Después de un año de estar físicamente distanciados de otras personas por causa de una pandemia, las redes sociales han tomado una prioridad inaudita en muchas vidas y hogares. Muchos han llegado al punto de contentarse con cultos en livestream o Zoom, compartir peticiones solamente por Whatsapp, y recibir “exhortación” de las breves frases compartidas por sus cuentas favoritas de Instagram. ¿Dónde queda la iglesia local? ¿Tenemos una comprensión correcta del rol que debe jugar en nuestras vidas? ¡No te pierdas los consejos que Karla tiene para nosotros hoy!
Transcripción:
Susi: ¡Hola! Bienvenidos a un episodio más aquí en Crianza Reverente. Realmente me gozo poder estar otra vez contigo. No sé si estás en tu cocina, si estás en tu carro, estás haciendo ejercicio o incluso quizás vas en el camión de camino al trabajo. Siempre lo que esperamos es apuntarte hacia Cristo mismo, hacia su Palabra, hacia el ánimo y los recursos que Él te quiere ofrecer en tu labor diaria de crianza.
Algo que me encanta es cuando veo a alguien—algún siervo de Dios, algún pastor, otra mamá o una autora, alguna hermana de mi iglesia, la persona que sea—me encanta cuando veo que hablen verdad acerca de algún asunto que a mí también me ha inquietado o me ha preocupado. A veces no siento la sabiduría para poder hablar bien del asunto. Entonces hoy, hablando de eso, me acompaña una amiga, una hermana en Cristo, que ha hecho esto precisamente sobre este tema que quiero que platiquemos hoy.
Tenemos con nosotros a Karla de Fernández. Ella es autora de dos libros, es mamá de tres muchachos y gracias a Dios que ella está dispuesta a acompañarnos una vez más aquí en Crianza Reverente. Bienvenida, Karla y gracias.
Karla: Hola, mi querida Susi. Gracias a ti por la invitación. Siempre es un gusto y un gozo poder leerte, escucharte y conversar contigo, gracias.
Susi: ¡Gracias a ti! Es de ánimo tener hermanas en Cristo en muchas partes del mundo. Estamos en el mismo país, de hecho. Karla está en Querétaro y estoy en Monterrey, pero gracias a Dios por estos medios también para poder grabar esta conversación y compartirla por las redes sociales y otros medios. Hablando de las redes sociales, eso es algo que queremos platicar el día de hoy. Le pusimos el título a este episodio “Las redes sociales no son mi iglesia”. Y pareciera quizás a primera vista que estos dos temas realmente son temas separados, pero yo creo que tú, Karla, reconoces que no es así, ¿verdad?
Karla: Sí queremos pensar que no tiene nada que ver la iglesia con las redes sociales, pero la verdad es que ahora nosotros los creyentes en esta época de pandemia covid-19 desde el año pasado que nos encerramos y que estuvimos en cuarentena (o seguimos, de hecho) las redes sociales han sido una herramienta maravillosa y de bendición para las iglesias. A través de ellas seguimos en contacto con nuestros hermanos, seguimos recibiendo transmisiones a través de Facebook Live, estudios bíblicos con los hermanos a través de Zoom. Seguimos siendo iglesia a pesar de la distancia, y en el encierro la iglesia ha solucionado esta lejanía, gracias a Dios, a través de las redes sociales.
Pero somos propensos a desviarnos del motivo original por el cual hacemos las cosas, entonces suplimos lo esencial con lo más cómodo. Todo aquello que requiera poco esfuerzo de nuestra parte va a ser más atractivo para nosotros. Las redes sociales cumplen esa función. Todo es sencillo, rápido, sin esfuerzo. No necesitamos ir más allá. Entonces eso el “pero” que le encuentro a las redes sociales.
Susi: Obviamente yo creo que Dios nos llama a usar las herramientas que ha puesto a nuestro alcance, pero creo que, si antes de Covid-19 y la pandemia las redes sociales eran un problema, eran quizás un mundo aparte que nos ponía muchas tentaciones para desviar nuestra atención hacia otro lado, ahora más en pandemia ha sido así. Me encanta lo que dices de que lo más cómodo y lo más fácil probablemente no es lo mejor y creo que este tiempo de estar mucho más en casa para muchas personas, (yo entiendo que no todas, pero para la gran mayoría, especialmente los que tenemos hijos en casa) ha sido estar en casa. En nuestro caso, vivimos donde los niños y la gente categorizada como vulnerable, no ha tenido permiso de parte del gobierno de ir a casi ningún lado por casi un año. Tenemos mujeres, mamás, en nuestra iglesia, que no han estado en la iglesia por casi un año, y esto es un gran reto. Esta situación nos lleva a buscar recursos, a buscar respuesta a las redes sociales.
