Cuando un niño ha sido enseñado a obedecer y honrar a sus padres, está preparado para comenzar a vivir una vida bajo el dominio de su Creador y Señor Jesucristo. Esto implica un crecimiento que va más allá de simple obediencia. Implica el desarrollo de carácter piadoso en cada área de su vida. Comienza desde una edad muy temprana, pero cobra gran importancia en los años de la niñez, entre 5 y 12 años de edad. Tedd Tripp ofrece herramientas excelentes en los capítulos 16-17 de su libro “Cómo Pastorear el Corazón de tu Hijo”, y en capítulo 12 de su guía de estudio gratuita. Hablamos sobre estas herramientas en este episodio práctico.
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Transcripción:
Susi: Todos hemos conocido a familias que, al parecer, les tocó hijos “buenos”. ¿Has escuchado o dicho ese comentario alguna vez acerca de cierta familia? Pensamos: “Pues si a mí me hubiera tocado hijos tan nobles, yo no batallaría tanto con la crianza”. O quizá piensas: “Ellos no saben lo que es tener un hijo como el mío”.
Aunque es cierto que a algunas familias llegan hijos con retos especiales, con necesidades diferentes en cuanto a su desarrollo físico o mental, en la gran mayoría de los casos, los padres no debemos pensar de esta manera. ¿Por qué? Porque, sin importar la personalidad con la que nace un hijo o una hija, la gran mayoría de los niños, los que no tienen necesidades diferentes marcadas, pueden ser criados en disciplina e instrucción bíblica y desarrollar carácter piadoso a partir de una edad bastante joven.
Si tú ves a una familia cuyos hijos parecen estar felices bajo la autoridad amorosa de sus padres, que cuando no están presentes sus padres, todavía demuestran un carácter piadoso en general, que hay integridad en la familia…esto no es por accidente. Es una tarea ardua y exigente, pero es posible criar hijos que no solamente someten su voluntad a sus padres y a Dios en asuntos claros de obediencia, sino que crecen en sabiduría y desarrollan carácter piadoso.
En los capítulos 16 y 17 de su libro Cómo pastorear el corazón de tu hijo, el autor Tedd Tripp habla de las metas y los métodos que se deben enfatizar en los años de la edad de primaria, entre 5 y 11 o 12 años más o menos, en general. Él dice que sobre el fundamento que se ha puesto en los primeros años al enseñarles obediencia y sumisión a tu autoridad como padre representante de Dios en tu hogar, ahora necesitas enfocar más allá del asunto de obediencia o rebeldía y pensar en el desarrollo de su carácter.
No es suficiente ser obediente si aun eres perezoso, o egoísta u orgulloso, ¿verdad? Al haber ganado la confianza y la sumisión sana de tus hijos hacia ti, puedes usar tu influencia piadosa para ayudarles en asuntos de carácter.
Tripp nos provee de una herramienta que él llama “herramienta de diagnóstico triple”. O sea, tres áreas en las que podemos ir evaluando y ayudando a nuestros hijos a desarrollar carácter en su vida, carácter piadoso. Esto nos va a ayudar a detectar de qué maneras nuestros hijos están faltos de carácter piadoso, y trabajar con ellos desde las Escrituras y en la práctica diaria también.
Las tres áreas esenciales en las que debemos enfocar son: el niño en relación con Dios, en relación consigo mismo, y en relación con otros. El autor provee una lista de preguntas para cada área. Esa lista está disponible en la guía de estudio, capítulo 12, que cubre el contenido de estos dos capítulos del libro. Tú puedes ir a crianzareverente.com a la publicación de este episodio #123, y allí puedes conseguir el enlace para bajar la guía de estudio gratuita si aún no la tienes. Y vamos a hablar un poquito más adelante de esas preguntas de diagnóstico.
El autor da una definición interesante de carácter. Esto es lo que dice en la página 177: “Carácter significa vivir de manera congruente con el conocimiento que tenemos de Dios y de nosotros mismos”.
