La disciplina es una de las tareas esenciales pero más difíciles de la crianza bíblica. En este episodio exploramos la disciplina que Dios ejerce en las vidas de sus hijos para poder imitarla en nuestra crianza. ¡Dios nos disciplina porque nos ama! No te lo pierdas.
Transcripción:
La semana pasada estuvimos estudiando sobre la autoridad. Primero, la autoridad que Dios ejerce en nuestras vidas; luego está la que tenemos sobre nosotros en diferentes ámbitos de la vida; y también la que tenemos que ejercer muchas veces nosotros, especialmente en el hogar. Estuvimos viendo Efesios 6:1-4, y en el v. 4 vimos que hay dos palabras que describen las actividades principales que nosotros como padres y madres vamos a practicar en la crianza. Y si bien recuerdan, dijimos que esas dos actividades son la disciplina y la instrucción. O podríamos también decir, disciplina y discipulado. Creo que es muy importante notar que los dos están ahí, y creo que ambos tienen que estar siempre presentes en todas las etapas de las vidas de nuestros hijos sin importar su edad. Claro que en ciertas etapas habrá mas porcentaje, quizás, de disciplina y menos instrucción, y quizás esos porcentajes van cambiando. Pero siempre en cada etapa tenemos estas dos actividades, disciplina e instrucción, o discipulado. Son inseparables; se completan y se complementan entre sí. Porque si tienes disciplinas sin discipulado, en el mejor de los casos es conductismo, y puede llegar fácilmente a ser abuso.
Pero el discipulado sin ninguna disciplina no funciona, porque no es la manera en que Dios nos ha dicho claramente en Efesios 6 que criemos a nuestros hijos. Y ¿cómo puedo estar tan segura? Pues, aparte de que Efesios 6 es claro en cuanto a la disciplina y la instrucción, yo creo que también podemos estar seguros de que la disciplina es necesaria porque dice en ese versículo 4 que tiene que “provenir del Señor”. Y cuando miramos a nuestro Dios, podemos ver cómo Él nos trata a nosotros que somos sus hijos. ¿Cómo nos trata Dios? Dios siempre nos está disciplinando y también instruyendo (o discipulando). Entonces, ¿por qué no tratamos de ver cómo es que Dios me disciplina a mí? Si yo soy su hija, ¿cómo me trata a mí?
Hay un pasaje hermoso que describe de una manera inigualable la disciplina que Dios ejerce en nuestras vidas, y me gustaría que lo viéramos juntos. Ahora yo entiendo que puedes ir manejando, o puedes estar lavando los trastes o haciendo otra cosa, pero si puedes y quieres abrir tu Biblia a Hebreos 12, ahora o más tarde, te animo a hacerlo, porque no hay nada como leer la Palabra por ti misma. Comoquiera en un momento voy a leer los versículos más importantes.
Recuerda que Hebreos 12 viene después de Hebreos 11 y Hebreos 11 es el capítulo de la fe. Cuando empieza Hebreos 12 y usa las palabras “por tanto…” se está refiriendo a esa fe, al hecho de que hay que correr con fe, hay que vivir con fe, y que Dios honra la vida de fe. Esto aplica a la crianza. Ya hemos dicho anteriormente que la crianza es un reto de fe, y siempre requiere fe. Entonces empezamos Hebreos 12 y vemos que el autor dice que hay que despojarnos de todo peso y del pecado que nos asedia. ¿sabes qué? Esto describe lo que es la función principal de la disciplina. ¿Por qué Dios nos disciplina a nosotros? Para despojarnos de todo peso y del pecado que nos asedia. ¿Porqué disciplinamos a nuestros hijos? Por lo mismo.
Luego dice, “corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús”. Yo creo que esta frase describe el discipulado. Entonces Hebreos 12 está hablando de cómo Dios nos trata a nosotros en nuestra vida cristiana, y Él incluye estos mismos elementos: la disciplina y la instrucción (o el discipulado). Voy a empezar leyendo desde el v. 5 y quiero que pongas atención pensando en que tú eres la hija que está escuchando sobre cómo tu Padre te trata a ti. A partir del v. 5 dice, “y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige diciendo: hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por El, porque el Señor al que ama disciplina y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos, ¿porque qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos y no hijos. Por otra parte tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban y los venerábamos, ¿porqué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus y viviremos? Y aquellos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso para que participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza, pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados”.
