por Erik Raymond
La realidad de someter tu vida a Jesús y vivir bajo su autoridad tiene implicaciones masivas. Cuando te vuelves cristiano, todas tus relaciones son predefinidas por tu relación con Jesús.
En Efesios 2 y 3, vemos que las personas que tenían diferencias personales substanciales por el color de su piel o su país de origen debían ponerlas de lado a la luz de la relación compartida que ahora tenían con Cristo. Ser cristiano toma la prioridad. Ahora en la familia de Dios, debemos ser amorosos, gentiles, perdonadores y mostrar gracia a los demás. Más adelante en Efesios 5 al matrimonio, se le hace una reforma. Un matrimonio cristiano debe verse muy diferente de los otros matrimonios en el mundo que nos rodea. Esto es por la relación que tanto el esposo como la esposa tienen con Jesús.
Pero esto no es todo. Aún las relaciones entre padres e hijos son diferentes. Estas no marchan de acuerdo al toque del tambor del mundo sino de acuerdo a la melodía del cielo. Reverenciamos al Rey aún en nuestra crianza. Cuando el evangelio llega a nuestro hogar hay cambios. Dios da instrucciones específicas para la familia para que reflejen su autoridad. En los versos 1-3 están las instrucciones para los hijos y en el versículo 4, las instrucciones para los padres.
Notamos que el versículo 4 está dirigido a los padres. La palabra traducida aquí como “padres” es la palabra común para papá. (A pesar de que en Hebreos 11:23 se utiliza para describir a ambos padres). A la luz de la manera revolucionaria y contracultural que los papás cristianos debían tratar a sus hijos, es probable que esté dirigido a los padres (mamá y papá) para hacer hincapié en su responsabilidad ante Dios y la necesidad de que suceda algo diferente.
Él dice en Efesios 6:4 “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.”
Bastante sencillo: no hagas esto… haz aquello. En este artículo pensemos en lo que no debemos hacer. No provoques a ira a tus hijos. La palabra aquí traducida “provocar” lleva el sentido de exasperar, instigar o incitar. Es la idea de presionar los botones de tus hijos, irritándoles. Calvino dice que los padres no deben “irritar a sus hijos con una severidad irrazonable”. En un pasaje paralelo en Colosenses 3 leemos, “Padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos para que no se desalienten”.
No exasperes a tus hijos para que no se desalienten.
¿Cómo puedes exasperar a tus hijos? Aquí hay 11 maneras.
- Intimidando: Los padres son generalmente más grandes, fuertes e inteligentes que sus hijos. Combinado con la autoridad de la crianza, ésta puede ser ejercida con crueles e intimidantes palabras que desalienten grandemente a los hijos.
- Mostrando favoritismo: Si los padres favorecen a un hijo sobre el otro, el desánimo es inevitable (piensa en Jacob y Esaú).
- Cuestionar su salvación cada vez que se equivocan: Decir, “¿Seguro que eres cristiano?” Cuando tus hijos hacen algo mal va a reforzar la perspectiva (errónea) de que los cristianos no hacen nada malo y que el evangelio no es para ellos.
- Estándares poco claros: Los niños necesitan saber y entender los estándares a los que están sujetos. Si no es así, ellos van a estar confundidos, sorprendidos y desanimados.
- Disciplina sin explicación: La disciplina requiere instrucción. Incluso en Efesios 6:4 hay instrucciones de qué hacer y no hacer. Hay una necesidad de explicar lo que está correcto y lo que no.
- Inconsistencia: Los padres necesitan ser consistentes con sus hijos. Si algo está incorrecto el Martes, también el Jueves debe estar incorrecto. La inconsistencia envía mensajes mezclados y cuando son castigados ellos pierden la confianza.
- Disciplina excesiva o irrazonable: Así como hay niveles de rebeldía, debe haber niveles correspondientes de disciplina. También, los padres no pueden disciplinar por cualquier cosa que el niño haga mal. (De lo contrario, nunca pararan de corregir). Ten cuidado de castigar tan frecuente o excesivamente. La disciplina debe ser razonable.
- Disciplinar con ira: Los padres que están fuera de control y perdiendo su temperamento van a lastimar y desanimar a sus hijos. Piensa cuán torcido es causar daño en nombre del amor. Muy seguramente dañará al niño y la relación. Tengan cuidado, papás. (Algunas veces podríamos necesitar un “tiempo fuera”).
- Humillación: Los padres están buscando construir a sus hijos. Si los están humillando (en público, en frente de sus hermanos, o aún uno a uno) con palabras o disciplina, muy seguramente se exasperarán.
- Nunca reconocer que estás mal: Los hijos viven con sus padres. Ellos ven cuando sus padres se equivocan. Si el padre nunca reconoce que está mal, especialmente cuando la ofensa es hacia el hijo, entonces pronto no se creerá toda la palabrería bíblica. Se requiere humildad de los padres que no quieren exasperar a sus hijos.
- Sobreproteger y sofocar: La sobreprotección bienintencionada puede causar desánimo y resentimiento. Recuerda, los niños son personas que necesitan crecer. Sus deseos deben ser pastoreados, pero no pueden ser controlados totalmente.
Estoy seguro que hay una docena más de maneras de hacer esto, pero creo que captas la idea. Dios ama a los niños. Por lo tanto, los papás y mamás cristianos deben hacerlo. Esto implica no exasperarlos.
La próxima semana en el siguiente artículo, abordaré el lado positivo del mandamiento.
Este artículo fue publicado primero en The Gospel Coalition.