Mateo, leí la definición de carácter que da el autor. A mí me sorprendió un poquito. Quería preguntarte primero si te gusta esa definición. ¿Estás de acuerdo?
Mateo: Sí, y no, en el sentido de que carácter creo que es un término un poquito más general. Nos habla de lo que te caracteriza; todos tenemos un carácter. Lo que describe Tripp es un carácter piadoso, y en esa parte, creo que está muy bien lo que dice, si entendemos que está hablando de un carácter bíblico, piadoso, que refleja a Jesucristo. En esa parte, sí. También es interesante considerar un poquito que en la etapa anterior que vimos en el episodio pasado, estamos hablando de niños, ¿no? El punto es la autoridad.
Susi: Niños pequeños, sí.
Mateo: Ahora estamos en una edad un poquito más grande: están en sus años de primaria, quizás, y lo importante que tenemos que entender es que el autor nos habla de un carácter que ahora ellos empiezan a adoptar en su propia vida, en su propia manera de ser. Ya no es sólo por imposición; ya no es sólo porque mamá y papá me están viendo y lo voy a hacer.
En esta etapa de la vida empiezan a salirse un poquito más del hogar; están con otras personas; van a casa de sus amigos. Por supuesto que están en la escuela, y cada vez están siendo más independientes. Bueno, ahora ¿cómo van a vivir?
Si lo único que aprenden es la obediencia—solamente la obediencia—cuando no hay autoridad, se van a portar de una manera que es egoísta, una manera que no agrada a Dios. Pero si están desarrollando un carácter piadoso, van a empezar a entender no solamente lo que papá y mamá me exigen en cuanto a mi comportamiento, pero van a empezar a entender cada vez más los principios bíblicos que yacen detrás de esos comportamientos que mis padres me han exigido.
Van a empezar a valorar esos principios bíblicos y hacer lo que en la educación muchas veces llamamos la transferencia o la integración: van a transferir ese aprendizaje, esos principios, a nuevas circunstancias. Entonces, si mi mamá y mi papá no me dejan hacer cierta cosa, ahora estoy en una situación que es diferente, pero yo puedo hacer la conexión. Y ahora puedo actuar de una manera que yo sé que agradaría a papá y a mamá y que también va a agradar a Dios.
Ahora, todo eso tiene que estar relacionado con el corazón, porque si mi corazón no está siendo transformado y moldeado por principios bíblicos, yo obedezco porque creo que mi papá me va a castigar—cuando me ve mi papá.
Susi: Sí, porque me va a ir mejor.
Mateo: Exacto. Ahora ya no me ve mi papá, y voy a ser egoísta. Ahora voy a pecar de una manera que yo sé que mi papá no quiere, pero como mi única preocupación es que no me castiguen, ya no tengo esa preocupación porque nadie me está viendo, o una autoridad no me está viendo.
Es por eso la importancia de realmente pastorear el corazón: de ir más allá de la conducta y llegar también al corazón, que poco a poco va a forjar ese carácter que es lo que nos empieza a caracterizar. Ya no es “de vez en cuando obedezco”, sino ahora realmente lo que yo sé acerca de Dios está guiando y controlando la manera en que yo actúo.
Susi: Yo encontré interesante esta definición del autor y que bueno que aclaras que es un carácter piadoso. Pero realmente, si yo hubiera pensado en la palabra carácter, muchas personas piensan en lo que tú dices: qué caracteriza a la persona. Pero nunca lo había pensado como él lo describe: actuar congruente con el conocimiento que tenemos de Dios y de nosotros mismos.
Esto me llamó mucho la atención. Yo recuerdo que en su momento, cuando nuestros hijos estaban más pequeños, me ayudó muchísimo esto. ¿Cómo es que nuestro conocimiento de Dios y nosotros mismos debe determinar nuestro carácter? ¿Cómo funciona eso?
