Categoría: Padres fieles

Ep 124: Pastoreando a los adolescentes

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November 29, 2022

Muchos padres temen la etapa de adolescencia, suponiendo que sus hijos tienen que pasar rebeldía y que su relación con ellos será difícil. Pero en un hogar cristiano, donde el Evangelio tiene primer lugar y permea las relaciones interpersonales, es posible pastorear a los adolescentes en su proceso de crecimiento y madurez. Para terminar su libro “Cómo Pastorear el Corazón de tu Hijo”, Tedd Tripp ofrece aliento y sabiduría para los padres de adolescentes en los capítulos 18 y 19. Este material corresponde al capítulo 13 de la guía de estudio. ¡Acompáñanos en el cierre de esta serie!

Descarga la guía de estudio gratuita: https://bit.ly/crianzapoiema

Transcripción: 

Susi: – Parece imposible que hayamos llegado ya al último episodio de la serie que estamos llevando, y ¡del año 2022 también! Yo sé que no todos escuchan hasta el final de cada episodio, así que voy a aprovechar un momento ahora para agradecerte por habernos acompañado en esta serie sobre el libro Cómo Pastorear el Corazón de tu Hijo. Sea que lo estés escuchando días, meses o años después de haberlo grabado nosotros, deseamos que esta serie de 13 episodios, empezando desde el número 112 y llegando ahora a este episodio 124, junto con la guía de estudio gratuita que Poiema Publicaciones amablemente hizo disponible, todo te haya servido y siga sirviendo para tener una perspectiva y una práctica más bíblica, compasiva e íntegra en tu crianza.

También queremos avisarte que, por razones de compromisos en el ministerio y familia, tomaremos una pausa más larga de lo normal, y estaremos de regreso con nuevos episodios si Dios lo permite en el mes de marzo, 2023. Pero, si este es el episodio 124, significa que hay más de 100 episodios previos que hemos grabado para ti, sobre toda una gama de temas planeados para edificar tu hogar y tu vida espiritual. Así que, aprovecha estas semanas para repasar, o escuchar los que te faltan en YouTube, Spotify, o desde nuestra página, crianzareverente.com. Si hay 124 episodios, también hay más o menos 124 artículos sobre muchos temas relacionados a la crianza. Busca la pestaña que dice “recursos” para ver el blog.

Regresando a nuestra serie, esta semana nos tocan los dos capítulos, 18 y 19, que hablan sobre la etapa de la adolescencia. Esto corresponde al capítulo 13 de la guía de estudio. Me encantan estos dos capítulos porque me encanta la perspectiva que tiene el autor sobre esta etapa. La verdad es que muchos padres temen la llegada de la adolescencia en sus hijos, pero esto no es sano, y ese temor de por sí puede producir tensión y actitudes dañinas.

Quiero resumir algunas de las cosas que el autor menciona y luego Mateo y yo conversaremos sobre algunos puntos interesantes. El autor destaca que la etapa de la adolescencia tiende a caracterizarse por rebeldía, y los padres malamente asumen que esto es causado por amigos malos, influencias del internet, o alguna otra razón. Pero, como hemos aprendido repetidamente, la Biblia enseña claramente que la rebeldía surge desde el corazón, y muchas veces ha estado latente por muchos años en nuestros hijos. Simplemente en etapas más pequeñas hemos logrado por inteligencia o fuerza mayor que nuestros hijos hagan lo que queremos. Pero la falta de sumisión manifestada en su vida que no se trata bíblicamente con disciplina e instrucción, resultará en una rebeldía más abierta cuando lleguen a una edad cuando ya no los podemos controlar.

Me gusta mucho cómo el autor da tres fundamentos para la vida en los que podemos enfocar nuestro discipulado de los adolescentes: el temor de Dios (esto es, vivir en reverencia), la adherencia a la instrucción de sus padres, y desvincularse de los malos (evitar conexiones profundas con mala compañía). ¡Te animo a conseguir este libro si aún no lo haces porque este material es valioso!

