Llegamos a la pregunta 3 de nuestra serie “Mamá, ¿por qué Dios permite que sucedan cosas malas?” Puedes leer Parte 1 aquí y Parte 2 aquí.
Pregunta 3: ¿Por qué les pasan cosas malas a las personas buenas?
Esta es una pregunta increíblemente importante y útil de hacer.
En nuestros artículos anteriores vimos que las cosas malas son el resultado del pecado. Nuestros primeros padres, Adán y Eva, decidieron rebelarse contra Dios. Su pecado causó que la creación fuera maldecida e hizo que todos los humanos nacieran con una naturaleza pecaminosa. Después de reflexionar sobre estas cosas, quizás aún te preguntes por qué Dios permite que le pasen cosas malas a la gente buena. Quizás tengas una vecina amable que se lastimó la espalda o un amigo amable cuyos padres se divorciaron. Parece lógico que les pasen cosas malas a las personas malas, pero puede ser difícil entender por qué les pasan cosas malas a las personas buenas. Sin embargo, hay algo muy importante que debes entender: no hay gente buena.
Primero – No hay gente buena
Quizás estés pensando: “Espera un momento, ¿no hay personas buenas? No puede ser, hay mucha gente buena, ¿verdad?”. Bueno, eso depende de lo que significa ser bueno. La mayoría de la gente cree que ser buena persona significa ser amable con los demás. Piensan que, amabilidad es lo mismo que bondad, pero eso no es cierto. La Biblia nos dice que ser una buena persona significa ser cien por ciento perfecto, y Dios es el único que es cien por ciento perfecto. Toda persona que ha vivido, por muy buena que haya sido, ha hecho cosas malas. Nadie ha sido cien por ciento perfecto; así que esto significa que a la gente buena no le pasan cosas malas porque no hay gente buena.
Bondad exterior y bondad interior
Ahora, probablemente te estés preguntando: “¿Pero qué pasa con todas las veces que hago cosas buenas? ¿Acaso eso no me hace más o menos bueno?”. Para responder a esta pregunta, debemos pensar en la diferencia entre bondad exterior y bondad interior. La bondad externa es hacer lo correcto. La bondad interna es hacer lo correcto por las razones correctas. Para ayudarte a ver la diferencia, piensa en esto: cuando haces lo correcto, ¿alguna vez deseabas hacer lo incorrecto aunque terminaste haciendo lo correcto? ¡Claro! ¿Qué te impide hacer cosas malas, como comerte una galleta a escondidas antes de cenar, decirle algo desagradable a tu hermano o voltearle los ojos a tu mamá? Sabes que si haces esas cosas malas, serás castigado. Cuando haces cosas buenas, muchas veces es porque no quieres ser castigado.
Hay otras ocasiones en las que puedes hacer lo correcto sin tener miedo al castigo. Puedes lavar los platos cuando es el turno de tu papá; o puedes compartir un juguete con tu hermanita sin que tu mamá te lo diga. Pero, ¿por qué harías estas cosas? Normalmente, es porque hacerlas te hace sentir bien por dentro. Otras veces, las haces porque quieres que los demás noten las cosas buenas que has hecho y te recompensen. Muy rara vez los humanos hacemos lo correcto simplemente porque es lo correcto. Solemos demostrar bondad externa porque tenemos miedo de ser castigados, o porque queremos sentirnos bien o que los demás reconozcan las cosas buenas que hemos hecho.
Hubo una buena persona
A estas alturas, ya deberías poder ver que a la gente buena nunca le pasan cosas malas, porque no hay gente buena. Bueno, en realidad, eso no es del todo cierto. Hubo una vez en que le pasaron cosas malas a una buena persona, la única buena persona que jamás vivió: Jesús. Cuando Jesús vivió en la tierra, le sucedieron muchas cosas malas y terminó siendo golpeado y clavado en una cruz para que muriera. Pero Jesús eligió que le pasaran todas estas cosas malas. Verás, Él te amó tanto a ti y a mí que sufrió el terrible castigo por nuestro pecado. Y ahora, cualquiera que se aparte de su pecado y confíe en Él puede ser perdonado y tener una relación con Dios. Así que, cosas malas le pasaron a una buena persona, solo una vez, y Él decidió permitir que le pasaran.
Aunque ahora sabes que a la gente buena no le pasan cosas malas, puede que aún te sientas frustrado. Vivir en un mundo caído puede ser muy triste y difícil. Quizás estés pensando:¿No habría sido mejor que Dios no les hubiera permitido a Adán y a Eva elegir? Así no habría pecado ni cosas malas. Esa es una excelente pregunta. Parece una buena idea: intercambiar nuestra capacidad de elección por un mundo perfecto, ¿verdad? Bueno, eso es exactamente lo que veremos en nuestro siguiente artículo.
Para estudiar más: Romanos 3:10-12, Marcos 10:17-18, Isaías 64:6, Efesios 2:1-10, Juan 10:7-18
Este artículo fue publicado primero en Foundation Worldview. Traducido y publicado con permiso.