Mateo: Piensa un momento: ¿quién es Dios? Y compáralo con quienes somos nosotros. Cuando nos ubicamos dentro de este universo que Dios ha creado y nos vemos como pequeños y pecaminosos ante Dios, un Dios que es infinito, que es tres veces santo, te deja en un lugar de necesidad absoluta de primero que Dios te transforme en tu corazón, en tu vida, en tu naturaleza.
Luego necesitas también esa misma gracia de Dios para que puedas vivir de una manera que le agrada. Porque él es el creador del universo y el que nos ha redimido, cuando llegamos a ser salvos, no hay nada que sea más importante que agradar a ese Dios. Y eso involucra iniciar una vida de profundizar en nuestro conocimiento de Dios.
O sea, yo quiero conocerlo y necesito conocerle, y cuando le conozco a él, me veo a mí mismo como soy. Ver la gloria de Dios nos transforma de la gloria de la salvación que Dios nos ha dado a la gloria de la imagen de Jesucristo que se está formando en nosotros cada vez más, que es el propósito original de Dios: que nosotros le podamos reflejar.
Entonces tengo que conocerle, y ese conocimiento no es meramente intelectual, sino es algo que empieza a arraigarse en nuestra vida, cuando realmente meditamos profundamente en ese conocimiento. Si yo de vez en cuando leo mi Biblia, y no le prestó atención, si yo de vez en cuando voy a la iglesia y luego me regreso a mi casa y nunca medito sobre eso, ese conocimiento no nos va a transformar.
Explica por qué podemos estar en la iglesia quince, veinte años y realmente no reflejar un carácter piadoso. El problema no es que lo que se haya predicado en la iglesia no es la verdad. El problema es que no hemos meditado a tal grado que eso se ha arraigado en nuestro carácter, y que no empiece a caracterizarnos en la manera en que yo interactúo con mis hijos, en la manera en que mis hijos interactúan con sus amigos en la escuela, en sus casas.
Es muy importante que ese conocimiento de Dios sea lo que llena nuestra mente, en lo que meditamos profundamente para que nos caracterice realmente.
Susi: Recuerdo leer en un libro…creo que es el libro de Mujer de la palabra, de Jen Wilkins. El libro es acerca de estudiar la Biblia, pero ella dice que lo que aprendemos acerca de Dios en la Palabra realmente también es lo que nos enseña quiénes somos. Todo va relacionado, y tú lo comentaste.
Pero yo recuerdo cuando empezamos a hacer estudios inductivos y como poníamos esas preguntas. Es como una auto revelación, ¿no? Uno ve a Dios en un pasaje bíblico, o lo que tú quieras, y uno se ve a sí mismo—el contraste que hay entre quién soy yo y quién es Dios. Y Dios usa eso para irnos transformando.
Yo pienso que en la crianza a veces creemos como papás que debemos fortalecer la autoestima de nuestros hijos, que ellos no pueden aguantar o soportar todavía la verdad acerca de su carácter pecaminoso, de que son destituidos de la gloria de Dios. Pero según lo que Tripp nos está diciendo aquí, es totalmente lo opuesto. Mis hijos necesitan ver a Dios.
Y en ese contexto de estar viendo a Dios como él realmente es, cuando se entienden a sí mismos como los destituidos que son, como lo están viendo en el contexto de quién es Dios, hay esperanza. Y creo que es verdad: si constantemente les decimos a nuestros hijos lo pecaminosos, lo malos, lo podridos que son sus corazones, pero no en un contexto de esa esperanza de quién es Dios, ahí si pudiera haber un problema.
Mateo: Porque estamos viviendo en un mundo donde el hombre es grande y Dios es pequeño. Hay un libro que se titula algo así, ¿verdad?
Susi: Sí, Cuando Dios es pequeño y el hombre es grande. Algo así.
