La oración es una parte esencial de la forma en que cada hijo de Dios se relaciona con Él. Por lo tanto, una familia que desea vivir en reverencia delante de Dios debe hacer de la oración una prioridad. En este episodio hablamos con Emanuel sobre qué es la oración, su importancia, su práctica individual y comunitaria, y su impacto en la familia.
Transcripción:
Susi: Cuando se trata de la vida diaria en la crianza, nada tiene mayor impacto sobre un papá o una mamá que su relación personal con Dios. Como vimos en el episodio anterior, las disciplinas espirituales son medios de gracia para sostener una relación vibrante e íntima con Dios.
También nuestros hijos necesitan ser entrenados en estas disciplinas para poder estar preparados para llevar una vida tomada de la mano de Dios. Hay dos disciplinas espirituales que son absolutamente esenciales y centrales en la vida diaria de cada creyente: la oración y la Palabra de Dios.
Hoy vamos a hablar sobre la oración. Estoy muy contenta de que nos acompañe un gran amigo de la familia Bixby, Emanuel Elizondo. Bienvenido, Emanuel. Muchas gracias por acompañarnos.
Emanuel: Gracias, Susi. Muchas gracias por invitarme y también poder estar compartiendo contigo y también con tu audiencia de este tema que creo que es muy, muy importante en mi vida y en la de todos los creyentes.
Susi: Así es. Hay pocos temas más importantes. Como medio de introducción, es la primera vez que estás en el podcast Crianza Reverente. Quería mencionar que a Emanuel lo hemos conocido desde que era joven, soltero, libre, disfrutando la vida…pero ahora ya está casado. Tiene dos niños muy hermosos que te derriten el corazón cuando los ves.
También Emanuel es compañero de trabajo de mi esposo aquí en la Universidad Cristiana de las Américas como maestro de teología, y es director editorial asociado en la editorial Lifeway. También es autor. Ahorita vamos a hablar de tu libro sobre la oración, pero ¿puedes decirnos, Emanuel, algunos títulos de otros libros que has escrito?
Emanuel: Ayudé a escribir un libro que se llama Como leer tu Biblia; soy editor, junto con Giancarlo Montemayor, y escribí dos o tres artículos ahí con varios colaboradores. Y tengo un libro que acaba de salir, que es una novela histórica que se llama Cornelius. Es una novela histórica en los tiempos de Cristo.
Susi: Mi hijo es fan; ya lo leyó. Es fan, y yo lo tengo en mi lista para leer en vacaciones ahora de Navidad.
Emanuel: Que bueno. ¡Me das tus comentarios! Tengo también este librito sobre la oración, del cual vamos a hablar en un momento más. Tengo algunos otros libritos que pueden ver en línea, pero principalmente esos son los libros que ahorita estoy platicando con otros al respecto.
Susi: Cuando mis hijos eran más chicos leyeron tus libros auto publicados, de Bibliaventuras.
Emanuel: Sí, ese todavía se puede conseguir en línea. En Amazon está Bibliaventura; está Mi Mesías. Ambos son novelas y sí se pueden conseguir. De hecho, ahora con la salida de Cornelius, esos libros vuelven a cobrar vida porque la gente los busca en Internet.
Susi: Sí, de hecho, recomiendo bastante Bibliaventura como mamá, porque cuando mis hijos estaban más pequeños lo disfrutaron mucho.
Emanuel: Qué bueno. Ya estoy escribiendo otro de esos.
Susi: Genial. Entonces estén al pendiente y busquen en lifeway.com más adelante para ver esos libros de Emanuel Elizondo. Emanuel, en cuanto al tema de hoy, escribiste también un librito sobre la oración que se llama Enséñanos a orar, de los de la línea de lectura fácil de B&H. Quería preguntarte sobre ese libro y como es un tema un poco…un reto, ¿qué te llevó a escribir un libro sobre la oración? Y quizás nos puedes decir cuál fue el mayor reto o la mayor bendición al hacerlo.
