Categoría: Vida cristiana

Cómo ser amigo en todo tiempo (incluso cuando no tienes tiempo)

November 10, 2024

Un día al mes abro el buzón y me encuentro con una agradable sorpresa. Metida entre las facturas y la publicidad hay una hermosa revista: Southern Living. Miro la foto de portada de un pay que se ve delicioso o de una sala bellamente decorada y, por un momento mientras me quedo en el porche, me imagino horneando el pay o charlando con una amiga en la hermosa sala.

Y luego vuelvo a entrar a la casa y me encuentro con al menos uno (pero probablemente tres) niños pequeños que claman por mi atención. Así que dejo la revista a un lado y espero que algún día encuentre tiempo suficiente para leerla. Sé que en realidad nunca haré el pay y que las ideas de diseño pasarán de moda antes de que tenga tiempo de usarlas.

En esta etapa de tener tres hijos entre 5 meses y 5 años, muchas cosas maravillosas quedan dejadas de lado por la tiranía de lo urgente. Es tentador encerrarse en casa y fingir que las relaciones y responsabilidades externas no existen. Si soy sincera, las amistades con otras mujeres pueden parecer esas fotografías de portada de revista: una hermosa idea que no tengo la capacidad de realizar en medio de las exigencias de mi caótica vida.

Entonces, cuando el Espíritu Santo trae a la mente un versículo como Proverbios 17:17, recordándome que “en todo tiempo ama el amigo”, busco con atención un asterisco al lado de la palabra todo. ¿No hay una pequeña nota al final que enumera las excepciones, como cuando tienes niños pequeños que te necesitan o una temporada inusualmente exigente en el trabajo o un ser querido anciano al que cuidar o montones de compromisos ministeriales? Sin embargo, por más que miro, el asterisco no está ahí. En todo tiempo ama el amigo.

Pero la forma en que amamos y cuidamos a nuestros amigos puede diferir según nuestras circunstancias. Aquí hay cuatro prácticas que te ayudarán a amar a tus amigos en cualquier circunstancia.

1. Aprovecha al máximo tu tiempo

Si tenemos poco tiempo para nuestros amigos, sería prudente considerar, en primer lugar, por qué tenemos tan poco tiempo. ¿Pasamos tanto tiempo en las redes sociales que no tenemos tiempo para interacciones cara a cara? ¿Pasamos tanto tiempo decorando y organizando nuestras casas pero no invitamos a nadie a ellas? ¿Pasamos tanto tiempo ayudando a nuestros hijos a formar amistades a través de tiempos de juegos y actividades que no cultivamos nuestras propias amistades?

Aún así, hay temporadas en las que tenemos exigencias de nuestro tiempo y no podemos hacer mucho para cambiar la situación. Una manera de aprovechar bien nuestro tiempo como amigos es pensar en lo que es más significativo para varios amigos y enfocar nuestros esfuerzos allí (Efesios 5:16).

Por ejemplo, una de mis amigas aprecia especialmente las palabras de afirmación y le encanta recibir correo. Escribir una nota y enviarla por correo se puede hacer en un período de tiempo relativamente corto sin salir de mi casa.

A otra amiga le gusta conectarse conmigo enviándome artículos que considera particularmente reveladores sobre cultura, religión y política. Es cierto que en esta etapa tengo poco tiempo para leer, pero me aseguro de leer los artículos que me envía porque nos sirven como punto de contacto y me ayudan a conocerla mejor a medida que veo qué despierta su interés.

2. Invita a alguien a tu vida cotidiana

Al menos algunas de las actividades que nos mantienen ocupadas se pueden hacer junto con alguien más. Si bien ponerse al día con un amigo en una cafetería puede parecer emocionante, platicar mientras doblamos una pila de ropa también te permite conectarte con una vieja amiga, o incluso hacer una nueva.

A principios de este año, me sentí impulsada a invitar a una joven de nuestro grupo pequeño a cenar con nosotros una vez a la semana. Quería conocerla mejor, pero salir a verla regularmente no era realista. Le envié un mensaje de texto con nerviosismo, pensando que probablemente había un millón de otras cosas que preferiría hacer antes que cenar con nuestra caótica familia. Pero ella estaba encantada con la idea. Ha estado viniendo semanalmente durante meses y se siente parte de nuestra familia. Invitarla a nuestra vida cotidiana me permitió buscar su amistad sin añadir más demandas a mi tiempo.

3. Ora

No pases por alto el valor de orar por tus amigos. Santiago 5:16 nos recuerda que “la oración eficaz del justo puede mucho”. A veces le decimos a un amigo que oraremos por él como comentario descartable, ya que no conocemos otra forma de ayudarlo y sentimos que debemos ofrecernos a hacer algo. Pero orar realmente es hacer algo. Es traer a nuestros amigos a Jesús.

En Lucas 5, los amigos del paralítico creían tan firmemente que lo mejor que podían hacer por su amigo era llevarlo a Jesús, que lo bajaron por un agujero que hicieron en el techo de una casa. ¡Y los resultados fueron asombrosos! El hombre recibió el perdón de sus pecados, fue sanado de su parálisis y se unió a otros para dar gloria a Dios. No podemos traer físicamente a nuestros amigos a Jesús, pero cuando oramos los llevamos ante su trono de gracia donde “alcanzan misericordia y hallan gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16).

4. Esté dispuesto a recibir

Aunque usualmente asumo que amar a los amigos significa hacer cosas activamente para servirles, una amiga cercana me señaló recientemente que para que una persona pueda dar, otra debe estar dispuesta a recibir.

Jesús dice: “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35). Mi amiga me recordó que cuando rechazo sus ofertas de ayuda, le quito la bendición de ser la dadora. De hecho, la amo mejor cuando le permito servirme.

Hoy en día, en lugar de alejarme de las amistades cuando la vida está ocupada, o lamentarme por mi falta de fotos perfectas con mis amistades, busco involucrarme con mis amigas y amarlas en todo tiempo, incluso cuando no tengo tiempo.

Nota del editor: este artículo fue tomado de Risen Motherhood, pero publicado originalmente por The Gospel Coalition.

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Autor

  • sirve como editora en The Gospel Coalition. Anteriormente era la editora de Risen Motherhood. Ella y su esposo, Will, tienen 3 hijos y viven en Charlotte, Carolina del Norte, donde son miembros de Uptown Church (PCA).

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