En el último capítulo sobre los métodos que usaríamos en esta etapa, el autor reconoce que realmente para esta etapa ya lo que nos queda es seguir fomentando la relación de pastoreo que tenemos con ellos, y enfocarnos en pastorearlos específicamente en su asimilación del Evangelio. Estamos hablando de usar la influencia que hemos ganado en su vida para moverlos hacia vivir en el Evangelio de todas las maneras posibles. Y aquí el autor dice algo muy interesante. Dice que no hay un atajo para lograr tener esa entrada en la vida de nuestros adolescentes, que ellos nos permitan pastorearlos. La única ruta es el arrepentimiento y la fe. Los padres viviendo el Evangelio e invitando a sus hijos a acompañarlos.

El resto de este capítulo tiene muy buenas sugerencias sobre buscar tener interacción positiva constantemente con los hijos adolescentes, buscar desarrollar una relación donde les tratamos como adultos, esperando el momento adecuado para tratar de corregirlos. Dejar lugar para desacuerdos y escoger bien los temas sobre los cuales nos vamos a parar con firmeza, que no sean temas simplemente de preferencias sin que les permitimos tener opiniones diferentes a las nuestras. El autor termina alentándonos a confiar a nuestros hijos a Dios.

Mateo, aquí estás conmigo otra vez y creo que llegamos al final de este excelente libro y de esta serie sintiéndonos confrontados. Yo me he sentido bastante confrontada, también animada al leer otra vez este libro y considerando las preguntas de la guía. Grabando estas conversaciones contigo, me han ayudado mucho y creo que a ti también.

Mateo: -Por supuesto, ya estamos en una etapa de tener hijos adolescentes ya casi adultos. Y eso significa que necesitamos recordar no solamente las enseñanzas que tenemos en estos últimos 2 capítulos, sino incluso todo lo que hemos estado aprendiendo y leyendo aplica para nuestra crianza en el día de hoy. Con esa perspectiva de pastorear el corazón de nuestros hijos con el evangelio y no solo enfocar el comportamiento, sino su corazón, la disciplina y el discipulado, esa comunicación intencional. Esto sí es confrontativo. A mí me ha recordado cosas que necesito en mi vida. No sólo en cuanto a la crianza; también en mi rol como pastor, como profesor en una universidad cristiana y en mi vida en general como creyente. Muchas de estas cosas nos instruyen acerca de nuestra relación con otras personas, lo que buscamos para ellos, como hermanos en Cristo, lo que yo quiero para su vida y su crecimiento cristiano. ¡Es excelente este libro!

Creo que podemos hacer una sugerencia, si conseguiste este libro y lo tienes, no solamente se tiene que limitar su uso para la crianza. Lo hemos usado para maestros de escuela dominical, maestros de escuela cristiana, familiares que pasan tiempo cuidando a los niños o abuelos. Este sería un buen libro para los abuelos también.

Susi: – Sí, excelente. Es un material muy útil. Yo estaba pensando, y me ha animado a ver mi vida y preguntarme: ¿cómo discípulo? Ese es nuestro rol en la vida cristiana. No importa quién nos rodea, a quien sea que Dios ha puesto en nuestra vida. Debemos discipular y ser discipulados. Creo que este libro nos ayuda mucho con eso.

Y estaba pensando, como tú dijiste, estamos en una etapa en la que estos temas de estos 2 capítulos nos caen como muy actual, porque estamos en esa etapa de adultos jóvenes y adolescentes en casa. Y Tripp menciona en este capítulo, algo que todos hemos escuchado y es que hay un temor que muchos padres tienen de la adolescencia. Como que consideramos la maternidad y la paternidad como un don, hasta que nuestros hijos sean adolescentes. Produce mucho temor.

