Pareciera que el trabajo de la crianza comienza a partir del parto, pero en realidad los años que un matrimonio pasa antes de tener hijos presentan una gran oportunidad para prepararse. Hay muchas semillas espirituales que los que esperan tener hijos pueden sembrar desde casarse, y especialmente desde enterarse de su embarazo. En este episodio, Susi te sugiere varias semillas que puedes sembrar en cuanto a creencias, adoración, y obediencia a Dios. ¡Únete a la conversación!
Transcripción:
En el área del mundo donde yo vivo, ya es tiempo de estar sembrando semillas si tú manejas algún tipo de jardín. De hecho, aunque estoy tan lejos de ser jardinera como lo soy de ser una reina, entiendo que ya desde hace varias semanas era el tiempo para sembrar cierto tipo de semilla. ¿Por qué? Porque la semilla necesita tiempo para germinar, aún y estando la tierra fría y resistente. Esas semillas necesitan tiempo antes de empezar a mostrar alguna evidencia visible de que van a crecer. El trato que recibe la semilla cuando parece estar muerta es importante.
¿Qué tiene que ver esto con la crianza? Bueno, en los últimos dos episodios hablamos de una perspectiva fundamental y esencial para la vida cristiana y, por ende, la crianza. Sobre ese fundamento, quiero intentar que seamos muy prácticos en considerar cómo el tener una comprensión adecuada de un equilibrio en el hogar impacta la vida diaria. Esos tres aspectos que vimos: creencias, amor, y obediencia, deben estar presentes y ser cultivados. Mi plan es, si Dios permite, hacer un episodio para cada etapa, incluyendo la de nido vacío. Y si aun no escuchas episodios 71 y 72, te recomiendo que lo hagas para tener las bases sobre las cuales estamos construyendo.
Regresando a las semillas, algo que he observado es que la etapa del embarazo, e incluso de recién nacido, normalmente no se considera importante en la vida espiritual de la familia. Creo que muchos padres consideramos las necesidades físicas de nuestros hijos como sumamente urgentes e importantes en esta etapa, y no se nos ocurre que algo importante espiritual pudiera estar sucediendo. Piénsalo, no plantamos semillas cuando creemos todavía que no es el tiempo, o que no es necesario. La tierra no parece estar lista, no parece haber necesidad. A lo que voy es que los padres simplemente no pensamos en que hay trabajo espiritual que se puede hacer, semillas que podemos sembrar, aun estando en espera de un bebé o cargando a un recién nacido.
Tenemos indicaciones claras en las Escrituras que Dios nos ha dejado sobre cómo vivir en obediencia y relación con Él, y que debemos llevar a nuestros hijos por ese mismo camino en cuanto sea posible. Pero, el problema que veo y que me preocupa es que siento que, a muchos padres cristianos bienintencionados, no se les ocurre que ese camino empieza desde antes de que nazca ese bebé. Me deja perpleja cómo un matrimonio joven, fieles en su asistencia a su iglesia, creciendo en su fe, sirviendo, puede recibir las noticas de un embarazo, y su reacción inmediata no es: “¿Cómo dice Dios que yo debo pensar sobre este embarazo? ¿Cuál sería una perspectiva bíblica sobre la llegada de un bebé? ¿Cómo puedo prepararme para ser un buen padre o una buena madre, tomando en cuenta que, desde su concepción, sus necesidades más importantes siempre serán espirituales?” La primera reacción es comenzar a buscar material en internet, mamá habla con sus amigas, le piden consejos al ginecólogo y pediatra (me refiero a consejos más allá de lo médico), compran libros o revistas seculares y se registran para las últimas clases que son populares.
¿Se te hace extraña mi perspectiva? ¿Crees que hay justificación para que una pareja siga las modas del mundo en cuanto a cómo llevan el embarazo, la etapa de recién nacido, y todo lo que sigue? Y si comienza así, haciendo las cosas como el mundo las hace y pensando como el mundo piensa, ¿dónde crees que es más probable que termine cuando su hijo tiene 5, 10 o 15 años?