Emanuel: Fue algo interesante porque cuando estábamos pensando en estos libritos de lectura fácil, yo estaba en Tennessee y estaba hablando con el director editorial de Lifeway, o Broadman y Holman. Me estaba platicando sobre la serie, y me invitó a colaborar con uno de estos libros. Luego lo que seguía era de qué tema. Hicimos una lluvia de ideas: pudiera ser de este tema, pudiera ser de este otro tema.
Lo que sabíamos es que tenía que ser un tema que a la gran mayoría de los creyentes les interesara, y que también quería yo escribirlo en un lenguaje que fuera muy fácil de leer. Estamos pensando no solamente en creyentes, sino también en no creyentes, porque de hecho en Estados Unidos y en algunos lugares de Latinoamérica los libros se consiguen en Walmart, por ejemplo. Ahí cualquier persona lo va a leer.
Finalmente, después de plática y plática y plática, íbamos llegando hacia la parte de la oración. Y dijimos, creo que eso es un buen tema. El reto inmediatamente para mí fue: hay muchos libros sobre la oración. Algunos de ellos son clásicos libros de la oración. Yo pensaba: “Qué puedo yo escribir que no se haya escrito antes?”
Pero lo que me di cuenta es que lo que buscamos no era necesariamente innovar o decir algo nuevo que nadie haya dicho, sino que pudiéramos decirlo de una manera clara, de una manera sencilla, y desde la perspectiva hispana. Eso era algo que no tenemos mucho. Muchos libros se han escrito por norteamericanos o por europeos. Bueno, hay algunos…uno de Agustín (una cartita), y Agustín es africano. Básicamente parte de los retos era ese. El otro reto grande fue que tenía que escribirlo relativamente rápido. Pero fue una experiencia muy bonita de todas maneras.
Susi: Para ti personalmente ¿qué fue la bendición más grande de hacer eso?
Emanuel: De las bendiciones más grandes fue que cuando decidí que el libro se iba a centrar en el Padrenuestro, en la oración de Jesucristo, el poder ir analizándolo frase por frase. Porque el libro en sí es muy sencillo. Cada capítulo analiza una frase del Padrenuestro. Irlo analizando, frase por frase.
Después empecé a hacer un bosquejo de ¿cómo lo voy a explicar de una manera sencilla? Todo el proceso de planeación fue muy bonito. Y a la hora de escribirlo fue fácil hasta cierto punto, porque el proceso de planeación fue cuidadoso. Entonces una cosa ayudó a la otra.
Susi: Muy bien. En cuanto al tema de la oración, pienso que la gran mayoría de los creyentes estaríamos de acuerdo: sí, la vida de oración es importante. Pero también yo creo que la gran mayoría de los creyentes batallamos mucho en practicarla. Entonces, quizás debemos empezar con, ¿en esencia qué es la oración? Y ¿qué función tiene en nuestras vidas como creyentes?
Emanuel: Sí, y de hecho en el libro hablo de eso. Pongo un ejemplo, y lo he dado en varias partes cuando he enseñado al respecto. Muchas veces es algo que sabemos que tenemos que hacer, pero a la hora de la hora es muy difícil encontrar un creyente que diga: “No, hombre, mi vida de oración está [excelente]”.
Casi siempre que hablo con alguien es como: “Ay, bueno, quisiera un poco más…”. Lo entiendo porque también es mi propia experiencia.
Déjame decirte algo antes de empezar en el tema de lo que la oración es. Cómo son las cosas, que cuando yo termino de escribir el libro y luego lo entrego a la editorial, Dios tuvo a bien pasarnos por pruebas muy complejas, como al mes de que entregué el manuscrito. Fue casi como si Dios dijera: “OK. Ya escribiste el libro. Vamos a ver si…”
Susi: Tienes la teoría; a ver si la práctica.
Emanuel: De cierta manera, mientras escribía el libro y antes, pensaba yo: “Bueno, creo que por la gracia del Señor he buscado mantener mi relación con Dios a través de la oración”. Pero en los meses después, yo creo que oré como nunca había orado, con una frecuencia que yo sentía ese orar sin cesar que se estaba cumpliendo. Sentía yo que en cada momento de mi experiencia del día, estaba orando constantemente.
Susi: Por la prueba fuerte.