Mateo: El mundo nos predica nuestra grandeza. Y no somos grandes, ¿verdad? Dios es tan superior a nosotros. Tenemos que tener cuidado en la crianza, de que no estamos adoptando esa perspectiva del mundo que hace que el hombre sea grande, que nuestros hijos sean grandes. No.
Mira a Dios, y cuando ves a Dios, te vas a dar cuenta de lo pequeño que tú eres, y de tu necesidad de Dios, y de la infinita gracia de Dios que está a nuestra disposición para forjar nuestro carácter, y también forjar el carácter de nuestros hijos de una forma que realmente es piadosa y refleja a Jesucristo.
Susi: Es común en los hogares cristianos, por ejemplo: “Mi hijo debe memorizar muchos versículos y todas las verdades que se enseñan en la escuela dominical. Ahí está mi hijo y él se las sabe todo. Y en esgrima él gana”.
Pero creo que es posible que un niño pudiera crecer sabiendo muchas cosas acerca de Dios, teniendo un conocimiento acertado, pero que su vida no sea congruente. Porque esa es la definición que da el autor: que vivimos una vida congruente con el conocimiento de Dios y de nosotros mismos. ¿Cómo sabríamos si eso está pasando?
Mateo: Si tu vida no es congruente con el carácter de Dios, realmente no conoces a Dios. Tienes un conocimiento intelectual acerca de Dios, pero no un conocimiento en el sentido bíblico. Porque en la Biblia el conocimiento nunca [es solamente intelectual]. Bueno, a veces sí, pero es un conocimiento deficiente en el sentido de que es meramente intelectual.
El conocimiento en la Biblia normalmente nos habla de un conocimiento más profundo. Nos habla de nuestra experiencia personal, de nuestra participación en ese conocimiento. Si yo estoy supuestamente conociendo a Dios, y no estoy creciendo en las virtudes de Dios, en los atributos comunicables de Dios en mi vida, realmente no le estoy conociendo correctamente, bíblicamente.
Cuando yo quiero saber si mi hijo está realmente conociendo a Dios, mi pregunta es: ¿su vida está reflejando el fruto del espíritu, o no? Porque el fruto del espíritu son atributos de Dios. O sea, estamos hablando de amor, estamos hablando de gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza. Contra tales cosas, nos dice Pablo, no hay ley. Ese es el carácter de Dios. Ese es el carácter que mi hijo va a evidenciar si está reflejando a Dios.
Si no está conociendo a Dios correctamente, ¿qué va a haber en su vida? Adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría. Espero que no muchos de esos en mis hijos de primaria, ¿verdad? Hechicerías…pero sí puede haber enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones. Todo eso sí puede estar en su vida.
Y eso me está dando a mí una perspectiva más acertada acerca de la realidad de su corazón y carácter que va más allá de su conocimiento intelectual. Porque, por supuesto, un niño puede sacar 10 en la materia de Biblia en su escuela cristiana y no tener ni la más remota idea realmente de qué significa conocer a Dios bíblicamente.
Susi: Recuerdo cuando nuestros hijos estaban pequeños. Uno en particular de nuestros hijos siempre era el que más se sabía las respuestas. Salía bien orgulloso de su clase de escuela dominical. Pero yo hacía el esfuerzo de hablar con la maestra y sí, claro, él era quien más se sabía las respuestas, pero el que menos quería dejar que otros contestaran, el que más quería decir donde él se iba a sentar y quién iba a hablar.
Nuestro hijo tenía un conocimiento probablemente mayor que muchos de los niños en el salón, porque le gustaba y lo repetía, pero su vida no estaba reflejando los mismos principios que estaba aprendiendo.
Mateo: Tenía el carácter orgulloso; estaba reflejando orgullo. Tenía conocimiento. ¡Qué bueno! Queremos que conozcan. Pero si eso no se transfiere a esa humildad de haber conocido a Dios y que eso te humille, no estás realmente teniendo el conocimiento que Dios quiere.