Entonces, ¿cuáles son las semillas que podemos y debemos sembrar desde un principio? Si tú no estás en el principio, creo que estos recordatorios nos pueden servir a todos. Y nos pueden servir para saber cómo animar y aconsejar a los padres que recién esperan tener hijos.
Recuerda que hablamos de tres áreas de la vida cristiana: creencias, amor, y obediencia. Voy a separar mis sugerencias en esas tres categorías.
Semillas de creencias (maneras de pensar) para padres esperando bebé:
Siembra fe donde hay temor. Es común que sintamos temor durante un embarazo. Temor a perder a nuestro bebé, o a hacer algo que le pueda dañar, o a que nazca con una deficiencia porque no tomé mis vitaminas, o que nazca con un problema de salud a pesar de todos mis cuidados, o que no vamos a tener suficientes ingresos para darle todo lo que necesita, o que no vamos a ser papás buenos. Hay un sin fin de posibles razones para temer. Pero en el tiempo de embarazo, un matrimonio tiene una gran oportunidad para sembrar semillas de fe en el Dios que creó y dio vida a ese bebé. No hay mejor etapa de la vida para deleitarse más en el poder sustentador de la vida que tenemos en nuestro Dios. Esta semilla sembrada en esta etapa resultará en raíces firmes de confianza en la soberanía de Dios en cualquier dificultad que nos espera más adelante en el camino de la crianza.
La crianza es una vida vivida en temor para muchas personas, en especial las mamás batallamos con esto. Antes de consultar, googlear, o afanarse… hagan un estudio bíblico sobre Dios como el supremo dador y sustentador de la vida. Él controla salud, Él da inteligencia y sabiduría, Él provee económicamente. Imagínate cómo podrás enseñar a tus hijos con lágrimas de gozo tu creencia firme en la soberanía amorosa de Dios que ha impactado tu vida y puede sostenerles a ellos en sus luchas.
Siembra dependencia donde hay autoconfianza. Dependencia para combatir la autoconfianza. En el mundo de la crianza hoy en día, las que se consideran buenas mamás son las que se saben toda la última información sobre la mejor posición para dormir a bebé, sobre cuáles alimentos tienen más vitaminas, sobre qué estilo de pediatra es más actual, sobre cómo cuidar de la salud emocional de tu bebé según los especialistas en psicología, etc. No solo debe saber todas estas cosas, sino que debe poseer una autoconfianza en la que ella se mira al espejo y se dice cada día: “Tú eres súper mamá. No dejes que nadie te diga lo contrario.”
Quizá exagero, pero espero que se entienda el punto. Las mujeres que están esperando bebé hoy en día son bombardeadas con información y consejos que no están fundados en la Palabra, y son animadas a confiar en sí mismas. El triste resultado de esto es que pocos padres creyentes se encuentran corriendo en dependencia a los recursos divinos que Dios les ha dado: su palabra, la iglesia local (consejeros, mujeres y hombres más maduros), y buenos libros y otros recursos cristianos. En su lugar, vemos autoconfianza que no reconoce su necesidad de decir, “¡no puedo solo!”. Créeme, este es el lugar en donde necesitamos estar todos los padres que deseamos ver la obra espiritual milagrosa de Dios derramando su gracia sobre nuestros hogares. Nos urge sembrar semillas de una dependencia que corre a Cristo, cree en su sabiduría, y no confía en sí mismo. Esto puede y debe comenzar desde el momento de casarnos y pensar en un futuro posible como padres. Tu creencia sobre tu propia insuficiencia, y la suficiencia de Dios, impactará todos tus años de crianza.
