Episodio #62: El control bajo control con Aylín Michelén de Merck

0
noviembre 24, 2020

Es algo tan instintivo y natural que pocas veces reconocemos la amenaza que nos presenta. ¿Qué es? El deseo y la necesidad de controlar las circunstancias y las personas en la vida. Se manifiesta en nuestra crianza de maneras muy variadas, pero es un problema para cada padre y madre creyente. ¡Pero nuestro soberano Dios desea ayudarnos con esta lucha! Conversemos hoy sobre este tema.

Baja la guía de estudio:

Guía de estudio capítulo 12: Control

Guía de estudio Parte B (cap. 8-14)

Guía de estudio completa

Preguntas de la guía Capítulo 12: Control

Principio: La meta de la crianza no es el control sobre el comportamiento, sino la transformación del corazón y la vida.

  1. Lee otra vez el principio fundamental de este capítulo escrito arriba, y rellena la tabla:

 

Meta: Control de conducta Meta: Transformación de vida
¿Cómo son los padres que tienen esta meta?

 

 

 

En tus días típicos de crianza, ¿qué has hecho para lograr esta meta?

 

 

 

  1. “Son las verdaderas necesidades de tus hijos las que dan forma a tu tarea como padre” (p. 163). Es esencial que nosotros como padres consideremos lo que realmente creemos que necesitamos y que nuestros hijos necesitan. Toma un momento para considerar cómo cada una de estas fuentes pueden estarte empujando hacia un deseo de controlar más que de ser instrumento:

¿Qué dicen los valores culturales que tus hijos necesitan? ¿Cómo puedes ver su impacto sobre lo que haces como padre o madre?

¿Cómo fue tu crianza y cómo ha influido tu reacción a tu propia crianza en tu trato con tus hijos?

¿Qué sueños tienes para tus hijos y cómo éstos están moldeando tus decisiones con tus hijos?

¿Cómo afectan tus altibajos emocionales lo que haces con tus hijos?

3. El autor enumera 15 necesidades que nosotros tenemos, y que Dios suple como nuestro Padre. Como padres que imitamos a nuestro Padre, estas 15 necesidades que nuestros hijos también tienen proveen un esquema para desarrollar un control correcto en nuestra crianza. Escoge 3 de estas 15 necesidades y haz el siguiente ejercicio con cada uno. (Utiliza el espacio en blanco para realizar la actividad). Compartan algunas respuestas en su grupo.

Guía                    Protección                 Instrucción              Sabiduría        Autoridad

Reglas                 Estructura                  Preparación             Entendimiento        Confrontación

Disciplina            Advertencia              Amor                        Perdón       Seguridad