Emanuel: Por la prueba fuerte que estábamos pasando. Y bueno, Dios ha tenido a bien continuarnos así de rodillas. Pero creo que eso ha hecho que el libro tenga un lugar especial también en mi corazón.
Con respecto a qué es [la oración], la definición más básica, y que todos hemos escuchado, es que es hablar con Dios. En realidad, cuando lo quitas todo lo demás, al final es eso. Estamos hablando con Dios. Es una experiencia de poder platicar con él. En el libro hablo un poco de por qué es importante hablar con Dios aun cuando sabemos que Dios ya sabe todo.
Dios ya sabe todo, y él mismo lo dice en su Palabra: antes de que ustedes pidan Dios ya sabe. Pero para Dios es bien importante que oremos. El ejemplo está en Jesús. Pudiéramos decir: “Si alguien no necesitaba orar…” porque a veces lo pensamos, ¿no? Por supuesto que necesitaba orar, porque entendemos que él es verdadero hombre también. Pero a veces en nuestra mente pensamos: “No, pues si alguien no necesitaba orar era Jesús”.
Susi: Sí, porque él es Dios.
Emanuel: Exactamente. Sin embargo, él es el que pone el ejemplo. A todas horas estaba orando.
Susi: En cuanto a eso, si la oración es hablar con Dios, ¿qué función tiene? o ¿de qué sirve realmente en nuestra vida?
Emanuel: Hay una parte que para mí es muy importante de la oración: nos recuerda que cuando nos relacionamos con Dios, nos relacionamos con un Dios personal, que él es una persona también. Sabemos que la doctrina bíblica de la trinidad es un Dios en tres personas, y que cuando nos relacionamos con él lo hacemos de esa manera.
A Dios le gusta que hablemos con él. ¿Cómo conocemos a una persona aquí en la tierra? Lo conocemos a través de la comunicación. ¿Cómo conozco yo a mi esposa? La conozco a través de la comunicación. Es decir, es la manera que Dios ha puesto en nosotros en la que podamos entender, relacionarnos, tener experiencias. Es interesante como Dios dice: “Pues conmigo va a ser similar”. No idéntico, en el sentido que él no es un ser humano como nosotros, pero que sí podemos hablarle, expresarnos.
Cuando vemos los Salmos, por ejemplo, vemos una gama increíble de cómo es esa experiencia de oración. Porque tenemos a salmistas llorando, saltando de gozo, haciéndole preguntas a Dios, a veces reconociendo delante de Dios que no tienen las respuestas hasta después. A veces los salmos nos dan la experiencia comprimida de lo que a lo mejor el salmista le tomó años en comprender.
Susi: En aprender, sí.
Emanuel: Parte es eso. Nos nutre. Nos recuerda que estamos hablando con un Dios personal.
Susi: Amén. ¿Cómo nos puede ayudar, entonces? Porque esta serie se trata de las disciplinas espirituales, y hablamos de que las disciplinas espirituales son realmente medios de gracia. ¿Cómo nos ayuda pensar en la oración como una disciplina espiritual? ¿Y es solamente eso o es algo más también que una disciplina espiritual?
Emanuel: La parte que a mí me ayuda de verlo como una disciplina espiritual es que me recuerda que es algo que se cultiva. Por ejemplo, a mí me gusta escribir. Y el escritor tiene que cultivarlo como una especie de disciplina. Te tienes que sentar…
Susi: Sí, y no solamente cuando te sientes iluminado.
Emanuel: Exactamente. Yo la verdad no escribo cuando estoy “inspirado”. Simplemente me siento y digo: “Tengo que escribir algo”. Es la meta, y lo hago, y empiezan a fluir las demás cosas. Sí, es algo muy importante en la oración, en la cual yo me disciplino para ello. Vemos ejemplos de eso en las Escrituras.
Lo vemos con Daniel, por ejemplo, en el Antiguo Testamento. Vemos al Señor Jesucristo en los Evangelios, a veces muy de mañana, a veces muy de noche, pero él lo está haciendo de manera constante. Algo que hablo en el último capítulo del libro es que, al hablar de disciplinas espirituales, no estamos en contra de la oración espontánea.