Yo estaba pensando en que hay muchos padres que escuchan el programa y que todavía no llegan a esa etapa, pero han llegado a sentir ese temor o por lo menos han escuchado los comentarios de otros papás que dicen: “espérate que llegues a esa etapa”. Entonces por un momento vamos a dirigirnos quizás a ellos y preguntarnos cómo es que la crianza bíblica, la que hemos venido aprendiendo en este libro, nos capacita para poder llegar a la etapa de la adolescencia sin temor e incluso disfrutarla.

Mateo: – Creo que es un error pensar que es inevitable que mis hijos al llegar a ser adolescentes van a ser rebelde. Es común, quizás, incluso es natural, pero no es irremediable. O sea, no es una garantía de que eso tiene que suceder. Tenemos que entender que si nosotros hacemos la tarea desde el inicio, cuando llegan a la adolescencia, entonces no tienen que convertirse de repente, en unos marcianos y ogros. Y no sabemos cómo tratar con ellos y cómo hablar con ellos. Pero eso implica que, en la infancia, en la niñez, hemos tratado con la rebeldía y la necedad de su corazón. Hemos llevado el Evangelio a sus vidas, que ha transformado, primeramente, la naturaleza de su corazón y luego con la combinación de comunicación, disciplina y discipulado. Si nosotros hemos practicado eso en la infancia entonces cuando llegan a la adolescencia, sí puede ser una etapa que disfrutamos porque hemos cultivado la comunicación con nuestros hijos. Hemos ayudado a que desarrollen una sumisión a nosotros, pero especialmente a Dios. Y entonces temen a Dios y tienen una actitud de respetar a Dios, de respetarnos a nosotros como padres, de querer hacer lo que Dios quiere que ellos hagan y entonces ya no nos asusta tanto esa etapa. ¿No? Claro, hay luchas únicas; pero ya vamos encaminados en la dirección correcta y entonces es simplemente continuar lo que hemos hecho aplicando algunos de los principios que vemos en estos capítulos y en la palabra de Dios, a los problemas que son únicos de esa etapa.

Susi: – Sí, creo que los padres permitimos que el temor nos ciegue a ese disfrute que podemos tener con los hijos que ahora vienen siendo más como nuestros iguales en etapa de vida, o sea, se van acercando a la misma etapa de vida que estamos nosotros y entonces en lugar de disfrutar de sus personalidades, que se van desarrollando, sus particularidades únicas. A veces, incluso, su inteligencia en áreas que nosotros no tenemos y podemos beneficiarnos. Todo esto es algo que podemos empezar a disfrutar. Pero si tenemos temor, nuestros hijos lo van a sentir.

Mateo: – Y a veces, incluso, nos resignamos a eso cuando empiezan a aparecer algunas actitudes que sí son normales, y decimos: “bueno, que se puede hacer”, “no hay nada que podamos hacer”, entonces nos rendimos y decimos, bueno, en algún momento se les va a pasar.

Tenemos que trabajar con esa rebeldía, con esas actitudes negativas. Aplicar el Evangelio, la corrección, y la disciplina.  Pero si pensamos que “es inevitable y algún día se les va a pasar”, entonces, esas actitudes se van a enquistar. Van a arraigarse todavía más en ellos; cuando lo que necesitan es que como padres nosotros les discipulemos en esa etapa que sí es normal que empiecen a tomar decisiones, a veces son más libres y autónomas del padre, pero necesitan esa instrucción y discipulado todavía.

Susi: – Creo que podemos poner nuestra esperanza, en donde siempre debimos haberla puesto, en cualquier etapa de crianza. La esperanza de los padres no está en hacer todo bien; no está en mi habilidad de ejercer la crianza bíblica siempre. Mi confianza para el futuro de mis hijos y su salvación siempre debe estar en el Espíritu Santo de Dios. Entonces tengo que seguir con esa actitud y no permitir que el temor me sobrecoja y cambie mi perspectiva en esta etapa.

En estos capítulos, el autor da 3 áreas para enfocar. A mí me gusta y lo encuentro muy práctico. Uno es el temor de Jehová; el segundo es acatar la instrucción de padres o permitirse influenciar por ellos. Y el tercero es alejarse del mal o desvincularse de los malos.