  • ¿Cómo has visto a Dios proveyéndote para esta necesidad en tu vida personal?
  • Busca 1 o 2 pasajes bíblicos (sin duplicar los que están en el libro) que ilustran o prometen que Dios suplirá esto en tu vida.
  • ¿Cómo puedes proveer esto en la vida de tu hijo sin ser sobre controlador? (apuntando a la meta de transformación en lugar de control de conducta).
  1. Hay una gran necesidad que el autor no incluyó en la lista anterior. Esas necesidades se basan en una necesidad mucho más profunda y fundamental (que vamos a descubrir en Salmo 51). Aunque Dios te llama a ejercer un control apropiado en esas áreas, nunca será suficiente ese control. Según Salmo 51:10, ¿cuál es la necesidad más fundamental que tus hijos tienen? (Si no estás leyendo el libro, lee el Salmo 51 por completo).A la luz de esto, ¿qué pasaría si pudieras suplir todas las demás necesidades y controlar cada decisión en la vida de tus hijos, pero ellos no lleguen a reconocer esta necesidad fundamental?
    ¿Cómo esta realidad debe impactar tu intento de suplir y controlar todo en sus vidas?
  2. Según Salmo 51:4, ¿quién es el ofendido principal cuando tus hijos no te hacen caso, o se portan mal?
    ¿Crees que tiendes a tomar personal el pecado de tus hijos, como ofensa contra ti principalmente? Quizá dices cosas como: “no sabes cómo me haces sentir cuando haces eso” o “después de todo lo que hago por ti, ¿así me tratas?”. Si te caracterizas por enojo y molestia por la conducta de tus hijos, probablemente estás haciendo que su pecado se trate de ti en lugar de su relación rota con Dios. Recuerda alguna ocasión reciente en la que respondiste al pecado de uno de tus hijos haciendo que se tratara de ti. (O en otra relación en tu vida). Ahora, escribe cómo podrías responder la siguiente vez que suceda algo parecido. Anota varias frases que podrías usar para destacar para tu hijo su necesidad más profunda, y la provisión de Dios.
  3. “La puerta hacia la esperanza es la desesperanza. Si tus hijos no comienzan a renunciar a sí mismos, no clamarán por la misericordia de Dios”. Los padres nunca deseamos de manera innata que nuestros hijos experimenten desesperanza. Pero, cuando se trata de la necesidad urgente que tienen de un corazón nuevo, el requisito es que pierdan toda esperanza en sí mismos. Identifica maneras en que has usado tu control parental para evitar que tus hijos tengan que sufrir desánimo o para animar a tus hijos a confiar en sí mismos:
    Identifica maneras en que has modelado autoconfianza delante de tus hijos:
    Escribe una oración al Señor, entrégale el control inapropiado que has querido ejercer hasta ahora. Pídele que te dé ojos para ver las verdaderas necesidades de tus hijos, y sabiduría para suplirlas sin querer sobre controlar.

TRANSCRIPCIÓN

Resumen:

Voy a confesar algo antes de dar el resumen de este capítulo 12 del libro “La Crianza de los Hijos” que estamos estudiando. Tuve que leerlo un par de veces antes de empezar a conectar los hilos del autor. El título es “control”, el principio dice que la meta no es el control, sino la transformación, pero el autor dice que sí ejercemos cierto control sobre nuestros hijos. Como diríamos en México, ¡¿qué honda con eso?! Lo digo por si hayas sentido lo mismo que yo.

Sin embargo, después de leer, me encanta como él hace el desenlace del tema. Probablemente viendo la palabra “control” no piensas en metas. Pero de eso se trata este capítulo. Pocos padres nos damos cuenta que estamos viviendo para una meta deficiente en la crianza de nuestros hijos. Estamos intentando lograr cierta medida de control sobre ellos, y un control específicamente sobre su conducta. Esta meta incorrecta, o deficiente, brota de una falta de entendimiento sobre lo que nuestros hijos verdaderamente necesitan. Piénsalo, lo que tú crees que sean las verdaderas necesidades de tus hijos va a regir tus decisiones y acciones con ellos. Es así de sencillo. Así funcionamos todos en la vida.

Dios como nuestro Padre celestial trabaja para suplir nuestras verdaderas necesidades, y nosotros como padres somos llamados a trabajar para ser agentes de provisión de estas cosas en la vida de los hijos. El control diario que sí somos llamados a ejercer debe dirigirse a la provisión de estas cosas, no para cumplir nuestros sueños ni hacer nuestra vida más fácil. En el libro el autor da una lista de las cosas que Dios nos provee y que nosotros debemos usar nuestros esfuerzos, y el control limitado que Él nos ha otorgado, para proveer estos a nuestros hijos. En el libro podrás ver pasajes bíblicos que el autor da para cada uno. Solo voy a mencionar estas cosas que Dios nos provee: guía, protección, instrucción, sabiduría, autoridad, reglas, estructura, preparación, entendimiento, confrontación, disciplina, advertencia, amor, perdón, y seguridad. (Si no tienes el libro, esta lista está en la guía de estudio que puedes bajar de nuestra página en la publicación de este episodio).