Siembra humildad donde hay comparación. Las mismas tendencias culturales que promueven la autoconfianza también resultan en la comparación. Cuando creemos que somos los conocedores de la mejor información, es natural que pensemos que todos los demás deben hacer las cosas como yo las hago. Me entristece el espíritu competitivo y un poco altanero que comúnmente existe entre mamás, y esto comienza desde el embarazo frecuentemente. El tipo de parto, que si sigues trabajando o no, que si ya tienes todo preparado. Solo tienes que subir la foto de la cuna hermosa que te compraron tus papás y que tu esposo instaló en el cuarto que están preparando para bebé, y ya explotaron los comentarios interrogándote sobre por qué no lo vas a tener en tu cama contigo. ¡O vice versa! La maternidad es un constante luchar por la humildad para dejar de compararte con otros y hacer decisiones diarias que reflejan un deseo de caminar en la sabiduría que Dios provee.
Cada matrimonio tiene que hacer sus propias decisiones sobre partos y doctores y vivienda y trabajo y cualquier otra cosa. Podemos poner a cinco familias en una fila y ver cinco variaciones completamente diferentes y todos obedeciendo a Dios y buscando sabiduría para su situación particular. Si desde un comienzo podemos reconocer esta realidad, nuestra actitud será muy diferente. Podremos después sentarnos en el cuarto de cunas en la iglesia con otras dos mamás y compartir ideas sin juzgarnos por haber tomado decisiones diferentes sobre la alimentación, o más tarde la escuela, o más tarde las actividades extracurriculares. Cuánto necesitamos la humildad para dejar de compararnos y creer que, como dice Santiago 1, Dios suple sabiduría personalizada para las decisiones de la vida y la ha prometido a los que humildemente se la piden. ¿Lo crees?
Semillas de amor y adoración para padres esperando bebé:
Además de mi mente, y las creencias e ideas que tengo ahí, necesito cuidar la adoración de mi corazón. Hay semillas muy importantes que podemos sembrar desde antes de cargar a un bebé en brazos (o claro, ¡desde cualquier momento en que reconozco mi necesidad!).
Siembra una lucha de por vida en contra de los ídolos de tu corazón. El corazón humano es una fábrica de ídolos, como todos hemos escuchado, porque fue creado para adorar. Somos criaturas de adoración y siempre adoramos algo o alguien. Si puedo aceptar, como padre o madre, en la etapa de vida o crianza en la que esté, que siempre estaré luchando contra y desarraigando ídolos de mi corazón, esto va a tener un impacto enorme sobre mi crianza. Entiendo que mis hijos mismos, mi reputación, mi propia sabiduría, mi imagen delante de mis amigas, la atención de mi cónyuge, mi comodidad, mi cuerpo, mis horas de sueño… todo esto y más puede convertirse en ídolos que toman un lugar por encima de la adoración a Dios en mi corazón. Esto es parte de llevar una relación de amor con Dios: desplazar a los ídolos para ampliar el reino de Dios en mis afectos. La crianza presenta probablemente una de las mejores oportunidades de la vida para reconocer y rechazar mis ídolos. El embarazo y la crianza me va a meter en situaciones anteriormente desconocidas para mí. Estas son oportunidades para destapar ídolos. Sembremos la semilla de reconocer esos afectos que toman un lugar desmedido. Es un patrón de adoración que llevaremos por muchos años y podremos aconsejar y acompañar a nuestros hijos en sus propias luchas contra los ídolos de su corazón.
Siembra deleite en una relación con Dios primero que nadie. Cada relación cercana que Dios permite en nuestra vida es capaz de ser una fuente de gran deleite. El matrimonio y el ser padre o madre son las principales. Pero esto significa que el deleite que encuentro ahí fácilmente pudiera reemplazar el que debo buscar solamente en Dios. Concebir a un bebé y cargarlo en tu vientre produce una conexión y un deleite que no tiene igual sobre esta tierra. Pero aun así, el deleite de esa relación nunca puede ni debe superar el que encontramos en Dios. Necesitamos desde mucho antes, si todavía estás en esa etapa, o desde ya, estar convencidos que una relación íntima con Dios es la mejor semilla que dará fruto abundante en todos los años de la crianza. Un papá que camina con Dios, conoce a Dios, confiesa su pecado y se deleita en el perdón y amor que encuentra en esa relación, tendrá una fuente inagotable de amor y perdón y paciencia que puede ofrecer a sus hijos. Una mamá que reconoce a Dios como el amante de su alma y el que suple cada necesidad espiritual y emocional, podrá hablar tranquilamente en lugar de gritar, instruir cuando prefiere dormir, y contestar la misma pregunta mil veces. Podrán como padres comunicar el mensaje salvador a sus hijos con sus bocas y con sus vidas.