Creo que aquí hay un gran problema que muchos padres tienen en la adolescencia y es la comunicación.

Mateo: – Tripp menciona que nunca debemos de tener esa falta de comunicación, no nos podemos dar el lujo; creo que es la frase que usa. No nos podemos dar el lujo de tener una comunicación que es áspera, destructiva y muchas veces como padres incitamos a nuestros hijos a resistir nuestra comunicación porque les hablamos en términos que no son bíblicos. Dios nos dice que nuestra comunicación debe estar saturada de gracia, que no debe haber palabra corrompida saliendo de nuestra boca; por ejemplo, cuando le hablamos a nuestros hijos con gritería, usamos palabras llenas de enojo y de ira, cuando somos ásperos y negativos con ellos, cuando los avergonzamos siendo sarcásticos, agrediéndolos verbalmente. Eso provoca que nuestros hijos no quieran escucharnos.

Nuestras palabras siempre deben de ser edificantes. Con esto, no estoy diciendo que siempre tienen que ser positivas. Sin embargo, creo que a veces fallamos en eso, tampoco somos muy positivos, no les felicitamos por lo bueno que vemos en su vida, somos negativos siempre. Tampoco estoy diciendo que siempre tenemos que ser positivos; a veces tenemos que afrontar, señalar el pecado en su vida. Pero, debemos de hacerlo de una forma que realmente es constructiva, mostrando amor y paciencia con ellos, aun cuando estamos señalando el mal. Por supuesto, esto requiere el control del Espíritu Santo en nuestra vida, porque no es natural.

Es difícil que eso salga muchas veces de nuestra boca cuando nuestros hijos adolescentes nos están sacando las canas verdes; pero eso es parte de lo que Dios quiere de nosotros y creo que como padres tenemos que analizar nuestra comunicación, que sea siempre edificante para nuestros hijos.

Susi: – Creo que ese temor del que hablábamos hace un momento… cuando yo, por lo menos, siento temor, tiendo a reaccionar con emociones más fuertes. ¿Qué sucede cuando uno de nuestros hijos está en peligro? ¿Sentimos temor y gritamos? A veces es apropiado. Por ejemplo, para decirle “no corras delante de ese carro”. Pero piensa en una mamá o un papá de un adolescente que vive todos los días temiendo esta etapa de la adolescencia. Es mucho más probable que va a ser más así. Pero quizás es por amor, realmente ama a su hijo. Pero ese temor lo está desconcertando y no permitiendo que tome la vida día por día, hora por hora, considerando la situación del momento y respondiendo de una manera adecuada.

Entonces creo que, a veces, el temor del que hablábamos hace un momento y lo que estás diciendo ahora va ligado. Hay otras causas de nuestra comunicación áspera, por ejemplo, nuestro orgullo. Muchas veces, los padres de adolescentes nos creemos superiores a nuestros hijos.

Creemos que esas tonterías de su generación que quieren escuchar, ver o hablar, vestirse de cierta manera; por eso, les hablamos de una manera humillante, porque genuinamente nos sentimos superiores a ellos.  Eso está mal, es orgullo.

Mateo: – A veces, la impotencia también va relacionada con que parece que la única manera que podemos conseguir una reacción de parte de nuestros hijos es subiendo el nivel emocional y hasta el volumen de nuestra voz. Entonces eso nos provoca tomar actitudes y decir cosas de una manera que realmente no corresponde a una persona llena del Espíritu Santo como deberíamos de ser nosotros como padres.

Susi: – Decía el autor que debemos de tratarlos como adultos; obviamente, no vamos a tratar a nuestros hijos adolescentes que todavía viven en casa, exactamente de todas las maneras en que tratamos a un adulto que no vive en nuestra casa. Pero uno de los aspectos creo que es ponerme en su lugar y preguntarme si alguien me hablara así a mí, para tratar de ayudarme. ¿Cómo respondería? ¿Cómo me sentiría? Porque la verdad es que incluso podemos hablar mejor a otros chicos de la iglesia de la misma edad que nuestros hijos, de lo que hablamos a nuestros propios hijos.

