Categoría: Vida cristiana

La maternidad en un mundo de mamás influencers

May 4, 2025

Sólo tomó unos minutos para que mi respiración se entrecortara y mis hombros se sintieran pesados. Esta mamá consiguió hacer un pan de masa madre con un leudado perfecto. Aquella mamá estaba repasando su lista de diez pasos para tener una casa ordenada, la cual estaba enmarcada por techos estilo catedral y muebles de moda. Aquellas mamás flotaban con vestidos florales, meciendo bebés con una mano y haciendo escuela en casa con la otra. Todas en todas partes parecían tener este asunto de la maternidad dominado.

Arrojé mi teléfono contra una almohada y miré alrededor de mi sala de estar, exhalando profundos suspiros de derrota. Las lágrimas acechaban y la vergüenza me regañó. Soy una madre terrible, estoy fallando en todo.

Yo sé mejor; sé que estos juicios son extremos y las redes sociales son unilaterales. Yo lo sé, pero no puedo evitar sentirme afectada por lo que veo; siento la presión en mi pecho. Y aún así, me he beneficiado de muchas madres fieles cuyas vidas puedo ver a través de la pantalla cuando comparten sus formas de discipulado, sus rutinas de estudio bíblico, sus consejos para ahorrar tiempo y enlaces de obsequios cuidadosamente seleccionados. He establecido conexiones a través de Internet con algunas de estas mismas mamás que lamentablemente nunca seré como ellas.

¿Cómo mantenemos todas estas cosas en tensión? ¿Cómo podemos ser madres fieles en una cultura de madres influencers, tomando lo que es útil y dejando el resto? Si bien no conozco los detalles específicos para ti (y continúo evaluándolos en oración en mi propia vida), creo que todos podemos recibir ayuda si reconocemos algunas limitaciones particulares de las redes sociales y revisamos nuestros corazones mientras decidimos a quién seguir y dónde invertir nuestro tiempo: 

Principios vs. Preferencias

Una cosa que debemos discernir con nuestras cuentas favoritas para seguir es si promueven principios o preferencias. Los principios que provienen del Evangelio son esos mandatos claros en las Escrituras que se aplican a todos los padres en todas las culturas y en todos los tiempos, tales como: Habla la verdad a tus hijos (Deut. 6:7; Prov. 22:6). Disciplina en el amor (Prov. 13:24; 29:17; Ef. 6:4). Ora por tu familia (Ef. 6:18; Stgo. 5:16). Provee para tu hogar (Prov. 31; Mt. 7:9-11; 1 Tim. 5:8).

Tomamos verdades generales como estas de la Palabra de Dios, las filtramos a través de las circunstancias únicas en las que Dios nos ha puesto, y luego las plasmamos en nuestras preferencias personales. Estas preferencias pueden ser las casas en las que vivimos, las estrategias de crianza que utilizamos, la ropa que compramos, las escuelas y los servicios de salud que elegimos, los alimentos que damos a nuestros hijos, etc. 

Es importante señalar que formar tales preferencias es un privilegio que muchas mamás no pueden permitirse debido a su ubicación, situación financiera, limitaciones físicas u otros factores. No todos pueden elegir vivir un determinado estilo de vida, o pueden decidir intencionalmente no hacerlo por una variedad de razones buenas y que glorifican a Dios. Es por eso que queremos priorizar los recursos saturados de principios, porque pueden exhortarnos y alentarnos sin importar nuestras preferencias únicas. 

Si vas a seguir a mamás influencers, busca a las que diferencien entre estas dos cosas. Podemos admirar cómo una mujer sirve a su familia y utiliza sus dones (ya sea la agricultura, la educación en el hogar o el peinado), pero si sentimos que tenemos que ser como ella para ser una “buena” madre (ya sea que esa sea la intención del mensaje o no), probablemente sea una indicación de que nuestro corazón se edificaría más viendo otra cosa. 

Realidad vs. Retoque

Cuando conoces a mamás en la vida real, obtienes una imagen sincera y completa de ellas. Y aunque a menudo todavía nos cuesta ser transparentes cara a cara, el simple hecho de estar en la vida de los demás de forma regular nos ayuda a tener una imagen más clara. Sabemos que incluso nuestras amigas más ordenadas han llegado a la iglesia con una mancha de café en su ropa o un cabello fuera de lugar. Hemos visto que sus casas no son perfectas y las abolladuras en sus carros. Hemos sido testigos de su fidelidad pero también de sus fracasos. 

Pero por otro lado, la cultura de las mamás influencers filtra la realidad. Algunas cuentas ocultan lo que esté fuera de lugar, y te deja con la sensación de que no hay nada más que la casa de diseñador, el maquillaje retocado, los triunfos culinarios y la recatada “voz de mamá”. Otras influencers podrían pretender mostrar #realmomlife, pero es solo una pequeña parte de lo que ellas han decidido compartir (y es posible que haya dinero o motivaciones de marketing detrás de esto). 

Retocar en las redes sociales ciertamente puede ser algo inteligente y responsable, pero también queremos ser consumidores críticos y recordar que hay cosas que nuestras mamás influencers favoritas no están mostrando. Si estamos comparando nuestra realidad con lo que ella retoca y nos sentimos como un fracaso, no estamos considerando todos los hechos. Es por eso que queremos ver y conocer a los demás de forma profunda, cara a cara (y viceversa), para que podamos hablar a las vidas de los demás de manera honesta y verdadera. 