Susi: Como mamá, uno podría salir bien contenta: “Mira, mi hijo es el que más se sabe las respuestas bíblicas”. Pero si no investigo bien, a lo mejor mi hijo no está desarrollando ese carácter piadoso. Creo que hay muchos ejemplos que se podría dar de eso, pero creo que entendemos el concepto ¿no?
El autor nos anima en el capítulo a interpretar la conducta de nuestros hijos en términos de su carácter y no solamente de sus acciones. Es lo que acabo de mencionar. Las acciones de mi hijo eran buenas en cierto sentido, pero otras cosas acerca de su carácter no eran buenas.
Y dice el autor que somos ingenuas muchas veces acerca de nuestros hijos. Por ejemplo, que vemos una pelea por un juguete como simplemente eso—una pelea por un juguete—en lugar de verlo como un problema de preferirse a uno mismo por sobre la otra persona.
Esto va muy de la mano con lo que hemos dicho varias veces en esta serie acerca de discernir los ídolos del corazón de nuestros hijos. Quizás sería de ayuda hablar unos momentos de cómo llevarlo un paso más allá. Vemos la conducta incorrecta; nos detenemos a preguntar cuál es la actitud pecaminosa del corazón detrás de esa conducta; tratamos con ese ídolo en la corrección. Ahora ¿cómo lo llevaríamos más allá para animar el crecimiento en carácter piadoso?
Mateo: Yo creo que lo que el autor tiene ahí como conversaciones, preguntas que podemos hacer, es tan bueno. Yo lo estaba leyendo y estaba pensando, pues yo he leído este libro varias veces, pero ¿por qué no me acuerdo de más de estas preguntas cuando estoy interactuando con mis hijos?
Susi: Sí, como que lo necesitas imprimir y pegarlo en la casa.
Mateo: Sí, porque son preguntas tan buenas. Creo que quizás sería interesante simplemente mencionar algunas de esas preguntas. Yo las estaba leyendo y dije: “Esto es fabuloso”. Sí vale la pena hablar un poquito de lo que tiene ahí.
Susi: Te refieres a la herramienta de diagnóstico, ¿verdad?
Mateo: Sí, donde habla del niño en relación con Dios, consigo mismo y con otros.
Susi: Estoy de acuerdo. En el libro, y también en la guía de estudio, como mencioné en la introducción, el autor nos da una herramienta de diagnóstico que él recomienda que [usemos] cada 6 meses o cada año. Por eso digo yo que hay que imprimirlo y ponerlo en algún lugar, e incluso usarlo como una lista de oración. Yo pensaba en eso: podríamos orar por nuestros hijos basado en esta lista.
Yo no voy a leer todas las preguntas, porque son muchas. Voy a leer algunas de cada una de las tres secciones, y si tú quieres interrumpirme en algún momento para comentar algo acerca de una que otra pregunta…
Mateo: Claro.
Susi: Obviamente primero el autor está hablando del niño en relación con Dios. Él dice que hay que preguntarnos si nuestro hijo vive con una conciencia de su necesidad de Dios, que si es importante para él o para ella conocer y amar a Dios, que si hace decisiones que reflejan un conocimiento de Dios, que si hay evidencias de una relación independiente con Dios, o sea, independiente de la relación que sus padres tienen con Dios.
Mateo: O sea, no sólo el devocional familiar o ir a la iglesia, sino está tomando iniciativa para relacionarse con Dios.
Susi: Si hay un sentido de que nuestro hijo se relaciona de alguna forma con Dios. Quizás habla de pedirle algo a Dios, o cualquier cosa que indique eso. También sería interesante tratar de observar cómo habla acerca de Dios, que si su Dios es grande o si su Dios es pequeño. Eso me llamó la atención. ¿Piensa en Dios como un amigo, como un juez, como un ayudador o como un patrón? ¿Cuál es la perspectiva que tiene de Dios?