No sé de ti, pero me fue de bendición tomar un momento para meditar en todo lo que Dios hace por mí y provee por mí. Claro que no somos capaces de proveer todo esto por nuestra cuenta, pero estas son áreas en las que podemos imitar a nuestro Padre, no buscando un control absoluto sobre nuestros hijos, sino dirigiéndoles por medio de todas estas cosas hacia la fuente que puede suplir su necesidad primordial.

Quizá no te diste cuenta, pero faltó algo en esa lista. Es verdad que nosotros y nuestros hijos necesitan todo eso: guía, estructura, disciplina, etc. Pero sobre todas las cosas, necesitamos un nuevo corazón. Podemos ejercer un control bajo el control del Espíritu Santo que ayuda a nuestros hijos a llegar a entender su más grande necesidad. El autor utiliza el Salmo 51, que es el clamor de David por la misericordia de Dios, reconociendo su horrible condición de pecador. De este salmo podemos entender que nuestros hijos necesitan comprender la naturaleza de su pecado y de clamar a Dios por misericordia. También nos ayuda como padres e hijos a no hacer que el pecado sea principalmente un problema entre padre e hijo, sino entre hijo y Dios. Esto nos ayudará a todos a correr a Dios para que Él supla la más grande necesidad de todos.

Los padres debemos dirigir todos nuestros esfuerzos de la crianza, y el control limitado que Dios nos concede como sus representantes, para apuntar a nuestros hijos a la ayuda divina.

CONVERSACION:  

Control, control, control, ¿Quién puede decir que nunca ha intentado controlar a las personas y a las situaciones de sus vidas? Todos lo hacemos y nuestros hijos muchas veces son las víctimas de nuestra pecaminosa búsqueda de control. Así que hoy me acompaña otra vez Aylín Michelén de Merck para hablar de este tema. Aylín, muchas gracias por tomar de tu tiempo para acompañarnos.

Aylín: Gracias de verdad por invitarme, es un placer.

Susi: Cuando te invité a participar en algunos episodios de esta serie, te pedí que escogieras algún tema, y escogiste este tema entre otros, del Control; y me llama la atención porque nadie más lo escogió, claro, como que no es un tema que uno diría: “ay, yo quiero hablar de eso”. Pero me encanta que quieras hablar de esto y me encantaría escuchar cómo es que Dios ha obrado en tu vida en este tema y qué te motivó a decir que te gustaría hablar de este tema.

Aylín: Bueno, yo creo que realmente como mamá, bueno como persona, hay áreas donde yo he tenido que aprender a través de los años, a no ser controladora de cosas tan sencillas como querer controlar la agenda de lo que se va a hacer tal o cual día. Pero con los niños, con mis hijos de manera particular, yo he visto esa tendencia de diferentes maneras; a veces me pasa que yo quisiera controlar a mis hijos hasta el punto casi de que yo quisiera que ellos fueran robots. Yo quiero que ellos, si yo les digo algo que hacer, casi que ni piensen, que no hagan, que no se muevan, que simplemente vayan directo a lo que tienen que hacer. Y a veces me tenso mucho, cuando yo me doy cuenta que las cosas no están saliendo como yo quiero, se salen de mi control, y ahí es donde más fácil peco de ira, de impaciencia. Sobre todo es cuando yo les doy una orden y no obedecen inmediatamente; obviamente, yo espero y requiero de ellos obediencia inmediata, pero son niños también, a veces pasa que uno le dice: “Ponte el zapato”, pero se cae o se da un golpe o le da, no sé…

Susi: Sed, de repente.

Aylín: Exactamente, o tienen que ir al baño o hay tantas cosas que son impredecibles realmente de la maternidad. Entonces, eso ha sido un aspecto. Pero yo creo que más recientemente donde yo más lo he sentido, sobre todo en las últimas semanas, ha sido, que hay cosas que yo no puedo controlar. Es como si me ha pegado la realidad de que hay muchas cosas que yo no puedo controlar. Yo veo que mis hijos necesitan algo. Por ejemplo, ahora mismo una de mis hijas tiene muchos deseos de tener una amiga y ese ha sido un deseo que ha sido muy constante en el tiempo que hemos vivido fuera.

