pasaje que nos recuerda que Dios quiere ayudarnos con nuestro pecado?
Mi hija de 4 años le pega repetidamente a su hermano de 2 años.
Respuesta reactiva:
Respuesta proactiva:
Mi hijo de 9 años llora casi todos los días llegando de la escuela porque otra vez un amigo le trató mal y le dijo que ya no quiere ser su amigo.
Respuesta reactiva:
Respuesta proactiva:
- Tripp dice: “Lo que se interpone en el camino de una buena crianza no es la falta de oportunidades. Lo que se interpone en la buena crianza no es el carácter de tus hijos. Lo que se interpone en la crianza es una cosa: el carácter del padre” (p. 92). ¿Qué aprendemos en Gálatas 5:19-26 que nos puede equipar para criar con una mentalidad de proceso a largo plazo, aferrándonos a la gracia de Dios y al poder del Espíritu Santo?
Transcripción:
Resumen:
¿Has intentado practicar la crianza bíblica y sientes que no funciona? ¿Utilizas la disciplina y amonestación del Señor, pero no ves resultados? En este capítulo 6, titulado “Proceso”, Paul Tripp nos ayuda a entender por qué a veces nos sentimos así, y nos brinda una perspectiva extremadamente provechosa para la crianza que se centra en el Evangelio.
El principio que se enseña en este capítulo, y que escuchaste al comienzo de este episodio, es: “Debes estar comprometido como padre a la crianza a largo plazo porque el cambio es un proceso y no un evento”. Nuestra tendencia es tratar los momentos de la crianza como eventos por separado en lugar de un proceso que dura toda la vida de una persona. Tripp utiliza a nuestro Padre celestial y su trato con nosotros en el Evangelio como un modelo de esto que debemos imitar. Dios nos acepta incondicionalmente en su familia por la obra que Jesús hizo a nuestro favor en un evento que llamamos “salvación”. Pero ¿cómo nos transforma para que nuestras actitudes y acciones reflejen quienes somos en Cristo? Progresivamente. Esta palabra es sumamente importante en nuestro crecimiento cristiano, y también en la crianza de nuestros hijos.
Las expectativas que los padres tenemos de nuestros hijos serán mucho más realistas cuando comprendemos el proceso que Dios está obrando en nosotros y en ellos. Nosotros como padres, y nuestros hijos también, sufrimos de una condición de ceguera espiritual que no nos permite vernos a nosotros mismos acertadamente. Nuestros hijos no entienden su verdadera necesidad, y no aceptan su verdadera condición. Nosotros tampoco lo hacemos de manera natural. Dios está obrando en nosotros para abrir nuestros ojos espirituales, y lo podemos hacer junto a nuestros hijos.
Este proceso es como una conversación muy, muy larga, o como un proyecto que no tiene una fecha límite para terminar. Somos personas incompletas participando en el proceso de instruir y guiar a otras personas incompletas hacia una meta que solo Dios puede completar en todos nosotros. Dios nunca planeó que tú criaras a tu hijo en cierta cantidad de pasos y ¡listo!, proyecto terminado. Él no lo hizo con sus discípulos. Les dejó al Espíritu Santo para continuar la obra. Esta perspectiva de estar participando en una conversación sin fin, o un proyecto a largo plazo, nos ayuda a ver los momentos de necesidad y pecado con nuestros hijos como oportunidades en lugar de estorbos. Dios está permitiendo que yo conozca mejor el corazón de mi hijo para así guiarle mejor a un conocimiento propio acertado. Así él entenderá un poquito mejor hoy su necesidad y quien es Dios. Y así seguimos día tras día, año tras año en la crianza.
Para poder ser padres que vivimos así en este proceso, es esencial que el Espíritu Santo esté produciendo en nosotros el carácter que imita a Dios. Necesitamos el fruto del Espíritu para poder ser instrumentos útiles en las manos de Dios participando en el proyecto que es la crianza de nuestros hijos. O sea, Dios en su gracia está construyendo el proyecto que somos nosotros mientras nosotros participamos por su gracia en el mismo proceso en la vida de nuestros hijos. ¡Qué gran bendición!