Y luego, en la parte de El niño en relación consigo mismo, ¿cómo es que nuestros hijos se ven a sí mismos? ¿Cómo piensa el niño de sí mismo en general? ¿Qué tan bien se entiende a sí mismo? ¿Está enterado de sus áreas fuertes y de sus debilidades? Ahí yo tendría que comentar, ¿cómo es que un niño va a entender cuáles son sus áreas fuertes y sus debilidades?
Mateo: Nos toca a nosotros, ¿no?
Susi: Sí. Normalmente sí.
Mateo: Casi siempre sus hermanos le van a señalar sus debilidades mucho, ¿no? Pero buenas conversaciones sobre eso son importantes.
Susi: Es verdad. Sí, es muy importante. Relacionado a eso, que si el niño entiende su personalidad y las tendencias que tiene esa personalidad. Yo pensaba en eso: las preguntas que siguen son si el niño es confiado, tímido, inseguro, arrogante, o humilde, o si está esclavizado por el miedo. Todas estas cosas pueden ser características de personalidad. Un niño puede batallar muchísimo más con temor, y el otro muchísimo más con orgullo.
Mateo: Autosuficiencia.
Susi: Sí. Nos toca a nosotros ayudarle a entenderse a sí mismo, a entender. Por eso la crianza no es “copy, paste”. No es cada niño igual. Es cada hijo con su personalidad y sus fuertes y sus debilidades. Y como padres tenemos una oportunidad enorme de ayudar a un niño desde bastante pequeño a entenderse a sí mismo bien y entender por qué hace lo que hace.
Esos son algunas de las preguntas que el autor da acerca del niño en relación consigo mismo. Luego hay una sección que dice El niño en relación con otros. Una de las preguntas es: ¿cómo interactúa con otros? ¿Puede conversar sin hacer que la conversación se centre en él?
Creo que muchos adultos tendremos que hacernos esta pregunta, de hecho, muchos padres, ¿verdad? Cuando converso con mis hijos, ¿hago que la conversación se centre en él o siempre se centra en mí? Otra pregunta: ¿qué saca a relucir en otros? Creo que eso significa cuando él interactúa con otros, hay algo que…
Mateo: Por ejemplo, a veces saca el aspecto argumentativo de otra persona. Yo digo algo y lo que eso provoca en las demás personas es que se peleen, que quieran debatir. Probablemente hay algo que yo necesito hacer acerca de cómo yo interactúo con esas personas. Sería un ejemplo.
Susi: Ah, exacto. O un ejemplo positivo: hay niños que desde una edad muy pequeña sacan de otras personas una confianza. O sea, facilitan la conversación. Sus amiguitos les cuentan todas sus tristezas. Son buenos para escuchar. Eso es una característica positiva que podemos animar, aunque obviamente con sabiduría. Siempre cada característica, positiva o negativa, necesita sabiduría.
Entonces estos son cosas que podemos ayudar a nuestros hijos a entender acerca de sí mismos. Obviamente queremos ver si un hijo tiene la tendencia de controlar a otros o ser controlado fácilmente. Eso es una muy grande.
¿Es agradable con los niños de su edad? ¿O llega siempre de la escuela diciendo: todos me dicen que ya no son mi amigo? No se lleva nunca con niños de su edad. Si es así, probablemente hay cuestiones para trabajar con él.
¿Cómo responde cuando las personas le desilusionan? Eso es una grande. Cuando no cumplen con sus expectativas. Obviamente queremos preguntarnos cuáles son sus fortalezas y sus debilidades relacionales para poder ayudarle.
Mateo: Iba a comentar que estas preguntas sirven no solamente para nuestros hijos. Si tú eres pastor, si tú eres líder de jóvenes, si tú quieres servir a otras personas en la iglesia, estas son increíbles preguntas de consejería, de diagnóstico, de qué está sucediendo en el corazón de una persona. Nos pueden servir para más que la familia.