Nosotros nos hemos mudado mucho de país en país en cinco años y no hemos estado aquí lo suficiente como para cultivar relaciones muy profundas con nadie. Mi hija tiene muchos deseos de tener una amiga cercana y hace poco pasó algo que fue como un recordatorio de que esa persona todavía no está en su vida. Yo puedo hacer muchas cosas para tratar de facilitar; yo puedo hacer citas de juego aquí en la casa o las puedo llevar a la casa de una amiga o las puedo poner en una clase de gimnasia, pero yo no puedo garantizar que yo le voy a proveer una amiga a mi hija, eso es algo que solamente el Señor lo puede proveer.

A veces aun con el hecho de que nuestros hijos están creciendo en un mundo, en un ambiente, que no es su ambiente nativo, ellos están viviendo en un ambiente donde todavía no saben el idioma, todavía nosotros nos sentimos como peces fuera del agua viviendo aquí y me pregunto a menudo: “¿Cómo esto va afectar la vida de mis hijos?”. Eso es algo que yo no lo puedo controlar. Entonces por momentos me he visto muy tentada a sentirme ansiosa por eso, como que hay cosas que yo no sé el resultado todavía, pero en el sentido de que yo todavía no sé, algunas veces leo de niños que necesitan consejería o que necesitan ayuda, como más para su salud mental y a veces me preocupa eso y esa parte Dios no me ha garantizado nada.

Pero el Señor en su providencia utilizó que yo les estaba leyendo a mis hijas hace poco Hebreos 2, y me llamó muchísimo la atención. En Hebreos 2 está hablando acerca del Señor Jesucristo, y cómo el autor de Hebreos aplica el Salmo 8, cuando dice: “¿Qué es el hombre para que tú te acuerdes de él o el hijo del hombre para que te intereses en él?”. Y entonces, el autor de Hebreos dice: “Él está hablando aquí acerca de Cristo, porque al sujetarlo todo a Él”, dice el autor, “no dejó nada que no le sea sujeto, pero ahora no vemos aun todas las cosas sujetas a Él”, y en ingles dice: “No vemos todas las cosas bajo el control todavía, ahora mismo”.

Eso me llamó mucho la atención, porque me quedo pensando, cómo en el Señor Jesucristo, el Señor dice: “Pídeme y te daré por herencia las naciones”. Nosotros sabemos que el Señor ha puesto todo bajo su control, pero hay cosas que todavía no se ven que están bajo su control, pero están bajo su control y lo que me ha hecho pensar es yo tengo que confiar en que todas las cosas están bajo el control de Cristo. Yo no las tengo bajo control, pero yo no soy soberana, Él si lo es, y aun Él está cómodo y tranquilo. Al Señor no le da ansiedad el hecho de que las cosas no se vean sujetas a Él, porque Él sabe que están sujetas a Él. Entonces yo tengo de estar tranquila y confiada, como si yo tengo la misma humildad y paciencia del Señor Jesucristo, para esperar cómo Dios va a cumplir su promesa y su plan.

En Efesios 1 dice: “Nosotros estamos ahora mismo como esperando el cumplimiento de los tiempos”, es decir: “En el momento donde Él reúne todas las cosas en Cristo, tanto las que están en los cielos, como las que están en la tierra”, y más adelante vuelve y dice: “Y todo lo sometió bajo sus pies y a Él lo dio como cabeza sobre todas las cosas a la iglesia”. Entonces nosotros tenemos una confianza de que aunque ahora mismo muchas cosas no están bajo mi control, empezando por la salvación de mis hijos y por su corazón, todas esas cosas si están bajo el control de Cristo. Todo está sometido bajo Él y el Señor va a cumplir. Va a haber un momento donde vamos a ver visiblemente lo que no se ve ahora visible, va a ser visible. Entonces nosotros tenemos que vivir por fe de que Él realmente está controlando todas las cosas. Eso ha sido lo que ha estado en mi corazón esta semana.