Me gustaría saber, ya que has estado pensando en este tema, ¿de qué maneras específicas has visto, quizá sutiles, que las redes pueden tomar prioridad por encima de la iglesia? En la vida personal, incluso en tu vida o en la vida de otras mujeres o matrimonios que has visto. Creo que esto nos puede estar sucediendo y no nos damos cuenta y por eso me gustaría saber qué has visto tú.
Karla: Por lo que siento más carga, Susi, es el que se ha suplido la iglesia local. El título dice “las redes sociales no son mi iglesia” porque sí creo que muchos hemos suplido la iglesia local, no en todo. Mira, me explico. Quizá vamos al servicio dominical a nuestra iglesia si podemos ir ahorita y tener nuestras reuniones. Quizá estamos sirviendo en ella, y tenemos algún grupo de mujeres, no lo sé, pero las redes se han vuelto como nuestro estándar de vida eclesial. ¿A qué me refiero con esto? A medida que fue avanzando la cuarentena por el Covid-19, y quizás tú también te diste cuenta, muchas cuentas cristianas salieron en las redes sociales de manera que antes no habíamos visto. Sí había cuentas, podcasts y había blogs de mujeres, hablando precisamente de mujeres, con contenido cristiano, pero en este último año salieron un montón de cuentas en Instagram, canales de YouTube, más blogs en Facebook, en Twitter—creció de manera dramática. Uno puede pensar, qué bendición, más mujeres están compartiendo la palabra de Dios. Y si al final se está hablando del evangelio y está llegando a personas que quizá por lo mismo del encierro está más metido en las redes sociales.
Sin embargo, la iglesia no está diseñada para estar a distancia. No somos miembros aislados. Hemos sido todas nosotras puestas en una iglesia local bajo un pastor de manera soberana. Dios nos tiene en el lugar donde estamos. Somos miembros de un cuerpo, y una iglesia local en la que Dios en su soberanía y gracia destinó que estuviéramos en ella. Nosotros necesitamos estar ahí para crecer, para servir, para animarnos unos a otros, para rendirnos cuentas, santificarnos, para hacer cercanos. Y sí podemos decir, “bueno, pero ahorita no puedo reunirme, no puedo estar cerca”. Y lo entiendo de verdad, pero a lo que me refiero es que nosotros seguimos siendo miembros de nuestras iglesias.
Por ejemplo, para explicarte mejor lo que quiero decir… Acá en Querétaro, somos miembros como familia de la iglesia Lúmina. Entonces, cuando se cierra el auditorio para las reuniones, nosotros no buscamos ser alimentados directamente en las redes o a través de blogs o podcasts o cuentas de Instagram. Nuestros pastores seguían transmitiendo las reuniones a través de Zoom o por Facebook Live en la página de la iglesia. Los grupos pequeños que son semanales se siguen llevando a cabo por medio de Zoom.
Entonces seguimos siendo iglesia a pesar de la distancia la zona distancia a pesar de las restricciones del gobierno. Yo no me iba a tu iglesia, Susy, a la página o al chat a pedir consejería o discipulado, yo no me iba directamente a tu podcast primero. No. Seguimos siendo iglesia. No está mal, no estoy diciendo que esté mal que vayas y visitas páginas, para nada. Lo que quiero enfatizar es la importancia de la iglesia local, de que no podemos suplirle en ningún momento, ni decir “bueno como yo tengo la comodidad, y un abanico enorme en las redes sociales, donde puedo elegir qué es lo que me gusta más, elegir el predicador o el tema que quiero, entonces como tengo todo esto, para mí es más fácil”, ¿no? ¡No! Porque seguimos estando en una iglesia.
Susi: Creo que se trata de valorar el hecho de que Dios ha puesto la iglesia como un recurso y obviamente Dios no menciona las redes sociales en la Biblia, pero sabemos que eso no es un recurso divino. No es que Dios no lo puedo usar.