Susi: Sí. Los voy a poner en un PDF y lo voy a hacer disponible para bajar ahí en la página crianzareverente.com en el episodio 123, ahí donde está la transcripción. Ahí vamos a poner también un PDF con estas preguntas para que los puedas bajar. Estos son excelentes materiales para que a cada rato estés evaluando a tus hijos o a ti mismo. Como dice mi esposo, esto es una muy buena herramienta.
Yo creo, Mateo, aquí para terminar, que esto podría sentirse un poquito abrumante. Cuando pensamos en todas las áreas de necesidad que nuestros hijos tienen, de hecho, que nosotros mismos tenemos, ¿cómo podemos evitar abrumarnos y evitar estar sermoneando a cada rato porque sentimos que en cada momento se muestra una necesidad que tienen nuestros hijos? ¿Cómo hacer que esto sea algo natural sin estar obsesionados con esto?
Mateo: Creo que hay que recordar que hay un proceso que se va a llevar a cabo el resto de sus vidas. Y está en un momento crítico al ser niño. Estamos forjando su carácter que va a tener el resto de su vida. Entonces es sumamente importante lo que está sucediendo, pero es un proceso que Dios va a llevar a cabo. Dios es el que perfecciona en nosotros la buena obra. Dios es el que la va a llevar a cabo. Podemos confiar en él, primeramente.
Segundo, diría que no tenemos que pensar que tengo que tener todas estas preguntas grabadas en mi mente y tener estas conversaciones cada vez que mi hijo hace algo malo. “Tengo que tener las doce preguntas de cómo se relaciona con Dios, y las quince preguntas de…”. No es real.
Pero creo que si nosotros estamos repasando estos conceptos de manera regular, eso permitirá que nosotros podamos tener conversaciones más profundas, y entender que no es una conversación que va a cambiar la vida de mi hijo, sino es una vida de comunicación, de hablar de estos temas, de conversaciones que van a su carácter y corazón, más allá de la superficie del acto, sino llegar a su corazón.
Al tener constantemente estas conversaciones con nuestros hijos, tenemos la oportunidad de influir en ellos de una manera profunda, para la gloria de Dios. Quizás algo más que agregar es que simplemente podemos escoger un aspecto y trabajar en ese aspecto por un tiempo. Y luego, cuando vemos crecimiento en ese aspecto, no perfección, pero crecimiento, podemos sí pasar a la siguiente área de su vida que vemos que tiene necesidad, y poco a poco ir viendo cómo el carácter piadoso se está forjando en ellos.
Susi: A veces lo que vamos a ver es que al trabajar en un área, vemos que otras áreas van creciendo a la par. Entonces, pedirle sabiduría al Señor; cuando yo estoy orando por mi hijo: “Señor, yo sé que tiene varias necesidades, pero ¿en cuál puedo enfocarme para ayudarle mejor en esta etapa, en este momento de su vida?”
Lo otro que yo agregaría, simplemente es ser más positivo. También animar a nuestros hijos cuando vemos crecimiento. No felicitarles como de una manera de que: “Tú lo hiciste”, sino: “Wow, hijo, estoy viendo la obra de Dios en tu vida. Te veo resistiendo el pecado. Te veo tragándote las palabras y contestando mejor”.
Y otra manera de animar, algo que anima mucho a los hijos, es cuando los padres les contamos de nuestras propias luchas, cuando ellos entienden que no les estamos pidiendo algo inalcanzable, sino que junto a ellos estamos caminando en este camino de la santificación y que nosotros también hemos aprendido estas mismas lecciones anteriormente.
Mateo: Sí. Y leería un versículo breve: “No nos cansemos pues de hacer bien. Porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos”. No desmayes. Vas a querer desmayar, pero no desmayes.
Susi: Hay que tener perseverancia.
Bueno, eso es todo para hoy. Sólo nos falta un episodio más en esta serie.
Mateo: ¡Qué triste!
Susi: ¿Verdad? Está buenísima la serie del libro Cómo pastorear el corazón de tu hijo. Gracias por estarnos acompañando. Nos vemos pronto.