por Rebekah Matt
Hace muchos años, cuando era una madre joven con un niño intenso y retador en edad preescolar, estaba tomando café en un estudio bíblico al lado de una mujer mayor y bien respetada en la iglesia. Ella había escuchado por medio de otros miembros de la iglesia que yo estaba teniendo problemas con mi hijo, y de la nada me dijo muy casualmente, “¿No es maravilloso, Rebekah, que podemos obtener de la Biblia toda la ayuda que necesitamos en la crianza?”
Ese inesperado comentario realmente me tumbó. Aunque era una nueva creyente, estaba muy segura de que no había mucho consejo directo en cuanto a la crianza en la Biblia que tratara con las cuestiones específicas con mi hijo. Honestamente, no tenía ni una pista de lo que ella estaba hablando. Sintiéndome incómoda, sonreí y asentí, y ella se fue por su camino, sin mencionar nada al respecto.
Para ser honesta, no tomé su comentario de buena manera. Su comentario bien intencionado no tuvo un seguimiento, así que se sintió como si yo hubiera sido víctima de un pisa y corre. Pero al pasar de los años y que yo crecí en madurez espiritual y conocimiento de la Biblia, encontré que Dios sí ofrecía esperanza en la crianza y ayuda para mí en su Palabra. Solo tenía que saber cómo reconocerla.
Consejo en la crianza en lugares (bíblicos) inesperados
Cuando estaba embarazada de mi primer hijo, leía muchos libros de crianza, algunos eran con enfoque cristiano. La esencia general de muchos de estos libros era que si yo aprendía a criar de acuerdo al plan “perfecto” del autor yo podría criar a un niño casi perfecto. Esto es gracioso ahora, pero no tenía modelos reales a seguir y en los cuales apoyarme y por lo tanto buscaba ayuda en donde sea que la encontrara. Pronto me di cuenta que estaba cometiendo errores de crianza a diestra y siniestra. Al pasar los años, yo continuaba cometiendo errores y muy pronto me empezaba a preguntar si mi crianza con defectos estaba lastimando a mis hijos.
Para el tiempo en el que mi hijo mayor era un adolescente, yo había empezado a leer mi Biblia un poco diferente, y descubrí algunas pepitas de oro de sabiduría bíblica para la crianza que nunca mencionan “padre” o “hijo”. Con la esperanza de animar a otros padres que llevan una crianza defectuosa, quiero compartir el camino que seguí en la Biblia que me dio esperanza a pesar de los errores que cometí (y seguí cometiendo) con mis hijos.
Pepita de oro #1: Pon atención a estos versículos que por lo general escuchas en bodas, y léelos pensando en tus hijos. El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser (I Cor. 13:4-8a).
Esto es amor a la manera de Dios. Esto es lo que empecé a preguntarme cuando comencé a leer estos versículos a la luz de la maternidad. ¿Soy impaciente con mis hijos? ¿Poco amable? ¿Arrogante o incluso grosera? ¿Insisto en que sea a mi manera aún si realmente no es importante o están lo suficiente grandes como para decidir por sí mismos (que los pueda estar provocando o exasperando como nos dice Efesios 6:4 que no hagamos)? ¿Soy irritante con ellos? ¿Estoy resentida por el tiempo y la energía que requieren? ¿O estoy resentida porque ensucian la casa una y otra vez?
Pablo nos dice antes en el mismo capítulo que sin amor, nada somos. Todos nuestros talentos, habilidades, destrezas y logros son polvo. Tenemos que dar de nosotros lo mejor para amar a otros como Dios nos ama. Es una alta expectativa, y ¿por qué los estándares son tan altos? Esta pregunta me llevó a la…
Pepita de oro #2: En Proverbios 10:12, hay una respuesta al por qué los estándares de Dios son tan altos. El amor cubrirá todas las faltas (o todos los pecados). Cuando pecamos cometemos errores, grandes errores, que afectan a otros, incluyendo a nuestros hijos. Pero el amor cubre todos los pecados. Lo que esto significa es que, si nuestros hijos están seguros y confiados de nuestro amor, entonces nuestras relaciones con ellos sobrevivirán, y ellos (y nosotros) seguiremos adelante a pesar de nuestros pecados y errores. Esas son buenas noticias para un padre con fallas como tú y como yo, ya sea que nuestros pecados sean por ignorancia o por nuestro comportamiento pecaminoso.
Pero hay más…
Pepita de oro #3: Aún mejores noticias son que el amor de Dios, su gracia, cubren todo, incluyendo a nuestros hijos de nuestros pecados y errores diarios. Ten fe que Dios cubrirá los huecos y errores que cometas con tus hijos. Esto no quiere decir que nuestros errores no tendrán consecuencias; frecuentemente lo tendrán. Tampoco significa que Dios se haga de la vista gorda, o que promete hacer todo mejor, sino que nuestro amor hacia nuestros hijos, al imitar Su amor para con nosotros, tiene el poder para preservar y proteger. Aún si hacemos daño, nos podemos arrepentir (para con Dios y para con nuestros hijos), ser perdonados y vencer. Esa es la gracia de Dios trabajando en tu vida y en las vidas de tus hijos.
Recuerda: Dios ama a tus hijos aún más que tú.
Es fácil creer que somos todo para nuestros hijos cuando ellos están pequeños. Así que es natural que mientras ellos crecen, sentimos pena y culpa por nuestros errores, e incluso pensar que hemos causado un daño irreparable para nuestros hijos en cierta manera.
Es momento de pensar, ¿Dios me cubre con gracia? (Si.) ¿Su amor cubre multitud de pecados? (Si.) Él hará lo mismo con tu hijo. Encuentro muy reconfortante el recordarme a mí misma que Dios ama a mis hijos más que yo. Sus promesas para mí son también las mismas promesas para mis hijos (Hechos 2:39). Mis pecados y errores no son nada en comparación con el amor de Dios.
Muchas veces, al paso de los años, he tenido que voltear hacia Él. Simplemente oro, “Dios, este hijo es muy amado por ti. Estoy haciendo lo mejor que puedo, pero sé que este niño está en tus manos. Por favor, cubre mis pecados con tu amor”. He orado esta oración en silencio sobre un hijo dormido… mientras me detengo en lágrimas en el lavabo de la cocina… en voz alta con otras madres en un grupo de oración… y en diferentes e incontables circunstancias.
Por mucho que queramos ser “todo” para nuestros hijos, y hacer todo bien para ellos, con cada año que pasa podemos ver que solo Dios llena sus más profundos deseos y necesidades. Si nosotros fuéramos todo lo que necesitan, no necesitarían a Jesús.
Este artículo fue publicado primero en Great and Noble Tasks. Traducido por Eyliana Perez y usado con permiso.