Conversación:
Susi: Me encanta la perspectiva revolucionaria que el autor nos brinda en este capítulo y me encanta que puedo hablar del tema con una invitada especial. Es la primera vez que ella nos acompaña aquí en Crianza Reverente y espero que sea la primera de muchas. Aylin Michelen de Merck es esposa, es mamá de tres hijos y sí es hija de una persona que nos ha acompañado en un tiempo pasado, el hermano pastor Sugel Michelén. Aylin si tuviéramos mucho tiempo te pediría contarnos anécdotas de tu niñez, pero ¡tendremos que guardar eso para otra ocasión! Bienvenida, Aylin, gracias por estar aquí.
Aylin: Un placer, gracias, de verdad por invitarme.
Susi: ¿Puedes empezar contándonos un poquito acerca de ti, de tu familia, quizás las edades de tus hijos, y dónde vives?
Aylin: Claro que sí, mi nombre es Aylin, como tú dijiste. Yo soy Dominicana de nacimiento; nací en la República Dominicana y viví allá casi toda mi vida, hasta hace 10 años. Yo me casé cuando tenía 28 años con mi esposo que es Americano, y viví en Estados Unidos por 5 años después de mi boda. Después nos mudamos al Medio Oriente y hemos vivido en dos países diferentes en esos cinco años, en los Emiratos y en Jordania.
Nosotros tenemos tres niños como tú dijiste, nuestra hija mayor se llama Mayra, ella tiene 8; Zoe tiene 6, y Wesley tiene 3 años acabados de cumplir. Nosotros estamos aquí haciendo de todo un poco. Por un lado estamos dedicándonos a aprender Árabe. Mi esposo está trabajando para la organización que se llama “Simeon Trust”, que entrena a líderes a estudiar las Escrituras. Él se está equipando para poder cada vez mas hacer esa labor en Árabe.
Susi: ¡Qué gran reto!
Aylin: Sí, él acaba de empezar un programa súper intenso este cuatrimestre, pero tenemos como la expectativa de que realmente va a tener buenos dividendos para el reino para las iglesias aquí. Es pequeño el porcentaje, menos de 1%, pero hay una representación evangélica de iglesias que el gobierno reconoce, entonces aquí estamos, en dos semanas cumplimos ya 2 años viviendo en Jordania. De mi parte estoy haciendo homeschooling por primera vez este año.
Susi: ¡Como muchísimos!
Aylin: Como todo el mundo, y nosotros lo habíamos decidido antes de Covid, y por otras razones. El Señor nos trajo aquí y yo los últimos 2 años había estado dedicando bastante de mi tiempo a estudiar Árabe. Ahora voy a continuar menos porque obviamente con el homeschooling eso es mucho.
Susi: ¿Y ya aprendiste a regañar a tus hijos en Árabe? (Risas)
Aylin: Mas o menos, no muy bien todavía.
Susi: Y tus hijos también están aprendiendo, me imagino.
Aylin: Si, ésa es realmente la razón principal por la cual nosotros estamos haciendo homeschooling porque necesitábamos como la flexibilidad del homeschooling para que ellas pudieran estudiar todos los días lo que la escuela no les podía suplir en cuanto al árabe. Estaban en una escuela que era mitad Inglés, mitad Árabe, pero, es largo de explicar, pero el Árabe que se enseña en la escuela es al Árabe clásico, no el Árabe hablado. Ellas estaban aprendiendo a hablar el Árabe clásico y no estaban aprendiendo a hacer amigos. Es frustrante para ellas ir a la iglesia, no poder hablar, no entender lo que está pasando, entonces estamos en ese proceso.
Susi: Wow, ¡qué gran reto! Creo que tienes un reto diferente que muchas, pero comoquiera todos tenemos muchos retos en la crianza. Hoy vamos a ver el capítulo que escribió el autor Paul Tripp acerca de que la crianza es un proceso. Te quería preguntar primero, cuando tú leías este capítulo, ¿de qué manera te identificas con lo que el autor decía?
