Categoría: Vida cristiana

¿Pueden mis hijos manejar la Biblia real?

octubre 9, 2022

Cuando terminamos nuestra Biblia para niños por segunda ocasión le pregunté a mi esposo, ¿Qué piensas? ¿Pueden manejar la Biblia real? 

Las hojas maltratadas y las pastas caídas contaban la historia de nuestra relación especial con los libros de historias de la Biblia. Pero después de leer numerosas versiones, múltiples veces me preguntaba: ¿mis hijos están listos para la Biblia real? ¿Se sentarán a escuchar, aunque no vean ilustraciones, o soportarán las laaaargas listas de genealogías? Y ¿qué de esos detalles tipo David y Betsabé que frecuentemente se eliminan de libros de historias bíblicas para niños?

Eso fue hace tres años. Hoy, hemos leído el Nuevo Testamento como familia. Logramos leer las listas de nombres en Esdras y Nehemías y redescubrimos detalles olvidados en Ester, Rut, Daniel y Jonás. Si te preguntas si tu familia puede manejar la Biblia real, aquí te comparto tres descubrimientos que hicimos y algunas lecciones que aprendimos durante el camino.

1. Si te perdiste el tiempo con Dios por la mañana tienes otra oportunidad para escuchar la Palabra.

Muchos de nosotros comenzamos el día con el Señor, caminamos de puntillas y en silencio entre niños dormidos, tratando de tomar unos preciosos momentos de quietud antes de que comience la locura del día. Pero a veces un desvelo o un pequeño que se levanta temprano hace que ese dulce tiempo se desvanezca. Los hábitos espirituales nos ayudan a estar más cerca del Señor, pero es difícil mantener un tiempo a solas. Cuando empezamos a leer como familia, me di cuenta que el Señor no limitaba su Palabra a bloques de 30 minutos como en nuestro tiempo con Dios cuando nuestros hijos duermen. Mañana tras mañana, mientras las lágrimas fluían o llegaba convicción a mi vida, el Señor me mostraba que Él se manifiesta también cuando estamos alrededor de la mesa del comedor.

2. Cuando explicas algo, tú lo entiendes mejor.

Pero mamá, ¿cómo Dios permitió que mataran a los bebés? ¿Ese tipo se casó con su mamá? ¿Por qué Dios les pide a los reyes destruir los lugares altos? ¿Por qué Nehemías menciona a tantas familias? 

¡Los niños hacen las mejores preguntas! Los detalles que nosotros pasamos por alto o descartamos, sus tiernos corazones se traban en ellos y los meditan. En Hechos 17:11, Dios elogia a los de Berea que “diligentemente escudriñaban las escrituras para ver si estas cosas eran así.” Cuando esas mentes atentas y curiosas hacen preguntas (y mis hijos me hicieron todas las preguntas mencionadas arriba), nos obliga a investigar más como los de Berea. Nos anima a detenernos y mirar el contexto. Puede incluso abrir la puerta para tener comunión con algún otro creyente. Algunos de mis momentos favoritos de estudiar la Biblia han sido aquellos en los que mis hijos han hecho una pregunta que me empujó a considerar la Palabra de manera más profunda. 

3. Leer la Biblia juntos brinda un lugar seguro para conversaciones difíciles.

Cuando leímos del incidente de Noé en los viñedos, nos dió la oportunidad de explicar qué es la ebriedad y cómo te lleva a hacer cosas locas. Cuando estudiamos a David y Betsabé discutimos de la pornografía y como Dios nos llama a alejarnos al primer vistazo de desnudez. La alianza de Salomón con esposas extranjeras nos llevó a examinar el matrimonio y por qué Dios nos quiere en yugo igual. La historia de la creación en Génesis nos permitió presentar diferentes perspectivas del mundo y qué creemos que la Biblia enseña. Amigos, estos son temas retadores pero la Palabra de Dios no se mantiene al margen de asuntos difíciles como lo hacen muchos libros de historias de la Biblia.