Todas estas creencias y la adoración genuina de nuestro corazón hacia Dios debe producir hábitos de obediencia. Tenemos la oportunidad desde el primer momento para sembrar semillas de obediencia que nos servirán en toda la jornada de la crianza.
Semillas de obediencia para padres esperando bebé:
Siembra hábitos que reflejan prioridades celestiales. Los hábitos que caracterizan nuestra vida son resultados de los valores del corazón y las creencias que tenemos. Digo esto porque este punto no sirve para nada por si solo. Como resultado de tener creencias correctas y un corazón que desea adorar a Dios, debe haber ciertas acciones y hábitos de nuestra parte. Pero, la llegada de niños al hogar puede revolver todos los horarios y hábitos de la vida si no tenemos cuidado. Por esto, como matrimonio tenemos que decidir cuáles son esos hábitos y actividades que tienen que permanecer como parte de la vida de una familia que adora a Dios.
En otras palabras, si batallas para ser constante en tu lectura y estudio personal de la Palabra, en oración, en asistir fielmente a y servir en tu iglesia local, en priorizar comunicación en tu matrimonio (todas estas cosas son esenciales y no-negociables en la vida cristiana), tener hijos solo te presenta con más excusas para no leer, no asistir, no orar, y no hablar. Es la mera realidad. Probablemente estás escuchando y ya tienes hijos, y has vivido esto. ¿Están como familia, como matrimonio, viviendo prioridades del reino de Dios en sus hábitos diarios? Si no es humanamente imposible para tu familia llegar, ¿están en las actividades de la iglesia fielmente? ¿Tomas tu Biblia antes de tu celular o Netflix? ¿Oras antes de llamar a tu mamá o amiga? ¿Qué dicen los hábitos de tu vida sobre tus prioridades? Desde el tiempo de embarazo, podemos sembrar hábitos esenciales y considerarlos no-negociables. No regañes a la mamá recién aliviada porque quiso estar en la iglesia 2 o 3 semanas después del parto. No uses el tiempo de siesta del bebé como excusa para faltar al estudio. Nuestros hábitos de vida van a enseñar mucho a nuestros hijos.
Siembra obediencia en las cosas pequeñas. Hay muchos “pecaditos inocentes” que son culturalmente aceptables y que tendemos a pasar por alto. Los niños detectan estas cosas muy rápidamente, y la práctica de estos pecados sutiles y “aceptables” socavan nuestro testimonio delante de ellos. Las mentiritas blancas, la pereza, la mordida al tránsito, la irritación… la lista es casi interminable. Cada área de nuestra vida donde permitimos desobediencia a Dios en cosas que consideramos pequeñas revela un ídolo que amenaza nuestro corazón, y llegará a amenazar el corazón de nuestros hijos. Pidamos al Señor que no nos permita estar satisfechos con obediencia a medias. Esta semilla bien sembrada de la obediencia completa a Dios dará fruto también en la vida de nuestros hijos más adelante.