Aylin: Bueno mira yo leí este libro hace como 4 años, y lo he estado hojeando ahora, y ¡yo tengo que volverlo a leer otra vez! Hace cuatro años mis hijos tenían 4 años y 2 años y el otro no había nacido. Y para mi yo creo que fue relativamente revolucionario pensar en esa idea de que es un proceso. Creo que a veces uno se pone una presión de que, “Ay, mira mis hijos tienen esto y esto” y como que uno ve áreas que hay que trabajar y uno se preocupa de “porqué ellos no han cambiado”. Y esto me hizo sentir como si yo pudiera respirar, y decir yo estoy aquí a largo plazo. Obviamente yo voy a seguir siendo responsable en dirigir mis hijos al Señor, pero no como con ese estrés o esa ansiedad de que yo tengo que ser la que haga el cambio en la vida de ellos.
A veces yo me sentía con mucha presión, me ponía a llorar con mi hija. En un momento dado con mi hija más grande, yo quería que en cada conversación ella entendiera la gravedad de su situación, que ella lo pudiera ver. Pero esto me hizo ver que yo no puedo hacerlo. Yo debo estar contenta de que va a ser así: mini conversaciones, mini momentos, y todo a largo plazo, y el Señor lo usa.
Susi: La idea del autor de que la crianza es una conversación que no tiene fin, eso a mí me ayudó mucho. Yo estoy igual que tú: “es que tienes que entenderme, y si no estás de acuerdo conmigo, y si no cambias es porque no me entendiste, y es que ¡ya te lo dije cuantas veces!” Pero el verlo así de esa perspectiva, que, aunque sea una conversación de media hora, simplemente es una partecita de una conversación que dura toda la vida, o de un proceso. Me identifiqué bastante con ese concepto y tienes razón, te da espacio para respirar porque recuerdas lo que hemos venido viendo también en el libro. Yo no soy la que voy a cambiar a mis hijos. También recuerdas que, bueno, si hoy fracasé todavía hay mañana y el siguiente día, y el siguiente día. Todavía son muchos días que abarca la crianza y cada día simplemente es parte de un proceso.
Aylin: Yo estuve entrenando a mi hijo más pequeño para ir al baño, y he estado pensando en que es como un microcosmos de lo que pasa en tantos procesos diferentes en la vida. Pensé en ese momento en la santificación, pero se ve aún en la crianza. A mí me paso que los primeros tres días, él tuvo muchos accidentes y me sentía con la presión porque al cuarto día yo empezaba de nuevo mis clases de Árabe. Yo pensaba, “¿quién lo va a entrenar, si yo no puedo estar al pendiente?” Y una amiga me dijo, “pero no te desanimes, porque cada vez que él tiene un accidente, es una nueva oportunidad para que él practique a hacer lo correcto”. Y al cuarto día, Susi, él lo hizo perfecto. Yo no lo podía creer y lo que ella me dijo se me ha quedado en la cabeza, porque a veces pienso que nosotros no enfocamos en los fracasos que nuestros hijos hacen. No solamente ese, el día que están peleando y se gritan el uno al otro, “pero ya les he dicho cuantas veces que no griten”. Pero es una nueva oportunidad para volver a practicar, para volver a hablar con ellos y en algún momento va a hacer clic y va a ser como mi hijo.
Susi: Si, esa es una excelente ilustración de lo que hacemos en lo espiritual también. Les ayudamos a ver su corazón, y no lo ven, y no lo entienden, y no lo ven, pero lo decimos y se lo indicamos, y le leemos la Biblia y un día pues le hace “clic”. El Espíritu Santo abre su entendimiento, entonces sí, eso a mí me ha ayudado bastante.
Algo que en este capítulo a mí me llama la atención también, es cuando el autor habla de la ceguera espiritual. Nuestros hijos tienen ceguera espiritual, y parte de nuestra tarea es ir ayudando a abrir sus ojos. Eso me ayuda, pero luego, como él dice, yo tengo la misma ceguera espiritual. Quizás yo estoy un poco más avanzada en el proceso de ir quitándome esa ceguera, pero yo comparto esa condición con ellos. Ha habido ocasiones en que he estado tratando una situación con mis hijos y de repente me doy cuenta que yo estoy equivocada, o sea, yo también estoy sufriendo esa ceguera, y tengo que pedirles perdón. Cómo me ayuda recordar que también estoy en el mismo proceso. Obviamente Dios me ha llevado mis 45 años hasta este punto, y ellos tienen mucho menos tiempo, pero es el mismo proceso, y puedo agradecerle a Dios por cómo Él obra y puedo confiar en que ese mismo proceso lo va a seguir haciendo en mí y también en ellos.