Karla: Otra forma en la que creo que las redes pueden tener prioridad en nuestra vida es en cuanto a la lectura y estudio de la Biblia. Porque los devocionales diarios, las formas rápidas de aprender versículos han suplido en algunas mujeres, el deleitarse de lleno la Palabra de Dios, y estudiarla en conciencia. Porque yo lo veo en mí. Es más sencillo abrir una aplicación, o un podcast, o a mi Instagram, puedo pasar una hora sin darme cuenta, que a mi Biblia. ¿Por qué? Por la rapidez, por la comodidad y por lo lindo que se presenta en las imágenes. Entonces, ¿qué pasa? Es posible que no que yo no tenga el discernimiento para reconocer si es sana doctrina o no. Porque se ve muy lindo, porque suena muy lindo, porque me pusieron un versículo bien bonito. Entonces Instagram se ha convertido como que la Biblia de bolsillo para muchas mujeres que puede ser que no tengan una vida devocional constante o firme.
Hace algunos meses escuché un pastor decir, “parece que las mujeres leen la Biblia para decorarla y presumirla en Instagram, no para ser transformadas”. Y yo cuando escuché eso dije, qué terrible que demos esa impresión a través de las redes sociales, que compro mi Biblia, la más bonita para presumirla, cuando la realidad es que la Biblia nos transforma. No es para presumirla.
Susi: Yo creo que las redes piden eso de nosotros—¡presumir! Presumir a nuestros hijos, presumir nuestro conocimiento, presumir nuestra vida devocional. Es la naturaleza de las redes sociales. Es fácilmente una vida pública que realmente no es pública, no es real. Y muchas veces a mí lo que me ha pasado es como que las redes sociales, hablando específicamente de las cuentas cristianas, o quizás de crianza o de conocimiento que no es cristiano, pero que puede ser sano en su momento… pero algo que he visto es que las personas más elocuentes, las personas que se saben expresar bien, ganan un seguimiento rápidamente. Entonces, hasta incluso podemos llegar a valorar más la elocuencia humana, la habilidad de poder expresar algo en esas palabras sucintas que llamen la atención.
A mí me ha pasado porque tenemos un ministerio con el cual una de las maneras de poder compartirlo es a través de las redes sociales. Pero a mí me pasa a veces que siento, “¿qué hago aquí?” Yo no tengo esa elocuencia de expresar en “cinco palabras”, porque es popular expresarse en las menos palabras posibles, una realidad, algo llamativo. Creo que podemos poner importancia sobre la habilidad humana de ser elocuente o expresivo, y luego eso es algo que nos hace menospreciar a la iglesia local. Quizá mis pastores son gente normal y común que no son demasiado elocuentes, que simplemente son fieles siervos de Dios que aman la Palabra y que Dios ha puesto en mi vida para compartir la Palabra conmigo.
Entonces, ¿qué pasa? Como estoy mucho tiempo en redes sociales y valoro a esas personas que tienen un don especial, entonces llego a no valorar la enseñanza que recibo. La puedo menospreciar. Incluso las hermanas de mi iglesia, se me pudieran hacer como que, no sé, muy sencillas porque hay hermanas en las redes que tienen mucho conocimiento y aparte como que saben manejar las imágenes porque se ven bien bonitas y todo eso. Entonces, yo creo que estos peligros son los que es que yo quisiera sacar a la superficie para que estemos al pendiente de estos peligros que las redes presentan. Pero también yo creo que hay algunas actitudes de nuestros corazones, y hablando específicamente a las mamás porque tú y yo somos mamás y entendemos nuestros corazones engañosos, ¿cuáles serían algunas de esas actitudes de nuestro corazón, que podemos tener que tuercen o distorsionan nuestra perspectiva sobre la iglesia y las redes.
Karla: El corazón sí es bien engañoso. Te escuchaba y pensaba en eso de que buscamos la perfección en otros. Quisiéramos ver nuestra vida como la que nos presentan en las redes sociales, sobre todo las mamás que tenemos hijos y que sabemos que la crianza es maravillosa, es bella, pero también no es glamorosa. Hay momentos en los que lloras junto con tus hijos y dices, no sé cómo hacerle. Y entonces entras a las redes sociales y ves la perfección de estas mujeres en las redes, y dices “yo quiero una vida así”. Menosprecias lo que está aquí al lado, a la mujer que está luchando también, a la mujer que necesita también ese ánimo y ese apoyo. Uno se va por lo más sencillo, lo más brillante y es una cuestión del corazón. Sí es bien engañoso nuestro corazón.