Mateo: – Con nuestros hijos, bajamos un poco la defensa, si de repente sale.

Susi: – Entonces, eso puede ser una buena regla en la comunicación con nuestros adolescentes, simplemente pensar en ponerme en su lugar y preguntarme cómo yo quisiera que alguien me hablara a mí, tratándome como una persona, respetándome, y creo que eso podría ayudarnos mucho en la comunicación.

Mateo: – De hecho, eso es lo que hace que muchas veces los hijos se alejen de los padres y se acerquen a malas compañías. Porque las malas compañías, los reciben, los respetan, los escuchan; y entonces eso las hace muy atractivas. Muchas veces empezamos a echarle la culpa a esa gente; y bueno, realmente es el corazón de nuestro hijo; pero también a veces son cosas que nosotros hemos hecho, la manera en cómo hemos tratado a nuestros hijos provoca que se alejen de nosotros.

Susi: – Hablando de eso, lo que menciona el autor de ayudar a nuestros hijos a desvincularse de los malos, como él dice. Creo que muchas veces lo que queremos es rechazarlos, o sea, poner un paro, una regla, una separación. Pero, no nos detenemos a investigar por qué eso le atrae a mi hijo, esa amistad o esa influencia. Entonces en la vida práctica, desvincularse de los malos hoy en día también implica más que solamente amistades, ¿no?

Mateo: -Claro, por medio de las redes sociales, por YouTube, TikTok. Muchas veces, nuestros hijos están recibiendo influencia que es imposible para nosotros como padres detectar, porque no estamos en su teléfono todo el día; pero tenemos que estar al tanto de que está sucediendo ahí. Tenemos que estar detectando si hay personas o páginas de Internet o tipos de vídeos que están viendo que están siendo una influencia mala en su vida. Y a veces, jóvenes buenos empiezan a escuchar consejo de malos. Como dice el Salmo 1 sobre la influencia de los malos… Esta la pueden tener por medio del teléfono, por medio de los vídeos que están viendo o las conversaciones que están teniendo en sus redes sociales. Tenemos que estar atentos a eso y tener esas conversaciones sobre temas incómodos. Temas difíciles. Esas dudas. El autor menciona que a veces nuestros hijos tienen dudas y tenemos miedo de eso. No debemos tener siempre la respuesta, pero sí debemos tener el corazón abierto para conversar con nuestros hijos y luego comprender su corazón y buscar juntos la respuesta bíblica. Pero si no hemos tenido esa comunicación correcta con ellos, no van a acercarse a nosotros y externos sus dudas. Lo van a hacer con sus amigos, que si quieren escuchar sus dudas y tienen las mismas dudas que ellos y les van a dar muchas veces, respuestas que no son bíblicas.

Susi: – Creo que muchas veces es estar dispuestos a dejar a un lado prejuicios que tenemos. Prejuicios generacionales, ¿no? Y a veces son porque sabemos que algo es peligroso o está mal. Pero no quiere decir que no podemos tomarnos el tiempo de escuchar a nuestros hijos y preguntarles: ¿qué de eso te interesa?, ¿qué te interesa y qué te fascina de eso?, ¿por qué puedes pasar 5 horas viendo videos de eso?

Mateo: -Y es que nos asusta, porque cuando un niño tiene 7 años las preguntas que tienes que responder son: “por qué no puedo ir a casa de mi amigo a jugar” o “por qué no me puedo poner mi pijama para ir a la escuela”. Pero cuando son adolescentes son: “qué es el feminismo”, “qué del aborto”, “qué de ciertos movimientos políticos” o “qué de la ideología de género”. Y otra vez llega nuestro temor y no sabemos cómo responder. Y entonces, probablemente, nuestra respuesta es:  “No, eso es malo; ¿cómo puedes tú pensar eso? ¿cómo puedes estar dudando de…?” En lugar de eso, ellos necesitan que nosotros les demos la instrucción y la formación para que lo puedan evaluar desde una perspectiva bíblica.