El autor comenta también en el capítulo, hablando de criar con una mentalidad de proyecto a largo plazo, y dice que, en lugar de crecer en un sentido de necesidad y sumisión a la autoridad, muchos niños se convierten en meteorólogos emocionales. ¿Cómo se ve eso en la práctica? Yo quisiera que una mamá o un papá que está escuchando ahorita, pueda entender si él o ella están permitiendo que eso suceda en su crianza.
Aylin: Bueno me encantaría escuchar tu respuesta también a esa pregunta. Pienso que en mi crianza de mis hijos, a veces se ve cuándo uno refuerza ciertas reglas y cuándo no. Digo yo sé que es bueno que uno sea accesible, que uno tiene que obviamente discernir que hay momentos que quizá cierta regla, es una regla, pero no es algo necesariamente moral, sino que es algo que uno decidió. Por ejemplo, cuántas veces se va a ver televisión a la semana, pero a veces los niños saben, ellos saben en qué momento hacer ciertas preguntas, cómo discernir si nosotros no somos consistentes, y las reglas cambian mucho dependiendo del humor en que nosotros estemos. Yo pienso que esa es una manera en que ellos se han convertido en eso mismo, en meteorólogos emocionales. A mí me preocupa, y a veces me pasa con mis propios hijos y yo se que aun como chiquita, me llegó a pasar aún como hija, o con profesores que uno estaba muy pendiente de en qué humor estaban.
Luego, está ese ejemplo que dicen muchos de que, “si la mamá no está contenta, pues nadie está contento en la casa”. A veces nosotros lo decimos de relajo, porque es verdad, pero al mismo tiempo, ¿es lo que debería ser? ¿que nosotras seamos tan cambiantes y que los niños tienen que estar pendientes a ver cuál es el clima de la casa? Me preocupa cuando yo veo que mis hijas, sobre todo una de ellas es muy sensible a nuestros cambios de humor y a veces yo siento que nuestra vida, sobre todo en estos últimos 2 años aquí en Jordania ha sido como un tiempo más de sobrevivencia que de florecer. Hemos tenido muchísimos problemas de salud, han sido muchas dificultades, y yo veo como nuestro estrés impacta a nuestros hijos. Es algo que mi esposo y yo tenemos que orar constantemente, la manera en que reaccionamos. ¿Estamos reaccionando así porque ellos están peleando o porque ellos mismos son un inconveniente o una interrupción? Me encantaría escuchar que tú piensas acerca de eso.
Susi: Yo creo que especialmente esto les pasa a las mamás. Pero también les pasa a los papás. Pueden llegar del trabajo de mal humor, cansados, y un día llegan bien contentos porque, no sé, les dieron un bono en el trabajo o algo así. Pero creo que como las mamás normalmente pasamos más tiempo con ellos, tendemos a ser las que los hijos quieren aprender a detectar nuestro clima. Yo empezaría por preguntarme, ¿por qué debe preocuparme este asunto? Debe preocuparme esto porque yo soy la representante de Dios en mi hogar. Entonces si mis hijos crecen pensando que, con su autoridad, ellos necesitan detectar cómo deben portarse para conseguir lo que quieren de su autoridad, van a creer que así se pueden portar con Dios. Entonces la motivación para mí es que yo quiero ser consistente y sé que no puedo sin la ayuda de Dios. Pero quiero hacerlo porque quiero que mis hijos tengan la idea más acertada posible acerca del trato que Dios tiene hacia ellos. Obviamente mis hijos van a saber que no soy Dios, pero es increíble cuánto los niños sacan su idea de Dios de la forma en que sus padres les tratan. Creo que por eso decimos que somos embajadores de Dios, somos representantes de Dios.