Susi: Exacto, sí.
Emanuel: A veces la gente dice: “No, pero es que yo solamente oro”. No estamos hablando en contra de la oración espontánea, pero también hay un aspecto en el que, si no nos disciplinamos para ello, lo que termina pasando es que no lo hacemos. Si es que: “Yo solamente cuando soy espontáneo”. Pues a veces ser espontáneo, no te van a dar ganas: “No tengo ganas de orar”. No. Es una disciplina.
Es más que eso en cierto aspecto, pero no menos que eso. Si no lo vemos como una disciplina espiritual, corremos un grave riesgo, y es de terminar haciéndolo a un lado. Y cuando vemos el ejemplo de los grandes personajes que Dios ha usado poderosamente por medio de la oración, vemos una vida muy disciplinada, tanto en hombres como mujeres. Una vida muy disciplinada.
Susi: Sí. Pienso, por ejemplo, en un matrimonio. Normalmente hay uno que le gusta hablar más que el otro. Lo hemos comentado muchas veces con mi esposo. En un sentido, él es el más introvertido y el que menos tiene necesidad de hablar. Él, en cierto sentido, tiene que disciplinarse para hacer un esfuerzo de tener comunicación conmigo.
Yo podría como esposa decir: “Ay, pero ¡qué horror! ¡Él debe querer hablar conmigo!” Y sí, hay veces cuando quiere, y hay otras veces cuando lo que quiere es llegar a caer dormido o a ver un partido. ¿Pero qué hace? Él se esfuerza. En cierto sentido se disciplina por comunicarse conmigo. ¿Por qué? Por la relación. Y creo que eso nos puede ayudar a entender la naturaleza…Dios siempre va a merecer que oremos. No siempre vamos a tener ganas.
Emanuel: Exacto.
Susi: Hay algo que se logra en la relación personal con Dios cuando hay una constante comunicación de nuestra parte. Porque como vamos a ver en el episodio sobre la Palabra de Dios, Dios ha hecho su parte en comunicarse con nosotros, pero nosotros tenemos que también ejercer esta parte.
Emanuel: Cuando estaba en la universidad leí un librito muy chiquito sobre la oración. Hablaba sobre cómo pudieras organizar tu oración. Tenía un acróstico con la palabra en inglés, PRAY. La “P” era de praise: de adorar a Dios. La “R” de repent: arrepentirse. La “A” era ask: de pedir, y la “Y griega” era yield: de entregarse. Me acuerdo que pensé que era algo muy sencillo, pero hasta el día de hoy, a veces cuando abro mi libreta (porque tengo una libreta con una sección de oración), pongo P-R-A-Y y luego lo lleno y luego oro.
Es increíble como algo tan sencillo, que te toma tres minutos, o cuatro…y termina tu experiencia siendo muy edificante, porque no estás nada más divagando. Por ejemplo, a veces lo que hacía muy a menudo es en la primera parte de adorar a Dios, allí hice una lista de los atributos de Dios primero. Cada día escogía un atributo diferente. En vez de decir: “Dios, hoy te estoy adorando…”, sino tenía algo muy específico: por tu santidad, por tu justicia, por tu verdad.
Y al tener esos recordatorios de que primero quiero adorar al Señor, luego pongo delante de él mi arrepentimiento por mis pecados. Luego ya tengo las peticiones, y finalmente me entrego nuevamente a él. Eso es un aspecto de una disciplina, porque te estás disciplinando algo. Y ayuda.
Una vez más, no estamos hablando en contra de oraciones espontáneas para nada, pero el poder tener oraciones preparadas, o no sé cuál sea la mejor manera de decirlo, y espontáneas, todo eso nos termina ayudando.
Susi: Incluso esas cuatro áreas nos ayudan aún en las oraciones espontáneas. Todas esas cosas son válidas en la oración: la alabanza o adoración, el arrepentimiento o confesión…
Emanuel: Exacto, y tiene su base bíblica.
Susi: Sí, todas esas cosas. Dios ha dicho que pidamos, y también, obviamente quiere una entrega a su voluntad, que yo creo que es uno de los propósitos principales de la oración. Es constantemente dirigir mi voluntad para que más y más refleje la voluntad de Dios. Entonces, es buenísimo aún para nuestras oraciones espontáneas.