Susi: –Sí, y tenemos que recordar que la Biblia y Dios responden las dudas de nuestros hijos.

Mateo: – Si la Biblia es un fundamento firme, entonces podemos hacerle cualquier pregunta y salir con una buena respuesta. No siempre una respuesta que va a satisfacer nuestro propio intelecto humano o todas las dudas. Si hay algo de fe, pero es un fundamento firme y nos podemos parar sobre eso y resistir cualquier embestida del mundo. La Biblia sí lo resiste.

Susi: – Nuestros hijos necesitan que les traspasamos esa esa confianza en la Palabra de Dios.

Y si hay alguna familia, algún padre o madre que está escuchando y dice: “yo ya estoy en plena etapa de adolescencia con mis hijos y lo que describe este libro no es cierto; en mi casa yo tengo un adolescente rebelde que no me quiere escuchar, a cada rato nos estamos peleando por vestimenta, cortes de cabello, videos de música, maquillaje, etc.…”.

Entonces quizás brevemente, un par de recomendaciones que podríamos dar para a producir algunos cambios, porque, obviamente, los cambios van a ser a largo plazo. Pero ¿qué pudiéramos hacer para empezar?

Mateo: – Primeramente, tenemos que empezar con nosotros mismos. Es decir, esta situación con nuestros hijos no se ha dado de la noche a la mañana. Se ha dado, porque nosotros hemos fallado. A veces, ha sido por nuestra ignorancia, porque no sabíamos lo que la Biblia decía y entonces hemos criado a nuestros hijos de una manera incorrecta. Necesitamos reconocer nuestra ignorancia, regresar a las Escrituras y aprender lo que la Biblia dice. Quizás nosotros nos pensábamos más inteligentes que Dios, ¿no? y decíamos que lo que la Biblia dice acerca de la crianza no aplica. Decimos “yo sé cómo criar a mis hijos para que no sean rebeldes”. Y ahora estamos en esa etapa con adolescentes y personalmente es sí.

Pensé en esa historia que esa hija adolescente que baja de las escaleras y el papá le dice: “estás vestida como una prostituta, a dónde vas”. Y ella simplemente se va de la casa, no reacciona a lo que el papá le dice. ¿Qué hacer en esa situación donde la relación se ha degradado a tal grado?

Susi: -Sí, para que un papá le esté diciendo a su hija que está vestida como una prostituta, ya ahí esa relación está mal.

Mateo: – Claro. Eso indica que hay patrones de comunicación que son antibíblicas. El padre necesita empezar arrepintiéndose de su patrón, de su práctica, que no es bíblica. Comenzar consigo mismo y luego reconociendo que su capacidad de imponerle algo a tus hijos, es la menor. Recuerda esas flechas que van en direcciones opuestas. Si la autoridad desciende, la influencia debería de incrementarse, si hacemos las cosas bien. Hay que pensarlo desde esa perspectiva más de influencia y de empezar a desarrollar una relación personal, profunda, íntima y real.

Y, no te sorprendas si tu hijo no confía en ti, probablemente ha sido la víctima de tus malas formas. Requiere a largo plazo, ser paciente, acercarse de manera intencional a tu hijo y, sobre todo, orar mucho, porque finalmente, es un ser humano que necesita que Dios toque su corazón. Tenemos que depender de Él.

 

Susi: – Pensaba también que cuando tú dices que hay que empezar con nosotros mismos, tenemos que pensar qué es lo que valoro más, a mi hijo, mi hija, como personas, o a mi reputación como mamá o papá o mi comodidad. Que se hagan las cosas como yo quiero, que mi hijo salga como yo.