Este pasaje tiene muchos tesoros y pudiéramos hablar de todo lo que hay aquí por mucho tiempo, pero queremos enfocarnos en cómo podemos imitar el trato de Dios hacia nosotros cuando nosotros tratamos a nuestros hijos. Para este fin, simplemente quiero hacer 4 observaciones, 4 cosas que yo veo aquí que nos ayudan a entender la disciplina de nuestro Padre hacia nosotros que debemos imitar.
El primer punto que quiero destacar es que la disciplina provoca menosprecio y desánimo. El instinto natural del ser humano es reaccionar con menosprecio y desánimo cuando es disciplinado. Es nuestra naturaleza pecaminosa, es nuestra carne. Si leyéramos estos versículos en otras versiones, leeríamos frases como “tener en poco”, o “tomar a la ligera” la disciplina. Esto significa que no es natural para mí ni para mis hijos, valorar la disciplina, o perseverar en la disciplina. De hecho el v. 5 habla de desmayar. Eso es lo que tendemos a hacer, ¿no es cierto? ¿En tu vida cómo respondes cuando Dios te disciplina? ¿No tiendes a desmayar? Estamos hablando de una forma de pensar que nosotros no naturalmente compartimos con Dios. Dios valora el efecto que tiene la disciplina en nuestras vidas, pero nosotros no, y nuestros hijos tampoco. Como creyente y como mamá tengo que preguntarme, ¿qué opino realmente de esta idea de la disciplina? ¿Cómo respondo cuando Dios me disciplina a mí, y qué rol pienso yo que la disciplina tiene en la vida de mis hijos? Porque la verdad es que no me gusta sufrir y no me gusta ver a mis hijos sufrir; no me gusta fallar, y no me gusta ver que ellos fallen; va en contra de mi naturaleza egocéntrica. Y desafortunadamente mis hijos heredaron esa misma naturaleza egocéntrica.
Creo que nos puede ayudar mucho reconocer que ni nosotros ni nuestros hijos naturalmente valoramos la disciplina. Esto no significa que nosotros no debemos quedarnos bajo su efecto; simplemente nos ayuda mucho a entender y reconocer que no todo lo que no me gusta inicialmente es malo, a veces tengo que perseverar. Tú y yo como mamás o papás no vamos a ser capaces de practicar o aplicar la disciplina que proviene del Señor si no lo estamos valorando y experimentando en nuestras propias vidas. No podemos enseñar con nuestra boca lo que no enseñamos con la vida. Si mis hijos no me ven sometiéndome a la disciplina de Dios en mi vida, no van a querer someterse ni a Dios ni a mí, en cuanto a la disciplina. Entonces lo que queremos decir con este punto realmente es que, a tu hijo de 3 o 5 o 10 años no le va a gustar la disciplina. No se va a parar a decirte: “Mami, muchas gracias por sacrificarte, disciplinándome para que yo sea mejor”. ¡No! No va a valorar tu hijo la disciplina de manera natural, esto no significa que no lo debemos practicar.
El segundo punto que yo veo aquí acerca de la disciplina, y este es uno positivo, muy bonito, es que cuando hay disciplina, hay prueba de amor. Dios dice que Él nos disciplina porque somos sus hijos, que al disciplinarnos, Él está comprobando, o probando, que somos sus hijos. Si no nos disciplinara, nos estuviera tratando como a bastardos. ¡Esto es muy fuerte! Dios no se avergüenza de dejar claro que Él adrede inicia la disciplina en nuestras vidas como señal de amor. Y obviamente esto choca con nuestra naturaleza que no quiere sufrir. Y es muy importante porque el mundo nos está vendiendo la mentira de que si Dios te ama no te permite sufrir, y muchas veces los padres realmente creemos que podemos amar a nuestros hijos sin permitirles sufrir nada. No quisiéramos que sufrieran obviamente, pero tenemos que oponernos a su voluntad, tenemos que resistir ese pecado en su vida, porque realmente es una prueba de amor genuino. Así que, si amamos verdaderamente a nuestros hijos, vamos a amar más a Dios y obedecer esas instrucciones que Él nos da.
