[En esta serie, Orando la Biblia, estamos tomando la idea que Donald Whitney promueve de orar las Escrituras y procurando hacértelo práctico al compartirte pasajes de la Escritura, una oración modelo y algunas preguntas guiadas para ayudarte a que puedas apropiarte de ello. La oración modelo te puede servir como ejemplo, o la puedes usar como una oración para ti mismo. Mientras pruebas un poco, no te preocupes si te sientes raro o no estás seguro de qué decir. Recuerda, el poder de la oración no viene de las palabras que decimos, sino de Aquel que las escucha.]
Escritura ejemplo
Juan 20:24-28
24) Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino.
25) Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.
26) Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros.
27) Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
28) Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!
Oración modelo
Señor, gracias por incluir esta imagen de Tomás en tu santa Palabra. Es fácil identificarse con su experiencia, y tu respuesta a sus dudas es tan reconfortante mientras yo lucho contra las mías. Había caminado y hablado con su Salvador y escuchado relatos de testigos presenciales de la resurrección de parte de sus amigos y, sin embargo, todavía dudaba. Luchó por creer en tu poder y presencia, tal como lo hago yo a veces. Lucho con la veracidad de las Escrituras, tu soberanía sobre las circunstancias difíciles por las que paso, y tu inquebrantable amor y bondad en mi vida.
¿Ves estos sacrificios que estoy haciendo como mamá (o papá)? ¿Estás realmente cercano y atento a mis oraciones, capaz de ayudarme en el trabajo de cada día? Siento que a menudo todo depende de mí, que estás distante o indiferente hacia mis dificultades al disciplinar a mis hijos, limpiar desastres o tomar decisiones de crianza con mi esposo. Miro a otros padres, cuyos vidas parecen mucho más ordenadas, y me pregunto: “¿Dios me está reteniendo el bien?” Gracias porque, en todas estas preguntas y más, puedo expresar dudas honestas y confianza humilde a medida que te revelas a través de tu Palabra.
Te alabo por recordarme que con tu presencia viene la paz. Estuviste entre tus discípulos, incluido el incrédulo Tomás, y proclamaste el descanso que yo también anhelo tener: “Paz a vosotros”. Respondiste a las preguntas y a la incredulidad de Tomás apareciendo activamente y dejándole ver tu veracidad cara a cara. Gracias, porque en medio de mis preguntas e incredulidad, me ministras también tu presencia y verdad a través de tu santa Palabra. Al presentarte hoy mis preocupaciones y temores, aumenta mi fe. Abre mis ojos para ver cómo estás proveyendo en medio de mis responsabilidades.
Gracias, Señor, por tanta gracia y misericordia hacia los que dudamos. No reprendiste a Tomás por su incredulidad, incluso considerando todo lo que te había visto hacer en su vida, sino que con ternura lo llamaste a volver a la fe. Le ofreciste la prueba de tu resurrección y lo invitaste a verla y conocerla por sí mismo. Ayúdame también a responder a tu llamado a “no ser incrédulo, sino creyente”. Dame ojos de fe para confiar en tu Palabra y creer todas tus promesas: que sólo tú eres Dios, que tienes el control de todas las cosas y que me amas con un amor eterno.
Mientras derramo mis preguntas honestas y tú me encuentres ahí en medio de ellas, oro para que mi corazón haga eco de la alabanza de Tomás. Ayúdame a ver tu grandeza y gloria, tu poder y perfección, de nuevas maneras y a declarar con adoración: “¡Señor mío y Dios mío!” Aumenta mi gozo en ti mientras reavivas mi fe en todo lo que eres y has hecho. Que pueda seguir deleitándome en ti y testificar con valentía a otros que dudan de que tú eres real y que tú estás cerca.
Hazlo propio
Alaba a Dios: En este pasaje de las Escrituras, ¿qué cosas te dan razones para alabar a Dios y darle gracias por quién es Él y lo que está haciendo? Agradécele por algunas cosas, tanto generales como específicas, y entra a su presencia con regocijo.
Confiesa: ¿Qué cosas le tienes que decir a Dios acerca de cómo tu corazón o tus acciones pudieran (intencional o no intencionalmente) desviarse hacia la autosuficiencia o incluso la desobediencia? ¿Cómo has confiado en tu propia sabiduría o resistido a su presencia, mandamientos o cuidado?
Comparte tu corazón: ¿Qué cosas necesitas decirle al Señor que surgen de tu humilde preocupación? ¿Hay dudas que permanecen, preocupaciones que albergas, o cosas que necesitas entregar a Él?
Pide: ¿En qué área necesitas sabiduría, ayuda o gracia? Cuéntale al Señor dónde sientes tu debilidad y qué necesitas específicamente, dejando que Él tenga la última y perfecta palabra en cómo esas necesidades son suplidas y esas oraciones contestadas.
Este material fue preparado y publicado originalmente por el equipo de Risen Motherhood. Traducido, adaptado y publicado con permiso.