He visto a muchas mamás jóvenes que están buscando un “norte” a través de las redes sociales y no con las ancianas de su iglesia. Lo sé porque me llegan un montón de mensajes a mi cuenta, a mí, y yo no comparto tanto de maternidad que sí, pero no como una forma de enseñar. Porque he entendido que eso lo aprendemos en familia, aquí cerca con nuestras hermanas de la iglesia, con nuestra familia de sangre, pero me llegan mensajes y me preguntan, y ¿cómo le hago esto? Y yo siempre las mando a su iglesia. Por ejemplo, me dicen, “es que no sé cómo guiar a mi hijo que es berrinchudo y patalea y todo”. Entonces yo le puedo dar un abc de cómo hacer que su hijo no sea berrinchudo en el súper, pero realmente no sé si la mamá tiene un problema de carácter, con la paciencia, qué hay detrás de ella y su corazón. No puedo. Las enviamos nuevamente con su esposo, con su pastor, a que les den consejería. Así es bíblicamente, directo en la iglesia local.
También he visto cuentas que hacen alarde de seguir la enseñanza de Tito 2. Veamos qué es lo que dice. Te lo leo. Dice Tito 2 versículo 3 al 5: “Asimismo, las ancianas deben ser reverentes en su conducta, no calumniadoras, no esclavas de mucho vino. Que enseñen lo bueno, para que puedan instruir a las jóvenes a que amen a sus maridos, amen a sus hijos, y que sean prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.”
Esta es una instrucción que el Apóstol Pablo le da a Tito como una forma de hacer iglesia, y me encanta que toma en cuenta las mujeres dentro de la iglesia, como parte del cuerpo de Cristo, miembros los unos de los otros. Pero si leemos con atención, aunque es una enseñanza para la iglesia, no está diciendo que es lo que podemos o no podemos hacer dentro de la iglesia con las mujeres. Lo que está diciendo Pablo es específicamente que las ancianas enseñan a las más jóvenes cómo hacer hogar, de manera orgánica, que les enseñen lo que es bueno, que amen a sus esposos y sus hijos, que sean prudentes. Es más el carácter de la mujer, cómo debe verse el carácter de una mujer que ha creído en Cristo.
Entonces, las mujeres que ya han vivido con muchos años en crianza y como esposas en la Palabra de Dios, son las que pueden enseñar a estas mujeres a cómo hacer hogar, cómo hacer iglesia, cómo hacer familia, y esto lo aprendemos de manera cercana unas a otras. Aprendemos a hacer hogar, aprendemos a crear lealtades, a ser hospitalarias. Esto no lo aprendemos en las redes sociales. No aprendemos a criar a nuestros hijos leyendo como otra mujer está haciendo, cómo está guiando a sus hijos porque su hijo no es igual al mío, ni yo soy igual a ella. Lo que buscamos es una guía de alguien que nos confronta con nuestro pecado, que camine con nosotras, que nos anime, que nos exhorta, que ore, que vaya una milla más.
Susi: Yo creo que hay un lugar obviamente para instrucción bíblica. Por ejemplo, es un equilibrio muy difícil con el que yo me he enfrentado, porque sentimos un llamado muy claro para empezar un ministerio como este, y al mismo tiempo, desde un principio he sentido el gran peligro que puede tener un ministerio como Crianza Reverente, donde los padres piensan que van a buscar soluciones que su iglesia no les da. Entonces nuestro deseo es siempre apuntar a las personas hacia su iglesia local. Y algo que me preocupa es que recibo mensajes como, por ejemplo, “tu podcast sobre la vara quedó corta, porque lo que yo quiero saber es exactamente qué hago cuando mi hijo hace esto y lo otro”. Quieren como 1-2-3 y esto pasa con todo tema, yo recibo muchas preguntas muy específicas.