 

Susi: ¡Que bendición! Creo que esa es la clave para nuestro bienestar emocional y espiritual, cuando vemos que las cosas no están bajo nuestro control, la reacción natural es tratar de ejercer más control. Yo veo una situación con mis hijos que está afuera de control y mi reacción inicial es: ¿Qué puedo hacer yo, para controlar esta situación para que salga el resultado que yo quiero? Esa es mi reacción natural, y los niños crecen, pero seguimos iguales, o sea, ya no es conseguirle un amiguito a mi hijo, sino que ahora es conseguirle una esposa a mi hijo (risas).

Pueden madurar mis hijos, pero seguimos buscando ese control sobre sus vidas. Entonces no creo que haya nada más, ninguna otra verdad mejor, que la que acabas de compartir, para apaciguar el deseo de control que mi corazón tiene, porque solamente voy a soltar control cuando creo que hay Alguien más poderoso y bueno y sabio que sí tiene el control, y aunque no es visible yo quiero que sea visible. Yo quiero poder ver como una película de cómo el resto de la vida de mis hijos va a ser y así yo podría confiar en Dios ¿verdad? Pero obviamente Dios no ha querido que las cosas funcionen así y parte de su razón es porque Él quiere que yo ceda ese control a Él. ¡Y qué difícil!

Yo quiero decir como mamá de adolescentes-adultos, mi hijo mayor ya es adulto de 18 años, si quieres decirlo así, esto no se hace más fácil. De hecho, cuando los niños están muy pequeños realmente controlamos mucho más sus vidas. Yo quisiera que las mamás de bebés y niños muy pequeños, los papás, pudieran desde ahorita aceptar que no van a controlar. De hecho, no es mejor para mis hijos que yo controle. Yo no puedo producir un resultado mejor que el que Dios va a producir. Entonces, ¿por qué no ceder ese control a Él? Aylín, me encanta escuchar tu testimonio personal de cómo Dios ha usado esas verdades para ayudarte a entender quizás el alcance de tu control y la bendición de descansar en el control que Dios tiene.

Aylín: Exacto, porque a veces uno se da cuenta que uno no puede, pero entonces uno no llega al punto de descanso. Lo que me estaba pasando era que hasta me estaba despertando triste en las mañanas, pensando: “Aquí hay otro día donde yo no puedo suplir”. Era como si me sentía ya vencida, de por sí. Pero me pasó el otro día que yo estaba leyendo un post que una amiga mía puso en Instagram y ella tiene una niña que todavía es una bebita. Ella no estaba de acuerdo con un tema en particular, y entonces ella dice algo así como: “Mi hija nunca va a ser…” Ella estaba diciendo que, en lo que sea que ella no está de acuerdo, que su hija nunca va a ser tal cosa. Y yo me quedé pensando, pero es que ¡tú no puedes controlar eso! Nosotros no podemos presumir de pensar lo que nuestros hijos van a ser alguna vez; hay muchas cosas que realmente no están en nuestras manos y yo creo que es bueno que nosotros nos demos cuenta, como tú dices, y entremos en un punto de: “Señor eso está en tus manos”.

Susi: Me encanta como el autor del libro, después de este capítulo sobre el Control, puso en seguida el capítulo del Descanso, porque, ¿cuál es la solución a esa inquietud y ese nerviosismo, y esa tensión que tú mencionaste, esa tristeza? O sea, está bien sentir brevemente quizás una tristeza por no poder hacer lo que pienso que sería mejor para mis hijos, pero esa tristeza necesita llevarme a poner mis ojos en Cristo y recordar: “Si yo lo veo como necesidad, pero Dios no ha decidido suplirla, no es una necesidad”. Dios promete suplir todas las necesidades mías y de mis hijos; entonces tenemos que cambiar esa perspectiva, y sí podemos experimentar tristeza por nuestros hijos por su situación en sus luchas, claro que sí, y eso es normal, pero, ¿hacia dónde corremos con esa tristeza o esa frustración acerca de las circunstancias?