Luego yo también diría que una mamá o un papá debe preguntarse si cuando va a responder a la conducta de sus hijos, ¿en qué o en quién piensa? Porque nuestra reacción natural es pensar en nosotros. Hoy ando más descansada y ando más feliz, entonces como se basa en mí, cuando se empiezan a pelear, no me harto, no se me levanta la ira. Pero si estoy pensando en ellos, en el supremo bien de ellos, en lugar de mí, yo no voy a dejar pasar ni la primera vez que se pelean porque estoy preocupada por su condición espiritual. Pero si se trata de mí, entonces el día que ando de mal humor, a la primera van a recibir su regañada y se van a ir a sus cuartos castigados, pero si ando de buen humor, entonces se va a pasar la primera, se va a pasar la segunda. Entonces, el hecho de que mis hijos se peleen, cuándo se deben pelear, y cuándo no se deben pelear, va a depender de mi humor en lugar de qué es correcto y qué no es correcto delante de Dios.
Así que, yo creo que las mamás en especial tenemos que desarrollar un hábito de que nuestro trato con nuestros hijos no dependa de nosotras, que ese filtro por el cual pasa la conducta de nuestros hijos tiene que ser: ¿Qué piensa Dios, que diría Dios acerca de esto? Que no se centre en nosotros mismos. Obviamente eso sólo es posible cuando estoy caminando en el Espíritu y no en la carne. Si ando en la carne, pues no voy a poder pensar en Dios primero, siempre voy a pensar en mí primero. Algo más que el autor decía que creo que es algo que duele, pero que tenemos que aceptar, es que lo que se interpone en el camino de una buena crianza es el carácter del padre y de la madre. Dice que realmente nosotros mismos somos el problema en nuestra crianza en poder ver esto como el proceso que es. ¿Cómo podemos llegar a aceptar primero esta realidad de nuestra necesidad y cómo podríamos de manera práctica dirigir nuestros esfuerzos para poder remediar este problema?
Aylin: Bueno, es una buena pregunta. ¿Cómo podemos llegar a aceptar esta realidad? Yo creo que tenemos que orar al Señor que abra nuestros ojos para ver nuestro corazón, que nosotros podamos realmente ver en que áreas el Señor también está trabajando con nosotros. Muchas veces el Señor nos está criando a nosotros en la medida en que nosotros estamos criando a nuestros hijos. Entonces si el Señor está permitiendo que tal o cual circunstancia esté pasando en nuestras vidas en la crianza de nuestros hijos, ¿qué es lo que el Señor está trabajando con nosotros, qué es lo que yo necesito, por qué Dios está trayendo esto a mi vida? Con la ayuda del Espíritu que Él abra nuestros ojos para ver eso. Hay que pedirle al Señor que nos dé la humildad para verlo, como tú decías de la ceguera espiritual, pedirle al Señor, ¿en qué área mi carácter todavía necesita seguir siendo cada vez más transformado para ser como el de Cristo?
Precisamente ayer yo estaba leyendo en Gálatas 5, se lo estaba leyendo a mis hijas, y luego volví a leer este capítulo. Gálatas 5 dice que el fruto del espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, bondad, benignidad, fidelidad, gentileza y dominio propio. Después en el versículo 24 dice que “todos los que pertenecen a Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”. Y yo creo que es por ahí que nosotros tenemos que empezar recordando lo que dice en Gálatas 2:20 de que “con Cristo he sido juntamente crucificado y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mi y la vida que vivo ahora en la carne, la vivo por la fe en el Hijo de Dios”. Entonces como ese fruto del Espíritu es el carácter de Cristo, amor, gozo, paz, paciencia, y Él vive en mí, y a través de mí. Entonces ahí yo le pido, y mi esposo y yo oramos con cierta regularidad, “Señor Jesús, vive tu vida a través de nosotros”. Y gloria a Dios, que ya Él en su misericordia nos ha dado su carácter. Él nos ha dado su vida. Él nos ha dado su Espíritu. Nosotros tenemos toda la capacidad de Cristo para vivir una vida que le honre. Ahora, pero nosotros tenemos que tener fe y creer que eso realmente es así.