El mundo expondrá a nuestros hijos a estas conversaciones, más rápido de lo que creemos, pero cuando la lectura de la Biblia se convierte en un evento familiar, esas discusiones suceden primero en el hogar con un fundamento en la Palabra de Dios. Mientras nos reunimos alrededor de estas historias, nuestros hijos aprenden no sólo las reglas (no embriagarse, no unirse en yugo desigual, etc.) sino el por qué detrás de las reglas. Es una cosa decirle a un niño de 12 años que no siga el camino del mundo; otra cosa es moldear su conciencia con historias de reyes que trajeron ruina al pueblo de Dios al hacerse amigos de gobernantes extranjeros.

Pero, ¿ellos realmente entienden?

Regularmente nos impresionan las conexiones que hace mi hijo de 10 años. “Dijo lo mismo cuando sus discípulos estaban en la tormenta” (en nuestra lectura de Jonás). Nuestro hijo de 5 años mantiene una versión ilustrada donde él copia las imágenes en un diario e interrumpe cada vez que se mencionan armas, “mami, ¿los escuchaste decir espada?” “No hijito, no escuché…” pero ahora sí lo hago. Mi hija llena su diario bíblico con hermosos e intrincados dibujos. Su devoción por la precisión nos ha provocado leer y releer hasta que cada pequeño detalle está perfectamente registrado. (Gracias a su diario ahora tenemos ilustraciones del aliento apestoso de Job, las bestias de Apocalipsis y las dos canastas de cabezas a las afueras de las puertas de Israel, por nombrar algunas).

Amigos, recuerdo con cariño los días que nos apretabamos juntos en el sofá y leíamos las historias de la Biblia para niños. Pero conforme nuestros hijos vayan creciendo es de igual importancia ayudarlos a descubrir la belleza de la Palabra de Dios. Claro, podemos darles una Biblia y animarlos a leer por sí mismos, pero cuando leemos juntos les enseñamos cómo leer la Palabra de Dios.

Mientras navegamos juntos a través de las preguntas difíciles les enseñamos a no dejar de seguir buscando cuando las cosas se ponen difíciles. Cuando hacemos descubrimientos en las genealogías, “wow, ¿Booz fue familiar de Rahab? ¡Con razón se importaba mucho por Ruth!”, les enseñamos a valorar cada palabra de Dios. Día tras día, mientras observan cómo respondemos a la Palabra, ya sea con gozo o lágrimas o con una disculpa atrasada, nuestros hijos descubren que la Biblia no es solo un libro de historias, sino la Palabra viva de Dios que influencia cada aspecto de nuestras vidas.

La historia nos habla de Susanna Wesley, quién enseñó a sus hijos a leer usando el libro de Génesis; y William Tyndale, que trabajó incansablemente para hacer que las Escrituras fueran entendibles hasta “para un simple muchacho de campo”. El apóstol Juan nos deja con un sentimiento similar al inicio de Apocalipsis, “Bienaventurado el que lee y los que oyen las palabras” escribió (Apoc. 1:3). Sí, quizás haya cosas que nuestros hijos no entienden, o días en los que terminemos nuestra lectura bíblica un poco confundidos. Pero, mientras sostengamos la luz de la Palabra de Dios ante ellos, el Señor dice que “solo en escuchar” son bendecidos.

Quiera el Señor recuperar esta práctica de la lectura de su Palabra en nuestros hogares, juntos como familia.

Este artículo fue publicado primero en Momma Theologians. Traducido y usado con permiso.

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Autor

  • Es esposa y madre de 3 niños que educa en el hogar. Sirve junto a su esposo en el ministerio juvenil y universitario, y comparte la carga de ver a otra generación enamorarse del Señor y su Palabra. Conéctate con Katherine en Instagram, Facebook o su sitio web, www.chroniclesofmomia.com.

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