Hace poco recibí un mensaje que decía, “¿me puedes dar ejemplos exactos de un diálogo que yo puedo tener con mi hijo sobre el Evangelio?” Si es un diálogo es porque es un diálogo, y tu hijo va a hablar y tú vas a hablar y tú vas a escuchar y es un diálogo. ¿Cómo yo te voy a dar un guion para un diálogo? Pero entiendo el deseo, entiendo la falta de sabiduría que sentimos porque yo siento eso como mamá, como esposa. Mi esposo lo siente como papá. Entonces, ¿qué hacemos con esa falta que sentimos? Ahí está la gran pregunta: ¿cuál es la actitud de mi corazón hacia los recursos que Dios ha provisto?
Las redes sociales deben ser como un recurso secundario que yo tomo, si es que tomo algo de ahí, y yo lo llevo con alguna hermana mayor de mi iglesia o con algún líder, y yo pregunto qué opina de esto. No debe ser al revés. No me deben estar escribiendo a mí en redes sociales para preguntarme qué opinas de lo que mi pastor dijo. ¡No! Debe ser al revés. Lleva mi podcast, por favor, a tu pastor y pregúntale a tu pastor sí está bien, si él cree que esto puede ser una herramienta. Los podcasts y los artículos que tú lees en internet pueden ser como material de discusión entre ti y tu mentora de Tito 2, por ejemplo. Excelente. Pero creo que la actitud que yo he visto, especialmente los corazones de parejas jóvenes, es que mi iglesia no se compara con lo que yo veo en línea. Mi pastor no se compara con lo que yo veo. Entonces, yo rechazo ese recurso. Como no hay hermanas en mi iglesia que tienen un matrimonio perfecto, cuyos hijos no salieron perfectos, entonces yo no tengo quien me diga.
El problema es que eso es orgullo. ¿Quién va a tener hijos perfectos? ¿Quién va a tener un matrimonio perfecto? Dios no ha dicho que las mujeres ancianas que han tenido una vida perfecta pueden enseñar a otras. No es lo que dice Tito 2. Creo que son mujeres reverentes, son mujeres que han dado testimonio, pero no es porque haya tenido vidas perfectas. Esto sucede también con los hombres, donde los papás buscan su consejo. Entonces, yo creo que nuestro corazón se inclina siempre, como Karla tú dijiste al principio, hacia lo más fácil, hacia lo que no me confronta. Y la verdad es que las redes, si me confrontan es algo breve. Por ejemplo, yo puedo leer una frase muy buena en redes sociales y me confronta en el momento, pero no hay seguimiento; no hay una relación, un contexto de una relación con alguien. Pero si una hermana de mi iglesia se me acerca en la iglesia, o en Zoom, o por mensaje de WhatsApp, y me pregunta cómo voy en mi vida devocional, y me expresa alguna preocupación que tiene. Ahí el contexto de esa relación es divino. Dios ha provisto eso y nada puede reemplazar eso.
Estoy totalmente de acuerdo contigo, Karla. Creo que los padres cristianos necesitamos checar las actitudes de nuestros corazones que tenemos hacia nuestra iglesia local. Y hablando entonces de esto, yo creo que puede haber personas que nos están escuchando, que no han tenido experiencias muy geniales en las iglesias. Quizá sienten que no encuentran una iglesia sana, o dicen que no existen hermanas ancianas en su iglesia, que eso yo lo entiendo. Nosotros tenemos una iglesia muy joven y no hay casi hermanas mayores. También a veces simplemente pueden sentir que no hacen “clic” con los hermanos de su iglesia, ¿verdad? Eso es algo común que nuestra era moderna dice, que tienes que encontrar a tu “tribu”, ¿verdad?
Ahora para terminar, ¿cómo convencerías a alguien de que vale la pena hacer el esfuerzo y humillarse y hacer todo lo posible, aún con los impedimentos que tenemos ahorita, de buscar esa comunidad en la iglesia? Y quizás nos puedes mencionar si hay alguna indicación bíblica también que nos pueda ayudar.
Karla: Pienso en Hebreos 10:24-25 que dice, “consideramos como estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca”. La vida de iglesia en comunidad es un regalo del cielo, es divino, como dijiste tú. Ninguna iglesia es perfecta porque todos los que acudimos a ella somos pecadores redimidos. Incluso algunos todavía no son creyentes y están dentro de esa iglesia. Entonces vamos a encontrar seguramente malas actitudes. Algunos no van a mostrar el Evangelio. Pero eso no debe de frenarnos de seguir buscando a nosotros hacer iglesia, de hacer comunión, de la paz, de tener el compañerismo con otros.