Emanuel: Exacto, sí.
Susi: Sabemos que, en su esencia, la disciplina de la oración es algo personal. Claro que tiene que estar presente en la vida personal, pero ¿tú crees que es exclusivamente personal la oración? ¿Qué tal la oración en comunidad?
Emanuel: Lo que vemos en las Escrituras son ambas cosas. Vemos por un lado oración personal. Tenemos el ejemplo de Daniel, que ahorita mencioné. Está yendo a su casa; él está ahí y ora. El Señor Jesucristo habla también de estar en privado, que Dios ve en privado, y te recompensará en público.
Pero también, evidentemente, hay un aspecto de comunidad muy importante que vemos en las epístolas de Pablo, donde él insta que se ruegue, y esto es en el contexto de la iglesia. La iglesia cristiana así lo ha practicado por 2000 años. Por un lado, la oración privada, y la otra en comunidad.
Es bien interesante que en el tiempo de los puritanos, a veces llamaban al lugar de reunión una casa de oración. Porque era una de las cosas principales que hacían: se reunían para orar. Trágicamente a veces en nuestras reuniones cristianas, puede ser que la oración es lo que dejamos a un lado. Pero parte de lo que hacemos es, nos reunimos a orar juntos. Es muy importante por muchas cosas que a lo mejor hoy no tenemos tiempo para desarrollarlas todas.
Pero la oración en comunidad, por ejemplo, me recuerda las peticiones de mis hermanos. También la oración en comunidad, en el contexto de la iglesia, el pastor tiene un rol en el cual él puede guiar a la congregación a orar por cosas que a lo mejor uno no se da cuenta que las Escrituras nos piden. Por ejemplo, no muy a menudo pedimos por los reyes o los que están en eminencia. Y eso es una buena oportunidad para: “Oye, les recuerdo, la Biblia dice que oremos por nuestros gobernadores”, y vamos a hacerlo.
Y por otras cosas espirituales: el crecimiento espiritual de la congregación. Es bien importante que en nuestras reuniones cristianas no dejemos de orar, sino que sigamos orando. Y cada iglesia lo hará de diferentes maneras. En el caso de nosotros, tenemos oraciones a lo largo de la reunión. Algunas congregaciones tienen una oración larga: por ejemplo, la oración pastoral. Habrá diferentes maneras de hacerlo. Muchos tienen grupos de comunidad, o de célula, o en casa, entre semana, en donde también se ora en comunidad.
Susi: Y se comparten quizás más peticiones personales.
Emanuel: Exactamente. Las iglesias y los líderes en las iglesias tendrán que hacer decisiones bíblicas. Pero que no dejamos de orar en comunidad también.
Susi: De ahí lo podemos pasar a la familia. De hecho, es algo que yo he visto en nuestra iglesia. Se hace como tú comentaste: hay una oración de confesión y alabanza al principio del culto. Yo tengo que confesar como de niña, las oraciones en la iglesia para mí era la forma en que se despide el culto. Ya cuando se va a orar es porque ya nos vamos.
Emanuel: Se acabó, sí.
Susi: Y son oraciones cortas. Pero la forma en que oramos en nuestra iglesia, por ejemplo, me ha enseñado más a orar, y ha provisto de un modelo para mis hijos. Para mis hijos, creciendo así, no se les hace extraño que públicamente se confiese pecado, que públicamente, o en comunidad, sea en la familia o en la iglesia, se le pida a Dios que intervenga en algo, se comparta las cargas, se ora por personas lejos que están predicando, por gobernantes, como dijiste.
Para nosotros en familia, hemos visto como eso también impacta. Como el padre, el papá en casa, por ejemplo, o la mamá, puede orar con sus hijos, no solamente para orar, sino que también para dar el ejemplo o enseñar a los hijos a orar. La oración en comunidad, sí, a lo mejor tiene una función un poco diferente, pero es esencial.