Y, por supuesto, en última instancia, queremos llevar nuestro desorden franco y sin filtros al Señor, para quien todas las cosas ya son visibles (Hb. 4:13).

Seguidores vs. Amigos

La cultura de las mamás influencers nos permite mantenernos a distancia, acumulando cientos de miles de seguidores que sólo podemos “conocer” realmente a un nivel superficial. Por muy amable y bien intencionado que pueda ser un DM o un hilo de comentarios, esa influencer que admiramos no puede reunirse con nosotros para tomar un café entre semana y charlar sobre una lucha que tenemos; o entregarnos una comida cuando toda nuestra familia está enferma de gripe. Entonces, aunque podamos sentir una sensación de intimidad y conexión con ella, naturalmente es una limitada relación de “me gusta” en vez de una relación de “amor” multidimensional y de vida a vida.

Contrario a esto, piensa en Jesús. En un mundo pre-redes-sociales, ciertamente consiguió muchos “seguidores”, pero Él estaba en busca de algo más profundo: aquellos que realmente lo conocían. Él les dice a sus discípulos: “pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer” (Jn. 15:15, énfasis mío). Quería hombres y mujeres que caminaran a su lado, compartieran sus cargas, comieran con él, ministraran junto a él y lo acompañaran a través de los valles más profundos y oscuros del sufrimiento. Si esta era la búsqueda enfocada del único hombre perfecto de la historia, ¿cuánto más deberíamos nosotros, personas pecadoras y difíciles, estar buscando una amistad auténtica en nuestras vidas? La cultura de las mamás influencers puede ser “social” y solidaria hasta cierto punto, pero no es una verdadera comunidad evangélica en el sentido en que pueden serlo una iglesia local y las hermanas creyentes que viven en la casa de al lado o en la misma calle.

Silos vs Sociedades

Otra limitación de la cultura de las mamás influencers es que su “comunidad” tiende a construirse en torno a sus intereses individuales, impulsada por un algoritmo impersonal. A medida que interactúas con ciertas cuentas y el estilo de vida que promueven, tu feed comienza a limitarse, reforzando las creencias existentes y filtrando perspectivas opuestas. En poco tiempo, puede parecer que todas las buenas mamás construyen despensas no tóxicas, votan por un determinado partido o adoptan un estilo de vida tradicional, porque eso es lo que el algoritmo te está mostrando. Las opiniones y los mensajes mostrados se vuelven cada vez más polarizados porque el alarmismo es lo que nos mantiene desplazándonos e interactuando en la aplicación. 

Sin embargo, cuando entramos a una iglesia local, lo que nos une con los demás no es principalmente un conjunto de preferencias o convicciones personales: es la fe en Cristo. Puede que nos veamos, nos vistamos y vivamos de manera similar a muchos de nuestros hermanos, pero también desafiamos las perspectivas de los demás de manera necesaria. Cuando interactuamos en los pasillos de la iglesia o compartimos un estudio bíblico, desarrollamos empatía y comprensión hacia la madre que podría hacer las cosas de manera muy diferente a nosotros y, como resultado, tal vez incluso suavice o altere nuestras propias opiniones. Y ciertamente, cuando operamos dentro de la sociedad más amplia donde Dios nos ha colocado (compartiendo el carro, el equipo deportivo, la clase de natación, la tienda de comestibles) nos vemos obligados a salir de nuestras propias cajas de resonancia y somos llamados a amar a los demás, quienes también son portadores de su imagen, y llevar todo lo que experimentamos de regreso a las Escrituras (al contrario de las voces afines en las redes sociales) para evaluar qué es verdad.

Es un regalo tener acceso a tantas mamás en todo el mundo, y muchas de ellas pueden ayudarnos y discipularnos en cierto nivel, como leer un buen libro escrito hace siglos. Podemos aprender de sus tips y de cómo hacen las cosas, pero siempre debemos tener cuidado de que las redes sociales no reemplacen a la verdadera comunidad en la vida real. Dios nos hizo florecer dentro de una sociedad entera, no en un silo aislado en Internet.

Entonces, a medida que discernimos cuánto tiempo y atención debemos brindar a ciertas mamás influencers, seamos conscientes de sus limitaciones y mantengamos las prioridades. La maternidad según el Evangelio no es Jesús más [llena el espacio con un estilo de vida]. No es esperar a aparecer hasta que estemos perfectas como un cuadrado de Instagram. No se trata de mantener a los demás a distancia ni de aislarnos de la diversidad más amplia del cuerpo de Cristo. El Evangelio es más grande, más verdadero y más hermoso que cualquier otra cosa que permitamos que influya en nuestra maternidad en línea. Así que sigamos profundizando en la Palabra y en las comunidades donde hemos sido puestas, tomando o dejando el resto según nuestro Dios nos guíe. Y tal vez al hacerlo, podamos encontrar una nueva sensación de libertad y quitarnos un poco de peso de encima.

Este artículo fue publicado primero en Risen Motherhood. Traducido y publicado con permiso del autor.

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Autor

  • Annie VanderHeiden sirve como Editora en Risen Motherhood y su hogar está en el hermoso área del noreste pacífico de Estados Unidos. Ella orgullosamente abraza el clima lluvioso, el café artesano, y caminatas en la playa junto a su esposo, su pequeña bebé y su perro goldendoodle. Puedes conectarte con ella en Instagram.

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