Me gusta mucho cómo el autor nos recuerda de algo clave para la vida cristiana, en mi opinión. Al principio batallé para hacer la conexión, pero él nos recuerda lo que hace Dios en nuestras vidas con el control que tiene. Dios está preocupado por suplirnos ciertas cosas, pero ahí en esa lista no está casa, y carro y dinero y todo eso. El autor nos da una lista en el libro de que Dios usa su control para proveer. Si estás escuchando y no tienes el libro, en la guía de estudio que está de manera gratuita para bajar en la página puedes también encontrar está lista. Dios nos está supliendo estas cosas y lo que el autor nos quiere decir en este capítulo es que usemos el control limitado que Dios nos ha dado para también suplir estas cosas a nuestros hijos. ¿Cuál dirías que es la conexión entre entender la provisión de Dios y ese control incorrecto que a veces intentamos ejercer en las vidas de nuestros hijos?

Aylín: Bueno, yo creo que por un lado a veces nosotros hacemos lo que tú decías ahorita, quizás nosotros nos olvidamos que nosotros no somos Dios. Es como que queremos proveer, y nos olvidamos de que Dios está proveyendo todas esas cosas, pero no solamente en nosotros sino también en nuestros hijos. Nosotros debemos entender que Dios está realmente proveyéndoles directamente a ellos. Para mí es muy impresionante pensar que nuestros hijos son personas independientes a nosotros, y que Dios trata con ellos directamente a través de nosotros, pero a veces, no a través de nosotros. Entonces, si yo no estoy consciente de la provisión de Dios, y de que Dios está proveyendo las necesidades de ellos y no siempre a través de mí, entonces yo quiero hacer más, más y más que Dios, o tratar de suplir más de lo que Dios está supliendo.

Por ejemplo, yo mencionaba el tema de un amiguito, por ejemplo, y tú mencionabas el tema de una esposa, como que esas son cosas que son reales, que nosotros no podemos proveer realmente. Y si Dios no lo está proveyendo yo tengo que confiar que Dios está haciendo algo en la vida de mi hija que es más importante que ella tener una amiga. Pero si yo con mi visión limitada de las cosas no confió en la provisión de Dios, entonces trato de ir más allá de Él, casi como ser más buena que Dios.

Susi: Si, si, si, o sea porque si sentimos que Dios no está proveyendo, vamos a tomar cartas en el asunto que no nos corresponden, o vamos a experimentar un descontento. Entonces, si Dios nos llama, aquí está esa gran pregunta que no siempre vamos a saber contestarla. Creo que esta es un área donde Dios requiere mucha dependencia diaria de los padres, porque hay veces cuando voy a querer suplirle algo a mis hijos y no voy a saber si debo hacerlo y ahí es donde tengo que ir a Dios en oración y pedir esa sabiduría que Santiago dice que se me dará si la pido. Solamente la tengo que pedir y a veces veo lo que pienso que es una necesidad en mis hijos y tengo que pausar, y tengo que detenerme y pedirle a Dios que me ayude a no ser demasiada controladora, porque esa es mi personalidad. Quizás hay otros padres que no tienen esa tendencia, pero yo sí la tengo, bastante, y yo tengo que constantemente revisarme. Y te digo, crecen los hijos y es más, más, frenar, frenar mi tendencia de querer controlar.

Lo que tú dices de que Dios no siempre va a suplir sus necesidades por medio de mí, eso fue algo que Dios usó cuando mis hijos entraron a la etapa de la adolescencia. No me acuerdo exactamente cuál fue la ocasión donde sentí como un golpe casi de parte de Dios diciéndome: “Es que tú no eres, tú y tu esposo no son, los únicos que yo puedo usar en las vidas de tus hijos y tú no tienes que saber todas las conversaciones que tienen, todas las luchas que tienen, o sea, no siempre vas a saber todo”. Y yo soy una persona que me encanta saber todo, así que para mí esa etapa de la adolescencia en donde empezaron a desarrollar relaciones profundas con otras personas y yo no sabía todos los detalles acerca de lo que se contaban, eso fue algo que tuvo que producir bastante dependencia en mi corazón, porque yo quiero creer que Dios ama a mis hijos más que yo, y Él va a proveer. Claro que tengo que seguir ejerciendo ese cuidado que me corresponde como mamá, cuidar de sus amistades que sean sanas y todas esas cosas que si me corresponden, pero me encanta este concepto de que: “Cuando yo considero la provisión de Dios yo puedo descansar y dejar de controlar donde no me corresponde controlar”, y eso es una lucha constante.