Tengo que preguntarme si valoro más que mi hijo conozca y ame a Dios para que Él sea glorificado en su vida. Y si yo estoy dispuesta a sacrificar muchas preferencias personales para amar a mi hijo o a mi hija de esa manera, probablemente en todo. De manera práctica, voy a necesitar bajar mucho la cantidad de cosas por las cuales les regaño y les llamó la atención; y preguntarme, ¿vale la pena? Cómo puedo reemplazar muchos de los regaños con interacción positiva, como decía el autor, buscar cualquier excusa para preguntar, conversar, interesarme y obviamente, pedir perdón. Mostrar que no me siento superior a mi hijo.

Mateo: – Eso es pastorear el corazón. Es lo que queremos, aun cuando son adolescentes y aun cuando sea un adolescente rebelde.

Susi: – Pensaba al leer este capítulo, especialmente en lo que dice el autor acerca de vivir en el temor de Jehová. Recordaba cuando hace ya 3 años y medio, casi 4 años, cuando empezamos a soñar con empezar un ministerio de crianza. Recuerdo que buscábamos como un nombre. Al final nos quedamos con la palabra “reverente”, “Crianza Reverente” precisamente por el énfasis que la Biblia hace al temor de Jehová. Esa palabra significa vivir en la presencia de Dios.

¿Qué palabras tendrías para terminar aquí esta serie, este año, hablando de cómo podemos ejercer el pastoreo de nuestros adolescentes para animarlos y apuntarles a vivir en el temor de Jehová?

Mateo: -A mí me encanta esa pequeña frase que usas en la introducción: “tú y tus hijos delante de Dios” es parte de lo que significa la reverencia o el temor de Dios. Todo lo que nosotros hacemos es delante de Dios; cómo interactuamos con nuestros hijos, es como si estuviéramos delante de Dios. Las cosas que les enseñamos son porque estamos delante de Dios.

Todos los aspectos de nuestra vida las vivimos a la luz de Dios, qué es lo que él nos ha enseñado y todo lo que yo hago con mis hijos es apuntarles hacia ese Dios, que es grande, que es maravilloso, que manifestó su Gloria de manera culminante en la persona y la obra de Jesucristo en la cruz y yo quiero que mis hijos conozcan a ese Dios, que se enamoren de Él, que lo obedezcan en todos los aspectos de su vida. Y creo que, si nosotros podemos lograr eso, todo lo demás, simplemente será un resultado natural de lo que viene siendo el temor de Dios. Ese respeto, esa reverencia, ese reconocimiento que hay en nuestros corazones hacia Dios, primero tiene que estar en mí. Dice proverbios 3:5-8: Fíate de Jehová de todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo, en todos tus caminos y Él enderezará tus veredas. Entonces no seas sabio en tu propia opinión, teme a Jehová, apártate del mal, porque será medicina a tu cuerpo y refrigerio para tus huesos, incluyendo en tu crianza. Entonces hagámoslo: Tú y tus hijos delante de Dios.

Susi: –Amén, gracias a Dios por su instrucción y gracias a ti por habernos acompañado hasta acá. Deseamos que el Evangelio tenga éxito en tu vida y en tu hogar; y que tu Fin de Año y Año Nuevo también sean llenos de crecimiento espiritual y adoración genuina a Dios. Bendiciones.

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Autores

  • Susi es la fundadora de Crianza Reverente y anfitriona del podcast, mamá de un adolescente y dos adultos jóvenes, y esposa de Mateo Bixby, uno de los pastores de Iglesia Bautista la Gracia en Juarez, NL, México. Juntos colaboran también en la Universidad Cristiana de las Américas en Monterrey, NL.

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  • Nació y creció en España, de padres americanos misioneros. Estudió en Estados Unidos y está a punto de terminar su doctorado. Lleva casi 20 años viviendo en Guadalupe, Nuevo León, junto con su esposa Susan y sus tres hijos: Aarón, Ana y David. Es director de la Facultad de Teología en la Universidad Cristiana de Las Américas y es pastor fundador de la Iglesia Bautista La Gracia en Juárez, Nuevo León.

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