Hay muchas familias que no lo practican. Para nosotros ha sido el tiempo devocional, familiar. Siempre incluimos oración, y mi esposo siempre pedía que se turnaran los niños a orar. No solamente orábamos nosotros. Incluso desde pequeños ellos tenían su turno. Mencionábamos peticiones justo antes de que oraran para que pudieran recordar algo para orar.
Aunque es algo de la relación personal con Dios, creo que también en familia podemos orar. Yo te quería preguntar a ti en tu experiencia, siendo pastor, siendo esposo, papá—yo sé que tus niños están muy pequeños, pero también tú te criaste en un hogar cristiano—¿Qué perspectiva en general debemos tener los padres para acercarnos a esa tarea de fomentar la disciplina espiritual de la oración?
Emanuel: Como mencionaste ahorita, mis hijos están pequeñitos. Uno de ellos va a cumplir apenas los cuatro, y el otro va a apenas cumplir los 3 meses. Están muy chiquitos. Igual lo voy a decir no desde la perspectiva del súper papá, sino del papá que también está aprendiendo.
Ahorita la fase en la que estamos es la de modelación y enseñanza: modelar la oración y enseñar la oración. Por ejemplo, mi hijo mayor está empezando a entender lo que es, pero hay cosas que todavía no entiende bien.
Susi: Claro.
Emanuel: Lo sé por las preguntas que a veces hace, porque a veces hablamos a Dios y luego a veces a Jesús. Él a veces dice: “A ver. ¿Jesús es Dios?”
“Sí.”
“Pero ¿no es el hijo de Dios?” Hay cosas que él apenas está aprendiendo. Pero por el otro lado, oramos en las noches antes de que se duerma, y de repente dice algo en la oración que te deja frío, que dices tú: “¡Está aprendiendo!”
A mí me ha pasado ya varias veces que está mi hijo orando, y yo estoy casi llorando, porque él ya está empezando a hacer sus propias peticiones. Él ya está empezando a entender. A veces termina de orar, y me dice: “¿Sí oré bonito, papá?” Porque a veces, cuando ora muy rápido le digo: “Así no, Marcos. Así no se debe orar”.
Entonces a veces como papá estás tratando de discernir. A ver, ¿por qué lo está haciendo? ¿Lo está haciendo por mí? Pero aún con todo eso, estamos en esa etapa de modelar la oración y enseñar la oración, y sí, empezamos a ver ya cada vez más un sentido de saber. Pero ¡de repente ahora Marcos es el que nos reprende a nosotros! Dice, “¡Dios ve!” Él está aprendiendo, porque nos escuchó a nosotros decirlo: “Dios te está viendo”. Ahora él nos lo dice a nosotros.
La vez pasada, no me acuerdo qué le dije; respondí algo (de esas veces que estás distraído y te preguntan algo y respondes malamente). Dice Marcos: “Papá, ¿seguro? Porque Dios te ve”. Y yo: “A ver, ¿qué me preguntaste? Porque ya me entró aquí la reprensión. Entonces sí me doy cuenta que todo está aprendiendo.
Y al rato, con nuestro segundo hijo, si así Dios lo permite, será similar. Ahorita estamos en ese proceso. Creciendo en una familia cristiana, fue muy similar: modelar, enseñar, y luego nosotros mismos empezar a aprender lo que es orar.
Susi: Sí. Una pregunta que muchos papás han hecho es: ¿Cómo vas a forzar a tu hijo a orar? En nuestra experiencia, pocos niños simplemente rehúsan orar en el contexto del ambiente familiar. Si rehúsan constantemente orar, probablemente hay que conversar directamente con ese niño. Quizás siente una cantidad desmedida de pena con sus hermanos o con sus papás. Hay que conversar eso, y tratar de descubrir.
Pero en general yo creo que nosotros nunca obligamos a nuestros hijos a orar. Sí en algún momento raro, que estaban de muy mal humor o se sentían muy tristes, no querían en ese momento orar en voz alta. Pero también en cuanto a su vida personal. Yo lo digo por experiencia personal en mi niñez, también con nuestros hijos: es verdad que como padres no podemos forzar una disciplina espiritual que verdaderamente está construyendo una relación con Dios.