Aylín: Eso lo que él dice ahí de que el Señor está proveyendo nuestras necesidades, como a veces uno dice: “Es que ya no puedo aguantar ver a mi hijo sufrir tal o cual cosa”. Pero si nosotras recordamos que nosotros también tenemos un buen Padre que nos está criando a nosotros y que está proveyendo, que realmente Él es fiel y que Él está proveyendo para nuestras necesidades, Él nos da nuestra fortaleza que necesitamos para poder pasar por etapas difíciles. Porque hay cosas que, mira, yo nada más tengo 8 años de maternidad y ya nosotros hemos vivido momentos que son realmente agonizantes, que tú dices: “Pero como puede ser que mi hija esté diciendo tal o cual cosa”, bien, bien fuertes. Y uno dice: “Señor yo no sé qué hacer”. Tener que buscar ayuda con otras personas que son más experimentados que nosotros y todo eso.

Yo no sé si a los papás les pasa esto, pero para las mamás yo creo que no hay nada que a uno le duela más, que no poder quitar el dolor de tu hijo, no poder sanarlo. A veces mi niño está enfermo y yo lo puedo cargar y tratar de hacerlo sentir mejor porque es que el corazón se me rompe. Yo quiero poder resolver el problema y si yo puedo confiar que mi Papá en el cielo está aún entonces planificando esa sección en mi vida, que sabe que es a través de mi hijo que Él va a suplir entonces mis necesidades. Eso también puede dar mucha tranquilidad y me ayuda a descansar y no querer aún tratar de salir de la aflicción.

Susi: Y yo creo que, como dice el autor también en este capítulo, esto es algo con que las mamás luchamos bastante. El dolor es una herramienta en las manos de Dios. Y, a lo mejor podemos aceptarlo en nuestras vidas, la doctrina del sufrimiento, ok, si yo soy creyente, yo sé que Dios permite el sufrimiento porque me quiere hacer más como Él, pero con mis hijos, no quiero que esa doctrina sea cierta en la vida de los niños. Pero piénsalo, si Dios ama tanto a mis hijos que desde una pequeña edad está dispuesto a afligirles para llevarles hacia Él, entonces qué bendición que desde pequeños mis hijos experimenten la obra de Dios así en sus vidas. Claro que esto requiere mucha fe, porque las mamás no queremos ver a nuestros hijos sufrir obviamente, pero gracias a Dios porque podemos confiar en esa obra que Él está haciendo en ellos.

Aylín: Gracias, esto me alienta tanto mucho Susi, recordar eso de que el Señor ama tanto a mi hija.

Susi: Tenemos que recordarnos esa verdad constantemente. Quiero que comentemos una cosa más antes de terminar, hay algo en este capítulo que creo que es sumamente importante y al principio quizás no pudiera parecer tener relación con este tema. Pero el autor usa el Salmo 51 para mostrar la más grande necesidad que nuestros hijos tienen, que nosotros no podemos suplir definitivamente, y eso es un nuevo corazón. Pero uno de los puntos que él hace es que, nosotros como padres tenemos que recordar que cuando nuestros hijos pecan, pecan en contra de Dios, y yo creo que esta verdad afecta bastante a las mamás y a los papás. Cuando nos molestamos con nuestros hijos en su pecado, estamos haciendo que ese pecado se trate de nosotros, en lugar de que nuestros hijos tienen una relación afectada con Dios por causa de su pecado ¿No sé si esto te ha llamado la atención a ti, Aylín?