Creo que podemos ver claramente cómo el matrimonio y la crianza que honra a Dios está tan ligado a la piedad genuina. Dios quiere salvarnos de nuestro pecado y vaciarnos de nuestros ídolos para que experimentemos la santificación que Él quiere producir en nosotros. Si te encuentras en la etapa de estar esperando tu primer hijo, o estás orando porque quieres estar ya en esa etapa, te quiero animar con una declaración un poco extraña. La crianza no va a requerir nada de ti que Dios no requiera ya. Te pide entrega total. Te pide que andes en santificación y te ofrece los recursos para hacerlo. No necesitas una sabiduría diferente que solo encuentras en ciertos recursos especializados; necesitas la sabiduría de lo alto que está totalmente a tu disposición. No necesitas una piedad mayor solo por ser papá o mamá. Necesitas la piedad perfecta de Cristo otorgada a tu cuenta. Ya la tienes si eres hijo de Dios. Ahora eres llamado a vivir diariamente imitando su piedad y dependiendo de Él para poder hacerlo. No te abrumes por tu propia incapacidad. Cristo te ofrece la capacitación del Espíritu Santo. Si te crees capaz, confiesa tu autoconfianza a Dios y pídele humildad. La crianza no es fácil, pero tiene una sencillez hermosa cuando vivimos de la manera que Dios establece usando los recursos que Él ofrece.
Quizá estás escuchando y ya estás avanzado en la trayectoria de la crianza. Tienes hijos más grandes y sabes que no puedes volver a comenzar. Pero esas semillas todavía pueden ser sembradas. Tú y tus hijos pueden volver a comenzar, arar la tierra, pedirse perdón entre ustedes y a Dios, y sembrar una por una las semillas correctas. Nunca es demasiado tarde para humillarse y buscar la piedad genuina personal y familiar.
Normalmente no hago esto, pero quiero dirigirme a ti que eres líder en tu iglesia, consejero o consejera, abuelitos, tíos, solteros que trabajan con niños. Por los mensajes que nos llegan sabemos que hay bastantes personas que escuchan el podcast que no tienen hijos o sus hijos ya están grandes. En tu ministerio a padres y niños, tú puedes contribuir a que estas semillas importantes sean plantadas y cultivadas. Preocúpate más, tú, suegra, porque tu nuera esté buscando cuidar su relación con Dios a que si le está bañando correctamente a tu nieto. Dirígete, tú, maestra de escuela dominical, a las necesidades espirituales de los niños y sus padres y anímalos en su labor de crianza. Aun cuando tienes que tratar asuntos de conducta de un niño, hazlo de una manera que demuestra que te importa más su vida espiritual que tu comodidad en el salón de clases.
Pastor, te rogaría que prepares a los matrimonios jóvenes de tu iglesia a comenzar su jornada de la crianza con el enfoque en lo eterno, corazón más que conducta, tesoro eterno más que tesoro terrenal. Consejero, busca equiparte en la consejería bíblica que promueve prioridades del reino y crecimiento genuino. Los que tenemos el gran privilegio y responsabilidad de ministrar a la siguiente generación, o simplemente de servir a otras familias, usemos nuestra influencia y palabras para promover crecimiento espiritual más que prácticas culturalmente populares. Seamos humildes y aceptemos que el método llamado “yo lo hice así” no es el más útil ni el más importante. Analicemos los consejos y sugerencias que damos bajo un filtro bíblico porque ser maestros de la Palabra es una gran responsabilidad. Mamá que estás esperando tu primer bebé, ¡o tu cuarto bebé!, acércate a una hermana madura de tu congregación y pregúntale, ¿qué te hubiera gustado saber antes de llegar tu primer hijo? ¿Qué consejos me puedes dar para glorificar a Dios en mi embarazo y mi crianza?
A fin de cuentas, padres que honran a Dios primero tienen que ser personas que honran a Dios, y todos somos llamados a esto. No nos cansemos de sembrar esas semillas de creencias correctas, adoración genuina y obediencia rendida porque a su tiempo segaremos si no desmayamos. Gracias por acompañarme hoy. Seguimos con esta serie sobre las etapas en un par de semanas después de una pausa para Semana Santa. Que te goces en el sacrificio de Jesús sobre la cruz, y su resurrección que nos provee una milagrosa salvación. Bendiciones.