Quizá hayamos tenido malas experiencias. Quizás no encontramos alguna anciana con la que podamos hacer clic, como dijiste. Pero estoy leyendo un libro que ojalá muchas mujeres puedan leerlo. Se llama “Quiero cambiar”, del pastor Justin Burkholder. Habla de la santidad, la santificación. Y apenas leí esto que quiero compartir contigo y con tu audiencia:
“Todas tus interacciones con personas no son al azar, ni son coincidencia, sino que son oportunidades orquestadas por Dios para exponer lo que hay en tu corazón. ¿Qué quiere lograr Dios en nuestra vida con las personas que Él ha colocado allí? ¿Has considerado por qué Dios ha permitido que esas personas estén en tu vida? ¿Será que tal vez Dios sabe que necesitas esas situaciones para trabajar algo profundo en tu corazón? Donde sea que vamos, nos encontramos con otras personas que exponen nuestros ídolos. Queremos que se nos sometan como si fuéramos Dios, pero no lo hacen. Por lo tanto, estos momentos y personas son un regalo de Dios en nuestro proceso de cambio”.
Así que, sin duda Dios nos tiene en el lugar donde Él sabe que es mejor para nosotras, y eso incluye a la iglesia, para nuestro crecimiento, para nuestra santificación, para depender de Él más de lo que podemos nosotros siquiera pensar en que podemos depender de otros hombres o mujeres. Entonces, estamos ahí de verdad de manera soberana. Nosotros no buscamos hacer clic o hacer tribu o hacer nuestro círculo con las personas que son más parecidas a nosotros, porque qué cómodo es estar con quién es igual a mí, que no me confronta, que no me dice los puntos ciegos y que no me lleva al Evangelio porque es igual a mí. Nosotros necesitamos de hombres y mujeres que están alrededor nuestro que nos apunten al Evangelio y nosotras ser eso mismo para otras personas. Porque no estamos aquí buscando nuestra comodidad ni ser mejor aquí nosotros en este plano terrenal. Sino siempre buscar que Cristo siga siendo formado en nosotras y eso lo hacemos haciéndonos las preguntas difíciles, y mostrando a Cristo y llevando a otros a Cristo.
Susi: Amén. Qué consuelo pensar que este es el recurso divino que Dios nos ha dado, y Él usa a pecadores. Es tan fácil pensar, oh qué bueno que Dios me usa como pecadora. ¿Y qué tal esos pecadores que están en tu iglesia? ¿Tú crees que Dios también los usa a ellos? Esa es la pregunta. Es esa mamá que te lleva 5 o 7 años de crianza que de repente te quiere dar una sugerencia. ¿Por qué reacciones mal? ¿Por qué se sube tu orgullo? Piensas, ¿y cómo se le ocurre a ella decirme eso cuando ella también tiene niños que no siempre se portan bien? Es que no se trata de eso, se trata de ayudarnos entre hermanos y entre hermanas y criar juntos a nuestros hijos para la gloria de Dios, procurar que nuestros matrimonios le glorifiquen, aunque son dos pecadores que tienen que vivir juntos. Todo esto es algo que Dios ha establecido. Dios estableció la iglesia después de que todos fuéramos pecadores. Él sabía que las iglesias iban a estar llenas de personas muy necesitadas y este es su recurso divino.
Gracias, Karla, por animarnos hoy a aprovechar este recurso y valorarlo. Para terminar yo te pregunto si tu corazón realmente tiene una confianza en la provisión divina que es la iglesia local, si tu actitud hacia tu iglesia, hacia tus pastores, hacia las otras hermanas en tu iglesia, si tú ves a estas personas como provisión de Dios en tu vida, o tú vas corriendo mejor a las redes sociales, a las cuentas de pediatras, a las cuentas de otras mujeres para suplir algo que te hace sentir bien. Si te hace sentir bien siempre probablemente no te está ayudando a crecer. Te animo a que consideres las actitudes de tu corazón hacia Dios mismo, su Palabra y la iglesia local, y que confíes en la provisión divina.
Gracias por acompañarnos una vez más y yo le pido al Señor que esté obrando en tu hogar y que tú, tu esposo y tus hijos estén acercándose cada día más al Señor. Que Dios te bendiga mucho.