Aylín: Si, esto es algo que el Señor me ha puesto mucho en el corazón, como tratar de estar pendiente, sobre todo ahora que empezamos escuela en el hogar, me he dado cuenta de que es fácil a veces interpretar. Sobre todo, con una de mis hijas, el problema es como si fuera contra mí y tengo que recordar: “No, no es conmigo, no es conmigo directamente”. Porque cuando yo lo cojo personal, entonces le respondo, no con celo por el Señor, sino: “¡Como te atreves tú a no apreciar lo que yo estoy haciendo, o acusarme de tal o cual cosa!”.

Susi: Creo que esto es una experiencia común, especialmente de las mamás, pero los papás también pueden caer en esto de decir, tu ofensa es contra mí. Pero en el Salmo 51 David dice: “Contra ti, contra ti, solo he pecado”; y no es que no pecó en contra de Betsabé y no pecó en contra de otros, si no que la esencia del pecado es que es una ofensa contra Dios. Ese concepto me ha ayudado tanto en mi relación con mis hijos, porque la verdad es que sí pecan en contra de mí, en cierto sentido si lo hacen, pero en esencia su problema es con Dios. Y literalmente, al principio tuve que hacer casi como juegos mentales conmigo misma, de que imaginarme quitarme del medio, imaginar que ahí estaba mi hijo y ahí estaba Dios arriba de Él, y que yo no tenía nada que ver ahí; o sea, su necesidad más grande era que él estaba ofendiendo a Dios. Ese concepto me ha ayudado tanto y leerlo en este capítulo me ayudó a entender que a veces quiero controlar la conducta de mis hijos para que dejen de molestarme a mí y esa no es una meta suficiente.

Aylín: A mí me pasa que a veces mi primer instinto cuando mis hijos pecan es que yo primero me pregunto si hay algo que yo hice, algo que no estuvo claro de mi parte o quizás yo no le di la instrucción correcta, o a veces hasta pienso, (porque nosotros tenemos muchos problemas con alergias alimenticias) “Será que el niño se siente mal y por eso…”. He tenido que recordarme a mí misma, es que acuérdate que hay un problema mucho más fundamental que un problema de alergias alimenticias o que no hayan dormido bien. Hay un problema de pecado, y esto es directamente con Dios; y si no están conscientes de eso, no los voy a poder llevar al Salvador tampoco. Si yo solamente estoy pensando que el problema es conmigo, se queda entre nosotros dos, y un “dime y te diré” y “bueno, no importa”; pero el punto aquí es: “Tu necesitas a Cristo” , y la única manera en que ellos van a ver su necesidad de Cristo es si ellos entienden que están pecando contra Dios.

Susi: Y eso nos ayuda como padres a soltar ese control y dejar el corazón pecaminoso y necesitado de nuestros hijos en sus manos, porque Él es el que puede hacer esa obra.

Gracias, Aylín, creo que ha corrido bastante rápido el tiempo y quiero terminar leyendo esto del libro: “Los niños que comienzan a reconocer su pecado de manera humilde y voluntaria, no solo corren a Dios por su ayuda, sino que también dejan de resistirse a la ayuda, guía, corrección e instrucción de sus padres”. Creo que esto es lo que queremos para nuestros hijos.

Entonces, a ti que nos estás escuchando, te animo a que sueltes el control incorrecto que has estado ejerciendo, porque estás poniendo tus ojos en el control soberano que Dios tiene, y así Él te va a poder usar para ejercer un control limitado en la vida de tus hijos para apuntarles hacia Él  y esa debe ser nuestra meta.

Aylín: Amén.

Susi: Les recuerdo que pueden buscar la guía de estudio; ahí hay preguntas que te van a ayudar a profundizar en este tema. Que pasemos una semana conscientemente entregando el control que nosotros sí tenemos en la vida de nuestros hijos para que Dios tome el control de nuestras familias. Que Dios les bendiga.

Transcripción por Erika Cedillo

Compartir:

Autores

Publicaciones relacionadas