También he estado pensando en ese versículo del Salmo 103 que dice que el Señor se acuerda, que Él es compasivo y se acuerda de que somos polvo, pero a veces tomamos eso como, “bueno, el Señor sabe que yo soy polvo así que ni modo. Yo soy un lodo aquí, y yo soy un desastre, y no importa que yo peque…”. Y se escucha que la gente dice, o nos decimos a nosotras mismas, que nos demos gracia a nosotros mismos. Pero ¡no! La gracia es que el Señor nos da gracia para que seamos santos y Él sabe que somos polvo. Y lo que hizo fue que Él nos redimió de una manera tan completa que nos equipó con toda la naturaleza de Dios, y como dice 2 Pedro 1, Él nos ha dado todo lo necesario para la vida y la piedad.
Entonces, ¿cómo está nuestra fe? Nuestra fe debe estar en Dios que nos da la capacidad de creer y en que ese carácter del fruto del Espíritu ya es nuestro, y que ahora por fe en Cristo y en su obra en nosotros, yo puedo dar muerte a las obras de la carne. Ya fue crucificada toda esa obra de la carne. Ya están crucificadas, muertas. El pacto de la obra de la fe es recordar eso, recordar que ya yo morí a toda esa impaciencia, a la falta de dominio propio, a mi egoísmo, a la ira que a veces me domina con mis hijos. Yo morí a todo eso. A veces a mí se me olvida y caigo en ese pecado, pero realmente dice la Biblia que yo he muerto a eso y yo ahora estoy viviendo con Cristo, y que es Cristo que está viviendo en mí. Yo creo que la única manera de nosotros cambiar hasta cierto punto es recordar que ya Cristo ha hecho una obra completamente transformadora. Él nos dio un nuevo corazón. Él nos cambió. Él nos remedió y ahora por fe en su obra nosotros podemos caminar en obediencia y pedirle al Señor que nos ayude a no caer en todas esas tentaciones que son súper familiares para mí en la crianza.
Susi: Qué hermoso, ¿no? Que este mismo proceso que está describiendo el autor en este capítulo acerca de la crianza, es el proceso de la santificación que Dios está haciendo en nosotros y estamos participando de lo mismo que Dios está haciendo en nosotros. A mí me ayuda entenderlo de esa forma. El principio de este capítulo dice que debes estar comprometido como padre a la crianza a largo plazo. Bueno, ¿estoy comprometida al cambio progresivo que Dios quiere hacer en mí? Porque si es así, eso me va ayudar mucho a estar comprometida a ese proceso en la vida de mis hijos.
Aylin: Yo creo que es bueno que nosotros recordemos una dosis de humildad. ¿Cuál es un área que el Señor tiene años trabajando conmigo? Son áreas de debilidad, y que esos ojos el Señor los ha abierto más. Quizá me arrepiento más rápido o quizá yo tengo una mejor idea de cómo luchar con ese pecado, pero de que la lucha sigue ahí, sigue. Entonces esa idea me llena de compasión hacia mis hijos también. Nosotros queremos que sean como robots. A mí me pasa mucho, como que yo quiero… “¡no, no, no, muévanse, siéntense!”. Pero el Señor no me dio robots, el Señor me dio tres niños con almas, humanos, gloria a Dios que son humanos.
Susi: Y Dios no nos trata así. De hecho, Dios nos sigue dando gracia después de 20, 30, 40 años de luchar con lo mismo, ahí está la gracia de Dios y así también podemos imitar esa gracia en nuestros hogares.
Bueno, gracias, Aylin, ya se nos ha acabado el tiempo yo creo, pero muchas gracias por compartir tu corazón con nosotros y por estar aquí acompañándonos.
Aylin: Gracias de verdad por invitarme, yo muy contenta de poder hablar un poquito contigo, y ahora también me siento tan animada con el tema, de recordar todas estas verdades.
Susi: Todos necesitamos estos recuerdos siempre. Terminamos este tiempo recordándote que está la guía de estudio disponible en la publicación de nuestra página donde está este episodio número 56 para que lo busques y te recuerdo que pases un tiempo contestando las preguntas junto con tu esposo, tu esposa, si puedes con tu grupo de estudio y que podamos contemplar este proceso de santificación que Dios está haciendo en nuestras vidas y participar en ese proceso en la vida de nuestros hijos. Gracias y que Dios te bendiga mucho esta semana.