El tercer punto que quiero destacar de este pasaje es tan obvio que uno quizás pensaría que no hay que decirlo, pero realmente creo que hay que decirlo. Es el hecho de que la disciplina implica dolor e incomodidad. No existe disciplina positiva en el sentido que Dios lo usa aquí. Existen unas filosofías más o menos modernas de la disciplina positiva. Y son teorías y métodos que están agarrando bastante popularidad. Los padres quisieran pensar que pueden disciplinar a sus hijos sin infligir ningún dolor y ninguna incomodidad, sin tener que resistirse a la voluntad de sus hijos, sino los distraen o los manipulan o tratan de que cambien de opinión. Pero Dios está diciendo claramente a través de varios versículos de este pasaje, usando palabras como “reprendido, azota, soportar, causa de tristeza”, para enseñar que donde hay disciplina que está cumpliendo su función, va a haber dolor, va a haber incomodidad. Tú y yo sabemos que no nos gusta ser reprendidas, no nos gusta ser azotadas, no queremos tener que soportar o pasar tristezas, y no queremos que nuestros hijos pasen esto tampoco. Pero Santiago 1 dice que para que la prueba tenga su efecto deseado, uno tiene que mantenerse bajo esa prueba. Creo que sucede lo mismo en la disciplina, tanto en la de Dios hacia mí como la que yo debo ejercer en la vida de mis hijos. Es importante notar pasajes como Proverbios 5:23, que hablan de que la falta de disciplina produce destrucción y muerte. Y hay más versículos de Proverbios que pudieras encontrar. Cuando desobedecemos a Dios y enseñamos por nuestro ejemplo algo que contradice la palabra de Dios, estamos llevando a nuestros hijos hacia la destrucción.
Si no soportas ver a tu hijo sufrir, si tienes que excusar su conducta, si tienes que distraerle durante un berrinche en lugar de confrontar su rebeldía, si no pones límites y expectativas que estás dispuesta a respaldar con la disciplina, no estás imitando a Dios con la disciplina. Por naturaleza la disciplina tiene que estirarnos, probarnos, hacernos salir de nuestra vana y natural manera de vivir. Así es que Dios nos disciplina a nosotros. Esto no es fácil, pero es una verdad que tenemos que aceptar.
Ahora, muchas veces me ha llegado la pregunta que si es correcto usar la vara. Y en este episodio no hay tiempo para abarcar ese tema, pero sí tengo pensado tratar ese tema en un podcast donde puedo tomar el tiempo para realmente ver de la palabra de Dios si la vara se debe usar, y cómo se debe usar. Por ahora sólo diré que la vara usada correctamente, rompe la dureza de corazón de un niño rebelde, y permite entrada a la Palabra de Verdad. Y sí creo que la vara tiene una función cuando se usa de manera efectiva y sin ira.
Pero vamos a seguir el último punto. Por último, la disciplina produce vida y santidad. Esto lo vemos repetidas veces en Hebreos 12. El v. 9 “que por obediencia al Padre viviremos”. V. 10 dice que nos disciplina para lo que es provechoso para que participemos de su santidad; y v. 11 dice que produce fruto apacible de justicia. Eso es lo que yo quisiera ver en la vida de mis hijos, ese fruto apacible de justicia. Pero en el v. 9 vemos que el tema de la disciplina realmente es un tema de vida o muerte. Si yo permito que la disciplina del Padre produzca obediencia y santidad en mi vida, tendré vida, santidad y justicia y entonces puedo ser un instrumento en la vida de mis hijos para que ellos experimenten esa misma vida. ¿Te acuerdas que dijimos que la crianza tiene que incluir la disciplina y el discipulado? Aquí es donde la disciplina da lugar a ese discipulado. Dios no nos trata solamente con disciplina negativa, sino que nos discipula hacia la santidad y la vida en Él. Y es lo mismo en nuestra crianza, la disciplina la tenemos que ejercer siempre en el marco de que somos representantes y agentes de la obra de Dios en la vida de nuestros hijos.
Es todo el tiempo que tenemos por ahora, pero en un podcast muy pronto voy a seguir hablando de este tema de la disciplina, y voy a tratar de hacerlo de una manera muy práctica. Quiero tratar asuntos que a veces son muy confusos, y todavía yo lucho con algunos de estos temas sobre cómo es esa disciplina que produce resultados positivos, que no solamente es para castigar o corregir, pero es para producir madurez y crecimiento. Y creo que hay muchas diferentes maneras en que la disciplina se puede usar porque Dios nos disciplina a nosotras de muchas maneras diferentes.
Entonces por ahora yo creo que el mejor reto que yo te puedo hacer para esta semana es que le pidas a Dios que te ayude a evaluar tu propia respuesta a la disciplina de Dios en tu vida. ¿Cómo estás viviendo en tu hogar, respondiendo a la disciplina de Dios en tu vida? Luego también puedes evaluar tu perspectiva de la disciplina en la crianza de tus hijos. Nuestro Padre nos disciplina de una manera perfecta y nos llama a imitarle.
Transcrito por: ANA RUTH ALMANZA PEREZ