Porque eso no se puede forzar. Mi hijo puede sentarse ahí, leer su Biblia (entre comillas) y orar (entre comillas), y yo no sé si lo que él está haciendo es real para él o si simplemente está cumpliendo. Pero eso no significa que no lo debo exigir, que no debo ayudarle a desarrollar esa disciplina.
Emanuel: Sí. La Biblia lo dice de manera clara desde el Antiguo Testamento: vas a enseñar a tus hijos en el camino, y al llegar, y al salir. Dios mismo entiende que el rol de los hijos bajo el techo de los padres, hay una parte donde los padres son responsables por guiarlos.
Pero estoy muy de acuerdo con lo que dices tú porque esa ha sido mi experiencia hasta ahora. Hay veces que nuestro hijo no quiere orar, pero típicamente es por alguna razón. El otro día me dijo: “Papá, estoy bien cansado. Tengo mucho sueño”. OK. Yo voy a orar. Tampoco digo [enojado]: “¿Eh? ¿Pero cómo?”
Susi: Si no es algo súper constante. Si no es algo habitual.
Emanuel: Exacto. Pero lo que hemos experimentado hasta ahorita es lo contrario: mas bien que él está aprendiendo y que lo hace, y sí, a veces sabes que lo está haciendo nada más porque se tiene que hacer…
Susi: O por show…
Emanuel: O por show, o lo que sea. Pero es parte de la enseñanza.
Susi: Habiendo crecido en un hogar donde hubo bastante disciplina, y cuando digo disciplina no estoy hablando solamente de disciplinas de cuando te portaste mal, sino una vida disciplinada, yo sé que en mí se formaron hábitos que me sirvieron muchísimo cuando yo salí de mi casa. Y yo agradezco a Dios por padres que estuvieron dispuestos a levantarnos temprano y sentarnos. Estoy segura, siendo mamá ahora, que no fue fácil. Pero gracias a Dios por padres que hicieron esa lucha.
Para terminar, ¿tienes alguna sugerencia, algo que hicieron tus papás contigo o piensas hacer con tus hijos?
Emanuel: Primero, un comentario: que aquellos que crecimos en familias cristianas damos por sentado el orar. Pero ahora que soy pastor, me doy cuenta de que mucha gente no sabe orar, y que viene a Cristo, y me dice: “Emanuel, yo no sé orar”.
Como yo crecí en una familia cristiana, digo: “Pues, me enseñaron a orar”. Tengo una experiencia de oración. Pero hay muchas personas que dicen: “Es que yo no sé cómo”. Al nosotros darle eso a nuestros hijos, les estamos enseñando algo muy valioso. Hay personas que ya de adultos apenas están empezando a aprender a orar.
No tengo ningún consejo que va a ser el consejo que…simplemente es lo que mencioné ahorita: el poder modelar la oración de manera constante. Que no nada más sean oraciones robóticas, sino que sean oraciones reales. También ir enseñando a nuestros hijos a hacerlo tiene mucho valor, y uno como papá debe de hacerlo en la esperanza de que Dios es el que va a hacer la obra en el hijo.
El que yo le enseñe a orar, como dices tú, eso no quiere decir que él verdaderamente vaya a estar orando cuando esté grande. Pero yo estoy haciendo la parte que Dios me ha dado, y yo le dejo a Dios la parte que a él le toca. Lo que estoy aprendiendo como papá es que la crianza se hace en esperanza.
Susi: Y por fe.
Emanuel: Por fe. Exactamente. Lo haces por fe, porque tú no sabes cómo viene el futuro. Pero lo haces en confianza en el Señor y le dejas a él que haga su parte.
Susi: Amén. Cuánto queremos equipar a nuestros hijos para la vida: ¿por qué no les equiparíamos en estas áreas que son tan cruciales en la vida cristiana?
Gracias, Emanuel, por esta aportación a la vida de los padres que deseamos llevar nuestra crianza en reverencia delante de Dios. Y gracias a ti que nos escuchas. En el próximo episodio queremos hablar sobre la Palabra de Dios. Estamos orando que esta serie fortalezca tu vida espiritual diaria en medio de la crianza. Hasta pronto.