Como padres, nuestra tarea más importante y básica es discipular a nuestros hijos en el Señor. Con tres (¡pronto serán cuatro!) adolescentes en casa y 17 años de experiencia como padre, he crecido en mi entendimiento de lo que significa discipular a mis hijos.
Llegué a la paternidad con algunas expectativas muy específicas y durante años sentí que era un fracaso por no cumplirlas. Sin embargo, en retrospectiva, veo que al aprovechar las situaciones del tipo “en el momento”, mis hijos han aprendido lo que significa confiar en y seguir a Jesús.
Nunca olvides que este es el objetivo de todos nuestros esfuerzos: que nuestros hijos conozcan, confíen en y sigan a Jesús. El cómo puede variar de familia a familia, pero el objetivo final nunca cambia.
Pensé que tenía una idea bastante clara de cómo se vería el discipulado.
Antes de convertirme en padre, pensé que tenía una idea bastante clara de cómo se vería el discipulado en nuestro hogar. Puse mi fe en Cristo cuando era un estudiante de posgrado con 24 años de edad, y mi amigo Will se reunía conmigo semanalmente para discipularme. Me enseñó a leer mi Biblia, orar, memorizar las Escrituras y compartir mi testimonio.
Mis reuniones semanales con Will tuvieron un gran impacto en mí, así que supuse que cuando fuera padre discipularía a mis hijos de la misma manera. Durante mucho tiempo, mi expectativa fue que nos reuniríamos la mayoría de las noches alrededor de la mesa como una familia de seis personas; oraríamos juntos, compartiríamos los altibajos del día y luego les enseñaría una gran pepita de sabiduría. Pensaba que sacarían sus diarios, tomarían muchas notas y tal vez, de forma espontánea, entonaríamos cantos de adoración. O que quizás nos reuniríamos en una cafetería o desayunaríamos semanalmente para profundizar juntos en un estudio bíblico.
Mi realidad no ha estado a la altura de mis expectativas.
En realidad, entre el grupo de jóvenes, los juegos, las prácticas, los grupos de comunidad y los compromisos ministeriales, cenamos juntos una o dos veces por semana. Nuestras comidas esporádicas juntos incluyen discusiones sobre quién tuvo el día más difícil, un perro que ladra y recordatorios sobre cosas que debemos hacer y lugares en los que debemos estar más tarde esa noche.
No logramos hacer el desayuno semanal porque los chicos necesitan estar en la escuela para practicar deportes o porque programé una reunión de cuidado pastoral con una pareja.
Mi realidad no ha estado a la altura de mis expectativas. En mis momentos más bajos, sentí que les estaba fallando a mis hijos en el nivel más básico. Durante años no escribí blogs ni hablé sobre la crianza porque honestamente creía que estábamos fallando como padres ya que nuestro discipulado no estuvo a la altura de mis expectativas poco realistas.
Aprovecha los momentos de enseñanza
Y, sin embargo, de alguna manera, nuestros hijos conocen al Señor, lo aman y realmente desean llegar a ser más como Él. Aunque nuestro discipulado no fue como esperaba, nuestros cuatro hijos fueron discipulados a lo largo del camino.
Considera Deuteronomio 6:7: “y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.”
Y 1 Pedro 3:15: “sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros.”
Al reflexionar sobre los últimos 17 años, veo que discipulamos a nuestros hijos en el Señor al aprovechar cada momento de enseñanza. Para nuestra familia, el discipulado generalmente no se llevaba a cabo de manera premeditada sino “en el momento”.
Aquí hay tres formas en las que “en el momento” puedes discipular a tus hijos:
Lleva a alguien contigo
Considera las salidas y las compras como una manera de pasar un tiempo de calidad a solas con tu hijo.
Mi esposa y yo siempre hicimos de esto una prioridad cada vez que uno de nosotros corría a la tienda. Te sorprenderías de las oportunidades que se te presentan para compartir tu fe, relacionarte con alguien necesitado o aprender del buen (o mal) ejemplo de otra persona. Algunas de las mejores conversaciones que he tenido con mis hijos se produjeron durante viajes rápidos a la tienda; así que busca oportunidades de discipulado en los momentos mundanos de la vida.
Mi amigo/jefe/pastor Jonathan “JP” Pokluda dice que el discipulado es “cuando intencionalmente pasamos tiempo con alguien para ayudarlo a seguir a Jesús”. Cuando llevamos a alguien con nosotros, aunque sea solo a la tienda, intencionalmente pasamos tiempo con esa persona para ayudarle a seguir al Señor.
Discúlpate y pide perdón.
Hoy temprano me sentí frustrado con uno de mis hijos. Me quejé con mi esposa sobre él y le guardé rencor durante horas. En la noche le pedí disculpas por mi amargura y le pedí perdón por mi mala actitud y por quejarme de él con mi esposa. No siempre me va bien con esto, pero disculparse y pedir perdón les muestra a nuestros hijos lo que significa ser humilde y considerar las necesidades de los demás (Sal. 51:17, Sant. 4:6, Fil. 2:3-4).
La crianza de los hijos brinda innumerables oportunidades “en el momento” para disculparse y buscar el perdón. Asegúrate de aprovecharlas.
Admite tus debilidades
Es posible que tus hijos se sorprendan al enterarse que tú sabes lo que es luchar contra la lujuria, la imagen corporal o complacer a las personas. Hazles saber que comprendes lo que es comparar los Me gusta y el número de compartidos que tiene tu publicación en Instagram; que tus hijos entiendan que sabes lo que es comparar tu ropa con la de otra persona, o estar celoso de las habilidades atléticas de otra persona.
Cuando admitimos nuestras propias debilidades ante nuestros hijos, les mostramos que no están solos. Aceptamos con facilidad que no somos perfectos y con gozo les señalamos al Único que lo es. Podemos recordarles quién es Cristo y quienes son en Él.
¡Ellos luchan todos los días, así que tenemos oportunidades de discipularlos todos los días!
Tengo hijos gemelos que están en su último año de preparatoria, a veces me aterroriza pensar que saldrán de nuestro hogar en menos de 10 meses. Siguen sin recordar que deben reemplazar el papel higiénico de vez en cuando, dejan las puertas abiertas y actúan como si no supieran reconocer cuando un bote de basura está lleno; pero estoy seguro de que han sido bien discipulados para seguir a Jesús.
Muy poco de ese discipulado se llevó a cabo de la manera que yo esperaba, pero sí sucedió sobre la marcha, en el día a día, aprovechando cada momento de enseñanza de la vida.
Prepárate para siempre guiar a tus hijos hacia el Señor en los momentos de la vida en los que tú (y ellos) menos lo esperan.
Este artículo fue publicado primero en Fierce Parenting. Traducido y publicado con permiso.